Partida Rol por web

Continuamos en esta escena ...

Después de conocer al gendarme francés, pasados unos días en tu refugio por la noche de repente llaman a tu puerta ...

Como cada mañana me levanté temprano, al alba a pesar de haber trasnochado considerablemente, pero mis huesos aunque ancianos cada vez me empujan a descansar menos. Como cada mañana me dirijí hacia la mansión del conde para mostrarle la estocada que hábilmente comenzaba a aprender cual bebé que da sus primeros pasos. Hoy no había tenido "el placer ni el tiempo", en sus propias palabras, para poder invitarme a comer. Lo que me había dado tiempo para seguir investigando la vida en parís, aunque hoy no había sido un día muy fructífero. 

A la tarde volviendo a casa poco antes de la hora de cenar justo acababa en entrar a mi propia habitación, estaba sentado sobre el baúl donde tengo mi equipo concentrado, con medio estilete desenfundado del bastón, viendo las hondas que hacía el damasquinado de la hoja, solamente pensando hasta que de repente el sonido de la puerta me saca de mis propios pensamientos. Despacio enfundo la hoja, que se introduce en su perfecta vaina sin un solo ruido, quedandose estancamente cerrada. 

Me levanto trabajosamente con ayuda del bastón y me dirijo hacia la puerta.

- ¿Quien es?- pregunto antes de abrir tranquilamente la puerta del local, para ver quien puede estar interesado en visitarme a estas horas. 

Una mujer espera al otro lado de la puerta, es una hermosa joven de pelo largo y oscuro, su cabello contrasta con su pálida tez. 

- Buenas noches Don Pedro. Dice en un perfecto castellano y con modales refinados. 

Dibuja una pícara sonrisa en su rostro y te pregunta.

- ¿No dejará en el resquicio de su puerta a una frágil dama?, ¿Verdad? ... Vengo a entrevistarme con usted y valorar si es tan válido como el gendarme Luth dice, de ser así, irá conmigo a la cena. ​ Te dice mientras franquea la puerta que involuntariamente has abierto. 

Al darte cuenta repasas rápidamente tu memoria, y no recuerdas haberle dado la dirección de tu actual refugio a el gendarme ... 

Al abrir la puerta, me sorprendo de que sea un frágil dama quien llame a mi puerta y a estas horas. Sin pasar desapercibidos otros detalles menores. 

- Buenas noches, mi señora- contesto cortésmente a la dama. 

Estupefacto ante la irrupción de la joven en la habitación me aparto a un lado tranquilamente afianzando mi bastón antes de dar un paso al lado y levantar la mano abarcando la habitación - Por su puesto que no my lady, está usted invitada a pasar por supuesto. - Le devuelvo la sonrisa. - ¿Conque a entrevistarse verdad? Digame señorita...- hago una pequeña pausa para que me diga su nombre - Señorita Anna, y cuales son las dudas que tienen acerca de mí. Oh, por favor tome asiento - le digo mientras arrastro una de las dos sillas que hay en la acogedora habitación - Siento mis modales mi señora, pero no esperaba visita ciertamente. Siento no poder ofrecerle más que agua mi señora ¿Si le place?- pregunto cortésmente a la dama. 

Tras una breve pausa para escanciarle si así lo desea, si no la dejo intacta como está. - ¿Y bien?- pregunto a la hermosa joven para que me cuente sobre su visita, mientras me apoyo en la silla con una mano y con la otra en mi bastón.  

Al mostrarte tan gentil se le escapa una risa casi infantil. 

- Muchas gracias por la amabilidad, pero creo que no es necesario que os de la mano para que confirméis mi ausencia de pulso, pues que otra intención podría tener ofrecerme agua, quizá si vacía el vaso y lo llena de sangre¡ . Suelta otra risa al observar tu reacción, y eso que intentas controlar tu asombro por su descaro tan abierto- Pero podéis estar tranquilo, ya vengo alimentada de casa, además no romperé su hospitalidad si usted no me obliga a ello¡ ... Por favor puede tomar asiento, una persona con su cojera lo agradecerá, además así si deja el bastón a un lado, quizá disminuyan sus ganas de cortarme la cabeza ...  de repente la sugestión hace efecto y tomas asiento dejando el bastón a un lado Bien ¡ , creo que con eso ya no será necesario el agua, ¿no cree?. 

La perfida criatura que está ante mí, se mofa como si fuera un simple niño, agarro fuerte el bastón, tanto para aplacar mi ira como para intentar evitar muecas más despectivas de lo necesario. 

Esucho las palabras de la criatura, y aunque por un momento intento zafarme de su vil poder, finalmente la mano me tiembla y las piernas se mueven con voluntad propia hasta la silla. Aunque al menos intento mantener el tono cortés con la criatura. - Si tanto le ha molestado el agua a mi señora solo tenía rechazarla- digo algo indignado antes la situación ante la que me encuentro. 

- Y bueno, ¿a venido solo a mofarse de un anciano, o tienes algo que decir?- le digo intentando bajar el tono, tal vez demasiado indignado. Intento tranquilizarme y analizar la situación "zorra de mierda... más te valdría matarme ahora mismo" pienso mientras la miro directamente a los ojos, intentando esbozar un placentera sonrisa. 

Tras unos segundos  Anna cambia su tono jovial e infantil por uno más serio

- ¿Si de donde usted proviene, mofa es lo mismo que salvar?, si he venido a eso que dice ...

Su amigo el policía se la estaba jugando, si acude a una de esas cenas, usted se convertirá en el primer plato. Quizá si no hace ninguna locura su anfitrión le hubiera dejado vivir para convertirte en un tentenpié a largo plazo, o lo que denominamos rebaño. Pero no le veo yo a usted como usted vería a un cordero. Se levanta de su asiento, y te señala el bastón.

Como muestra de mi sinceridad, ahora eres libre de actos, y si quieres podrías volver a coger tu bastón e invitar a irme, o por el contrario invitarme por tu propia voluntad a charlar con usted. ¿Tu decides?.

Algo resignado, pero con una postura altiva escucho a la joven mujer "me estás salvando?..." pienso en un tono un tanto desdeñoso. 

- Probablemente fuese un bocado demasiado exquisito para esos...- digo con repugnancia, paro al ver ante el ser que me encuentro, aunque sea un ser del infierno sigue siendo una señorita y yo un caballero. - Bueno... bien, tal vez hallamos empezado con mal pie- digo señalandome a la pierna tullida, intentando quitarle algo de hierro al asunto. 

- Sientese por favor mi señora, los modales son algo importante, por favor... charlemos. ¿A que se debe esta "bendita" muestra de agradecimiento?¿O... que es lo que sacas tú de todo esto? Acaso vale para algo este anciano tullido. Perdón por el interrogatorio, pero supondrá que nada me parece normal my lady. Por favor, cuénteme - digo haciendole un gesto para que vuelva a tomar asiento, con gesto sincero. 

De reojo miro el bastón que tampoco queda tan lejos, frunciendo ligermanete el entrecejo, y tosiendo levemente tapandome con la mano, mientras espero la historia de la señorita Anna. 

Toma asiento tras un gesto de asentimiento como dando por buena tu elección.

- ¿Lleváis sangre en las venas verdad?, solo por eso ya eres útil, al igual que lo es el ganso que os sirve para hacer el Foie¡¡. Y no, no le comparo con un ave .. Mira el bastón también de reojo. Digamos que diste con un colaborador de un importante vampiro de la ciudad, que para ganarse el favor de tan valioso aliado, te dio en ofrenda; seguramente suscitaste en él un interés suficiente como para querer arriesgarse. ¿Por qué nos persigues, Don Pedro?, exactamente ¿Qué le motiva?.

Hago caso omiso de su pregunta retórica. Y veo su reticente mirada hacia el bastón. Escuchando serenamente cada palabra de la criatura. 

- Primeramente mi señora, le diré,- digo pausadamente- que si la he invitado a entrar y a tomar, tanto asiento, como su despreciada agua, es porque mis intenciones no son malintencionadas, no hoy, no ahora, la he invitado y las normas tanto de la cortesía como las antiguas leyes de hospitalidad, que tal vez conocieses antaño, me obligan a no dañarte my Lady- alargo la mano despacio y con tres dedos cojo el bastón por el medio y lo pongo tranquilamente sobre la mesa entre la señorita y yo.- Si tanto le fascina este objeto, puede verlo desde más cerca, solo es el apoyo de un anciano- digo con gesto sincero, pues no hay mayor verdad en esto. Luego sonrío ante las preguntas del pérfido ser. - ¿Por qué os persigo?, acaso hace falta motivación alguna para destruir a los seres del mal, a los hijos del mismísimo lucifer, a los que me...- paro ahí la frase, con considerable turbación, pues he subido el tono sin apenas darme cuenta, mientras la vena de mi frente se ha inchado mientras hablaba. Intento serenarme durante un momento, me cojo el tabique nasal con dos dedos a la altura de los ojos para tranquilizarme, sin quitar la vista de la criatura en ningún momento - Mi... señora, creo que esas razones que pides las aguardo en mi interior fervientemente, y no son para contar... en una... primera cita- digo sonriendo, una vez recuperado el tono de la conversación de nuevo. - My lady, usted no responde a mis preguntas, si quiere respuesta tendrá que hablar usted primero, por favor, ¿que interés hay en mí, porque quieres salvarme - "utilizarme" - a mí? ¿Que hay tan importante para que uno me ofrezca de ofrenda y otra me intente salvar...? 

La chica parece una enigmática caja de sorpresas, pero demasiado compacta demasiado cerrada, demasiado compacta... "guarda la compostura eres un caballero... y parece que la necesitas..." pienso mientras respiro profundamente intentando canalizar mi odio. 

Sonríe ante la posición de Pedro, parecía saber más de la persona que tenía en frente por lo que no decía que realmente de la verborrea que salían de sus labios. 

- Me temo señor, que no encontrará a muchos seres de las tinieblas o demonios impuros como os gusta llamar a todo lo desconocido, que sean lo suficientemente abiertos o tontos como para contaros sus intereses reales, al menos no de primeras. Mi interés principal obviamente era saber quién eres, y por qué se habían interesado en tí, el policía te vendió como un gran trofeo.  Y no hay mayor placer para un inmortal que conocer aquellos seres mortales que llaman la atención por encima de los suyos, primero para evaluarlos y segundo para aprender de ellos si realmente se puede. Después de un siglo de vida te planteas la vida de forma distinta, jejeje. Ahora que he respondido lo más abiertamente posible que permite mi naturaleza, ¿le importaría a su merced responder a mis preguntas?.

A pesar de volver a su tono jovial, la conversación y el cauce que empieza a adquirir Anna es de respeto, con intención de cumplir con las buenas costumbres y tu sincera invitación. 

Tras pensar un momento en las palabras de la chica, me paso la lengua por los labios, está reseca, "necesito un trago de agua, ¿estaré nervioso?, dejate de sentimientos de juventud solo es un demonio, y estos sus poderes, ¡centrate!, ¡en guardia!" las palabras pasan por mi cabeza como un torbellino. 

- ¿Le importa que me sirva un poco de agua mi señora?- con su aprobación cojo la botella de la mesa y sirvo un poco en uno de los dos vasos de cristal que hay en ella y tomo un sorbo. - ¿Que le hace pensar que los humanos contamos todo sobre nosotros... en una primera cita, my Lady? - digo con una sonrisa, casi un mueca - Puesto que parece que no tengo demasiadas opciones, y que aparentemente me está usted salvando la vida, le contestaré mi señora- cambiando a un tono más serio, sin tanta cortesía- Lo que me motiva mi señora Anna, es la muerte, busco a un ser... busco... venganza- digo esta ultima palabra con un sabor amargo en la boca, con odio acumulado, odio de largos años, en mi cabeza aparece la escena claramente, mi mujer desangrada en el suelo, mi hijo nonato en su vientre... todo perdido. 

Por un momento miro hacia el suelo como abstraído, apretando una de mis nudosas manos en un puño tembloroso, y después vuelvo a mirar al ser con unos ojos distintos, unos ojos vacios, del que nada tiene que perder ya en esta vida. - ¿Y pues... que le parece mi motivacion? Señorita Anna - pregunto con un tono neutro, el más cortés que soy capaz de emular en este momento. 

Con un grácil y sensual movimiento de cabeza, Anna coloca su cabellera hacía atrás dejando ver mejor su rostro , ojos y cuello

- Cierto es, que nuestra naturaleza nos condiciona, y recurrimos a todo tipo de argucias y engaños para conseguir nuestros objetivos. Pero por muy santurrón que sea un hombre, usted sabe al igual que yo que nuestro comportamiento no es muy distinto al de un humano. Con esto no pretendo justificar las muertes que tanto le duelen, solo quiero decir que los hombres también matan a sangre fría, y no por eso los afectados inician cruzadas contra la humanidad. Muchos somos los seres sobrenaturales y ninguno igual al anterior, hay muchos que son capaces de controlar a nuestra bestia interior, mejor de lo que un humano es capaz de controlar sus impulsos más primarios. ¿no me negara esto, verdad?

La chica tiene movimientos sensuales, lejos de parecer un demonio casi es un ángel, pero estos son solo los sucios trucos de satán para embaucarnos, sus palabras argucias...

- Los hombres también matan a sangre fría, la diferencia, es que nosotros no lo tenemos como una necesidad.- digo dejando por zanjado el tema de las naturalezas, pues no soy un filosofo ni tengo pensado convertirme en uno a corto plazo. - Mi señora Anna, cuando conozca a la criatura que sepa controlar sus instintos seré el primero en aplaudir... el único problema esque no conozco tal ser, por lo que no puedo afirmarle nada, si usted misma no me ha arrancado la garganta nada más verme se debe, my lady, a dos razones, dejame exponerlo por favor, si yerro por mucho, sé que me corregirá con gusto. El primer motivo es que ya estará bien alimentada... por desgracia, y el segundo...- medito un instante- supongo que necesita algo de mí, o simplemente necesita que no me tengan otros. Asique señorita Anna, estaría bien conocer que clase de intenciones tiene para mí, ¿hacerme ver que no todos sois bestias sanguinarias?¿Salvarme como acto de buena fe?- respiro profundamente - Me agrada considerablemente su conversación mi señora, hacia tiempo que no podía profundizar en aspectos tan importantes del ser humano, la buena compañía escasea, pero... ¿que es lo que pretende? - le digo a la criatura mirandola directamente a los ojos. 

Ante la mirada escrutadora de Pedro, una pequeña carcajada contenida invade a Anna.

- Disculpe¡, no pretendo ofenderle, pero no termino de acostumbrarme a las prisas de los hombres, ni siquiera cuando era mortal como vos las comprendía. Pero tiene razón, no creo que charlar con alguien al que usted ve como un asesino le sea muy grato, por lo que no alargaré más de lo debido la entrevista.

A pesar de que anteriormente el movimiento en el cual colocó el pelo fue involuntario, Anna se da cuenta de la reacción de Pedro, para no incomodarle más de lo debido decide volver a colocarse el cabello ocultando parte de su rostro.

Me temo que la edad y sus vivencias le han hecho ser más desconfiado de lo normal, y eso me gusta señor Pedro, como le comenté al iniciar nuestra tertulia, mi intención no es otra que la de conoceros. No le estoy salvando de ningún peligro, ni pretendo que se sienta en deuda conmigo, tómelo como una alerta de las intenciones que tenía el policía con usted.

Dicho esto Anna se levanta como dando por zanjada la conversación, ya de pie y tendiendo su mano para despedirse.

A y por otro lado respondiendo a su pregunta anterior, creo que se equivoca al juzgarnos. Quizá algún día se lo muestre. Al igual que usted puede controlar el hambre, nosotros también podemos, solo los que no tiene fuerza suficiente sucumben a alimentarse más de lo debido. Si quiere intentar comprobarlo, el día que deje de verme como una amenaza podremos concluir esta conversación.  

Miro a la fascinante mujer con una pequeña sonrisa. 

- Bueno mi señora, me perdonará que vaya con tanta prisa, pero desgraciadamente mi reloj cuenta hacia detrás - digo dejando ver mis nudosas manos ya llenas de arrugas - no como otros, y debo ser... no rápido, si no eficiente. - Digo arqueando ligerametne las cejas. 

- ¿Conque una alerta no? Lo tendré en cuenta señorita Anna.- 

Tras esto me levanto renqueante de la silla para acompañar a la señorita, cogiendo mi bastón de la mesa para poder apoyarme debidamente en el suelo. Si Anna lanza alguna mirada descofiada o hace algún gesto le diré - Tranquila, pensaba que el desconfiado aquí era yo? ja, ja- digo con una voz suave y tranquilizadora, seguida de una pequeña carcajada amistosa. 

- Bueno mi señora- le contesto ya en el umbral de la puerta, pero sin abrirla- Me gustaría que esto hubiera durado más, pero si ya ha sacado todas sus conclusiones, no retendré aquí a una dama contra su voluntad. Aunque bueno, si quiere, puede venir a una fiesta a la que estoy invitado, una cena elegante, con unos amigos de lo más refinados - digo con un tono sarcástico y divertido - El día que deje de verla como una amenaza mi señora... será el día que vuelva a ser humana- digo algo resignado, pero no puedo mentirle abiertamente. - Aún así, puede venir usted a conversar cuando guste, ya que tan fácil parece encontrarme. Gracias por todo mi señora. - digo poniendo una mano en el pomo de la puerta, sin abrir todavía albergando la esperanza de que todavía no se vaya. 

Durante unos instantes de pie frente a ella, me hace recordar muchas cosas, entre ellas, la exquisitez de la feminidad. 

Se despide de forma afectuosa

Sinceramente conque no me vea como una presa o un enemigo me conformaría, en cuanto a la cena lamento comunicarle que el anfitrión no tolera la impuntualidad y ya no le dejarán entrar.  Como compensación si sigue en pie su oferta en dos noches podría venir a verle, prometo venir cenada de casa y no generarle gasto.

Tras el mordaz comentario ríe y se despide lanzándote un coqueto beso al aire.  

Le abro la puerta con caballerosidad puesto que parece que está decidida a marcharse - Le veré como lo que es, mi señora Anna, primero tendrá que enseñarme como es - digo con una cara plasmada en hierro, y una mirada fija - Respecto a la cena, bueno... soy un invitado insistente, tal vez al final me dejen pasar - digo con una sonrisa mirandola esta vez de una forma algo más cálida - ¿Me compensas una cena como invitado con una como anfitrión? Sí que se hacen las cosas de diferente forma aquí en París - le digo a la joven con tono jovial - Está usted invitada pues. - le digo con un ligero levantamiento de las cejas. - Hasta dentro de dos noches mi señora. 

Cuando se aleja y me lanza el beso, me desarma por un instante mi semblante de caballero rígido y por un momento abro los ojos más de lo que debería. 

"Es encantadora, sensual, joven..." el corazón sin razón, me late rápidamente "¿Pero que te pasa? Solo es un demonio, te estas volviendo loco? Uno como el que mató a tu mujer... tal vez no igual... sí, exactamente igual, no son sentimientos viejo estúpido, es coacción, es esa maldita magia que usan". 

Cierro la puerta despacio tras de mí. Me siento tranquilamente en mi baúl, pensando que voy a hacer a continuación. 

Abro el baúl, saco el primer fondo donde están los estiletes, floretes, y sables de entrenamiento, y aparece el fondo falso donde está todo el arsenal que pude traer de Londres. Lo reviso rápidamente. Centrandome en mi trabajo, en mi misión. 

Declara si quieres alguna acción especial que quieras realizar hasta la fecha de la nueva cita ...