Partida Rol por web

- No es una zona muy transitada por aquí, pero estoy segura que encontrarán más transitada la zona del centro. ¿Me permiten? - y me acerco a ellos con paso normal y les coloco a cada uno la camisa y la chaqueta de manera más arreglada (abrocharles el botón del cuello y colocarles bien la solapa de la chaqueta), al tiempo que miro quién es esa persona que nos mira desde el otro lado de la calle - Bien, ahora si, están estupendos - y les dedico una sonrisa - Espero que tengan suerte, ya me contarán, me tengo que ir, me esperan, buenas noches - y me voy en la dirección que estaba tomando

Se le dibuja una pícara sonrisa ante el comentario de Alice

- Sí¡ ,  no me cabe duda que tipo de recuerdos son los que me manda la consentida de Arsen ... No obstante no te he invitado a venir para hablar de tu "aliada" sino de su creador y anterior "hermano" mío ... Demos un paseo y te cuento ...

Con estas palabras comienza el paseo por el parque.

- ¿Qué sabes acerca del Louvre?

- ¿Hermano vuestro? - a Basil se le hacía raro hablar de vampiros como si fueran hermanos. Incluso dentro de un mismo clan. Pese a ser consciente de las creencias vampíricas, él tenía sus propias teorías - curioso epíteto para un semejante. ¿Y que sire no consiente a su chiquillo? al fin y al cabo, desde que se mata al aspirante, hasta que abandona las faldas de su mentor, necesitamos la compañía de los jóvenes a pesar de que siempre vamos de lobos solitarios. Si no fuera por esta regla fundamental, solo habría un vampiro en el mundo.

Arqueó una ceja.

- ¿El Louvre? - rebusca en los rincones de su memoria algunas de las cosas que sabe acerca de aquel emblemático lugar, orgullo de los franceses y envidia de Europa - Es un antiguo castillo, reconvertido en palacio y reconvertido en museo. Podría contarle cientos de cosas, pero estoy seguro de que o bien ya las sabe, o no es necesario que se las cuente. No es necesario que comience a aborrecerme por mi cháchara y mi gárrula persona. Pero algo me dice que los datos que conozco serán insuficientes para lo que está pensando, sea lo que sea.

- El Louvre?, No¡, no penséis que se tanto ... pero una cosa creo que si está clara y es que parece que me han informado bien de tus capacidades ... sonríe ante este último comentario . Sobre el tema de hermanamiento ya os contaré en otro momento ... ahora me interesan más tus cualidades de investigación, deducción e imaginación ... Recientemente en Paris ha muerto Louis La Caze un coleccionista importante de la ciudad que ha donado a el Louvre su colección privada ... ¿le dice algo el nombre de Rembrandt?. 

Cuando los Jueces "inquisitorum" de la camarilla instaron a Claude a viajar a Paris para llevar a cabo una investigación para destapar a un vastago que estaba colaborando con el Sabatt, Claude aceptó encantado.

Claude conocía la ciudad como la palma de su mano, especialmente la catedral de Notre-Dame, en donde se había ocultado durante siglos. O al menos, eso creía Claude, ya que no visitaba París desde hacía 60 años.

Claude llegó a París desde el puerto de Londres, remontando el curso del Támesis para cruzar después el canal de la mancha, desembarcando poco después en Caláis. Allí cogió un carruaje para desplazarse a Paris. Durante el día descansaba en un bául de viaje de roble con remaches de hierro forjado. Cerrado con gruesos candados y custodiado por 2 ghouls que le conducirían hasta su destino. 

Actividad principal; contrato de un conde frances para aprender la estocada de los 200 escudos (nombre y precio de estocada)

Actividad durante el ultimo mes; seguir la pista de las actividades de algunos vástagos. Además por supuesto de seguir dando clases para comer. 

- Más que una cualidad, la deducción es toda una ciencia, Anna - advirtió Basil como si realmente tomase en serio lo que acababa de decir - Acerca del holandés - refiriéndose a Rembrandt - he visto algunas de sus obras, pero mi poca sensibilidad artística se fue por el oído en lugar de por los ojos, aunque ciertos miembros de nuestra estirpe aseguran que el arte captura todos los sentidos y se cuela por los poros de tu piel... no hay más ciego que aquel que no quiere ver - sonrió.

- Umm - caso a la vista, pensó - Un coleccionista muere y toda su colección va a parar a manos de la administración del Louvre - se cruzó de brazos y centró toda su atención en Anna - ¿Qué es lo que quieres que investigue?

Al llegar a París después de un largo viaje tu instinto te pide "sangre", indica cómo te alimentas, la zona, así como el tiempo que dedicas.

- El hecho en sí¡ , creemos que podría ser una donación manipulada por la mano del clan Tremere. Necesitamos la colaboración de alguien nuevo en la ciudad para que pueda esclarecer los hechos, y al pensar que existe la participación activa de ciertos vastagos de la ciudad, usted sería una baza muy interesante. ¿Qué te parece?.

Se oyen rumores en la ciudad de que en ciertos barrios donde la "vida alegre" es más habitual en esta recta sociedad, por la noches a altas horas donde solo queda lo peor de la sociedad, se suelen producir forcejeos y asaltos de extraña procedencia.

En un café céntrico oíste que anoche mismo en el estanque de "Le Marais" intentaron violar a una joven. La mujer al parecer no recuerda mucho de lo que la paso, pero se sentía débil tras el "ataque"

Basil sonrió.

- Me parece que lo que buscan se suele llamar cabeza de turco. El término le sonará, seguro, alguien de edad seguro que algo habrá vivido o leído acerca de las cruzadas... Alguien nuevo en la ciudad que se juegue el tipo por aquellos que tienen una posición política demasiado sensible para acusar directamente a nadie...¿Por qué cree que el clan Tremere ha manipulado la donación? ¿Qué tiene de importante para ellos? Sí quiere que cruce el umbral de este caso no me enseñe sólo la puerta, quiero conocer la habitación antes de tropezar con ningún tablón suelto... y seguro que hay muchos de esos.

Al abrir los ojos, Claude se sintió desorientado por unos instantes, pues no se encontraba en su morada habitual de Londres, sin embargo, tras tomar aire profundamente, un recuerdo le hizo retroceder varios siglos atrás en el tiempo. Se vió joven, participando de los juegos con los niños del orfanato. Ese aroma tan familiar era el aroma del Senna que bañaba las orillas de París, y que le había acompañado durante seis siglos hasta que se vio obligado a uir a Londres.

Claude sintió algo parecido al placer mientras percibía esos aromas. Se estiró dentro del baúl, pues el viaje había sido largo y recordó que se encontraba, por fín, en su ciudad natal. Rápidamente, hizo un repaso mental de los asuntos más urgentes que debía tratar, pues estaba acostumbrado al trabajo y a ocuparse de temas de responsabilidad. Sin duda sus servicios serían rápidamente solicitados, una vez más, pero de momento, debía de ocuparse de lo más urgente. Su propia supervivencia.

Con una mano abrió el baúl que le había servido de morada provisional durante las dos jornadas y media que había durado el viaje. Se sentía más hambriento de lo habitual, y el hecho de estar de nuevo en París le hicieron sentir más fuerte, más deseoso que nunca de cazar.

mmmmmm.....-- Muermuró Claude mientras se incorporaba y observaba el entorno. Más de 600 años de existencia y una vez más... se alzaba de nuevo. 

Se hallaba en una estancia de piedra, fría y no muy amplia, iluminada por un par de antorchas a ambos lados. La humedad era patente y Claude podía sentir el aroma del Senna, lo que indicaba que se encontraba en el lugar acordado, en los sótanos secretos del palacio de justicia. El "Quai des orfebres", que se extendía varios cientos de metros a lo largo del río. 

Tras incorporarse, un sirviente Wilfred, como cada noche, le ayudó a cubrirse con su atuendo habitual, una capa oscura algo anticuada que le confería el grado de "inquisitorum". Sus demás pertenencias estaban custodiadas en una cámara vecina, como era habitual.

-- Buenas noches Wilfred ... -- saludo a su ghoul tras besarle friamente en los labios, como hacía cada noche desde hacía más de 50 años. El anciano Ghoul se retiró a otras estancias, sabedor de que su amo no estaba para charlas, sino que estaría más bien ambriento y deseoso de cazar. -- esteré de regreso antes del amanecer. Esta noche me apetece disfrutar de la caza, hace ya más de 60 años que no pisamos estas calles...

Con una siniestra sonrisa y tras abandonar sus aposentos, Claude fue conducido por un funcionario de la camarilla a través de oscuros y angostos pasadizos hasta llegar al palacio de justicia, donde tras saludar al funcionario jefe, salió al exterior del edificio enbuelto en su capucha negra.

Una vez en el exterior del enorme edificio, le pareció que la noche era cálida. Al menos comparada con la de Londres. La luna era clara y brillaba ya en lo alto. Serían las 9 de la noche, por lo que se decidió a caminar sin prisa hacía el barrio latino.

En 60 años, la ciudad había cambiado radicalmente, y aunque claude podía orientarse perfectamente a través de la misma, se le antojó que tal vez, la habían echado a perder. Sin embargo, le pareció que había más gente por las calles, y que la gente era más feliz, y eso le gustó en parte. Le gustó en parte porque había más abundancia que jovencitos y jovencitas correteando por las calles, pero al mismo tiempo le pareció que el libertinaje era excesivo en algunas tabernas y cafés.

Con gesto grave, Claude siguió remontando las calles hacia el barrio Latino, sin que nadie reparase en su siniestra presencia, pues poseía la cualidad de pasar desapercibido. Sin embargo, se detenía aquí o allá para aspirar los aromas que le ofrecía la urbe, y que tanto le hacían recordar tiempos pasados.

Continuó bagando durante horas, observando la cuidad, en lo que se había transformado, y se sintió algo débil pues necesitaba la sangre, sin embargo no quiso elegir a su presa a la ligera. Sería demasiado fácil. Sin embargo, en algún momento mientras deambulaba por estrechos callejones, percibió un aroma inconfundible. Entonces se paró en seco en mitad de la calle. Cerró los ojos y disfrutó de ese aroma por varios segundos... Era el aroma inconfundible de una mujer joven, apenas una niña.

De donde viene... se preguntó. Entonces, la paz que había sentido hasta ese momento se transformó en ansia, en ansias de poseerla. El aroma venía de la ventana del edificio que se alzaba a sus pies.

Nadie podía verlo, así que trepó por la oscura fachada del viejo edificio, utilizando su sangre inmortal para que su cuerpo fuese más ligero, de tal modo que se desplazaba por la fachada de la casa como un insecto oscuro, olfateando entre las ventanas para dar con aquel olor tan irresistible, aquella ninfula que podía sentir pero no ver.

Trás haber ascendido varios pisos, y ya sintiendo la tierna presencia, se dió cuenta de que se había pasado de largo, por lo que Claude se giro sobre si mismo y trepó hacia abajo por la fachada del edificio, hasta descubrir un ventanuco abierto de donde provenía el aroma virginal.

Claude se sentía más hambriento que nunca, completamente excitado por el aroma. Poco a poco, asomó la cabeza por el ventanuco, y su rostro pálido y malvado, sus ojos inyectados por el más abyecto de los deseos, fueron asomandose de arriba hacia abajo por el ventanuco.

Lentamente, como un arácnido, se fué introduciendo en la habitación a través del ventanuco sin hacer ruido. Primero los brazos y luego la cabeza blanquecina y arrugada, Su destreza se había multiplicado por dos trás hacer uso de sus reservas de sangre, y su sigilo, acrecentado a lo largo de los siglos, le ayudaban a moverse en el más absoluto de los silencios.

Poco después, se hallaba al pié de una hermosa cama, casi infantil. Las sábanas blancas con encajes rosas, y ese aroma irresistible de la adolescencia... Claude fué reptando por el suelo hasta el pié de la cama, luego se incorporó sobre sí mismo, hasta que su sombra fué creciendo y se proyectó sobre la niña indefensa.

Así se quedó observando durante varios minutos, la inmortalidad observando al ser viviente, al ser inocente e indefenso que ignoraba la maldad que la observaba ... Si ... aquella niña no podría verlo aunque se despertara.

Resistiendo los deseos de poseerla, Claude se sintió temeroso de Dios, pero al mismo tiempo... indudablemente débil. Tubo ganas de uir... de uir ante el mounstruo que era... pero no pudo. -- Solo una vez... una vez más....

Lentamente, Caude Frolo se fué acercando sobre la cama, y su rostro arrugado se acercó cada vez más a la niña tierna, que desprendía calor e inocencía por todas las venas de su ser.

Abrió las fauces y de su boca aparecieron horrorosos colmillos, grises por el paso de los siglos y los pecados acumulados. Pasó su lengua infecta y negra por los lábios, para que su beso fuese más cálido, más húmedo, y así, lentamente, posó sus lábios viejos sobre el cuello sonrosado de la niña, rozando después la lengua por el cuello joven, muy despacio, disfrutando el momento, hasta que la niña comenzó a gemir levemente... entonces, no pudiendo más por la excitación, clavó sus perversos colmillos en la niña inocente, dejando que brotase la sangre cálida y juvenil hacia su ser horrible, viejo y eternamente malvado.

Dejó que el abrazó durase lo más posible... y se fue inundando por dentro... Claude perdió la noción del tiempo, inclinado sobre el lecho de la niña... y no pudo frenar... no pudo parar.... se sentía demasiado hambriento... demasiado habriento hasta que vació a la niña y la dejó seca, marchitando su vida y su juventud hasta que no quedó más que una cáscara vacía.

Una vez terminado, Claude separó sus dientes de la víctima y se giró hacia la luna, que asomaba por el ventanuco en esa noche estrellada. Ya no deseaba más a la niña.

-- Oh... Dios... -- se dijo Claude ... oh... ¿que he hecho? -- poniendose en pié, se tambaleo por la habitación, buscando la salida. Un jarrón se rompió por el pasillo, despertando a los habitantes de la casa. Desorientado, Claude se dirigió a tientas hacia la puerta de la casa, la abrió de golpe y salió al exterior como un espectro cargado de pecados. Dos finas líneas de sangre le cubrían las comisuras de la boca... No podía quitarse aquella sensación de la cabeza... y al mismo tiempo... necesitaba uir... uir desesperadamente de sus pecados.

El primer contacto con el duque François du Molet, para probar sus habilidades y ver si realmente era capaz de aprender la estocada, ha concluido hace unas horas, tras ser invitado a comer en su casona al sur de París y habiendome enterado de los otros incidentes ocurridos en la gran ciudad gracias a él, me dirijo hacia el estanque. 

- Nos veremos mañana a mediodia Mi lord- dije con una gran reverncia antes de marchar hacia la ciudad. 

Se acaba de pasar el mediodia, mientras camino con mi bastón bellamente labrado con una cabeza de lobo plateado en la empuñadura que prosigue a una hoja de acero damasquinado bellamente labrado, que se oculta de forma brillante bajo su funda de ébano pulido que me ayuda a apoyarme en el suelo, rematado en su punta con una pieza de plata simple pero elegante. Sombrero de copa y camisa blanca por sobre la brigantina negra que me acompaña a todas partes, y una cadena colgando del bolsillo del pantalón el cual oculta un pequeño reloj de cuerda de aspecto antiquísimo, una capa sobre los hombros, y las fuertes y usadas botas de cuero concienzudamente cuidadas con grasa de caballo. 

Voy hacia el susodicho estanque, para ver que clase de información puedo recopilar.

La joven no le importaba demasiado y hasta pudiera haber llegado a sentir simpatía por los atracadores que vivían al margen de una sociedad decadente y absurda. No obstante las formas le irritaban por que iban en contra del buen gusto. Le parecían asquerosos esos borrachos que asaltaban a la mujer. Si tienes que ganarte el pan robando lo haces pero no hay razón para tan patético espectáculo ni para intimidar a una mujer de aquellas maneras.

La repugnancia que sentía hacia aquellos rufianes alimentaba su rabia pero era menor que la que desataría si viese al amante que deja a su suerte a la jovencita a esas horas de la noche. Como no sabia francés se limito a desenvainar su sable, acercarse a ellos con cara de pocos amigos, y darles una voz. En el fondo deseaba que la situación se descontrolase para desgarrar las carnes de aquellos malditos

Alexandra ve como el hombre que les observaba un sable y carga hacia ellos, los ladrones huyen corriendo como antes jamás lo habían hecho ... 

La noche transcurre con normalidad y pasáis una buena noche , pues con dinero en el bolsillo en Paris no es tan necesario el idioma. 

Os falta contestar a esta petición  (Ver Notas)

- Miro hacia dónde se dirige la mirada del caballero con espada, si sigue en dirección mía con el arma desenfundada o si por el contrario sigue con la vista a los hombres y les persigue o enfunda al acercarme...