Partida Rol por web

- Sí... Me usaste.-convino, profundamente dolida, contenida, mientras cerraba fuertemente los ojos, durante un instante. Como si se reprendiese a si misma. Como si aquello pudiera evitar que finalmente se le escapasen aquellas lágrimas que acabaron por recorrer sus mejillas, llenas de confusión y de congoja- No te mandaré a ningún sitio. Alá sabe que no soy capaz. -determinó, mirando hacia un lado, apretando los labios, contrita- Optaré por asumir que el hombre al que quiero... El hombre al que conozco... Jamás me habría mentido de esa forma. -añadió, tomando aire profundamente, y mirando de nuevo hacia el mismo hombre al que describía. Hacia Fadil- Todo eso lo hizo Umayma. A través de ti.- concluyó- La alternativa, no soy capaz de aceptarla. Ni deseo creer en ella. 

Fadil apretó los finos hombros de Nefissa con sus manos, con más firmeza que fuerza. Todavía tenía miedo de que no fuera más que un fantasma, que lo único que la hacía real era su convicción, y se fuera a desvanecer si no la aferraba con alguno de sus sentidos.

Gracias, dijo simplemente, alzando la mirada hasta la altura de la mujer.

Su hermana había llegado a la conclusión a la que debería llegar él un día, si pretendía perdonarse. Si sobrevivía a todo aquello. No estaba convencido de que mereciera ninguno de los dos bienes. De lo que sí estaba convencido era de la necesidad de actuar condecisión y dignidad.

Gracias, repitió. ¿Podemos hablar con esa persona, la que has conocido?

Si esa tal Dawn llevaba allí meses... eso significaba que... ¿no había salida? O quizá no la habían encontrado. La desesperación volvió a afianzarse alrededor del corazón de Mel. ¿Sería posible que nunca consiguieran escapar? ¿Que no lograran regresar a su mundo y su tiempo?

Todo aquello parecía sacado de una pesadilla... de una novela de Stephen King. Parpadeó y negó levemente con la cabeza intentando ahuyentar a todos esos fantasmas. Lanzó una mirada furtiva a Charlotte... ¿Por qué le había dicho a Dawn quiénes eran? No conocían a esa tal Dawn de nada... Decía que llevaba allí meses pero bien podía ser otra mentira. Bien podía estar trabajando para Pacal. No podían fiarse de nadie. Si acaso de ellos mismos puesto que todos habían visto cómo todos acababan allí. 

Pero habían acordado no fiarse de nadie más de los allí presentes y al parecer, Charlotte o quizá Nat... o Sean que siempre se iba de la lengua, le habían contado toda su historia a la tal Dawn. Sean no podía haber sido. Las milongas de que eran hijos de los Herederos no parecía que hubieran salido de su boca. No, parecía más bien cosa de Charlotte... pero ¿por qué?

- ¿Habéis vuelto a ver a Pacal? - Preguntó a Dawn. - Necesitamos saber más si queremos intentar salir de aquí. - Dijo en voz alta sin referirse a nadie en particular.

- No es posible que no haya una salida... - Añadió volviendo a negar con la cabeza. Se negaba a creer esa posibilidad.

- Bueno... llevadles a que descansen y volved. Mientras comeremos algo y luego nos ponemos todos al día, ¿vale? - Ofreció. Le dolía la cabeza y se empezaba a sentir de mal humor. Solía pasarle cuando tenía hambre y su estómago llevaba minutos rugiendo.

Mike escuchó a Dawn y sus explicaciones perdiéndose en algunas cosas pero en general entendiendo que la chica había descubierto algo importante y eso la había condenado al mismo destino que ellos, encerrada en el pasado con algún oscuro propósito. Tras la intervención de la chica fue su hermana la que intervino, podía ver por como hablaba y ponía su cuerpo que no estaba totalmente tranquila hablando con Dawn. Mel siempre había sido la prudente, la analítica, la que pensaba dos veces antes de actuar y su ingreso en la policía tan solo había afinado aún más estas cualidades. Mike sin embargo era confiado, quizás en exceso, y de los que se abría a los desconocidos con facilidad, sonrió ampliamente a la chica y le contestó con efusividad.

-¡Si no tuviera el brazo hecho trizas te daba un abrazo Dawn! -Seguramente todos debían estar extrañados de la repentina alegría del americano.- ¡Eres justo lo que necesitábamos para salir de aquí! -Miró a todos y se extrañó que lo mirasen con cierto desconcierto, como no sabiendo que pasaba, así que comenzó a explicar su razonamiento.- ¿No os dais cuenta? ¡Ha dicho que Pacal las descubrió! ¡Por lo tanto estaba en el futuro! Y si puede viajar, nosotros también podemos, solo tenemos que averiguar como, o obligar a Pacal a que nos lo diga. Además, Dawn, dices que viste algo dentro del cenote ¿Verdad? Nathan, ¿Tu no dijiste algo antes sobre eso? Chicos, creo que estamos a punto de volver a casa, solo tendremos que ir al cenote y buscar el aparato que haga funcionar la máquina del tiempo.

Mike ya se veía de vuelta en casa, disfrutando de las playas de Miami y cuando lo hiciera se cogería unas vacaciones de verdad, no como aquellas que habían resultado ser una gran pesadilla. Solo tendrían que ir al cenote, bucear un poco, encontrar la llave de la máquina y luego volver. Había ciertos aspectos técnicos como que no sabían que buscaban ni como hacer funcionar la máquina que su optimista mente obvió en pos de una mayor felicidad, había que aprovechar momentos como aquellos y disfrutarlos. Satisfecho se quedó mirando a sus amigos esperando que todos compartieran en breve su optimismo.

Charlotte los escuchó en silencio pero sin perder de vista a su hermano y a sus amigos. Pero solo al escuchar las últimas palabras de Mike, reaccionó.

-Vale, Dawn si quieres quedar aquí con ellos y explicarles lo que hemos hablado, Nat y yo podemos encargarnos también de Elka si me dices a donde llevarla. Sino ven, y después los ponemos al día-miró a sus tres amigos americanos-Todo esto lo hemos hablado ya, creo que soy más útil llevándolos a las habitaciones y que puedan descansar, o esperar o... lo que sea. No sé realmente. Vosotros aprovechad para comer, habéis tardado muchísimo y no tengo ni idea de si retirarán la comida o están cocinando todo el día....

No les dio tiempo a más. Ni tan siquiera a Dawn. Algo en las palabras de Mike la impulsaba a moverse, rápido, a no estar allí quieta. Ya habían tenido su momento de descanso y comida. Ahora tocaba cuidar de sus amigos. Y de todos.

Miró a Dawn, esperando a ver si les seguía, y a Nat. Solo un instante, antes de empujar a Sean, a Omar y a Estel en el camino de vuelta a sus habitaciones.

-No, no, Melissa. Vosotros, coged comida, lo que queráis, y veniros. O quedaros, pero yo voy con Elka. 

Detuvo a Charlotte y tomó a su amiga del brazo. Se dirigió a la parisina, con firmeza.

-Lo siento, no es que no me fíe de ti, es que... bueno, me siento responsable de ella, por nada del mundo la dejaría sin una razón aplastante. Yo... la metí en esto. Es por mi culpa que estemos aquí, que ella esté así...

En cierto modo era el mismo sentimiento que la pelirroja había sufrido con su hermano, o con Estel y Omar. 

Dawn sonrió, triste. Esperaba que comprendieran.

-En cuanto a Pacal, mmm... ¿Mike?, pues sí, le conocí en el futuro. Viaja, estoy segura, a través de la Máquina de aquí. Pero no la he localizado aún, aunque sospecho que debe estar oculta en la Pirámide de Kukulkan. Si la encontramos, habría alguna posibilidad de volver... si es que logramos saber cómo funciona.

Nathan paseó lentamente su mirada por las de los demás. Muy despacio... sin intención alguna de cambiar la cara o rehuir el contacto. Por fin habían regresado de dónde quiera que estuviesen. ¿Jugando un partido de pelota...? ¿En serio...? La decepción se había dibujado en su rostro. ¿Cómo podían ser tan inconscientes? ¿Cómo podían dejarse llevar por un entretenimiento trivial cuando acababan de vivir una experiencia tan atroz como la que estaban sufriendo en sus propias carnes? ¿Acaso era parte de su historia...? ¿Cómo iban a comparar la epopeya que habían vivido sus padres años atrás con este pseudo juego de niños al que algunos se aferraban si verdaderamente entender que su vida estaba pendiendo de un hilo?

Con cierto deleite, los ojos generalmente amables de Nat buscaron en el grupo a los de Oli. Su Oli. Le habría dicho tantas cosas... desde que le amaba con locura hasta que le odiaba con toda el alma. Más todo lo intermedio. Pero no fue así. No despegó los labios ni siquiera para respirar. Algo se había roto en su interior. Una puerta se había cerrado. O quizá se había abierto y lo que hubiera detrás había decidido irse lejos para nunca más volver. Se sentía agotado... decepcionado y verdaderamente deprimido.

Algunos comenzaban a repetir las mismas consignas que habían mencionado antes durante la comida... la máquina... Pacal... los "ausentes"... volver a casa... Pero ahora a Nathan le parecían ideas vacías. No confiaba en ninguno de ellos. Ninguno tenía intención de sacrificarse por llegar a sobrevivir. Era como si a ojos de Nat todos ya se diesen por muertos. Como si, de hecho, ya hubiesen muerto y la estancia en aquella ciudad azteca no fuese sino la antesala al Más Allá. Como aquella serie antigua sobre los supervivientes de un vuelo transoceanico que acababan en una misteriosa isla.

Tal vez Charlotte... sí, ella sí. Ella sí merecía la pena.

- Yo voy a las habitaciones... debemos llevar a estos a descansar. A algún lugar dónde estén más o menos seguros. Luego... - una pausa rubricó una mirada cómplice entre la pelirroja y el bailarín - ... no sé lo que haremos. Buscadnos si queréis. Al fin y al cabo somos presos... no debería ser muy complicado.

Dicho esto volvió a asir del brazo a Omar y lo condujo mansamente a la salida del Comedor. Esperaba que Lottie hiciese lo propio con Estel y con Sean pero no pensaba esperar por ella. Sobretodo porque no pensaba esperar por los demás. Le importaban un carajo si comían, jugaban, dormían o decidían aparearse con las nativas. Nathan no iba a convencer a nadie del peligro inherente. Si no lo sentían... mejor para ellos. O quizá peor. Tanto daba.

Sonrió a Dawn y asintió-Yo tampoco dejaría a ninguno de ellos en manos de nadie que no fuera yo, te entiendo, no hay problema. ¿Conoces algún sitio en el que podamos dejarlos con seguridad? ¿O en las habitaciones estarán bien? Podíamos poner varios de esos colchones juntos y dejarlos en la misma habitación... No importa, ahora lo pensamos. Quizás podamos hacer turnos para que siempre estemos uno con ellos-su mente trabajaba a mil por hora intentando solucionar el problema que se le acababa de plantear.

Pero entonces sus ojos se cruzaron con los de Nat. Y fue como si el canadiense hubiera hablado a gritos. Tuvo un momento de duda, impactada por aquel entendimiento mutuo, temiendo que realmente hubiese sido solamente un reflejo, un engaño de su mente a lo que ella quería realmente en aquel momento. Pero no había lugar para las dudas, y solo había una opción posible.

-Lo dicho, no tardamos. Es sencillo lo de comer, vale con acercarse, señalar a la carne y poco más...-les dijo a los americanos mientras agarraba de un brazo a su hermano y de otro a Estel-Vamos Dawn, sigamos a Nat y ahora improvisamos por el camino. Como él dice estamos aquí presos y no creo que tengamos muchas opciones realmente.

Se mordió le labio mientras seguía a Nat fuera del comedor empujando a sus amigos con ella.

Cuando agarró a su hermano y a Estel y los sacó del edificio solamente le daba vueltas a una cosa. Acababa de dejar atrás a los tres americanos.

Por un lado la culpabilidad se le hincaba en la boca del estómago y casi le impedía respirar pero, por otro, después de saber lo que habían estado haciendo mientras que ellos intentaban obtener respuestas a todas las preguntas que tenían y averiguar como salir de allí, sentía que la única forma de conseguir aquellas dos cosas era, simplemente, trabajar de forma independiente. Con la única persona que parecía sentir algo parecido, que era Nat, y con la única persona que tenía un poco más de conocimiento de lo que allí podían encontrar.

El descubrirse pensando en aquello último fue como un respiro, como ver la luz. Si pretendía que siempre estuvieran juntos y caminaran en la misma dirección, nunca llegarían a salir de allí. Los americanos no llegaban a entender lo que estaba pasando. Serían un lastre, meterían la pata, se despistarían una y otra vez del objetivo final y provocarían alguna situación que los llevaría a un punto de no retorno. Solo había una opción. El grupo mínimo necesario, trabajar juntos y rápido, sacar a todos de allí en el momento preciso.

Quizás lo consigamos...

Cuando levantó la mirada vio delante de ella a Nat. Estaba segura de lo que había visto en sus ojos, sí. Ahora la duda estaba en ¿cuanto confiar en Dawn? ¿Podría hablarle a ella de esa presencia que sentía en su interior? La duda volvía y volvía mientras andaba. Y entonces recordó algo. Claramente. Dawn no había respondido a su indirecta, ¿verdad? Se volvió levemente a mirar si los seguía, con la duda pintada en su rostro.

Quizás al aparecer los americanos ella se ha despistado simplemente y no le ha dado importancia... probaré más tarde de nuevo.

Cuando su mirada se encontró con la de la chica, le hizo una señal para que se acercará también a ellos conforme pudiera, así podrían ir los tres juntos con el resto.

-Nat no corras tanto, quizás no se den cuenta muy bien de por donde pisan...-apretó ella todo lo que puso su paso, que no fue demasiado realmente, hasta que alcanzó al canadiense y se puso a su altura. Lo miró, pasando su mirada más allá de Sean que quedaba entre ellos dos-Hay que averiguar donde está... su voz suena apremiante, como si no tuviera tiempo...-le susurró en francés aunque se sabía lejos de oídos que entendieran su idioma.

Mike estaba satisfecho con las explicaciones de Dawn pues confirmaban todas sus sospechas y sobre todo confirmaban la existencia de una forma de viajar escondida por allí. Ahora solo tenían que encontrar esa máquina y usarla para volver al presente.

-¡Perfecto Dawn! No te preocupes, encontraremos esa máquina y volveremos. -Mike miró a su alrededor como desorientado, buscando una dirección.- ¿Cual es la pirámide del Ku Klux Klan? A mi me parecen todas iguales. Fiuuuu. Menos mal que no tenemos ningún negro en el grupo, quizás por eso no hemos vuelto a ver a Fadil.

Imaginarse a Fadil sufriendo la ira de unos señores encapuchados con problemas racistas no era de su agrado a pesar de que no tenía ninguna estima por el muchacho, en cualquier caso él mismo se lo había buscado.

-Vale, id a la habitación, no os preocupéis, volverán en si muy pronto, como le pasó a Sam. ¿Verdad Sam? ¿Sam? 

Parecía que su amiga volvía a estar otra vez algo "despistada". Cruzó una mirada de preocupación con Mel y enseguida quiso encontrar una solución para que su amiga volviera en si. 

-Vamos a acercarnos al asado, ya sabes lo que le gusta a Sam la barbacoa, estoy seguro que en cuanto le pongamos unas costillas delante vuelve a ser la misma de siempre. ¿Sabéis si hay salsa barbacoa?

Bueno, claro que tenía que haber salsa barbacoa, ¿Como si no iban a comer la carne? La cuestión era saber donde estaba en todo aquel desorden, seguramente Dawn que llevaba allí más tiempo lo sabía, o quizás Charlotte y Nathan la habían visto. Debían comer y reponer fuerzas, las necesitarían para encontrar la pirámide y largarse de allí, además no quería que cuando volviera a su casa su madre le dijera que había comido mal y que estaba mucho más delgado.

Mel agarró a Sam de uno de los brazos, con firmeza pero con suavidad. Y asintió a Mike.

- Sí, vamos. Hay que hacer que coma algo. - Luego miró a Charlotte y a su grupo. - Iremos a buscaros en cuanto comamos algo... De poco vamos a servir si nos morimos de hambre. - Admitió.

No dijo más. Tenía esperanzas de poder encontrar una salida, de que entre todos descifraran la clave para volver... Pero sentía que si lo pronunciaba en voz alta el sueño desaparecería, que caería como una casa de naipes.

Olfateó con la nariz y se dirigió al lugar que Charlotte les había indicado. Necesitaban comer algo, lo que fuera. Sus tripas le rugían desde hacía mucho rato ya, y pronto pasarían al estado en que no sentiría ni hambre... pero era necesario que comiera.

Ni quería pensar cómo o cuánto podía avanzar la droga por su organismo si no se alimentaban bien para mejorar sus defensas.

Charlotte, Nathan y Dawn salen del edificio, llevando consigo a los cuatro "durmientes", que se dejan conducir dócilmente, sin poner resistencia alguna.

A vuestro alrededor algunos esclavos os sonríen y os señalan la parrilla, animándoos a comer.

Mel frunció el ceño. Si iban a drogarles o envenenarles bien podían hacerlo por la fuerza. Inspiró hondo y se acercó para coger algo de carne de la parrilla. Tanteó primero con cuidado, por si quemaba y luego dio un mordisco tentativo al primer trozo.

Sabía bien. Sonrió y miro a su hermano. Masticó y tragó deprisa antes de que Mike pudiera decir o hacer nada y rápidamente agarró otros dos pedazos. Mientras se llevaba uno a la boca le ofreció el otro a Mike.

- Toma. Come. - Le dijo. Miró a Sam que parecía encontrarse un poco ausente de nuevo. - Tú también. Tenemos que coger fuerzas. -

Giró la cabeza y observó los alrededores. Por ahora sólo veía esclavos, y más comida. ¿Qué hacían ahí? ¿Cómo llevaban esas gentes su día a día sin preocupaciones? No lo comprendía. Había algo que se les escapaba... podía notarlo. Casi podía sentirlo o respirarlo en el ambiente.

Masticó otro pedazo más. - Venga Mike... Si no comemos no vamos a poder defendernos si llega el caso... - Sugirió. - Y si quisieran drogarnos podían hacerlo por la fuerza como ya han hecho en el pasado. - Advirtió.

Cerró los ojos un momento evitando mirar a Sam. La mirada perdida de su amiga no prodigaba nada bueno... y Mel no quería pensar en lo peor...

No era la posible droga en la comida lo que más preocupaba a Mike en aquellos momentos, aunque la existencia de tal posibilidad le inquietaba, era el estado de Sam que había vuelto a quedarse en el limbo. Cogió uno de los trozos de carne que le tendía Mel pero en vez de llevárselo a la boca lo paseó por debajo de la nariz de Sam esperando que el suculento aroma despertara a su amiga.

-No se habrá hecho vegetariana. ¿Verdad?

A veces a Mel y a Sam les daba por probar cosas nuevas y quizás habían aprovechado el inicio de las vacaciones para cambiar su dieta. Supuso que hacerle el avioncito y que la rubia quisiera evitar la vergüenza que aquello suponía tampoco daría resultado, así que finalmente desistió dedicando una mirada triste a su amiga y después a su hermana.

-Supongo que tienes razón. -Había algo de resignación en su voz. Mike se llevó el trozo de carne a la boca, estaba sabroso. En ese momento se dio cuenta que estaba solo con su hermana, ya no recordaba cuando había sido la última vez en todo aquel jaleo que habían podido hablar en confidencia. Con ella podía sincerarse sin miedo.- Mel... ¿Qué vamos a hacer? No quiero ser cenizo pero esto no pinta nada bien, Sam y el resto pronto estarán como la chica nórdica y nosotros... No lo se, Dawn parece que lleva tiempo aquí y está lúcida... Tenemos que hacer algo.

Mujeres, muchachas y hombres iban y venían, y además de la carne, os traían platos con verduras y con dulces. También os trajeron jarras de agua, de algo que parecía licor, y de un brebaje marrón humeante, que resultó ser, por como olía, ¡chocolate!

No se inmutaron al ver a Sam completamente ida, simplemente la ignoraban y se dirigían a vosotros para serviros.

Allí ya no quedaba nadie comiendo, ningún noble, guerrero, o de la casta sacerdotal, sólo vosotros y aquellos que estaban arreglando el lugar o preparándolo para una nueva jornada. Y de Pacal no había ni rastro.

Mel sólo bebió agua. Aunque sí probó de los distintos alimentos. El chocolate lo olió hasta que reconoció lo que era. La verdad es que era tentador probarlo... pero sin estar en su propia época no se quería arriesgar a que eso no fuera chocolate del todo. Miró a su hermano. Era la primera vez que veía a Mike mostrar su preocupación real, y no hacer bromas al respecto. La primera vez que parecía tomarse en serio algo. Eso sólo indicaba lo peligrosa que era la situación.

Negó con la cabeza. 

- No lo sé Mike. De momento necesitamos seguir adelante... sobrevivir y conseguir más información. Nos faltan muchos datos para poder pensar en un plan medio decente. - Explicó. - De momento hay que seguir el juego a Pacal... enterarnos de más cosas... y luego ya veremos. - Era lo único decente que se le ocurría.

- ¿Quieres que volvamos ya con el resto? - Ella ya estaba saciada, pero no sabía si su hermano querría reunirse con el resto. Quizá Mike quería ver si Sean se encontraba bien.

Una vez "roto el hielo" de la comida y cuando se aseguró de sentar a Sam en un sitio donde no fuera molestada, Mike se dedicó a probar un poco de todo, siempre había sido curioso en los temas culinarios. Cuando algo le gustaba, hacía gestos de aprobación y subía el pulgar a los que servían.

-¡Ven Mel! ¡Tienes que probar esto! -Le señaló una especie de salsa espesa que había untado en un trozo de carne y le daba al conjunto un sabor muy exótico.- ¿Qué crees que es?

Tenía un sabor especiado que no terminaba de identificar y quizás su hermana pudiera. Una vez abierto el apetito su cuerpo recordó que no había comido en un tiempo y quiso compensarlo, a decir verdad la mayoría estaba bastante bueno. Apuró todo lo que pudo comiendo y buscando la sección de postres.

-Lo conseguiremos Mel, no vamos a quedarnos aquí. ¿Crees que papá podría sospechar algo? Si alguno de nuestros padres sospecha quizás se unan para sacarnos de aquí, ellos saben de que va todo esto. ¡Y tenían poderes! ¿Tendremos nosotros poderes? -Mike se miró la mano buena. No parecía especial y desde luego su cuerpo no se había vuelto antimachetes.- No parece. -Dijo algo decepcionado, con superpoderes les sería más fácil escapar. Quizás él pudiera ser una especie de Superman.- Aquí no hacemos nada y quizás es mejor dejar a Sam en su habitación, tengo miedo que pueda caerse y hacerse daño.

La loca idea de su hermano acerca de que ellos pudieran tener poderes, casi le hizo reír. Pese a todo lo malo que les ocurría, Mike siempre encontraba el modo de sacarle una sonrisa. En el fondo sí que era una especie de Superman.

Mel se levantó y agarró con suavidad a Sam por un brazo. - Venga, ayúdame. La llevamos a su habitación y nos reunimos con los demás. A ver si alguien ha averiguado algo más. Con suerte alguno habrá encontrado la dichosa máquina y podremos salir de aquí. - Era una esperanza vana. Muy vana. Pero al menos debían mantenerla.

Si se dejaban llevar por la depresión y la desidia, estarían condenados desde el principio. Y por el momento, Mel no pensaba dejarse vencer tan fácilmente.

- Y no lo sé... - Añadió pensativa mientras echaban a andar. - Quizá papá sospeche algo a estas alturas... Eso si no lo ha descubierto todo ya. - Admitió. - Papá es listo... - No se imaginaba a su padre con super poderes. - No vendría sólo... se reuniría con el resto y tramarían algún plan. Quizá lo mejor que podamos hacer sea mantenernos juntos y con vida hasta que llegue la caballería a rescatarnos. - Sugirió. Tampoco le parecía tan mala opción. Con la poca información de que disponían, siempre irían un paso por detrás de los malos. Sus padres por el contrario no. Ellos sí sabrían qué hacer.