Partida Rol por web

Murmullos. El ruido de la muchedumbre les despertó. Ocho personas. Ocho desconocidos... ¿O no?

¿Bargoth? Soy Nikuu Patrina, guardia de la ciudad. ¿Me recuerdas?-dijo uno de los humanos, uno de cabellos rubios largos.

Nikuu había desaparecido hacía una semana, un día antes de que el Dedo Rojo organizara el motín en la prisión. Alice, Leiath, Thimaz y Onfale también se conocían entre ellos... pero Onfale había echado un poco de panza desde la última vez que se vieron. En cuanto sus ojos se adaptaron a la intensidad de luz, miraron a su alrededor.

Estaban en el centro de un coso, con muros de piedra de veinte pies de alto y suelo de arena. Hay dos tarimas alejadas en cada extremo, con las vigas bien asentadas. Sobre las dos plataformas hay cocinas de leña, ollas, ingredientes, cuchillos... No los necesitan, los ocho secuestrados mantenían sus ropas y sus armas. En la tarima de la izquierda había un humano con bigote; en la derecha, un semiorco gordo y grasiento.

Esto me da muy mala espina, tenemos que salir de aquí-dijo Nikuu.

Nikuu se puso en pie y corrió hacia el muro. Activó su cinturón mágico para ganar velocidad adicional y sus botas se pegaron a la pared vertical como un arácnido. Entre el público, alguien lanzó un rayo al guardia, que volvió a caer a la arena, inconsciente... o muerto.

¡Bienvenidos, deliciosas mentes pensantes del multiverso! Mi nombre es Vlotung, líder del Dedo Rojo y vuestro humilde anfitrión.

En las gradas, en un palco, el ilícido hacía ondular los tentáculos de su boca al hablar. Señaló con el dedo a la arena de combate.

El espectáculo que tenemos preparado esta noche viene por cortesía de dos cocineros que me deben dinero. El humano se llama Darry, el mestizo se llama Estragón. Ambos deberán competir para ver quién termina antes un plato muy especial. La función del resto de personas en la arena será la de hacer llegar a los cocineros el ingrediente secreto...

Leiath, sacerdotisa de la diosa Hala, o bruja como les gustaba llamarles en la zona donde habitaba, había regresado de un largo viaje espiritual y se disponía a reordenar la cabaña donde vivía. Debía reforzar las protecciones mágicas ya que habían probado ineficaces contra visitas inesperadas. Mientras iba limpiando por aquí y por allí, pensó que lo primero que debía hacer era ponerse en contacto con el resto del aquelarre. No se trataba de un grupo de brujas verdes con verrugas en la nariz, aunque casi. Eran sus amigos, sus compañeros de desventuras y que no sabía nada de ellos desde hace demasiado tiempo - al menos para ella-. Tenía que reunirlos para informales de lo que había averiguado. Debía avisarles, al día siguiente usaría su bola de cristal para localizarlos.

Como era costumbre entre los dioses, Hala le respondió a su manera y a la mañana siguiente apareció en un lugar muy distinto al de su apartado hospicio.

-Onfale! Thimaz! Alice!

Ante la sorpresa de ver a sus amigos, no tuvo tiempo de percatarse de que se encontraba ya vestida con su ahora habitual ropaje oscuro, para pasar desapercibida, y con todos sus pertrechos de viaje, como un casco de reciente adquisición de poco uso, y la piedra ioun que orbitaba sobre su cabeza. Se lanzó hacia los miembros del aquelarre toqueteándolos para cerciorarse que no era un sueño.

-Estáis bien?

Poco a poco fue consciente de lo que le rodeaba, y de que quizás Hala no tuviera nada que ver con aquello. No era el único dios que intercedía en su camino, para su desgracia.

El rayo que derribó a uno de los presentes puso en alerta a la bruja; estaban en territorio hostil. Y ese pulpo humanoide tan feo? Qué decía, era una broma o una especie de premonición?

Sea como fuera, el instinto de la sanadora fue el de atender al caído. Luego le gustaría tener un par de palabras con aquella criatura...

Bargoth estaba soñando con Nerine y él haciendo cosas absurdas, como perseguirse por los campos de flores o pescando al atardecer cuando alguien lo despertó. El primer impulso del enano fue arrearle un guantazo a quien quiera que fuera tan inoportuno pero se contuvo al reconocer a uno de los guardias de la ciudad.

-Nikuu? Que cojones...?

A partir de entonces las cosas se descontrolaron. Al parecer, alguien lo había secuestrado del mismísimo cuartel de la guardia para llevarlo a... a aquel extraño lugar. Nikuu trató de escapar y fue abatido fulminantemente. 

-Vale, nada de echar a correr - dijo el enano para sí mismo.

Luego, se acercó un poco a Nikuu y activó el poder de los dragones que dormitaba en su interior para estabilizarlo y sanarlo. Vió que una humana se disponía a hacer lo mismo y la detuvo.

-No es necesario, amiga. Ya me he encargado yo de él. Ya se está recuperando.

Entonces, el antiguo capataz miró alrededor y descubrió que había más gente aparte de la humana y de él mismo. Alguien había secuestrado a un montón de ciudadanos para hacerlos... luchar por ingredientes culinarios? Bargoth decidió dirigirse directamente al cocinero humano (al semiorco pensaba pegarle un hachazo a la mínima).

-Oye, tú! Qué tenemos que hacer exactamente? ¿Qué hostias está pasando aquí?

Jerinor despertó en aquella arena sin saber como cojones la habían golpeado a traición, dejándola inconsciente en un callejón cerca de la pajarería. Levantándose y observando el espectáculo que había a su alrededor cayo en la cuenta de que se encontraba en una especie de campeonato a muerte o algo similar, su primera reacción fue desenvainar su espada con velocidad y embrazar su escudo adoptando una postura defensiva, tal como había aprendido a lo largo de los años, ya que desconfiaba de los desafortunados que allí se encontraban junto a ella. 

Luego aquel ser con tentáculos pareció darles la bienvenida, y le relato que su misión consistía en conseguir el ingrediente secreto para los dos cocineros que parecían tener un duelo y una deuda muy importante con aquel ser de gran poder. Mierdaa! Exclamó la valquiria de Freya! Al ver como el rubiales caía fulminado por un rayo cuando intentaba escalar el muro, el enano y la humana corrieron prestos a socorrerlo y esa acción hizo que Jerinor cambiara su actitud hacia ellos. Vale, parece que nos quieren vivos para que hagamos algo, quizás combatir algún monstruo o encontrar alguna hierba o ingrediente- por lo que parecía decir el cara de calamar. 

Cuando el enano bramo pidiendo una explicación de lo que pasaba allí, ella asintió con la cabeza al barbudo, alzando la vista a su anfitrión y a los dos cocineros que parecían jugarse algo más que dinero. En guardia, espero la respuesta, presentándose al resto de luchadores a los que aún no conocía pero que con toda seguridad parecían provenir de la ciudad de las Mil Puertas- Mi nombre es Jerinor, guerrera consagrada a la todopoderosa Freya! No sé qué está pasando aquí, pero si conseguimos lo que se nos pide se deshará esta extraña situación.

Thimaz se despertó, aún algo confuso con lo que había ocurrido trató de visualizar la estancia en la que se encontraban, y, como no, no era un lugar bonito, seguro y la compañía no parecía ser del todo agradable. Eso sí, no se parecía en nada al lugar donde había acampado durante la noche en su búsqueda, infructuosa, de lagartos eléctricos.

Al escuchar la voz de Leiath, este se percató de que, en efecto, entre la multitud de personas inconscientes, semi-inconscientes y conscientes, se encontraban viejos conocidos, los cuales, si no fuera porque ella hubiera alzado la voz le sería bastante difícil de reconocer, a fin de cuentas, se pasaron una buena parte de la aventura anterior entre la oscuridad o bajo las túnicas.

-Joder -Exclamó mientras se levantaba usando su querida hacha de guerra enana como apoyo- ¿Otra vez vosotros?. No es que no me alegre de ver caras conocidas, es que empiezo a dudar de que atraéis a la mala suerte o algo...

En eso el enano mira alrededor y ve a los otros, que al igual que ellos, también se levantaban. No los conocía de nada, o al menos eso pensaba. Por lo que tan solo les dio una mirada sospechosa y un leve gruñido de advertencia.

-Grrrrr...

La maga miro confusa a un lado y a otro. ¿Pero qué mierda? Fue el primer pensamiento que le vino a la mente. Podría haberse puesto a gritar e insultar a la caterva de inútiles que le rodeaba. ¿Pero eso iba a servir de algo? La respuesta era. ¡NO! La maga pelirroja ya había estado en muchas situaciones parecidas donde el gritar improperios o preguntar solo conllevaba a ser objeto de una maldición o ser trasmutado a un montón humeante de cenizas. Así que, se encogió de hombros y analizo la situación con fría mentalidad científica.  

Al mirar, vio a sus amigos de penalidades. ¡Leiath, Onfale! ¿Vosotros también? Creo que sois los catalizadores de mis desgracias, o puede que sea al revés. Luego vio al enano. ¿Tú también, Thimaz? Que alegría verte de nuevo….

Hola Jerinor, Soy Alice, la maga pelirroja más poderosas de…. En ese momento la maga se quedó en blanco, podía fanfarronear diciendo que era la maga más poderosa del multiverseo, pero eso podía atraer la atención de sus anfitriones y no quería eso. …de Torneo de la Calavera.

Luego se levantó y lanzo un hechizo muy simple, pero muy efectico cuando no se sabía de donde iban a llover los mamporros.

El humano se sentía confuso al despestarse, se sentía un poco mareado y tal vez con ganas de vomitar... _{^{(mejor no decir lo que pasó anoche)}}, lo único que podía acordarse era poco más que gente mirandolo mientras él estaba tumbado en el suelo un poco grogui, pero nada más, tras eso decidió incorporarse.

-Emmm, emmm...-dijo Abacuc un tanto confuso mientras intentaba analizar lo que pasaba a su alrededor -¡¿y Mohamed?!, ¡¿Que habéis hecho con él?!- dijo tras desenvainar rápidamente su espadón y apuntarles como si fuera un estoque a su gente más cercana- ¡¿Y quiénes sois vosotros?! ¿Y este enano?, ¿que hace aquí un enano? y ¿que es todo esto?- la mente de Abacuc no paraba de dar vueltas: ¿que es todo esto? ¿porque estoy con estos? ¿el enano será caníbal? y la más importante de todas, ¿me podré ligar a alguien?

El eunuco no tardó mucho en reaccionar. En cuanto abrió los ojos, como un resorte, se puso en pie. No era mérito suyo sino de uno de los incontables objetos mágicos que había reunido a lo largo de sus desventuras. El vertiginoso cambio de posición le hizo llevar la mano a la barriga, antes rasa como una tabla y ahora ligeramente abultada. Afortunadamente para él llevaba un elegante sari que disimulaba la protuberancia de sus tripas. Era una prenda femenina pero alejado como estaba de su tierra natal pocos podrían detectarlo. Le gustaba porque era amplio y le venía bien en su actual estado. Le tapaba hasta los pies, ocultando las venas varicosas y los tobillos hinchados de las piernas. El resto de él permanecía más o menos como siempre. El largo pelo azabache que llevaba con raya al medio y recogido en una coleta. Sus labios carnosos y la piel dorada de rostro que emanaba un candor impropio de él. ¿Estaba más rellenito? Le quedaba bien al redondearle el rostro y no tenerlo tan anguloso. Los grandes ojos seguían siendo los mismos, perfilados con bistre y de pestañas largas y cejas perfiladas. Daba gusto verlo tras haber salido del manicomio en un estado infame.

- El Dedo Rojo...-Masculló entre dientes antes de darse cuenta de que entre los incautos que le rodeaban había rostros muy familiares. Recordaba perfectamente ese nombre.- ¡Somos los Vencedores del Torneo de la Calavera!- Gritó amenazador, pero se le quitaron las ganas de continuar al ver que el que pretendía escapar era fulminado por un rayo.- Grrrr, mierda.- Frustrado decidió que por su seguridad sería mejor esperar un poco. La paciencia era una de sus virtudes, siempre lo había sido. Haber sido esclavo la mayor parte de su vida le había hecho saber esperar al momento preciso para hacer algo. Cuando Leiath le nombró la miró con una mezcla de esperanza y fastidio. ¿Había sido ella la responsable de que estuvieran allí? No, no podía ser. Tenía que ver, otra vez, con el maldito Torneo de la Calavera. No podía ser una casualidad.

- El Dedo Rojo también participó en el torneo.- Les recordó a sus compañeras del Aquelarre.- Son un grupo de asesinos. Huyeron del torneo al cobrarse la vida de su objetivo.- Era peligrosos, es lo que quería decir. Habían sido capaces de infiltrarse en el Torneo, matado a uno de los participantes y salido de allí superando las barreras mágicas. No se molestó en saludar ni a los conocido y mucho menos entretenerse con los pobres desgraciados que habían aparecido con ellos.

- Shammmmbu ajna adr̥śya.- Fue la única respuesta que salió de su boca a la par que formaba el mudra con los dedos untados en las esencias del conjuro de invisibilidad.

Yo tampoco conozco la receta, enano-dijo a Bargoth-, así que no sé cual es el ingrediente que tenéis que conseguir. Se nos desvelará ahora, atento.

El humano señaló al maestro de ceremonias azotamentes. Ojalá que el plato fuese pulpo á feira.

¡Cocineros! Tenéis que preparar un quenelle en salsa de almendra con antena de mole sombría.

Los cocineros se pusieron en movimiento, para preparar el quenelle.

¡Pinches! Vosotros tendréis que hacer llegar las antenas de la mole sombría a los cocineros. Dos antenas, una para cada fogón. ¡Que entre la mole sombría!

La arena empezó a ceder bajo sus pies, formando un embudo en el centro del coso. La mole sombría estaba bajo tierra, como una hormiga león, haciendo que sus presas resbalasen hacia ella. Bargoth, Onfale y el inconsciente y estabilizado Nikuu estaban en el anillo más exterior del embudo, mientras Leiath levitó gracias a sus botas mágicas. Jerinor, Alice, Abacuc y Thimaz se llevaron la peor parte, y empezaron a ser arrastrados en el anillo intermedio.

El duelo de cocina terminará cuando uno de los platos se complete, o cuando la mole sombría mate a todos. ¡Muahahahaha!

Todo ocurría muy deprisa, pero como era el pan de cada día para ellos, la bruja reaccionó con presteza.

Se tragó lo que iba a decirle al pulpo ese ya que su prioridad era salvar a los que se deslizaban por la pendiente hacia vete tú a saber qué monstruo. No se olvidó sin embargo de la advertencia de Onfale sobre el Dedo Rojo. Si ese era el líder de una poderosa cofradía de asesinos, debían acabar con él o salir por patas, o ambas cosas, lo antes posible.

El porqué habían sido ellos los elegidos para aquel macabro juego, se le escapaba. Quizás fuera envidia cochina por haber ganado el Torneo de la Calavera, u otro intento de Orcus por acabar con ellos, pero lo que estaba claro era que aquella gente inocente atrapada en la arena no debían pagar las deudas del aquelarre.

Como no sabía a qué se enfrentaba rezó a Hala para le otorgase protección frente al mal. Como respuesta inmediata de su diosa, un aura plateada rodeó a la mujer que, levitando, se colocó cerca de los que caían, aunque con cuidado de no tocar la arena.

Bargoth usó la magia de sus tobilleras para llegar el nivel superior, donde se encontraba a salvo, y sacó una jabalina, dispuesto a arrearle un viaje a la Mole cuando sacara la cabeza.

Jerinor se encontraba en un apuro, ella era una mujer de acción pero lo de nadar con armadura puesta no era lo suyo. Soltando su escudo de madera se dispuso a intentar subir de nivel o mantenerse en el que estaba pero una fuerza inexorable la empuja hacia abajo. Mierda! Exclamo la mujer. Si tenía que ser así que fuera así entonces, moriría luchando entonces en condiciones desfavorables. Asco de vida, esa no era la muerte que deseaba la guerrera!!

La maga vio utilidad a uno de sus hechizos menos usado, no era de fuego y no producía muerte por ello estaba relegado a uno de los apéndices de su grimorio. Pronuncio las palabras mágicas y poco a poco la maga comenzó a elevarse hasta la altura de Leiath y su círculo de protección contra el mal.  Cómo esto siga así, le lanzo una bola de fuego. Reduzco todo este programa a una barbacoa viviente. Cuchicheo con los dientes muy apretados por la ira.

Menudo duelo de cocina...- Pensó indignado el eunuco quien ya no estaba dispuesto a que lo trataran como un mero entretenimiento, al menos sin contar con su permiso. Se distrajo buceando en su prodigiosa memoria algo que pudiera conocer de una mole sombría, monstruos al que deberían enfrentarse para arrancarle una antena y acabar con aquel macabro juego de una vez por todas. Como últimamente tenia mareos apenas se dio cuenta del cambio de pendiente del firme hasta que fue demasiado tarde. La arena caía como en un reloj de arena arrastrando a todos los que no tenían la suerte de levitar.

¡Mago mediocre!- Se fustigó por no ser capaz ni de conjurar un conjuro tan sencillo que hasta la Maga Roja podía ejecutar. Debía mantener la calma, aunque no era fácil resbalando inexorablemente hacia la "boca del lobo". El enano llamado Bargoth que estaba hacía unos segundos a su lado en un parpadeo se había situado en una posición seguro. ¡Y Onfale estaba tan cerca! Si tan sólo pudiera moverse un poco contra corriente y alargar un poco la mano...

Thimaz no se esperaba en absoluto que el suelo se hundiera bajo sus pies, por lo que cuando las paredes comenzaron a hacerse cada vez más y más empinadas, no tuvo otro remedio que tratar de nadar, infructuosamente en el sentido contrario de donde la gravedad lo estaba atrayendo.

-¡¿Por qué a mi?! -Expresó mientras arena se le metía en la boca- Agggg...

Sin lugar a dudas, el hecho de no tener habilidad alguna a la hora de nadar le jugaba en contra en estos momentos de tensión y aunque todo pronóstico, no acuático. Sea como fuere, se encontraría con la criatura que aparecería en breve de cara.

¡Buuuuh! Levitar es de nenazas...-gritó una gran trasgo del público.

Los abucheos empezaron a sucederse en contra de Leiath y Alice, pero no duraron mucho. En cuanto la mole sombría asomó en el centro del embudo de arena, todos los silbidos tornaron en aplausos. El público ansiaba sangre.

Alice no tenía ni la menor idea de a qué se enfrentaban. Onfale sabía que las moles sombrías eran un tipo de aberración inteligente capaz de hablar en térraro, ver en la oscuridad y tener sentido de la vibración. Además, las moles sombrías podían lanzar un ataque psíquico a distancia para confundir a sus enemigos, cosa que le habría resultado útil si no llega a ser por todas las presas con armadura que se precipitaban hacia el monstruo.

La mole sombría quedó semienterrada en el centro del cono. Al ver a Thimaz, Jerinor y Abacuc aproximarse hacia él, el monstruo descargó la fuerza de su brazo contra la armadura del enano. ¿Quién necesita saber nadar cuando llevas una armdura a prueba de golpes?

Mientras, todo el mundo abandonaba al pobre Nikuu a su suerte, mientras su cuerpo empezaba a rodar por la pendiente de arena. Alice y Leiath se colocaron sobre la cabeza de la mole sombría, lo suficientemente alto como para no ser golpeadas. Bargoth se teleportó a lo alto y sacó una jabalina, bastante seguro de que su aura llegaba hasta los desconocidos que estaban junto a la mole. Y Onfale... Onfale estaba invisible (cosa que no le era de mucha utilidad ante el sentido de la vibración de la mole sombría), y nadie sabía qué había sido de él, pero había conseguido trepar hasta Bargoth y se disponía a atar una cuerda a una de las vigas de la plataforma de Estragón.

En la cabeza de la mole sombría se balanceaban dos delgadas antenas ocres, parecidas a plumas de faisán. Requería mayor precisión acertar a las antenas, pero cortándolas y dándoselas a los cocineros tendrían más posibilidades que intentando matar al monstruo, quedaba a la decisión de cada competidor.

Jerinor se encontraba junto al enano que había gruñido anteriormente y una especie de hombre bello o mujer, no sabia muy bien que decir en ese momento. Pero de una cosa estaba segura, vendería cara su piel, ella era una mujer hecha de otra pasta. Emitiendo un alarido guerrero en honor a su diosa Freya, -Aieyieieyieyieayaieyaiii- Aferro su espada larga con fuerza y con un certero golpe cerceno una de las antenas de la criatura, cogiéndo su premio se dispuso a lanzársela o dársela a los que levitaban para hacérsela llegar a alguno de los cocineros. Tú, cógela! Dándosela a la que tenia más próxima ya sea Alice o Leiath.

Vamos enano gruñon, golpea y corta la otra. Debemos salir de aquí antes de que la bestia nos aplaste. 

Quedó gratamente sorprendida por la habilidosa guerrera, sin duda Hala la había puesto ahí para ayudarles a salir del lío. Lo que no le gustó para nada era aquel público ansioso de sangre. Primero un plano infernal lleno de demonios y ahora una horda de asesinos a sueldo, parecía que el público que atraía el grupo era de lo más 'majo'. Para cuando uno abarrotado de muertos vivientes?

Recogió la antena que acababan de cortar y les bendijo con la gracia de Hala, casi segura que cuando Thimaz se decidiera a darle un buen golpetazo al monstruo, la pelea se acabaría.

Se posicionó cerca de los dos guerreros, aún en el aire, para que su aura plateada les diera fuerza y atenderles en caso de necesidad.