Las ventas de activos han bajado y la empresa está sufriendo un bache de tesorería que será resuelto en breves, no hay nada de lo que preocuparse.
Esa fue la única explicación que les dieron tras el retraso del pago de la nómina, una demora que no se había producido nunca en los 40 años que el señor Hayes, el antiguo presidente de la sociedad financiera BuenaVista Capital y retirado tras su tercer infarto, había estado al frente del timón.
La nueva dirección, o dicho de otra manera Nicky Hayes y la exuberante ex-secretaria de su padre, contrataron a un elegante y carísimo consultor de procesos, dinamizador del espíritu empresarial y coach de la productividad para intentar remontar una compañía que más que hacer aguas, se desplomaba en barrena. Los rumores corrieron por la empresa respecto a la verdadera función de aquel consultor, desde que era el mesías que les devolvería a los lomos del caballo ganador, pasando por que su objetivo era racionalizar la plantilla y despedir a los trabajadores superfluos y finalizando por que era el encargado de valorar los activos antes de comprar la empresa y despedirlos a todos. Desafortunadamente el elegante consultor resultó ser lo que decía ser y, sin previo aviso, un correo electrónico llegó a todos los empleados de la empresa donde les citaba en la oficina el siguiente sábado a las 9 de la mañana para realizar unas dinámicas de grupo para fomentar el espíritu de equipo.
El autobús llegó puntual y llevó a los ojerosos y malhumorados trabajadores a un bosque lejano donde la pantomima empezó. Carreras por equipos atados los unos a los otros por las piernas, dejarse caer para ser cogido por un compañero y para acabar una yincana por equipos consistente en recuperar una bandera en el corazón del tupido bosque con el único equipamiento de una linterna, una brújula, un mapa y una cantimplora. El heterogéneo grupo se adentró en el bosque con la esperanza de acabar con la actividad lo antes posible y poder volver a sus casas a disfrutar del fin de semana cuando, de pronto, el sonido de la voz angustiosa y llorosa de una niño atrajo su atención
—El monstruo reptante se ha escapado y viene a por mí.
Tras mirarse preguntándose si aquello formaba parte de sus pruebas siguieron la voz, adentrándose cada vez más en el bosque, siguiendo aquella voz acuciante que los empujaba a tratar de ayudar a la pequeña en apuros aunque tuvieran que cruzar campo a través el bosque.
Empezaba a oscurecer y unos fríos zarcillos de niebla se cernían sobre ellos cuando el bosque se abrió dejando ver un claro. Su centro estaba ocupado por una casa, una casa donde se apreciaba el rastro de un incendio pasado pero que parecía lo suficientemente segura para pasar la noche.
Bienvenidos todos a esta segunda edición del campeonato de RPW. Si es la primera vez que participáis y a modo de introducción repasaré alguna de las normas y de lo que se espera de todos nosotros:
Y poco más, espero que disfrutéis de la partida, que tengáis suerte y que gane el mejor... Cualquier tipo de duda, aclaración o demás, ya sabéis donde encontrarme :).
Su cuerpo se estremecía al son arrítmico que marcaban los escalofríos, cual flan en agitación. Al tiempo, comenzaba notar los miembros entumecidos y pesados, pese a su ropa de abrigo y sus intentos de entrar en calor frotándose enérgicamente los brazos. Le gustaría alzar la voz y decir un sonoro “¡Os dije que debimos avisar a la policía!”, pero estaba tan cansada y tan acojonada que solo tenía ganas de encontrar un lugar seguro donde resguardarse de la noche, dejar que el contenido de su petaca apaciguara las tensiones y mañana sería otro día. La cosa no podía empeorar, o eso quería pensar. Quizá estaban ya buscándoles y sólo era cuestión de tiempo que dieran con ellos.
Los sucesos de aquel día solo habían potenciado en su cabeza la determinación de renunciar al trabajo el próximo lunes, mandar a todos a tomar por culo y empezar una vida nueva. Lejos. Eso se llevaba diciendo mucho tiempo, pese a que la búsqueda de un nuevo empleo no había sido todo lo fructífera que hubiera deseado. Había dejado los mejores años de su vida en una empresa que sólo le había devuelto frustración, amargura y una vena homicida que estaba segura antes no existía. Hace diez años jamás habría tenido la ocurrencia de escribir un diario sobre “mil formas de matar a tu jefe” …tampoco habría fantaseado con la idea de echarle algo en el café. Siempre había sido la santita, la callada, la mosquita muerta. Ahora, más cercana a los cuarenta que a la treintena, las empresas daban carpetazo a su currículum en pos de las nuevas jóvenes, tersas y tetudas promesas que se comenzaban a abrir paso en el mundo laboral. Había visto pasar la vida en vano, como quien deja pasar los trenes sin jamás atreverse a montarse en alguno hasta que dejaban de parar en la estación.
Era una fracasada de manual. En todos los aspectos de su vida. Tampoco había tenido suerte con los hombres, siendo ahora una solterona con cuatro gatos en casa. En algún momento del clímax de su soledad, cuando las noches se vuelven frías en una cama solitaria y el dildo se convertía en su mejor amigo, decidió crearse un perfil en Meetic. Sin embargo, hasta ahora, sólo se había encontrado con raritos, desesperados o capullos. Haciendo de su vida sentimental un vergel de decepciones que solo agriaban más su carácter.
Pero todo eso cambiaría a partir del lunes. Cerraría de una vez por todas aquel cajón de mierda. Aunque le costara volver al pueblo y trabajar temporalmente para el motel familiar… Con Betsy, la zorra de su cuñada y el bragas de su hermano. O ya vería… Ya se ocuparía de eso mañana, en su casa, con un té caliente en las manos. Ahora…
Cuando estaba a punto de rendirse y plantar el culo donde sea, oteó aquel claro presidido por una casa que, a todas luces, había visto épocas mejores. No obstante, bajo las circunstancias en las que se encontraban, el estado en el estuviera se le antojó irrisorio. Trató de iluminar la zona con el haz de luz que emanaba de la linterna y miró al grupo.
- No doy un paso más, vamos a refugiarnos ahí y ya nos encontrarán... – dijo, con una voz preñada de frustración y derrota.
Que la empresa se iba al cuerno yo lo tenía claro desde hacía semanas. A mí que no me hablasen de activos, valores ni índices de quién-sabe-qué, yo lo sabía desde que me habían cambiado la cinta americana por cinta de embalar de los chinos. Pero claro, yo no dije nada... A casi nadie, al menos. Sólo a la gente de confianza.
Pero igual que estaba segura de que iban a despedir por lo menos a la mitad, también lo estaba de que a mí no. Una ya no era tonta. Los chavales como esos con traje, maletín y toda la parafernalia eran todos iguales pero bedelas como yo no había ninguna. Y si alguien tenía alguna duda seguro que se les habían despejado cuando casualmente las fotocopiadoras se habían estropeado cuando más falta hacían. ¿Y a quién habían llamado entonces? A una menda lerenda, sí señor, y en diez minutos arreglado. Un trabajo eficiente.
Lo que yo no me esperaba era tener que venir a la cosa del mainfulneswonderful este. De hecho cuando me lo contaron, antes de mirar siquiera mi correo, pensé que no iba conmigo y me estuve riendo de los pringados que irían... Sin saber que la más pringada iba a ser yo. ¿Madrugar? Sin problema, incluso aunque fuera sábado. ¿Salir de la ciudad? Bueno, ni tan mal. Pero lo del bosque... Eso ya era otra cosa. Si lo llego a saber, a lo mejor prefería la indemnización y el paro.
Pero bueno, el día de ver a los pijos de siempre manchándose un poco tampoco estuvo mal. Al final fue como si estuviéramos en un campamento de esos de los críos y yo, que lo que pensase esta gente me la pelaba bastante, me lo pasé como una enana viéndoles caerse una y otra vez. También es verdad que llevaba algunas cervecillas en la mochila, y eso siempre ayuda. Aún así para cuando llegó la última actividad, o lo que fuese, ya estaba cansada y tenía ganas de irme a mi casa, poner los pies en alto y dormirme con la tele puesta. A lo mejor para el lunes me ponía enferma y me quedaba descansando. O mejor para el martes, y el lunes les dejaba algo escacharrado para que se divirtieran en mi ausencia.
Lo que no me esperaba para nada era oír aquella voz. Y joder, no tenía ni idea de si eso era parte del juego o no, pero sólo por si no lo era apreté el paso. No sabía si me había acojonado más lo del monstruo o el tono de la voz en sí, pero si por ahí había algún crío perdido se habían acabado las coñas. Caminé ya pasando del mapa, la brújula y de todo, sólo queriendo encontrar a quien fuese, y al ver aquella casa di por hecho que estaría dentro... Lo que quizá no mejoraba mucho las cosas. Entonces fue cuando oí a Simmons.
—Ni de coña —dije de inmediato—, aún tenemos que volver. Y aunque esté ahí dentro la jodida bandera esa, yo hasta que no encontremos a la cría no vuelvo.
Ahogué un improperio cuando una pequeña rama se enganchó a la pernera de mi pantalón por enésima vez. Vaya una tontería más grande esto del Team Building, como si la crispación que reinaba en la empresa pudiera salvarse por cantar Cumbayá todos juntos alrededor de una hoguera. Los rumores de despidos masivos y caos se propagaban como la espuma, la espada de Damocles parecía pender sobre todos nosotros.
“Y una mierda”
Muchos de estos muertos de hambre podían irse a pique, al fin y al cabo, la mayoría ya se merecían salir por la puerta antes de que todo se pusiera tan jodido. Pero yo había luchado mucho por estar donde estaba, había tragado mucha basura y me había chupado muchas horas como para rendirme tan fácilmente. Demostraría lo que valgo y me mantendría a flote y si para ello había que hacer el idiota por el bosque con estos ineptos, lo haría.
Sin embargo, este juego se estaba yendo de madre. Ya hacía un rato que seguían aquella voz infantil que les había hecho adentrarse en el bosque ¿No se suponía que buscaban una bandera? Como les gustaba liar las cosas a los hippies que dirigían esto. Lo más patético era ver a la de la limpieza…
“¿Cómo se llamaba? Va... a quien coño le importa”
…Con el rostro compungido por los gritos de este supuesto “niño”. ¿Es que acaso no podía ver que sería una grabación o algo? Patético. Siguieron avanzando y el sol se fue poniendo en el horizonte.
- ¡Tened las linternas a mano chicos! –
Intenté sonar alegre y despreocupada, pero empezaba a estar un poquito hasta las narices de todo esto. ¿Cuánto más iban a durar? ¿Cuánto más tendrían que andar? Dios, me moría por un cigarrillo, pero me había prometido a mi misma que no fumaría hasta terminar este juego. Sin embargo, no pude evitar llevarme la mano al bolsillo y darle unos golpecitos a la cajetilla que llevaba conmigo.
“Aguanta maldita sea, no muestres debilidad.”
Y seguimos avanzando hasta que finalmente apareció ante nosotros las ruinas de lo que antaño me imagino, había sido una casa. Al menos esto sirvió para que detuviéramos la marcha lo que aproveché para recuperar el aliento ¿Cuántas horas habíamos estado andando? Saqué la brújula para asegurarme de que sabía donde estábamos ¡Solo nos faltaría perdernos en este dichoso pinar!
Se ve que no era la única agotada porque Simmons sugirió que nos metiéramos en ese cuchitril cochambroso para esperar a que nos rescatasen. Se ve que esto no sentó bien a la vieja que quería… ¡Encontrar al niño! Esto ya era demasiado.
- Señora, por favor, no hay ninguna niña. ¿No ve que esto forma parte de la actividad? Será para guiarnos un poco o simplemente para ponernos nerviosos ¿No ve que si hubiera un niño estaríamos oyéndole todo el rato, gritando o llorando? –
Entonces me giré hacia Joanne.
- En cuanto a quedarnos aquí, no creo que sea sensato ni adecuado. – Era muy difícil mostrarse cordial cuando querías mandarla a la mierda , pero traté que mi voz sonara afable. - Si esa “voz” nos ha traído aquí, será porque la bandera está ahí dentro. Sugiero que entremos, la cojamos y volvamos lo antes posible. Seguro que los demás grupos aún no ha encontrado la bandera ¡¿Estáis conmigo?!-
Levanté el puño mientras ponía mi mejor cara. Empecé a encarar la casa.
La empresa estaba pasando por un mal momento y Andrew estaba cargado de ideas para mejorar, había estado desarrollando una estrategia de ventas que podría ayudar, solo necesitaba una oportunidad. Las actividades que habían realizado buscaban mejorar la cohesión del grupo de trabajo y, aunque Andrew pensaba que un buen programa de coaching hubiera sido más productivo, los juegos le habían permitido acercarse a compañeros y, lo mas importante, a superiores.
Cuando oyeron a la niña vió una buena ocasión de entablar relación con Joanne, un peso pesado con años trabajando en la empresa aunque, en opinión de Andrew, algo desmotivada. También con Alexandra, una mujer inteligente y bastante atractiva, aunque lo que más le “atraía” a Andrew de ella era su proyección en la empresa.
Se adentró en el bosque pensando que la voz infantil era parte del juego y les guiaría hasta la ansiada bandera aunque cuando llegaron a la casa Andrew no se sentía tan optimista como Alexandra. Entonces sacó una de las cámaras desechables e hizo una foto de la casa, en ella saldrían las tres mujeres de espaldas, caminando hacia la misma.
-¿Creeis que la bandera estará ahí dentro?. No parece muy segura. Fijaos, el incendio pudo afectar a la estructura.- La normativa de prevención de riesgos laborales vino a la cabeza del becario y en ella no había lugar para una sección sobre “visitas a casas quemadas abandonadas”.
Se asombró al oír a Julia, era la encargada de mantenimiento con quien apenas tenía confianza pero de quien no esperaba ese arrebato. ¿En serio creía que había una niña?. Por encima Joane pretendía pasar toda la noche allí. -¡Uf!, pasar la noche en ese cuchitril, ¡qué locura!, pensó.
Entonces pensó que podría ser una oportunidad de oro para presentar su idea a Joane sabía que corría el riesgo de que se llevara todo el mérito pero ¿qué otra cosa podría hacer?. Además estaba oscureciendo y el camino de vuelta no era corto y sería peligroso aún con las linternas. Entonces apuró el paso y llegó a la altura de Alexandra justo cuando alzaba el puño, dejándose contagiar por su entusiasmo o haciendo la pelota lo mejor que sabía, imitó su gesto y con una sonrisa respondió
-¡Claro que sí! ¡Vamos!.- Y avanzó tras la mujer sin poder evitar una furtiva mirada a su trasero.
La puerta era de madera antigua y pesada, con las señales de haber sido lamida por el fuego mucho tiempo atrás y la parte de arriba completamente chamuscada. Estaba abierta y crujió al girar en los goznes cuando el pequeño grupo la abrió para pasar al interior de aquella casa.
Se encontraron entonces en lo que debía haber sido en su día un vestíbulo que estaba totalmente abandonado. El suelo y las paredes ennegrecidas parecían dar testimonio del incendio que había asolado el lugar, aunque el paso del tiempo había permitido que el olor a quemado desapareciese casi completamente. Tan sólo quedaba un remusgo acre y residual que se pegaba al paladar con cada inspiración.
Aquella primera estancia estaba totalmente vacía, salvo por una vieja silla que caía al suelo justo cuando la puerta se cerraba tras ellos, como si una ráfaga de viento la hubiese hecho caer, salvo que ninguno de ellos había notado corriente alguna al entrar. Salvo la silla el único elemento a la vista era una puerta cuya hoja debía haber ardido y de la que apenas quedaba una abertura en la pared que daba a otra estancia. Desde donde se encontraban podían adivinar las formas de algunos muebles, pero ni rastro de la bandera. Si se encontraba allí, sin duda estaba escondida.
Un silencio pesado y ominoso se extendía por el interior de la casa pero de repente se quebró por el sonido de pasos a la carrera y una voz infantil les llegó desde algún lugar más allá de esa estancia.
—Ayudadme, por favor —se escuchó, con tono lloroso y suplicante.
Mapa:
Todavía tenías la brújula en la mano cuando entraste en la casa y entonces te diste cuenta de que algo raro pasaba con ella. La aguja había dejado de moverse para marcar el norte. Estaba quieta, completamente quieta. Parecía haberse quedado muerta y no giraba en ninguna dirección por mucho que movieses la mano.
Le llevaban la contraría y eso colmaba un poco más su paciencia. Un tic nervioso se pronunciaba en su ojo derecho, un parpadeo incontrolado, una mandíbula apretada. La petaca que reposaba en su mochila hacia un llamado de atención: “Hola, Joanne, estoy aquí, dame lo mío”. Su gestión emocional hacia las negativas era deficiente, sin duda secuela de su vida minada de frustraciones, pero que le pasara por encima hasta la bedel... ¡Tenía ganas de matar!
La puta de Dupont estaba en toda su salsa, mandando y dirigiendo, pensando que era mejor que el resto... con esa cara de haber tenido muy cerca de las amígdalas todos los falos importantes de la oficina. Todo el mundo sabía cómo se estaba abriendo camino en la empresa, debía tener callos de un centímetro de grosor en las malditas rodillas.
¿No podía haberle tocado al menos otro grupo? Allí estaba, con la chacha bollera, el becario con acné y la furcia Dupont, perdida en mitad de la nada, pasando frío. Seguro que esto en el fondo era una jodida broma, o algo similar, para sacarles de quicio y provocar un Battle Royale. Si se mataban entre ellos no tendrían que despedir a nadie. Madre mía, estaba delirando.
Se hubiera conformado con un sábado estándar. Libro o película, vino blanco hasta la ebriedad, una buena sesión de corsario negro vibraplus 2.0 seis velocidades y a dormir... En el fondo, no pedía tanto a la vida. Un buen trabajo valorado y pagado (algo que no estaba segura que pasaría en adelante dada la situación de la compañía), una casa con jardín, dos niños y un marido atento que supiera usar bien la tercera pierna. ¿Era mucho pedir?
- Aterriza, Dupont, nos hemos perdido. A menos que seas una experta en orientación... - que no creía, solo era experta en lamer pelotas de altas esferas. Se notaba que la arpía se estaba esforzando por mantener en la cara ese rictus de falsa cortesía, pero ella se había rendido en muchos aspectos y no se iba a molestar ni en eso- ...creo que lo más prudente es esperar en un sitio sin movernos y que nos encuentren. Es de noche, joder. - ahí estaba, perdía los nervios. La buena de Joanne perdiendo el control. Hola, Mr. Hyde.– Puede haber animales salvajes aquí.... Está anocheciendo, nos podemos partir una pierna o algo peor.
Rogers parecía preocupado ante la agorera idea de si se les venía la casa encima. Era un chico previsor, eso no podía negarlo.
- Bueno, lo veremos si nos acercamos, pero es la mejor opción si todo está correcto. Si no, ya vemos... - le acabó diciendo, escéptica de que ahí estuviera ninguna bandera. ¡Estaban perdidos!
Pese a las discrepancias, había algo en lo que parecían coincidir: que no había niño o lo que fuera. No, debía ser una maldita broma. Si, eso es. Una broma o una prueba de mal gusto. No lo iba a discutir con la chacha, no había ido a la universidad para acabar debatiendo con obreros.
- Alguien con lógica está de acuerdo conmigo ¿por favor? - casi suplicó, siguiendo a la rubia de bote. Miró sobre todo al becario.... más joven, más manejable. Al menos sentía que le imponía algo de respeto, eso le ponía. Aunque seguro que él también estaba cegado por ese culo de gimnasio que se bamboleaba en dirección a la cabaña. Efectivamente, ahí estaba. Los hombres eran así, bobos.
Les siguió en silencio y procuró rezagarse un poco para sacar clandestinamente su petaca y dejar que su líquido contenido le acariciara el paladar tras un sorbo breve pero energizante. Sentía bajar aquellos mililitros de Dalmore por su esófago, mientras observaba la silueta recortada de aquel edificio carcomido por el fuego y otras inclemencias. Quizá el becario terminara de llevar la razón, pero no saldrían de dudas hasta valorar el interior.
Por supuesto, no esperó que la remilgada de Dupont tomara la iniciativa de hacer el trabajo sucio y abrir el portón chamuscado. Fue ella quien, en un vano intento de no pringarse tampoco, trató de empujarlo hacia el interior con un par de punta pies de sus botas robustas de montaña. Para cualquier esfuerzo extra, ya tendrían que pringar los demás. De una forma u otra, enseguida se ve inmersa en un recibidor lúgubre y desalentador, planteándose dos veces la idea de pasar allí siquiera dos segundos más. Está a punto de desfallecer y, como solo pasaba en rarísimas ocasiones, recular y pedir marcharse al resto, cuando el portazo súbito le hace dar un respingo.
- ¡Joder! ¡Joder! - excalama en primera instancia, con el corazón situado a la altura de su garganta, palpitando con violencia y convirtiendo sus sienes en dos potentes tambores. Quizá después se acabara dando cuenta de además había tenido una pequeña fuga urinaria. Esas malditas gotas que profanan la ropa interior en los momentos menos afortunados.
Fue incapaz de decir más. No le salían las palabras, ni lo haría después, cuando el bombeo de su corazón se entremezcla con el sonido de los pasos y luego... y luego la maldita voz. Si se trataba de una broma, era de mal gusto y se estaban riendo de ellos. Y si se estaban riendo de ellos, se iban a arrepentir seriamente de estar haciendo de su sistema nervioso un maldito punching ball.
- ¡Si... si esto es una puta broma... ya es más que suficiente! - trato de decir con una seguridad que se quedó en una mera intención. Porque se le quebró. Estaba un poco acojonada.
Eché una mirada por encima de las gafas a la trepa de Alexandra cuando me respondió de aquella forma. Vamos, como si ella supiera algo de críos, cuando estaba claro a todas luces que era la típica mujer de la que cualquier crío huiría. Decidí no contestar. Además, yo era la primera que había pensado que eso formaría parte de la actividad... Pero un ¿y si...? insidioso me picoteaba en al nuca. En fin, esto era como desatascar los baños: cada váter a su tiempo. Al menos no apoyaba la chaladura de quedarnos esperando a que vinieran a por nosotros.
En cuanto llegamos a la casa y Simmons abrió la puerta pasé al interior. El aspecto del lugar me hizo arrugar la cara, molesta, empezando a dudar seriamente que aquello fuese parte del juego... O que no llevásemos todo el tiempo perdidos en realidad.
Me quedé callada, mirando alrededor con atención, esperando oír cualquier cosa que... Hostia. Hostia, hostia, hostia. Estaba preparándome para algo, pero no para eso. Di un salto en el sitio con el ruido de la puerta y la caída de la silla y miré a los otros un instante. Alucina, vecina. Si eso era parte del juego, se lo habían currado de verdad.
—Me cago en la puta... —murmuré, pero antes de poder añadir algo más se oyeron aquellos pasos y la voz de aquella niña de nuevo.
—No sé si es una niña de pega, pero el incendio parece que fue de verdad —aseguré.
Y sin pensármelo dos veces ni plantearme volver por donde habíamos venido, me dirigí a aquella puerta.
- Alguien con lógica está de acuerdo conmigo ¿por favor?
Sintió como que esa pregunta iba por él y no pudo ignorarla. -A estas alturas regresar no es buena idea, metámonos en la casa y a ver lo que encontramos.- Al acercarse a la casa pudo ver mejor su estado. -Mira, tiene unas pareces bastante gruesas, estas casas viejas aguantan más de lo que parece, no creo que haya problema.- Le dijo intentando calmarla.
Cuando la vio por dentro no se sintió tan optimista, el incendio se había cebado con la vivienda. Cuando la puerta se cerró Andrew dió un respingo y soltó un ridículo gritito -Aaaay... Jo, ¡que susto!.- Dijo. Enfocó la puerta con la linterna -Bueno, al menos no creo que se nos cuele un animal por la noche.- Dicho esto se encogió de hombros. Aún estaban en el vestibulo cuando oyeron aquellos pasos y la voz, de nuevo, de una niña. Ahora si que se puso realmente nervioso, empezó a temblar haciendo el haz la luz de su linterna vibrara inquieto mientras iluminaba la puerta que daba acceso a la siguiente estancia.
-El que diseñó este juego debe ser un fan de Stephen King.- Dijo sin estar muy seguro de la obra de tal escritor. -Creo que quieren que vayamos por ahí.- Pero Julia tenía otras intenciones. Andrew la miró con gesto de indecisión. -¿Que hace? ¿Se va?.- Pregunto a Joane y Alexandra.
Todos se movían, pero la boca de Joanne tampoco se paraba. Tuve que respirar profundamente varias veces para no girarme y decirle a esa puta fracasada lo mucho que deseaba que se le cayera toda la jodida casa sobre su sucia cabeza. Pero había que mantener la calma y superar esta dura prueba de “trabajo en equipo”. El novato se mostraba servicial y sumiso. Penoso, pero al menos no me provocaba dolor de cabeza, incluso agradeció que fuera él el que abriera la puerta de aquel cochambroso lugar.
Una vez dentro, me invadió una extraña sensación de desasosiego, el aspecto de aquel lugar era terrible, realmente parecía que podía caerse todo en cualquier momento.
“Lo que me faltaba, ahora tener un accidente en un sitio como este y tener que cogerme una baja…”
Solo la posibilidad de faltar al trabajo la llenaba de terror. Daba igual lo mucho que llevara esforzándose, sabía que unos días fuera y todo sería olvidado y sanguijuelas como Joanne podían llevarse un crédito inmerecido.
Queriendo ver donde estábamos, observé la brújula nuevamente y extrañada, me fijé en que siempre apuntaba al mismo lugar. Daba igual lo que me moviera.
“Perfecto, encima se ha jodido el cacharro este”
Iba a maldecir nuevamente cuando aquella voz infantil inundó el lugar. Estaba pidiendo ayuda. No lo pude evitar, un escalofrío me recorrió la espalda y contuve el aliento. Me fijé en que no fui la única sorprendida. Aquella voz había sido capaz de callar incluso a Simmons.
Cuando la voz cayó, todos reaccionaron igual, acojonándose. Lo cierto es que había sido de muy mal gusto, pero estaba claro que todo debía formar parte de esta tontería de prueba.
- Están llevando esto demasiado lejos, creo yo – dije al oir el comentario sobre Stephen King del becario. – Ya no es divertido. –
Queriendo terminar lo antes posible, aceleré el paso y adelanté a la chacha, tomando la iniciativa para avanzar por la casa.
- Quita, ya me encargo yo.-
De un empujón tal vez un pelín mas fuerte de lo que debería, la aparté de la puerta.
- Por cierto, ¿Alguien tiene una brújula que funcione? La mía ha quedado tiesa y no se mueve. Nos vendría bien para poder volver –
Entonces abrí la puerta y puse toda mi atención en la nueva sala a fin de encontrar la dichosa bandera lo antes posible.
Tirada de Protagonista
Motivo: Buscar (Astucia)
Dado principal (1d6): 1 = 1
Dado salvaje (1d6): 6+(2) = 8
Total: 8+(2) = 10
Dificultad: 4
Resultado: ¡Exito con aumento!
No se si habré hecho bien la tirada.
Yo tengo una duda.
Según entiendo se supone que yo conozco todos los cotilleos de la oficina. ¿Tengo libertad para inventarme cualquier cosa de mis compañeros? ¿Se me permite acordar las cosas con ellos aquí rápidamente, en notas, para no ser demasiado "intrusiva"?
Las palabras de Joanne no obtuvieron respuesta alguna, pues después de esa voz había vuelto a extenderse el silencio por el interior de la casa. Y en ese silencio los cuatro empezaron a escuchar un golpeteo arrítmico en el exterior: el sonido reconocible de la lluvia empezando a caer sobre las hojas de los árboles que rodeaban el claro.
Mientras tanto, dentro de la casa, algunos comprobaron sus brújulas tras escuchar a Alexandra, sólo para ver con sus propios ojos que ninguna funcionaba como debía. Las agujas de todas ellas habían dejado de moverse para marcar el norte. Estaban quietas, completamente quietas. Parecían haberse quedado muertas y no giraban en ninguna dirección por mucho que las moviesen.
Y fue justamente Alexandra la que empujó a Julia para pasar la primera a la estancia contigua un paso por delante de Julia, dejando a Andrew y Joanne atrás.
Alexandra: Para buscar deberías haber tirado por Notar, en tu caso 1d8+2, que sería un poco mejor que lo que lanzaste. No hace falta que la repitas ni nada, tomaré la que hiciste, pero lo aclaro para el futuro :).
Lo pongo para todos por si le viene bien a los demás. Por cierto, si quieres puedes quitar lo de Alexander de tu nombre y dejar sólo Alexandra.
Todos: Dado el ritmo de la partida y su corta duración es mejor que si queréis hacer alguna tirada que acompañe vuestros posts, la adelantéis, antes que esperar a que yo os las pida. Si resulta que no procedían ya las ignoraré yo. En cualquier caso, no os preocupéis mucho por los dados, en esta partida no es necesario que conozcáis el sistema y si en algún momento es necesario yo puedo tirar por vosotros.
De momento si habláis en voz alta os oís aunque estéis en estancias diferentes, así que si decís algo podéis marcar a los otros en vuestros posts.
La sala en la que se encontraron las dos mujeres debía haber sido en otro tiempo un comedor. Aún albergaba los restos de algunos muebles chamuscados que se habían salvado parcialmente del incendio. Las estructuras de las paredes y el techo parecían haber aguantado bastante bien los envites del fuego y del tiempo, a pesar del estado deteriorado que mostraba toda la estancia.
En cuanto Alexandra puso un pie en aquella sala sus ojos atentos se movieron por ella y no tardó en vislumbrar algo que atrapó su atención. En el centro del comedor se podían ver los restos de una alfombra carcomida por el incendio y mordisqueada por alguna alimaña. A pesar de que estaba cubierta por polvo y cenizas la mujer vio algo que parecía brillar bajo el haz de su linterna y cuando se acercó para apartarla desveló una trampilla, con una manecilla de latón para abrirla.
En la pared de la derecha había una puerta cerrada y mientras Alexandra hacía su descubrimiento Julia echó un vistazo al otro lado, para encontrar unas escaleras de caracol que ascendían hacia el piso de arriba. Desde allí parecía llegar el sonido de un llanto infantil, quedo y acongojado.
Cuando las otras dos se adelantaron, Joanne y Andrew quedaron atrás en el vestíbulo. A través de la abertura de la puerta podían vislumbrarlas moviéndose entre los restos de los muebles chamuscados. Al menos hasta que la luz de la linterna que sostenía el becario empezó a parpadear. Tras tres parpadeos, en el cuarto se apagó definitivamente, como si se hubiese quedado repentinamente sin pilas.
El lugar quedó en penumbra, iluminado tan sólo por el haz en movimiento de Alexandra y la escasa luz que entraba por las ventanas, proveniente de una luna menguante que parecía una sonrisa estrecha cuando se dejaba ver entre las nubes y la lluvia que había comenzado a caer.
Fue entonces cuando Joanne sacó su teléfono móvil para comprobar que su pantalla no se encendía, como si el aparato estuviese tan muerto como las brújulas y la linterna que había dejado de funcionar en la mano de Andrew.
He consultado tu duda con los otros organizadores. Como mucho en unas horas te respondo :).
El pasmo fue común y confortó a Joanne, en la medida rastrera en que no había sido la única en cagarse en los pantalones. La reacción más patética había sido, de lejos, la del becario. Así que la propia podía considerarse un estándar bastante aceptable. Y razonable. La situación se había ido de las manos y la parte racional de su cerebro le había convencido de que todo formaba parte del juego. Alguna prueba psicológica o mamarachada similar. Debía reconocer que estaba currado, la puerta, la silla... todo a la altura de mockumentary de terror, con cabañas y adolescentes que se dan el lote. Y luego mueren.
Miró a Dupont mientras alzaba una ceja que amenazaba con salírsele de la cara. ¿Pero alguna vez todo esto había sido divertido? No iba a perder el tiempo en debatir más con ella. Aparte de que había perdido el hálito, pensaba que sería como luchar contra un muro de piedra. La trepa nunca admitiría que este plan empresarial era una majadería, puesto que estaba haciendo lo que más le gustaba en la vida: ser una falsa lameculos.
Saco su petaca, ya sin melindres, y pegó el segundo trago de la noche. El alcohólico licor le calentó la garganta y le devolvió un poco la entereza.
Julía se adentraba, no esperaba menos, era el hombre del grupo. Dupont, se adentraba... tampoco le sorprendía, ella siempre tenía que ir delante. Deseó que una viga desvencijada se le cayera encima y le reventara esa cabeza de arrabalera que tenía. El becario, por su parte, parecía un poco confundido. Quizá seguía en shock.
- ¿Qué?- le miró perdida cuando preguntó acerca de la bedel, que había entrado, no salido. Pero quizá se había perdid parte de la conversación con su pasmo. - Yo que se, que hagan lo que le salga del coño, os espero en la puerta... - acabó diciendo hastiada, viendo como aquellas dos pretendían entrar, cuando ella lo que iba a hace de forma inmediata era salir.
Acortó los pasos con la puerta de entrada a la casa con la intención de abrirla. Ellos que hicieran lo que gustasen, ella se iba. No sabía a qué se refería exactamente Dupont con lo de la brújula, así que echó un vistazo a la suya mientras pretendía salir. No se fiaba de ella, quizá todo se resumía a que era tan lerda que no sabía cómo funcionaban esas cosas. No es que ella fue especialista, pero durante la adolescencia había sufrido un episodio de enchochamiento severo con un boy scout y se interesó por ese tipo de mierdas. Para impresionar.
El chequeo arrojó resultados nefastos e hizo un mohín con la nariz. Efectivamente, aquella cosa estaba escacharrada. Le dio un par de golpecitos, como si haciendo tal cosa fuera a arreglar el mecanismo.
- Es verdad ¿os pasa a todos? - preguntó con extrañeza, al tiempo que la luz de linterna del becario moría entre estertores y Joanne se volvió a mirar eso. Olvidando su pregunta ulterior, fue a echar mano a la propia que yacía olvidada en el fondo de la mochila. Dada la falta de luz, intentó ayudarse del haz procedente de la pantalla del smartphone, pero este solo le devolvió negrura. Panic attack – Mierda, se me ha muerto el móvil. Si estaba a tope de batería, joder – panic attack, panic attact. Presionó el botón de encendido en un ataque desesperado de revivirlo.
“Si, Joanne... Las cosas pueden ponerse mucho más feas” pensó, en mitad de la penumbra, experimentando lo que ya se había convertido en un acojonamiento severo y escuchando el repiqueteo de la tormenta que se había desatado fuera.
No hay una «forma oficial» de hacer lo que preguntas, así que queda la decisión en tus manos.
Por mi parte veo correcto que acuerdes con tus compañeros en off-rol en esta misma escena. Si decides inventar por tu cuenta trata de dejarles algo de margen para que puedan sumarse o no. Y si no, siempre te queda la opción de considerarlo un rasgo de carácter, que Julia es una cotilla, y jugarlo simplemente como tal sin profundizar en los cotilleos que ya conoce.
Perfecto.
Voy a escribirles a todos en privado al respecto aunque les diga lo mismo, para que tengan más libertad a la hora de contestar. Siento ensuciar tanto la escena.
¡Hola! :)
Me comenta la dirección en resolución de dudas que como se supone que Julia conoce cosas de los compañeros no hay una forma "oficial" de gestionar esto. Al ser una partida tan corta quería proponerte inventarme cosas sobre Alexandra sobre la marcha y que te sumes (o no) a ellas según te parezca. Por mi parte tienes total libertad para que sean sólo chismorreos de oficina.
También me parece divertido dejar cosas abiertas como "¡Sé adónde vas los sábados por la noche!" o "¡Sé con quién hablas desde el teléfono de la oficina!" y que tú puedas completar con lo que te parezca adecuado.