Partida Rol por web

...... No podría ser de otra forma. Tan meticulosos, tan minuciosos, en ocasiones creía que toda su vida había sido planificada de antemano, pues encontraba directrices siempre un paso delante del último que había dado.

Cogió el cuchillo, realmente era ligero, parecía resistente, bien equilibrado. Un paso al frente, golpe en diagonal descendente, tajo central a la altura del abdomen, tajo alto, cortando el cuello, punzada directa al corazón. Todo mecánico una y otra vez, hasta que el sudor resbaló por su frente. Rutina diaria durante años en el campo de entrenamiento. Aunque su mente dudara su cuerpo le daba una respuesta. 

 Se metió debajo de la ducha, abrió a tope el agua fría, eso le hacía sentirse vivo. Estuvo así un rato intentando aclarar sus ideas, su próxima acción. Una vez más confió que su cuerpo, su entrenamiento harían lo que fuera necesario cuando fuera necesario. Se puso la chaqueta que había encontrado encima de su cama, instaló el cuchillo en su funda, haciéndolo invisible. Se acercó a la nevera y tras un largo trago de leche, directo del tetra-brick  se dirigió a su misión, a su destino, a su.......... fin?

El joven parece demasiado ocupado mirando una pared y moviendo las manos constantemente como para hacerte caso. Después de más de media hora de silencio te mira de arriba a abajo, lentamente, deteniéndose en tu rostro y en tu pecho unos cuantos segundos más.

Hola guapa, mi nombre es... -comienza a decir tartamudeando. La puerta de la habitación vuelve a abrirse y por ella entra el secretario, acompañado por tres guardias de seguridad.

Ambos habéis sido seleccionados. Tu irás conmigo, Keyla, y tu con ellos -dice el burócrata señalando al adicto y a dos de los hombres de seguridad.

Salís al pasillo y os alejáis del otro candidato, recorriendo nuevamente las instalaciones bajando más pisos. El camino acaba junto a una gran puerta que tu guía abre para que entres.

La habitación es amplia y sencilla, pintada entera de blanco. En ella solo hay una gran trono de hierro, justo en medio de la estancia.

Keyla, toma asiento. Has sido seleccionada para los experimentos que se harán en este laboratorio. He escuchado hablar de ti, de tu forma de ser, totalmente independiente. ¿Hasta donde llegarías para alcanzar aquello que desees? No nos engañemos, el premio de estos experimentos hará que los ganadores se sitúen en los estratos más altos de la sociedad. La recompensa es dinero, una cantidad fija. Pero, cuantos más seáis, menos dinero tendréis -te dice una voz que recorre la habitación. No sabes de donde sale.

Keyla estaba apunto de contestar, no de forma muy agradable, a aquél puto Yonki cuando la puerta de la estancia donde se encontraban se abrió. Buenas noticias, la habían seleccionado y, además, la separaban de su compañero de zulo. 

Todo aquello estaba bien orquestado. Si algo tenía Atlas es que era pomposo y sectario, como demostraban aquellas instalaciones. Hasta esa habitación estaba perfectamente preparada para que uno se sintiese intimidado. "esas mierdas servirán con otra gente" se dijo Keyla a si misma. 

De repente una voz le pidió que se sentara. Se acercó a aquél trono y tomo asiento, aunque no se puso para nada cómoda. No estaba relajada, nunca lo estaba. Aquél tipo parecía intentar sacarle información con alguna pregunta directa, pero siempre escondiendo algo. Cómo no. Era Atlas, y nada surgía de ellos. Pero allí estaba y les seguiría el juego.

- Ese puesto va a ser mío - sentenció la joven - Lo que pase u ocurra con los demás no me importa. Decidme que hacer para ganar y lo haré - estaba siendo clara y directa. Quizás tenía mas conciencia de la que aparentaba, pero eso era algo que ahora mismo no les importaba a aquellos mequetrefes. Cuando haya ganado, ajustaremos cuentas. 

El joven parece demasiado ocupado mirando una pared y moviendo las manos constantemente como para hacerte caso. Sin embargo tras oírte hablar te mira de arriba a abajo, lentamente, deteniéndose en tu rostro y en tu pecho unos cuantos segundos más.

Hola guapa, esta noche nos vamos a divertir tu y yo... -comienza a decir lanzándote una mirada lasciva. La puerta de la habitación vuelve a abrirse y por ella entra el secretario, acompañado por tres guardias de seguridad.

Ambos habéis sido seleccionados. Tu irás conmigo, Sonia, y tu con ellos -dice el burócrata señalando al adicto y a dos de los hombres de seguridad.

Salís al pasillo y os alejáis del otro candidato, recorriendo nuevamente las instalaciones bajando más pisos. El camino acaba junto a una gran puerta que tu guía abre para que entres.

La habitación es amplia y sencilla, pintada entera de blanco. En ella solo hay una gran trono de hierro, justo en medio de la estancia.

Sonia, siéntate. Hemos leído tu cuestionario y analizado la información que tenemos sobre ti. Eres una ciudadana ejemplar, alguien inteligente y respetuosa. Los experimentos serán difíciles y no todos los participantes sobreviviréis. Entre los asistentes se encuentran tres hombres que pueden interesarte, que pueden enseñarte mucho. Owen, John y Kara -te dice una voz que recorre la habitación. No sabes de donde sale.

La mujer te mira con la cara llena de tristeza -Niña, no se que haces aquí. Si estás aquí es porque las cosas no funcionan bien. No funcionan bien aquí. En la civilización gobernada por Atlas -te intenta explicar aunque se nota que su nivel de estudios deja mucho que desear, con una capacidad de lenguaje inferior a la tuya.

Te acomodas en la cama cuando la puerta de la habitación vuelve a abrirse y por ella entra el secretario, acompañado por tres guardias de seguridad.

Ambos habéis sido seleccionados. Tu irás conmigo pequeña, y tu con ellos -dice el burócrata señalando a la anciana y a dos de los hombres de seguridad.

Pobre pequeña, nos veremos en las instalaciones. Mi nombre es Julia, no lo olvides -se despide la anciana tratando de sonreír, mostrándote sus pocos dientes de color amarillo.

Salís al pasillo y os alejáis del otro candidato, recorriendo nuevamente las instalaciones bajando más pisos. El camino acaba junto a una gran puerta que tu guía abre para que entres.

La habitación es amplia y sencilla, pintada entera de blanco. En ella solo hay una gran trono de hierro, justo en medio de la estancia.

Carol, siéntate. Hemos leído tu cuestionario y analizado la información que tenemos sobre ti. Eres una niña muy valiente al presentarte aquí. Hay algo en tus ojos que me recuerdan a mi cuando era niña, algo que me hace pensar que serás grande, que alcanzarás logros increíbles. ¿Te gustaría? ¿que harías para lograrlo? -te dice una voz que recorre la habitación. No sabes de donde sale.

Salís al pasillo y os alejáis de la habitación, recorriendo las instalaciones bajando pisos. El camino acaba junto a una gran puerta que tu guía abre para que entres.

La habitación es amplia y sencilla, pintada entera de blanco. En ella solo hay una gran trono de hierro, justo en medio de la estancia.

Milkana, toma asiento. Vas a formar parte de los experimentos que se harán en este laboratorio. He escuchado hablar de ti, rebelde. Yo no soy como el resto de la gente de Atlas, no me importan vuestras ideas ni vuestra ideología, solo vuestro potencial. Este sistema es corrupto, ambas lo sabemos. En nuestra mano está el reconducir nuestras vidas, el lograr alcanzar nuestros objetivos, nuestros deseos ¿no crees? ¿no debemos sacrificar nuestras vidas para ello? -te dice una voz que recorre la habitación. No sabes de donde sale.

La situación cada vez carecía menos de sentido. Después de moverse por aquellos callejones, acabó en una habitación en donde creía encontrar respuestas pero solo había mas preguntas. Una voz invadió la sala, una voz que parecía provenir de todas partes y de ninguna al mismo tiempo. Un megáfono o algo similar.- pensó Milkana, pero no se tranquilizó, su instinto le decía que no debería estar allí, pero no podía irse. Se intentó relajar y escuchó lo que la voz tenía que decirle.

¿Experimentos?¿Potencial?¿Corrupción?¿Sacrificio?.- la cabeza le daba vueltas, parecía que esa voz estaba sacada de un miembro de una tribu rebelde. Antes de que se diera cuenta había abierto la boca para contestar.- ¿Morir por ideales? Que sabéis vosotros de eso. Dices no estar de parte de Atlas pero aquí estas, unida, usándonos. Hablas de no importar los ideales, de lo corrupto que es Atlas, pero estáis haciendo lo mismo, aquí seguimos siendo un sujeto, un número, un experimento. ¿Debemos sacrificar nuestras vidas para cumplir nuestros ideales, o las vidas de los demás? No intentes compararte conmigo, somos muy distintas.- el tono de su voz subió como la espuma, no le gustó aquella comparación.

La voz cesó tras tu respuesta y solo escuchabas ruido de estática. Claro que somos diferentes, jovencita, no puedes compararte con alguien como yo. No te haré comparaciones pues posiblemente no las entenderías. Toma este cuchillo, posiblemente te haga falta allí abajo. Y, por cierto, tal vez te interese buscar a un hombre llamado Owen, el tal vez sepa quienes fueron los que mataron a tus padres. Y puede que encuentres a otras personas que puedan guiarte en tu camino de rebeldía.

Tras sus palabras comienzas a notar un extraño olor que poco a poco llena el ambiente. Te empiezas a sentir mareada y tus ojos comienzan a cerrarse. Toda tu visión se vuelve negra y pierdes la consciencia.

Cogió el cuchillo antes de darse cuenta del gas que la envolvía. Las últimas palabras de aquella voz dieron un empuje a su voluntad para seguir aguantando aquella situación. A medida que el gas comenzaba a extenderse, sus extremidades dejaron de responderle como debieran, su cara palideció y en cuestión de segundos estaba de rodillas en el suelo, intentó estar alerta y no desmayarse, pero las palabras rebotaban en su mente fuera de control y cada vez se encontraba mas y mas lejana. Solo podía pensar mientras su cuerpo sucumbía al gas.- Owen...Padres...Muerte...Rebeldía... Esos fueron sus últimos pensamientos antes de perder la consciencia.

El joven parece demasiado ocupado mirando una pared y moviendo las manos constantemente como para hacerte caso. Sin embargo tras oírte hablar te mira de arriba a abajo, lentamente.

Me llamo. Mejor, los hombres de mi banda me conocen como... -comienza a decir lanzándote una mirada llena de soberbia. La puerta de la habitación vuelve a abrirse y por ella entra el secretario, acompañado por tres guardias de seguridad.

Ambos habéis sido seleccionados. Tu irás conmigo, Noah. Tu con ellos -dice el burócrata señalando al adicto y a dos de los hombres de seguridad.

Salís al pasillo y os alejáis del otro candidato, recorriendo nuevamente las instalaciones bajando más pisos. El camino acaba junto a una gran puerta que tu guía abre para que entres.

La habitación es amplia y sencilla, pintada entera de blanco. En ella solo hay una gran trono de hierro, justo en medio de la estancia.

Noah, siéntate. He leído tu cuestionario y otra información que he recopilado. Eres Noah, el hijo de una importante familia de Atlas, y estás muerto. O eso dicen los informes, por lo que, a decir verdad, me ha sorprendido bastante que te presentes a los experimentos. Y la muerte se abalanzó sobre ti porque encontraste algo, unas instalaciones, de un viejo conocido que decidió castigarte por ello. Yo puedo decirte quién es aquel que pretendió tu muerte, de la cual escapaste por pura suerte, puedo elevarte por encima del resto de esos inútiles, puedo darte un poder increíble. Solo deberás coger mi camino y dejar que te guíe por el camino correcto ¿te unirás a mí? -te dice una voz que recorre la habitación. No sabes de donde sale.

El joven parece demasiado ocupado mirando una pared y moviendo las manos constantemente como para hacerte caso. Sin embargo tras oírte hablar te mira de arriba a abajo, lentamente.

Tío, eres muy grande... -comienza a decir lanzándote una mirada llena de asombro. La puerta de la habitación vuelve a abrirse y por ella entra el secretario, acompañado por tres guardias de seguridad.

Ambos habéis sido seleccionados. Tu irás conmigo, Wilfredo. Tu con ellos -dice el burócrata señalando al adicto y a dos de los hombres de seguridad.

Salís al pasillo y os alejáis del otro candidato, recorriendo nuevamente las instalaciones bajando más pisos. El camino acaba junto a una gran puerta que tu guía abre para que entres.

La habitación es amplia y sencilla, pintada entera de blanco. En ella solo hay una gran trono de hierro, justo en medio de la estancia.

Wilfredo, siéntate. He leído tu cuestionario y otra información que he recopilado. Veo que eres un gran trabajador, que tienes esposa y un hijo. Bien, vas a participar en unos experimentos que te podrán dar todo aquello que desees. Pero no será fácil y muchos de vosotros moriréis. ¿Estás preparado? Coge ese cuchillo y prepárate para la batalla. Puede que encuentres en el laboratorio una pieza de armadura que te guste, mucho más avanzada que aquella con la que estás acostumbrado a trabajar -te dice una voz que recorre la habitación. No sabes de donde sale. Frente a ti aparece un cuchillo por un hueco que se abre en una de las paredes.

La mujer te mira sonriendo, mostrándote los lugares donde debían estar sus dientes -Mi nombre es Mary ¿y el tuyo- te pregunta justo cuando la puerta de la habitación vuelve a abrirse y por ella entra el secretario, acompañado por tres guardias de seguridad. 

El hombre no tiene tiempo para responderte pues la puerta de la habitación vuelve a abrirse y por ella entra el secretario, acompañado por tres guardias de seguridad.

Ambos habéis sido seleccionados. Tu irás conmigo Rodrik. Tu con ellos -dice el burócrata señalando al hombre y a dos de los guardias de seguridad.

Salís al pasillo y os alejáis del otro candidato, recorriendo nuevamente las instalaciones bajando más pisos. El camino acaba junto a una gran puerta que tu guía abre para que entres.

La habitación es amplia y sencilla, pintada entera de blanco. En ella solo hay una gran trono de hierro, justo en medio de la estancia.

Rodrik, siéntate. He oído hablar de ti, de tus trabajos en ese obsoleto laboratorio del que presumes. Aquí, en este lugar, verás lo que la verdadera ciencia puede lograr ¿estás preparado? ¿podrás sobrevivir a estos experimentos? Y si, hablo de sobrevivir pues muchos de vosotros caeréis, muchos pereceréis para que yo compruebe mis teorías y aplique mis investigaciones. Y, si logras vencer, si sobrevives, te daré un puesto de trabajo junto a mi -te dice una voz que recorre la habitación. No sabes de donde sale.

Aquel tipo estaba mas colgado de lo que Wilfredo imaginaba. Y entonces aparece el tío entrajetado y le da la noticia que ya se imaginaba pero que se alegra de escuchar: Está seleccionado.

¿Como han podido seleccionar también al otro tipo? Bueno, eso que mas da.

Cuanto mas recorre ese lugar, mas le sorprende, es tan distinto a todo aquello que conoce... El secretario camina a un buen paso pero Will no es menos, sin poder evitar sentir cierto nerviosismo. Es como si todo este asunto comenzase a darle mala espina, pero ¿por qué ahora?

Al llegar a la habitación el educado hombre le invita a sentarte en un extraño trono. Jamás había visto nada semejante y, aunque no puede disimular su asombro, se sienta en cuanto se lo piden.

El discurso es, cuanto menos, impactante.

¿Muchos de nosotros moriremos? ¿Un cuchillo? ¿Una batalla?

Parece que las malas vibraciones de antes estaban mas que justificadas, pero Will no se atrevía a preguntar nada. Sino tienes nada inteligente que decir, vale mas que no digas nada. No quería quedar como un ignorante, sino no podría lograr sus propósitos. Pero tenía algo claro, a partir de ese momento no bajaría la guardia nunca. Jamás se había planteado que pudiese llegar a morir en este laboratorio.

Malditos burócratas de mierda... Y maldito yo y mis ideas...

Willfredo cogió el cuchillo con decisión y deseó con todas sus fuerzas encontrar esa pieza de armadura, de la que hablaba el secretario, lo antes posible. Intentó, con todos sus fuerzas, disimular su desconcierto y nerviosismo y dijo, con voz decidida:

Estoy preparado. ¿A donde debo dirigirme?

Me quedo callado durante todo el proceso. Solo se escucha el respirador automático que está conectado a mis pulmones para permitirme respirar.

Voy viendo como van rechazándonos a todos poco a poco y nos dejan al tullido y a mi solos. Supongo que será una señal, me ponen a prueba, no los defraudaré. En el momento que nos quedamos solos me levanto y ando hacia él lentamente.

Saludos buen hombre.- Me quedo callado un momento para dar algo de tensión al momento.

Cuando termine toda esta pantomima por parte de nuestro "queridísimo Atlas".- Esas dos últimas palabras las digo con cierto sarcasmo.- Podría ayudarle con sus partes inútiles. Soy médico y me dedico a implantarle a tipos como usted partes mecánicas que mejorarán su funcionamiento de forma exponencial, en usted no es muy difícil.- Sonreiría pero igualmente con el respirador no se vería. - Por cierto me llamo...Grar.

Ante la premisa del otro hombre hablando de diversión, me pregunto si el idiota no se habrá dado cuenta que en una patada en sus bolas lo dejaría tío.

No sé nada de ellos, comento un poco confundida ante el misterio, pero si ustedes han decidido que serán el ejemplo y la ayuda que necesito me parece bien, aunque, si es posible- pregunto un poco- si me pueden informar quienes son ellos, con gusto tratare de adaptarme, siento que algunos de los candidatos- digo refiriendome al hombre que trató de insinuarse- no son lo que esta gran empresa necesita.

Las palabras de la anciana me dejan un poco confundida, intento entender qué trata de decirme pero no lo logro. Me quedo con cara extrañada a punto de preguntarle por su significado cuando la puerta de la habitación se abre de nuevo y entran cuatro hombres.

Parece que el proceso ha acabado y nos separan a ambas, algo que tampoco entiendo, pensaba que estaríamos juntos todos los seleccionados. La anciana se despide de mí, es entonces cuando bajo de la litera y hago un gesto de despedida con la mano mientras le contesto -Adios, Julia -Esperaba volver a verla. Tras el temor que me producía en un principio, con sus palabras parecía demostrar que no tenía nada de qué preocuparme, hasta me había resultado agradable.

Tras un largo recorrido por diferentes pasillos llegamos a una puerta cerrada, abren la puerta y me indican que entre. Allí no hay nada, sólo una especie de trono en el medio de la sala. Entro despacio, temerosa, miro a mi alrededor justo cuando la puerta de la estancia se cierra tras de mí. No me gusta ese trono, me quedo quieta justo hasta donde me han llevado los pocos pasos hacia delante que he dado dentro de la habitación.

Cuando de repente una voz que no sé de dónde proviene me habla. Miro a todos lados y recorro la habitación con la vista, de suelo a techo, pero sigue vacía. La voz me pide que me siente y me acerco al trono lentamente con pasos pequeños, lo toco antes de sentarme, está frío... Me siento despacio y la voz continua hablándome. Asiento con la cabeza a todo lo que me dice mientras esbozo una pequeña sonrisa, me reconfortan los elogios que me dedica -Emmmmm... Muchas gracias -Agacho la cabeza pensativa y la levanto de nuevo para contestar su pregunta mirando al techo -Claro que me gustaría, he venido aquí para eso, para mejorar, para llegar a lo más alto, para volver a reunirme con papá y por todo ello haría cualquier cosa que estuviese en mi mano. No sé si será suficiente pero voy esforzarme al máximo, como he hecho hasta ahora.