Partida Rol por web

Agamenón llega al parque un poco antes de la hora fijada. Estos días libres los dedicó a establecer ciertos contactos en la ciudad, pero también a preparar el encargo. No quisiera que nadie le reconociera en el transcurso del robo, por lo que observó durante estos días a un pobre mendigo con el fin de poder replicar eficazmente su cara. 

Ahora, cualquiera que llegase al parque donde el Nosferatu esperaba, no vería a Agamenón, sino una versión adecentada y aseada del mendigo, vestido perfectamente como artesano pintor. Unas gruesas patillas surcan la falsa cara del Cainita, donde brillan unos vidriosos ojos azules que nada tienen que ver con los suyos.

Inverstigar sobre el Louvre y su zona de restauración tampoco fue complicado, podría decirse que Agamenón tiene controladas las entradas y salidas del edificio así como un conocimiento aproximado de su interior. Espera que sea una noche sencilla.

Agamenón mira el reloj, Alister debe estar al llegar.

En estos días previos a tan memorable cita en el prestigioso Louvre. Alister se hace con vestimentas de pintor y practica pintura al oleo y el noble arte del dibujo al carboncillo. Para ello contrata a un maestro y se empapa de los conocimientos básicos y de sus conceptos. Al mismo modo y de forma casi paralela sus manos empieza a adquirir las tonalidades de las diferentes mezclas y ese característico olor que persigue a los pintores, por mucho que uno se lave. Se hace con viejo porta lienzo y un usado maletín de pintor.

Avanza por el parque con orgullo acarreando con los bártulos mientras un gato que recuerda al de Cheshire de Alicia en el País de las Maravillas le sigue a unos metros.

Alister se detiene en el lugar indicado y a la hora adecuada, ni un minuto más, ni un minuto menos. Saca su reloj de bolsillo para asegurarse que así es. Con orgullo lo guarda se ajusta el monóculo y exclama al aire. - ¡¿Y bien?!

Agamenón ve pasar a Alister cargando todos los bártulos de pintor sin, al parecer, reconocerle. 

Buenas noches señor Talmat. - saluda el vampiro, saliendo de las sombras - Si, soy yo, Agamenón. Digamos que prefiero trabajar...de"incógnito".

El viejo vampiro sonríe, complacido por la perfección de su nueva apariencia.

Veo que usted también viene preparado, lleva un excelente atuendo de pintor, desde luego.

¡Oh!, gracias dice algo sorprendido ante la aparición de Agamenón. Veo que usted en cambio, no lleva un excelente atuendo de pintor, pues era lo acordado... Aunque supongo que ya da igual dice mientras empieza a mirar a su alrededor ¿Y bien? Ahora toca esperar. Saca su reloj de bolsillo y empieza a hacer cálculos. Esperaremos diez minutos de cortesía, de no aparecer nadie, se quedaron sin pintor de brocha fina.

Tras unos minutos de conversación, y varios vistazos al reloj ...  una mujer joven, con un vestido verde, tiene pelo moreno largo liso y suelto (por debajo de los hombros); se aproxima a vosotros y os saluda, la mujer porta un maletín considerablemente grande.

- Buenas noches señores. Veo que están preparados para faenar, ¿no es así?.

Agamenón observa cómo la mujer se les acerca, y rápida y disimuladamente la examina. Nunca pierde detalle de las personas que le rodean y menos cuando se trata de un asunto como este.

Buenas noches mi señora. La voz perfectamente impostada de Agamenón en nada se parece a la suya, pues la tomó prestada del pobre mendigo. Así es, preparados estamos. Usted dirá.

- Por supuesto que estoy preparado, señorita. Efectuó una leve reverencia. ¿Con quién tengo el honor de hablar?, si es posible.

Al sentirse observada responde de forma tajante a Alister, 

- No¡, no es posible. Este es vuestro maletín,mañana a la misma hora nos volveremos a encontrar aquí y me devolveréis el maletín. Al parecer sus ordenes son muy estrictas y está dispuesta a cumplirlas.

Os entrega el maletín y se dispone a irse.

No conoces a la mujer, de hecho solo eres capaz de deducir que efectivamente se trata de una vástago, pero no sabes nada acerca de su procedencia, ni clan. 

¡Qué áspera! ¡Qué rudeza! Azotes la daba yo a esta jovenzuela sin modales. – Esta bien dame eso que portas y mañana volveremos a vernos... Eso sí, antes de partir permitirme. Abro el maletín delante suya y observo el contenido para asegurarme de que no nos dan gato por liebre.

Agamenón permanece al lado de Alister viendo cómo este abre el maletín. No pierde ojo de la reacción de la mujer.