Partida Rol por web

- ¿Te has vuelto loco o qué? - reprochó Christie al enajenado de Terry - No permitiré que se les ponga un dedo encima a esos civiles. Vamos a necesitar esos cócteles para los verdaderos enemigos, y ya están cerca; guárdate tu ira para entonces si quieres seguir con vida, de nada nos servirá convertir en cenizas esta casa - algo más calmada continuó - Hay que encontrar la forma de escapar de este lugar ya.

-¿Qué no me permitirás? Di mas bien que no me darás un mechero, porque si lo hubiese tenido esa casa llena de PUTOS PALETOS- gritó ésto último hacia la vivienda -ya estaría ardiendo- dijo con un tono que dejaba claro que no era una de sus típicas bromas.

-Pero que más da. Huyamos como putas ratas mientras ellos se quedan mirando el espectáculo por la ventana- pero el cóctel molotov continuaba en su mano mientras miraba al resto del grupo. ¿De verdad era al único que le cabreaba que aquella gente les estuviera empujando a una muerte segura?

El grupo ya se estaba acostumbrando a aquellos momentos de tensión, en las últimas horas no les había quedado mas remedio que adaptarse a su nuevo rol de supervivientes.

Por primera vez, Kenneth no se sentía engarrotado ni con escalofríos, la adrenalina que recorría su sangre, aumentada por aquellos aullidos, parecía estar haciendo efecto a marchas forzadas. Aun con todo ello, tenía claro que no quería hacer daño a aquellos civiles, pero también quería sobrevivir.

- Yo tampoco quiero hacer daño a esta gente, pero esos bichos nos van a rodear y tenemos cócteles molotov. - Intentó explicar al grupo, en especial a Christie. - Esta zona se va a convertir en un maldito asadero y seguramente este refugio acabe calcinado, o entramos o morimos todos... - Dijo acercándose a la puerta nuevamente.

- ¡¿Nos escucháis?! - Gritó. - ¡Nos vais a obligar a quemar toda esta mierda! ¡Más vale que nos dejéis entrar o que nos ayudéis a luchar con esos jodidos lobos o lo que cojones sean! -

Su último grito fue un grito rasgado, alterado pero preocupado, posiblemente debido a un nuevo aullido seco que retumbó en toda la zona. 

Mientras discutís entre vosotros veis como un grupo numeroso se acerca. Esta vez son los canes primero, seguidos de los muertos por detrás.

La primera oleada la hacen los chuchos, pues son más rápidos. Aunque los muertos, no se quedan atrás.

Esta oscuro pero calculais que sin unos 3 de esos sabuesos y unos 4 caminantes.

Preparáis a duras puenas vuestras armas antes de que se os echen encima...

Morganne amartilla el rifle y dispara hacia los perros consiguiendo impactar a uno de ellos.

Al no conseguir que nadie le diese un mechero, de momento, Terry decidió dejar vivir a esos putos tarados y concentrarse en salvar su pellejo una vez más.

Aquellos putos chuchos no se cansaban de lanzarse sobre ellos y una vez tras otra caían reventados bajo el fuego de sus cañones. Otro cantar serían los zombies cuando llegasen a su altura. Pero ya se preocuparían de eso después. Lo primero era regar el suelo de la granja con sangre de perro infernal

El tiempo corría en contra del grupo y ya no había marcha atrás, los problemas habían vuelto a entrar en la escena. Los cánidos estaban más cerca que nunca y al fondo parecían atisbarse de nuevo aquella especie de zombies sacados de una película de terror.

- Joder, joder... ¡Joder! - Mascullaba entre dientes. Sus palabras no habían surgido ningún efecto a los del refugio.

Tembloroso, Kenneth pasó el rifle que colgaba a su espalda hacía delante. Se había armado de valor y estaba dispuesto a usarlo, pero ni si quiera recordaba si estaba cargado.

Me cago en la puta. ¡¿Y el maldito seguro de esta mierda?!

Su mano derecha parecía uno de esos flanes que devoran los niños cada día en los colegios. Mientras hacía verdaderos esfuerzos por colocarse el arma, fruto de los nervios, el disparo de Morgane martilleó sus tímpanos. Un disparo certero que tumbo ipsofacto a uno de los canes.

Seguidamente, antes de que pudiera volver a centrarse en su arma, otro preciso disparo de Terry hizo que el segundo de aquellos seres terminara comiendo tierra a escasos metros.

De la nada, apareció un tercer perro que se abalanzó sobre el nervioso estudiante. Sin tiempo para apuntar, pues lo tenía prácticamente encima, acertó a golpearle no sabe muy bien con qué. El resultado había sido inmejorable. Un golpe seco en la cabeza de aquel animal, acompañado de un sonoro crujido, lo derribó al instante.

Las prisas, la urgencia y, bueno, todo lo que estaba sucediendo aquella noche le hicieron errar el disparo. La presión de cuidar de esa gente e impedir que cometieran una locura, como la que hacía unos segundos habían propuesto algunos, era un peso muy pesado para la ex-militar. Fue un error que rápidamente tuvo sus consecuencias en forma de mordisco de una de aquellas bestias, una herida de guerra que se decia, sólo que allí no estaban en guerra ni mucho menos luchaban contra un enemigo común.

Una nueva oleada de esos canes se lanza contra vosotros cuando apenas estáis listos para recibirles como se merecen. Por distintas razones preferís no hacer uso de esos cócteles molotov. En algunos casos por no querer y en otros por no poder. 

Los sabuesos atacan una vez más con fiereza. Corren muchísimo y enseguida llegan a vuestra altura. Por suerte dos de ellos mueren a tiros antes de que os alcancen. Sólo uno de ellos consigue llegar hasta vosotros pero Kenneth, sin saber muy bien como acaba con el de un coletazo de fusil.

La situación parece que se resuelve cuando de nuevo aparece otro grupo de esos muertos y es entonces cuando Christie recibe la mordedura de uno de esos bichos. Se había visto rodeada y apenas podía con el primer cuando el segundo le mordió en el brazo. Sus compañeros estaban demasiado ocupados con los canes como para poder echarle un amano a tiempo.

Finalmente, entre todos, acabáis con la amenaza para daros cuenta que de nuevo los miembros de esa granja no sólo no os han ayudado, si no que se han preocupado mucho de no hacer ni un sólo ruido. Parece que se esconden de aquello que habían mencionado y a demás de las criaturas que atacan por la noche.

La decisión no es fácil. O Hacéis como propone Terry y les echáis a la fuerza, ya sea a balazos o quemando su casa o simplemente os olvidáis de ellos y buscáis un buen refugio que pueda servir para evitar más ataques. 

Recordáis que había una luz más hacia el este y allí sigue. Está claro que es una luz artificial, no es de un fuego o similar. Pero curiosamente juraríais que parece multicolor.

Christie se llevó la mano al brazo, dolorida por la mordedura de aquella criatura. Ciertamente debía dar las gracias a su entrenamiento, lo cual hizo que el dolor no fuera tanto: había sufrido heridas mucho peores. Como para recordárselo, la pierna comenzó a molestarle. ¿Cuántas malditas horas quedaban para el amanecer?

- Eh, chico - le dijo a Kenneth a la par que le enseñaba la sangrante herida - ¿crees que podrías hacer algo con esto?

Por experiencia sabía que cualquier rasguño mal curado podía infectarse y causar más dolores de cabeza y no pensaba arriesgarse a ello, menos aún sin saber qué demonios eran aquellas bestias y el virus o enfermedad que podrían portar.

Morganne sigue apuntando hacia los árboles después de que todos los asaltantes han caído. En la oscuridad es difícil decir si se esconden esperando el momento adecuado para volver a saltarles encima. Mira a un lado, miar a otro e incluso se asoma por la esquina para mirar la trasera de la casa pero sin abandonar la seguridad del grupo. 

- Está demasiado silencioso ¿creéis que están esperando a que nos adentremos en el bosque? Quizás deberíamos aprovechar el momento e ir a investigar la luz que vimos antes - mira a Terry que seguro que se opone a dejar tranquilos a los habitantes de la casa. Si quemamos la casa les dejaremos a merced de esos putos chucos y de los infectados que es lo que les estás echando en cara...no quiero ser una asesina.

Antes de que Christie dijera nada, el aun tembloroso estudiante ya estaba echando mano al botiquín, concretamente a una botella de alcohol y un paquete de gasas. Era consciente de que podían estar siendo acechados por más de aquellas criaturas y la herida no parecía demasiado, había que actuar rápido.

- Venga, tengo que desinfectarte eso en un momento, serán cinco minutos. - Dijo al grupo, aun sabiendo que tardaría un poco más.

En un abrir y cerrar de ojos, ya se había colocado el rifle a la espalda y sacado todo lo necesario para curar aquel mordisco. Sin si quiera pedir permiso, cogió el brazo de la ex-militar y echó un buen chorro de alcohol, sabiendo que dolería.

- Lo siento, sabes que estamos jodidos. - Se disculpó ante ella. - No hay tiempo que perder.

Terry no se podía creer que después de que les cerrasen la puerta en las narices ninguno de sus compañeros quisiera darles una paliza a aquéllos putos paletos.

Al ver que ninguno de ellos le dejaría un mechero guardó el Molotov en su bandolera.

- Vale, dejemos que Doc cure como pueda esa herida y salgamos de aquí- dijo dándose por vencido. - Supongo que ir hacia la luz es una idea tan mala como cualquier otra- añadió encogiéndose de hombros.

Después se giró y se dedicó a poner a punto sus armas con una mueca contrariada en la cara.

La idea de venganza de Terry parece que queda aplacada más por no disponer de un buen mechero que por la negativa del resto del grupo. A todo esto miráis a vuestro alrededor buscando a la quinta persona que forma parta del grupo. Alice no aparece por ninguna parte.

Mientras Kenneth se toma su tiempo en limpiar y vendar la herida de Christie, Morgane deambula por la zona que está llena de cadáveres, tanto de zombies como de sabuesos. Cuando de repente, tras la camioneta, hecha un ovillo está el cuerpo sin vida de la joven motera. Al parecer se había intentado esconder pero uno de esos muertos la mató. Al menos había scabado con su asesino, matándose mutuamente...

Terry comienza a preparar sus armas y se queda mirando a Morgane para luego ver también el cuerpo sin vida de la "tatuadora de sueños". Estaba claro que no volvería a plasmar su arte bajo la piel de nadie, nunca más.

* * *

Cabizbajos por haber perdido a alguien más de "los vuestros" y tras el infructuoso intento de encontrar u lugar seguroe n las granjas, os encamináis al último lugar de ese maldito pueblucho perdido de la mano de Dios, o quizá no tanto.

Pues a medida que os acercáis, podéis ver una silueta alta que se recorta contra el cielo. Las luces multicolor son cada vez más nítidas. Pese a que sólo veis lo que sobresale de las copas de los árboles, estáis seguros que se trata de una iglesia.

A cinco minutos de camino, atravesando una sombría senda forestal, llegáis hasta un desgastado letrero proclamando que la Iglesia del Confesor se encuentra al final de la carretera. Un poco más adelante desde el letrero, se alza una modesta iglesia católica de aspecto antiguo. Los destellos luminosos que habíais visto anteriormente parecen provenir del interior, del otro lado de sus cristaleras multicolor.

Iglesia del Confesor aproximadamente a las 00:30 de la noche

Llegáis por un camino que os deja justo a la iglesia de frente. Desde la distancia en la que os encontráis sólo podéis asegurar que la puerta está cerrada. Pero está bastante oscuro y la luz que sale del interior no ilumina la zona circundante lo suficiente. 

Jamás en la vida se habría imaginado que la luz que veían en la distancia provenía de una iglesia en un claro del bosque y apartada de la zona habitada. No puede evitar pensar en alguna de las películas de terror que veía de pequeña con Jimmy, donde el malo se escondía en un edificio abandonado al que los jóvenes inconscientes entraban para hacer una fiesta o enrollarse o cualquier tontería; sin embargo ellos van allí por necesidad, por supervivencia....

- ¿Creéis que estará allí el que tiene asustados a los de la granja?

El último pliegue de la venda había quedado bajo el brazo de la exmilitar. Finalmente tardó menos de lo esperado, las prisas nunca eran buenas, pero en aquella situación era necesarias y fue lo suficientemente preciso como para desinfectar y limpiar aquel mordisco.

- Listo. Que no te muerdan más, ¿eh? - Le dijo en tono amigable, sonriendo, antes de que todos se pusieran a andar hacia aquella luz.

El camino se hizo largo. La tristeza y el pesimismo reinaba en el ambiente, pero por suerte no tuvieron mas ataques inesperados, ni se escucharon mas aullidos en todo el trayecto hasta aquella misteriosa luz.

Lo último que esperaba Kenneth era una iglesia en medio de la nada. La palabra secta fue la primera que le vino a la cabeza, pero no explicaba la existencia de aquellos horribles seres.

Se quedó algo rezagado, inspeccionando la zona con la mirada, intentando escuchar algo, hasta que la voz de Morgane le hizo reaccionar.

- No lo sé, pero aquí dentro seguro que tiene que haber alguien... - Susurró. - Deberíamos encontrar algún sitio por donde entrar que no sea la puerta principal.

Christie agradeció a Kenneth su pronta y más que decente cura en base a las nada cómodas circunstancias entre las que se encontraban. Después todos continuaron hacia el lugar donde les había parecido ver aquellas luces, no sin antes comprobar con pena que la lista de los caídos aquella noche sumaba el nombre de Alice. Sólo quedaban cuatro ya.

En las proximidades de aquella iglesia rural la alarmas comenzaron a sonarle en su cabeza. Parecía un refugio, tenía pinta de refugio y sin embargo ya no sabía si fiarse; quizá el mayor loco de todos esté aquí disfrazado de santurrón.

- Echemos un vistazo por los alrededores; a estas alturas no me espero hospitalidad de ningún rincón de esta miserable región.

El corpulento negro fue una tumba durante todo el camino. No porque le hubiera importado que una parte del grupo quedase hecho pedazos en el camino, si no por la sensación de que se le había quedado una deuda pendiente con los habitantes de la granja y sus putos cadáveres en llamas.

Tan enfrascado iba en sus pensamientos que casi se tipo de bruces con la iglesia.

El encontrarse tan desconcentrado solamente consiguió cabrearle más.