Partida Rol por web

Enzo me muestra una deferencia desconocida en él, preguntándome por mi estado de salud.

-No os preocupéis. De hecho, la reina me ha eximido de... -sin embargo, en mitad de mis explicaciones, el ropero se abre a mis espaldas y el príncipe, envuelto en sedas y brocados, sale de él. La situación es tan hilarante que debo contener mis ganas de reír, y trato de mirar al bufón con la expresión más neutra posible.

Si todos nuestros planes salen bien, esto será material para sus funciones durante décadas.

Sonrío a Kurr agradecida.

- Sabía que podía contar con vos, siempre me habéis sido fiel y no me esperaba menos. Ahora debo prepararme para los juegos e ir prontamente a los jardínes o seguramente padre empiece a dar órdenes para que me busquen, si me disculpáis he de retocarme y cambiar mis vestimentas con la ayuda de Ibb, además de comentarle algo a Enzo rápidamente que apenas si le había visto desde ayer y creo que podemos confiar en él.

Le aprieto el brazo en un gesto de cariño y entro a mis aposentos cerrando la puerta tras de mí.

Entro sola cerrando la puerta tras de mí.

Tras escuchar sus palabras, realicé una reverencia a la princesa y procedí a avanzar por los pasillos, en dirección de nuevo a los jardines.

Cualquier conversación que Enzo estuviera teniendo con la criada quedó olvidada de inmediato en cuanto el Príncipe apareció vestido de aquella guisa. El bufón estalló en carcajadas al verle, riendo tanto y tan fuerte que se le saltaban las lágrimas y empezaba a tener dolores en la cara y el vientre.

 -¡Dios mío Alteza! ¡Jajajajajajajajajaja! ¿Qué? ¿Qué lleváis puesto? ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA!

Incluso la llegada de la Princesa no bastó para que Enzo dejara de reír. Tuvo que pasar un rato hasta que finalmente se tranquilizó lo suficiente como para poder hablar con normalidad.

 -¿Qué estáis planeando hacer Altezas, que quiero participar en ello por completo y de inmediato?

¡Ay! Bufón... Me gustaría reir pero esta broma se ha quedado casi en segundo plano. Casi. Hay mucho de lo que debemos hablar, cosas muy importantes. Pero lo más urgente ahora no es lo más importante. Urge que me consigáis del baúl de vuestros disfraces una peluca y... atrezzo - Dice poniendo sus manos sobre su inexistente pecho de mujer - Para que pueda suplantar a mi hermana en los juegos de hoy

Enzo asintió enérgicamente.

 -Por supuesto Alteza, tengo justo lo que necesitáis. Medias de algodón, cálidas y cómodas, enrolladas y puestas en el pecho simularán a la perfección las… ejem, cosas que queréis añadir a vuestro disfraz. Y pelucas tengo las que necesitéis, aunque no sé si alguna de ellas imitará a la perfección el tono del cabello de la Princesa… Pero bueno, traeré las que tengo que se le asemejen lo bastante y entre todos elegiremos la más similar.

El bufón fue hacia la puerta.

 -Regresaré enseguida. Esperadme para hablar de este asunto, por favor. Quiero conocer todos los detalles, sobre todo si son importantes y puedo ayudar en algo.

Y tras decir aquello, Enzo se marchó de allí a paso ligero.

Me da cierta pena tener que estropearle la diversión

A buen ritmo, el bufón se dirigió a su cuarto para coger todo lo que el Príncipe le había solicitado. Primero buscó un par de medias de algodón que fueran lo bastante largas como para hacer unas bolas de tamaño suficiente como para imitar los turgentes senos de la Princesa. Había devorado con la mirada tantas veces ya a esa mujer que se conocía todos los detalles de su anatomía casi a la perfección. Al menos los que se podían ver, claro está. ¡Qué no daría él por ver a su amadísima Princesa tal y como Dios la trajo al mundo! Aunque luego se le cayeran los ojos y no pudiera ver nada más, no le importaría en absoluto que la última imagen que se llevara de este mundo fuera el cuerpo desnudo de la mujer de la que estaba perdidamente enamorado.

Cuando quiso darse cuenta se había quedado pensando en las musarañas como un idiota, así que rápidamente volvió a la búsqueda de las medias. Cuando por fin las encontró, fue a buscar al armario donde guardaba las pelucas. No es que tuviera muchísimas, pero sí las suficientes como para no poder terminar de decidirse entre un par de ellas. Las cogió y las metió con sumo cuidado en una caja para poder transportarlas sin despertar demasiadas sospechas. Después de todo, ver al bufón de la corte llevando cajas llenas de material para trucos o para actuaciones no era algo raro. Nadie se imaginaría que llevaba pelucas para disfrazar al príncipe ahí dentro.

Y con todo lo que había ido a buscar ya listo, Enzo salió de su cuarto y fue de regreso a los aposentos de la Princesa.

-Bueno, podemos tener una cosa clara acerca de Enzo: es bastante solícito -observo, mientras este se marcha apresuradamente. Acto seguido, me vuelvo hacia Elizabeth- ¿Qué os ha dicho el guardia, Princesa? ¿Algo importante? He creído escuchar que Edmund puede estar implicado en los tejemanejes de la Reina...

Una vez Enzo se ha ido y mientras le esperamos, me siento en la cama para contarles lo que he hablado con Kurr.

- Le he pedido que no les quite el ojo de encima ni a Edmund ni al tal Sir John, pues me temo que algo traman. Por otro lado le he dado carta blanca con Javier de Castilla pues parece que madre me mintió, y padre no está interesado en casarme con él.

Les miro algo afligida.

- La verdad es que ya no sé si podemos confiar en los Reyes, parece que estén jugando una partida de ajedrez y nosotros tan solo seamos sus peones, pero me niego a ello, y por eso este plan tiene que salir bien.

Con la caja con las pelucas y las medias en las manos, el bufón llegó a la puerta de los aposentos de la Princesa. Dejó la caja en el suelo y llamó antes de entrar.

 -Soy yo, Altezas. E Ibb. Traigo lo que me habíais pedido.

Cogió la caja y entró en los aposentos de la Princesa Elizabeth para acto seguido cerrar la puerta. Luego se acercó al Príncipe para enseñarle lo que había traído. Primero le dio las medias, las cuales había enrollado hasta formar dos esferas.

 -Aquí tenéis el relleno. Simulará el volumen a la perfección. No imitará la textura de un auténtico seno, pero nadie tiene que tocaros los pechos Alteza. Y si alguien lo intenta, llamad a la guardia.

Le pasó las medias y luego abrió la caja con las dos pelucas que había traído. Tenían un color muy similar al verdadero pelo de la Princesa y la textura era suavemente ondulada.

 -Estas pelucas son de primerísima calidad. Sólo tenemos que sujetarlas con horquillas y podremos peinaros como si este fuera vuestro pelo auténtico, Alteza. Lo único que aún no consigo es decidirme por una. ¿Cuál creéis que se parece más al bello tono de cabello de nuestra Princesa?

Enseñó la caja a todos los presentes, para que le ayudaran a escoger una peluca.

La Reina invita a pasar a Artai a sus aposentos, y comprueba la estancia para asegurarse de que no haya nadie, bajo la cama, en los armarios, tras las cortinas, en la ventana...  Antes de comenzar su conversación.

Coge un libro de oraciones, y un cojín que deposita en el suelo de la habitación.

 - Aquí nadie nos molestará. Si viniesen, podríamos decir que estábamos rezando por el alma del pobre Sir Moore - dice la Reina en voz baja, mientras se arrodilla sobre el cojín y coloca su libro frente a ella - Ven, hijo: cuéntame.

Recibo de manos del bufón el relleno para la pechera con una sonrisa en la cara.

Tomaré buena nota de todos aquellos que me toquen el pecho e informaré debidamente a mi querida hermana, para que ella juzga qué debe hacer en cada caso. Nunca se sabe por dónde puede llegar el amor.

Miro las dos pelucas con curiosidad. No es que sea indiferente a los detalles, pero a todas luces me parecen iguales entre ellas y al pelo de mi hermana.

Me parece... que dejo esa elección a las damas...

Me siento en el tocador frente al espejo mientras voy colocándome mis nuevos pechos.

Enzo... ¿hablaste algo más con el Rey? ¿Algo más específico acerca de mi hermana y sus pretendientes?

Observo con atención las pelucas. Sí, definitivamente me parecen casi iguales. 

-Yo cogería la más realista -concluyo, finalmente. Después, observo de reojo al bufón, frunciendo el ceño. ¿Por qué la reina querría desembarazarse de él?

-Enzo... -titubeo- ¿os consideráis muy cercano al rey?

Mientras la decisión sobre la peluca aún estaba en el aire, el Príncipe e Ibb empezaron a hacerle varias preguntas. Fue con una de las pelucas a donde estaba Dyonisos para ponérsela en la cabeza con cuidado mientras decía:

 -Me temo que no. Sólo me mencionó que sabía lo sucedido con Javier de Castilla y me dio el permiso para hacer lo que creyera conveniente en el caso de volverme a encontrar con él. Lo que sí que me dijo era que confiaba mucho en vos, Alteza y en vuestra capacidad como futuro Rey para encontrar una buena solución a este asunto.

Con la peluca puesta en su sitio, Enzo retrocedió unos pasos para mirar cómo le quedaba.

 -En cuanto a lo que tú me preguntas Ibb, pues la verdad es que nunca lo había pensado. Sé que aprecio al Rey porque me da un techo bajo el que vivir y tras comidas al día y sé que a él le gusta que relate las historias sobre su juventud, cuando tomó posesión del reino destronando a su tío, ya sabéis.

El bufón miró a la criada algo nervioso.

 -¿Por qué? ¿Acaso le has oído comentar algo sobre mí? Oh dios mío, ¿no estará pensando en sustituirme? -miró a todos los presentes- ¿Es que mis chistes están empezando a quedarse viejos ya? Sabía que no debería repetirlos tres veces antes de retirarlos, con dos debería ser más que suficiente. Oh, el Rey me va a echar a patadas de aquí…

Siéntate Enzo. Hay mucho que debes saber.

Le dice invitando al bufón a tomar asiento.

Ay... hay demasiado que contar.
No sé ni ordenar las ideas para compartirlas contigo. Empecemos por lo que todos deseamos, supongo.

Reordena los pensamientos.

El Rey, La Reina, mi hermana y yo mismo. Ninguno queremos que yo reine. Ibb, mi hermana y yo hemos ideado un plan para que padre promulgue una ley que permita gobernar a la primogénita: mi hermana. Esa sería la solución idónea. Pero padre es inaccesible y tiene sus propios planes: casar a Elizabeth para que engendre un varón al que cederle el trono cuanto antes. Así que intentamos acceder a él a través de madre.

La Reina no se mostró partidaria de nuestra solución. Arguyó que el pueblo creería que yo debo gobernar y organizaría una guerra o algo así, levantándose en armas contra Elizabeth y no sé qué otras ridículas ideas escabrosas. El caso es que carecen de base porque yo soy muy capaz de convencer al pueblo de que no estoy contra de esa ley, y el pueblo no pedirá el trono para un rey que no desea reinar. Pero no es esto todo, pues la Reina quiere gobernar ella, o vete tú a saber qué quiere en realidad, pero planea el asesinato de su marido y el de su propio hijo. - Hace una pausa para que cobre consciencia de su acusación.

Lamentablemente esto es cierto. Ibb ha descubierto la trama contra padre y Elizabeth escuchó de boca de la propia Reina que yo era un estorbo y que sería asesinado por el bien del Reino. Acusó a Padre de formar parte del complot para este asesinato y se mostró incapaz de oponerse a los supuestos deseos de padre. Yo creo que el plan de madre es gobernar en regencia hasta la mayoría de edad del hijo de Elizabeth, para lo cual no dudará en casar a mi hermana con algún títere o con alguien a quien asesinar después de que haya dejado en cinta a Elizabeth. Para eso espolea a padre contra mi mientras planea su asesinato. Por eso rechaza la propuesta de ley de sucesión, porque hoy Elizabeth está después de ella en la lista de sucesores, pero con esa ley, la Reina sería Elizabeth y no ella. Ella tendría que matarnos a todos para poder reinar y eso implicaría esperar para matar a Elizabeth al menos un año durante el que mi hermana reinaría o quedarse sin sucesor.

Y en este escenario, la única vía en que mi asesinato se vuelva innecesario es que padre me desherede. Vamos a intentar hacer llegar a padre la propuesta de ley de sucesión que permita reinar a mi hermana al tiempo que procuramos que padre se enfade tanto conmigo como para desheredarme públicamente, lo que anularía la necesidad de acabar con mi vida. Mientras pensamos que hacer con madre.

Por fin hace una nueva pausa, aunque no dura demasiado. Y cuando habla, el tema parece ser totalmente distinto.

Enzo, háblanos de nuestro tío abuelo y padre. ¿cómo ocurrió ese cambio de trono?
¿tú lo viviste?

Artai miró sorprendido a la Reina, no se esperaba esa revisión de sus aposentos. ¿Acaso dudaba de que alguien le pudiera estar vigilando? Por unos instantes le preocupó más eso que lo que tenía que contarle. ¿A qué ha venido esa inspección de sus aposentos? ¿A caso cree que puede haber alguien con interés de espiarla. mi señora?