Partida Rol por web

Horus - II

Habitaciones (Cap. X)

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14/03/2018, 20:17
Melyssa Yaddow

Notas de juego

Voy hacia donde ha señalado la esclava que hay comida. No me separo de Mike y Sam.

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15/03/2018, 10:02
Charlotte Dunne

Notas de juego

Que me corrija Nat si no es asi, pero el y Lottie irian hacia donde les ha indicado la mujer que habia papeo.... o lo que sea que nos este esperando en esa direccion.

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15/03/2018, 12:58
Nathan Morrison

Notas de juego

Que me corrija Nat si no es asi, pero el y Lottie irian hacia donde les ha indicado la mujer que habia papeo.... o lo que sea que nos este esperando en esa direccion.

Como diría Ned Flanders... exactamentísimamente.

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15/03/2018, 17:22
Mike Yaddow

Cuando Mike escuchó a Charlotte hablar de matrimonios tuvo miedo de que alguno de aquellos nativos pudiera querer abusar de las chicas, haría todo lo posible por protegerlas.

-No te preocupes Charlotte, no dejaremos que nadie os toque.

Mike miró a Sam con cara de asco cuando al llegar la mujer sugirió que sería ella la que les daría insectos para comer, tras las delicias de las que había hablado Sean aquella imagen se le antojaba asquerosa.

-Vale, vale. -Concedió a Sam.- Lo pillo, no se parece al español.

No quiso añadir nada más a sus intentos de traducción de las palabras de la mujer pues parecía que no se le estaba dando muy bien, sin embargo disfrutó del abrazo con su hermana sobre todo cuando sintió que Mel parecía un poco más relajada.

-Creo que tienes razón Mel.

Su hermana siempre había sido muy lista y no tardó en intentar demostrar su teoría acercándose a la mujer. Esta pareció asentir, el significado debía ser correcto. A él aquello de Síij y Ixk'oos le sonaba vagamente de algo, pero seguramente no tendría ninguna relación con su verdadero significado.

-¡Muy bien chicas! Parece que habéis dado en el clavo.

Estaba orgulloso de todas ellas y como habían desentrañado el misterio, le parecía importante poder comunicarse con aquella gente, así les sería más fácil escapar.
Y mientras salían Charlotte y Nathan parecían convencidos que encontrar a Fadil era una buena idea, recordó la mirada que le había echado Sam sobre el asunto y supuso que era inútil intentar convencerlos.

-Vale, vamos a desayunar y después si queréis ir a buscar a Fadil hacedlo, conmigo no contéis, como dice Sam yo sería un estorbo porque no quiero ni verlo. Pero recordad que nos vendió, él quería vernos aquí y si puede volver a hacerlo para salvar el culo, aunque al muy tonto lo vuelvan a engañar, lo hará.

Tan solo quería advertirles, no quería que ninguno de ellos sufriera daño, bastantes problemas tenían ya y en aquellos pocos días que habían compartido les había cogido mucho cariño. Cuando pasó al lado de la mujer se le ocurrió hacer una última prueba.

-¿Síij? -Preguntó señalándose mientras forzaba una sonrisa simpática y asentía.- ¿Ixk'oos? -Esta vez señalaba a la mujer. Después comenzó a señalar repetidamente a las chicas, que parecían sus sirvientas o esclavas y volvió a mirar a la mujer.- ¿Y ellas que son?

Si eran esclavas deberían saber como se llamaban porque eran los únicos posibles aliados que podían tener en aquella maldita ciudad.

Si tenemos que esperar a que Fadil nos salve...

Notas de juego

Pues Mike va con los que vayan a desayunar, junto a su hermana y Sam y detrás de Charlotte y Nathan (que tiene un culín para pellizcarlo XD)

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17/03/2018, 11:03
Oliver Booth

Lo cierto es que la preocupación de haber sido drogado era menor en Oliver que en el resto. Quizás por toda una vida de excesos, y tal, y cual. Sin embargo, lo que le molestaba profundamente, era no saber por qué. Eran como pavos mareados, discutiendo en un mundo que no comprendían, rodeados de gente que sin duda tenían valores, pensamientos, ideas, distintas a las suyas y que, para mal de males, tenían un plan para ellos.

Un plan que no podía cumplirse, claro. Pero a saber cómo se podía luchar contra ello.

No se sentía bien, la verdad. Tenía ganas de hacer alguna chanza o de meterse con alguien, pero ahora mismo, no le apetecía hacerlo. Ni siquiera le apetecía mirar a las chicas, y mira que estaban buenas.

El sentimiento de impotencia. Eso era lo que peor había llevado siempre. No se engañaba, después de la impotencia, vendría la ira. Pero más les valía a todos saber como demonios lograr canalizar esa ira, o iban a estar todos jodidos. Porque a gritos y a puro estilo no iba a poder salir de aquí.

- Desayuno. Y luego voy a ver si localizo a Fadil- Tras mirar a Nathan con preocupación, sigue a los que van a desayunar, extrañamente pensativo.

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17/03/2018, 13:11
Sirvienta

Empezando ya a perder la paciencia, aunque no la sonrisa, la mujer agarró a Mike y casi le arrastró fuera. Pero viendo la insistencia, hizo un gesto despectivo con la cabeza hacia las dos mujeres, y luego hacia otras que estaban entrando y saliendo de algunas habitaciones de la galería de columnas, y le espetó con algo de dureza:

-Leti'? Mix máak, Palitsil.

Luego siguió sacando a los demás del cuarto de Oliver, y apremió a las chicas que empezaron su trabajo en silencio.

 

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17/03/2018, 13:16
Udjat

Empezaron a andar unos antes que otros hacia la parte sur de la columnata, hacia donde la sirvienta les había indicado que había comida. Las chicas, posiblemente esclavas, con las que se cruzaron les miraron serias, en silencio, cabizbajas. Y sin dejar de hacer lo que fuera que estaban haciendo.

Fuera de la galería de columnas, hacia la plaza de la pirámide, ya casi no quedaba nadie. En el Templo rojo de la cima seguían ondeando banderolas, y en las puertas, desde allí, se veía algún nativo ataviado como los sacerdotes. Alguna pareja de hombres o mujeres, nobles por su aspecto, deambulaban sin rumbo fijo. Algunos artesanos arreglaban desperfectos de pintura o de decoración de algunos edificios. Pero nada más.

Para una ciudad de la envergadura de Chichén Itzá, aquello era muy poca gente. Y más cuando se escuchaba claramente el rumor de la vida, del comercio, gritos de chiquillos y de vendedores. Pero no estaban allí, no en esa zona.

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17/03/2018, 21:25
Charlotte Dunne

Hizo visera con su mano izquierda al salir al exterior. El sol estaba ya alto y deslumbraba en el cielo azul. Tuvo que esperar unos segundos hasta que sus ojos se hicieron al cambio drástico de luz entre el interior de la habitación y el exterior-Todo el mundo se merece una segunda oportunidad-le contestó a Nathan a la vez que volvía a mirar hacia atrás a ver cómo se iba desenvolviendo su hermano- El ayudó a Sean en el cenote, le debo eso al menos antes de sentenciarlo como mano derecha de Umayma. Vamos, encontremos dónde está ese sitio del que me habló Enara para comer-propuso, respondiéndole a su sonrisa tímida con otra más abierta, disculpándolo de algo que él no podía controlar.

Se dio cuenta de que eran los primeros en internarse en aquella ciudad, pero no sentía miedo sino curiosidad. Algo le aleteaba en su subconsciente indicándole que no bajara la guardia aun cuando estaba casi convencida de que no corrían peligro en esos momentos. Pero no podía confiarse, en cualquier momento las cosas podían cambiar.

Al comenzar a andar echó un rápido vistazo a su alrededor. Sentía la presencia de Nat a su lado, pero comenzó a sentir muchas más cosas a la misma vez. Sentía como se alejaban del resto porque algunas voces sonaban aún en el interior de la habitación y, a la misma vez, el silencio la envolvía. Vio en el cielo algunos pájaros volar y, en la lejanía, podía ver perfectamente detalles del Templo que, ahora se dio cuenta, no podría ver a aquella distancia en su época.
-El aire está extremadamente limpio... susurró para ella, pensando en voz alta e inhalando profundamente.

Sentía la templada superficie del suelo en la planta de sus pies. No estaba acostumbrada a andar descalza y no pudo evitar pensar que aquello era un inconveniente para ellos. Allí donde estaban pisando ahora no había problema, además, seguro que no se iban a encontrar nada más peligroso tirado por ahí que una piedra o una rama, pero si tenían que abandonar la ciudad iban a tener problemas.

Y aquí todo el mundo está acostumbrado a andar descalzos por cualquier sitio y en cualquier condición. Si tenemos que correr, ya sabemos quién lo hará mejor sin discusión. La imagen no era demasiado evocadora de victoria para ellos si necesitaban hacer algo así. Eso sin contar con serpientes ni con escorpiones y a saber lo que hay por aquí...

Todo el mundo. El resto de habitantes. Al pensar en ese término, algo le vino a la mente.

Se quedó pensativa un instante mientras andaba en silencio. Después se volvió para mirar atrás, al resto, cerciorándose de que todos venían y no dejaban a nadie atrás, en especial a Sean, Estel y Omar, que no veía aun en el exterior. Caminó un momento así, de espaldas, sin perderle el paso al canadiense, antes de volverse de nuevo y comentarle algo en voz baja que no llegó a oídos de nadie más al estar un poco retirados de los siguientes que ya caminaban tras ellos, los tres americanos y Oli un poco más rezagado.

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17/03/2018, 21:31
Charlotte Dunne

-Ayer, allí arriba, lo que nos inocularon cuando Pacal nos pinchó...-le susurró a Nat con voz titubeante, indecisa.

¿Podría confiar en él? ¿La tacharía de loca? La duda la invadió, no estaba segura de querer seguir hablando, era demasiado... personal, íntimo incluso. Pero le debía eso al canadiense, le debía la confianza que él le había dado en el cenote. Se había esforzado tanto en buscar lo que ella le había pedido allí abajo que, recordar aquellos momentos en los que él no salía a la superficie le ponían el vello de punta. Y, aun a pesar de que había habido algo más que él no le había dicho en aquel momento y que no había querido compartir instantes antes con el resto, sabía que tendría sus razones. Y confiaba en su criterio. Había algo que la empujaba a hacerlo. Se había preocupado por Enara y por ella.

Lo miró de soslayo, evaluándolo, decidiéndose a hablar o a callar por ahora lo que quería decirle, lo que quería preguntarle. Se volvió a mirar al resto, evaluando la distancia que los separaba de Mike, Sam y Mel que, junto con Oli ya habían salido de la habitación y los seguían. Rápidamente decidió que los tres americanos no se adelantarían a alcanzarlos, iban hablando entre ellos, pero Oli era otra cosa. Tenía que decidirse rápido. Se volvió y siguió andando hacia adelante. Tomó la decisión.

-Sentí como algo entraba en mí, lo vi desde fuera. Entró desde la pequeña herida que hizo Pacal con la espina. Lo visualicé. Fue algo muy extraño... –titubeó de nuevo, ya podía llamarla loca si quería y, si no lo hacía, si la creía, si él había sentido algo parecido o similar, luego hablarían de los detalles vividos. Y si no había sentido nada mejor no pensar en ello o no seguiría hablando-No es algo, es... alguien. Y me pidió ayuda.

Volvió su rostro hacia el de Nat, expectante, casi aguantando la respiración a la espera de ver la reacción de él ante sus comentarios, buscando directamente el contacto visual con él. Cruzó los dedos de sus manos, de sus pies, de todo lo que se le ocurrió en ese momento para que ni los americanos ni Oli dieran una carrera para ponerse a su vera. Quería tener aquella conversación solamente con Nat.

Esperó un segundo, dos, tres. El tiempo parecía haberse detenido mientras esperaba su reacción, su respuesta.

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18/03/2018, 13:13
Sean Dunne

Sean salió a la columnata. ¡Qué remedio! Aquella bruja era capaz de molerle la pierna a escobazos. Hizo un saludo a su hermana, más adelantada, pero que miraba en su dirección. Era el modo de decirle que todo iba bien. Nada iba bien. Y si las chicas ni siquiera se dejan vender por camellos, ¿qué opciones les quedan para entrar en contacto con la aristocracia local y tener acceso a Pacal? Miró a su alrededor: ni un solo camello. Estaba visto que todos los jeques aztecas ya estaban casados. Pero si a Lottie le había molestado esa posibilidad, era mejor no presionarla hasta que se le pasara el enfado.

Tampoco tenía demasiada confianza en caminar solo. Sean había rechazado la ayuda de Estel, y todas las que tenían su complexión (Mel, Sam, Nathan...). Y no podía usar a Mike de muleta, porque ese genio infravalorado también estaba herido. Mike era el listo del grupo: era el estadounidense. Además, sabes que es listo cuando solo puede corregirle su hermana estadounidense. Esa nación puso un cohete en la luna. Había que cuidar a Mike, porque necesitarían su ingenio y sus maravillosas ideas pronto. Lejos de pedir ayuda, empezó a cojear a la cola del grupo, tratando de no quedarse atrás, como queriendo dar lástima.

No tengo muy claro que los gestos de esa madame local sea de comer, pero tengo que proteger a mi hermana. Si vuelvo sin ella, mamá me mataría.

Notas de juego

Salgo solo, en dirección al papeo gratis.

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18/03/2018, 16:17
Nathan Morrison

Los segundos cayeron con el peso de varias toneladas de tiempo. La frase de Lottie... su idea quedó flotando en el vacío entre las miradas de los dos jóvenes. Los labios del bailarín se despegaron pesadamente, como si una fuerza extraña los hubiera sellado y sólo hubiesen podido abrirse con dolor... formando una nueva boca. Una vez... para volver a cerrarse. Y una segunda vez. La duda... ¿qué responder? 

Nat pasó su brazo por detrás del cuello de Charlotte y la atrajo hacia sí en un abrazo tenso. No quería reconfortarla... ni siquiera podía. Ni siquiera quería reconfortarse a sí mismo. Pero sí quería cerrar el espacio entre ambos. Evitar que una brizna de aire les robase las palabras y las llevase a oídos ajenos. A oídos peligrosos. Si estaba paranoico tanto le daba. Ya no estaba dispuesto a descartar nada. Lo vivido pesaba en la balanza de la razón mucho más que la propia cordura y, de hecho, le molestaba el carácter trivial y despreocupado de Mike, Sean y Oli. Estaban en peligro. Peligro de muerte pero también de algo peor... mucho peor. Y no podía confrontarlo. Al menos esa era la sensación opresiva. 

Ambos cuerpos se juntaron casi con violencia. Cuando por tercera vez, los labios del canadiense se despegaron para brindar a la pelirroja una ansiada respuesta.

- Sé lo que dices... yo también lo sentí... alguien...

Sólo un susurro. Leve. Una respiración. Y sin embargo Nathan temblaba como si hubiese jugado entes de tiempo la que por otro lado podría ser su carta más valiosa. En riesgo. Como declarar un farol con la peor cara de póquer. Y, como el proverbial efecto mariposa, ese leve susurro desencadenó un maremoto a través del tiempo y el espacio con una copiosa lluvia que manaba de los ojos de Nathan. Un llanto limpio... lleno de emoción... de esperanza... de entendimiento... de saberse una vez más algo menos solo. Desbordado.

- Pensé que podría ser un efecto alucinógeno de lo que contenía la punción pero es raro que nos afectase por igual. ¿Y sí...?

El resto de la frase nunca llegó a escucharse. El llanto lavó el miedo que empezaba a apoderarse de las palabras del chico y restableció la sonrisa tímida de antes.

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19/03/2018, 10:58
Charlotte Dunne

Era indescifrable. Lottie sabía que tras aquella mirada que ahora horadaba la suya propia se estaba librando una batalla personal más grande que la que tenía lugar en su propio interior. ¿Sabía de lo que hablaba? ¿Estaba pensando que aún le duraban los efectos de lo que fuera que les habían inoculado? Era imposible saberlo si no le decía nada… La suya consistía en no retirar la mirada de aquellos ojos castaños. Nunca sabía cómo reaccionar en situaciones así, pero quería absorber cada una de las reacciones del canadiense, todas y cada una de ellas era importante, pero cada segundo se estaba estirando hasta casi romper la barrera de la lógica y estaba a punto de ganar la batalla y hacer que la parisina desistiera de su intento y retirase la mirada, confundida y avergonzada.

Pero un instante antes de que eso sucediera, un rápido movimiento que casi no le dio tiempo a apreciar, la llevó hasta él.

Un paso de baile desesperado...

Cuando sus cuerpos chocaron, los brazos de una sorprendida Lottie abrazaron la cintura de su pareja de baile, rodeándole por completo, en un gesto instintivo por no caerse ni rebotar y terminar en el suelo. Aunque rápidamente se dio cuenta de que eso era imposible, porque él no la iba a dejar caer. Su brazo la sujetaba firmemente uniéndolos sin posibilidad de escapatoria ni de que sus torpes pies acabaran con ella en el suelo.

Un susurro en su oído fue todo lo que necesitó para saber, una vibración en el cuerpo que la abrazaba la hizo entender como si fuera ella misma. Su sien se apoyó en la de Nat, sus brazos acariciaron la espalda del bailarín lentamente haciéndole saber que no estaba solo, que ella estaba allí con él, que lo estaría más adelante hasta fuera cual fuese el final que les esperaba. Le dio unos momentos de privacidad, aun estando casi piel con piel, sintiéndolo, absorbiendo por cada poro los sentimientos que emanaban del muchacho, la vibración de cada uno de sus músculos y el poderoso abrazo que los mantenía unidos.

Visualizó entonces lo que había visto justo antes de abandonar la sala en la que Pacal les había pinchado: el rostro de Nathan. No, no podía dejar que cayera, no quería volver a ver aquella expresión, Nat no era esa persona preocupada, no podía serlo. Era esa fuerza que ella había visto en el escenario miles de años en el futuro en ese maldito hotel, ahora solamente estaba sobrepasado. Igual que ella, se tuvo que reconocer. Pero ella ya conocía a Umayma desde que nació, había sido parte de su vida. En parte estaba preparada para esto y eso la tenía anestesiada de alguna forma. Le sorprendió darse cuenta. Le sorprendió también que no hubiera tenido ningún episodio como el que Nat estaba pasando en aquel momento y supo que, tarde o temprano, sin razón aparente, cuando ya no pudiera más con el peso de saber allí a todos a los que ella había convencido para ir a Egipto, se rompería. Estaba a punto de hacerlo de hecho, de seguir a Nat en aquel baile de sentimientos que la estaban inundando y que era tan improbable encontrar en un hombre, aquella apertura de alma ante casi una desconocida. Pero no podía, ahora lo importante era Nat. Lo que daría por tener más tiempo. Pero los demás se aproximaban.

-No, no es ningún efecto de ninguna droga-le dijo en un susurro a su oído cuando lo sintió calmarse-Y sí. Existe. Esta aquí, en algún lugar. Escucha... tenemos poco tiempo. Estel lo ha escuchado también aunque lo ha percibido de distinta forma. Omar no -mientras le susurraba no dejaba de reconfortar a Nat acariciando su espalda lentamente-Lo pude hablar con ellos antes, en la habitación de Estel, pero no tuvimos tiempo de hablar más. Tenemos que reunirnos y hablar, a solas. Los demás, tenemos que ser discretos... -hizo una pequeña pausa al percatarse del lazo que tenía él con Olivier-Entiendo que se lo quieras contar a Oli pero... no sé, tú lo conoces mejor.

A ella le parecía que Oli era tanto o más inestable que Sean, pero sabía que ellos dos eran amigos. Si él decidía contárselo, lo haría, dijera lo que dijera ella.

Ejerció entonces un poco de fuerza contrarrestando el abrazo de Nat hasta que pudo mirarlo a los ojos de nuevo a través de los pocos centímetros que el abrazo le dejaba para maniobrar. Sonreía tímidamente. Ya había pasado lo peor. Y ahora se avergonzará de este episodio aunque no tenga por qué. Consiguió mover sus brazos hasta situarlos en medio de los dos cuerpos, pudo levantar las manos hasta la altura de la cara del canadiense y, con una suave caricia, le secó las lágrimas de la cara mientras le devolvía la sonrisa intentando animarle-Nat, no estás solo, no lo olvides-Le dio un beso en la mejilla y volvió a abrazarlo, intentando que él la creyera y confiara. Y tal y como se le ocurrió, porque acababa de verlo y era cierto, susurró para aliviar la tensión del momento-¿Te han dicho que tienes unos ojos muy bonitos cuando lloras?-la sonrisa enmarcando la pregunta que no esperaba respuesta, sino risa, sencilla de percibir en el tono en el que había sido hecha, aunque no se viera.

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20/03/2018, 21:30
Omar Echenique

Omar no pudo evitarlo. Se echó a reír, simple y llanamente, sin burla alguna en aquella risa contagiosa y que le sirvió para eliminar los últimos restos de su cabreo matutino. La reacción de Nathan era tan... ¿cómo definirla? ¿De prima donna? ¿De virginal doncella? Cuando se calmó, ante el recuerdo de su tono tajante y su envaramiento no pudo evitar volver a reír. ¿Qué había creído aquel guapo bailarín de grandes ojos y mirada sempiternamente triste? ¿Que pretendía ligar con él o tener un fugaz encuentro sexual en la selva? Quizá sí y no había visto simplemente la invitación a acompañarlos, del mismo que quizá no había sido consciente de su propio gesto de desagrado cuando Omar había planteado abiertamente que Sean, Lottie y Estel, junto con él mismo formaran uno de los grupos en busca de respuestas.  ¿Acaso la ingenuidad del mundo era tal que alguien podía pensar que no deseaba estar con los suyos en un mundo y un tiempo en el que todo eran obstáculos? 

Sonrió ampliamente, iluminando su moreno rostro con la blanca dentadura que contrastaba vivamente. Sí, no conocía lo suficiente a Nathan y su gesto no había sido aceptado como lo que simplemente era. Y aunque no había nada de lo que sentirse culpàble, supo que tenía que disculparse o aquella situación se enquistaría en perjuicio de todos.

Pero no parecía ser el momento, con todos ocupados en hacerse oír y algunos en hacerse entender, como Estel con aquella nativa. Observó curioso la escena, manteniéndose en un agadable segundo plano como observador y cuando la mujer empezó a aecharlos con cajas destempladas, no pudo evitar volver a reír. daba igual en qué tierras se hallaran o en qué tiempo vivieran, las mujeres siempre serían mujeres, especialmente cuando entraban en un huracán de actividad doméstica fuerza cinco.

Vio salir a unos y a otros, quedando un tanto rezagado, antes de tomar una decisión. Cogió de la mano a Estel y corrió con ella hacia Lottie y Nathan para detenrse junto a ellos, y empezar a caminar de espaldas para mirar de frente al joven.

-Lo siento Nathan. Por lo de la palmada en el culo. No pretendía molestarte ni ofenderte -dijo con una sonrisa brutal-. Pero tío, has saltado como un gato, así que mucha gracia no te ha hecho -para alguien que había sufrido una guerra muchos aspectos terrenales habían quedado relegados a la categoría de nimios-.  Así que solo puedo ofrecerte mis más sinceras disculpas -dijo haciendo una pequeña y grácil reverencia- y darte la oportunidad de resarcirte -se volvió con un salto e inclinándose un tanto, sacó el culo en pompa-. Venga, dale -invitó riendo.

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20/03/2018, 23:06
Nathan Morrison

Lottie y Nathan sintieron como se acercaba alguien a la carrera y rápidamente deshicieron aquel abrazo en el que se encontraban entrelazados. Aún cuando ya estaba a medio deshacer, Nat sentía a la muchacha cerca. Física y emocionalmente. Tanto que el chico volvió a sentirse cómodo y, a la par que entre las manos de ella y las suyas propias trataban de enjuagar las lágrimas de sus ojos castaños, la sonrisa de sincera vergüenza asomó como un halo de tenue luz blanca que irrumpe entre las nubes más oscuras.

- Gracias... yo... no creo que Oli piense igual... no creo que... - la conversación terminó de forma abrupta ante la llegada de Omar. No es que hubiese llegado en mal momento pero sinceramente, el canadiense no terminaba de encontrarse cómodo con el periodista. Los días atrás, en el Castillo de Arena, Omar no había reparado en gastos a la hora de dejar ver su carácter extrovertido, afilado, en ocasiones cínico y, casi siempre, excesivo. Y a Nathan le divertía. Pero sentía que no tenía nada en común con él. Nada de lo que hablar. Y, sin duda, era más por las formas que por el fondo. Sin duda alguien de su experiencia en territorios de guerra habría de ser un conversador excelente pero su manera de deambular por los temas y las conversaciones chocaba con el desabrido Nathan. La cuestión es que Omar venía a... ¿disculparse?

Aquella tímida sonrisa que ya casi era una vieja conocida para Charlotte se petrificó en el dulce rostro del bailarín. Literalmente se moría de vergüenza por aquello. Su actitud había estado fuera de lugar y hubiera rezado, en caso de ser creyente, para que Omar decidiese ignorarla. O, como mucho, que la recordase de forma ácida en una anécdota futura al recordar aquellos episodios cercanos a la muerte. Futuro. Era curioso pensar que algo con lo que normalmente se cuenta de forma inconsciente simplemente desaparece del mapa vital de alguien.

- No, no... - replicó Nat. - No tienes por qué...

La réplica tampoco frenó al muchacho de tez morena que, sin pararse a escuchar, se plantó con el trasero a apenas un palmo de la mano de Nathan.

- Mon dieu... - exclamó Nathan en una inconsciente imitación de su madre. - Bastante poco dejan a la imaginación estas túnicas como para andar con esas. Te... te agradezco el gesto. Creo... pero creo que mi reacción fue desmedida y te pido disculpas. ¡Vaya! - exclamó sorprendido de sus propias palabras. - En efecto me doy cuenta que los canadienses somos cansinamente correctos. Vayamos a comer, ¿de acuerdo? Bastante tenemos encima para preocuparnos por estas tonterías.

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21/03/2018, 12:56
Estel Highwater

Una de las cosas más interesantes no había sido sólo el intento de comunicación, sino el lenguaje corporal de la mujer. Estel se había dejado tocar por ella, ofreciendo una sonrisa, mientras en su cabeza comenzaba a deconstruir el código de las palabras que no conocía. Cuando Melyssa se acercó a intentar también comunicarse, Estel se apartó un poco para darle espacio, pero no dejó de observar el intercambio. Lo único que hizo fue mirar a Charlotte, cuando ella murmuró una posible traducción, para sonreírle; y después miró a Mike por un momento, cuando el estadounidense intentó oficiar de traductor, y las felicitó por su… descubrimiento.

Estel no pudo evitar una risa baja, llena de humor y un matiz de ironía, que se pintó en su rostro y su voz. Si Mike supiese… Pero, claro, sólo Omar, Charlotte y Sean sabían.

La mujer se había puesto insistente, y los empujaba físicamente para que comenzaran a caminar. Había algo de poético en su minúscula altura intentando mover a un hombre de la estatura de Mike; pero más interesante era el hecho de que la mujer los tratase de esa forma, si era cierto que tenían el estatus que poseían. Todos aquellos detalles, incluidas la falta de personas para lo que debía ser una ciudad de esas características, se acumulaban como motas de polvo formando una imagen curiosa del origen de aquella ciudad del pasado o de sus mentes. Una ciudad por la que su padre hubiese ofrecido un brazo, y que quizás hubiese sido creada o invocada o revivida para ofrecerlos a ellos como sacrificio.

Estel se encontraba aun encajando las nuevas palabras y la sintaxis en sus conjeturas, mientras por el rabillo del ojo controlaba que Sean efectivamente pudiese caminar solo y que Oliver no se extraviase en sus pensamientos, cuando escuchó la risa de Omar. Apenas llegó a girar hacia él para ver qué había causado la risa, cuando sintió que le cogía la mano y que la obligaba a correr hacia los que estaban delante de todo. Ella se dejó llevar. La energía era contagiosa, como siempre; y hacía un largo tiempo que no se sentía como ella misma. No ayudaba que cada cosa que estaba sucediendo le recordase a ese hecho.

Haber interrumpido un abrazo con lágrimas era algo que no era cómodo para nadie, pero menos para los hijos de Albión y de la Commonwealth; y ella, a pesar de que no era hija de una tierra sino de dos peregrinos, lo sabía. Estel dedicó un momento a apartar la mirada mientras las manos conjuntas de Charlotte y Nathan terminaban de borrar las lágrimas derramadas y deshacían su cercanía, dándoles el espacio que Omar les había quitado con su presencia y con sus palabras. No tardó, sin embargo, en volverse hacia ellos cuando Omar se ofreció en bandeja y Nathan se atropelló por disculparse.

Estel pasó la mirada lentamente desde el trasero de Omar hacia la absoluta y políticamente correcta mano inmóvil de Nathan. Miró por un largo momento a Charlotte, y luego puso los ojos en blanco. Un segundo después, sin aviso, su propia mano daba a Omar la palmada en sus partes que Nathan le había canadiensemente negado.

- Venga, va. Ahora estáis a mano. Aunque como en tu caso fue indirectamente a través de mí, Nathan – dijo Estel, sonriendo por un momento al canadiense, mientras empujaba suavemente a Omar para que comenzase a caminar de nuevo –, más tarde siempre puedes decir que aún se la debes y dar a este “caballero” lo que le corresponde. Tienes a fin de cuentas un crédito a tu favor – agregó, sonriendo con cierta diversión, antes de guiñarle un ojo.

Alargó la otra mano para rozar la de Charlotte, para asegurarse que siguiese con ellos al mismo paso. No sabía de qué era de lo que estaban hablando cuando los interrumpieron, pero las lágrimas le habían dicho cosas sobre las cuales no quería preguntar en ese momento. Sin embargo, su atención continuó en Nathan por un momento. A ella también le parecía una tontería lo que había sucedido, más en la situación en la que estaban; un aspecto nimio en el marco de un enorme problema en el cual la muerte o la tortura parecían ser verdaderas opciones. Pero Estel sabía que aquellas pequeñas cosas eran para la mayoría de los demás cosas inmensas, y que la perspectiva que su propia vida había puesto en ellas era una no compartida por casi nadie más.

De todas formas, decidió que lo mejor era dejar pasar el tema y no insistir al respecto.

- Cánada es fuerte en ti, hijo mío – señaló Estel finalmente, impostando una voz seria y solemne, para luego esbozar una sonrisa divertida – Pero al menos, no te estás disculpando con un mueble luego de haberte pegado el pie contra una de sus esquinas. Esa es la historia británica de mi vida – resopló, levantando las manos en un gesto de resignación, para luego mirar a Omar como si lo hubiese escuchado hablar – Y no, Omar. El que a veces parezcas hecho de madera te hace menos mueble y más Pinocho – Estel esbozó una media sonrisa traviesa – y nadie estaría pidiéndote disculpas sino pidiéndote mentiras, ¿no?

Miró por un momento a sus alrededores, para estar segura de estar yendo al lugar correcto, y devolvió la mirada hacia los tres con los que caminaba.

- Creo que una vez que hablamos comido algo nos sentiremos mejor todos y quizás un poco más tranquilos. No nos ayuda el hecho de haber sido pinchados y drogados, no haber descansado mucho o nada, y además estar con el estómago totalmente vacío – dijo Estel, tocándose un momento las costillas para verificar si continuaban doliendo como el día anterior – Al menos yo, además, quisiera ver a dónde nos están conduciendo y dónde nos sientan. La reacción de la mujer que nos echó a patadas me pareció interesante. Usualmente, no das órdenes alegremente, ni tocas, ni echas a patadas a alguien sagrado o con un gran estatus, ¿verdad? – agregó, con una media sonrisa cargada de humor irónico.

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21/03/2018, 18:42
Mike Yaddow

Parecía que el incidente entre Omar y Nathan, al que Mike tampoco había dado demasiada relevancia en un principio era más serio de lo que parecía, tanto como para que su presencia y sus palabras hubieran pasado totalmente inadvertidas.

Lo ha hecho "de culo".

Sonrió ante el pensamiento mientras Omar pasaba de largo con Estel agarrada de la mano y llegaba hasta Lottie y Nathan para disculparse, al final todo se solucionó hablando un poco y Mike respiró tranquilo, no le gustaba que hubiera tensiones en el grupo, si querían enfadarse podían hacerlo con Pacal, Fadil, o alguno de los del otro bando. Con el grupo delantero en plena discusión sobre culos, canadienses y británicos, Mike echó un ojo para atrás para ver a Sean intentando mantener el ritmo mientras cojeaba. Tenía agallas, eso lo admitía, pero así solo iba a conseguir cargar la otra pierna y estar peor.

-Esperad un segundo, ahora vengo. -Dijo mirando a un lado y a otro pues iba "escoltado" por Mel y Sam. Se acercó a Sean y lo cogió por la espalda "obligándolo" a apoyarse en él.- Venga colega, tu y yo vamos juntos o terminarás sobrecargando la otra pierna y va a ser peor. Además no quiero llegar tarde al desayuno. Cuando lleguemos alguien tendrá que ayudarme a mi, imagínate que hay plátanos... -Mike se quedó pensativo. Después de las escenas de los culos quizás hacer referencia a esa fruta en concreto no había sido la mejor de sus ideas.- Lo que quiero decir es que cuento con tu ayuda. -Y la necesitaría, pues aprovechando que se habían quedado rezagados y que estaban muy cerca el uno del otro al ir agarrados aprovechó para decirle algo.- ¿Te has fijado en esas chicas? -Claro que se habían fijado, eran hombres heterosexuales y jóvenes, pero no iban por ahí los tiros.- Creo que son esclavas. ¿Puedes creerlo? Y seguro que hay muchas y muchos más. Se me ha ocurrido que podríamos unirlos a todos y ayudarnos mutuamente contra Pacal, Fadil y sus hombres. ¿Que te parece?

Mike había visto las suficientes series y películas para saber que todo esclavo que se preciara esperaba la llegada de un líder libertador que los ayudara a librarse del yugo de su cruel captor. Además estos esclavos en concreto tenían la suerte de haber recibido nueve libertadores, las cosas comenzaban a pintar bien para ellos y mal para Pacal y su gente, los números de repente estaban de su parte.

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21/03/2018, 19:33
Omar Echenique

-Serás... -dijo Omar frotándose el culo y con cara de falsamente ofendido-. Ya no sabes qué hacer para tener entre tus manos un culo duro como este. Y en cuanto a ti -señaló al tiempo que revolvía el pelo de Nathan-, sí. Eres cansinamente canadiense -rió entre dientes-. Pero bueno, Lottie es cansinamente francesa así que... -echó unos metros hacia adelante para huir de la potencial furia francesa-. Paz, hermanos, paz -dijo alzando las manos y a tiempo de escuchar a Estel llamarle trozo de madera. Su normalmente vivaz rostro adoptó una máscara inexpresiva que curiosamente sacó a la luz sus rasgos más orientales, los de su abuela paterna-. ¿Te refieres a esto? -dijo con una voz sin registros y señalándose la cara-. ¿A la cara que pones cada vez que tienes encima a uno de esos amantes de bar que tanto te gustan? -su cara volvió a ser la de siempre, y la risa volvió a brotar-. Y no, no me ha parecido raro. Era alguien que tenía un trabajo que hacer y por el que responder y nosotros le molestábamos. Era como una abuela en posesión de una escoba. No hay tsunami comparable. Pero lo que deja claro es que nos ve como a... iguales. En fin, simples humanos sin mayores historias.

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22/03/2018, 16:30
Charlotte Dunne

El tiempo, que sabían que tenían contado, consumió sus últimos segundos cuando sintieron aproximarse a ellos unos pasos apresurados. Pero saberlo no lo hizo más fácil. Lottie se dio cuenta de que ambos habían necesitado ese momento, ese abrazo, no solo él. Y conforme el brazo del canadiense la dejaba ir, sintió no poder tener unos instantes más con él. Pero aquel momento de intimidad había bastado para conocer muchas cosas.

Asintió a las últimas palabras de Nat, sintiéndose aliviada de que pensaran lo mismo, devolviéndole la sonrisa antes de que Omar irrumpiera cual elefante en chatarrería entre ellos – ¿Omar? preguntó extrañada al verlo allí. Sintió otra presencia a sus espaldas y se giró levemente para descubrir a Estel. No eran las personas a las que ella esperaba ver primero junto a ellos. Miró más allá de su amiga para comprobar que los americanos se habían detenido y que Mike estaba ayudando a su hermano que se había quedado el último, pero que parecía estar bien. Eso, y los pasos apresurados que había escuchado, la hicieron comprender.

Cuando volvió su atención a los que tenía junto a ella se encontró con una situación inesperada que la hizo retroceder mentalmente un paso y observarlo todo desde la lejanía, mera espectadora de aquel cuadro improvisado. Su querido Omar, ofreciendo su trasero en una demostración más de su carácter, de su libertad, de su desparpajo, en improvisada ofrenda de reconciliación. Su picante Estel, cediéndole el placer de ser ella la que tomara la vez de un Nat que miraba entre sorprendido y escandalizado la escasa tela de la túnica que cubría el trasero de su amigo en aquella postura. Se mordió el labio inferior para evitar reírse, no aún, cuando negó ligeramente a Estel, cediéndole a ella el placer de ejecutar un castigo que no tenía muy claro si era castigo o todo lo contrario. Los vio a los tres a cámara lenta, como si ella no estuviese allí realmente y les estuviera robando el momento. Solo Omar y Estel eran capaces de dar lugar a una situación así, solo Nat era capaz de aguantar todo aquello tan estoicamente.

-¡Ey!¡Ey! -exclamó al escuchar a Omar meterse con ella, aguantándose a duras penas la risa y haciéndose la ofendida-¿Cómo que cansinamente francesa? Yo estoy aquí, sin meterme con nadie, sin decir palabra y soy ¿cansinamente francesa? -exclamó divertida, levantando la vista al cielo y suspirando exageradamente-Soy lo menos cansinamente francesa que se puede ser, y lo sabes. No cumplo ninguno de los tópicos, así que no me vengas con esas...-ahora sí, rio divertida y se dispuso a contar-Sabes que no huelo mal, y si alguna vez has tenido la sospecha, te diré que eran los lémures, no yo. No sé cocinar, así que eso de la buena cocina francesa, ¡olvídate!.¿Grosera yo? No soy quien se pone con el culo en pompa delante de tres personas, por cierto… te queda demasiado corta la túnica si te pones de esa postura, ejem, solo por comentarlo... ya sabes... que después no digas que no te he avisado-apuntilló con toda la intención mientras iba contando con los dedos mientras hablaba, enumerando uno a uno los típicos clichés franceses que todo el mundo sacaba a relucir en aquellas conversaciones mientras se acercaba paso a paso hacia Omar-No fumo y no soy nada presumida. Del cliché de que somos los que mejor besamos... no puedes hablar y yo no voy a opinar, en fin que ese cliché no cuenta -le puso el dedo índice sobre su pecho-Y te vas a salvar de que no te eche a los lémures porque me pillan lejos, pero a la mínima que tenga la oportunidad...lo haré-amenazó con una sonrisa de oreja a oreja.

Solo ellos dos conseguían sacarle una sonrisa tan rápido, no sabía cómo se las apañaban, pero lo hacían. Se giró levemente hacia Nat. Quería cerciorarse de que seguía allí aún y no lo habían espantado ya a esas alturas. La confianza de años que tenían era a veces difícil de seguir, lo sabía bien, pero confiaba en que el carácter del muchacho le ayudaría a entenderlos y a seguir su ritmo sin verse desbordado. Respiró hondo, calmando la risa y disfrutando del momento. Se sentía viva en ese momento, y fuerte. Había descubierto que tenía una razón más para serlo, que había otra persona a la que no podía fallarle.
Pero el momento terminó rápido, había que volver a la realidad a la que la llevaron las palabras de Estel.

Le tendió la mano a Nat, al igual que antes Estel había hecho con ella, para que los acompañara mientras andaban y no se quedase atrás-Sé que Omar es complicado a veces, pero respondo por él-se volvió hacia Omar al que lanzó una mirada cómplice cargada de una petición de tregua que era fácil de adivinar.

-No lo sé, Estel, realmente no me he planteado porque ha actuado así esa mujer, pero tiene lógica lo que decís, aunque la expectativa de ser considerados superiores nos diera un margen de confianza que, si no es así, acabamos de perder. Será mejor buscar la comida y seguir observando a ver que más podemos averiguar o detectar. Parece que no habéis comido desde hace años, aunque yo no tengo ninguna gana. Lo mismo Enara ya está por allí-al decirlo levantó las manos en señal de paz, igual que antes había hecho Omar-Prometo no hablar con ella antes que tu, Omar. Pero debes saber que ya tuve una pequeña conversación con tu hermana en el cenote, cuando bajamos. Si quieres te hago un pequeño resumen mientras andamos aunque lo mismo quieres saberlo directamente de ella ¿Vamos a buscar esa comida? Diría que tenemos que seguir el ruido para encontrar algo, esta zona está vacía. Espero que no sean insectos o tendré un grave problema con la dieta de este lugar.

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24/03/2018, 12:53
Udjat

Se habían desgranado en dos grupos, que avanzaban por la columnata hacia el sur, a ritmos distintos. Primero Lottie, Nat, Estel y Omar. Y el resto, más rezagados, ayudando a Sean que cojeaba con su pierna entablillada. Mike aguantaba, a pesar del dolor lacerante de su hombro. Y también Estel, cuyas rozaduras y pequeñas heridas por todo el cuerpo empezaban a cicatrizar.

La hilera de puertas y ventanas a su izquierda acababa en un retranqueo, que abocaba en una plaza interior, delimitada por más columnas y edificios. De uno de ellos, cerca de un campo de pelota más pequeño que el que habían visto en las pantallas de la Máquina, emanaba un apetitoso aroma a carne asada. Un hilo de humo salía por un agujero del techo.

Seguían sin cruzarse con demasiada gente, y tampoco en la plaza interior se veía más que a algún esclavo cargado con algún bulto, o algún artesano trabajando en la ornamentación. Una mujer enjoyada y vestida con ropas de vivos colores les saludó de lejos, y siguió su camino hacia otra edificación más alejada.

 

Notas de juego

Estel, Omar y Oliver, que habían estado en Chichén Itzá anteriormente, puede que recuerden que al edificio en cuestión se le llama "Mercado" en la actualidad.

Vosotros decidís si lo que decís lo oyen todos por ahora. Pero si el primer grupo entra en ese edificio, o se dirige a alguna otra parte, entonces sí que se separa del resto y continuamos en dos grupos independientes.

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25/03/2018, 11:40
Sean Dunne

No voy a pelarte ningún plátano, Yaddow-dijo a Mike, molesto-. Ni lo sueñes.

Seguramente Mike estaba copiando algunas aptitudes y bromas que había entre Omar y Sean. Porque sí, porque pelar plátanos suena muy a chascarrillo de Omar.

Cuando el francés se dió cuenta de que podría ser solo un intento del americano para encajar y ser aceptado, Sean empezó a sentirse mal por haber respondido con semejante bordería. No sabía cómo pedir perdón en esas situaciones, ni deshacer el enredo de un ambiente tenso. Sean solo era un bocazas. Normalmente, cuando meaba fuera del tiesto, la situación se reconducía cuando la chica ofendida daba un bofetazo en la mejilla de Sean (o en la mandíbula, si el ligue de turno no era muy alto).

Encontró una válvula de escape cuando pasaron al lado del campo del juego de la pelota. Aquello era justo lo que necesitaban. Bueno... a Sean le gustaba el baloncesto. Eso a los americanos se les daba bien, ¿no? NBA y todas esas cosas. Aunque a lo mejor era solo un tópico, y Mike prefería seguir por la tele otros deportes, como el voleibol femenino. Ese deporte sí que debería poner de acuerdo a cualquier hombre heterosexual del planeta. Pero no tenían una cancha de voleibol femenino, aquellos indígenas primitivos solo tenían...

¡Una cancha de baloncesto! Uaaaah... Mira ahí, Mike-dijo, señalando al campo del juego de la pelota-. A estos tipos les gusta jugar al basket. ¡Tío! ¡Y nosotros lesionados! ¡Qué merde! Bueno, les gusta el baloncesto y...-miró a su alrededor-Y les chiflan las columnas.

Estaban en el centro del Grupo de las Mil Columnas. Sean las contó, rápidamente de un vistazo. En cierto modo, el francés era un rainman de la vida.

Aquí deben de haber unas cien columnas, o así...

Sí, todo un rainman, en cierto modo. El tema es que Mike terminó bajando la voz para tratar un tema delicado, como si fuese necesario evitar que alguien les entendiese en su inglés cuando allí todos los nativos hablaban español. Aunque Mel hubiese descartado esa teoría, si fue capaz de entender algunas palabras con la casera que les echó de la habitación tuvo que ser porque a la americana se le pegó al oído algo de hispano hablado en Florida.

Sí, tiene que ser español. Es como dijo Mel: no sabían en qué año estaban, si antes o después del año en el que Magallanes descubrió América allá por el siglo VIII. Si estaban después del descubrimiento de América, pues era normal que los nativos hubiesen aprendido algo de español de los turistas europeos. Aún así, Sean también bajó el volumen de su voz.

¿Esclavas? No sé... Seguramente tendrán unos contratos de merde, y les pagarán una miseria, pero de ahí a que sean esclavas... Además, no parecían muy fuertes, y si son esclavas, las habrán comprado en otras tribus. Tribus que a lo mejor no han tenido contacto con los exploradores europeos, lo que significa que puede incluso que no hablen español.

Les podemos decir "niña bonita", a ver si se ruborizan. Cuando estuve de viaje en Acapulco siempre me funcionó. Si se ríen es que te entendieron, y captaron tus intenciones. Si te sueltan un "Síj", significa que "sí", que se creen unas "niñas bonitas", y se lo tienen muy creído. Si son muy engreídas, dudo mucho que nos vayan a ayudar...

Snif, snif... Por allí, Mike. Sigue el olor a churrasco.