Partida Rol por web

Ante ustedes tan solo había jungla; jungla y un vago camino que indicaba que de querer marchar al Centro de Visitantes el camino norte era el más directo ¿quizás el más seguro? eso estaba todavía por comprobar.

El incidente con el helicóptero había mellado la moral de aquel grupo que ya contaba con heridas y rasguños tanto físicos como psicológicos ¿cómo se suponía que debían completar la misión ahora? ¿Realmente mandarían a otro piloto a vuestro rescate? ¿y de ser así, cuándo y dónde?

Aquellas preguntas enturbiaban el ambiente que cada vez era más cálido. Por suerte el encontrar pequeñas vías magnetizadas en mitad del camino hizo que buscar orientación fuese una tarea sencilla.

Avanzasteis durante ¿una hora? el tiempo era difícil de controlar en una situación así, pero la imagen de la gigantesca puerta de bienvenida al parque se alzaba majestuosa...

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La travesía continuaba...

Poco a poco el agotamiento físico iba haciendo mella en vuestros cuerpos, sobre todo porque el calor que hacía en aquella isla era atroz.

El sudor corría por vuestras frentes y la ropa estaba empapada, lo peor de todo era que el agua se había agotado hacía ya bastante tiempo.

Los minutos pasaban y no parecía que el Centro de Visitantes estuviese cerca... ¡era de esperar! el recorrido estaba hecho para ir en coche.

Aquellos que tenían más experiencia en largas travesías conocían los riesgos de seguir caminando bajo estas condiciones, pero dejar que cayera la noche era aún más peligroso porque podrían ser presa fácil para cualquier carnívoro.

Luego de andar tras las vías por unas cuantas horas el calor caribeño estaba empezando afectar. Personalmente Joseph estaba bastante familiarizado y capacitado para soportar este tipo de climas, lo más seguro es que Martínez también lo estuviera, aunque estaba casi seguro que no podía decir lo mismo de Wingett. Quedo un poco sorprendido al detenerse por unos instantes frente lo que parecía ser las puertas de bienvenida del parque, vaya. Era simplemente increíble, y pensar que esto pudo ser una exitosa atracción turística. O la ironía   pensó y rio antes de seguir.

Se quito la gorra y se limpio el sudor de la frente, luego de hecho aire con esta y se remojo sus secos labios con la lengua: —Parece que falta un buen rato… Debemos apresurarnos—. Agrego mientras observaba el cielo —Tenemos unas cuantas horas antes de que se haga de noche, si nos apresuremos lo más seguro es que lleguemos en una o dos horas; y con suerte deben haber provisiones y agua de sobra. Sería ilógico que no lo hubiera.

No nos había costado encontrar las pequeñas vías magnetizadas, que fueron muy útiles para que nos orientásemos hacia el centro de visitantes. Habíamos caminado durante cierto tiempo, quizá una hora o puede que dos, en aquellas circunstancias era difícil saber cuánto tiempo había pasado.

El calor comenzaba a resultar asfixiante y, aunque tanto Velasquez como yo habíamos sido adiestrados para poder soportar tanto física como psicológicamente toda clase de duras circunstancias climáticas y de entorno, lo más probable es que Wingett no tuviera ninguna clase de adiestramiento de ese tipo. Terminaría agotándose tarde o temprano e intuía que íbamos a tener que cargar con él.

-Tal vez debamos descansar, Velasquez -dije, observando el avance de Wingett, preocupado por el que consideraba el eslabón más débil físicamente de nuestro grupo-. El genetista no es como nosotros. Cuando empecemos a sentirnos fatigados, podríamos escapar con facilidad de alguno de esos dinosaurios, pero él tendría muchas dificultades para dejar atrás a esos bichos... Sugeriría que descansemos un rato, pero si Wingett se ve capaz de continuar, podemos seguir adelante.

Escucho la discusión de mis compañeros como algo distante mientras trato de recobrar el aliento. Para ellos no parece difícil mantener ese ritmo de marcha, incluso con el calor sofocante y la humedad de la jungla, pero yo nunca he sido un atleta más allá del paseo de los sábados y algún partido de baseball con amigos.

Por un lado, estoy agotado. Pero por otro, no me apetece ser una maldita carga en una situación como esta, y temo que si la noche se nos echa encima las cosas se compliquen aún más. Pero, ¿y si termino tan agotado que no soy capaz de correr o defenderme?

Además, los dinosarios no son especialmente nocturnos. Imagino que habrá de todo... pero nada nos garantiza que no podamos ser atacados también a plena luz del día. Y si eso sucede, me gustaría tener algo de energía para correr unos metros. O como mínimo, aliento para gritar pidiendo ayuda.

"No estoy tan mal", aporto finalmente entre jadeos, sintiendo como el sudor resbala por mi piel. "Aún podría seguir un poco más, pero las cosas pueden complicarse y... la verdad... nunca he sido precisamente Usain Bolt. Si me dais al menos un rato para recobrar el aliento, no me vendría nada mal. Intentaré no ser un problema", añado a continuación, para dejar claro que haré lo posible por que no tengan que llevarme en una camilla hasta los laboratorios.

Se decidió que había que apurarse, perder tiempo descansando cuando el tiempo estaba en contra era una opción que no estaba contemplada, sin embargo había un problema: solo los más preparados tendrían facilidad para continuar a este ritmo...

Tocaba la misma rutina... caminar... caminar... ¿el lado bueno? nadie quería comeros por el camino, o al menos por ahora.

De repente mientras caminabais rumbo al norte, un estruendo se escuchó en el horizonte.

Al principio parecía como el sonido de una tormenta pero aquello no era posible porque el cielo estaba totalmente despejado. Os mirasteis incrédulos sin saber qué era lo que estaba pasando hasta que una imagen aterradora os hizo conocer la verdad.

¡Se trataba de una estampida! Venían de frente, ¿era una manda?

Solo podíais hacer una cosa ¡quitarse de en medio! No sabíais si estaban huyendo de algo o alguien o si se estaban desplazando, sin embargo estar dentro de su trayectoria era un suicidio.

Supe que no parar a descansar había sido una mala idea desde el mismo momento en que comencé a sentir cada vez más cansado y fatigado. El calor de aquella isla me estaba matando y, a la vista estaba que el bueno de Wingett se encontraba en circunstancias similares, agotado por el duro esfuerzo que estaba haciendo para seguir el ritmo. El único que continuaba caminando con total normalidad era Velasquez. No podía dar crédito a lo que veía. ¿De dónde sacaba aquel hombre las fuerzas para seguir como si nada?

Nos dirigíamos hacia el norte cuando oímos un estruendo más adelante. Instantes después, vimos una estampida de dinosaurios que avanzaba a toda prisa en nuestra dirección. Parecían tratarse de ejemplares bípedos muy similares, todos ellos de la misma especie, aunque de distinto tamaños. Lo más probable es que se tratase de una manada.

-¡Corred! -exclamé, a voz en grito, apartándome hacia un flanco, corriendo a toda prisa para tratar de esquivar la estampida de aquellas criaturas.

La rutina se había vuelto un poco repetitiva, caminar con ese “agradable” ambiente tropical empezaba a molestar bastante; Por suerte para Joseph tenia más que energías suficientes para mantener el ritmo por las siguientes horas, pero no podía decir lo mismo de sus compañeros.

En mitad del camino pudo escuchar lo que parecía un trueno, seguido de otros. Espera un momento eso no es normal pensó mientras buscaba alguna que otro nubarrón sin fruto alguno, todo estaba despejado. Con rifle en mano dirigió la mirada a lo que parecían arboles moviéndose y una estela de polvo levantándose entre estos.

Velasquez levanto su rifle y se enfoco de donde venia el sonido —¿Eh? ¿Qué coño es eso?— No entendía bien lo que sucedía. En su rostro se mostraba confusión y solo se podía pensar lo peor, tal vez se acercaba algo grande que no pudieran combatir o tal vez era otra cosa. Sin embargo su duda quedo resuelta al ver la inmensa manada que se acercaba,  se quedo paralizado por un momento ¿Debía disparar?  O ¿Debía correr? Eran demasiados y bastante rápidos como para combatirlos pero la verdadera pregunta ¿Simplemente se movían o escapaban de algo? Estaba seguro que estaría a punto de saberlo pero primero tendría que salir de ahí —¡QUITENSE DEL CAMINO! ¡YA! ¡YA!— Grito al momento de bajar su rifle y correr en busca de refugio.  

El viaje es agotador, y en varias ocasiones estoy a punto de mandar todo a la mierda y explicarle a esos dos que si quieren seguir caminando, tendrán que llevarme a cuestas. Pero de algún modo saco fuerzas de flaqueza y soy capaz de seguir adelante. La jungla parece interminable, siempre idéntica, y lo que al principio me parecía un paisaje espectacular y paradisíaco ahora no es más que un asqueroso infierno de sudor y mosquitos.

Por lo menos ningún dinosaurio intenta comernos. Un triste consuelo que desaparece en cuanto escucho los gritos de alarma de mis compañeros.

"¡Joder!", grito incapaz de decir otra cosa, y echo a correr con las pocas energías que me quedan. Huir de ellos no bastará; necesitamos ponernos a cubierto. Sorprendido de ser capaz de moverme todavía, avanzo con el estruendo de los dinosaurios a mis espaldas mientras busco un tronco o unas rocas tras las que parapetarme.

Va a ser un día muy largo.

Por fortuna los reflejos del equipo fueron lo suficientemente efectivos para apartarse a un lado antes de ser víctimas de una estampida que podría haber resultado en una desgracia aún peor que la del helicóptero.

Debido a la violencia del movimiento los tres "expedicionarios" se encontraban en el suelo, jadeando, dando gracias de haber visto (y escuchado) a tiempo aquel suceso ya que ahora estaban con vida.

Se temía que tras la estampida hubiese algo persiguiendo a esa gran cantidad de dinosaurios pero el silencio fue la única respuesta (sin contar claro está con el centenar de marcas en el suelo, huellas que el científico siempre encontrará fascinantes)

El grupo tras sobrevivir a lo que podría haber sido una muerte "arrolladora", decidió continuar su camino.

Me incorporé, jadeando. Había estado cerca, muy cerca... Pero, por fortuna, los tres estábamos vivos.

-Deberíamos dar un pequeño rodeo -sugerí, respirando agitado-. No sólo por los depredadores que pudieran estar persiguiendo a esos dinos, sino también por los propios bichos que hemos visto en la estampida. Creo que eran todos bípedos y, por lo poco que sé de estos bichos gracias a mi hijo, los que andan sobre dos piernas suelen ser los que comen carne...

—Por los pelos hijo de puta, me trague la puta goma. ¿Todos bien?— Dice Joseph al momento de salir de su cobertura empuñando su rifle, estaba bastante agitado y había perdido a sus compañeros de vista tras la estampida, luego de sacudirse y bajar su arma, escucho  a Martínez. Lo más posible es que estuviera en lo cierto, lo más seguro es que si esas cosas caminaban en dos patas quisieran comérselos y lo que sea que estuviese siguiéndolos si así era seguiría el rastro que estos dejaron.

—Creo que es una buena idea, pero hay que movernos—. Se limpio el sudor de la frente y escupió —Aunque no los este siguiendo algo no deberíamos esperar para averiguarlo.

Una vez más no termino de comprender cómo he logrado sobrevivir, pero el caso es que lo he hecho. Me incorporo lentamente, dolorido y pensando en si tendré que gastarme todo lo que me paguen en fisioterapeutas. Me sacudo hierba y barro de la ropa mientras miro alrededor.

"¿No hay un solo animal en esta isla que no pretenda matarnos?"

Asiento al escuchar las opiniones de mis compañeros.

"No sé qué me preocupa más, si los dinosaurios de la estampida cuando se tranquilicen, o la cosa que les ha asustado", apunto con preocupación. "Pero lo que sí que tengo claro es que no quiero encontrarme con ninguno. Mejor demos un pequeño rodeo."