Partida Rol por web

Mientras esperas el autobús notas algo extraño en uno de tus bolsillos. Sacas una pequeña nota de su interior, alguien debe de haberlo puesto allí, seguramente el mendigo. Tu papel en la sociedad de Atlas te ha obligado a aprender a escribir y a leer, razón por la cual ahora puedes descifrar el mensaje.

Estrella, la hora ha llegado y te necesitamos. Se han convocado unos extraños experimentos en una de las bases de Atlas. Tememos que en dichas instalaciones se estén creando armas y haciendo otras atrocidades. Por lo que sabemos la información que allí se encuentra puede destruir todo su mundo, hacer que las gentes se alcen contra sus opresores. 

Queremos que entres en dichas pruebas y te hagas pasar por una voluntaria más. Te facilitaremos la entrada. Una vez dentro busca la forma de dar a conocer lo que allí acontece. Tal vez una mujer pueda ayudarte, su nombre es Marina y creemos puede ser de fiar, aunque no estamos seguros.

En vuestro hogar encontrarás un pase para las pruebas un cuchillo que podrás colar para defenderte de los investigadores.

Pronto cumpliremos nuestra misión.

El hombre te mira y te responde. Parece deseoso de hablar - Mi nombre es Richard, he trabajado durante veinte años en una fábrica del sector J. Hace menos de un año tuve un accidente y perdí, junto a parte de mi cuerpo, mi trabajo. Ahora mi familia no tiene para comer y no he encontrado otra salida que este absurdo experimento.

Antes de que puedas responder la puerta se abre y entra el secretario acompañado por tres guardias -Ambos habéis sido seleccionados. Tu irás conmigo Fox. Tu con ellos -dice el burócrata señalando al hombre y a dos de los guardias de seguridad.

Salís al pasillo y os alejáis del otro candidato, recorriendo nuevamente las instalaciones bajando más pisos. El camino acaba junto a una gran puerta que tu guía abre para que entres.

La habitación es amplia y sencilla, pintada entera de blanco. En ella solo hay una gran trono de hierro, justo en medio de la estancia.

Fox, siéntate. Eres un perdedor, sin duda alguna. Has escogido los caminos más arduos y autodestructivos cuando ya habías escogido la senda correcta. Solo un estúpido hace algo así pero solo un necio puede pensar que un hombre no puede cambiar tu camino. Estas pruebas serán tu redención Fox, tu oportunidad de encontrar un nuevo sentido a tu vida, de darte nuevas esperanzas. Pero no será fácil pues la muerte os acechará en cada esquina. Tomad este arma y protegeos. Por cierto, tal vez puedas encontrar a un tipo llamado Grar, puede que os llevéis bien. O puede que acabe matándote -concluye una voz que no sabes de donde sale. Frente a ti, por un agujero que se abre en la pared, surge un pequeño y afilado cuchillo.

El hombre te mira extrañado y te responde. - Eres un hombre extraño Grar, pero creo que eres sincero. Mi nombre es Arthur, he trabajado durante veinte años en una fábrica del sector J. Hace menos de un año tuve un accidente y perdí, junto a parte de mi cuerpo, mi trabajo. Ahora mi familia no tiene para comer y no he encontrado otra salida que este absurdo experimento. Ojalá te hubiera conocido antes, ojalá hubieras podido ayudarme con esas ideas tuyas

Antes de que puedas responder la puerta se abre y entra el secretario acompañado por tres guardias -Ambos habéis sido seleccionados. Tu irás conmigo Grar. Tu con ellos -dice el burócrata señalando al hombre y a dos de los guardias de seguridad.

Salís al pasillo y os alejáis del otro candidato, recorriendo nuevamente las instalaciones bajando más pisos. El camino acaba junto a una gran puerta que tu guía abre para que entres.

La habitación es amplia y sencilla, pintada entera de blanco. En ella solo hay una gran trono de hierro, justo en medio de la estancia.

Grar, siéntate por favor. Eres un ser peculiar, la verdad, por eso te he hecho traer. Tu odio por lo biológico y tu pasión por lo mecánico y lo robótico me sorprenden e intrigan. Por eso te he elegido como sujeto de experimentos. Quiero ver como te desenvuelves en mis instalaciones, como tratas de sobrevivir. Creeme, no te será difícil. Coge este cuchillo, te será útil. Por cierto, entre nuestros aspirantes se encuentra Nicolai, un hombre que trabajaba en tu mina. Tal vez te apetezca verlo antes de morir -concluye una voz que no sabes de donde sale. Frente a ti, por un agujero que se abre en la pared, surge un pequeño y afilado cuchillo.

Sobrevive -concluye la voz. 

Al cabo de un rato el joven te mira extrañado pero antes de que pueda decir nada la puerta se abre y entra el secretario acompañado por tres guardias -Ambos habéis sido seleccionados. Tu irás conmigo John. Tu con ellos -dice el burócrata señalando al hombre y a dos de los guardias de seguridad.

Salís al pasillo y os alejáis del otro candidato, recorriendo nuevamente las instalaciones bajando más pisos. El camino acaba junto a una gran puerta que tu guía abre para que entres.

La habitación es amplia y sencilla, pintada entera de blanco. En ella solo hay una gran trono de hierro, justo en medio de la estancia.

John, siéntate. Tienes un pasado digno de contar, tantos cambios, tantas vueltas, tantos inconvenientes y tantas soluciones. Ha sido interesante toda la información que he escuchado sobre ti. Bien, esta será la historia que eclipse al resto, si logras sobrevivir para contarla. La muerte será vuestra compañera en este viaje, no lo dudes. Toma este arma y cuida tus espaldas, cualquiera puede ser tu enemigo. Entre los seleccionados se encuentran varios hombres que tal vez puedan ayudarte, tal vez matarte. Son Elijah y Joe. Y ahora partiréis y descenderéis a las instalaciones, a mis creaciones -concluye una voz que no sabes de donde sale. Frente a ti, por un agujero que se abre en la pared, surge un pequeño y afilado cuchillo.

Asiento mientras el hombre habla. Sentiría pena, pero esa clase de sentimiento hace tiempo que desaparecieron de mi ser. Cuanto termina empiezo a hablar con mi peculiar voz mecánica.- Pues si lo deseas podr....- En ese momento me interrumpen abriendo la puerta.

Acompaño a los guardias por los pasillos, momentos que se me hacen interminables...¿Qué será lo que me espera?...no tenía ni la más remota idea, pero fuera lo que fuera...tenía pensado salir de allí para continuar mis investigaciones, y el hombre que conocí sería perfecto.

Escucho la voz con atención, hago una mueca con la cara que podría interpretarse como una sonrisa cuando habla acerca de mi odio hacia lo biológico.

 Vaya, que bien, alguien de mi antigua mina, almenos no estaré completamente entre desconocidos.

 Veo el cuchillo aparecer y lo cojo jugando un poco con él en mis manos, luego lo oculto entre mis ropas. Entonces aquí empieza todo, toca sobrevivir. Matar o morir...no será difícil.

Estoy listo, así que cuando queráis.- Termino diciendo tras estar algún tiempo callado.

Y me quedo sentado en el trono esperando ir a donde me toque. Estoy listo para lo que venga, nada podrá parar la evolución.

La puerta de la habitación vuelve a abrirse y por ella entra el secretario, acompañado por tres guardias de seguridad. 

Avanzo con tranquilidad detrás del funcionario hasta la sala, sin dedicarle ni una mirada al hombre nervioso que se aleja en dirección contraria. Cuando el funcionario abre la puerta para dejarme entrar, entro sin titubear.

Al entrar en la sala doy un par de pasos laterales, para no quedarme delante de la puerta y así tener la espalda cubierta, a continuación me pongo en posición de descanso. Hasta que suena una voz dando instrucciones, a través de algún altavoz integrado que no logro ver. Por lo que avanzo hasta el trono y me siento en el.

Escucho sus comentarios iniciales, sin dar mayor importancia a lo que dice, pero pasando a prestar atención cuando hace mención a que la muerte será nuestra compañera en este viaje y que no será fácil sobrevivir. Asiento con la cabeza, con un leve gruñido, no será la primera vez que bailo con la muerte, pienso con una leve sonrisa.

- Elijah y Joe, recibido. 

Digo ante sus últimos comentarios. Después me levanto del trono y me acerco hasta la pared para coger el cuchillo. Lo examino con cuidado, comprobando que esté afilado y si está equilibrado para lanzarlo. A continuación lo guardo en la cintura, debajo de la ropa, de forma que esté oculto a la vista pero de fácil acceso en caso de necesidad.

Después vuelvo a sentarme en el trono y con una leve sonrisa en los labios espero acontecimientos.

La mujer te mira con la duda reflejada en el rostro-La verdad es que no lo se hija. Si yo fuera el seleccionador te escogería a ti, la verdad, yo solo soy una vieja- se sincera la mujer justo cuando la puerta de la habitación vuelve a abrirse y por ella entra el secretario, acompañado por tres guardias de seguridad. 

La puerta de la habitación vuelve a abrirse y por ella entra el secretario, acompañado por tres guardias de seguridad. 

Ariadna mira la boca de la mujer con algo de sorpresa. No tenía dientes. Que desagradable situación.

Al entrar el secretario, en el rostro de Ariadna se dibuja una sonrisa pero al escuchar que esa desagradable mujer también ha pasado la prueba, se siente un poco decepcionada. ¿Alguien como ella junto conmigo en las pruebas? Por favor...

Sin decir nada más, continúa hacia la habitación que le dedica aquel pomposo funcionario. Un hombre como él debe saltar de miedo al ver un insecto... Ríe para sus adentros y se sienta en donde se le ha indicado.

Pensó que era una broma al principio, pues no había nadie que pudiera atenderla, cuando la voz comenzó a hablar por sí misma. Ariadna sonrío con las palabras de aquel que parecía el artífice de su escalera al triunfo. Sabía que ella había escogido una vía más sencilla a la del trabajo duro, pero era necesario. Su familia no podría soportar mucho más tiempo en esa situación. Si fuera solo ella, no habría problema pero era más que sólo ella por lo que tenía que velar.

Graba en su mente el nombre de Reina y piensa - Bueno, ya tengo un primer sujeto en quien poner mi atención -. Cuando la voz termina, Ariadna sonríe y suelta una pequeña risa entre dientes. Como única afirmación dice - La gloria será mía. Ya lo verá - toma el cuchillo y espera a que llegue quien les indicará el camino.

El hombre te mira extrañado y te responde. - Jamás me lo habría planteado, puede que tengas razón, puede que nos estén observando. Eres una mujer muy inteligente a la par que bella. Mi nombre es Arthur, he trabajado durante veinte años en una fábrica del sector J. Hace menos de un año tuve un accidente y perdí, junto a parte de mi cuerpo, mi trabajo. Ahora mi familia no tiene para comer y no he encontrado otra salida que este absurdo experimento. 

Antes de que puedas responder la puerta se abre y entra el secretario acompañado por tres guardias -Ambos habéis sido seleccionados. Tu irás conmigo Maira. Tu con ellos -dice el burócrata señalando al hombre y a dos de los guardias de seguridad.

Salís al pasillo y os alejáis del otro candidato, recorriendo nuevamente las instalaciones bajando más pisos. El camino acaba junto a una gran puerta que tu guía abre para que entres.

La habitación es amplia y sencilla, pintada entera de blanco. En ella solo hay una gran trono de hierro, justo en medio de la estancia.

Maira, siéntate por favor. Eres una mujer muy inteligente y con una lengua afilada. Tal vez esas habilidades te permitan sobrevivir a los experimentos pues la mayoría moriréis en ellos. Tus respuestas en el cuestionario han sido muy satisfactorias, cualquier burócrata en manos de Atlas estaría más que orgulloso de ti. Pero yo no soy una burócrata ni me creo tus palabras. Si te veo durante los experimentos manipulando al resto de seleccionados tal vez te aporte algún que otro premio. Y, ahora, coge ese cuchillo y prepárate, deberás ensuciarte las manos si quieres vivir -concluye una voz que no sabes de donde sale. Frente a ti, por un agujero que se abre en la pared, surge un pequeño y afilado cuchillo.

Klaus recorrió en silencio el corredor, precedido por aquel hombre, aquel burócrata que parecía ser quien llevaba la voz cantante en todo aquel asunto. El individuo ni siquiera tomaba la precaución de hacer que Klaus caminara delante de él. NO era consciente del peligro que corría por exponerse así. Afortunadamente para él, no estaba en la lista. Aún.

Las palabras del burócrata sacaron al enterrador de su ensoñación. Una habitación completamente pintada de blanco. En su centro un trono de hierro, o al menos eso parecía. Klaus se dirigó a él y lo estudió, fascinado. ¿Serían como aquel los tronos de la antigüedad, desde dónde los reyes decidían la suerte de los simples mortales?

En realidad, es muy apropiado. Sólo que no soy yo quién decide quién debe morir y quién no.  sonrió mirando fijamente a los ojos al hombre de Atlas.

Sin embargo, las últimas palabras que el otro hombre pronunció resonaron en la mente de Kalus, sacándolo de su mutismo. ¿Comer corazones? ¿Matar? ¿Yo?  se preguntó extrañado  Yo no hago nada de eso señor. Me limito a seguir SU voluntad. EL me indica quién es un pecador, y yo me limito a liberar su alma de sus pecados. No lo banalice... acabó dejando la frase sin completar, como si una amenaza tan vacua pudiera amedrentar a aquel tipo, rodeado de sus guardias y sistemas de seguridad. Y, a pesar de todo ello, un escalofrío recorrió su columna ante la mirada del psicópata que tenía delante.

No se cómo se ha enterado, pero algo le digo: Purgaré los cuerpos de aquellos que el Señor me indique, solo esos. resopló tomando el cuchillo en sus manos. Era un buen arma, equilibrada, manejable. Kalus sonrió, dejando entrever sus dientes, la mitad de ellos apañados con fundas de algún material metálico...

La mujer te mira sonriendo, mostrándote los lugares donde debían estar sus dientes -Si, no te voy a engañar, esta situación es demasiado rara. Mi nombre es Pam ¿y el tuyo?- te pregunta justo cuando la puerta de la habitación vuelve a abrirse y por ella entra el secretario, acompañado por tres guardias de seguridad. 

Salís al pasillo y os alejáis de la habitación, recorriendo las instalaciones bajando pisos. El camino acaba junto a una gran puerta que tu guía abre para que entres.

La habitación es amplia y sencilla, pintada entera de blanco. En ella solo hay una gran trono de hierro, justo en medio de la estancia.

Máscara, siéntate. Me han dicho que ahora respondes al nombre de Máscara peor antaño respondiste a otros nombres. Te llamaré Máscara pues, aunque la verdad es que tu nombre me importa poco. Te querían muerto, chico, pero he usado mis enlaces para darte otra oportunidad. Serás sometido a ciertos experimentos, pruebas de alta mortalidad, y si las superas con éxito podrás vivir. Y no solo debes temer los experimentos, algunos de los otros sujetos serán muy peligrosos, deberás defenderte de ellos. Existe un hombre llamado Nicolai que pretende salir de los dominios de Atlas e ir a vivir a otro lugar. Tal vez te interese hablar con él aunque puede que te mate ¿quién sabe? Ahora coge este cuchillo y prepárate, hoy tu vida cambiará para siempre -de una pared se abre un hueco por el que cae un cuchillo.

La puerta de la habitación vuelve a abrirse y por ella entra el secretario, acompañado por tres guardias de seguridad. 

La puerta de la habitación vuelve a abrirse y por ella entra el secretario, acompañado por tres guardias de seguridad. 

Me río. Las palabras valían poco, y ahora me daba cuenta que eso también se aplicaba a las mías. Cogí el puñal, rompiendo la promesa que me hice de no volver a tocar un arma.

-Hecho. No puedo decir que me esperase unos experimentos mortales dentro de Atlas, pero no me voy a quejar. Sobrevivir 8 días, veamos hasta donde llegamos. ¿Quiénes son los objetivos?

No sabía si habría una respuesta, pero estaba claro que lo descubriría en breves.

Finalmente vienen a buscarnos, según parece ambos hemos sido seleccionados pero resulta cuanto menos curioso que mientras a mi me acompaña un hombre trajeado, a mi compañero de habitación son dos hombres de seguridad los que le indican el camino a seguir. No pregunto, es preferible mostrarse dócil y no hacerlo, pero esta claro que estos laboratorios son como un Iceberg, solo vemos la superficie, lo que ellos quieren que veamos, debajo hay muchísimo más y mi instinto me dice que seguramente sea peligroso.

Me llevan a una habitación, con un trono de hierro, me siento haciendo caso a esa voz, esperando que hacer. Escucho sus palabras, y al hablar del asesinato de Vladimir mis manos se agarran con fuerza al trono, aprieto lo dientes por la rabia, mi respiración se hace más profunda. Tranquilízate, Nicolai, respira – pienso recuperando la compostura pasados unos segundos. Kara y Grar, Kara y Grar - repito sus nombres varias veces en mi cabeza, memorizándolos.

- Entiendo – comienzo a decir para darme unos segundos para poner en orden mis ideas antes de responder - Si sabes que Kara conoce a quien mato a Vladimir, supongo que esa información no se te sera desconocida, dudo mucho que se os escapen esas cosas. Lo que no entiendo es porque ibas a ayudarme a escapar del dominio de Atlas, en el supuesto de que en verdad quisiese irme. ¿Es posible que mis ideales pueden resultar una amenaza para ellos o hay algo más? - pregunto viendo de reojo el cuchillo, que se encuentra en el suelo. Dudo entre cogerlo o dejarlo allí, tal vez sea una ultima prueba.

Un arma me sería útil sin en verdad vamos a acabar matándonos unos a otros, pero si llega ese momento prefiero usar algo con lo que en verdad estoy familiarizado, los explosivos o alguna herramienta sólida.

Me quedo en silencio observándolo y me atrevo finalmente a contestar - Correré el riesgo de no ir armado y no resultar una amenaza para el resto, por si encuentran que llevo un cuchillo entre mis cosas. Además donde este una buena llave inglesa - añado sentado en el trono esperando no arrepentirme de la decisión que acabo de tomar.

Lo miro con mayor respeto mientras contestaba su pregunta, que aunque mal planteado el sujeto no veia razon para no contestarle y por ello ganaba un poco de su respeto. Antes que pudiera responderle se volvio a abrir la puerta y me quede callado expectante.

Cuando el secretario lo eligio para que lo siguiera se paro y prosiguió a seguir su orden. Se quedo callado todo el trayecto, no queriendo hablar de mas y esperando a que el secretario hable primero. Fue hasta llegar a la habitación completamente blanca que una voz sin origen empezo a hablarme.

Hice caso a su pedido, pero no pude esconder mi enojo ante su descripción de mi persona. “Ya veremos quien es el muñeco roto cuando terminemos esto.” Penso en su cabeza mientras se seguia escuchando con sufiente atención para sacar lo mas util de las palabras que decia. “Grar y Endor, dos aliados o dos enemigos. Pronto lo sabre y cuando lo sepa me encargare de ellos como deba.” Penso con una sonrisa complaciente.

Cojo el arma. Gracias, cuando empezaremos este experimento? fue las unicas palabras que dijo, sabien que no lograria conseguir mas de esta voz.