Partida Rol por web

Horus - II

Madagascar

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03/12/2013, 11:29
Sean Dunne

¿Y de qué me va a servir el francés con una francoparlante, Omar? Acabaría con todo el misterio.

Sean seguía los movimientos de Miora con su propio cuerpo. No tenía muchas oportunidades de encontrar pareja de baile con su altura, por lo menos si lo que bailaban era en vertical y con música. La diferencia de altura casi resultaba cómica, y a muchas chicas de ciudad no les gusta parecer cómicas... femme fatale, sí; modernas, también; cómicas... vete a reirte de tu puta madre, payaso. A las parisinas les falta sentido del humor.

¡Eeeeey! ¡Pi-nia cola-daaaa! ¡Yo, torero, espanollll...!

Y como buen torero español, en el culmen del guirismo, levanta el brazo como si estuviese bailando sevillanas. Al bajarlo usa el impulso para levantar a Miora y cogerla en brazos. Sean deja que su colonia de Hugo Boss impregne la naricilla de la camarera mientras la acerca a la barra y la sienta suavemente en una de las banquetas.

Oye, camarero-dice a Omar cogiendo su vaso de tubo-, te juro que como me hayas escupido en el vaso voy a hacer que te despidan. Jajajaja...

Sean-todo-fuego pegó un trago y dejó que el vodka le quemara la garganta. Aquello era vida. Dió la espalda a la barra y alzó el vaso a modo de saludo, para que Estel sacara una foto más. Si no se les unía pronto, alguien le iba a beber su bloody mary.

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03/12/2013, 21:08
Estel Highwater

Estel se había reído, sin vergüenza, pero sin creerlo, ante las últimas palabras de Miora.

No te dejes engañar, ni por una cosa ni por la otra - había dicho, con una sonrisa descarada y traviesa - Lo primero es sólo el maquillaje que no se nota y, lo segundo... - le guiñó un ojo, levantando la cámara - Es que estoy de vacaciones.

Pero no precisamente aquellas que deseaba tomar, ni que se había tomado nunca. Estel sabía que hacía meses que algo se había apagado en ella, como se apaga la luz del sol en el marco un eclipse… uno quizás ya demasiado largo. Por eso, y aunque dedicó una sonrisa ambigua en aquel punto también ambiguo en el cual la camarera hacía equilibrio, se quedó apartada del epicentro de aquella explosión de alegría. Se acercó a una parte de la barra, giró hacia los que comenzaban a chapurrear en un castellano peor que el catalán de su padre, y abrió las percepciones hasta abrazarse a la risa, la plenitud, la tranquilidad. Click, click, click.

- Si estuviera aquí Karim, querido, tendrías la lengua demasiado ocupada – susurró Estel, como quien habla del tiempo, sólo para Omar.

Los ojos de mar sonrieron, apoyados en los ojos brujos. Una sonrisa a medio camino entre el amor y el recuerdo, aderezado con un pinchazo de realidad inclemente. Porque sabía, sí. Estel se rió por lo bajo, negándose a lo rotundo a comentar aquello de Lottie, por no soltar por aquella boca exactamente lo que había cruzado por su mente. La sonrisa descarada seguía allí, contenida como la suya, cuando contestó.

- Apio, por supuesto – su castellano nativo tenía un acento desconocido – Y opio, si también lo sirves – agregó, en un reflejo de su cinismo, mientras fotografiaba a Sean en aquella complicada maniobra, y se rió entre dientes – Oh, sí... Porque vamos a necesitarlo.

Se alejó unos pasos, para captar mejor aquel descontrol de movimientos. La última imagen resumió el cuadro en tres figuras apoyadas en una misma barra, ofreciendo la felicidad en tres cuerpos que no eran capaces de contener sus espíritus.

Sí, sí. Salúdame. Pero ve alejando la mano de mi copa, Sean-de-fuego, que somos pocos y nos conocemos - soltó Estel, bajando la cámara y caminando hacia ellos - Y no será precisamente la mano lo que te corte si eso sucede - agregó, seria como una tumba, antes de dibujar una sonrisa sibilina - Miora, luego te haré las copias que quieras, ¿sí? Tengo que hacer unas para Charlotte, la que falta aquí, y que seguramente conoces. Lottie-de-fuego - señaló a Sean, risueña, con toda la explicación resumida en aquel símbolo escaso - Ya se unirá a nosotros.  Te encantará.

Se sentó en la butaca de la barra, apoyando la cámara y recargándose contra la madera. Alargó la mano para coger su copa, dejando una caricia traviesa en la mano esquiva de Omar, y movió la cabeza mirando a Sean.

No te apures tanto en tomarlo, torero. Si le haces a Omar volver a servirte para cuando brindemos con Lottie, ahí sí que no te convendrá tomar lo que te sirva - le guiñó un ojo. Y luego miró a Omar, reteniendo la risa - Para Lottie, ¿por qué no un daikiri? Cuanto más dulce, mejor servirá para que siga tomando sin darse cuenta. Dijo que le hace ilusión cualquier plan si es con nosotros - sonrió, divertida - Incluso no recordar qué va a suceder esta noche.

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03/12/2013, 23:10
Omar Echenique

-Nunca fue de beber mucho pero el dulce le priva, así que ¿por qué no? Un daiquiri para ella -dijo mientras lo preparaba con rapidez y presteza. Haber tenido mil y un trabajos para pagar el apartamento y los estudios tenían sus ventajas. Ante el poco virtuoso comentario acerca de lo que la presencia de Karim provocaría, Omar sonrió. Una sonrisa teñida de nostalgia, de recuerdos en los que la figura de Estel estaba omnipresente, de dolor, pena y alegría. Una sonrisa donde se adivinaba el amor. Tomó su propio bloody mary y saliendo de la barra, enganchó del brazo a Estel-. Alejémonos un poco y dejémosles practicar su propio idioma. Quiero sentarme. Estoy... cansado.

El cansancio. Algo que se había apoderado del alma y del cuerpo de Omar, una leve sombra que aún no se había disipado. Se dirigió a los cómodos sillones, a unos que miraban al mar.

-Me encanta el mar -dijo tras sentarse, casi en un susurro dirigido a Estel-. Tan azul, tan inmenso. Te hace pensar que nada malo pueda ocurrir. Dime, pequeña. ¿Qué tal el hombro? ¿Sigue molestándote? -hacía días que no se lo preguntaba. Sabía lo que deseaba aquel reencuentro, ver a Lottie, estar todos juntos y no había querido hacer ni decir nada que hubiera puesto en tela de juicio la oportunidad de aquel viaje-. Supongo que no demasiado si eres capaz de trepar como un mono. Pero sabes lo que dijeron los médicos. Nada de esfuerzos innecesarios. Y papá Omar se calla ya -un guiño, un apretón cálido de mano y un beso en la mejilla concluyeron aquel breve episodio-. Deberíamos hacer algo con el mensaje recibido. Dar algún tipo de respuesta, ¿no crees? Hablo de los de la secta Horusiana -una risa burlona brotó de su garganta-. ¿Te apetece retomar el contacto con ellos? Reconozco que me da algo de pereza. Vidas tan distintas después de tanto tiempo. Pero conozco a Lottie. Igual que tú. Seguro que le apetece. Ha sacado la vena arqueológica de tu padre, solo que en el plano emocional. Le gustará retejer ese tapiz de viejas historias aliñadas con otras nuevas. Un tapiz de dos generaciones. Mmm, sí que está bueno. Y no es porque lo haya hecho yo -afirmó tras saborear el cóctel-. A propósito, en la maleta tengo una sorpresa. Algo para esta noche. Un regalo de Abdul. Estuve con él cosa de una hora en Londres. Ya te contaré -una sonrisa pícara aderezó aquel comentario. .

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03/12/2013, 23:31
Charlotte Dunne

Lotti corrió, vaya si lo hizo. Y mira que tenía ganas de un baño, no una ducha, sino un buen baño caliente. En la reserva no tenían bañera y era un lujo que pocas veces disfrutaba pero con el que había soñado más de una noche tras ducharse con un hilito de agua templada en mitad de la selva al anochecer. Pero saber que la estaban esperando borró aquel antojo de su mente y la hizo moverse con celeridad, o con toda la celeridad de que era capaz.

Entró en la ducha y solo cuando había abierto el agua y estaba totalmente mojada, se dio cuenta de que la toalla más próxima estaba al otro lado del baño. Miró a la ventana que se abría libremente al exterior en la pared que la separaba de la toalla y soltó un bufido y una palabrota al saber que tendría que pasar en pelota picada por ella si quería secarse. Lo apuntó mentalmente para los siguientes dias que estuviera alli.

Se enjabonó y se enjuagó el cuerpo, y siguió el mismo procedimiento con la cabeza hasta que dejó de percibir el característico olor que la había acompañado durante toda la mañana, ahora se daba cuenta del detalle, y lo cambiaba por uno muy discreto de... miró el botecillo de jabón y leyó 'Agua de coco'. Una vez satisfecha se dispuso a salir. Chorreando agua, se asomó discretamente por la ventana intentando descubrir presencias humanas cercanas, porque lo de los ojos fijos, enormes y casi humanos de los lémures ya lo había superado hacia tiempo, y con un par de largas zancadas, resbalón incluido, llegó hasta la toalla que lió en su cuerpo rápidamente mientras corría hacia el salón en busca de su ropa.

Abrió la pequeña maleta que había traido y miró críticamente a su interior. Había traído poca cosa, pero tendría que servir. Se colocó un vestido fresquito, de los que se había traído para bajar a la playa, aun hacía calor y teniendo en cuenta que Omar estaba en toalla, Sean en ropa de viaje y Estel casi que tambien, no estaría nada mal. Se lo puso, sin apenas secarse y se peinó el pelo rápidamente. Pensó en recoger la ropa que había dejado tirada por todos sitios....pero eso supondría hacer que la esperaran más. Volvió al baño pensando en secarse el pelo un poco, no le gustaba aquella sensación húmeda en la espalda... pero tardaría mucho. Pensó en llamar al restaurante para que prepararan comida para cuatro en lugar de para dos...pero el comunicador seguía en la guantera del todoterreno. Y cuando salía corriendo por el porche de la cabaña para recogerlo, se tuvo que volver corriendo porque se había dejado las llaves dentro de los pantalones y las zapatillas en la maleta y no era de andar descalza por cualquier sitio. Al entrar de nuevo en la cabaña tropezó con una de sus botas, que acabó debajo de la que sería la cama de Sean y ahogó un pequeño grito de dolor al doblarse el dedo gordo del pie con la dichosa bota.

Se dejó caer en su cama mientras se agarraba el dedo gordo y lo movía lentamente intentando calmar el dolor.

¡A la mierda lo del restaurante, ya prepararán algo! Me prometí que el comunicador lejos, y lo voy a cumplir.... ¿Me habré roto el dedo? ¡Como duele! rezongó para ella mientras sacaba unas ligeras chanclas de la maleta y se las colocaba. Miró alrededor y supo que si su madre veía como dejaba la habitación seria capaz de venir desde Paris a echarle un sermón. Pero Sean no diría nada, bueno, nada a lo que no estuviera ya acostumbrada.

Esperó a que dedo tuviera de nuevo sensibilidad y miró a la habitación y a ella misma. ¿Estaba todo? ¿Podía ir al bar? ¡Si!

Antes incluso de terminar de llegar a aquella conclusion, había hechado a correr hacia el bar, no sin antes empujar con su pie sano la maleta de su hermano y dejarla junto a la cama que le había dejado libre. Cuando llevaba medio camino recorrido, las palmeras dejaron que viera el interior del bar y allí los vio, tranquilamente, bebiendo y riendo. Una sonrisa se dibujó en sus labios mientras se acercaba a paso normal ya....pero no tardó en evaporarse.

¡No! No puede ser... se detuvo a cerciorarse de que lo que estaba viendo era real. Y si, sus ojos no le engañaban. Su hermano ya estaba haciendo de las suyas con Miora ¡Le dije a Miora que no se fiara de ningún pelirrojo que no fuera yo! ¡Arggg! ¿¿¿Como se las apaña el tio??? ¡Si no lleva ni una hora aqui! Puso los ojos en blanco un instante, sabía que luchar contra lo evidente era negar la realidad. Ella había advertido y si Miora no había querido escuchar allá ella. Suspiró mientras negaba con la cabeza y volvía la sonrisa a su rostro. Era la historia de siempre y tenia que reconocer que cada vez se lo pasaba mejor que la anterior.

Antes de volver a echar a andar, buscó con la mirada a la pareja que le faltaba. Tardó en localizarlos sentados en uno de los sofás que estaban orientados al mar, y más que verlos los adivinó, pues estaban casi enteros enterrados en aquellos sillones que eran cómodos a rabiar. Caminó hacia ellos, dejando margen a su hermano para que encarrilara lo que ya había empezado. Pero cuando subió el par de escalones que separaban la arena del bar vio a Omar acercarse a Estel y hablar en voz baja durante un instante que terminó en un beso cálido en la mejilla de ella, como tantos otros había visto. Supo que estaban hablando de algo que Omar no había querido tratar antes, sus pequeños gestos se lo advirtieron, y no fue capaz de acercase directamente a ellos, sino que los dejó terminar su conversación en privado.

Hizo un giro rápido cambiando de dirección y se volvió hacia la barra, cruzando rápidamente el espacio que la separaba de su hermano y Miora. Llegó por detrás de él, él no la vio cuando se paró a sus espaldas y se puso de puntillas para que Miora la viera. Levantó el dedo índice y lo blandió amenazadoramente por encima del hombro de su hermano hacia la isleña.

-Te lo advertí, te dije "No te fies de pelirrojos guapos y llenos de pecas, ¡muerden!" ¿Y qué veo aquí? -le preguntó a la muchacha en francés mientras se aguantaba la risa- No quiero quejas, no lo conozco, no es mi hermano. ¿Entendido casanova? -terminó diciendo mirando a su hermano con ese brillo tan especial que él conocía tan bien- Pórtate bien con ella, es un encanto -dijo guiñándole un ojo a Miora mientras le hincaba a su hermano el dedo indice en los riñones en señal de advertencia.

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04/12/2013, 18:09
Estel Highwater

Estel retrajo el dedo que jugueteaba con el apio, y que inconscientemente se había acompasado a los movimientos diestros de Omar. Un par de recuerdos extraordinarios, de épocas pasadas y oscuras, se concentraban en aquella habilidad silenciosa de aquellas manos morenas. La diversión en su sonrisa había sido reemplazada por dulzura, una que era reflejo de la emoción que había en la de Omar, y que también reflejó aquel cansancio, suyo, de ambos. Ni siquiera hacía falta que se lo dijera. Ni hizo falta que le insistiese.

- Te estás volviendo viejo, ¿lo sabes? – respondió Estel, con humor, mientras acariciaba su brazo – Seguid practicando duramente, castellanos – agregó, mirando a Sean y Miora, y les guiñó un ojo travieso – Que luego volveremos a tomaros examen.

La única mano libre le bastó para colgarse la cámara y recoger su copa, con movimientos casi acostumbrados. Su ánimo se acompasó al de Omar, del mismo modo que lo hicieron sus pasos, en dirección hacia el puesto de observación del infinito. Al hundirse en lo mullido de aquel sillón, se recargó contra Omar y puso los ojos en el centro mismo del horizonte. A ella, no era que el mar le encantase... era que el mar formaba parte de su sangre.

- Es una de las cosas que más echo de menos de vivir en Londres. Me falta el Mediterráneo. Pero nunca quisiste venirte a vivir conmigo a Barcelona – susurró ella, tranquila, y pinchando con ganas. Mas ambos sabían que era el humor que compartían, y de ningún modo un reproche Mi hombro… – Estel giró al recibir el beso en su mejilla. Sonrió, con cariño – Mi hombro está bien, papá Omar – respondió, seria, con voz de niña buena  Me trepé al árbol para probarlo, pero eso ya lo sabes. Y aguantó, como ya viste. Aguantará bien, ahora lo sé. Y nada de esfuerzos innecesarios, ni posturas exóticas.

Le guiñó un ojo, le acarició el brazo y se inclinó para devolver su beso. Sabía que Omar tomaría eso con pinzas. Había pasado todos esos meses insistiendo que todo estaba bien, más preocupada por quienes la rodeaban que por ella misma. Como siempre, en realidad.

- Me molestan otras cosas, como a ti – dijo, despacio, casi en su oído. Un modo de que supiera que no le ocultaba nada y, a la vez, que ella veía lo que veía en sus ojos y que estaba para él.

Pero aquello terminó allí, y no intentó ir más allá. La risa de Estel sepultó lo que podría haber sido un momento denso, y movió la cabeza en una negación mientras volvía a hundirse, esta vez en su copa. Sí, conocía a Lottie y sí, sabía en qué terminaría aquello. También sabía que a su padre le gustaría, y que debía contarle… No sabía a su madre. Nunca se sabía del todo con su madre.

- Pues te he probado mejores, querido, sobre todo en aquel bar del Picadilly. Quizás necesitas más… inspiración – la sonrisa burlona de Estel desmentía sus palabras – Y que te hayas visto con Abdul a mis espaldas no te lo acepto. Aún así, quiero saberlo todo – agregó, riéndose por lo bajo – Sobre todo, qué prodigio tienes en la maleta. No me obligues a romper el código de tu cerradura – Estel parpadeó, inocente, y se echó a reír – Ah, no. Que ya lo conozco. Como tú al mío. Voyeur.

Giró la mirada, al escuchar la voz de Lottie más allá. No pasaba nada, se estaban divirtiendo. Volvió entonces a Omar.

- Retomar el contacto… Me da igual, la verdad, como a ti. Aunque también curiosidad, ¿por qué no? – tomó un sorbo de su copa, y sonrió – Aunque no al nivel de Lottie, sana hija de mi padre. Si la dejamos, seguramente escribirá la continuación del diario de su madre, lo cual sería interesante de leer – sería como leer los ojos de Charlotte, y como sabía que su madre leía los de Isabelle – Mi padre nos contó que dejaron de reunirse por falta de voluntad de los otros, ¿recuerdas? – lo había hecho a hurtadillas, a espaldas de los otros adultos, cuando ellos aún eran niños – Sabiendo eso, quizás sea interesante ver qué ha sucedido con los demás... Nosotros nos tenemos ya bastante vistos – Estel se rió – Y quizás esto les da un disgusto a los padres de los otros, quién sabe.

Había esbozado una sonrisa cínica, pícara, cómplice. Humor, sobre todo y contra todo. Sabía que Omar entendería.

- ¿Qué tal si les contestamos luego de un par de copas? – propuso, divertida.

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10/12/2013, 16:48
Omar Echenique

-No ha sido a tus espaldas, queridita mía -dijo Omar pulsando con un dedo contra el brazo de Estel-. Tú estabas liada con el tema de la exposición de tus fotografías y bueno... Fue demasiado rápido todo. Estaba en tránsito a los Estados Unidos, disponía de poco más de dos horas libres antes de su vuelo y me reuní con él en el aeropuerto tras una llamada exprés. Preguntó por ti, por supuesto aunque creo que está algo avergonzado por no haber "respondido" -dijo entrecomillando la palabra- demasiado certeramente durante tu convalecencia. Sinceramente, no entendí lo que quería decir, pero ya sabes como son estos hombres mediterráneos. De todos modos ha estado muy ocupado en una serie de asuntos diplomáticos de su país tras el tema de la guerra y creo que todos sabemos cómo va esto. Acabado el conflicto todos queríamos huir hacia adelante aunque ello supusiera dejar equipaje atrás -un gesto ambiguo de ambas manos acabó con su conversación acerca de todo aquello. Miró al horizonte, bebiendo de su cóctel, relajándose ante la visión del mar, la arena blanca y el chillido de alguna ave marina-. ¡Lottie! Ven aquí, pelirroja tardona. Necesitamos que tu trasero respingón y curtido por las marchas tras bichos varios en medio de insanos paisajes no hechos para el hombre, se aposente aquí -señaló palmeando el asiento vecino-. Y que nos hables de tu vida amorosa y de otras cosas menos interesantes.

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11/12/2013, 10:52
Sean Dunne

Era difícil decir si con los últimos comentarios de Lottie gustaría más a Miora o la conversación tomaría derroteros peligrosos. Sean no quería que por enésima vez en su vida una chica guapa le preguntase por sus antiguas conquistas.

Ni caso, Miora. ¿Y desde cuando es malo morder?-guiñó un ojo a la lugareña-Jajaja...

Acarició la mano de su hermana poco antes de que acudiese a la llamada de Omar, y luego los dedos de Sean cayeron pesadamente sobre el reposabrazos. Toda la intimidad que le habían dejado los amigos reporteros harían que se perdiese toda la conversación, las vivencias de Charlotte en Madagascar. Toda esa deseable retahíla de anécdotas comprometedoras de su hermana en territorio extranjero... Munición para las cenas de navidad de los próximos siete años... Ahora debía elegir entre una chica guapa y la familia.

Bah, ya me contará lo que me tenga que contar esta noche.

Ten hermanas para esto... Aaaay... ¿Y tú qué, Miora? ¿También tienes hermanos? ¿Una hermana, quizás? ¿Gemela? Jajajaja...

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11/12/2013, 13:00
Miora

Conocía a Lottie, desde luego que sí, y también estaba advertida acerca del ardiente hermano. Pero eso no la asustaba en absoluto, Miora estaba encantada de la naturalidad con la que el grupo de amigos la habían acogido.

-¡Jajaja! Vaya Lottie, me habías advertido acerca de Sean, pero, ¡no me habías dicho nada de que fuera taaaaan.... feeeeoooo....! -le guiñó un ojo a él, aún con uno de sus brazos tras la nuca del pelirrojo, sentada en la banqueta en la que acababa de dejarla. -Bueno, alguien me ha prometido un bloody mary, y el muy travieso no me lo ha servido. -Arrugó la nariz, falsamente ofendida, aunque enseguida sonrió de nuevo ampliamente.- Pero aquí hay daiquiri para las dos, así que brindaré contigo.

Vació lo que quedaba en la coctelera en una copa, y la levantó hacia Charlotte, desviando después el brindis hacia Sean.

-No tengo hermanas, pelirrojo, sólo un enorme hermano mayor que acaba de ser papá, y que en estos días babea constantemente y huele a leche agria, no es una grata compañía.

Bebió un sorbo largo, y señaló con la cabeza, en silencio, al sillón dónde estaban Estel y Omar. Éste estaba palmeando el asiento de al lado, vacío, invitando a Lottie a acercarse y sentarse con ellos. Miora dejó la copa y le revolvió el pelo a Sean antes de saltar de la banqueta.

-Anda, ve con ellos tú también, pecoso fogoso. No te dejaré marchar sin haber hablado largo y tendido contigo a solas. -Levantó una mano en un "alto!" divertido, y le guiñó de nuevo un ojo.-Y no, ¡No quiero comentarios acerca del "tendido"! ¡Jajajaja! Pero ahora es vuestro turno, os habéis reencontrado después de mucho y de muchas cosas, por lo que me dijo Lottie. Me encanta que no seas, que no seáis ninguno de vosotros como esos turistas estirados que a veces ni te miran a la cara sólo porque estás al otro lado del mostrador. Pero sé lo que es añorar a alguien, y reencontrarle. ¡Ve! ¡Ya! ¡Jajaja!

Se reía aún cuando se puso a recoger lo que Omar había utilizado para completar los cócteles, canturreando de nuevo, de nuevo moviéndose al son de la música que sonaba en su cabeza.

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11/12/2013, 23:05
Charlotte Dunne

Charlotte rió por lo bajo cuando Miora nombró a su hermano. La estampa de ese enorme lugareño lleno de músculos agarrando a su hermano por la camisa era de lo más sugerente y divertida en aquel momento, y lo mejor de todo es que estaba segura que lo levantaría del suelo y lo lanzaría de cabeza a las aguas cristalinas de la playa como considerase que se estaba pasando con su hermana.

Tendré que hablar con él si lo me lo cruzo estos días por aquí ¡que no vaya a hacerlo sin estar yo presente y Estel con la cámara lista!

Escuchó a sus espaldas la llamada de Omar y se volvió como un resorte a ver qué es lo que ocurría. Hizo un mohín con la nariz al levantar la voz para responderle mientras ponía teatralmente los ojos en blanco-¿Tardona? ¡Os estoy dando tiempo para que terminéis de cotillear a mis espaldas! ¿Ya se puede? –preguntó con un deje divertido en su voz, lleno de retintín acusador-¿Estáis seguros? ¡Vooooooooooy!

Se volvió hacia Miora y su hermano, devolviéndole cariñosamente la caricia-Me reclaman, no pueden vivir sin mí, no pueden ocultarlo-bromeó con la nativa-¡Dios! ¡Dame paciencia y ayúdame a sobrevivir estos días! Jajajajaja –mientras se reía, rodeó a su hermano y se coló entre él y la barra, mirándolo fijamente a escasa distancia, mientras Miora la revolvía el pelo furiosamente con su mano- Ummmm así mejor, ¡ahora eres un feo francés pelirrojo despeinado! –salió a la carrera, poniendo una buena distancia entre ambos antes de que su hermano reaccionara y la alcanzara.

Comenzó a caminar lentamente entonces, de espaldas, hacia Omar y Estel sin perder de vista a su hermano, para que no la sorprendiera de espaldas en un arrebato de venganza, pero las palabras de Miora la hicieron detenerse y abrir los ojos sorprendida.

¿Lo está largando? Me va a matar, esta me la hace pagar, me echará la culpa a mí, por haberlo interrumpido y por mis comentarios. Ughhhh

A punto estuvo de levantar la mano para decirle a Miora que no importaba, que siguieran juntos, que tenían días para estar y hablar, cuando la muchacha la sorprendió con su siguiente comentario. Desistió del impulso y dejó la mano a su sitio mientras negaba con la cabeza y se volvía, confiada ya, hacia Estel y Omar. Sean estaría tan sorprendido por no poder seguir hablando con ella y reaccionar a su proposición que sabía que contestaría para asegurarse esa cita, que tenía tiempo de sobra para llegar al enorme sillón que ocupaban sus amigos, de cara a la playa, como a ella le gustaba disfrutar de aquellas maravillosas vistas cuando tenía oportunidad de pasar por allí. Llegó hasta ellos rápido e ignoró el lugar en el que Omar había palmeado indicando que se sentara. Se dejó caer entre ellos dos, utilizando su trasero para abrirse paso entre ambos, separarlos y hacerse un hueco.

-¡Ah! ¡No! ¡De eso nada! Aquí tenéis a mi hermoso culo respingón que se quiere aposentar entre ambos- protestó seria mientras bajaba más y más entre ellos dos. Y cuando su trasero no daba más abasto y parecía no poder con ellos, dejó caer su peso, sabiendo que no se resistirían-¡Ahora os aguantáis. No queríais Lotti, pues ¡ala! –dijo riendo mientras los miraba, primero a una y luego al otro, hasta que su vista descansó en un vaso de coctel que había sobre la mesa, intacto. Contó y ...- ¿Eso es para mi? ¿Qué es? –preguntó a Omar sin atreverse a coger la copa, conocedora de sus buenas dotes con los cócteles y cosas similares, antes de saber que mezcolanza de cosas alcohólicas le habían echado allí dentro disimuladas en una inocente bebida.

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13/12/2013, 16:13
Estel Highwater

Los ojos de Estel se mantenían sobre Omar mientras discurrían sus palabras. Su propio gesto discurrió con ellas, meciéndose entre la burla, la sorpresa, la resignación, tristeza y entendimiento. Afecto, aceptación. Asintió, porque poco podía hacer más que eso, dado que se había bajado una cortina de hierro frente a ella aún cuando Omar de una patada había vuelto a abrir la caja de Pandora. Y con ello, aquellos sentimientos de dolor, cansancio y tristeza que habían pretendido romper la superficie del silencio, de los cuales tampoco quería hablar, volvieron a acurrucarse en su sitio apartado.

Se inclinó, para besarle la mejilla, en un gesto mudo de años. Luego se limitó a mantener la mirada en el horizonte cuando Omar llamó a Lottie a los gritos, mientras sorbía de su copa en silencio. Mirar el mar era algo que le relajaba desde que tenía memoria, y sintió unos deseos furiosos de nadar en él, nadar de noche, en la inmensidad oscura, en el silencio, bajo las estrellas. Lo haría esa noche, con quien quisiera o sola. Por ahora, le bastaba con observar, desgastar el alma en el alcohol, y…

Estel giró hacia atrás, repentinamente. Levantó una mano para hacer que Lottie frenase, para decirle que cogiera su daikiri, para… Oh, no importaba. Lottie ya estaba casi encima de ellos, y de pronto lo estuvo literalmente, buscando un hueco entre ambos.

- Lottie, joder. Así cualquiera pensaría que estás buscando manoseo – respondió, burlona, mientras apartaba a su copa del terremoto Dunne – y no sabes cómo pedirlo. Hala, querida, concedido – agregó, dándole una palmada sonora en aquel trasero que los apartaba.

Por supuesto, le hizo sitio incluso antes que se dejase caer. Luego, se rió por lo bajo.

- ¿Eso? – señaló la copa de Omar – Es un Bloody Mary. Tu trago estaba depositado en la barra, al lado de Sean-todo-fuego-Casanova y su acomplejada pareja – hizo un gesto con el pulgar hacia atrás – Siento que no hayamos sido más rápidos para señalártelo. Pero, oh, no, Lottie – Estel la cogió del brazo, con una sonrisa traviesa – Nada de ir a buscarlo. Ahora te quedas aquí, ya que te has afincado. ¿Verdad, Omar? Y te bebes esto.

Le alcanzó su propia copa, retándola con la mirada a que lo hiciera. Y se desperezó, con comodidad, sobre el ángulo del sillón.

- Y comienzas por contarnos sobre tu vida amorosa, querida. Llevas ya suficiente tiempo en la isla como para que sea legítimo preguntarte eso. Luego iremos a temas menos interesantes, sí, cuando haya en medio más alcohol – miró a Omar, y le guiñó un ojo.

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13/12/2013, 16:56
Omar Echenique

-Lottie, por el amor de Dios. Ni a Estel ni a mí nos pone tu culo, así que... aleja de mí ese cáliz -dijo entre risas mientras la francesa, devuelta por su presencia a una adolescencia nunca superada por aquel tripartito, buscaba un hueco físico que no necesitaba encontrar, ya que siempre tendría ese hueco reservado y esperándola-. Y eso no era para ti. En la barra había dejado preparado un Bloody Mary sin alcohol para la muchacha y un daiquiri para ti, como bien dice Estel. Eso... eso no es apto para alguien tan recatada como tú. O eso espero a estas alturas de tu vida, que ya estés catada y recatada -nuevas risas tras un rostro cargado de falsa inocencia-. Escupe, linda pelirroja. Hombres. Hom-bres. Que el mundo no son solo lémures y otros bichos. ¿Alguien ocupa tu corazón o en su defecto otras partes de tu anatomía? A ser posible sin pilas.

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13/12/2013, 17:19
Charlotte Dunne

-¡Eyyy! -exclamó Charlotte justo antes de dejarse caer del todo en el mullido sillón cuando el cachete comenzó a picarle tras el manotazo de Estel. Y, de repente, se encontró sentada entre los dos y sobre su mano izquierda que había acudido presta a eliminar el picor de su cachete, y riendo juntos los tres. Se echó casi encima de Omar para poder sacar la mano de entre el poco espacio que había quedado entre ella y Estel mientras lo miraba con los ojos entornados-Bueno, a ti no te pone, pero a lo mejor a alguien le da alguna idea... ¡Auuu! ¡Que me quedo sin mano! -exclamó riendo y moviéndola delante de sus ojos para comprobar que la movilidad seguía siendo la de siempre-Pues si que peso a lo tonto...-bromeó.

Levantó su mirada por encima del respaldo del sofá para echar un vistazo a la barra que había dejado atrás. Y la vió. Reluciente e intacta la copa esperaba a su dueña sobre la barra y entonces recordó el gesto de Miora.

-¡Joder! ¡Pues ni la habia visto y Miora...! Uis... -sintió como el brazo de Estel se enroscaba en el suyo, anclándola al sofá en el que estaba y eliminando cualquier oportunidad de ir ella mismo a por la copa. Y brindar con la nativa. Menudo despiste- ¡Sean! ¡Traeme esa copaaaa! -le gritó a su hermano mientras se volvía a ver que era lo que Estel le decía que se tomase-¿Bloody Mary? -preguntó mientras cogía la copa sin perder de vista la mirada de su amiga que la retaba a que probara de aquello-Esto tiene alcohol, y mucho conociéndote.

Olisqueó la copa antes de probar de su contenido. Arrugó la nariz y no pudo evitar toser una vez al tragar. Pero aún así, volvió a probar, paladeando primero antes de tragar.

-Esta bueno, pero es fuerte para empezar con esto tan temprano, ¿no, morenaza?-dijo mientras dejaba la copa en la mesa bajita que había delante de ellos.

Había escuchado perfectamente la pregunta de ambos. Pero era complicado responder a aquello. ¿Cuantos meses llevaba en Madagascar? Ummm mejor no pensar en eso...

-Hombres... si. Hombres. Pues a ver, tengo unos compañeros la mar de apañados, el problema es que todos están casados y el único que no lo está tiene novia formal desde hace mucho tiempo. Y respecto a los nativos, pues, como que los veo poco porque paso casi todo el tiempo en la reserva, con los lémures. Tengo que hacer mogollón de cosas en poco tiempo, cuidarlos, enseñarles donde encontrar comida, pesarlos, medirlos, estudiar como se deselvuelven, hacer planificaciones, presentaciones para mi jefe en París,... todo eso sin contar con tener limpia la tienda de campaña y todo lo demás...

Miró a uno y a otra, sabía lo que venía a continuación, asi que como su hermano aún no había llegado, cogió de nuevo la copa de Estel y le dio otro sobro comedido mientras miraba al horizonte esperando la explosión que llegaría en breve segundos.

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13/12/2013, 18:13
Estel Highwater

- ¿Me estás llamando borracha? – respondió Estel, abriendo dos ojos como dos cielos – ¿En serio? – dejó las palabras allí, seria, mientras Lottie olisqueaba Oh, cielos. ¿Cuándo empezaste a conocerme tan bien, a ver?

Le ofreció una sonrisa descarada y se echó a reír, puyándole cariñosamente el brazo. Se rió aún más fuerte cuando tosió, y le palmeó con delicadeza la espalda.

- Oh, no lo escupas. Traga como si tu vida dependiera de ello. O tu dignidad – Estel movió la cabeza, mirando a Omar con una risa en los ojos – Es mejor cuando coges la sal primero, y lo tomas de a sorbos chicos. Y, al contrario, mejor fuerte desde el inicio – agregó, con una sonrisa pícara y volviendo a ella – Así se siente más y mejor la vida, y nunca sabes si va a haber un después.

Giró, para recargar medio cuerpo de costado en el respaldo del sillón, y mirarlos a Omar y a Lottie a la cara. La sonrisa no se había ido de sus labios, y no lo hizo en ningún momento mientras Lottie hablaba. Sólo acabó en una sonrisa dulce, empática y cercana, que observó cómo la pelirroja huía hacia la copa.

- Ah, Lottie. Te adoro, y si no lo sabías, ahora lo sabes – le guiñó, el ojo, acariciándole el brazo con el que tomaba de la copa – Y como lo hago, te diré que creo que hay en tu listado mucha excusa, y poca iniciativa – se inclinó a besarle la mejilla – En particular, lo de los casados… bueno, qué te voy a decir yo de los casados – se rió por lo bajo. Omar y Lottie sabían – Pero entiendo que aún no has encontrado a nadie que te mueva, ¿eh? Que no sea un lémur, claro. Demasiado peludo, además.

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14/12/2013, 11:36
Sean Dunne

Sean aún se estaba repeinando tras el estropicio causado por su hermana. Tenía otros planes para acabar con el pelo todo alborotado, y pasaban por Miora. Pero en eso Lottie también había hecho de las suyas, y aún por encima ahora le llamaba a lo lejos para que le hiciese de camarero. Se estaba ganando un ataque de cosquillas pero a la de ya.

¿Seguro que está bien que te deje plantada, Miora? Te advierto que, tras la separación, los reencuentros son más pasionales e incluyen arrancar la ropa a mordiscos y arañazos en la espald...-y luego concluyó antes de que Miora pudiese replanteárselo-¡Hecho! No vale retractarse. Nos vemos luego.

Se levantó con el vodka y limonada en su mano y lo alzó en modo de saludo mientras se dirigía con sus ex-amigos arruina ligues. Luego Sean dió media vuelta y corrió de nuevo hacia Miora.

¡EL DAIKIRI! ¡EL DAIKIRI! JAJAJAJAJA... ¡SE ME OLVIDABA EL DAIKIRI!

Y tomó la copa, y se inclinó, para así susurrar mejor:

Tus miradas son hogueras

que me incendian y calcinan

y tus labios son dos llamas

que al juntarse con los míos

me electrizan.

Y la besó. No apasionadamente. No con lengua. Solo juntó los labios un segundo, que tenía prisa. Prisa por volver con la pandilla, echarse unas risas, ponerse al día y volver de nuevo al lado de Miora, quizás seis horas después.

Que le den a Neruda. Todas han suspirado y conocen sus poemas. A mí dadme un poco conocido Ignacio Rivas Castro y voy servido y con munición suficiente para la conquista.

Repitió el principio de su marcha, caminando hacia Estel, Omar y Charlotte, alzando de nuevo su vaso de tubo a modo de saludo, y acompañándolo de su siniestra y la copa de su hermana. Sin correr, para que las bebidas no se derramasen.

Ea, chicos. Estáis a presión, ¿eh? Cómo se nota la tensión sexual no resuelta. ¿O sí resuelta? Ponedme al día. ¿Lottie llegó a la parte del sexo con lémures?

Tendió el daikiri a su hermana y se buscó un hueco en la butaca de enfrente.

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16/12/2013, 11:40
Miora

La risa era francamente contagiosa, la de todos ellos. Amistad, o más que eso, había allí tanta vida, tanto recuerdo, tanto momento, que era imposible sustraerse al hechizo de los cuatro juntos. Y sentirse parte de él.

Miora reía y canturreaba, hasta que Sean regresó, le susurró sus palabras en español, y dejó en sus labios un beso fugaz. Fugaz, pero beso.

No había entendido del todo el poema, porque no lo conocía, y además su español era algo precario, el justo para atender las peticiones de los turistas en la barra, y alguna palabra más, poco más. Pero sí que había captado el significado, el sentido, y la mirada del pelirrojo al dejarlo en su oído, cálidas palabras y cálido aliento.

Así que antes de que él pudiera darse la vuelta para marcharse y unirse a la tropa que le esperaba, devolvió el beso, aún más fugaz, apenas un pequeño mordisco que atrapó el labio inferior de Sean. Un guiño, una cita.

Y siguió a lo suyo, la mirada divertida, el canturreo aún más alegre.

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18/12/2013, 21:34
Omar Echenique

-No, pero está a punto. A punto de contarlo o de reventar. Lottie, ¿cómo puede ser que de tus palabras se trasluzca que en toda tu estancia en esta isla, no te hayas tirado a un solo hombre? O a un lémur, porque a estas alturas, casi que hasta te lo recomendaría -dijo con una cara de falso escándalo-. No, en serio. Entiendo que tu trabajo sea absorbente pero nos conocemos de hace tiempo. Ya sé que no te van los rollos de una noche y todas esas historias y que eres una romántica impenitente desde que tengo uso de razón, pero... hablamos de sexo. De intercambio de fluidos. De amor para hoy y mañana... ya se verá. Si estuviera en tu piel creo que me moriría. O no. Parecería un chimpancé de esos que se la están pelando constantemente. En fin, esto me conduce a una conclusión -comentó adelantándose un poco para mirar a Estel directamente-. Operación polvo selvático. Tenemos unos pocos días para conseguir que esta pelirroja fogosa y parisina haga honor al color de su pelo y a sus orígenes, cual descendiente de la Pompadour. Estel, Sean -miró al pelirrojo hermano de la francesa-, por el bien de nuestra amiga y hermana tuya, tenemos que encontrar a un hombre capaz de romper su... aislamiento sexual. Un tío de buen ver y mejor palpar. Un semental. Alguien que le quite toda la mojigatería de encima y que le recuerde que hay un mundo más allá de esos bichitos peludos y cagones con los que se divierte, que hay vida más allá de los gremlins -concluyó con una sonrisa que dejó al descubierto su blanca dentadura-. Lottie, cariño, hay que espabilarse que ya no es cosa de que se te pase el arroz. A este paso se te va a oxidar la paellera.

Rió, con ganas, echando un brazo sobre los hombros de Lottie y apretándola contra él, de modo que pudo sentir el calor que el cuerpo de Omar desprendía, el calor de Oriente.

-Mira, quiero enseñarte algo -soltó el abrazo y manipuló su pulsera.

-Se llama Karim.

No dijo más. Miró una fracción de segundo a Estel y sonrió fugazmente. Eran un libro abierto el uno para con el otro y aquel era un pasaje muchas veces leído.

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19/12/2013, 00:07
Charlotte Dunne

-Si, sé que me adoras. ¡Me lo dices cada vez que tienes una oportunidad! Al final no me va a quedar otra que creérmelo… -le contestó poniendo una voz tremendamente dramática mientras dejaba la copa de nuevo sobre la mesa-No, no, no. No quiero casados en mi vida. Paso totalmente, no quiero esa clase de problemas-levantó una mano para parar cualquier comentario que Estel tuviera ganas de exponer sobre aquel tema y dirigió la conversación hacia el terreno que ella conocía más, esquivando en cierta forma el tema con tal de no recordar a aquel tipejo al que sabía que se le había venido a Estel a la cabeza-Y tienes razón. Se juntan las oportunidades nulas que hay aquí a mi falta de iniciativa. Cuando nadie me mueve, no sé, como que no me sale- se volvió para mirar a Estel- Y no, te aseguro que… -empezó a decir antes que el torbellino de su hermano se les uniera.

-¡Sean! –exclamó sin pensarlo cuando escuchó el comentario de su hermano, pero no pudo largarle una buena regañina porque Omar comenzó a hablar…y la dejó sin palabras. Conforme este hablaba, su mirada iba de uno a otro, viendo las reacciones, las expresiones, intentando adivinar si se estaban tomando todo aquello en serio o estaban de broma, hasta que terminó poniendo los ojos en blanco y, riendo, se dejó caer sobre el respaldo del sofá mirando al techo de caña por el que se filtraba la luz del sol- Vale, ya lo pillo…. –se tapó la cara con las manos, aguantándose la risa e imaginándose las escenas que podían dar lugar después de aquella conversación. No sabía si coger el primer vuelo lejos de la isla para ponerse a salvo, si llamar a la policía para que detuvieran a aquellos tres o, simplemente, tomarse la copa de Estel y la de Omar y dejarse llevar por aquellos tres locos que acababan de llegar para poner Madagascar patas arriba.

-Punto número uno –dijo levantando el dedo índice al aire sin dejar de mirar el techo y paseándolo ante las narices de Omar- Si llevo aquí tantos meses y no he encontrado a nadie…lo tenéis difícil. Punto número dos –levantó otro dedo- Paso de sementales. No me gustan los caballos….para ciertas cosas...ejem… ¡Punto número tres!-levantó otro dedo rápidamente sin dar tiempo a nada a Omar-¡Yo no soy una mojigata! ¡¿Qué te has creído?! –exclamó mientras lanzaba a Omar una mirada asesina valada por la risa que intentaba aguantarse en aquel punto- Punto número cuatro, doy gracias a que existen los gremlins…porque los sementales te los sueles llevar tu- chinchó a su amigo entrecerrando los ojos- Y sexto… y os lo he dicho muuuuuuchas veeeeeces,¡no quiero que me pervirtáis a mi hermano pequeño! ¡Que después me echa las culpas a mi delante de mis padres!

Explotó a reir, no pudo aguantar más. Por qué sabía que Omar era capaz de empezar una búsqueda y derribo del que considerara mejor pieza para ella, porque Estel le seguiría encantada y Sean disfrutaría como un enano viéndola en aquella situación. La opción de coger un avión parecía más apetecible según pasaba el tiempo y pensaba en aquello. Tendría que buscar una opción atrayente para aquellos dos que la apartase del punto de mira…. Pensaría en algo, y tendría que ser rápido. O no, aquello podía ser memorable y eternamente recordado.

Cuando se limpió las lágrimas y consiguió contenerse la risa, se encontró envuelta por los cálidos brazos de Omar y delante de sus narices con la pantalla de su pulsera. Parpadeó para enfocar correctamente la imagen primero y después para cerciorarse de lo que estaba viendo. Miró a Omar y lo vio sonreír a Estel, aquella sonrisa, aquel gesto… eran gestos totalmente complices. No era la típica risa ni la típica mirada de “quien pillara a este”, no. Había algo más. La risa se esfumó mientras miraba aquella imagen.

-¿Y este es…..? Karim, ya, pero…  -agarró la muñeca de Omar y atrajo la pantalla más hacia ella, para poder ver los rasgos de aquel tipo más detenidamente. Aquellos ojos la traspasaron, la mirada que lanzaba a la cámara era demoledora…. –Dime que este es el semental que me tienes preparado…cambiaré de idea respecto a los gremlins. Te lo juro.

 

 

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19/12/2013, 16:25
Estel Highwater

No, Estel no iba a decir nada más, aunque Lottie lo temiera. La sonrisa que le dedicó no hacía apología a los problemas, aunque no los desconocía. Hacía apología a la intensidad que signa a ciertas relaciones, que desconocen los límites de la cordura, del tiempo y de las cosas. La escuchó sin interrumpir, ni siquiera amagar a hacerlo, con un silencio que era puro cariño. Se rió por lo bajo cuando apareció Sean, a quien guiñó un ojo, y luego empezó a hablar Omar. Estel sonrió.

Oh, querido.

Se inclinó a coger su copa y se mantuvo en segundo plano, como observadora, con una cara de circunstancias tan tajante que podría haber arrancado una carcajada al sujeto más amargo. Omar era así, simplemente… y era tan parecido a su madre hablando. Respondió a la propuesta de Operación Sexo Selvático con una sonrisa sibilina, levantando el Bloody Mary como si sellara el pacto de sangre. Miró a Lottie con una sonrisa burlona, que le avisaba de lo que vendría, y le guiñó un ojo. Se rió por lo bajo mientras la francesa comenzaba a gritar.

- Pobre tu hermana preocupada. A ti, francés, no te pervierte ni el diablo, ¿eh? – susurró hacia Sean, riendo, con ironía.

Luego miró a Lottie, que estaba siendo abrazada por Omar y mirando a la pantalla del comunicador.

- Mujer de poca fe – decretó, moviendo la cabeza – Qué poca consideración. No creas que nos olvidaremos.

Su mirada captó la de Omar, y aquella sonrisa. Estel sonrió, con la misma fugacidad. No había necesidad de poner en palabras ni los sentimientos, ni los recuerdos, ni los significados. Él también los veía en los suyos. Y Lottie y Sean vieron el afecto, la dulzura, la fuerza con la que Estel reaccionaba frente a la imagen que miró por encima del hombro de Lottie, un cuadro que ella misma había fotografiado. Y no vieron, sino escucharon, la carcajada que le siguió.

- ¿Karim? No, no. Ese pedazo de semental árabe que corre con el viento no está disponible, Lottie. Para nuestro lamento, sí, hay que decirlo – le guiñó un ojo, traviesa. Ambigua y sutil. No quería meterse en lo que pudiera decir Omar, ni lo que él quisiera decir – Además, ¿realmente crees que te mostraremos lo que sea que te tengamos preparado? ¿Pudiendo ser que te eches atrás, mojigata o no? – Estel movió la cabeza y sonrió, divertida – Tú relájate y goza, Lottie… Nosotros nos ocupamos del resto. Pongo a Dios como testigo agregó, con toda solemnidad, fingiendo drama.

Luego estalló en risas, mientras terminaba el Bloody Mary. Se puso de pie, dejando la copa en la mesa, y la cámara en mano retrató ese pequeño momento. Luego la apoyó en el sillón, y les miró.

- No sé ustedes, pero yo ya no puedo resistir el llamado. Me voy a los brazos de Poseidón, semental marino donde los haya – sonrió, descarada, mientras comenzaba a quitarse la camiseta. 

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19/12/2013, 17:20
Omar Echenique

-No, no es para ti. No en ese sentido -dijo con un tono suave y un brillo en su mirada que hablaba de un sueño hecho realidad. Apenas un susurro dirigido a Lottie y solo a ella. Estel ya lo sabía todo y no necesitaba volverlo a oír. No en aquel momento, no en Madagascar. Si su mano hubiera podido acariciar la imagen posiblemente lo hubiera hecho-. Es médico. Y es turco, no árabe por más que Estel lo quiera semita. Lo conocí durante la guerra. Y me salvó. De la locura, de la desesperación, de una pena negra y profunda. Y le quiero -pese a sus palabras iniciales, sonrió con aquel final. Se pasó una mano por la cara, despejando fantasmas que se mostraban reacios a desaparecer. Y entonces Estel reclamó la atención de todos los presentes, conjurando a Poseidón y mostrando su biquini-. Hablaremos más tarde. ¡BAÑOOOOO!

Con un movimiento fluido se puso en pie y se quitó el sarong, mostrando un ceñido bañador blanco que contrastaba con su piel morena de forma escandalosa. Cogió de la mano a Estel cuando esta se quitó los pantalones y echó a correr con ella hacia la playa.

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21/12/2013, 12:22
Sean Dunne

Sean aprovechó que Omar y Estel se ponían en pie para escurrir el trasero hasta al lado de su hermana. Tenía reticencias a meterse ahora en el océano y dejar que la salitre y el agua mataran su colonia antes de tiempo. Sin embargo, no tenía reticencia alguna a pasear sus ojos por el cuerpo de Estel mientras se quitaba la camiseta. ¿Bikini por debajo o naturista? La sonrisa se le fue pronto a Todo-Fuego cuando vió el hombro de su amiga. Trató de despejar su mente retomando el tema de su hermana para evitar entristecerse.

Ngggggg... No quiero que mi querida hermana sucumba a la presión de grupo, peeeero... ¡Folla! ¡Folla! ¡Folla! ¡Folla! Jajajaja... ¿Qué? Tú lo has dicho, son esos dos malos bichos los que me pervierten.

El pelirrojo hurgó en el bolsillo de su pantalón y sacó su móvil para tirar de hemeroteca.

Hermanita, dijiste que no hay material en Madagascar para ti. ¿Qué hay de este figura?

Te quedaste atontada con él en el aeropuerto. Por eso no te diste cuenta, pero me dió tiempo a sacar algunas fotos.

Fue desplazando su dedo por la pantalla táctil. Ahí estaba una de Charlotte, en glamuroso perfil etrusco, mirando hacia un lado con no tan glamuroso rostro babeante. Con esa podría hacer una postal navideña y enviársela a Lottie por e-mail en diciembre. Y luego otra, que mostraba la parte trasera de un coche negro. Amplió.

¡Bingo! La matrícula. Con esto Estel y Omar pueden hacer trabajo de investigación y localizarle. Luego te plantas allí y finges otro encuentro casual. Pero lleva babero esta vez. Jajajaja... También tenemos el plan B. Cogemos todos un avión y te llevamos a un lugar con más mercancía. Por ejemplo, a ver a ese... ¿cómo se llamaba? Mike Yaddow. El plan C incluye un lémur, así que por favor dime que te quedas con el plan A o B. Jajajaja...