Partida Rol por web

El sitio me recordaba a las entradas a los coliseos y arenas de combate de las películas. Una parte de mí estaba seguro de ganar a cualquier monstruo que me pusieran por delante pero por otro lado, la que era más YO, no iba poner en peligro a Hana por simple soberbia.

Por lo que cierro la puerta volviendo a la sala anterior.

- No creo que sea buena idea ir de cabeza a una batalla si podemos evitarla- le explico a la joven.- Quizás esa corriente es de un pasillo que da al exterior.- concluyo señalando hacia la brisa que movía las cortinas. Dicho esto empiezo a buscar una manera de subir que podamos utilizar los dos o al menos que ella pueda subir con mi ayuda.

Me asomo yo también a la puerta, viendo que el príncipe no parece haber visto ningún peligro. Esto parece la entrada a alguna arena de combate. Es lo primero que pienso nada más verla y miro a Scott, esperando su opinión. Me aparto en cuanto cierra la puerta y ladeo la cabeza, sopesando las opciones. Por poder, podríamos ir pero no tenemos nada para curarnos y a mí ya me han hecho una herida... ¿Y si le pasa a Scott lo mismo?

- Me parece bien. - respondo rápidamente - Exploremos más esto antes de meternos en un combate directamente. 

Echo un vistazo a lo que parecen las escaleras de salida y luego empiezo a buscar por la sala alguna forma de subir, o incluso algún objeto si hay, con suerte.

Empiezo a mirar por la zona sin encontrar una forma que sea precisamente sencilla para subir. Mientras considero que hacer empiezo acercarme a Hana y sin darme cuenta la agarrado de la muñeca.

- Farah, estamos perdiendo el tiempo. Venid conmigo.- tiro de ella hacia una pequeña elevación en un lateral de la sala con lo que parecía un balcón interno.- Os he visto moveros con anterioridad y se que podréis agarraros sin problema.- sin más la cojo por la cintura y la lanzo arriba para que se agarre a la parte de arriba. Sin esperar escalo el muro corriendo verticalmente y llego antes de que ella termine de escalar. Por lo que la ayudo a subir pero en vez de detenerme ahí la aúpo entre mis brazos, era increíble lo ligera que era y lo nervioso que me sentía por dentro de tenerla tan cerca. Tampoco es que disfrutara mucho el momento porque empecé a correr por la pared de la misma manera que lo había hecho antes para bajar, avanzando todo el muro hasta pasar la barandilla que limitaba el piso superior.

- ¿Veis? No ha sido para tanto aunque os noto algo nerviosa. ¿No os gustan las alturas? - le digo con tono chulesco una vez llegamos la dejo bajar mientras pongo una sonrisa a juego sin dejarla ir. Está situación me estaba matando de vergüenza y de envidia. Envidia a lo que me estaba controlando por atreverse a lo que yo nunca haría o al menos eso creía.

Habeis logrado alcanzar lo alto y subir las escaleras es cosa fácil, a través de las cortinas observaís un pasillo alargado

Unos enormes tornos con cuchillas se deslizan de un extremo a otro girando a la vez sobre su mismo eje. Siguen un patrón de tiempo así que quizás podría ser un camino viable. 

Frunzo el ceño cuando Scott me trata con tanta formalidad pero le sigo igualmente, sin saber lo que me espera. Empiezo a notar las mejillas ardiéndome cuando siento que me coge por la cintura como si nada... Pero la vergüenza se convierte en sorpresa cuando me lanza hacia arriba como si fuera un muñeco. Se me escapa un grito de sorpresa y consigo agarrarme a la barandilla, por puro instinto de supervivencia. Pero grito se me escapa cuando me coge otra vez en brazos y sala hasta el otro lado andando por la pared.

Cuando aterriza, me doy cuenta de que estoy tapándome la cara con las manos, sin saber si por vergüenza o por el infarto que casi me da. Me las quito de inmediato al escuchar su pregunta y le miro enfadada, aunque una parte de mí está intentando contenerse la risa. Ha sido muy guay... Si no fuese porque soy yo la que ha lanzado como si nada.

- ¡C-claro que... No! - las palabras se me atascan, haciendo que bracee inútilmente, nerviosa - ¡Soltadme! ¡Soltadme ahora mismo! - le aparto los brazos hasta que consigo posar de nuevo los pies en el suelo. Respiro más tranquila pero le miro molesta, mientras me recoloco la ropa - La próxima vez, podríais avisar antes... O mejor, no tratarme como si fuera una muñeca de trapo. Podría haber subido yo sola. - le espeto, cruzándome de brazos. 

¿Qué acaba de...? Casi al instante aparto la mirada, nerviosa. Me siento mal de haberle hablado así a Scott... O de hablarle así a cualquiera. Pero tengo razón... Creo. Sacudo la cabeza y echo a andar hacia la siguiente sala, deteniéndome al ver las cuchillas. Me quedo unos segundos mirando el patrón que siguen hasta que lo tengo más o menos aprendido. Me giro hacia el Príncipe y sonrío, antes de despedirme con la mano y avanzar hacia las cuchillas de espaldas.

Casi me río cuando la cuchilla pasa por delante de mí después de que la haya atravesado, quedándose entre mí y la cara que se le ha quedado al príncipe. Doy una vuelta y media, como si estuviera bailando, para pasar al tiempo que la segunda se aparta de mi camino. Y a la tercera me toca dar un salto y rodar por el suelo para esquivarla. Por poco... Miro un momento mi muñeca, comprobando que sigue como antes y me levanto triunfal para mirar al príncipe.

- ¿Veis cómo puedo cuidarme sola? No os quedéis muy atrás o tendré que seguir avanzando sola... - aunque empiezo a andar hacia la salida, me giro y me quedo esperando a que Scott pase, algo preocupada y no solo por empezar a tener estos cambios de personalidad.

Al verla resistirse tanto termino por dejarla ir consiguiendo imponerme otra vez a ese maldito alter ego aunque fuese por unos segundos. Pues cuando Hana sigue dejando en evidencia todo lo que había hecho volvió con más fuerza que antes.

- De que os quejáis, si no fuera por mí aún estaríais abajo o aún peor a merced de esas criaturas... y no me deis la espalda porque no sepáis como contestarme.- ¡Mujeres!, arreglas las cosas, las ayudas y aún se quejarán por cualquier nimiedad...- me quedo un segundo horrorizado ante ese pensamiento, claramente producto de un enfado que no era mío. Vale que hasta ahora se me imponía la voluntad del otro, pero era la primera vez que yo mismo formaba un pensamiento que no era mío. Por suerte Hana no me ve ya que continúa subiendo las escaleras sin siquiera mirar atrás.

Cuando al fin la alcanzo compruebo que el pasillo que teníamos delante era un corredor de la muerte. La joven en vez de esperar o algo se gira hacia mí y con una sonrisa presuntuosa empieza avanzar por las trampas como si de un baile se tratara. Y la verdad es que sería hermoso de ver sino fuese porque Hana se estaba poniendo en peligro. Por un momento en vez de tener que luchar contra la voluntad del Principe puedo notar que a los dos nos pasa lo mismo, estamos preocupados por ella y empezamos avanzar por las trampas sin apenas escuchar lo que dice.

El primer rodillo casi me alcanza de la prisa que me doy por pasar, no obstante cojo el ritmo de los dos restantes y saltando para esquivar el segundo a la vez que me apoyo en la pared para propulsarme con fuerza al suelo para acabar con una voltereta esquivando el último por abajo. Sin embargo esta vez no hago ninguna postura chulesca ni nada, sino que avanzo directo hacia Hana y la agarro por los hombros.

- No vuelv...- respiro para calmarme mientras le miro algo consternado y la suelto siendo consciente de que esta bien.- Ya sé que podéis cuidaros sola pero este lugar es demasiado peligroso para que uno solo lo explore así que no os alejéis tanto...

Mi parte menos yo está a punto de hacer un comentario gracioso al ver cómo el príncipe ha pasado por las trampas más deprisa, como si esto fuera una carrera, pero se corta en el momento en el que me toma por los hombros y me mira preocupado.

- L-lo siento... - alcanzo a balbucear, asustada por ese gesto - No ha sido mi... - me detengo a mitad de la frase, entendiendo lo que iba a decir. Sí, realmente ha sido mi culpa. ¿Qué le voy a decir? 

Mientras oigo algo avergonzada cómo me riñe, le tomo con cuidado de las manos y compruebo las barras de su muñeca, sintiéndome algo más aliviada por ello. Le miro, aún un poco cabizbaja, y balanceo sus manos de un lado a otro. 

- Está bien... - Me siento como una niña pequeña pero es normal... ¿A quién se le ocurre hacer esa chorrada? Como si no se hubiera cansado, y deseando salir a hacer más de esas chorradas, mi parte más de la realeza vuelve a la carga con media sonrisa y quitándome la preocupación que tenía - Sólo si prometéis pedirme permiso antes de lanzarme a cualquier sitio o cargarme en brazos. No podéis tratarme como a un saco de harina. 

Dando por sentada la respuesta, le suelto las manos y me acerco a la siguiente puerta, comprobando que no haya más trampas por casualidad.

Cuando se disculpa y me agarra de las manos, todo el enfado del momento se me pasa como si nunca hubiera estado ahí, quedando solamente la preocupación. Viendo como sigue cabizbaja y juguetea con mis manos no puedo evitar de darme cuenta que es Hana. Por lo que una media sonrisa se me dibuja en el rostro y cuando estoy apunto de decirle que no tenía importancia se suelta de mí y me contesta de tal manera que se me borra la sonrisa.

- Sois increíble...- es lo único que digo indignado mientras me froto la frente, era imposible que Hana se comportara así, pero bueno yo tampoco era de decir las cosas que estaba diciendo. Esto estaba siendo una locura y no precisamente para bien. Lo mejor sería avanzar rápido y encontrar el fragmento del lugar.

Hay varias puertas, pero todas están atrancadas o cubiertas por escombros y solo una se abre ante vosotros revelando una salida al exterior

Observando bien el sitio veis que tendreis que bajar del balcón donde estais, lo cual es fácil ya que hay una escalera. La puerta de abajo parece cerrada, pero en el centro del patio hay un sistema giratorio que parece ser la llave. Custodiando esa "llave" hay dos enormes guerreros cuyos cascos presentan astas de toro y portan pesados espadones. 

De la arcada arábica de enfrente, la que está a la altura de vuestra mirada, encima de la puerta cerrada, empiezan a asomar la silueta de dos arqueros cuyos cascos dorados simulan aves picudas

Me fijo en el mapa unos segundos, viendo que lo más fácil y normal sería girar la llave del centro. Y acabar con los soldados que hay alrededor. Miro a Scott, intentando volverme "normal" antes de hablar y decir otra tontería. Al menos Henry era más amable...

- ¿Me encargo yo de los arqueros y tú de los de abajo? ¿O prefieres que te ayude primero con ellos y luego ya nos preocupamos de los otros dos? - le preguntó en un susurro, intentando mantenernos lejos de la vista de los enemigos.

Cuando veo aparecer a los arqueros ya me temo lo peor, por suerte esta vez Hana se agacha sin más y procura no hacer ninguna locura.

- Mejor que te encargues de los arqueros primero, son los únicos que pueden alcanzarte, una vez acabes con ellos puedes ayudarme si es que aún no acabe con los míos.- le contesto intentando mantener la calma pero estaba claro que el Príncipe no iba hacer las cosas tranquilas.- Eso sí, espera para disparar a que ataque. Con algo de suerte puedo pillar a uno de los dos por sorpresa.

Cuando acabo de hablar le aprieto la mano con cariño sin darme cuenta de ello antes de empezar a dirigirme en silencio hacia las escaleras y bajar al piso de abajo intentando mantenerme fuera de la vista de los 4 monstruos. Mientras desenvaino la daga me coloco a la espalda de uno y antes de que pueda verme su compañero le salto clavándole la daga en el cuello, acto seguido uso la espalda de mi victima para catapultarme contra su compañero y repetir la jugada, sin embargo consciente de que estos enemigos son más duros que los anteriores no paro ahí. Sino que dando un salto con mortal hacia atrás me dispongo a rematar al primero parando su brazo con mi mano libre antes de rematarlo y lanzar el cadáver contra el otro. Momento que aprovecho para sacar uno de mis espadas dando una voltereta y asestando un certero tajo en el pecho del que queda.

Una vez acabo con los dos me giro para comprobar como está Hana y si necesita ayuda con los arqueros.

Asiento a su plan sin perder de vista los cascos dorados y se me escapa una tímida sonrisa cuando me coge así la mano. Tardo unos segundos en reponerme sacudiendo la cabeza y espero a que Scott ataque primero, con la flecha ya preparada. En cuanto hay movimiento abajo, la flecha sale disparada contra el pecho de uno de los arqueros. En los segundos que tardan en prepararse, otra flecha acaba bajo el casco del segundo arquero, directamente en el cuello. Acabo rodando hacia un lado para evitar una flecha del primero, todavía en pie, y en cuanto me repongo, con la rodilla clavada en el suelo, disparo una tercera en el hueco que deja el casco para la cara. 

Tomo aire, con una cuarta flecha preparada por si alguno de los otros dos decide no desplomarse ya en el suelo. Después, echo un rápido vistazo a la parte de abajo para ver con una sonrisa que todo ya ha acabado por ahí.

Farah logra clavar una flecha en el primer guerrero que cae al momento, pero el segundo ya ha disparado hacia ella pues ambos los habían visto desde que asomaron por la balconada. La flecha impacta en su muslo derecho. Furiosa, realiza su segundo disparo, acertando en la cuenca del ojo aunque el casco dorado impide que el proyectil salga por el otro lado. Cuando la princesa quiere darse cuenta, otro arquero había aparecido pero apuntaba hacia abajo...

El principe consigue acabar de forma magistral y cierto ensañamiento con los dos guerreros, pero cuando eleva la mirada del último cadáver ve como otro de esos mastodontes  se aproxima a él enarbolando su pesada arma. No ha salido por la puerta que tiene delante pero tampoco hay tiempo para averiguar por donde.

Antes siquiera de que pueda moverse siente como algo se clava en su hombro izquierdo.

No me da tiempo a ver como le va a Hana, pues otro de esos guerreros aparece de la nada a la vez que un flechazo me atraviesa el hombro. Siento el dolor pero tampoco me afecta demasiado, era una sensación familiar que había tenido miles de veces en cientos de combates, además de que el mastodonte que tenía delante era más apremiante.

Por lo que ignorando el daño avanzo directamente a mi rival poniéndome a su alcance. Su ataque no se hace esperar y lo esquivo con facilidad dando un ligero desplazamiento hacia la izquierda mientras mantengo la inercia del movimiento para girar sobre mi mismo y darle un tajo en el tobillo con mi espada a la vez que le hago un corte en el costado obligando al monstruo a arrodillarse. Momento que aprovecho para ponerle ambas armas en el cuello para cortarle la cabeza.

Una vez acabo con él vuelvo a mirar arriba preocupado mientras busco cobertura.

- Hana, dime que sigues ahí, por favor.- consigo preguntar imponiéndome al príncipe durante unos segundos.

Se me escapa un gruñido de dolor cuando siento la flecha clavarse en mi pierna pero el dolor se vuelve más tenue por la satisfacción de haber acabado con el mismo que me ha herido. Pero al final no me sirve para nada. Cuando veo al tercer arquero, es cuando ya ha disparado una flecha hacia abajo. Hacia Scott. 

- ¡NO! 

Hasta ahora nunca me había sentido así, pero tengo la sensación de que por una vez, no es cosa de Farah. Apretando los dientes con odio y con la mirada fija en el tercer arquero, le disparo sin pensármelo dos veces. La primera flecha va directa a la cabeza, la siguiente al corazón, y una tercera la sigue, a pesar de que el arquero ya está en el suelo. Incluso tengo el impulso de lanzarle una cuarta, cuando oigo la voz de Scott desde abajo. 

Me asomo con la flecha aún preparada, fijándome en los enemigos y si en alguno sigue moviéndose. Al ver que ya está todo bien, suspiro y guardo el arco poco a poco, más tranquila. Siento el corazón a mil por hora y los músculos aún tensos, pero intento calmarme poco a poco mientras le saludo con la mano.

- Estoy aquí... Ahora bajo. 

Me alejo un poco del saliente, lo justo para que no me vea partir la flecha de la pierna, esperando que no se note demasiado. Pero con la poca ropa que llevo... Sacudo la cabeza y, algo dolorida, bajo por las escaleras hasta llegar hasta él. Me fijo en la flecha que tiene en el hombro y frunzo los labios. Lo único que hace que no acabe llorando por verle así es el carácter de Farah, que de ninguna forma quiere quedar mal delante del príncipe.

- Lo siento... No había visto venir al tercero y por mi culpa... ¿Te ha herido alguno más? - pregunto tomándole la muñeca, al tiempo que instintivamente aparto la mía con los tatuajes.

Cuando al fin escucho la voz de Farah me relajo y me centro en mis propias heridas, sin dudarlo un segundo saco la flecha clavada y uso uno de las cintas que tengo atadas en el brazo para taponar la herida justo cuando ella aparece. Cuando se acerca a mí y se disculpa hecha un manojo de nervios no puedo evitar abrazarla.

- No te disculpes a mi también me sorprendió un tercero por sorpresa. ¿Tú estas bien?-  le susurro preocupado antes de separarme algo avergonzado.- Bueno, ahora que esta todo despejado será mejor continuar. Cúbreme mientras activo la palanca...

Se me escapa una sonrisa cuando me abraza y le estrecho contra mí, feliz de poder estar así a su lado.

- Estoy bien... Estoy bien. - suspiro acariciándole el pelo. Me podría quedar así horas...

La magia se rompe cuando se separa y caigo en que no es Scott-Scott sino Scott-con un cuerpo que no es Scott. Me separo otro paso, también avergonzada y en parte... ¿enfadada? ¿Por qué me preocupo por él? Si puede andar por las paredes y tratarme como a un muñeco, puede cuidarse solito. Algo confundida por pensar esas cosas, sacudo la cabeza y respondo distraída.

- Sí, yo me encargo... - preparo el arco, a la espera de que cualquier monstruo nos pueda caer del cielo al activar eso.

El principe intenta hacer girar el mecanismo, pero necesita la ayuda de la princesa para poder accionarlo. La puerta comienza a elevarse con un estruondoso chirrido. Cuando ya está casi arriba el suelo comienza a retumbar. Una enorme mole atraviesa el dintel de la puerta, teniendo que inclinarse para pode pasar. Se observa una piel áspera y endurecida y en el centro del abdomen parece que llevara incrustado un escudo con unos extraños símbolos grabados.

Clava sus ojos en Farah y lanza un potente rugido que os deja clavados en el sitio unos segundos.