Partida Rol por web

Horus - II

¡Juntos! (Cap. III)

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29/02/2016, 16:37
Udjat

Llevaban en el Sand Castle Hotel unos días. Los suficientes como para relajarse de las tensiones acumuladas antes del viaje, como para enamorarse de un lugar que reunía condiciones de lujo y exotismo a la vez, que aunaba tradición, historia y vanguardismo.

Fadil les había ido mostrando las maravillas del oasis, habían disfrutado de la paz y el privilegio de unas instalaciones aún no inauguradas, perplejos de la suerte que habían tenido de que alguien como el egipcio hubiera tenido la idea de reunirles y de invitarles. Lo de menos, a esas alturas, era la razón.

Por fin, llegó el día de la Inauguración oficial, la gran fiesta en la que dignatarios y magnates levantarían sus copas de champagne, lanzarían discursos y el Hotel quedaría definitivamente abierto al público.

No faltó nadie. Estrellas de cine, políticos, deportistas de élite, la jet set mundial en pleno mandó a sus representantes al desierto, y los amigos, vestidos para la ocasión, se codearon con apellidos que brillaban en todo el planeta. Will Stevenson a la cabeza, desde luego.

Oliver y Nat triunfaron con su actuación y el lanzamiento del videoclip. Sam, con su labor discreta pero vital, ató todos los cabos informáticos de las instalaciones, y nada falló.

Por eso, cuando a la mañana siguiente el sol les saludó asomando entre las dunas, a nadie le extrañó que el Sand Castle estuviera dormido profundamente, que los salones, los pasillos entre las habitaciones, la zona de la piscina o el spa estuvieran desiertos.

Habían quedado en reunirse en una de las terrazas más lejanas del Hotel, próxima al oasis central, para desayunar, sin prisas, cada uno cuando por fin se levantara. Sería un buen momento para hablar, conocerse algo mejor, y quizá establecer lazos antes de que terminaran estas inesperadas e increíbles vacaciones que la suerte les había preparado.

Nadie a la vista. Ni huéspedes, ni siquiera nadie del personal. Cuando el primero de ellos llegó a la terraza, estaba solo. Sólo se escuchaba el sonido de una brisa cálida sobre el agua, entre la arena. La calima deformaba el contorno del horizonte allí donde grupos de palmeras dispersos fundían los tonos verdes con los ocres. Si el paraíso había sido un desierto, estaba allí.

Notas de juego

Aquí empieza esto de nuevo.

Llegáis de una noche de fiesta, más o menos enteros, más o menos dormidos o resacosos según sean vuestros pjs. El primero que llegue es el primero que postee, y así hasta que todos hayáis hecho acto de presencia.

Bienvenidos de nuevo a Horus - II.

;)

 

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29/02/2016, 19:54
Charlotte Dunne

Cerró la puerta de su habitación con cuidado de no hacer ruido y caminó igualmente por el interior del hotel hacia el exterior. No quería ser la culpable de despertar a nadie. La paz que se respiraba allí a esas horas era algo casi sobrenatural después del bullicio y la animación de la noche pasada. Parecía incluso otro hotel, otra época, otro momento, que hacía que pareciese mentira que la inauguración hubiese sido solo unas horas antes. Caminó lentamente hacia al exterior, hacia donde habían quedado todos.

Llevaba ya varios días allí, pero cada día le parecía que el sol brillaba con una magia especial y no quería perderse nada, aunque fuera la vista desde las terrazas del hotel. La cama le picaba, como decía su madre, pero solo de aquella forma en la que lo hacía cuando estaba lejos de casa, cuando parecía que se le escapaba la vida si no se movía y salía al exterior. Para dormir ya estaba su casa, París, donde el apodo de lirón le venía como anillo al dedo.

Si en silencio estaba el hotel, el exterior no se quedaba atrás. Caminó hacia la terraza rodeada solamente del sonido de la brisa y el del propio silencio, sintiendo el calor del sol sobre su piel allí donde los pantalones cortos y la camiseta de tirantes que llevaba dejaban su piel al descubierto. Se alegró de haberse echado crema solar antes de salir. Ya le valía con la experiencia del primer día que le había dejado una nariz colorada y unos hombros que no se quedaban atrás, pero que ahora se había convertido en un tono ligeramente más alto que el de su color de piel, eso sí, las pecas resaltaban igual. Eran resistentes.

Llegó a la terraza y se quedó un instante parada mientras que sus ojos barrían el lugar.

-¡No me fastidies! ¿La primera...? –levantó las cejas sorprendida y sonrió, permitiéndose bostezar a lo grande, estiramiento de brazos incluidos. Tenía que haberme quedado un rato más en la cama... Pero conforme lo pensó, negó, sabía que eso era imposible. Tenía sueño, no lo podía negar. Preveía que durante todo el día estaría luchando contra esos incontenibles bostezos, pero no le importaba.

Se acercó a la mesa que había dispuesta en la terraza y escogió una de las sillas, la orientó de forma que, una vez sentada, miraba directamente hacia el agua. Se sentó y estiró las piernas, volvió a bostezar y cerró los ojos, recordando la fiesta de la noche anterior. No había estado mal, nada mal. Lo más interesante fue conocer a tanta gente famosa, no había imaginado que asistiría tanto personal relevante de tantas áreas: políticos, famosos, actores... Al principio no se había atrevido a relacionarse demasiado con todos ellos, a lanzarse a conocerlos y hablar unos minutos, eran de la jet set, vamos, un par de escalones por encima de su estatus, siendo muy, muy positivos y abiertos de mente, pero dos copas de vino y la insistencia de su hermano y sus amigos Estel y Omar, hizo que cambiara de parecer, acompañándolos. Ahora no se arrepentía, tenía cosas que contar. Muchas e interesantes. Y tenía más claro que nunca que no se pondría unos tacones hasta que se olvidara del dolor del pies. Movió los dedos de los pies dentro de sus zapatillas de deporte y los pies en sí, aun le dolían pero ya parecían prácticamente recuperados de la experiencia.

Estaba feliz, no podía negarlo. Le encantaba aquel cielo tan azul que en París era casi imposible ver, el contraste con el dorado de la arena de las dunas y el verde de las palmeras. Aquello no era París, es más, era todo lo contrario a su ciudad, pero le atraía. Demasiado quizás. Pero no lo diría en voz alta más veces, bastantes discusiones había generado aquel viaje con su hermano. Así que simplemente disfrutaba todo lo posible cada segundo y, ahora, tocaba disfrutar de aquel azul, dorado y verde, de aquel silencio y de aquel calorcito que la acariciaba junto con la brisa.

Y un café con unos bollitos rellenos de chocolate no estarían nada mal... o con mermelada de fresa. ¿Cómo puedo tener hambre después de todo lo que comí anoche? ¡Madre mía, lo que hacen las vacaciones! Me voy a poner como un tonel....

Suspiró. El camarero no tardaría en aparecer. Aún a pesar de la fiesta, alguien estaría pendientes de los huéspedes y vendrían a traer el desayuno.

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01/03/2016, 09:54
Sean Dunne

Pi-pi. Pi-pi. Pi-pi.

Boca abajo, desnudo sobre la cama, y con media sábana por encima a modo de mortaja. Así despertó Sean, por el sonido del despertador. Le había hecho gracia comprarlo en el aeropuerto de El Cairo, un busto de plástico con la efigie de Nefertiti y un marcador digital en la frente.

Pi-pi. Pi-pi. Pi-pi.

Pues... no había sido la mejor compra de la historia. De un manotazo, le dió al pulsador para apagar el infernal ruido de la reina del desierto. Y en cuanto a reinas... Sean giró la cabeza en la almohada y miró la otra mitad de su cama, vacía y fría. Es la primera vez en años que Sean se va de dos velas en una fiesta. Es lo que tiene la jet, que todos vienen ya con sus acompañantes. Pudo intentarlo con una de las camareras, pero, la verdad, sabían a poco en comparación con los vestidos de noche de las invitadas. Solo le quedó el consuelo de la barra libre.

Cinco minutos desvariando en la cama, con pensamientos y remordimientos y, sobretodo, dolores palpitantes en la cabeza, Sean volvía a conciliar el sueño...

Pi-pi. Pi-pi. Pi-pi.

Oooh, tienes que estar de broma...

Sean cogió a Nefertiti y la tiró contra la pared. Con un ahogado último "pi", el despertador moría definitivamente. Total, ¿quién iba a ser tan boy scout como para estar ya en la terraza a estas horas? Solo diez minutos más de sueño...

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01/03/2016, 17:28
Mike Yaddow

El viaje desde París había sido placentero, con la compañía de sus nuevos amigos además se le hizo más llevadero pues su hermana seguía sumida en aquel estado extraño de melancolía y despiste continuo. Egipto... bueno eso era otra cosa, por mucho lujo que tuviera aquel hotel seguían estando rodeados por arena y más arena, era como una playa gigante pero sin el mar y Mike echaba mucho de menos eso. Para distraerse se ofreció voluntario a ayudar a Sam en su trabajo, prefería estar entre ordenadores y programación con un buen aire acondicionado que soportando a Melissa, todavía no le había perdonado aquel vuelo a Europa tan incómodo que le había dado. Al menos el reencuentro con Sam la puso de mejor humor y a Mike también que estaba deseando volver a verla y presentarle a sus nuevos amigos Charlotte y Sean, sobre todo a este último. También hubo tiempo de conocer a sus anfitriones: Fadil y Nefissa, y al resto del pequeño grupo que iba a disfrutar de aquel hotel de superlujo junto con ellos: Estel, Nathan, Oliver y Omar. Para ser sincero se centró demasiado en el asunto de la programación y no había sido todo lo sociable que debía.

-¡Por favor! ¡Que más te da!
-Mike rogaba juntando las manos una y otra vez.- Seguro que tienes mucho trabajo y yo puedo ayudarte, te prometo que no tocaré las bases de datos, ni pondré ningún troyano para trolear a los huéspedes, se que este trabajo es importante para ti. ¡Hazme ese favor! ¡Me aburro soberanamente y si le digo a Mel que tengo que ayudarte no tendré que acompañarla a esas excursiones peñazo que ha programado.

Tras muchos ruegos y promesas consiguió que Sam accediera a confiarle la supervisión de una parte de la nueva programación, una probablemente menos importante y que después su amiga revisaría concienzudamente para asegurarse de que Mike no había dejado nada dentro "olvidado". No lo hizo, aunque más adelante intentaría hacerle creer lo contrario a Sam.
Y con el paso de los días llegó la gran inaguración del hotel y la gran fiesta llena de personalidades y famosos, eso sirvió un poco de excusa para aplacar todas las preguntas que Sean le estaba haciendo sobre todo lo que le había prometido que habría por allí y que no habían visto aún.

-¡Mira! ¿Esa no es la cantante de Fortune Five?

La noche fue larga y divertida, pero llegó demasiado tarde a la conclusión de que ya no tenía edad de seguir el ritmo a Sean, que ni a su edad hubiera podido seguirle, estaba demasiado lleno de energía y con ganas de fiesta. Cuando Mike se dio cuenta de que había bebido más en una noche que durante casi todo el último mes decidió que era hora de retirarse y dejó a Sean a la caza de alguna bella señorita, al menos en eso no podía decir que le había mentido, en la fiesta tenía todas las chicas guapas que podía desear y seguramente quedaba en buena compañía.
Unas pocas horas después, no las suficientes, se encontró tirado sobre su cama de cualquier manera como si al llegar se hubiera dejado caer sin más, cosa que probablemente había sucedido así.

-¿Alguien puede apagar la lu...?

No, nadie podía apagar el sol que entraba por la ventana y la noche anterior ni siquiera se había ocupado de cerrar las cortinas, aquello debía ser alguna especie de burla o castigo, fuera como fuera recordó que habían quedado todos para hablar así que de mala gana levantó un brazo y entrecerró los ojos para enfocar mejor la hora de su comunicador, parecía que no iba a llegar demasiado tarde así que se levantó y de mala gana se aseó y se cambió de ropa.

Hoy no me afeito, que para eso son las vacaciones.

Salir al exterior no era una agradable sensación con la resaca que llevaba, tanta luz y el calor no ayudaban, se tomó un momento para recordar por donde quedaba la terraza en la que habían quedado todos y después fue caminando con parsimonia, no quería llegar tarde pero su cuerpo no estaba para darse muchas prisas.
Vio a Charlotte sentada en una silla, parecía que no era el último y hasta podría quedar como alguien puntual y madrugador, cosas que no le importaba hacer preferiblemente los días que no había salido de fiesta la noche anterior.

-Buenos días mademoiselle.
-Saludó dando a la palabra francesa un extraño acento latino, las clases con Sean para aprender algunas palabras estaban dando sus frutos. Se acercó, cogió una silla y se sentó a su lado intentando que el sol no le diera en la cara.- Menuda noche... Tu hermano estará durmiendo todavía ¿No? -Mike sonrió al recordar algunas escenas de la noche anterior.- ¿Y a ti que tal te fue? Espero que mejor que a mi, estoy machacado y tengo la cabeza...

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02/03/2016, 10:52
Sean Dunne

Cuando su garganta se había sacado lo suficiente, árida, raspando, Sean no tuvo más remedio que despertar. Despertar y estar despierto son cosas distintas. Con la palma palpó la pared, tratando de buscar el interruptor de la luz. Nada. El pelirrojo no estaba para hacer florituras, ni tenía la coordinación ojo-mano al cien por cien. La búsqueda dió con una solución intermedia, un mando a distancia sobre la mesilla. Con desgana, apuntó a la oscuridad y apretó un botón, para que la luminosidad de la pantalla arrojase una pizca de claridad, de algún canal internacional de algún país que Sean no sabe ubicar en el mapa.

¿Frío?

Aire acondicionado: trampa mortal. Incauto, siguió pulsando botones al tuntún, despertando a la bestia. El mando a distancia centralizado desató su furia helada.

Aaaaah... ¡FRÍO-FRÍO-FRÍO-FRÍO, MUCHO FRÍO!

Saltó de la cama, y también sobre el suelo de la habitación, tratando de entrar en calor. Y con el mando en la mano, tocó un nuevo botón.

Aaaaaaagh...

Las persianas se habían abierto, escupiendo de una sola vez toda la luz del desierto, propulsada y amplificada en el reflejo sobre la arena. Como un vampiro, como una pasa, Sean se arrugó y retorció. Se ocultó del otro lado de la cama tratando de acabar con todo. Tal vez ese mando mágico tuviese un botón del Juicio Final. Tiritando, logró apagar el aire acondicionado. Con los ojos cerrados, la persiana quedó medio velada.

Se recompuso, como sólo saben hacer los héroes de los videojuegos: buscando items en su mochila. Ropa. Gafas de sol. Una aspirina... ¿Qué coño le pasa a las fuerzas de seguridad de los aeropuertos que dejan pasar una caja de pastillas blancas que podrían ser aspirinas tanto como compuestos químicos encubiertos para fabricar una bomba?

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02/03/2016, 11:59
Nathan Morrison

Nathan se levantó más o menos temprano. La noche anterior no había desbarrado ni un poquito. La actuación le había dejado exhausto anímicamente y, aunque estaba satisfecho con su trabajo y así se lo hicieron saber aquellos que le habían contratado y que habían puesto una inestimable cantidad de confianza en sus manos, su mente aún se movía a grandes velocidades impulsada por el poder de la inercia creativa. ¿Aquella coda concreta tan clásica y barroca, no habría sido mejor sustituirla por algo de corte más contemporáneo? ¿Se habría entendido bien el juego del bailarín que bailaba un delicado paso a dos con su propia imagen proyectada en la enorme pantalla que servía de telón de fondo? ¿Se habría pasado con el lenguaje de metáforas en la creación de la coreografía? Dudas todas ellas razonables, probablemente. O, quizá, simplemente coherentes con el carácter perfeccionista y apasionado de Nat. Pero de igual modo todo estaba bien... Oli ya se habría encargado de dar cuenta de la barra libre por los dos.

El bailarín pasó la noche embelesado. Tras la actuación se había acercado a su habitación para ducharse y ponerse un smoking como mandaba el dress code en una ocasión así. Una vez de nuevo entre los invitados, tras sonreír a diestro y siniestro agradeciendo de corazón las felicitaciones, tomó algo de las bandejas que pasaban y bebió un par de copas de un magnífico champagne.

Todos a su alrededor celebraban. Era una noche especial, enérgica y preñada de la esperanza de que a partir de aquel momento todo podía ser diferente... mágico. Y aunque Nat no hiciera ostentación de ese espíritu de falsa Nochevieja, en su corazón también se estaba celebrando una fiesta. Allí, en medio del Egipto de su padre había debutado como coreógrafo ante una buena troupe de multimillonarios de todo el mundo. Sí... ahora todo debería venir rodado. El cielo parecía presagiarlo con una espectacular bóveda celeste como jamás había sido contemplada antes por el canadiense.

Apostado en uno de los miradores, disfrutando de una fresca noche en el desierto, Nat brindó con burbujas por su padre y de un trago, le envió las buenas noches a través de la distancia.

A la mañana siguiente, lógicamente, sus ojos se abrieron antes de que pudieran llamar de recepción para despertarlo tal y como había solicitado. Las dunas ya estaban bañadas de un dorado hipnótico y el calor parecía querer inundarlo todo como una masa de lava candente y vaporosa.

El bailarín se levantó de la cama y contempló su imagen en el espejo. Sin pretenderlo estiró un brazo como para desperezarse y este ejecutó un movimiento perteneciente a la coreografía que habría presentado la noche anterior... y luego otro... y la pierna siguió con el tercero... El chico rió la insistencia de su reflejo. Ya estaba bien. Un ducha fresca le ayudó a deshacerse de las telarañas de la somnolencia y una ropa ligera de lino beige le hizo sentirse cómodo, fresco e integrado en el entorno. Por fin unas grandes gafas de falso carey y unas sandalias de cuero marrones completaron el conjunto y se dispuso a llegar al punto de encuentro. Hasta ese momento había sido un invitado algo huidizo y, aunque siguiera sintiendo pereza de cara a establecer lazos con aquellos desconocidos, la cortesía habría de anteponerse a la propia voluntad.

- Un desayuno tampoco es un anillo de compromiso. - se repitió en voz queda en reprimenda mientras llegaba a la terraza acordada.

- Caramba... ¿solo dos han bajado a desayunar? La cosa se tuvo que poner realmente interesante cuando me fui a dormir.

- Buenos días, Charlotte. Hola Mike, ¿somos los primeros? - preguntó sin más florituras.

Notas de juego

EDITADO: Mike... no te había visto. :$

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02/03/2016, 15:46
Charlotte Dunne

Aquello era maravilloso. El sol había comenzado a ejercer su influencia sobre Charlotte que, con los ojos cerrados, añoraba ya una hamaca aparte de los bollitos de chocolate. Escuchó los pasos de alguien al acercarse, pero supo que no era un camarero. Un camarero habría venido con brío y energía y, aquellos pasos, se movían con pereza. Abrió los ojos a regañadientes y miró quien se acercaba, protegiéndose la cara de la luz del sol que la deslumbró con su repentina claridad.

-Buenos días, americano-saludó a Mike al verlo llegar con una enorme sonrisa de bienvenida, sobre todo al escuchar hablar francés. Mike se iba soltando poco a poco con el idioma, atreviéndose a meter alguna que otra palabreja de vez en cuando-¡Vaya, vaya! Creo que te acabas de caer de la cama. Ven, siéntate aquí anda, que creo que la fiesta de anoche fue...intensa-Si, estaba segura, lo conocía desde hacia poco tiempo, pero nunca lo había visto con esa cara al despertarse y... ¿No se ha afeitado? ¡Si que se ha caído de la cama! jajaja Se rió para ella, aunque aquellos pensamientos solo se reflejaron en su sonrisa, que pasó de ser de “bienvenida” a “rdivertida” aunque intentó que no se le notase- ¿Mi hermano? –Puso los ojos en blanco y el efecto directo fue un gran bostezo que no intentó ocultar delante de Mike- No tengo ni idea, supongo que durmiendo.... y espero que solo, para ser sincera. Lo perdí de vista después de que se aburriera de mi ritmo, cosa que no tardó en suceder. Bueno no, mentira, lo vi contigo un rato después, pero creo que yo me retiré antes. Soy demasiado aburrida para él, ¡qué se le va a hacer! ¿Qué como me fue la fiesta? Me gustó, me lo pasé bastante bien, de hecho mejor de lo que me esperaba. Hablé con bastante gente famosa, ¡que te voy a contar! Ya viste quien vino. Aunque me faltó una cosa por hacer... pero no importa, es lo de menos. Mira... se nos une el tercer mosquetero –comentó cuando vio salir del hotel y encaminarse a la terraza a Nathan- Baila genial, ¿verdad? No sé como se puede mover así. Te lo digo con conocimiento de causa, tengo que ser la única francesa a la que no se le da bien bailar.

Esperó a que Nathan se les uniera para seguir la conversación- ¡Buenos días! Si, me temo que tenemos a una panda de perezosos por amigos y están todos aún planchando sábana. Siéntate con nosotros, hace un día precioso y aún el sol no quema demasiado para estar aquí. Mike y yo estábamos hablando de anoche. Tu actuación fue genial si me permites decírtelo, me encantó. No pude decírtelo anoche, no te vi apenas después de la actuación. Entre tanta gente y el vino, creo que pasarías diez veces al lado mía y no me daría cuenta-era una verdad a medias. Había visto a Nathan después de su actuación y se había querido acercar a hablar con él y felicitarlo, pero siempre lo encontraba rodeado de gente hablando con él, felicitándolo igualmente, y no había encontrado el momento de llegar hasta él a través de toda esa gente, más que por otra cosa, por la posibilidad de interrumpir alguna conversación importante....o, para ser sinceros, molestar. Cuando a una estrella la están felicitando otras estrellas, mejor no inmiscuirse- ¿Qué os pareció anoche todo? ¿Os lo pasasteis bien? ¿Superó las expectativas o... no? ¡Venga Mike! Empieza tu ¡Cuéntanos! Que Sean me dijo que ibais a ver si había suerte con las chicas y mi hermano tiene mucho peligro cuando lo dejo solo...-sonrió, divertida, intentando que la conversación fuera sobre los otros no sobre ella. ¡Seguro que tenían cosas interesantes que contar!

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02/03/2016, 19:05
Omar Echenique

Se desperezó con tranquilidad, el cuerpo moreno restregándose contra las blancas sábanas de lino. Inconscientemente estiró al mano en su busca, solo para darse cuenta que no estaba. Hacía ya mucho que no estaba. Suspiró, sin pena ni dolor. Así lo habían decidido. Así eran sus vidas.

Se incorporó y se acercó desnudo a la ventana. Descorrió las cortinas y dejó que la luz del sol lo bañara. Abrió el amplio ventanal y el seco aire del desierto acarició su piel. Se estiró, dejando que las articulaciones crujieran, que los ligamentos se distendieran hasta sentir que podía desarmarse como si estuviera formado por piezas de Lego.

Se duchó, vistió unas bermudas y una camiseta blanca de tiras y con las gafas de sol y unas chancletas por complemento imprescindible. se encaminó al lugar elegido para desayunar, una excusa gastronómica perfecta para cotillear los unos de los otros, observarse y rematar lo que había empezado en la fiesta, en un vano intento de construir entre ellos lo que en su momento surgió entre sus padres.

-Buenos días -murmuró quedamente al llegar. Un simple gesto de su mano debía interpretarse como un saludo genérico e insustancial. Era evidente que no le apetecía esforzarse demasiado. Pero se acercó a Charlotte con una sonrisa y la abrazó desde detrás, depositando un beso en su cuello y frotando suavemente su barba, cosquilleando su piel -. Hola, Loty. ¿Has dormido bien o echas demasiado de menos a tus animalitos como para conciliar el sueño? -preguntó con una sonrisa traviesa-. Mmm, necesito algo que me restaure los niveles de alcohol de la fiesta o moriré bajo este sol. ¿Alguien quiere que le sirva algo? -se acercó a la mesa en la que estaban el desayuno y echó mano de una copa. Se sirvió zumo de naranja y champán a partes iguales y bebió lentamente, antes de encender el primer cigarrillo del día.

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02/03/2016, 19:38
Mike Yaddow

La sonrisa de Charlotte era gratificante así como la energía que siempre transmitía, se preguntó si no podrían hacerle una transfusión, necesitaba recuperarse de aquella noche y temía que pasarían algunas horas hasta que lo hiciera.

-Si... algo así, a decir verdad creo que debería estar agradecido de haberme despertado sobre la cama y no en cualquier otro lugar de la habitación o el hotel... Una noche muy intensa si.
-Como suponía Sean estaba durmiendo aún, aunque con la energía que tenía su nuevo amigo tampoco le hubiera extrañado que estuviera allí buscando algo que hacer.- A Sean es difícil seguirle el ritmo, yo tampoco fui capaz jajajaja y juro que lo intenté. -Mike levantó la mano derecha y mostró su palma en señal de juramento solemne. Tras eso se inclinó hacia Charlotte con curiosidad.- ¿Una cosa por hacer? ¿Que cosa?

La curiosidad de Mike tuvo que esperar ante la llegada de Nathan, entre los ensayos de uno y los trabajos de programación del otro apenas habían coincidido. Mike se levantó de la silla en un movimiento lento, se plantó ante el recién llegado y le ofreció su mano para que chocara o se la tendiera.

-Buenos días Nathan. Yo me uno a las felicitaciones de Charlotte, aunque a diferencia de ella no soy consciente de si te las di anoche, hay ciertas partes que todavía no recuerdo bien. -Mike sonrió excusándose de cualquier cosa que hubiera podido hacer vergonzosa y no recordara, al menos esperaba que Mel o Sam no tuvieran nada que echarle en cara esa mañana.- En todo caso me encantó la coreografía del vídeo. Y en cuanto al problema del baile de nuestra mon chéri Charlotte creo que entre ambos podríamos echarle una mano verdad? jajajaja. Yo me encargo de los ritmos latinos y tu de la parte clásica, ¿Que te parece?

Mike volvió a sentarse en la silla y dejó que Nathan hiciera lo mismo si quería, era inevitable hablar de la noche anterior y recordaba un par de cosas junto a Sean que sería mejor no mencionar, en todo caso no tenían problemas en comentar como había ido todo.

-¿No sería maleducado no dejar a las señoritas primero? Además estoy intentando recordar una cosa que me faltó por hacer anoche. -Mike le guiñó un ojo a Charlotte y sonrió a Nathan.- Pero si insistes... La verdad es que no suelo acudir a este tipo de fiestas, aunque si que he coincidido antes con algún famoso en algún sitio de Miami, pero tantos juntos... No, en definitiva tantos como ayer no. Estuvo bien, sobre todo la presentación del videoclip de Oliver, la verdad es que fue una noche muy intensa y con Sean es imposible aburrirse. En cuanto a la suerte con las chicas... no se tu hermano como terminaría o con quien, yo solo le hice de gancho, aunque creo que no me necesitaba jajaja.

Poco a poco parecía que el grupo se iba completando y esta vez era Omar el que se presentaba. Mike volvió a levantarse de la silla para saludar al recién llegado.

-Buenos días Omar. Estábamos hablando de la fiesta de ayer. Y gracias, de momento no quiero nada, quizás después algo de café para despejarme.

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02/03/2016, 21:02
Nathan Morrison

La mano de Mike era firme y suave y fue todo un placer estrecharla. Aquel recibimiento era mucho más que inesperado y así se lo hizo saber a sus dos contertulios.

- Vale, vale... pero no sigáis o me pondré colorado. - dijo sin atisbo de falsa modestia. - Me alegro que os gustara, de verdad. Fue... un parto. En cuanto a lo de ponerse colorado, menos mal que me he cubierto bien de crema con factor de protección cincuenta mil o mi piel canadiense se me caerá a jirones. ¿Quién puede soportar este calor?

La conversación fue avanzando a manos de Mike que parecía haber exprimido la noche bastante bien. Nathan asentía y sonreía sin mucho ánimo para dar su visión de la fiesta. Al fin y al cabo, para él, la cosa había sido más íntima y mucho menos estridente. En algún punto de la noche Oliver trató de secuestrarle para arrastrarlo al lado oscuro de la juerga, tal y como lo hiciera años atrás en Nueva York, pero Nathan se mantuvo en sus trece y acabó la noche con el nudo de la pajarita sin deshacer.

Y después llegó Omar. Nat se divertía mucho con su comportamiento. Era, en muchos aspectos, el paradigma de chico gay; despreocupado, sobón, promiscuo, lenguaraz y exquisitamente desvergonzado. Era, en pocas palabras, todo lo que el canadiense no era. Y esto le provocaba una sensación de entretenida agresión. - ¿Mimosas...? ¿Acaso puede haber un desayuno más gay...? ¿O es que ahora vamos a empezar a probarnos vestidos de novia?

- Sírveme una, por favor... - pidió sorprendido de su osadía. Alcohol para desayunar. Y, de cualquier modo, el cuerpo comenzaba a pedir algo fresco para compensar el creciente bochorno. - De cualquier manera si me tomo ahora un latte macchiato probablemente muera derretido desde dentro afuera. - bromeó.

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03/03/2016, 00:01
Omar Echenique

¿Había oído bien? ¿Un latte macchiato de boca de un leñador del Canadá? ¿O pertenecía a la policía montada? No pudo evitar que una peueña carcajada brotara de su garganta. Y si Estel hubiera estado presente, aquel comentario hubiera recibido cuando menos aplausos, amén de algún comentario que hubiera tenido un doble sentido, cínico y socarrón para ellos dos.

-Por supuesto, Nathan -su acento británico, exageradamente posh, era el complemento perfecto a aquel ausente café con leche romano-. Aunque para serte sincero, no hubiera pensado que un chico bueno como tú desayunara lo que Audrey Hepburn. Aún hay esperanza en el universo, si un montaraz canadiense es capaz de sucumbir al buen gusto -la copa recién preparada fue ofrecida a Nathan, aliñada con una sonrisa.

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03/03/2016, 00:18
Samantha Johnson

La inauguración fue todo un éxito pese a que no pudo disfrutar al principio por tantos nervios acumulados. Las luces, el sonido, la cocina... Demasiadas cosas informatizadas y sincronizadas en aquellos tiempos como para sumarle encima el hastío que sufría Mike en medio de la arena y el calor. Dejar que metiera mano incluso al sistema de riego de los jardines era un riesgo de proporciones incalculables. Puede que exagerara un poco, pero con un aburrido Mike todo era posible. Afortunadamente la sangre no llegó al río, sangre que sin duda sería de su mejor... amigo.

La mañana amaneció tardía pero con el día libre se permitió vaguear un poco entre las sábanas. Eso sí, sin un cañonazo de hombre a su lado, o mujer. No se había comido un rosco desde que había llegado y las expectativas no pintaban mejor en un futuro cercano. Tal vez centrarse en el trabajo era lo más idóneo, pues no sólo el desierto sufría una sequía. Sin embargo, aquella mañana prometía distracción con el grupo que había quedado en la terraza. Tenía que andar con cuidado para que no se le notara la extraña sensación de toda aquella coincidencia.

- ¡Madre mía! -La sorpresa en su voz reflejaba el mal aspecto de su rostro y los pelos de loca. Era la perfecta imagen de la resaca, por lo que antes de tomar una merecida ducha se tomó una muy necesaria aspirina. Ni siquiera recordaba la receta milagrosa de Anne, tampoco es que la hubiera necesitado hasta ahora. La época de borracheras adolescentes se quedó atrás, o eso creía. ¿Cómo demonios había bebido tanto?

Al salir hacia la terraza de las piscina sintió que estaba más despejada hasta que el sol cayó con fuerza. Menos mal que estaba prevenida con su pamela y gafas de sol oversize. Su vaporoso vestido de gasa, de estilo bohemio y estampados asimétricos de colores que recordaban al desierto, le quedaba como un guante. Y que menos cuando se había gastado una cuarta parte del sueldo para adquirir aquella preciosa pieza vintage de Pucci. En cambio, sus sandalias de cuero marrón resultaron económicas aunque increíblemente cómodas.

- Buenos... -Miró su reloj- días. Calurosos y resacosos días -Sonrió al tiempo que levantó levemente las gafas para "dejarse ver". Lo siguiente fue tomar asiento sin importar al lado de quien siempre que tuviera en su mano una buena taza de café. ¡Y pronto! No era persona hasta que tomaba su primer sorbo de café, y ya había pasado media hora desde que perezosamente dejara la cama-. Creo que una buena taza de café bien cargado será mi opción. Otra gota de alcohol y con este sol tendré una combustión espontanea.

Miro a su alrededor esperando que un camarero se acercara, pero no vio a nadie más que a ellos. Hasta ahora ni se había dado cuenta sumida en el intento por recordar algunos fragmentos de la noche pasada, e inmediatamente recordó su educación.

- Anoche no tuve tiempo de felicitaros por vuestra actuación -Su sonrisa era genuina tras aquellas oversize-. No creía posible que el cuerpo pudiera moverse de manera tan grácil, tan elegante. Tranquilos, no os pediré una lección de baile. Suficiente tengo con coordinarme al andar.

Oteó a su alrededor en busca del servicio y nada. Nadie. Servicio, seguridad o huéspedes... ¡Necesitaba su café!

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03/03/2016, 09:14
Sean Dunne

Por fin Sean abrió la puerta de su habitación. En el pasillo, tumbada en la moqueta a sus pies, dormía la ropa que había llevado durante la fiesta, solo que planchada, doblada y, en un alarde de virtudes, seca. Y recordó... ¿Para qué tienen una piscina en el hotel si solo Sean se va a tirar vestido? Nadie le siguió, todos eran unos estirados. De hecho, la mayoría de famosos de la fiesta entraría en el concepto de Sean de "viejos".

Miró su ropa, desconfiado, y ella le devolvió la mirada, con dos brillantes botones negros, ojos maliciosos. Como juzgándole. También es cierto que si hubiese un montón de ninjas terroristas islámicos queriendo matarle, les bastaría con haber metido un escorpión entre la camisa doblada y el doblado pantalón. En dos pensamientos, aquella ropa se había convertido en su némesis: odiaba a Sean y a mayores también quería asesinarle. Era algo así como su hermana en un día de regla. Sean resolvió el combate con unas cuantas patadas, para arrastrar la ropa hasta el interior de su habitación sin agacharse, perdiendo su condición de ropa planchada. Cerró la puerta, por si acaso aquella amalgama de tejidos trataba de perseguirle.

Desorientado, cogió el ascensor para bajar una planta, en plan vago, y a lo lejos, tras unas puertas de cristal, como pececillos en un acuario, reconoció a Lotti. Un minuto y medio después se unía al grupo, entrando sin saludar, en silencio, y sentándose en una de las sillas. Detras de sus gafas de sol parecía oscultarles... o dormir. Finalmente habló en inglés:

¿Sabéis esas viejas películas del oeste en el que el caballo se rompe una pata y el vaquero le pega un tiro para acabar con su sufrimiento? Pues bien... ¡Matadme!

Melodramático, remató la frase recostándose sobre el respaldo de la silla y dejando que su cabeza colgase hacia atrás, mirando a un cielo negro apocalíptico, color dado por el tintado oscuro de sus gafas. Sin embargo, más allá de las lentes que condicionaban su visión del mundo aquella mañana, se extendía un firmamento de un azul tan limpio y hermoso como jamás había tenido ocasión de contemplar.

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03/03/2016, 14:28
Estel Highwater
Sólo para el director

En el momento en el que Estel había entrado en su habitación y aquellas paredes solitarias le habían dado la bienvenida, los recuerdos de los gritos y los llantos la asaltaron de nuevo. Cerró la puerta y apoyó la espalda en la fría madera mientras su alma gritaba en silencio. Cerró los ojos y durante unos minutos dejó que su cuerpo se abandonara a aquel sufrimiento que nunca terminaba de borrarse.

Mientras había estado junto a Omar y los otros, había reído y dejado atrás esa lucha que la atormentaba desde hacía meses. Había disfrutado del concierto, hablado con gente que ahora mismo ni recordaba el nombre y bebido. Dios, había bebido más de lo que lo había hecho en mucho tiempo. Pero ahora, en la soledad de su habitación y con la única compañía de un incipiente mareo, su cuerpo gritaba angustiado mientras el suelo parecía cada vez más cerca. Se deslizó, con la espalda todavía apoyada en la puerta, y dejó que sus nalgas se posaran sobre su fría superficie. Echó la cabeza hacia atrás, hasta apoyarla en la madera y apretó con fuerza sus manos, intentando agarrarse a la realidad que todavía intuía. Las lágrimas brotaban de sus ojos cerrados y sus labios se contraían en un sollozo que no terminaba de arrancar. 

Joder... Em cago en la merda... Quería estar bien. Quería dejar todo aquello atrás y volver a ser la de siempre. Por Omar, por su madre y por su padre. Sabía que sufrían al verla a ella sufrir. Pero nunca le decían nada, sabían que cuando ella estuviera preparada llamaría a sus puertas y pediría la ayuda que necesitaba. Pero ella no quería hacerles sufrir más y se engañaba al intentar convencerse de que si sonreía ante ellos pensarían que estaba bien y había dejado todo atrás. 

Estel finalmente abrió los ojos y pestañeó, recorriendo con su mirada aquella habitación que solo le devolvía el silencio de la soledad. Sabía que si corría al dormitorio de Omar le recibirían unos brazos cálidos. Sabía que no habrían reproches, sólo el amor que se tenían el uno por el otro. Pero tenía que conseguir superar sola todo aquello. Hasta que no lo consiguiera estaría perdida.

Se levantó del suelo y salió al balcón. El aire caliente acarició su piel ardiente y una sonrisa irónica se dibujó en sus labios cansados. Se sentó en una de las hamacas y prendió sus pupilas en el horizonte, dejando que sus recuerdos bailaran el vals eterno y estremeciéndose ante cada disparo que todavía resonaba en lo más profundo de su alma. Con manos temblorosas buscó el paquete de tabaco y sacó un chester. Lo encendió y aspiró el humo hasta llenar sus pulmones de nicotina. Poco a poco empezó a sentirse un poco mejor, si es aquello era posible, y se recostó en la hamaca, sin dejar de mirar el horizonte. Así la encontró el amanecer, cuando el sol empezó a despuntar, bañando con su luz dorada las dunas de arena clara. Es una meravella. Joder, que faig que no ho inmortalitzo. Se incorporó y fue corriendo a buscar su inseparable compañera de viaje. 

Apuntó el objetivo y empezó a encuadrar las imágenes. En su vida había hecho muchas fotos de amaneceres, habían sido muchos los que la habían encontrado saboreando su último cigarrillo. Pero en aquel lugar que despertaba tantos y tantos recuerdos, el sol parecía querer besar ardientemente la tierra. Durante unos quince minutos Estel vibró mientras fotografiaba cada cambio de color y de textura. Finalmente suspiró y tapó el objetivo, sin apartar la mirada del horizonte. El mundo empezaba a despertar y era hora de que ella intentara dormir un poco. La noche había sido larga y muy intensa e intuía que el día también lo sería.

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03/03/2016, 14:59
Estel Highwater

Su consciencia empezó a trepar por las telarañas que aquel extraño sueño había tejido. Durante un instante creyó que estaba despierta, que se encontraba en medio de un oasis fotografiando a un niño que jugaba con el agua clara de un pozo natural. El niño levantó la mirada y Estel sonrió a la vez que su cámara inmortalizaba aquella imagen tierna. Pero cuando sus pupilas bajaron a la pantalla y contemplaron la imagen que había capturado, un grito empezó a trepar por su garganta y esta vez sí que despertó, encontrándose en una habitación que durante unos segundos tardó en identificar. 

Se incorporó, con el corazón todavía en un puño y la respiración agitada. Llevó su mano al pecho y respiró profundamente, hasta que sintió que los latidos volvían a la normalidad. El sol a esa hora bañaba con sus dorados rayos las paredes de su dormitorio, volviendolas cálidas a la percepción. Los recuerdos de la noche anterior empezaron a desbordarse y una pequeña mueca acompañó al pinchazo que sintió en la cabeza. Se levantó, arrastrando sus piernas por las sábanas blancas y bajándolas por un costado, hasta posar sus pies descalzos en el suelo. 

Se sentía sudada. El calor empezaba a apretar y su piel se estaba poniendo pegajosa. Se incorporó y salió al balcón para poder contemplar una vez más el paisaje que se extendía delante de ella. A un lado, sobre la pequeña mesa de piedra, se encontraba el cenicero lleno de colillas que había dejado la noche anterior. Y en el suelo, junto a la hamaca, una botella de bourbon todavía sin abrir. 

Necessito una dutxa. Se dijo volviéndose hacia el interior del dormitorio. Llevaban muy poco allí, pero aquella estancia empezaba a tener su marca característica. La ropa que había llevado el día anterior se encontraba tirada de cualquier forma sobre uno de los sofás, y el vestido dorado, de espalda descubierta, que había lucido por la noche, se hallaba en un rincón, arrugado y dejado tal y como se lo quitó. Merda... En que collons estava pensant? Se acercó y lo recogió, extendiéndolo delante suyo y contemplándolo durante un instante. Una sonrisa lobuna bailó en sus labios al recordar como la tela se adhería a su cuerpo. Las sandalias doradas que habían acompañado a aquel vestido estaban tiradas junto a la puerta. Estel dejó la prenda sobre el sillón, intentando que no se arrugara más de lo que ya había hecho, y corrió a la ducha. Seguro que todos ya se habían reunido y estarían disfrutando de un buen desayuno.

Dejó correr el agua sobre su cuerpo y se enjabonó a conciencia, intentando arrancar el olor rancio de los cigarrillos y el alcohol. Durante ese rato intentó mantener la mente ocupada con los recuerdos de la noche anterior, dejando otros que le hacían daño encerrados tras una delgada y frágil puerta. 

Finalmente salió del dormitorio. Llevaba unos pantalones cortos, de lino, y una blusa blanca y larga, que le llegaba a la mitad de los muslos. Cogió el bolso de bandolera y metió la cámara, el paquete de cigarrillos y el smartphone, no antes de haber comprobado que no tenía ningún mensaje. 

Al salir de su dormitorio miró hacia la puerta de Omar. ¿Se habría levantado ya? Segur que encara dorm. Se dijo y con una sonrisa irónica se acercó y llamó con los nudillos. Esperó unos segundos y al ver que nadie respondía se volvió a mirar hacia el pasillo, sorprendida por lo tarde que debía ser. 

Finalmente llegó a la terraza donde habían quedado aquella mañana. Desde la distancia, mientras caminaba hacia el gran ventanal, observó a los que ya se encontraban allí reunidos. Cuando sus ojos grises se cruzaron con los de Omar, se detuvieron durante un instante y sus pupilas se encogieron mientras una suave sonrisa se dibujaba en sus labios. Sonrisa que se quedó allí, atrapada en la carne, sin llegar a reflejarse en su mirada cansada. 

En el momento en el que sus pies pisaban el suelo de la terraza, escuchó la voz de Sean suplicando por la piedad del sacrificio. Arqueó una ceja y dirigió su mirada hacia su amigo pelirrojo mientras la sonrisa que había forzado se ampliaba y un brillo pícaro asomaba en sus iris grises.

- No me había dado cuenta de lo viejo que estás, que ya no aguantas una noche de fiesta - . Dijo a modo de saludo y caminó hacia Omar, para darle un suave beso en la mejilla. - Buenos días - .

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03/03/2016, 16:26
Omar Echenique

-Buenos días, Estel -su sola presencia hacía que vivir tuviera sentido. Alargó un brazo para sujetarla por la cintura y acercarla contra sí. La víspera formaba parte de una bruma que no necesitaba despejar. El hoy era el hoy-. ¿Preparada para socializar? -preguntó en un susurro a su oído, la barba cosquilleando el lóbulo, muestra inequívoca de una sonrisa colgada de sus labios, para posar un suave beso a continuación en su mejilla y soltar el brazo, dándole libertad de acción-. ¿Qué te preparo? ¿Uno de estos o solo vitamina C en vena? La rubia quiere café -un vistazo a derecha e izquierda y la máquina de cápsulas se materializó en su horizonte-, así que prepararé algunas tazas.

La actividad era la única forma de no caer en el marasmo y el modo perfecto de trivializar antes de caer en el silencio casi obligado de una mañana de resaca.

-Sean, nos conocemos -señaló mientras condenaba a las cápsulas a morir por inyección letal de agua hirviendo a presión-. No propongas una eutanasia activa que alguno quizá hasta estaría dispuesto a facilitarte. Opta por el suicidido. O por el ibuprofeno. Pilla esto, dramaqueen -una píldora voló en dirección al pelirojo cayendo en su regazo.

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03/03/2016, 23:56
Charlotte Dunne

-Miedo me da ver cómo va a aparecer mi hermano, casi preferiría que no viniera hasta que se le pase la borrachera. Así evitaré que se vaya de la lengua y me cuente lo que yo no vi anoche y no me apetece conocer-dijo con un tono que dejaba bien a las claras no que quería saber ciertas cosas. Cuando Mike preguntó, curioso, Charlotte lo miró un instante. Sus ojos brillaron un momento y estuvo a punto de responderle, pero en ese momento apareció Nathan y comenzaron a hablar de su actuación.

-¡Ni se os ocurra! Que no se os pasé por la cabeza enseñarme a bailar, no si queréis que vuestros pies os duren enteros de aquí a que se nos acaben las vacaciones en Egipto. ¡No respondo de mis pies ni me hago responsable de los que pise!-levantó ambas manos, rechazando con un claro y divertido gesto la idea de Mike-Y no, yo he preguntado primero, así que no os vais a librar de contarme vuestra visión de la fiesta primero-le contestó al americano, divertida, devolviéndole la pelota con toda la intención de no contestar a su insinuación, pero lanzándole una mirada que dejaba claro que lo estaba haciendo a posta y había pillado su indirecta.

Mientras hablaba con Mike y Nathan vio caminar hacia ellos desde el hotel a Omar. Siempre la sorprendía. No sabía cómo se las apañaba, pero se pusiera lo que se pusiera, le quedaba perfecto. Todo combinaba con todo y el conjunto era exquisito. Envidió le gusto de su amigo y bueno, la percha, que hacía que todo le quedara bien. Pero aún sin ganas de demasiada guerra Pensó cuando se acercó a ellos tres sin demasiados aspavientos-Buenos días, Omar. Me alegra que estés aquí... –recibió el beso como si fuera algo totalmente normal, cosa que así era entre ellos dos, pero rió cuando Omar le hizo cosquillas en el cuello. Rodeó con sus brazos los de su amigo, devolviendo el abrazo que le había venido por sorpresa desde atrás, feliz y contenta con esos buenos días-Los echo de menos, no te voy a mentir, pero si todas las mañanas me deseas los buenos días así los olvidaré rápidamente-se volvió a mirarle y le lanzó un guiño-No he tenido estas muestras de cariño en Madagascar, por muy simpáticos que fueran los lémures. Más que dar besos y abrazar, se dedicaban a morder y a trepar hasta mi cabeza... con los correspondientes tirones de pelo ¡No hay comparación!

Lo soltó a regañadientes cuando él la soltó para buscar el desayuno. Seguía con ganas de sus bollitos de chocolate, pero nadie del servicio aparecía, así que tendría que conformarse sin ellos.

-¡¿Pero qué...?! ¿Más alcohol, Omar? ¡Madre mía! –Pero para su sorpresa, Nathan se apuntó a la idea. Se volvió a ver a los dos muchachos servirse una copa de ¿zumo de naranja y champán por la mañana temprano? Abrió los ojos sorprendida, sin acabar de creerse que fueran a desayunar eso. Y ella preocupada por los bollos... ¡A tomar viento los bollos! Tenía hambre, así que si la gente le metía mano a lo que había en la mesa, no se iba a quedar atrás. Se levantó, haciéndole un gesto a Mike para que la acompañara, y se acercó a Nathan y Omar, mirando con recelo las copas de ambos.

No se había percatado de la presencia de Samantha hasta que esta habló. No pudo evitar mirarla de arriba abajo. Todo conjuntada, arreglada y mona, tan temprano. Aquella visión confirmó un poco la idea que se había hecho de ella la noche anterior, porque antes de eso habían coincidido muy poco. Sam había estado más que liada preparándolo todo y casi no la había visto.

Por detrás del hombro de Sam vio moverse algo. Se movió un poco hacia un lado, para ver que era su hermano, Sean, el que se acercaba hacia ellos, seguido a una cierta distancia por Estel. Miró escrutadoramente a su hermano según se acercaba y no necesitó demasiado tiempo para saber que venía hacia allí por simple inercia y que aún le quedaba un buen rato por delante para ser persona, cosa que él mismo le corroboró al pasar por el lado de todo el grupo y dejarse caer como un saco de patatas en la primera silla que pilló libre. Charlotte suspiró, se mordió la lengua para no hacer ningún comentario sarcástico, era muy temprano para Sean y no le apetecía empezar una guerra dialéctica delante de tantos testigos, y pasó de él, aunque su lado de ‘hermana mayor’ daba brincos de ganas por regañarle por no dar los buenos días a los presentes.

-¡Buenos días, Estel!-saludó a su amiga mientras le revolvía el pelo cariñosamente y aprovechaba para revolverle también el pelo a Omar al acercase este a Estel y darle los buenos días. Dio un brinco, poniéndose a buena distancia de Omar para evitar revanchas.

Escuchó hablar a su hermano, se volvió a mirarlo, y no pudo evitar poner los ojos en blanco cuando vio la escenita, pero se tuvo que aguantar una carcajada cuando escuchó el comentario de Omar- ¿Vas a hacer café en la maquinita? Uno solo, merci, anda, que yo y esas maquinitas no nos llevamos bien...

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04/03/2016, 09:32
Sean Dunne

Tú sí que eres una queen, Omar, ladrón. Tsk-le guiñó un ojo-. Y ya si me preparases un zumo... sin alcohol... para bajar la pastilla, me habrás dado la vida, gracias. Esta pirula será droga legal, ¿no?

Sean colocó la pastilla sobre su nariz, como una foca haciendo equilibrios con una pelota. Por el rabillo del ojo le miró el culo a Estel, pero no pasa nada, porque hay confianza, y porque las gafas de sol ocultan la dirección hacia la que tiran sus ojos.

No dije que me remataráis como a un caballo viejo, sino como a un caballo herido, Estel. Herido de amouuur... por tiiii...-flirteó-. Además... ¿ayer hubo una fiesta? Porque me la he perdido. En serio. Tuve fiestas de cumpleaños en mi adolescencia más transgresoras. Si estoy cansado será por el jet lag, que no estoy tan acostumbrado a viajar como vosotros.

Se incorporó en la silla, para hacer una confidencia y la pastilla cayó. Sean usó el brazo, juntándolo con el pecho, para interceptar la trayectoria. La postura era como la de un brazo en cabestrillo, o un padrazo cogiendo en brazos a su bebé. Y eso está bien, porque los enfermos vulnerables y los padrazos son dos perfiles de hombres que empitonan siempre a las chicas.

¿Os fijasteis ayer en Rafa Nadal entre los invitados? Fiuuuu... ¡Qué cascado está ese hombre! Los esteroides le han arruinado la vida.

Así son los franceses, siempre echando mierda sobre el deporte español. Recogió la pastilla con la mano y se quedó jugando con ella a espera del zumo. Y mientras, como era propio en Sean, seguía hablando y hablando.

La verdad es que la fiesta de anoche era el momento perfecto para realizar un atentado terrorista islamista ninja, con todos esos invitados importantes... Y vosotros diréis... "Sean, musculoso gladiador de mármol, ¿cómo es posible que un terrorista islamista sea a la vez un experto ninja". Al respecto, solo diré dos cosas:

-Gracias, he estado haciendo pesas. Como tengo complexión talludita y espigada siempre me costó coger musculatura.

-Y sobre los ninja... la respuesta es obvia: campos de entrenamiento en Corea del Norte. ¡Pensadlo! A mí me tiene todo el sentido del mundo. Los terroristas islámicos pagan una cuota y se marchan allí a aprender ninjutsus.

El caso es que... ya que no hubo ataque terrorista ninja ayer, cuando el momento era perfecto, auguro que tampoco se va a producir en el resto de nuestra quedada. Estamos a salvo. Nada malo va a pasar. Yo ya he cumplido aquí, como guardaespaldas protector de mi queridísima hermana mayor.

Y hablando de hermanas... Ey, Mike... ¿Dónde está metida la tuya? Anoche, en la fiesta, me pareció ver al cenizo de William Stevenson revolotear a su alrededor.

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04/03/2016, 10:30
Muchacha nubia

No, ni Mel ni Oli habían aparecido aún. No era raro, después de la noche que ambos habrían tenido, era de suponer.

Lo que quizá era más raro es que, ni Fadil, como anfitrión, ni absolutamente nadie más se hubiera dejado caer. O, por lo menos, se hubiera dejado ver, ni que fuera a lo lejos, fugazmente, nadie. Pero, de pronto, el vacío se rompió.

Una muchachita evidentemente nativa del oasis se acercó a la terraza cargada con una enorme bandeja llena de pastelitos, bollos y panecillos de todas clases. El aroma era penetrante y abría el apetito, una mezcla de cocinas se exponía allí sobre esa bandeja, egipcia, desde luego, pero también francesa, americana y de otros rincones del mundo. Calientes, fríos, hojaldrados o con frutas.

Tal era el atractivo del contenido de la bandeja que no llamaba la atención la portadora, por lo menos, de entrada.

Pero, cuando uno conseguía apartar los sentidos de allí, y se fijaba en la muchacha... ¡qué sensación tan extraña! Muy extraña...

Un "déjà vu" inquietante planeó en los subconscientes de todos y cada uno de los amigos que habían llegado a la terraza.

No hubo tiempo de preguntar, de aclarar esa sensación. La muchacha se detuvo de golpe ante Sam y murmuró una frase en árabe, entre dientes, los ojos afilados y escrutadores.

ماذا تفعل هنا

Inmediatamente soltó la bandeja sobre la mesa con un golpe seco, se dio la vuelta y salió a escape, desapareciendo tan súbitamente como había llegado.

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04/03/2016, 10:36
Udjat

Tú comprendes la frase, claro:

"Qué haces aquí...?"