Partida Rol por web

Abristeis la puerta con cuidado sin saber qué ibais a encontrar dentro, pero para vuestra sorpresa fue más el impacto de ver aquella belleza abandonada que el miedo a sufrir un ataque por cualquiera de aquellas criaturas del pasado.

La estancia era gigantesca, pero a la vez estaba sucia y desorganizada. Había carteles por el suelo, al igual que cristales rotos por doquier y un olor bastante extraño, como enrarecido.

A pesar de las condiciones del lugar todo parecía estar tranquilo, es más, hasta parecía un lugar seguro.

Si había algo que predominaba en aquellas instalaciones eran las indicaciones. A pesar de la suciedad y el desorden todavía había un gran número de señales y paneles con información que mostraban los lugares más importantes del lugar.

Sophía se movía tan silenciosamente como sabía. El encontrar cristales rotos y desorden en el interior la hizo ponerse en guardia.

Susurrando a su compañera y tratando de no perder de vista ninguno de los rincones de aquella otrora bella sala, trató de aunar opiniones.

-Creo que deberíamos ir directas al laboratorio... Tratar de reunir el matrial cuanto antes y luego tratar de buscar una radio que funcione...

Carol dejó que su mirada paseara por toda la estancia. No podía sino imaginar lo que aquel edificio hubiera sido en sus mejores tiempos, lleno de gente y de vida. Ahora, la suciedad se acumulaba encima de los muebles y aparatos destrozados, y miles de trozos de cristal roto decoraban el suelo. Una especie de melancolía le pegó un pinchazo en el pecho.

-Sí, tienes razón. -La mención de la radio devolvió a Carol a la realidad. Casi se le había olvidado que su helicóptero se había estrellado contra el mar y que, de momento, no tenían manera de volver. -Vamos yendo. 

El centro de visitantes no era para nada un lugar interesante, y más si no eras realmente un fanático de los dinosaurios, sin embargo era fácil tener todo ubicado y localizado.

Invirtiendo no más de 10 minutos de búsqueda organizada se podía encontrar la ruta que llevaría a los laboratorios. Tan solo había que ignorar un par de señales de "Acceso restringido"  "Solo para el personal" y bajar unas cuantas escaleras.

¿Estabais tan cerca de conseguir completar vuestra misión como creías?

Entrasteis dentro del laboratorio abriendo la puerta con cuidado

La primera visión era la de un lugar aséptico, impoluto y... ¡totalmente indescifrable si no es bajo la mirada analítica de la científica!

Aquel lugar estaba lleno de pasillos estrechos, mesas, escritorios, instrumental de laboratorio del cual solo podríais adivinar el nombre de dos o tres... y varios ordenadores de los cuales parece que ninguno está encendido. En cambio Sophia pudo identificar claramente como cada elemento que había allí estaba destinado a la investigación genética y el análisis de sangre y manipulación del ADN.

Había una sala más alejada que bajo el punto de vista de la científica debería llevaros a vuestro objetivo... pero de repente algo con lo que no contabais sucedió:

Una cabeza de un dinosaurio se alzó de entre las diferentes mesas.

Vuestro cuerpo se quedó completamente congelado. Creíais que estabais solas en los laboratorios pero parecía que había un invitado inesperado en una sección que no habíais visitado todavía.

Era probable que en aquel lugar hubiese algo más de utilidad que en la zona actual, la cual estaba abarrotada de trastos y botecitos inservibles. En ese espacio parecía que había ordenadores y cosas más tecnológicas que igual sí podían arrojar algo más de luz a la misión pero... ¿qué hacer?

La criatura no parecía haberse percatado de vuestra presencia, o al menos eso es lo que creéis. ¿Intentaréis eliminarla? ¿Os escabulliréis hasta la sala con sigilo?

A la científica se le heló la sangre al ver aquella cabeza asomando y, cual resorte, se agachó tras la mesa más cercana para tratar de salir del campo de visión de la criatura.

Sus pupilas bailaban de un lado a otro tratando de pensar con calma y orden, si bien eso era dificil puesto que su respirtación casi iba tan acelerada como los latidos de su desbocado corazón.

¿Que era lo acababa de ver? Hocico alargado, figura esbelta, terápodo y dientes cuniformes. Tenía que ser del género de los celurosauriano sdromeosáuridos...¿Un Utahraptor...? no.. demasiado pequeño... ¿Un Deynonichus?

Sea como fuere, tenía muy claro que se encontraban ante un temible depredador que daría buena cuenta de ellas si le daba la más mínima oportunidad. Aún con el horror dibujado en el rostro, casi suplicando, señaló en dirección al dinosaurio, como pidiendo que las miliatres que la escoltaban hiciesen algo al respecto, si bien no fue capaz de esperar a que el dinosaurio acabase por percatarse de su presencia, por lo que de la forma más silenciosa que supo, empezó a gatear aprovechando la ocultación que le confería toda aquella maquinaria científica

Carol se quedó petrificada con la visión irreal que se había personado delante de ellas. Echó un vistazo rápido a Sophie y a Ihna. Ambas tenían la misma expresión de horror y miedo que, suponía, se había dibujado sin querer en el rostro de la norteamericana. Sophie, rápida de reflejos como un conejo, se agazapó y trató de escabullirse sin ser vista por el dinosaurio hacia la zona que, suponían, albergaba lo que estaban buscando. Sin embargo, la muchacha no confiaba demasiado en su suerte, pues sabía que era más bien tirando a torpe, por lo que sabía que su única opción era disparar contra la criatura y esperar a ser más rápida que ella. Quizá el fuego combinado de Ihna y ella acabarían con el saurio. 

Carol apretó el gatillo y el proyectil fue bien dirigido, sin embargo aquel dinosaurio no era uno cualquiera. Sus sentidos estaban desarrollados para ser el depredador perfecto.

Miró en dirección a dónde provino el sonido y con un rápido movimiento desapareció.

Sabía de su presencia y ahora las militares no sabían donde se encontraba aquella criatura. ¿Os estaría observando desde otro punto? ¿Iba a acechar a alguna de vosotras? ¿O solo quería jugar?

Sin saber cómo era aquello posible, el dinosaurio había sido capaz de utilizar el entorno a su favor para aparecer por sorpresa por uno de los flancos usando los inmensos sistemas de ventilación del laboratorio.

Se abalanzó contra Inha con gran fuerza clavando las garras en su cuerpo. El dolor era punzante, agudo, bastante desagradable y sobre todo lo suficientemente paralizante como para matar a alguien sin preparación.

Era un ahora o nunca. Vuestra compañera era la presa favorita de aquel saurio y no iba a rendirse.

El dinosaurio se esfumó como por arte de magia. Aunque a primera instancia aquello podría parecer un alivio, Carol no era tan ingenua como para pensar que eso era una victoria. Los segundos antes del siguiente movimiento del animal se hicieron eternos. La calma antes de la tempestad. 

Cuando el saurio volvió a aparecer, Carol no pudo reprimir un grito de horror. Sin embargo, la bestia se lanzó hacia Ihna, la cual no tuvo tiempo de hacer nada salvo recibir con el estómago sus garras. Por suerte para ella, Sophie seguía escondida, invisible ante la mirada del depredador. La mujer no sabía qué hacer, sus manos, todo su cuerpo temblaba y se sacudía. Se dio la vuelta para huir junto a Sophie, pero los gritos de Ihna eran desgarradores. Con un gesto de la mano, Carol trató de convencer a su compañera de que avanzara hacia el laboratorio; luego, volvió a apuntar con su arma a la criatura, tratando de impedir que matara a Ihna. 

En cuanto vio al depredador saltar sobre Ihna apenas perdió tiempo en recrearse en aquella terrible visión. Algo en su interior le dijo que debía salir de ahí y que debía hacerlo inmediatamente. En cuanto dio la espalda a aquel infierno que empezaba a desatarse para la que había sido su compañera, escuchó el disparo de Carol. " No te gires, no te gires, tú solo corre" se repetía a sí misma una y otra vez.

Aquel grito desesperado de Carol al ser embestida por la bestia casi hizo que la científica soltase un chillido de terror, si bien logró taparse la boca con su mano derecha y, prácticamente sin parpadear y con el corazón absolutamente desbocado empezó a gatear como pudo haciendo uso únicamente la mano que le quedaba libre.

Una vez dejada atrás la amenaza tocaba explorar más a fondo el laboratorio para encontrar aquello que se había venido a buscar.

Con las puertas aseguradas y con la tranquilidad de que allí no había nadie más ya que el dinosaurio estaba entretenido con el cuerpo de tus compañeras, indagar por los alrededores era casi como un juego de niños... si te gustaban los artilugios científicos claro.

En la zona más recóndita del laboratorio estaba un ala mucho más amplia que el resto y era donde parecía que estaba el centro neurálgico de las investigaciones de desarrollo embrionario.

El lugar parecía dejado casi intacto tras el incidente, seguramente cuando se produjo la fuga inicial saltó la alarma y todo el personal cualificado abandonó la isla, si fueron lo suficientemente rápidos.

Cuando Carol se dio la vuelta, notó cómo su estómago se encogía hasta doler. Ihna estaba tendida en el suelo, con los ojos muy abiertos en una mueca de dolor y miedo. A su alrededor se extendía una mancha oscura y carmesí, la misma que manchaba las garras y el hocico de su asesino. 

La mujer notó las lágrimas caer por sus mejillas, aunque no se había notado llorar. Con el pulso tembloroso, volvió a apuntar a la bestia que las amenazaba. Echó un último vistazo hacia atrás para ver a Sophie, moviéndose rápidamente agazapada entre los muebles. Estaba demasiado nerviosa, y la vista se le nublaba. Con toda la entereza de la que fue capaz, disparó de nuevo sobre el dinosaurio. Y, de nuevo, falló. 

Ihna ya no se movía. Ya no era un entretenimiento válido para el velocirraptor. Sus ojos voraces se posaron sobre ella, y Carol se preguntó si cazaba por necesidad o por gusto, igual que los gatos disfrutan de acechar a pequeños insectos, pájaros o peces, simplemente por recrearse en la actividad. En cuanto vio la mirada del dinosaurio, sabía que no tenía oportunidad. Ni siquiera intentó defenderse; o quizá no tuvo tiempo para ello. El animal creado genéticamente se abalanzó sobre ella y clavó las garras sobre su estómago. Un grito de dolor escapó de los labios de Carol, y el característico sabor metálico de la sangre llenó su garganta.

Si alguna vez le hubieran preguntado cómo creía que iba a morir, nunca nunca jamás hubiera respondido que por un ataque de dinosaurio. La visión cada vez era más borrosa, y tal vez eso era lo mejor. Que acabara todo ya, antes de que llegara a sentir las dentelladas arrancarle la vida y la carne. Sin poder sostenerse más tiempo, Carol relajó los músculos y dejó caer la cabeza en la dirección en la que había huido Sophie.

Aquella misión había sido una puta mierda. Contando con que Sophie llegara sana y salva a recoger las cosas esas, y si enviaban a alguien a salvarla y todo ese rollo, se habían perdido tres vidas. Tres vidas había costado el recoger nosequé mierdas científicas para que unos cuantos señores con trajes y puros y gemelos de oro y diamantes se hicieran aún más ricos. Probablemente, nadie reconocería el talento de la asiática, ni el valor de Ihna, ni su estupidez por pensar que podía enfrentarse a un jodido velociraptor. Pero Carol no llegó a pensar en todo eso. En aquel momento en el que notaba que todo se iba, solo había un pensamiento que le tranquilizaba, y era pensar que su vida (y su muerte) estaban sirviendo para algo.  

Con el corazón aún desbocado, Sophia respiró algo más tranquila en cuanto pudo cerrar la puerta a sus espaldas.

En cualquier otra situación se habría sentido  inundada de gozo por poder disponer de todo aquel equipo sin que nadie le molestase, pero lo cierto es que en aquel momento desearía estar en cualquier otro lugar que no fuese la isla.

-Joder, joder , joder, mierda, ¿Donde te has ido a meter Sophia?-se lamentaba entre susurros mientras buscaba con la mirada el ordenador central, cosa que no le llevó mas de unos pocos segundos.

Con pasos apresurados se dirigió a aquel puesto de control. De su mochila extrajo el disco óptico de datos y lo conectó al ordenador.

Sin más dilación empezó a transferir los datos. Luego trataría de usar el ordenador para establecer comunicación con su contratante o para hallar un modo de hacerlo.

La descarga de los archivos al disco óptico ha finalizado con éxito. Ahora podrías proceder a buscar por las cámaras frigoríficas el embrión que te han pedido desde la central.

Rápidamente encontraste los contenedores refrigerados donde se guardaba el material genético que debías extraer. Ésta iba a ser una operación delicada puesto que no solo necesitabas un pulso de hierro, sino también el conocimiento necesario para hacer la extracción del material apropiado sin llenar de impurezas la muestra y claro está, sin equivocarte.

Solo tenías un intento y sabías que tus jefes (aquellos para los que NO quieres trabajar) tienen mucho empeño en esa pequeña probeta que obtendrás. Una cosa tenías clara, si fallabas en la extracción lo ideal era destruirlo todo. O es tuyo o de nadie.

La científica mestiza titubeó durante un momento. Lo último que quería era facilitar la cosas a DNAT, pero aquellas muestras podían ser su billete de salida de la isla.

Sophia se tomó unos segundos para meditar. Que sus compañeras hubiesen perecido era algo útil al fin y al cabo, si bien por nada del mundo lo hubiese deseado pero, si algo había aprendido de su insoportable y estricto padre, "Aprovéchate de los traspiés de los demás, o los demás se aprovecharán de los tuyos. La piedad es para los perdedores"

Siempre había odiado a aquel hombre, peor lo cierto era que en aquella situación cualquier justificación le resultaba buena para tratar de buscar una salida a la isla.

Tras algunos minutos dudando lo tuvo claro. Tenía los datos, la extracción de la muestra era algo altamente complejo y con mucha probabilidad de fallo, nadie la estaba mirando y por eso mismo nadie sabría lo mucho que se había esforzado en "hacerlo bien". Unas muestras inútiles para la compañía podían servirle a ella como billete de salida de aquel infierno jurásico.

Con todo aquello en mente se esforzó en conseguir una muestra de la peor manera posible, asegurándose de que fuese complétamente inviable para luego desconectar  las cámaras frigoríficas.

Con un poco de exploración pudiste ver que había un equipo comunicación con la base. Por echar un vistazo no se perdía nada.

Tan solo necesitaríais unos cinco minutos en configurar aquel trasto y buscar la frecuencia de enlace que daría contacto directo con la base. Ahora tocaba rezar para que abrieran la comunicación y no pensasen que eres una amenaza.

Con el corazón repiqueteando en su pecho casi como si de una taquicardia se tratase, la muchacha empezó a manipular el sistema de radio que había encontrado.

Sin duda era un equipo puntero y de última tecnología lo que evidenciaba  que no se había reparado en gastos. Por ello podía parecer algo más complicado que un sistema de radio convencional pero para alguien como Sophia, aquello era poco más que un juego de niños.

Tardó poco más de 30 segundos en tener el aparato encendido y con la frecuencia marcada.

-Al habla Sophia Goto, miembro del equipo de infiltración en isla Nublar. El helicóptero de extracción ha sido destruido, repito, no disponemos de método de extracción para abandonar la isla. El paquete ha sido recogido por lo que solicito nueva extracción. Repito, Paquete recogido, solicito extracción urgente. Cambio