Partida Rol por web

Aquella situación era realmente desesperada. Benson logró saltar y auparse por el hueco de la trampilla del techo sin problemas. Similares acciones intentaron el ingenieron William y el comandante Foster, pero antes de lograr auparse recibieron dos zarpazos de aquellos seres del demonio... Por su parte, el marine Jack, fiel a su oficio, apretó el gatillo de su rifle lo más preciso que pudo. Sin embargo, el disparo impactó sobre la puerta, muy desviado.

Daño a Arthur: 6 pv.
Daño a William: 1 pv.

William, Foster y Benson se dieron cuetna que estaban en algún tipo de hueco entre el piso inferior y el superior, como en una especie de hueco de ventilación de la base.

Con su habilidad con la semiautomática comprometida por el nerviosismo y sus heridas no tuvo otra opción más que emprender la retirada y seguir por la vía de escape. El túnel de ventilación parecía lo más acertado que permanecer junto a esos monstruos que se resignaban a recibir las balas que disparaba Jack.

Por lo tanto, y actuando tan rápido como pudo, el marine intentó subir por el túnel y alcanzar a sus compañeros. Si por única vez la suerte le ayudaba, Jack podría escapar de una muerte horrible.

Jack, a duras penas, logró hacerse de un salto con el borde del conducto de ventilación, justo donde ya estaban apoyados sus compañeros, y logró auparse con la ayuda de éstos. Los zombis que ahora quedaban allá abajo miraban hacia arriba, zarandeando sus manos contra vosotros, y en aquella sala se revolvían de un lado para otro, intentando en ahora en vano encontrar el mejor modo para atacaros.

Una vez estuvísteis todos arriba en un estrecho hueco, sólo podíais permanecer agachados, en cuclillas. La mejor manera de sobrevivir era no quedarse allí, ya que aquel conducto podía ceder con vuestro peso. Por eso avanzásteis por él, agachados, y moviéndoos unos pasos al frente o otras más a la izquierda dísteis con una rejilla por la que entraba la luz del sol a intervalos. Tras empujarla con el pie, pudísteis ver el cielo abierto, y ante vosotros se alzaba la enorme torre de radio que habíais visto desde abajo.

Además, veíais alrededor del edificio, allá abajo en el suelo, cómo la base estaba infestada de zombis que estaban pululando por la entrada y todo el pequeño perímetro. También podía divisarse toda la isla, lo cual era un espectáculo precioso.

Desde allí, Cade Foster señaló un punto en la lejanía, casi en la cosa, el sitio de un pequeño poblado, lo cual todos vísteis. Claro que, también, lográsteis ver en el lado opuesto de la isla un muelle ¡un muelle! Era el típico muelle construido para la guerra, improvisado. Claro que, no había barcos atracados en él. Ambos puntos de interés debían estar, más o menos, a un día o dos de camino.

Ante tales vistas y después de escapar airosos de la peligrosa situación  que dejaron atrás. Cade Foster respiró hondo para expulsar toda la adrenalina acumulada ante tanto estrés. Por momentos el Comandante habría preferido volver al Océano. Ya que parecía que habían salido de las brasas para acabar en el fuego de aquel infierno de isla.

Caballeros, la primera premisa para sobrevivir en terreno hostil es estar en constante movimiento. Así que no habrá tiempo para descansar hasta alejarnos media jornada de este faro. Tomaremos un respiro y sanaremos nuestras heridas. Para volver a la marcha.

El Comandante meditó que rumbo tomar...

Nuestra primera opción fue investigar este faro en una instalación militar y es obvio que no ha sido un éxito por la bienvenida que hemos recibido. Con lo cual, propongo cambiar nuestro criterio de exploración y dirigirnos a la aldea nativa que se ve en el horizonte. Quizás encontremos algún isleño que nos explique que está sucediendo con las tropas Japonesas. 

El Ingeniero no estaba muy seguro de qué era lo que había pasado con exactitud, salvo que había logrado ser el primero en salir de aquel lugar a costa de un arañazo. Y se alegró ver que el resto de sus compañeros, así lo habían logrado, aún teniendo que ser él uno de los que le echaran una mano a su compañero herido para salir de aquel infierno infestado por infectados.

-Señor. Si se me permite comentar. ¿Qué diablos sabrá un chupa-arroz paleto de una isla abandonada de la mano de Dios, de hablar nuestro idioma?. O incluso mejor; ¿Qué sabrá un ojos-rasgados-moreno de lo que sea que hagan en secreto, la ocupación militar en su base de la jungla?. A mi modo de ver, ir al pueblo tan solo nos expondrá a más riesgos innecesarios... y no creo que todos podamos lograrlo... -Dice mirando disimuladamente a Stockton.

El Ingeniero aprovechando el lugar en el que se encontraban volvió a mirar hacia aquella aldea. En busca de ver algo que pudiera confirmar su teoría de que ese lugar, no era más que un nido de paletos que no saben nada de lo que aquí sucedió, o incluso lo que sería aún peor, que se encuentre completamente arrasada por la plaga.

-Si esas cosas nos atacaron a nosotros... ¿Por qué no habrían atacado a la aldea?. Si pasó como le pasó a Winslow, una sola víctima duplicaría el número de criaturas, así constantemente. Como una secuencia de Fibonacci, o una exponencial de base 2.... 

Cade Foster asintió tras escuchar al ingeniero. 

Crowden, su teoría tiene mucha lógica.Y no hay tiempo para debatir sus observaciones. Sólo sabremos el devenir de nuestras opciones cuando escojamos una de ellas y la pongamos en práctica. Aunque los chupa-arroz a que se refiere, seguramente son los más diestros en este terreno. Y quizás hayan podido esquivar estas abominaciones como nativos que son de la isla. Además, entre los "zombies" que nos han visitado no parece haber ningún isleño.... Y debido a nuestra reciente experiencia, empiezo a no fiarme de ninguna instalación nipona, menos aun de un muelle sin barcos atracados. No veo que nos puede aportar. 

Pero insisto, solamente sabremos el resultado de nuestra exploraciones una vez realizadas....

Como excepción a la "democacia" militar, el comandante propuso lo siguiente.

Dado la delicada situación en que nos hayamos, que escojan también el artillero y el Marine. Incluso podrían proponer una tercera opción. A fin de cuentas está en juego el cuello de todos. Que la mayoría decida nuestro próximo objetivo. 

Una vez en la relativa seguridad de las alturas Jack plantó su trasero y decidió descansar durante toda la estadía y disfrutar de la vista. Desde luego allí, junto a los demás, descubrió que la base estaba infestada de esos muertos andantes, y que en la isla había una aldea y un muelle, uno pequeño pero una muelle al fin y al cabo.

- Señor. En el muelle quizás haya una embarcación en tierra, camuflada para que no sea detectada desde el mar y el aire. En cambio el poblado podría estar infestado al igual que aquí. No dudo que esas cosas vaguen por toda la isla. –

Jack recuerda claramente el primer encuentro con la primera criatura que dio muerte a Winslow. Que el pueblo haya sido atacado no es difícil de creer. Eso podría ser una trampa peor que la base.

-Al encontrarnos aquí, en la altura, se me ocurre aprovechar el entorno e intentar llamar la atención provocando un incendio. Uno que pueda ser visto a decenas de kilómetros a la redonda, y con algo de suerte podría atraer a los nuestros. Yo tengo una granada creo…- afirma al hurgar entre sus escasas pertenencias.

Pues la democracia ha decidido. Vayamos al muelle. A medio camino nos recuperamos de las heridas y buscamos alimentos antes que anochezca.

- Así lo haremos, señor - responde Benson a la exposición del plan del comandante.

Decidísteis entonces partir a los embarcaderos que se veían al fondo. El ingeniero miraba desde la altura de aquel tejado, junto a la antena de radio, aquel punto lejano casi en la costa que Foster había señalado. Y era precisamente eso, un punto en el horizonte, muchos metros hacia delante y hacia abajo (varios kilómetros sin duda). En el otro lado de la isla se vislumbraba el muelle, tal vez a la misma distancia, y finalmente decidísteis moveros hasta allí. Al mirar hacia abajo, más allá del borde de aquella especie de tejado, vísteis que aún había varios seres zombis deambulando por el complejo. Sin embargo, hubísteis de estar un rato bastante quietos (sobre todo sin hablar), para que creyeran que ya no estábais allí. Y de esta manera comenzaron a alejarse de la base japonesa, internándose en la selva.

Era ya media tarde (pues la espera duró bastante), y pronto, en aquellas latitudes, el sol se pondría por completo. Sin embargo, había que aprovechar las pocas horas que quedaban para avanzar hasta ese muelle. Por ello, descendísteis por unas pequeñas escaleras que daban a aquella altura; atravesásteis la puerta de acceso y eso os hizo internaros otra vez en el complejo. Ahora bajábais las escaleras que habíais encontrado nada más entrar allí, horas antes, por el acceso principal. Tras dar unos pasos lográsteis salir a la puerta principal. Y sin más preámbulo (habiendo tomado ciertas referencias de orientación), comenzásteis a descender aquella gran montaña, casi por el lado contrario del ascenso: había que llegar al embarcadero cuanto antes. Eso sí, el terreno seguía siendo selvático por el lado opuesto de la gran cumbre, a la vez que escarpado. Y mucho.

Tras una larga espera, parece que hemos conseguido despistar a los seres que nos acechan y con cuidado bajamos del tejado para internarnos entre la espesura vegetal.

Mientras avanzamos, agudizo mis sentido para descubrir cualquier nueva incidencia...

Otra vez en la jungla, sin lugar a dudas había otros muchos sitios en los que el Ingeniero hubiera preferido estar, tales como por ejemplo, en su casa, en la universidad, en una apacible biblioteca, o delante de una chimenea en una noche lluviosa con una buena taza de té caliente y un libro apasionante. - Por desgracia la situación no podía ser más virtualmente opuesta a la que él hubiera deseado.

-Por curiosidad, ¿Sabemos exactamente en qué isla nos encontramos?. En caso de encontrar una radio en uno de los barcos, si los hubiera, estaría bien saber localizarnos para pedir auxilio, o para navegar si vamos a alta mar...

Llegar hasta el muelle no sería tan fácil en apariencias como se dibujaba desde la altura. La selva se presenta muy cerrada, con pocos senderos por donde bajar hacia la costa.

Para colmo de males esos “cosas” al dispersarse se internaron en la selva, quizás hacia todas las direcciones posibles. Esto último le erizó la piel al tullido marine.
- Sea la isla que sea debemos hallar un sitio alto para pernoctar. No quiero que me sorprenda una de esas “cosas” en medio de la noche. No señor. –

Dejar atrás la base japonesa es un alivio a medias, cuando la selva los espera con sorpresas y desagrado por igual. Ni hablar cuando el sol caiga.

La treta había surtido efecto, la inmóvil tropa parecía invisible para los zombies. Y una vez desaparecieron de  sus vistas el Comandante se sumó a la marcha selvática. Se lamentaba no haber investigado más fondo aquella base nipona, pero no se podían exponer de nuevo a otro ataque de aquellos viles seres.

No se ustedes que piensan señores, pero está claro que hay alguien más en la isla. Quiero decir en su sano juicio, obviamente. Alguien dejó esposado al zombie intencionadamente. Para alertar con sus ruidos al comité de bienvenida.

Habrá que estar alerta de ahora en adelante. Ya que como decía nuestro ingeniero, estos Zombies podrían ser una poderosa arma en manos equivocadas.

De momento todos os centrábais en avanzar a través de la selva, descendiendo la montaña lo antes posible. Todos os aquejábais de cansancio, evidente por el día que estábais pasando, pero era Stockton el que más retrasaba la marcha. Era él, precisamente, quien apostaba por encontrar un lugar para pernoctar. Mientras pisábais barro, raíces y rocas por igual, justo antes de que anocheciera, Foster, Crowden y Arthur vieron una especie de escultura horizontal justo al apartar unos arbustos.

Se trataba de una figura pétrea en posición tumbada, como una especie de chamán antiguo, ahora envuelto en líquen y musgo. Descansaba sobre una pequeña alberca llena de agua verde, a modo de estanque. Estaba muy deteriorado y Crowden, acercándose un poco extremando la precaución, pudo confirmar que era una construcción funeraria de algunas centurias atrás, presumiblemente. Detrás de la tumba, en el lado opuesto del pequeño estanque, una explanada de hierba plana hacía las veces de claro selvático.

El sol estaba a punto de marcharse.

Las articulaciones duelen, los ojos le escuecen y un tamborileo se agolpa en los oídos de Jack. Y todo por el tremendo esfuerzo que este lleva a cabo para mantener su ritmo junto a los demás y pronto llegar al muelle. Pero no es así. La noche se avecina imparable.

¿Una estatua y una piscina? – pregunta, ignorante, el soldado malherido.

Realmente Jack esperaba cualquier cosa de la jungla, pero nada similar a esto, hasta que un comic que leyó a medias en la tienda de abarrotes de su pueblo le dejó una pista.

Esto me recuerda al comic de El fantasma y sus aventuras contra los piratas. ¿Habrá un tesoro por aquí? – añade, imaginando un tesoro bajo la tumba de piedra.

El Ingeniero, quien también se encontraba herido y había sido el que había avistado aquel lugar, decidió hacer lo más inteligente, apoyarse en el hombro del aún más herido para recuperar el aliento. A fin de cuentas, no había nadie más importante que él para sí mismo. Un pensamiento egoísta si se mira desde una perspectiva ajena a sus propias posaderas, pero una perspectiva justa y razonable si tu nombre es William Crowden.

-Creo... que podríamos pasar la noche aquí, ir por una selva a oscuras es peligroso... La piscina nos protegerá de los bichos que vengan por nuestra espalda, y con un vigilante, veremos lo que nos venga por ese claro... 

Pese a sus palabras de auto-convencimiento, una de las cosas que tenía el Ingeniero es que no era tonto de remate, a fin de cuentas, sacarse una ingeniería no es algo que lo haga cualquier hijo de vecino, sino algo que digno de celebrar, y ya de paso liberar a la hija del rector de la universidad que concedió el aprobado general; en caso de que fuera así como se consiguiera el título, claro está.

-A no ser que en esa piscina ya esté llena y en el fondo de esas amenazas... u otras, como un cocodrilo o un caiman, o lo que sea que haya en esta zona. Sea como sea, aprovechando la luz que aún queda, creo que deberíamos comprobar dos cosas; si hay algo dentro... y cuanto cubre.

La tropa andaba justa de fuerzas y al Comandante tampoco le hacía mucha gracia seguir la marcha de noche.

Me parece bien chicos, dormiremos aquí. Tenemos el tiempo justo para explorar el lugar y montar el campamento.

Y con una energía renovadora intentando levantar los ánimos de los soldados.

Manos a la obra, no hay tiempo que perder. Como bien dice nuestro ingeniero, comprobamos la piscina y adecuamos el lugar para pernoctar.

La decisión estaba tomada, y no gracias a Jack. Así que el marine ubicó sus resentidas posaderas en la parte alta de la estructura de piedra para obtener una mejor vista del área.

-Montaré la primera guardia- dijo al contabilizar su munición y mejorar su comodidad sobre la fría roca tallada.

Le esperan algunas horas antes de poder descansar, cosa que no cree poder lograr en semejante sitio. La verdad es que le quita el sueño dormir en un emplazamiento como ese, pero lo peor existe en la jungla y tiene forma de persona, con garras y mal olor.

En momentos como ese Jack hubiera preferido su tranquilo y aburrido pueblo, incluso su familia, antes que esto. Si al menos pudiera disfrutar de la paga. Pero no es así…