Partida Rol por web

Tras un viaje silencioso con los hombres de Panepinto, éstos os llevan hasta la casa de un médico. Benny es atendido convenientemente y, aunque muy débil consigue recuperar la consciencia casi al alba.

El médico os asigna unas habitaciones en su vivienda y cuando Benny se despierta os ofrece la posibilidad de charlar con él. Si durante unas semanas no realiza esfuerzo físico y visita al médico convenientemente para realizar sus curas, el único recuerdo físico que le quedará de esta noche será la pérdida de algún que otro diente.

Sin embargo ahora mismo su aspecto es desolador. Tiene la cara hinchada y los moretones empiezan a cubrirla.

Sin embargo y a pesar de lo duro del momento en la cabeza de Isabella, Mike y Scott resuenan el ofrecimiento realizado por el hombre de Panepinto al cual deberán dar respuesta en unas horas...

Se encontraba tan débil por la pérdida de sangre que, una vez llegaron a la casa del médico, se desmayó y no volvió a despertar hasta muchas horas después. Aquel largo "descanso" le había sentado bien y, a pesar de su pierna vendada, se encontraba mucho mejor.

Benny también parecía ir recuperándose aunque, cuando tuvo la oportunidad de verlo, tuvo que hacer un esfuerzo para no lanzar un grito al ver su cara. Desde luego se habían empleado a fondo con él, pero por lo menos estaba vivo.

- ¿Cómo te encuentras Benny?

Le dedicó una sonrisa cariñosa antes de dirigirse al resto de sus compañeros.

- ¿Habéis tomado alguna decisión respecto a la propuesta que nos han hecho? Por mi parte creo que la voy a aceptar... me parece muy tentadora.

Abrió los ojos y una inmensa y tupida niebla de dolor cubría todo su cuerpo. Notaba la sangre correr sin apenas fuerza por su debilitado cuerpo. En algún momento un bajon de tensión habría retrasado su despertar. Abrió los párpados y trató de abrir la boca, le dolían todos y cada uno de sus jodidos dientes. 

Pero no todo iba a ser tan malo en este mundo, la primera persona que vio a través de sus ojos hinchados fue a Isabella. Menos mal, un ángel por fin tras haber sufrido a tanto diablo. Esbozó una ligera sonrisilla... por lo menos sabía que el enano se había ido con la mano hinchada y el ego tocado de ver como un chupatintas como él lo había vacilado a base de bien.

Isabella también parecía herida, pero en un principio achacó sus heridas al tiroteo que habían sufrido a... ¿ayer? ¿antes de ayer? ¿Cuánto tiempo había pasado inconsciente?

- Hola preciosa... me... me duele sólo cuando me rio - y esbozó de nuevo una ligera sonrisa sin revelar sus dientes.

Hablaba de una oferta. Se hizo el orejas, por el momento no quería saber nada más.

Scott estaba cansado. Aquella noche había sido realmente dura. Era la primera vez en su vida que un trabajo de seguimiento, sencillo y fácil en el que sólo debía darle información a su clienta se había transformado en una noche de carreras, disparos y encuentros con la mafia....

La mafia... la propuesta rondaba en la cabeza de Scott insinuándose... Aceptar la oferta era tentador, realmente tentador...

Apenas lograba sobrevivir con los encargos que realizaba y, al final, la gran parte de lo que cobraba se iba en los costes que implicaban su actividad de detective. Nada le ataba a la ciudad de donde venía y esta era una ciudad como otra cualquiera para vivir y hacer negocios. Negocios, por cierto, más lucrativos....

Por el momento era hora de descansar un poco más. Dentro de un par de horas ya decidiría qué hacer...

- Me alegro verte animado Benny.

Daba la impresión que ninguno de sus compañeros parecía decidirse ante aquella tentadora oferta. Isabella por su parte cada vez lo tenía más claro, le estaban ofreciendo la oportunidad que siempre había esperado. Tendría dinero, joyas, vestidos bonitos, pasearía del brazo de hombres importantes... además tendría la protección de dichos hombres. De acuerdo que era la mafia, hombres considerados malos, pero sino se acogía a la propuesta qué podía esperar, ¿acabar viviendo en un cuartucho de mierda junto a un pobre hombre sin esperanzas y sin nada que ofrecerle? No, eso nunca. Su destino era brillar con luz propia como la estrella que siempre había sido.

Mike estaba sentado en un sofá en una esquina de la sala tamborileando los dedos sobre un vaso de whisky con hielo.

—Eh, me alegro que vuelvas con nosotros —dijo desde lejos.

La decisión se mostraba prístina en la cabeza de Mike. Sabía que tenía una habilidad y esa gente podía explotarla al máximo. Era la oportunidad que siempre había estado esperando.

—Creo que no hay opción, Isabella. O estamos con ellos o no estamos. Lo mejor es tratar de disfrutar de la relación... ya me entendéis.

El calor y la luz de los rayos del alba se empezaban a filtrar por la ventana de la habitación en la que se encontraban Benny, Isabella, Mike y Scott.

Era el inicio de un nuevo día que dejaba atrás la intensa noche anterior. Scott se revolvió en su silla. En un momento dado de la noche el agotamiento había podido con él y se había dormido.

Gimió y se estiró. Después miró el reloj de su muñeca.

- Gente, nos quedan dos horas para presentarnos en el Panepinto´s Bar.  Yo tengo intención de aceptar la oferta de esta gente. Llevo años malviviendo con un sueldo de mierda y, sinceramente ya sé que el trabajo no será muy legal pero que demonios, este país se pudre y no pienso pudrirme con él. ¿Alguien más se apunta? Supongo que el coche de Jimmy seguirá fuera donde lo dejamos y podemos ir en él y ya de paso, se lo devolvemos.

Gracias a los calmantes que le habían dado Isabella consiguió descansar lo suficiente para encontrarse, sino en plena forma, bastante despejada. El dolor de la pierna aún persistía, aunque ahora sólo eran pinchazos que sentía de vez en cuando bajo el fuerte vendaje que le habían puesto. Miró a Scott animada de comprobar que alguien más estaba dispuesto a aceptar la oferta.

- Yo no he cambiado de opinión y sigo dispuesta a aceptar la oferta. Después de lo pasado ayer en el restaurante pensaba que muchas de mis espectativas habían desaparecido, pero esta oportunidad me llega caída del cielo y no la voy a desaprovechar.

El bueno de Benny termina de incorporarse como puede. Se poya en la pared y de nuevo pasa su mano por su mejilla. Han hecho un buen trabajito, sin duda.

- De... ¿de que oferta estáis hablando? ¿Alguien puede hacerme un resumen de lo que ha pasado?

Mike se levantó y se ajustó la pajarita.

—¿Cómo, no han hablado contigo? —preguntó extrañado—. Bien, como decirtelo, nos han hecho una oferta que no podemos trabajar. ¿Recuerdas esos tipos? Los que te hicieron eso —señaló los moretones de la cara de Benny—, parece que son de alguna "familia" rival a nuestros "amigos" y parece que ahora nuestros "amigos" quieren que trabajemos para ellos. Ya sabes, esa clase de trabajo.

Growney enfatizaba sus palabras haciendo gestos con los dedos. Ni eran su familia, ni sus amigos pero viendo como estaba la cosa o estaban con ellos o contra ellos. Y después de lo ocurrido había aprendido algo muy valioso: no se podía esta contra los que tienen la pasta o acabaras como la cara de Benny.

—No se que querrán hacer contigo. Me temo que la única manera de saberlo es que vengas con nosotros y... bueno, que les dejes hablar a ellos.

La suerte estaba echada. Aquel grupo de desconocidos que, ayer, se vieron embrollados en una aventura extraña y alocada salían ahora de la casa del médico, después de tomar un buen desayuno y con energías renovadas o, al menos, menos agotados de lo que estaban cuando llegaron.

Scott arrancó el coche de Jimmy y en unos 20 minutos se plantaron en la puerta del Panepinto´s Bar. El aspecto, en comparación a la noche anterior era realmente lamentable. Su preciosa cristalera yacía en mil pedazos en el suelo de la calle y por toda la fachada se podían observar los agujeros de bala provocados en el cemento. Diminutos agujeros, junto a grandes desconchones hacían eco de lo acaecido la noche anterior.

En la puerta dos hombres, con aspecto muy similar a los muchos con los que se encontró nuestro grupo la noche anterior, gesticulaban y charlaban amenamente. Sin embargo, cuando Scott apagó el motor del coche, los hombres se detuvieron en su charla y los miraron detenidamente, de arriba a abajo e incluso, hicieron gesto de echarse la mano a la sobaquera.

Sin embargo una voz en el interior les hizo detenerse en su movimiento.

- Vaya, ¿qué tenemos aquí? Jimmy apareció por la desvencijada puerta del Bar, sonriente y, aparentemente, de muy buen humor hasta que se topó con los dos hombres de la puerta a los que puso un gesto serio, prácticamente su semblante era una reprimenda. - Eh, ¿qué miráis? ¡¡¡Son amigos míos!!!

Jimmy os hace gestos con la mano para que entréis. 

Os sentís cómodos y seguros ante la presencia de Jimmy así que no os importa que los dos tipos entren justo detrás de vosotros cerrando la puerta sonrientes y haciendo sonar una campañilla cuando la misma se cierra.

Ya en el interior sois conducidos a la parte de atrás del ruinoso bar. Cruzáis un pasillo y pasáis por una estancia donde varios tipos juegan una partida de billar mientras fuman y beben. Al final de dicha estancia podéis ver una mesa donde varios hombres juegan una partida de poker.

Jimmy se acerca a uno de ellos y le dice algo al oído, el tipo se gira, os mira detenidamente y después se disculpa ante el resto de los jugadores y se levanta. Se dirige muy serio hasta la posición del grupo y rápidamente su semblante cambia.

¡¡¡Caramba!!! dice el tipo alegremente. ¡¡¡Qué sorpresa!!! Mi jefe, Don Gaspare tiene muchas ganas de conoceros pero me ha solicitado que entréis a su despacho de uno en uno así que... ¿Quien quiere ser el primero en entrar?

Que distinto se veía el restaurante en el que había pasado tan grata velada hasta que... Isabella movió la cabeza alejando aquellos oscuros pensamientos de ella, intentando no acordarse del cuerpo ensangrentado de su acompañante y del resto de comensales. Habían tenido mucha suerte, y ese golpe de suerte lo iba a aprovechar hasta el final.

Sonrió a Jimmy nada más que salió a recibirlos. No le conocía pero en su compañía se sentía a gusto y tranquila.

¿De uno en uno? Mmm... un poco extraño pero supongo que sus motivos tendrá el tal Don Gaspare.

- Bueno, dicen que las damas primero. Así que si no os importa entraré yo primero.

Tenía que reconocer que estaba nerviosa, muy nerviosa y, antes de seguir a aquel tipo se volvió de nuevo a sus compañeros para susurrar.

- Seguro que todo irá bien ¿verdad?

Mike sonrió mientras guiñaba un ojo a la mujer tratando de inspirarle confianza.

—Claro que irá bien —dijo mientras una cerilla prendía el cigarro que sujetaba entre los dientes—. Estamos entre amigos.

Sonrió mientras saludaba a los presentes haciendo un gesto con el sombrero.

—Yo no tengo prisa, entraré el último si queréis.

A Scott todavía el corazón le latía a mil por hora y, por primera vez en mucho tiempo, desde que todo este asunto comenzó, se sentía más vivo que nunca.

Todo comenzó con un encargo de mierda. Esos de los que, si podías elegir, rechazarías casi sin pensártelo dos veces. Sí, claro, era un trabajo fácil: seguir al marido infiel, obtener pruebas de la infidelidad y presentárselas a la pobre, engañada, despechada y, lo más importante, cornuda, esposa.

Pero todo se torció. Se vio inmerso en un tiroteo en plena declaración de hostilidades entre dos familias rivales de la cosa nostra. Todavía no se explicaba cómo, pero salieron con vida de este episodio y de una pieza. Bueno, casi. 

Al pobre Benny le han dejado la cara como un mapa, y por poco no lo cuenta. Le caía bien el contable. Por un momento incluso estuvo tentado de aceptar su petición de empleo. Si tuviera pasta para pagarle, claro. Tenía buena pasta y un par de pelotas, eso lo había demostrado con creces. Quizás, con tiempo, le enseñaría un par de cosas que su experiencia tanto en el ejército, como pateando las calles desempeñando su oficio, había aprendido. Si no se había equivocado con él, a ver si volvían si quiera a toserle.

Y la pelirroja, Isabella, con un tiro en una de sus kilométricas y esculturales piernas; porque hay que reconocer que se entiende perfectamente cómo el pobre cabrón, que acabó con un tercer ojo en la frente, había perdido la cabeza y arriesgado su matrimonio por semejante criatura. Parecía una jovencita frágil, pero tras lo vivido estos días... Ja! Tiene de mosquita muerta lo que yo de hermanita de la caridad.

Mike y él tuvieron suerte y, salvo algún corte, por lo demás todo bien. Mike. Habían tenido sus roces a pesar del poco tiempo que hacía que se habían conocido. Pero debía reconocer que el tipo se las arreglaba bien y, si todos estaban vivos ese día, era sin duda gracias a él. Quizá no estuviera todo perdido con él y, al menos, podían llevar una relación cordial. Sí, sin duda, le estaba muy agradecido.

Bueno, aquí estaba. De vuelta en el Panepinto's, dispuesto a aceptar la oferta de trabajo que le habían ofrecido y, por lo que parecía, el resto del grupo iba a aceptarla también. Se sorprendió gratamente de ver al tal Jimmy recuperado; la última vez que le vio, no parecía que fuera a llegar al día siguiente. - Me alegra ver que te has recuperado. - Le dijo con sinceridad, estrechándole la mano. - Por cierto, aquí tienes las llaves de tu coche. - Señala hacia atrás con un gesto con la cabeza. - Aunque me parece que te lo han arañado un poco. 

Sigue junto a sus compañeros al interior, donde le presentan y saluda a otro tipo que se acaba de levantar de una partida. Joder, le encantaría poder echar un trago a eso que están bebiendo.

Parece que la entrevista con el tal don Gaspare sería en privado. Bueno, eso no le importaba en absoluto. Que le dijeran lo que le tenían que decir. No iba a ser mucho peor que el montón de basura que le esperaba en su ciudad.

Salió de su ensimismamiento al escuchar a Isabella ofrecerse a entrar primero, aunque mostraba cierto reparo. - Claro, preciosa!! Irá bien. - Trató de transmitirle confianza. Y que le aspen si la pelirroja no sabría controlar la situación en presencia con hombre a solas.

Parece que Mike no tenía prisa en entrar, ya que se ofreció a hacerlo el último, a lo que asintió con un gesto de la cabeza y una sonrisa de medio lado, tan característica en él. - Bueno, pues yo pasaré después de Isabella, si no os importa. - Por su parte, lo tenía todo bastante claro, así que por qué demorarlo.

Así que mientras, encendió un cigarrillo y preguntó. - Les importa si echo un trago a eso que están tomando? Con toda esa basura de la prohibición, ya casi no se acuerda uno de lo que es pasar un buen rato en un ambiente así.

Isabella entró con paso firme y decidido en la habitación. En aquel momento uno de los tipos que estaban jugando al billar os hace señas para que "pilléis" unos vasos y os sirváis lo que queráis. Quizá la espera fuese larga o quizá no... En todo caso era una buena oportunidad para probar el tan preciado alcohol que, en estos días era escaso, realmente escaso.

Entras en una habitación, muy lujosa o, mejor dicho, bastante más lujosa y mejor decorada de lo que estaba el Panepinto´s Bar. Tras una mesa de madera maciza, cuidosamente barnizada y ornamentada se encuentra un hombre que rondará o superará por muy poco los 50 años. A pesar de tener un rostro desgastado por los años, aún conserva parte de su atractivo de antaño. Sin duda alguna, en su juventud fue un auténtico seductor. Sus rasgos y esa mirada penetrante aún podían cautivar a cualquier joven.

Vaya vaya, que tenemos aquí.... Jimmy me dijo que unas personas se comportaron como leones pero, en tu caso, tuvo que ser como una pantera...

Per la Vergine Maria! Una vera dea ha varcato la soglia della mia porta. Dice aquel hombre mientras una sonrisa se escapa de sus labios. El hombre hace un ademán con sus manos y te invita a sentarte. Mientras caminas hacía la silla eres plenamente consciente que el piropo que te acaba de soltar no sólo es un piropo sino que parece ser que está tratando de averiguar si conoces tu lengua madre...

Si no hubiera resultado poco femenino Isabella seguramente hubiera silbado por lo bajo. Desde luego allí se movía dinero y prueba de ello era el lujo y el buen gusto que se respiraba en aquella habitación, algo que fue del total agrado de la joven. Examinó con cuidado al hombre que se sentaba detrás de un escritorio y su valoración resultó positiva. A pesar de su edad aún se notaban en él los hermosos rasgos de un hombre que, con toda probabilidad, había sido un don juan en su juventud, y que seguramente aún rompería más de un corazón.

Isabella se acercó con pasos calmados a la silla que le habían ofrecido, cruzando con elegancia las piernas al sentarse. Mostró su más encantadora y seductora sonrisa mientras rozaba su pelo en un gesto coqueto.

- Sei molto galante ... ma esagera troppo.

Le apetecía fumar, pero sabía que no debía hacerlo hasta que él no le ofreciera un cigarro... si es que lo hacía.

- Tengo que reconocer que tiene muy buen gusto.

Hizo un gesto con la mano abarcando toda la habitación.

Sí, aquí hay dinero... y puede que mucho dinero.

—¡Por fin! —exclamó Mike acercándose rápidamente a por uno de esos vasos.

Un par de hielos e inmediatamente después el preciado licor. Le enseño la botella de Whisky a Scott confirmando que él también quería un trago y se lo sirvió cordialmente.

—Veis, esto cada vez es mejor idea. No entiendo la maldita ley y por lo que se ve nuestros amigos tampoco —sonrió y levantó el vaso ofreciendo la copa a la salud de los presentes. Inmediatamente después dio el primer sorbo paladeandolo a conciencia.

Gracias querida, eres muy amable. Dijo el hombre manteniendo la sonrisa en su boca.

Sin embargo las pretensiones de Isabella se fueron al traste. Parecía que el hombre no iba a ofrecerle un cigarro. Más bien parecía querer ir directo al grano.

Bien querida, vayamos directos al grano. Uno de mis hombres os hizo una proposición ya que sin tener motivo, nos habéis ayudado y eso merece ser recompensado.

Como bien sabrás, siendo mujer, no puedes entrar propiamente "en la familia" dado que eso sólo está reservado a los varones. Sin embargo, tienes valor e incluso te han herido por tratar de ayudarnos...

Además, creo que una mujer de tu belleza y valentía podría sernos útil en determinadas ocasiones... No te equivoques... no quiero que seas una fulana pero, tampoco te ofrezco una silla de princesa. Es posible que debas arriesgar tu vida en cada esquina, estarás en el punto de mira de mucha gente, tratarán de atentar contra tu vida o tus intereses, quizá incluso contra tu familia... pero a cambio, tendrás la protección de mi Familia así como una vida cómoda y no privada de lujos en ciertos momentos, dependerá de tu lealtad y de tu buen hacer el obtener más o menos beneficios. No formarás parte de la Familia de un modo directo pero, sin embargo, disfrutarás de su compañía, protección y amistad así como de la preocupación de todos y cada uno de ellos.

¿Estás dispuesta querida?

Tamborileó con sus dedos en el brazo de la silla, le hubiera gustado tener un cigarrillo entre los dedos para pensar mejor, pero tuvo que conformarse con... nada.

Sí, me han herido, pero no estoy tan segura que fuera por tratar de ayudaros... más bien nos metimos en la boca del lobo un poco sin pensar.

Con cada palabra que pronunciaba el hombre, Isabella pasaba por distintos estados de ánimo, lo que escuchaba le agradaba por momentos para, acto seguido, estremecerse sólo de pensar en las consecuencias. Le agradaba sobremanera el que no la fueran a considerar una mujerzuela más que pudiera pasar de manos de cualquiera, y palabras como vida cómoda, lujos, protección... era música para sus oídos.

Pero por otra parte, escuchar que con toda probabilidad tendría que arriesgar su vida, e incluso la de su familia aunque estuvieran a millas de distancia, era un riesgo a tener muy en cuenta. No consideraba que hubiera sido valiente al actuar como había actuado, simplemente había aceptado por el dinero y lo único que había hecho había sido intentar mantenerse con vida... nada más.

Se mantuvo en silencio unos minutos, sopesando los pros y los contras de la propuesta, hasta que al final tomó una decisión. Inclinó los hombros hacia adelante mirando al hombre fijamente a los ojos y, después de un segundo de vacilación, le tendió la mano.

- De acuerdo. Acepto la propuesta, pero... quiero que me asegure también que mi familia en Italia estará a salvo ya que aquí en Norteamérica no tengo a nadie.