Partida Rol por web

Horus - II

La Ceremonia (Cap. VIII)

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09/07/2016, 18:02
Udjat

El túnel los llevó entre antorchas y roca hasta la superficie. No era un trayecto largo, pero con la carga de los nervios y la tensión, unos, y el dolor de sus heridas, otros, pareció durar una eternidad. Y más teniendo en cuenta que lo hacían entre guerreros, obligados, en contra de cualquier decisión propia.

Cuando emergieron arriba les esperaba una multitud de gente, hombres y mujeres que ya no reían como antes, sino que cuchicheaban entre ellos con extrañeza, aunque no con enfado. Entre lo que decían seguía pudiéndose escuchar la expresión con la que los habían recibido: Síij. Y parecían discutir acerca de lo sucedido, más con curiosidad que con otra cosa.

Estaban todos en un círculo de terreno que rodeaba la boca del Cenote Sagrado, cuidado y plantado como si de un jardín se tratara. Era amplio, y estaba encerrado por una alta muralla de piedra tras la cual asomaban las copas de los árboles de la cercana selva, que se extendía alrededor hasta donde la vista llegaba.

De la parte sur del Cenote partía en línea recta un camino de piedra pintada de blanco, sobrealzado del suelo de tierra. 

Los niños se adelantaron corriendo, Enara entre ellos, por esa senda recta en dirección a...

...la magnífica Ciudad de Chichén Itzá, tal y como nadie de ellos podía haberla imaginado, ni siquiera aquellos que habían estado allí. Porque lo que vieron superaba la imaginación más fantasiosa, y ni siquiera las reconstrucciones más cinematográficas le hacían justicia.

En la mente de Omar y Estel asomó un viejo dibujo que Xabier Echenique les había mostrado una vez, cuando las dos familias se juntaron para visitar las ruinas. Era lo más parecido que podían encontrar a lo que estaban viendo. Y aún así, aquello no podía compararse con la realidad que enfrentaban.

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10/07/2016, 21:48
Samantha Johnson

La sangre que cubría parte de su vestimenta era un claro signo de la realidad que les esperaban. Mike pudo haber muerto en un instante, tanto por un golpe letal como acabar desangrado a sus pies. Incluso Sean parecía haber estado a punto de romperse el cuello o acabar imposibilitado, si no lo estaba ya. El motivo por el cual apenas reaccionó cuando los brutales guerreros comenzaron a llevárselos, Mel incluida, fue por miedo. Así de simple.

Charlotte y Nathan ascendieron nuevamente entendiendo que si hubiera una salida ahí abajo no estarían allí, aunque tampoco le dio demasiado tiempo para saber la cantidad de cosas que habían pasado en apenas unos segundos. En aquel punto, y ante el carcajeo de Pacal, resistirse no merecía la pena. Tenían a Mike y Mel en su poder, y tal vez, más adelante, tendrían una mejor oportunidad de escapar y regresar. 

- Tranquilos, ya voy -Intentó mantener toda la calma posible pese a que en los primeros momentos, al sentir el agarre de los guerreros, quiso zafarse. Después de haber presenciado el contundente ataque a Mike estaba claro que no iban con guantes de seda, y si querían escapar lo más razonable era estar en las mejores condiciones posibles.

Al fin salieron del cenote y el recibimiento de júbilo fue sustituido por algo más acorde a lo que esperaba. Notaba la curiosidad que tenían al verlos, y tan dispares como eran algo le decía que posiblemente no fueran los únicos 'extranjeros', a parte de Nefissa, que habían llegado ahí. Todo pensamiento quedó en suspenso ante la impresionante ciudad ante sus ojos, y pronto el asombro desaparecería en cuanto pensara en la cantidad de sangre que había corrido por los escalones del impresionante templo.

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12/07/2016, 19:29
Mike Yaddow

Mike pasó en volandas por el túnel y por fin salió a la superficie. Una multitud grande de hombres y mujeres los esperaba allí, pero ya no parecían tan felices por su llegada, como si lo que había pasado en el cenote les hubiera cogido por sorpresa. Mike vio una explanada grande, parecía una especie de parque y pudo distinguir algunos edificios a lo lejos, uno de ellos parecía una pirámide, aunque a diferencia de las que había visto en las películas esta parecía como recién construida y muy bien cuidada.
Enara pasó corriendo junto a un grupo de niños y les adelantó, parecía la única que estaba contenta y ajena a todo lo que ocurría. Mike hizo un esfuerzo para girar la cabeza, eso significaba que su herida le dolería al moverse pero tenía que comprobar como estaban todos.
Vio a Sean también en brazos de otros guerreros, parecía inconsciente. ¿Le habían herido también? Estel venía cerca, también alzada por un guerrero aunque a la chica no parecía hacerle mucha gracia, estaba ensangrentada probablemente por culpa de Mike, recordaba que había intentado pararlo en su maniobra. Mel venía un poco retrasada, pero también en brazos de un guerrero, no se movía y parecía inerte, tenía los ojos cerrados.
Escuchó protestar a Sam, parecía que venía cerca aunque no podía verla.

-¡Sam! ¡Sam!
-Aquello intentó ser un buen grito, pero a pesar del esfuerzo que puso en ello no logró levantar mucho la voz.- ¿Que le pasa a Mel? ¿Está herida? ¿Tu estás bien?

Estaba muy preocupado y no comprendía aún lo que había pasado, ni siquiera veía a la mitad del grupo allí. Omar, Oliver y Fadil parecían bien dentro del cenote, pero ya no les veía y a Nathan y Charlotte los había perdido de vista hacía tiempo.

-¿Donde está el resto? ¿Donde nos llevan? Espero que a un hospital.

Claro que eso sería mucho pedir, ¿Primero casi le arrancaban un brazo y ahora lo llevaban a un hospital? No, aquello no tenía mucho sentido para Mike, aunque nada lo tenía desde que se había levantado ese día.

-¡Ey! ¡Chisstt Chisstt! ¡Estel! ¿Como estás?
-Era la única de los que lo acompañaba y que veía que parecía poder contestarle.- ¿Sabes que está pasando?

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13/07/2016, 10:42
Charlotte Dunne

Esperaba cualquier cosa. Había sopesado la posibilidad de que le impidieran acercarse a Pacal, de que las hachas se levantaran contra ella, algún empujón alejándola del cabecilla o, incluso, que la noquearan rápidamente ante su acercamiento. Pero no esperaba aquella risa. Levantó su mirada, sin saber lo que encontraría realmente cuando mirase a Pacal. Pero mirarlo mientras reía no disipó sus dudas.

Simplemente se quedó allí, mirándolo, sin reaccionar, por qué no sabía cómo tomarse aquello.

Volvió su mirada a sus amigos y vio la expresión de Nat, la de Fadil, la de Sam. Primero, vio en el rostro de cada uno de ellos el mismo desconcierto que la invadía a ella. Después vio la reacción de Fadil y entendió. Pacal se estaba burlando. De ella, de todos. Burlándose como solo podía burlarse quien se sabía controlando la situación, quien se sabía con todo el poder, con todas las de ganar pasara lo que pasase. No había forma de cambiar nada, no había opción a llegar a él de ninguna forma, no había opción a cambiar el futuro cercano que Umayma había establecido para ellos. Lottie sintió como su plan de acercamiento fracasaba estrepitosamente antes incluso de comenzarlo. De todas formas, quizás ella era la menos indicada para hacerlo. Quizás era que simplemente eran ‘algo’ para Pacal, un medio, una herramienta, como lo eran para los que habían dejado en Egipto. Y como tales ‘algo’, como tales ‘herramientas’, no tenía sentido tratarlos como personas, relacionarse con ellos. No iban a tener la mínima oportunidad en ese sentido.

Se sintió ridícula allí, de rodillas, mirando hacia el túnel. Pacal a su lado, riéndose de todos. Pero no tuvo oportunidad de nada más. Antes incluso de que se pudiera ponerse de pie por ella misma, dos enormes guerreros se acercaron, agarrándola cada uno de uno de sus brazos y levantándola en vilo, sin ninguna posibilidad de reacción. Comenzaron a caminar hacia el túnel, directos a la salida. Intentó acompasar sus pasos con los de los dos enormes tipos, pero le costó. Iban rápido y ella casi levantada del suelo y llevada a rastras. Le hacían daño en los brazos de fuerte que la llevaban agarrada, pero no se atrevió a decir nada, no tuvo tiempo de hacerlo, ni se le pasó por la cabeza. Solamente quería mirar atrás, comprobar que el resto la seguía, que seguían con ella. Una mirada ya dentro del túnel hizo que viera que sí, que los llevaban a todos juntos, y eso la tranquilizó. Por lo menos no pensaban separarlos.

Aunque ya lo habían hecho. ¿Donde estaban los que le faltaban?

La sangre.... No, no lo pienses... No los han matado... No... No les interesa, no pueden matarlos aún... Dime que no Dios Mio...

La subida se hizo eterna. No tanto por el camino en sí, sino porque demasiadas preguntas se agolpaban en su cabeza. Luchaba por no pensar en el dueño o dueños de aquella sangre que empapaba las túnicas que la nativa había lavado en el cenote. Además, no le cuadraba aquello con lo que Enara le había contado. Ojalá la pequeña estuviera fuera de todo aquello, aunque pensar que se quedara allí sola le provocaba un vacío enorme en su estómago. Tenía que hablar con Omar, con Nat, con los demás, antes de que pasara algo más. Tenía que contarles, advertirles. Pero lejos de los oídos de Pacal, eso lo tenía claro.

De repente, tras un giro del pasillo por el que avanzaban, un haz de luz natural la cegó momentáneamente. Forzó a sus ojos a acostumbrarse rápidamente al cambio de luz, preparándose para lo que les esperaba fuera. Y entonces salieron al exterior.

No era lo que esperaba, aunque realmente no había esperado nada en concreto. Pero la asaltaron tres emociones tan fuertes que la dejaron paralizada física y mentalmente.

Alivio, vergüenza, incredulidad.

Delante de ella, Enara corría rodeada por todo el grupo de niños que se la habían llevado de su lado.

-¡Enara! - la llamó, esperando que la pequeña la escuchase en medio de la algarabía de gritos y risas en la que estaba inmersa.

Y siguiendo la carrera de la pequeña, fue cuando vio lo que había más allá. Una ciudad maya. Enorme, preciosa, llena de vida. Ella ya lo sabía, sabía que era cierto que habían viajado en el pasado a México, pero ver aquello la dejó sin aliento. Era una confirmación mucho mayor de la que hubiera esperado.

Los padres de Estel y Omar matarían por ver esto... pensó asombrada, deslumbrada por la visión que se desplegaba delante de sus ojos.

Fue consciente lentamente de un susurro quedo, un murmullo. Su respiración se aceleró, el tono de su piel cambió a un par de tonos más rojo, quizás incluso más, cuando se percató de todos los pares de ojos que los miraban, curiosos. Muchos más de los que ella había detectado desde el interior del cenote. Intentó taparse con sus manos, con sus brazos, en un movimiento reflejo por proteger su intimidad, pero los dos guerreros que la flanqueaban le impidieron el movimiento sujetándola aún más fuerte si cabia. Lo que tenía delante era una ciudad al completo, no un grupo, no un poblado. No, una ciudad, una ciudad en plena actividad. Y habían venido en masa a verlos. Y si allí había ya gente, no podía ni pensar en lo que habría allí delante, ni en andar desnuda por sus calles bajo la mirada de todos.

No pienso andar desnuda por medio de una ciudad al completo...¡madre mía! ¿Por qué pensé que sería algo más parecido a un poblado nativo que a... eso? Es precioso... pero no, ¡no puedo ir desnuda!

Se revolvió en manos de sus guardas intentando, por gestos, hacerles entender que quería algo para taparse antes de continuar.

Volvió la mirada, anhelante, esperando a que el resto saliera del túnel. Miró alrededor, buscando ver a su hermano, a Mike, a Estel, a Mel... Se sentía pequeña e indefensa, más que en ningún momento antes. Y, sobre todo, lejos. Lejos de cualquier ayuda que pudieran recibir. Aquella pirámide maya, imponente, delante de ella, se lo confirmaba más que cualquier suposición que pudieran hacerse en sus cabezas.

Se había levantado el telón, ahora ya no había margen de duda, de error. Sus pensamientos volaron a los americanos. Si seguían pensando que aquello era una broma es que estaban mal de la cabeza. Y entendia que, la visión de aquella pirámide se les iba a quedar grabada en la retina para el resto de sus dias.

Aunque... fueran pocos...

Y al barrer con la mirada todo lo que había entre la pirámide y ella, justo cuando seguía la carrera de la hermana de Omar con sus pequeños amigos,los vio.

Estel, caminando del brazo de uno de los guerreros. Mike, en brazos de otro. Mel, igual que su hermano gemelo. Y el inconfundible pelo pelirrojo de su hermano, llevado en vilo por otro de los guerreros. Le bastó sólo instante para darse cuenta que Sean no estaba consciente. La postura que llevaba en brazos de la mole que cargaba con el así se lo transmitía. Y con Mel pasaba lo mismo.

No.... no....

Se volvió hacia atrás, tirando de los guerreros hacia sí, buscando respuestas donde sólo podía encontrarlas ahora. Se revolvió en brazos de los guerreros buscando una mirada amiga.

-¡Omar!¡Fadil!¿Qué les ha pasado a Sean y a Mel? ¡están inconscientes!¿Por qué? -les gritó, dejando traslucir toda su preocupación, sus miedos,todo aquello que había intentado ocultar debajo de capas y capas de esperanza y confianza desde que escuchó el grito de su hermano cuando bajaba con Enara hacia en agua del cenote.

Pataleó a uno de los guerreros que la llevaban e intentó soltarse. Quería ir junto a su hermano, costase lo que costase.

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14/07/2016, 11:46
Udjat

Con un cierto orden a pesar de las reacciones de rebeldía e intentos de zafarse de algunos, la comitiva siguió adelante por el camino, hacia la ciudad, y dejando atrás el Cenote Sagrado.

Los niños primero, con Enara revoloteando entre ellos, uno más, aunque vestida con la túnica blanca que ya estaba de nuevo casi seca, hacía muchísimo calor y soplaba una brisa ligera pero también caliente.

Detrás los cuatro guerreros cargando a los heridos y desmayados, llevándolos en volandas como si no pesaran ni un gramo. Después el resto, flanqueando a los recién llegados, prisioneros en realidad.

Y en último lugar Pacal, andando con parsimonia.

Avanzaban entre hombres y mujeres, y aunque trataban de hablarse entre ellos, y a pesar de que el griterío de las gentes de allí había bajado mucho, costaba entenderse.

Aún así, el grito de Mike resonó con desespero. Sus preguntas, sus temores. A los que se sumaron los de Charlotte, ésta en uno de los últimos lugares de la procesión.

A los gestos de la parisina una de las mujeres se acercó y le tendió una de las túnicas blancas, hablando con los hombres que la custodiaban para que le permitieran ponérsela, lo que así hicieron. Luego, con una sonrisa suave y una mirada extrañamente servil, la mujer se acercó a Sam, y le tendió otra de las túnicas, para hacer lo mismo después con el resto de ellos. Murmuraba palabras en voz baja, dirigiéndose a ellos como "Síij", y asentía repetidamente, animándoles a vestirse.

Algunas de las túnicas estaban aún húmedas, y mostraban signos de haber sido lavadas, pero no mostraban traza alguna de sangre, habían sido escurridas a fondo.

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14/07/2016, 12:11
Fadil Jannan

El egipcio andaba erguido y ceñudo, y miraba a las gentes que les rodeaban con los labios apretados, los ojos entrecerrados, buscando de nuevo.

Nefissa...

Pero había allí congregada una multitud de personas. Aquello debía de ser una verdadera fiesta para la ciudad, algo que, evidentemente, no ocurría todos los días. Pero, estaba claro, tampoco era inaudito. No, la llegada de gente, de Síij, fuera eso lo que fuera, no era inusual.

Nada, si Nefissa hubiera estado allí, mezclada entre todas esas personas, a estas horas ya le habría visto. Ella a él. Porque la comitiva no pasaba desapercibida, y más siendo que iban desnudos en su mayoría.

Fadil aceptó la túnica cuando se la ofreció la mujer, y se la colocó de un tirón, sin miramientos, sólo para evitarle a su casi hermana una visión que sin duda la incomodaría demasiado. Si es que llegaban a encontrarse...

Tembló. Tenían que encontrarse...

Pero en ese momento Charlotte le preguntó, ansiosa, por Sean y por Mel. Fadil captó el miedo en la voz de la pelirroja, y lo entendió demasiado bien. Ella sentía por Sean lo mismo que él por Nefissa. Quizá no lo mismo, no te engañes a tí mismo...

-Se cayó trepando por una liana, pero aunque está conmocionado y el dolor tiene que haber sido enorme, sólo se ha dislocado la cadera, creo. Y ya la tiene en su lugar. Tardará en andar, pero no te preocupes, está bien. - La miró con calidez, tratando de transmitirle confianza, seguridad. -En cuanto a Mel, creo que sólo ha sido susto. No la vi herirse, ni caerse, ni nada por el estilo. No creo que en ambos casos tarden demasiado en recuperar la consciencia, no tienen por qué. Tranquila. -Sonrió, a pesar de su propio cabreo.- Tranquila...

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14/07/2016, 13:36
Nathan Morrison

La hilera de antorchas no preparó a Nathan en absoluto para lo que iba a encontrarse cuando el pasadizo que les habría de conducir fuera del cenote llegase a su destino. Nada podría haberle preparado de hecho para presenciar todo aquello. Con suerte uno podría haber llegado a imaginar un poblado indígena en plena efervescencia... gente ocupada en sus quehaceres, imbuida en sus rutinas de más de 500 años de antigüedad. Pero comprobar en primera persona como el concepto de gran urbe se redefinía de una manera tan pasmosa como apabullante era demasiado hasta para el mayor de los historiadores. Casas, calles, edificios principales estratégicamente situados... la pirámide coronando aquella ciudad como alfa y omega de toda la vida entorno a ella. No había duda... los conducían allí. A la gran pirámide de Chichén Itzá.

- Dios mío... - se atrevió a musitar Nat con verdadero pasmo. 

No había que ser un genio para conectar ambas ideas... el infame vídeo visionado en el interior de la máquina/útero y el hecho de estar precisamente en el lugar dónde se celebraban aquel tipo de ceremonias. Ellos eran la carne de cañón del díos que adorasen aquellas gentes. Pacal el sumo sacerdote. Y Umayma y sus secuaces, a través del tiempo y el espacio, pero ya no tan mágicamente como podría haberse supuesto en origen, los beneficiarios últimos de aquella sangre que estaba a punto de derramarse.

Nat solo rogaba en su interior poder desembarazarse de aquella desazón con la que había emergido del agua del cenote minutos atrás. Poder compartir aquello que le quemaba y le laceraba la mente y que, de hecho, fuese útil para ellos. Tenía que serlo... pero aún no sabía cómo. Esperaba una celda... un sala cerrada a cal y canto hasta el momento fatal. Casi la anhelaba. Privada de oídos indiscretos. Óptima para hacer recomposición de lugar.

Cuando uno sueña con la cautividad es que se encuentra realmente desesperado.

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14/07/2016, 16:11
Omar Echenique

Había un gesto de aceptación cristiana ante lo inevitable, de impasibilidad oriental, de fuego africano, todo ello unido en un extraño crisol reflejado en el rostro de Omar que guardaba un silencio, ya no obstinado, sino expectante. Todo le hacía pensar que ellos mismos eran su principal enemigo, al margen de las fuerzas y tramas que Umayma hubiera podido tejer en el tiempo y en el espacio. Desde un principio no había habido una química especial entre ellos. No eran más que desconocidos cuyo único nexo de unión eran unos padres con una experiencia común que en la mayor parte de los casos había sido celosamente guardada y callada.

El claustrofóbico paseo, las antorchas titilantes y sus juegos de sombras, el sudor ante la húmedad de aquel laberinto, los gritos de dolor incontenibles, la procesión de rostros que no alcanzaban a comprender, de caras preocupadas, por sí mismos y los demás, fue el marco de un agónico paso a paso que desembocó en el espelndoroso marco de una ciudad que brotaba en mitad de un paraje selvático.

Las pupilas de Omar se contrajeron ante el súbito raudal de luz y una mano se alzó para proyectar una sombra protectora. Conforme se acostumbró a la luminosidad, fue reconociendo progresivamente aquel entorno, aquel lugar.

-Chitzen Itza -murmuró. El sueño de Halima y de Harold sin duda. De su propio padre, Xabier, y de Sofía. Por razones diversas y sin embargo, confluyentes. Para él, una pesadilla.

La voz de Lottie lo sacó de su ensimismamiento. La miró por un instante, casi como si no la reconociera. Tardó en gestionar su pregunta y Fadil se adelantó en su respuesta.

-Como dice, se cayó mientras intentaba trepar. Su pierna adoptó una posición imposible pero él -su mirada se dirigió a Fadil- la devolvió a su lugar. Mel, simplemente no pudo resistir la tensión. Perdió el conocimiento al ver a Mike herido. Y Lottie, te aconsejo que no pelees ni fuerces más la maquinaria. Si nos quisieran muertos, ya nos hubieran matado. Somos víctimas no de ellos, sino de nuestra propia estupidez. Creo que va siendo hora de que pensemos antes de actuar y dejemos de llevarnos por la histeria. Apenas contamos con información y la poca que tenemos quizá sea errónea. Pequemos de discretos, esperemos a ver cómo mueven ficha, qué esperan de nosotros.Hasta ahora, cuanto ha ocurrido es culpa nuestra, de nuestra estupidez. Si seguimos así, no hará falta de Umayma. Nos mataremos nosotros solitos y sin ayuda de nadie -miró al frente, de donde procedían los gritos de Mike-. Él es un ejemplo claro de no querer aceptar, ni siquiera ante lo evidente, la realidad.

Mujeres nativas pasaron a su lado tendiendo túnicas. La que había empleado para frenar la hemorragia de Mike quizá estuviera entre ellas, pero todo rastro de sangre había desaparecido. Tan solo habían transcurrido minutos y aun así, no había más trazas de lo acontecido que sus heridas y magulladuras. Tendió la mano y cogió una de las prendas que dejó caer desde su cabeza a lo largo del cuerpo.

-Que sea lo que tenga que ser. Víctimas o no, al menos vayamos con la cabeza alta, preparados para cuanto haya de ocurrir. ¿Entendido? -su mano se cerró sobre la de Charlotte y la mantuvo allí, como un faro en medio de la tormenta-. Creo saber quién puede ser. Me refiero a Pacal -dijo enigmáticamente.

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18/07/2016, 11:17
Udjat

Poco a poco, pero sin detenerse, la comitiva seguía adelante. Llegaron al final del camino blanco y recto, detrás de ellos quedaba el Cenote Sagrado, y enfrente se abría una explanada llena de gente.

A su derecha la estructura de algo que habían visto en las pantallas de la Máquina, quién sabe cuánto tiempo hacía. Era el lugar en que habían visto el juego de pelota, que algunas mujeres, entre ellas Nefissa, estaban presenciando. Ahora, sin embargo, estaba vacío, tanto la cancha de juego como las gradas.

A su izquierda un enorme conjunto de edificaciones con techos de madera, y un bosque de columnas encerrando una especie de mercado, o plaza. Y algunos templos, a juzgar por su aspecto.

Y delante, presidiéndolo todo, la impresionante pirámide de Kukulkán. Pintada de blanco y de rojo, con un templete coronando su parte superior, completamente rojo. Al poco quedó claro que allí se dirigían, entre vítores y exclamaciones de los nativos.

Las escaleras hacia la cúspide estaban delimitadas con recipientes en los que ardían humeantes aceites, banderines de telas de colores ondeaban con la brisa, y en los escalones, a intervalos regulares, una hilera de hombres y mujeres dispuestos a cada lado esperaba para recibirles.

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18/07/2016, 12:35
Charlotte Dunne

-¿Por qué?-preguntó Charlotte al aire, intentando recibir respuesta a sus preguntas. Era su hermano el que iba allí delante sin conocimiento y el desconocimiento de lo que había sucedido se volvía culpabilidad en su corazón.

La llevaban a rastras, casi en último lugar de la fila, y desde allí tenía una visión especial de todo lo que tenía por delante, de todos. Giró su cabeza ligeramente hacia atrás y vio que Pacal los seguía. Serio, impasible, duro. Al girar de nuevo la vista hacia adelante algo había cambiado. Una nativa estaba delante de ella ofreciéndole una túnica. Lottie se quedó quieta inicialmente, con la mirada fija en la tela un instante, evaluando la situación mientras que la mujer hablaba con los guerreros que la sujetaban. Tras unos segundos de dialogo, la soltaron y pudo agarrar la túnica, que se puso rápidamente y sin dar opción de que nadie se arrepintiera del permiso dado. Agradeció con una ligera sonrisa a la mujer el gesto a la misma vez que se daba cuenta de que la túnica estaba húmeda. ¿Era aquella mujer la misma que había visto en el cenote lavando la sangre de la prenda? Sus ojos fueron incapaces de confirmarle o no su identidad, ya que no le había prestado mayor atención allí. No había querido siquiera mirarla.

La voz de Fadil, más cerca de ella de lo que recordaba, hizo que apartara su atención de la nativa, que se alejó entonces de ellos.

-¿La cadera? -preguntó retóricamente escuchando su explicación. Sí lo había visto trepando por aquella liana desde las profundidades del cenote, pero su hermano trepaba bien, ¿caerse? ¿él por sí mismo? Hacia eso miles de veces en el gimnasio de la escuela en su época, sabía bien cómo hacerlo. Le asustó la situación. Algo así en su París natal no era importante, pero allí y ahora, bien podía significar algo mucho más grave. Ella no entendía de medicina a esos niveles, de hecho, no a ningún nivel más allá de un curso de primeros auxilios, pero tenía la certeza de que no iban a encontrar por allí ni medicinas ni analgésicos modernos para calmar el dolor-Vale, vale…yo…¿El? ¿Tú? -miró a Fadil, sorprendida, después de la revelación de Omar. Este siguió contándole detalles de lo que había pasado, mientras ella miraba de reojo a todos los guerreros que los rodeaban, intentando averiguar cuando tiempo tendrían antes de que les obligaran a andar de nuevo tras la pausa para vestirse-¿Mike está…?-pero no terminó la frase. Ya sabía de quien era la sangre que había manchado varias túnicas, entre ellas las que llevaba puesta y que agradecía doblemente, porque la reservaban de los cientos de miradas centradas en ellos y porque al estar húmeda la reservaba un poco del calor reinante que le recordaba a Madagascar en algunos aspectos. Asintió a las palabras de Omar y agarró fuertemente su mano cuando el agarró la suya. Tendió su mano libre hacia Fadil-Gracias, gracias por ayudar a Sean. Te debo una, y bien grande-le dijo con una sonrisa justo cuando los guardias los instaban a seguir.

La última frase de Omar hizo que se volviera rápidamente hacia él, tensando la cuerda al ignorar los gestos de uno de los guerreros de que continuaran andando, y mirando a Omar con la curiosidad pintada en el rostro, pero su enigmática frase era suficiente para que no preguntara allí, delante de tanto desconocido y sabiendo a Pacal tras ellos, demasiado cerca-La golondrina no está asustada. Vuela libre desde el primer día-respondió ella en el mismo tono enigmático, sabiendo que Omar entendería las implicaciones de aquella simple frase, que entendería que había hablado con la pequeña.

Tiempo para hablar, eso era la que necesitaban. Para hablar, para situarse y hacerse una composición de lugar, pero le daba en la punta de la nariz que tiempo, precisamente, no iban a tener.

-El árbol, fue en la ceremonia de bienvenida…-alcanzó a decirles, a Omar y a Fadil, antes de que los guardias los separaran, instándoles a seguir adelante. Lanzó una mirada a la pirámide que, ya desde allí, se veía engalanada, y miró de nuevo a ambos, haciéndoles entender.

Y allí se acabó el tiempo. Retomaron de nuevo su camino en fila, custodiados cada uno por sus dos guardianes que los llevaban irremisiblemente hacia la pirámide. Las imágenes que había visto en las pantallas de la máquina se superpusieron ahora con la realidad. Tenía delante de sus ojos el mismo lugar que había visto en ellas, pero en lugar de un partido de pelota, hoy tocaba el recibimiento de todos ellos. Levantó su vista hacia lo más alto de la pirámide. Todo era imponente y, como tal, la aturullaba. Demasiada gente, demasiado espacio, demasiada premeditación en todo. Ellos no tenían otra opción que dejarse arrastrar hasta lo que les tuviesen preparado allí delante. Sentía sobre su piel las manos de los guerreros. Piel de otra época antigua en la que ahora estaban. Gente bárbara, con otras costumbres y otros anhelos, otras creencias. Y, de repente, una idea se le vino a la cabeza. Era estúpida. Mejor, más que estúpida. Pero de alguna forma sintió que igual que ella había visto morir a todas aquellas personas, igual que pudo ver a Nefissa en aquel mismo lugar y a los nativos jugar en aquel campo, en algún lugar, muchos siglos en el futuro distante, Umayma estaría contemplándolos ahora, tranquilamente, desde la seguridad infranqueable de su Laberinto. E igual padre e hija, diablo y secuaz. Sus ojos barrieron los alrededores buscando algo, no sabía qué. ¿Cámaras? ¿Una incongruencia espacio temporal en forma de neblina o distorsión de la imagen? Se le ocurrían mil y una opción, pero ninguna le parecía válida. Salvo la seguridad de que estaban siendo observados en una especie de juego que le hizo recordar una película antigua, de la época de sus padres, que había visto hacia mucho. Aquello la incomodó aún más que saberse allí complemente sola y en manos de aquella cultura, pero a la misma vez despertó algo en su interior. Mil y una nuevas preguntas, y una determinación más fuerte que la que antes hubiera sentido. ¿Querían espectáculo? Ojala pudieran dar espectáculo y del bueno, y que los que estaban mirando al otro lado, no lo disfrutaran en absoluto.

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19/07/2016, 12:33
Melyssa Yaddow

Lo último que había visto antes de perder el conocimiento, era a su querido hermano siendo atravesado por un enorme machete. Había intentado mantenerse cuerda y negar todo lo que sus ojos estaban viendo. Pero su conciencia finalmente se había roto y la negrura la había rodeado, envolviéndola y sumergiéndola en el profundo pozo del olvido. 

Poco a poco empezó a ser nuevamente consciente de lo que la rodeaba. Lo primero que sintió fue que no estaba en el suelo. Su cuerpo desnudo reposaba sobre unos fuertes brazos que la mantenían sujeta y la llevaban a no sabía dónde. Su cabeza colgaba por uno de los lados y era ligeramente zarandeada, al ritmo de los pasos de quien la llevaba sujeta. 

¿Qué? ¿Qué ha pasado?

Sintió varios pinchazos consecutivos en la cabeza y su ceño se arrugó mientras sus músculos empezaban a tensarse. Poco  a poco, Melyssa fue recordando los últimos acontecimientos y su corazón empezó a acelerarse. Sus amigos, la máquina, Umayma, el Cenote... ¡Mikeeee! Abrió los ojos e intentó incorporarse, pero el repentino movimiento hizo que todo diera vueltas.

- ¡Mierda...! - Escuchaba gritos y miró como pudo a su alrededor. La ciudad era increíble, pero en ese momento no estaba para deleitarse con aquellas vistas. Tenía que ver a su hermano, tenía que asegurarse que se encontraba bien. 

- ¿Dónde está Mike? - Preguntó sin dirigirse a nadie en concreto. Apoyó la mano en el fuerte pecho de su portador e intentó separarse débilmente, mientras sus piernas pataleaban al aire. - Suéltame, puedo caminar... - Dijo mientras sus ojos azules recorrían la multitud e intentaban encontrar a sus amigos. - ¡Sam! ¡Mike! ¿Dónde estáis...? -

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19/07/2016, 18:41
Mike Yaddow

Los guerreros avanzaban lentamente por aquella especie de pasillo que dejaba la multitud. Los edificios seguían estando muy lejanos para Mike que pensaba que nunca llegarían hasta ellos, aunque tampoco tenía claro que pasaría cuando lo hicieran. Miró la esponja en su hombro que seguía absorbiendo sangre. ¿Cuanta había perdido ya? Demasiada, se sentía débil y el dolor era muy intenso.

Me voy a morir, ni siquiera se porqué me mantienen vivo. Seguramente como una advertencia a los demás de lo que les pasará si hacen algo.

¿Se habían acercado los edificios un poco? No estaba seguro, en aquellos momentos no pensaba con claridad. Volvió a mirar la esponja. ¿Lo estaba mirando?

¿Quien vive en la piña debajo del mar? ¡Bob Esponja!
Absorve de todo y puede explotar ¡Bob Esponja!

¿Explotaría aquella esponja también? ¿Era otra de las trampas que les tenían preparadas? Todo era confuso y la sangre no le llegaba bien al cerebro, por momentos perdía la noción de lo que pasaba a su alrededor, incluso creyó escuchar la voz de Mel. Aguzó sus sentidos y se concentró

¡Es Mel! ¡No es mi imaginación!

La esponja volvía a ser un simple vegetal empapado en su sangre y la gente les seguía mirando por el pasillo, los edificios seguían estando demasiado lejos. Mike intentó reunir fuerzas para contestar a su hermana.

-¡Mel! ¿Estás bien? ¿Estás bien? Estoy aquí, me hice un corte.
-Quizás dicho así su hermana no le diera tanta importancia.- Creo que me llevan a un hospital, o lo que sea que tengan aquí. ¿Tu estás bien? Sam, ayuda a Mel.

Sabía que su amiga estaría cerca y ahora ella y su hermana se necesitaban mutuamente, las dos juntas serían más fuertes, mucho más que lo que había sido él, de eso estaba seguro. Sí, ellas debían permanecer juntas. Siguió mirando la esponja durante un rato, quizás en cualquier momento podía salirle una boca y hablar.

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21/07/2016, 18:17
Udjat

Y por fin llegaron frente a la pirámide. Y empezaron el ascenso, escalón a escalón, por las empinadas escaleras, entre las dos hileras de nativos.

En la cúspide el templete rojo aparecía cada vez más cerca, y a través de su puerta, una hendidura oscura flanqueada a su vez por esculturas de serpientes emplumadas, podía entreverse una especie de altar entre las sombras.

Cuando llegaron allí les empujaron hacia dentro, hacia la relativa frescura del interior.

El espacio era bastante más grande de lo que parecía desde fuera. Había una abertura a modo de puerta en cada pared del cuadrado, y en cada una de ellas, mirando hacia el altar y frente a una hilera de guerreros que parecían custodiarlas, tres mujeres, una por puerta. Iban vestidas de blanco, como ellos. Y llevaban un tocado de flores como el de Enara.

La oscuridad no permitía ver demasiado, y más después de atravesar la explanada bañada en luz. Pero los que esperaban dentro estaban habituados, y podían verlos perfectamente.

Por ello, en cuanto pusieron el pie en el Templo, Una de las mujeres gritó, e intentó adelantarse. No se lo permitieron.

-¡Fadil!

Era Nefissa.

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21/07/2016, 18:32
Fadil Jannan

El interpelado gritó a su vez, y así como la muchacha no había podido zafarse del imponente guerrero que la asió, Fadil se escurrió de la zarpa de sus guardianes y se lanzó para acoger entre sus brazos a la egipcia.

-Por fin... Nefissa... ¡cómo he sufrido sin saber cómo estabas!

No pudo decir más. Una mano como un mazo cayó sobre su hombro y los separó, sin esfuerzo alguno. No había opción, no había alternativa. Eran meros títeres en una puesta en escena prevista paso a paso. Y nada iba a cambiar eso.

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21/07/2016, 23:32
Samantha Johnson

- ¿Mike? Tranquilo, estamos más o menos bien -Reprimió un "de momento" porque si tenían una oportunidad de escapar no sería rodeados de guerreros capaces y motivados. Mike era la prueba-. Mel se desmayó, y Sean... -Pensar rápido frente a un ordenador era más fácil que intentar dar una respuesta tranquilizadora-. Tú no hagas más locuras, ¿vale? ¿Go, Miami? Joder, Mike... Te voy a dar en cuanto pueda.

Con eso dejó claro su descontento, pero él sabía que no había rencor o rabia en sus palabras (pero la colleja estaba asegurada). No podía culpar a alguien que intentaba por todos los medios dar claridad a la tenebrosa pesadilla por la que estaban pasando; y aunque el punto cándido de todo aquel disparate estaba en la inocente alegría de Enara no era más que un punto surrealista en la situación. Pero ahí estaba, abriendo la comitiva en medio de la espectacular ciudad hacia el templo maldito. Era más de la primera y tercera peli, pero lo de "Kalimaaa" era mítico (todo lo que siguió a la tercera nunca existió. Nunca).

- ¿Qué? ¿Que me ponga otra túnica? ¿No le gusta que esté manchada de sangre? -De un tirón le arrebató el pedazo de tela blanco más parco que había visto en su vida. Estrujarlo entre sus manos podía ser una buena terapia para evitar perder los nervios ante el cambio de actitud, pues otra vez escuchaba los alegres vítores que no compartía, y es que una res no sonríe ante su carnicero-. No soy una vaca, y si piensan que voy a desnudarme van listos -murmuró enojada mientras sus nudillos se volvían blancos de tanto apretar la tela. 

Por fortuna su amiga despertó, aunque bastante alterada, lo cual era obvio.

- Mel, estoy detrás de ti. Ayudaron a Mike -Después de casi cortarle el brazo, otro dato que mejor obviar-, y nos están llevando hacia el templo -La voz de su hermano fue una entrada perfecta, mejor que su placaje-. ¿Ves? Está mejor, sólo hay que calmarse un poco para que no nos hagan daño de nuevo -Y aquí un gran "DE MOMENTO".

Intentó acelerar el paso para acercarse a ella, por lo menos para que viera que estaba bien, pero no había contado con la sangre que cubría su túnica.

- No, no, no... No es mía -La sonrisa que mostró pasaría a los anales de la historia como el intento más patético a la hora de consolar a alguien, pero en su defensa estaban siendo conducidos, posiblemente, hacia un altar de sacrificio. Sam estaba sufriendo mucha presión, y era fácil saltar de pragmática a chiflada total-. No estoy loca, lo sabéis. Sólo quiero que dejes de patalear porque el que si está como una regadera le importamos una mierda -Miró a Pacal para confirmar quién era el demente. Y entonces, como una imagen virginal, llegó el escape que necesitaba- ¡Eh, mirad! Es Nefissa.

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22/07/2016, 00:31
Charlotte Dunne

Observó, observó todo lo que pudo, pero no consiguió dar con nada parecido a una cámara. Sabía que sería algo incongruente allí, que no tendría lógica, pero el camino era más sencillo así. Buscando algo que era improbable que existiera y sin hacerse muchas preguntas respecto a lo que les esperaba allí delante.

Por ahora ya tenía claro que no iban a atravesar la ciudad, que su camino terminaba más pronto. En lo alto de la pirámide. Delante de ella podía ver casi toda la comitiva, todos sus amigos y compañeros de viaje escoltados cada uno por dos guerreros, como ella. Uno a uno, los vio emprender la subida a la pirámide, una subida que al ver y subir los primeros escalones supo que se iba a hacer larga. Eran los escalones más altos y empinados que había subido nunca. Y si ya era difícil subirlos al ritmo que imponían los nativos, más raro se hacía que si en cualquier momento quería un descanso o tropezaba, los brazos que la sujetaban tiraban de ella para que no perdiera ni el pie ni el ritmo de subida.

Omar le había dicho que todo lo que había pasado hasta entonces había sido fruto de la estupidez de ellos mismos, que no haría falta que Umayma pusiera mucho empeño en matarlos si ellos seguían así. Esas palabras eran un poco como un jeroglífico para ella, no llegaba a entenderlas del todo, pero creía que era en parte porque ella no había visto lo que había pasado después de echar a correr hacia el cenote de nuevo. Lo que sí le había quedado claro era que tenían que ir hacia adelante, sin cuestionarse nada, dejándose llevar por aquellos guardaespaldas sin oponer resistencia. Por ahora, claro. Algo en ella luchaba contra aquello, porque su instinto de supervivencia le decía que había que correr lejos de allí y rápido, pero sabía que su instinto de supervivencia se equivocaba con demasiada frecuencia. Así que se limitó a no perder de vista a un Omar que caminaba delante de ella, pendiente a sus reacciones y a los de los demás, preparada para correr al primer gesto de alguno de ellos. Era la única ventaba que veía en que le hubiese tocado ir tan atrás, si algo pasaba delante, no se lo iba a perder.

Un escalón, otro más, otro. Aquello era interminable. La túnica estaba mojada, pero ahora ya con su sudor en lugar de por el agua del cenote. El pelo se le pegaba a la nuca y a la espalda. Aquel calor pegajoso incrementaba aún más la sensación de estar atrapado. Ella era más de un ambiente más fresco y aquella temperatura, mezclada con la humedad, se le empezaba a antojar más calurosa de lo que realmente era.

Y, de repente, no hubo más escalones. Levantó la vista siguiendo el pavimento firme de donde ahora estaban y miró hacia adelante, intentando recuperar el ritmo normal de su respiración después del ascenso. La empujaron hacia una especie de templete rojo que coronaba aquella pirámide.

¿Serpientes con plumas?

La sorpresa al ver aquellas imágenes flanqueando la entrada a aquella parte de la pirámide hizo que se quedara mirando a una de ellas mientras se aproximaba y mientras pasaba a su lado. Nunca había visto algo igual. La serpiente si la entendía pero ¿las plumas? Sus ojos se abrieron de par en par cuando las piezas se encajaron en su cerebro y se volvió solo para ver lo que ya sabía que vería. Pacal y su tocado de plumas. Dos más dos eran cuatro en Paris y allí. Umayma y Pacal.

Tropezó con un reborde de la piedra y sintió la presión de las manos de los guerreros que la sostenían, evitando que cayera, levantándola un poco en el aire y aprovechando para empujarla al interior de aquella construcción. Toda la luz de fuera menguó rápidamente en el interior. Lottie parpadeó, intentando acostumbrarse a la escasa luz, cuando escuchó los gritos, los nombres, la ansiedad en persona llamándose.

Ya estamos todos, la tenían aquí.

Respiró aliviada, por que Nefissa ya que no estaba sola, porque Fadil ya la tenía cerca, sana y salva. Todos. Ya estaban todos juntos. Y donde Umayma los quería, supuso.

Cerró fuertemente los ojos unos segundos y los abrió a tiempo de ver el fugaz reencuentro que tuvo lugar entre Fadil y Nefissa. Cerró los puños cuando les negaron el abrazo y estuvo tentada de gritar a Pacal que qué más daba, que los dejaran, pero las palabras de Omar la retuvieron. Había que ser más inteligente que ellos y no darles ningún tipo de excusa. Así que se tragó sus ganas de protestar por aquella separación y se dedicó a mirar a su alrededor.

Cuatro puertas, tres mujeres... van vestidas como la pequeña...

Se volvió a mirar la puerta por la que había entrado, ¿por qué tres mujeres y cuatro puertas?

Falta una en esta puerta... ¿podría ser? Nosotras somos cuatro... Sam, Mel, Estel y yo, porque no voy a contar a Enara, aunque... ¡mierda! Enara tiene las mismas flores que ellas… ella es la cuarta.

Su vista se posó en la especie de altar que había en mitad de la habitación. Las mujeres enfrentándolo. Aquello era diferente a lo que esperaba después de escuchar a Enara, pero tenía que tener relación. Lamentó no haber dispuesto de más tiempo para hablar con ella, pero tendría que sobrevivir con la poca información que tenía respecto a lo que, suponía, iba a pasar a continuación, más tarde o más temprano.

¿Quiénes son ellas dos? No consigo ver sus rostros con claridad, está demasiado oscuro...

Volvió a cerrar los ojos fuertemente, intentando que se acostumbraran más a la oscuridad, con la intención de descubrir si las otras dos mujeres eran conocidas o, por el contrario, eran nativas. En la oscuridad en la que se sumió evaluó las posibles opciones. Nosotros estamos aquí todos, ya no falta ningún descendiente de los Elegidos. Pero entonces, ¿quiénes son esas dos mujeres? ¿nativas? ¿tienen un hueco dos nativas en esta ceremonia? Sabía que sus preguntas iban a tener rápida respuesta, pero quería ir más rápido, quería ver venir todo lo que pudiera.

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22/07/2016, 09:56
Udjat

Pronto estuvieron todos alrededor del altar, uno al lado del otro, cada uno entre dos guerreros que les inmovilizaban.

Efectivamente, como había intuido Lottie, colocaron a Enara en la puerta por la que habían entrado, y detrás de ella se situaron dos nativos más. Los niños que la habían acompañado se habían quedado fuera, y ahora se les oía bajar las empinadas escaleras riendo y cantando. 

Algunas mujeres nativas les rodeaban, algunas con esponjas y recipientes, aún limpiando la sangre que les pudiera quedar encima, las otras con túnicas para los que aún seguían desnudos. Pronto todos estuvieron cubiertos con ellas.

Una mujer se acercó con varias túnicas más, blancas también, dobladas e impolutas. Dio una vuelta, y a todos los que llevaban sangre en sus ropas les hizo señas para que se las quitaran, y se pusieran las limpias. Sam fue la primera. Si pensó en resistirse, no hubo lugar. Sin darle opción la desvistieron y la cubrieron de nuevo.

Una vez recogidas las túnicas manchadas, la mujer se acercó al altar, y las depositó allí. Ahora que las pupilas se habían acomodado a la oscuridad relativa del interior del Templo, pudieron darse cuenta de que el altar no era plano, sino que presentaba una concavidad central, bastante grande, que acababa en forma de embudo, y allí un aro metálico parecía ser el inicio de una especie de tubería hacia el interior de la piedra del altar, y quién sabe a dónde después.

Las puso en esa concavidad cerciorándose de que la parte ensangrentada quedara extendida sobre el fondo y el aro.

Luego se retiró junto a las otras, que esperaban en segundo término. Había también hombres, éstos sin aspecto de guerrero, y que llevaban en las manos sendos tocados de flores y plumas, parecidos a los que adornaban a las tres mujeres y a Enara.

Cuando todo estuvo dispuesto, Pacal hizo un gesto con la mano.

La Ceremonia había empezado.

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22/07/2016, 13:00
Udjat

Lottie había percibido varias cosas en el lapso de tiempo que había pasado en el interior del Templo.

Una es que confirmaba que, realmente, no parecía haber cámaras que filmasen. Pero con la tecnología que poseían los amigos de Umayma, quien habría dedicado todos los recursos necesarios al respecto, no parecía que eso quisiera decir que no estaban viéndoles. Simplemente no sabía cómo. 

Otra cosa que notó es que Enara no estaba asustada tampoco, incluso cuando la dejaron los otros niños. La pequeña se encontró con su mirada en una ocasión, y le sonrió. Vocalizando en voz baja, para que la entendiera, la chiquilla le dijo "La Casa Roja", y señaló a su alrededor. Y luego, mientras daba saltitos, se tocó la nuca, diciendo del mismo modo "Os van a pinchar".

Y por fin se dio cuenta de otra cosa más: Las dos mujeres que iban ataviadas como Nefissa y Enara, le sonaban. Y, de pronto, recordó. ¡En las pantallas de la Máquina! ¡Las mujeres junto a Nefissa! Sí, claro. En aquel entrenamiento del juego de pelota, una de ellas con aspecto de estar drogada...

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22/07/2016, 16:29
Udjat

Nathan no dejaba de observar, asimilando lo que veía y tomando nota mental. Cualquier cosa podía suponer una pista, un agarradero al que luego podían asirse buscando una salida.

Se dio cuenta de que el altar y su aro central eran parte del sistema que formaba parte de la Máquina. Piedra, metal... además de que el aro tenía el tono dorado del orichalcum. Demasiada coincidencia. Y seguía intrigado acerca del significado de la sangre en todo ese sistema, sangre que era concienzudamente recogida.

Las túnicas manchadas puestas en el altar, las otras, lavadas en el cenote, y la sangre que soltaban siendo literalmente conducida y absorbida hacia alguna parte, sin duda con algún fin. Las esponjas que empapaban y guardaban, más que limpiar. Vio que las mujeres que se habían dedicado a usarlas con los heridos no se habían deshecho de los recipientes, ahora hasta el borde de líquido escarlata.

¿Tenía todo esto una lógica? ¿Un propósito...?