Partida Rol por web

Horus - II

Síij, síij !! (Cap. VII)

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03/07/2016, 12:43
Udjat

Te das cuenta, como antes, de que la sangre que las túnicas escurren se convierte en hilillos que se dirigen, de nuevo, hacia el fondo del Cenote. Comprendes esta vez que se dirigen a la zona en que notaste que el agua era "absorbida". Parece, esa es tu intuición, que la sangre es captada con algún propósito.

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03/07/2016, 13:08
Charlotte Dunne
Sólo para el director

Lottie recorrió con la yema de su dedo índice el dibujo de la nuca de Enara mientras la pequeña se reía. ¿Qué  podía significar?

-¿Con que te pinchó Pacal?¿Con esas flores plateadas que lleva en la mano? ¿Están preparando otra fiesta para nosotros como la que te hicieron a ti? -le preguntó sin esperar a que Enara hiciera su pregunta. Estaba interesada en saberlo, podía ser que les estuvieran preparando también una a ellos y que durante la fiesta, Pacal intentara pincharlos también a ellos y conseguir lo mismo que había hecho con la pequeña.

La mariposa echó a volar y se posó sobre la mano que la pequeña tenía sobre el musgo.

- Quieta... -le susurró la francesa con una sonrisa al imaginar la sorpresa de Enara ante el movimiento inesperado de la mariposa. Su mirada se fue de nuevo hacia la superficie del cenote, el agua seguía intacta, inmóvil. Algo se encogió en su estómago, empujado por el miedo de perder a Nat allí abajo.

La mariposa, un ejemplar maravilloso y de singular belleza, abrió sus alas, y como si de una señal se tratase, varias más aparecieron de las alturas y se posaron en la mano de la niña.

 

Tras unos segundos en los que ambas se habían quedado mirando maravilladas a todos aquellos ejemplares, el silencio se rompió entonces y el grito de decenas de niños rompió el aire. Lottie miró hacia arriba a la misma vez que Enara. Las mariposas echaron a volar a la vez en un arco iris azul que ascendió hacia el cielo. Y allí, sobre la plataforma en la que antes habían estado, ya no quedaban niños. Todos estaban bajando por las escaleras casi a la carrera. Se les acababa el tiempo.

Nat... Nat... Ya debía estar de vuelta. No puede aguantar tanto ahí abajo...

-Quédate aquí vale, espérame, voy a ver si veo a Nat. No te vayas con ellos hasta que yo vuelva, ¿vale?

De repente, escuchó como el agua se rompía y vio emerger a Nathan de ella. Su rostro, congestionado por el esfuerzo. Su respiración rota e irregular, reclamando oxigeno, vida. Lottie se dio cuenta de que no había sido apreciación suya por los nervios. Nathan había estado demasiado tiempo bajo el agua. Dejó a Enara agarrada al musgo y nadó hacia él.

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03/07/2016, 14:01
Charlotte Dunne

Lottie se volvió como un rayo en busca de lo que había causado el sonido en la superficie del agua. Se quedó un instante mirando a Nat, pero fue suficiente. Le dijo algo a la pequeña, que se quedó agarrada al musgo y nadó hacia el canadiense todo lo rápido que podía.

Llegó hasta él más tarde de lo que hubiera querido, en el agua cualquier distancia se le hacía eterna. El seguía recuperándose, intentando acompasar su respiración, intentando volver a la vida en mitad del cenote, braceando, equilibrándose, tranquilizándose. Esperó a que pudiera hablar, contarle, ser él de nuevo, a menos de un metro ambos, Lottie estudiando cómo llevarlo a las escaleras si el desfallecía.  Y lo primero que él dijo cuando pudo hablar…

-No hay salida...

Y su mirada, posada sobre sus ojos mientras daba la noticia, y desviada por la vergüenza de tener que decir que no había escapatoria por aquel lugar. Nat no entendía, no era eso lo que había venido a buscar ella, no era la respuesta que quería a su muda pregunta. El había estado tan preocupado en buscar una salida allí abajo que ni siquiera se había dado cuenta todo el tiempo que había aguantado en las profundidades del cenote. Tiempo que, Lottie estaba segura, solo había podido aguantar porque sus pulmones tenían que estar igual de entrenados que su cuerpo.

Levantó una mano, que posó en la mejilla del canadiense, haciendo que volviera a mirarla. Negó cuando sus ojos se encontraron. No sabía si gritarle, si reír, si volver a hundirlo o simplemente abrazarlo y sentirlo cerca, vivo. Instintivamente optó por lo último, pero una campanilla en su cerebro le avisó de que esa reacción podía no ser del agrado de él, desnudos como estaban. Si hubieran estado en otra situación, no se hubiera librado. Detuvo su impulso a la mitad del camino y simplemente posó su frente en la de él.

-No lo vuelvas a hacer. No vueltas a ponerte en peligro así... y menos por buscar algo que yo te diga. ¿Sabes cuanto tiempo has estado ahí abajo? ¡Mon Dieu! Pensaba que no volverías...-le susurró, intentando que Enara no escuchara nada.

Se separó de él con una sonrisa aliviada al verlo allí, sano y salvo.

-Respira, respira. ¿Dónde diablos has ido para tardar tanto? ¿Qué hay ahí abajo? ¡No! No hables. Venga, recupera a esos pulmones... Respira conmigo...-Su mirada siguió entonces la de él-Tenemos poco tiempo antes de que lleguen. No son solo niños, baja también una mujer-se había dado cuenta ahora mismo, al volver a mirar con más detalle. Se volvió hacia él de nuevo, asegurándose de que no se mareara o perdiera el conocimiento-Si no hay salida por aquí, solo nos queda ir de nuevo arriba, ¿no?-dijo con resignación, sin tener las cosas claras aún, sin saber si era o no la decisión correcta volver a ponerse en manos de aquellos nativos y de su jefe-No, no hables aún, recupérate primero. He estado hablando con Enara. Hay otra forma de llegar aquí. Ella no llegó aquí a través de la máquina esa ni del líquido rosa, no ha pasado por nada de lo que hemos pasado nosotros, ella llegó aquí acompañada de Pacal. Si el cenote no es nuestra salida, tendremos que intentarlo por la otra vía, el propio Pacal.

A sus espaldas escuchó grititos y risas. Los niños habían llegado al borde del agua. Volverse y echar un vistazo fue cuestión de un instante, pero llegó a ver como entre todos ayudaban a Enara a salir del agua y echaban a correr todos juntos hacia arriba.

-¡No,no,no! ¡Enara-ahogó Lottie un grito al verla subir tan decidida y feliz. Su reacción fue salir en busca de ella, evitar que subiera sola, pero enseguida supo que no llegaría a tiempo. La niña ya subía las escaleras al ritmo del resto-¡Madre mía! Enara, con cuidado... Enara...-le gritó sin embargo, asustada por la altura, por el ritmo, por la despreocupación con la que ascendía. Sus ojos la siguieron, asustada, temiendo verla caer en cualquier momento-Malditos niños...-no había caído en la posibilidad de que entre todos la izaran fuera del agua y de que ella no se pensara el ir tras ellos. Aunque...

...ella misma me lo ha dicho. La tratan bien, no tiene miedo de ellos, ¿por qué iba a desconfiar el volver a unirse a ellos y seguir sus juegos?

-No tiene miedo, Nat. No le han hecho daño, está a gusto aquí, la tratan bien y no desconfía de nadie. No lo entiendo, salvo que realmente no le quieran hacer daño por ser tan pequeña-le dijo al canadiense sin quitarle la vista de encima a la niña-Cuando Omar la vea llegar allí arriba sin mí, me va a matar...-dijo sin pensar, realmente. Conocía perfectamente a su amigo y aquello no le iba a gustar.

Vio que la mujer se arrodillaba en el último escalón y metía en el agua lo que traía en sus manos. Túnicas. Las túnicas que había al final de la subida. Se dio cuenta de que estaban todas manchadas de sangre, pero no un poco. Habían empapado bastante. Recordó los gritos allí arriba. El grito de Sean. ¿Qué le había pasado? ¿Era esa sangre la sangre de su hermano? Quería subir, pero no lo quería al mismo tiempo. Quería subir a buscar a su hermano y a sus amigos, quería correr tras Enara y traerla de vuelta allí con ella, pero sabía que si Nat no había encontrado salida es que no la había, por lo que estar allí no tenía sentido. Tenían que subir de nuevo, entregarse de nuevo a los nativos. Y aquello chocaba literalmente con lo que su mente le gritaba, que era mantenerse alejada de ellos y de las armas que portaban. ¿Qué otra opción había?

Miró a Nat cuando la mujer les indicó con un gesto que los acompañara.

-¿Hay alguna otra opción, Nat? ¿Algo en lo que yo no esté cayendo?

Sin embargo, sus ojos seguían a Enara. Y en el fondo de su corazón sabía que subiría...

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03/07/2016, 18:12
Estel Highwater

Las manos y los labios de Omar ardían aún en su piel, del mismo modo que el alivio que se había extendido hasta sus dedos al verlo levantarse y marchar hacia Sean. Verlos ahora juntos y lejanos, sabiendo que si Omar no podía ofrecerle un verdadero auxilio, al menos podía ofrecerle su compañía. Una compañía que ella no podía en este momento, pero que alguien tenía que ofrecerle. Una compañía que, ella bien sabía, sabía no por teoría sino por experiencia, que en momentos límite podía ser aún más necesaria que ese auxilio. Y ahora estaban además acompañados por la figura de Fadil, que se había acercado a ellos.

Sus intentos de respirar continuaban siendo eso, sólo intentos, rasgando su garganta como un pico de cuervo partiendo su tráquea y comienzo sus pulmones. Al volver a bajar la mirada y concentrar su atención en lo que estaba haciendo de modo automático, instintivo, no supo si el mareo y la náusea eran producto de la falta de aire o de sus manos llenas de la sangre de Mike. Tampoco supo si el dolor lacerante o si el dominio de la rabia eran por Mike, por el recuerdo de su propia herida, o por Omar reviviendo aquel momento. Sólo supo que cuando Samantha le habló para que dejara de hacer lo que estaba haciendo, Estel negó con la cabeza con una vehemencia que no pudo poner en palabras. No podía dejarlo ir, menos aun cuando Mike gritaba, el imbécil. No podía…

El repentino movimiento a su alrededor le hizo erizar la piel, y envarar la espalda. Sus ojos buscaron de modo salvaje a su alrededor, centrándose primero en la posición de Omar y Sean, luego en la de Pacal. Un atajo de niños iba cuesta abajo a buscar a Lottie y Enara, y a Nathan. Unas mujeres se acercaban, cargando algo, y unos guerreros comenzaban a dar un paso adelante hacia ellos. La adrenalina volvió a encontrar un pico, azuzada por un corazón desbocado, y la náusea en la mente de Estel le impidió pensar fríamente y dio lugar a un único pensamiento, que consumió todas las fuerzas que le quedaban. No de nuevo. Jamás de nuevo.

Estel literalmente siseó cuando las mujeres y los guardias se acercaron a ellos. No se dejó tocar por las mujeres con las esponjas y, cuando un guerrero se acercó hacia Mike y trató de tocarlo, le clavó los ojos y emitió un siseo bajo y vibrante de advertencia como el de un felino a punto de saltar para desgarrar. Una advertencia que quizás hubiese sido mucho más espectacular si no hubiera estado hecha por una persona que apenas podía controlar su aire, que luchaba por incorporarse, y cubierta en la mayor parte de su piel por sangre propia y ajena. Aun así, el aura de nometoquesnolostoquesalejateya era tan clara que era casi tangible, y emanaba de Estel como olas concéntricas en un mar agitado.

No llevó adelante su amenaza, sin embargo. Por el rabillo del ojo, podía ver como otros se habían acercado a donde estaba Sean y lo cogían en brazos. No, no podía ponerlo en peligro, ni a él ni a Omar, ni a los otros, haciendo exactamente la misma estupidez descerebrada que había hecho Mike, por más que todo su cuerpo gritara por ello. Probablemente era la falta de oxígeno, a fin de cuentas, quizás un poco más permanente en el cerebro del estadounidense.

Aquel guerrero se acercó para cogerla, y Estel abrió la boca para comenzar a negarse. Y una mierda que se la iban a llevar, dejando a Omar, Lottie, Enara y demás atrás. Pero, al ver que otros guerreros ya se habían llevado en brazos a los Yaddow, pero sobre todo a Sean, apretó los labios en la línea más fina que pudo mientras seguía tratando de estabilizar su respiración. No podían dejar que se los llevaran inconscientes a un sitio del cual nadie sabía. Miró un momento a Omar, a lo lejos, preguntándose cuánto de todo aquello era inevitable. Volvió a sentir la náusea en su temple, en la boca de su estómago, un cansancio tan fuerte que le gritaba que se dejara llevar de una vez. No lo suficiente para evitar que hablase, sin embargo, y que tomase una decisión.

- No – dijo al guerrero, acompañando su voz firme con un gesto negativo aún más firme – No así –agregó, haciendo gestos de cargar en brazos, como los otros guardias – Así – indicó, pasándole su propio brazo alrededor de los hombros – Yo camino – Estel señaló sus propios pies, a sí misma, y luego simuló una caminata con un gesto de su dedo mayor e índice – Contigo. Los dos – finalizó, abarcando al guerrero y a ella con un mismo gesto – Vamos.

Antes de hacer nada más, sin embargo, miró a Sam.

- No te preocupes – susurró – Estaré pendiente de ellos.

Miró una vez más en la dirección de Omar, tratando de darle a entender su plan, y luego se dejó conducir por el guerrero. Esperando que Lottie y Enara estuvieran bien y no se aterrorizaran al ver las túnicas manchadas de sangre. Y sin quitar los ojos, en ningún momento, de las espaldas de los otros guerreros ni del pedazo de cabello rojo que se veía de Sean.

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03/07/2016, 21:40
Udjat

Haces el intento para no dejarte tocar por las mujeres, para que no te limpien la sangre con las esponjas. Sin embargo, no lo consigues. El guerrero no consiente que la detengas en lo que parece que es su misión, y entonces tienes una súbita revelación, o intuición, o como quiera que vayas a llamarlo.

Porque te das cuenta de que, más que lavar las heridas, lo que esas mujeres hacen es recoger la sangre. Escurren las esponjas empapadas de agua mezclada con ella en los recipientes que han traído, y no la tiran después. Te fijas que en cada caso es lo mismo, empapan y recogen...

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04/07/2016, 11:41
Nathan Morrison

A medida que el aire volvía a acompasar si ritmo de entrada y salida de los pulmones de Nat, sus ojos fueron registrando cuanto sucedía a su alrededor. Lottie se acercaba y hacía preguntas... preguntas lógicas y que exigían piadosamente una respuesta que el bailarín no podía dar. Aquel conato de abrazo no producido y, por otro lado, tan necesario como una lluvia suave sobre un campo recién sembrado. Enara... a salvo, pero siendo arrastrada hacia arriba de nuevo por aquella cohorte de niños. ¿Cómo podía Pacal controlarlos? Sus juegos y algarabías parecían espontáneas pero obedecían de forma casi marcial. Aquella señora con las túnicas empapadas en sangre... aquel color encarnado bandera de desdichas acaecidas arriba, mientras ellos trataban de dar con alguna alternativa de huida. Sin éxito. Aquella sangre que fluía del trenzado de los hilos que componían el tejido, al agua enturbiada del cenote. Aquel cenote que ahora se le antojaba a Nat un lugar sucio. Impuro. Impío. Un agua de la que huir.

Una nueva mirada a Lottie. Llena aún de tristeza. De fracaso. De angustia.

- Le sang... pas plus parler. - concluyó con una voz a punto de romperse.

Con renovadas energías, movido por la propia desesperación comenzó a nadar hacia el primer escalón. Esperaba ser seguid por Lottie. Allí abajo ya no debían estar. El resto se encontraba escaleras arriba y por el color de las túnicas, no demasiado bien. Si era tarde. Si ya todos estaban muertos, aunque lo dudaba, no se perdonaría jamás no haber estado allí. Aunque fuera para compartir una última mirada. Un último adiós. Para recibir juntos el golpe fatídico. Hacerlo juntos ya era lo único que le confería cierto sentido a todo aquello.

De un impulso, Nat quedó sentado en el primer escalón. Usando los brazos apoyados en este y con la potencia sus piernas no le costó demasiado. No precisó ni consintió la ayuda de aquella nativa. En verdad era como si le repugnase la mera idea de que aquella mujer le tocase. Luego alargó él sus propios brazos para atraer hacia sí a Lottie.

- Vamos arriba... aquí ya no hay nada que hacer. - comentó Nathan. - Nada...  - sentenció.

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04/07/2016, 13:38
Charlotte Dunne

Las escuetas frases de Nat, hicieron que devolviera la mirada a la mujer, a las túnicas, al agua que se teñía roja a su alrededor. Sintió, más que vio, como Nat se separaba de su lado, nadando hacia las escaleras sin decirle nada más, sin preguntar nada más.

Cogió aire y lo exhaló lentamente mientras lo veía alejarse. Les estaba fallando a todos. Sean, Omar, Estel, Enara… y a Nat ahora.

Algo cerca de ella la hizo mirar justo delante, a escasa distancia de su cuerpo. El agua turbia casi le rozaba ya. Con un manotazo se alejó de aquella mancha incongruente con el lugar y comenzó a nadar tras un Nat que ya se estaba impulsando fuera del agua.

No puede ser de él, no puede ser la sangre de Sean. ¿Van a herirlos y bajar aquí a lavar la sangre? Es un truco demasiado vil para hacernos volver. Nuestra muerte está marcada en un sacrificio conjunto. No tienen por qué haberlo matado, pero sí herido, eso sí. Lo he oído gritar, era Sean. Y alguien más antes. Pero no los han matado... no los han matado... NO PUEDEN haberlos matado...

Pero no quedaba otra salida, salvo subir. Subir y enfrentarse con lo que allí les esperara. Subir y enfrentarse con el dueño o dueños de aquella sangre y con el conocimiento de lo que había pasado allí arriba desde que se habían separado. Se aferró a lo que había hablado con Enara. Sus impresiones, sus experiencias allí. Quizás ahí estaba la respuesta. Pero no ahora. Nat había puesto en su sitio las prioridades. Quizás más tarde hablara con él, si él quería, claro, aunque en su interior lo dudaba. Había sido escueto pero práctico y realista y la había puesto en su sitio. Quizás sin querer, pero había sido efectivo. Ya lo creo que lo había sido. Le recordó a Omar y Estel, esa misma practicidad que la arrasaba tantas veces sin pretenderlo, pero que tenía que reconocer como acertada. Esa misma practicidad que tantas veces ella echaba en falta en ella misma y que nunca llegaba a aprender, a enfocar, a diferenciar.

Cuando llegó al primer escalón, encontró los dos brazos de Nat que la ayudaron a salir del agua sin esfuerzo. Miró brevemente a las túnicas, evitando mirar a la nativa, y volvió a coger aire, aire que se contrajo en su pecho ante la visión cercana de la sangre impidiéndole respirar con normalidad. Su mente quiso imaginarse como había llegado la sangre a aquellas túnicas, pero Lottie la mantuvo a raya a base de empeño. No podía dejarse llevar en aquel momento por lo que su mente quisiera imaginar. Solo valía la realidad. Había que ser práctica. Práctica y objetiva.

-Oui. Subamos.-le dijo, asintiendo. Ella lo haría primero, y sola aquella vez. No podía pedirle ayuda tras haber bajado a la carrera aquellos mismos escalones, aunque hubiera sido espoleada por el miedo que le había impedido ser consciente de la altura y la peligrosidad. Ahora subiría sola. Era capaz. Tenía que serlo. Sí o sí. Aunque ahora el miedo le esperaba no en el mismo camino, sino también al final. Antes de encarar el primer escalón se volvió hacia Nat, tal vez era ahora o nunca, no sabían lo que les estaría esperando allí arriba-Gracias por venir tras de nosotras dos. Gracias por bajar ahí abajo en busca de una salida.

No lo pensó. Sería peor si lo hacía. Se volvió, fijó la vista como lo había hecho en la anterior subida y comenzó a ascender, su mano rozando la piedra húmeda de la pared para no perder el contacto con algo sólido.

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04/07/2016, 15:01
Omar Echenique

Todo había sido un puro desastre. Ellos mismos, sin ayuda de nadie, valiéndose tan solo de su estupidez se habían lanzado a una vorágine de destrucción que había concluido de aquel vergonzoso modo. No hacía falta de Umayma, ni de Pacal, ni de las ondas de la telefonía móvil. Ellos se bastaban por sí solos para acabar con sus vidas.

Fadil llegó. Recompuso la pierna de Sean que se desmayó, el rostro blanco como la tiza. Y llegaron los guerreros, las mujeres, los niños. Una procesión de manos blancas y otras no tan blancas, obedientes a los ladridos de Pacal. Y se llevaron a su medi aalma, a sus amigos y a los conocidos. Los separaban. Y aunque su alma gritaba y todo su cuerpo, inundado por la adrenalina, exigía continuar con aquella batalla sin esperanzas, su cerebro ordenó lo contrario. Quizá la mirada de Estel, quizá el dolor de Sean, quizá una Enara oculta a sus ojos, quizá su herencia asiática.

Dejó caer los brazos a los costados, dejó que los párpados se cerraran, dejó que la respiración se calmara. Se sentó en el suelo, adoptó la posición del loto y se abstrajo de todo, dejando su mente en blanco, siguiendo las enseñanzas de su abuela hongkonita.

Todo desapareció.

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06/07/2016, 17:35
Enara

Por las escaleras que bajan al agua llegaron de nuevo el grupo de chiquillos, esta vez rodeando a una Enara chorreante y risueña.

La pequeña fue a acercarse a Omar, sumido en la meditación. Pero cuando lo vio en la posición de loto, conocedora perfectamente de lo que significaba, se volvió y aguantándose la risa se mezcló con los otros niños haciéndoles señales, chistándoles con el dedo para que se callaran. 

No le hicieron caso, la tomaron de las manos sonrientes, jugueteando, y se fueron por el pasadizo por donde acababan de llevarse a los heridos, hacia la superficie.

Al poco llegaron también Lottie y Nat, seguidos de la mujer que volvía con las túnicas lavadas y escurridas. 

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07/07/2016, 13:56
Charlotte Dunne

Cuando buscó con sus ojos el siguiente escalón, no lo encontró. Había llegado arriba. Avanzó un poco más para dejar paso a Nat y a la nativa, que los seguía como una guardaespaldas que fingía no serlo. Había aguantado el paso que se había impuesto hasta arriba y, ahora, se detuvo un momento para recuperar la respiración agitada por la subida.

Echó un vistazo a su alrededor, con temor. Y no encontró lo que buscaba, lo que no sabía si considerar bueno o malo. Lo primero que vio que le faltaba era justamente lo que había intentado proteger. Enara. Pensaba que iba a esperarla allí, pero allí no estaba. Y como no había vuelto a bajar por las escaleras, estaba claro que había atravesado el pasillo y había seguido hacia fuera. Había fallado, había perdido de vista a la pequeña. ¿Por qué no le había hecho caso? Por desgracia, o por suerte, sabía la respuesta.

Aquella situación la analizó con frialdad, igual que la escena que la esperaba allí arriba. Omar, en posición flor de loto, en silencio y concentrado en sí mismo, en el duro suelo. Olivier, Fadil y Sam en silencio igualmente, calcos de Omar a su forma cada uno de ellos. Pacal, en el mismo sitio que lo recordaba antes de bajar las escaleras, con la misma expresión en su rostro. Los únicos que se habían movido eran los guardias, eso estaba claro, junto con los niños que ya no estaban y varias mujeres que pululaban por allí. ¿Pero dónde estaban los demás? Sean, Estel, Mel, Mike. ¿De quién era la sangre de las túnicas? ¿Por qué no estaban allí ellos cuatro?

Tenía miedo de preguntar, de saber.

Se quedó un instante sin saber qué hacer, que decir, allí arriba. Tenía tantas preguntas que no sabía por dónde empezar, ni cuál sería la mejor que hacer primero. ¿Molestar a Omar? Algo había pasado que lo había hecho estar ahora en aquella postura de recogimiento. Fadil, Oli y Sam parecían algo conmocionados. Solo había alguien que podía sacarla de todas las dudas al completo. El que parecía más tranquilo de todos.

Tomó aire y miró a Pacal. Alguien debía hacerlo. Quizás estaba equivocada pero tenía que intentarlo. Y si hasta allí llegaba, que así fuera.

Recordaba la reacción de Pacal ante el acercamiento de Omar, pero no había otra opción. Echó a andar despacio hacia él, mirando con miedo las armas que blandían los guardias a su lado. No se sentía cómoda delante de tanto hombre, desnuda como estaba, pero tenía otras prioridades en aquellos momentos, aunque eso no evitaba que se sintiera observada y evaluada, sobre todo por el hombre al que se iba a dirigir. Levantó sus manos un poco, en señal de que no iba a intentar nada, nada en absoluto contra Pacal, confiando en que aquel gesto tuviera allí el mismo significado que en su mundo, que en su época.

Y cuando llegó todo lo cerca que se atrevió a avanzar, aunque no tanto como para aquellas hachas la alcanzaran, y aunque estaba tentada de levantar su mirada hacia Pacal, la mantuvo fija en el suelo, a donde bajó una de sus rodillas. Bajó las manos y esperó. Le faltaba casi contener la respiración. Pero era eso o echar a correr por el pasillo, por la única salida, tras Enara y los demás. Porque no había otro sitio por el que pudieran haber ido. Y le sorprenderían que la dejaran pasar así como así al exterior. Sentía tan cerca de ella el filo de las hachas que casi podía escuchar como hendían el aire buscando su piel.

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07/07/2016, 17:47
Nathan Morrison

Nat subió los últimos escalones pesadamente. Realmente se encontraba cansado. Decepcionado consigo mismo y, en definitiva, vencido. Y lo que encontró en aquella terraza a tiro de piedra de la superficie no lo hizo sentirse mejor. No había signos de lucha. De hecho, todo parecía en una extraña y peligrosa calma. Como justo antes de una tormenta o, mejor aún, como justo después de una tormenta. Cuando la gente sale de sus casas y comprueba con horror e impotencia los estragos que las fuerzas de la naturaleza, sabedoras de su superioridad, han tenido a bien practicar con los desdichados mortales.

Todo se encontraba en un impass. Omar meditaba. Oli, Fadil y Sam permanecían estóicos... moralmente derrotados y sin recursos. De los demás no quedaba ni rastro. La cara del bailarín, ya per sé cenicienta por lo ocurrido abajo en el cenote, quedó ensombrecida aún más ante aquella evidencia. Mirando en derredor se aproximó a Oliver intentando no dar demasiada cancha a la creciente paranoia. La sangre que la nativa había lavado de las túnicas era evidente que no era de los soldados... pero, ¿muertos? Esperaba encontrar heridos. Esperaba en cierto modo un Pacal sonriente y triunfal tras haber doblegado a los recién llegados. Esperaba verle regodearse de las heridas inflijidas. Esperaba incluso ensañamiento o tortura. Pero no encontrar nada encendió todas las alertas que Nathan podía llegar a activar.

- Oli... ¿qué pasa? ¿Dónde están los demás? ¿A dónde los han llevado...? - preguntó temeroso. - No lo digas.. no digas la palabra "muerto" o entonces todo será real. Evítala como la peste, Nat.

Sin comerlo ni beberlo vió como Lottie se aproximaba a Pacal. ¿Qué demonios iba a hacer? Por un segundo el canadiense temió que fuera a atacarle en plena enajenación. Seguro que la francesa estaba pasando por el mismo proceso mental que Nathan y, sin duda, debía de estar sufriendo ante la expectación mucho más que el canadiense ya que en su caso era su hermano Sean y su mejor amiga Estel, dos de las personas que ya no estaban allí.

Cuando Lottie se arrodilló y mostró aquel inequívoco gesto de sumisión, Nathan se sintió aliviado para, un segundo después, experimentar una extraña sensación de repugnancia ante tal acto. Charlotte era una chica lista y serguro que todo obedecía a una estrategia pero allí, en aquel momento, con todo lo que envolvía al muchacho por dentro y por fuera, sentir asco era algo muy primario como para tratar de darle una explicación.

- Aquí no hay clavo ardiendo que valga... caeremos al vacío sin remisión. - sentenció para sí.

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07/07/2016, 18:15
Udjat

Y entonces, con un sonido desagradable y metálico, quizá por causa de la reverberación de la poza donde se encontraban, Pacal lanzó una estruendosa carcajada.

Sin contenerse, sin refrenarse, el hombre se rió. Se reía de ella, de la situación, se divertía.

Por un segundo los que lo vieron podían pensar que se acercaría a Lottie y la cogería de las manos para alzarla, y decirle que todo era una broma, que no se preocupara, que ya estaba.

En vez de eso se giró, mirando a su alrededor, a Omar, a Oli, a Sam. Sin dejar de reírse. Mofándose. Fadil dio un par de pasos hacia él, los puños apretados, caídos junto a su cuerpo, tenso como la cuerda del arco cuando está a punto de ser soltada. Pero Pacal no se inmutó. El egipcio se giró hacia Nathan, sin hablar, pero en sus ojos había una pregunta, un deseo, temeridad.

Sin embargo no hubo tiempo para ninguna reacción, ningún entente.

Pacal hizo un gesto con la mano hacia ellos, y dijo algo a los guardianes en su lengua, algo que activó un nuevo engranaje, uno que ya habían comprobado que funcionaba como un reloj.

Al instante fueron flanqueados todos y cada uno de ellos por un par de guerreros más, que los cogieron de los brazos y sin poder oponerse les condujeron hacia el túnel. Levantaron a Omar de su postura de meditación, levantaron a Charlotte aún prosternada. Casi tuvieron que arrastrar a Fadil, que a pesar de todo forcejeaba. Sin resultado, desde luego.

Y así, como una extraña y obligada procesión, salieron todos por el túnel, hacia la superficie.