Partida Rol por web

Al llegar aquí caeis en un cesped como si un viento ligero os estuviera meciendo, por desgracia, no el de Zayna. Vuestros pies, los de ambos, tocan el suelo y Noctis te sientes más ligero, mientras que Zayna te sientes más pesada, no puedes levitar. Como os dijo Laine el mundo tienes sus caracteristicas, y ahora las estabais sufriendo.

No muy lejos de allí veis, seguido en el camino que se haya cerca de vosotros, un arbol un tanto raro pues en su base había una puerta y a unos pasos un pequeño oso con una camisetita roja, el cual parece dubitativo mientras mira unos palos los cuales, encendidos, formarían una hoguera, y a su vez se golpea la cabeza mientras farfulla algo.

Alrededor del "Arbol-Casa" veiais también muchos tarros de miel y algunos de ellos ponía Pooh. El pequeño oso seguía cavilando y no se había percatado de vuestra presencia.

Zayna observa sus pies un tanto insegura. No es que le importe caminar, pero no le gusta la idea de perder sus poderes. O no tan pronto. Hace demasiado poco tiempo desde que los recuperó. Un poco desconcertada, mira a Noctis. Pero no tarda en quedar maravillada por el bosque a su alrededor y el susurro de las hojas. Sonrió, un poco más relajada, y siguió al lado del chico por el camino hasta encontrarse al primero de los habitantes del mundo. Parecía... parecía un muñeco. Ladeo la cabeza, confusa de nuevo, y miró a Noctis. 

Normalmente, los muñecos que había visto con vida, era porque eran mágicos, peligrosos o porque ella se la había otorgado por algún deseo. Nunca acaba bien. 

Al fin, se atrevió a saludar: 

—Hola, ¿vives aquí? ¿Puedes ayudarnos? 

Oh que desgracia. No sé me ocurre ninguna idea de como subir al arbol de la miel - Empezó a decir al preguntarle Zayna - No me quedan globos, el viento no sopla, Piglet no me quiere ayudar, ni tampoco Conejo, Tiger es el único que parece dispuesto, pero cada vez que empieza y acaba siempre se le olvida la miel. Me voy a morir de hambre - se agacha ante tal desgracia que es para el no comer miel.

Entonces al ergirse y ponerse de pie repara en vosotros - Oh, hola alguien que no conozco... - Mira a Noctis - O "alguienes". Me llamo Winnie Pooh, pero mis amigos me llaman Osito Pooh, o Pooh asecas. Esta es mi casa sí, pero siento no poder ofreceros nada para tomar y recibiros como se merece, se me han acabado las reservas de miel. - Dice señalando los tarros de miel junto a la puerta del arbol las cuales están vacias. - Aunque tampoco tendría tiempo, tengo que buscar la manera de conseguir esa miel antes de que llegue el invierno. - Aunque por el tiempo estaba claro que el invierno ya pasó, pues el clima era más bien de primavera. - Y nadie quiere ayudarme.

Zayna levantó la mirada y observó el árbol que señalaba el oso. Qué fácil hubiera sido llegar si aún pudiese levitar. ¿Podría usar su magia también? Iba a ser más difícil de lo que pensaba sin eso. 

—¿Está la miel del recuerdo ahí arriba también? —preguntó por si acaso—. La necesitamos para curar a un amigo. 

Caminaba con un humor indeciso. Aquel mundo era novedoso y extrañamente tranquilo, pero mi cerebro no podía dejar de lado la precaución, por lo cuál a cada paso que dábamos con Zayna echaba una ojeada a un lado y a otro para asegurarme de que todo estuviera bien. De alguna forma mi cuerpo se sentía diferente en aquel lugar, más liviano y ágil. Por las miradas que Zayna me echaba cada tanto, supuse que ella también se encontraba algo insegura e incómoda por lo cuál respondí a cada mirada con una pequeña sonrisa tranquilizadora. "No pasa nada, yo estoy aquí contigo", pensé internamente sin darme cuenta de que si no lo decía con palabras, la frase no surtiría efecto. 

Pronto llegamos al encuentro con un pequeño, en cierta medida, oso que llevaba como prenda una remera roja. Recordaba haber visto algo similar en la portada del libro y pasar algunas hojas. De tal manera, los habitantes de aquel mundo debían ser en su mayoría, seres animalescos. El hecho de que el oso pudiera hablar y lamentarse de sus problemas no me pareció llamativo, aunque sí el tamaño y color del mismo. Arqueé una ceja ante su saludo, llamándonos "alguienes". Dude sobre si presentar mi queja ante sus modales, pero la decisión de Zayna de ir directo al grano me hizo recapacitar. 

- Señor...Pooh. Nosotros también estamos buscando una miel especial, esa miel- dije refiriéndome a "la miel del recuerdo" como menciono Zayna-. Es importante para nosotros conseguir tan solo un poco, así que estaría bien si le ayudamos a llegar al árbol, y usted a cambio nos ayuda a conseguir un poco de Miel del Recuerdo ¿Le parece un trato justo?  

Pooh se rie y os mira - ¿Por qué todos los que son como vosotros llaman a la miel real, miel del recuerdo? Nunca lo entenderé, pero igual podeis ayudarme a conseguir miel, y con ello vosotros tendreis esa miel real que quereis. Por cierto, ¿Como os llamais? - dice preguntando mientras volvía a ponerse en su pose de pensar - Los últimos que vinieron dijeron que eran.... piensa, piensa... ¿"Eligidos" de la Llave "Espalda"? Pero no dijeron sus nombres, no como Laine, que es muy amable conmigo
 

- Tenemos un trato entonces. Mi nombre es Noctis, y mi compañera es Zayna. Nosotros, como aquellos que llegaron antes, somos "Elegidos de la Llave Espada"-dije lenta y claramente para reparar el error de aquel oso sobre nuestro título-. Casualmente, Laine nos ha enviado en busca de un experto en mieles, el cuál me animaría de decir que eres tú, por razones obvias- claro que no sabía si habían otros osos aficionados a la miel por la zona, pero éste sin duda era conocido de Laine-. Entonces está hecho. Seguro con nuestra ayuda y habilidades podremos llegar donde necesites. Sólo tienes que guiarnos hacia el Árbol de la Miel y conseguiremos toda la miel que sea necesaria. 

Inflé mi pecho satisfecho con la dirección y velocidad que se estaban dando las cosas y me crucé de brazos. 

Zayna, al lado de Noctis, se limitó a reafirmar lo que éste había dicho. 

Después, se acercó al árbol y observó la copa. Como única prueba, trató de invocar su viento. Después, intentó usar su levitación. Como último recurso, intentó usar magia de viento. Alguna forma tenía que haber de volar. 

Pooh rió ante la sugerencia de Noctis - Ese soy yo, el osito Pooh, - la barriga de este sono al tiempo - o más bien mi panza - Fue directo a por unas jarras de miel las cuales algunas te dió a ti Noctis, otra se la puso como gorro y otras las cogió entre sus brazos.

Mientras Zayna intentaba averiguar que pasaba con sus poderes allí, a pesar de la advertencia de Laine estaba muy dispuesta a saber que pasaba. Finalmente tras mucho intento, solo la magia Aero, cobró sentido entre todo lo demás haciendo volar unas jarras vacias

Pooh observó eso y dijo - No te preocupes, "a medida que avance el tiempo y vuestras acciones se os permitirá usar más poderes vuestros" - dijo citando con los ojos cerrados - O eso dijo Laine. Venga seguidme, el arbol de miel no anda muy lejos - Tras el paso un poco lento del osito empezasteis a seguirle por unos caminos entre acres que se alzaban por encima de vosotros cubriendo los muchos rayos de sol que a veces cegaban

Finalmente llegasteis a un arbol con muchos huecos a lo largo de su altura majestuosa. Una vez allí Pooh dejó las jarras de miela los piel del mismo arbol. - Este es el arbol. En cada uno de los huecos las abejas guardan miel, pero además de que algunas son muy malas y tratan de atacarme cuando me ven cerca, las ramas no son precisamente muy fuertes. No aguantan un gran peso - dijo mirando a Noctis - Yo usaba globos para llegar, pero no quedan por ahora. Supongo que alguien más ligero podría llegar y reunir miel suficiente - esta vez miraba a Zayna - En el último hueco de todos, el más alto, está la miel que buscais, es la más rica, pero también la que menos protegen. - Entonces se puso en un lateral del arbol de donde sacó una cuerda. - Cuando no tengo globos uso esto para subir y bajar las jarras de miel. ¿Quien ira a coger la miel entonces?

—Eso es una gran noticia —dijo Zayna más animada al escuchar que sus poderes volverían despacio. 

Zayna observo la cuerda, miró después a Noctis y por último al árbol. 

—¿Por qué esa miel es la que menos protegen? ¿Es por su altura? Si es por ligereza, aquí soy más pesada de lo que estoy acostumbrada, pero creo que llegaré... 

Dicho esto, se ató el cabo a la cintura, pasó la cuerda por la rama y le dio la otra punta del cabo a Noctis. 

—No la sueltes, por favor. Aquí todavía no puedo volar... 

Y, con decisión, se acercó al tronco del árbol dispuesta a trepar mientras Noctis tiraba.

Según empezabas a subir las ramas parecía bastante facil, de hecho un salto que pegas para subirte a la primera rama, casi te eleva el cuerpo entero por encima de la misma si no fuera por que estabas agarrada a ella.

Ahora comprenderías mejor un poco como pasar las tinajas, pues las ramas eran duras y resistentes, a la par de comodas como para sentarse en ellas y subir una tinaja atada por la cuerda.

Según empezabas a ascender cada rama era más dificil de alcanzar, pero debido a la ligereza que, si ya de por si tenías, ahora era más presente, te dejaba un minimo de alcanzar cada rama con las manos. A partir de la quinta rama, es cuando encontrarías los obstaculos y el peligro, no solo abejas, si no que también las colmenas que habían situadas en varios puntos, lanzaban abejas en tu dirección.

Por suerte estas eran faciles de espantar pues con un pequeño zarandeo de tu llave espada golpeandolas en algun caso, hacía desaparecer a un grupo de ellas.

No dejaste de subir y subir mientras te librabas de abejas en el camino hasta que llegaste a las últimas de las ramas. Ya las abejas no te alcanzaban. Allí el último hoyo en el arbol se encontraba con una miel que ya de por sí aparentaba ser pura por el color, parecía brillar dentro de dicho hueco. Lo primero sería llenar la botella que te dió Laine, aunque no había ningún motivo por temer a caerte, era lo que veniais buscando.

Luego desde el suelo, Pooh ayudaba a Noctis a atar unas tinajas a la cuerda y tras subirlas las llenabas y tras ello las bajabas y repetías el proceso.

Todo parecía ir bien. Parecía, pues entre las últimas tinajas a llenar oiste Zaina un pequeño "Crack", el cual apenas si te dió tiempo a mirar, pues era la rama que, inexplicablemente había cedido de alguna forma y se había roto haciendote caer cual peso muerto, pero esta vez sin la seguridad con la que entraste. Era una caida desde la altura de un gran arbol, la cual se avecinaba el dolor en el cual pensabas.

Más cosa parecía del destino que el lugar en el que caiste no fue el suelo, si no en los brazos del Caballero, que sin llegar a ser oportuno se encontraba debajo de la rama. Esta calló a un lado, una de las tinajas cayó en la cabeza de Pooh, pero eso no parecía importar, pues por un instante ese contacto accidental os absorvió plenamente.

Y esta vez nadie os interrumpiría, pues si bien estabais en un mundo tranquilo y el pequeño oso también parecía estarlo, ahora mismo parecía que solo estabais vosotros dos.

Cumplí mi parte del trabajo de forma diligente. Hubiera preferido ser yo quien subiera allí arriba, pero Zayna no era alguien que necesitara de mi constante protección. Siempre había sido más fuerte, y con suerte ahora estaba a su altura con todo lo que había crecido. Decidí que la mejor manera de ayudarla era cuidar de aquella cuerda de seguridad como si fuera mi mayor prioridad. No podía dejar que ella se lastimara ya que de por sí era sorprendente que quisiera trepar a un árbol sin sus poderes de levitación activos. La alenté todo el momento mientras hacia su escalada hacia el refugio de la Miel del Recuerdo. 

Al quedarme en compañía de aquel oso, no pude evitar soltar unas pequeñas risitas, escuchando sus ansiosos comentarios sobre el invierno y la deliciosa miel a toneladas que conseguiríamos. Le recomendé amablemente que incluyera en su dieta otras opciones, pues nadie podría vivir solo de miel de abeja, mientras íbamos apilando las jarras de miel a rebosar que la djinn iba bajando una a la vez. Quería conocer a su vez un poco más sobre ese tal Tiger, y las demás criaturas que vivían en el Bosque de los Cien Acres, pero algo interrumpió la charla con el entrañable osito. La tensión en la cuerda de seguridad había cambiado bruscamente, perdiendo fuerza. 

- ¡Zayna! -dejé caer la jarra que estaba asegurando con una tapa y miré hacia la cima del árbol. Alcanzó simplemente con extender mis brazos delante de mí, y flexionar mis rodillas para amortiguar la caída de Zayna, quien milagrosamente había descendido sobre mí. A pesar de la coincidencia, mi respiración se había agitado debido al susto- Oye, ¿estás bien? ¿Te duele algo? -me quedé helado en esa posición, con ella tendida sobre mis brazos. Sólo buscaba encontrar su mirada para saber que de alguna manera se encontraba bien- No me asustes de esa manera...-le regañé mientras contemplaba sus ojos grises. Parecía que no había sucedido nada malo. De echo, el aire de aquel mundo te hacía sentir que todo saldría bien. Apoyé mi frente en la suya, suspirando aliviado. En vez de soltarla, apegué su cuerpo un poco más al mío en una especie de abrazo. Después de un breve silencio, comenzaron a salir las palabras que no había tenido momento de decir desde la pelea en el Mundo Oscuro.

-... juré que nada, ni siquiera tú, te haría daño en mi presencia. Jamás nos íbamos a rendir ante nuestras cadenas ni olvidaríamos nuestras promesas. Creí que todos mis sentimientos te iban a alcanzar, pero sólo era un reflejo oscuro con tu apariencia. Aún así...-me había olvidado del pequeño oso a nuestro lado, o la búsqueda de miel, percatándome de que al fin habíamos viajada junto a Zayna a ver un nuevo mundo totalmente a salvo y rodeados de tranquilidad. No era la forma correcta de hacerlo, no era la forma más decorosa, demasiado atrevido para un caballero, pero moví mi rostro un poco desde la posición en la que estaba para unir mis labios a los de ella en un rápido y tímido beso. 

Zayna no estaba acostumbrada a caer. No cuando ella no quería, claro está. Ese hecho insólito la pilló desprevenida y se asustó lo suficiente como para no ser capaz de reaccionar y agarrarse a otra rama. Cayó* con todo su peso, que seguía siendo bastante poco aunque más del acostumbrado, tronco abajo. Cerró los ojos, esperó al golpe, trató de cubrirse... Pero algo amortiguó su caída. 

Mareada y un tanto desorientada, entreabrió los ojos y se llevó la mano a la frente antes de darse cuenta dónde estaba.

—Uff, sí. Quiero decir, no. Estoy... —y entonces vio los brazos de Noctis sujetándola—... bien... —su voz se fue diluyendo en el silencio hasta que se quedó muda. 

Levantó la cabeza poco a poco hasta clavar los ojos él. Y entonces sintió que se le secaba la garganta y un calor insoportable en las mejillas. 

Escuchó sin poder quitar la mirada lo que él tenía que decir. 

Y sintió un escalofrío por la columna cuando, al fin, sus labios se juntaros. Aún sin poderes, tuvo la sensación de que podía volver a volar. Era como si todo su poder de Djinn volviera de golpe y la estremeciera en una sacudida. Nunca nadie la había besado. Nunca. Era su primer beso en sus miles de milenios de existencia. 

Así que cuando él se apartó, en lugar de dejarlo estar, pasó las manos por su cuello y le devolvió el beso. 

Ya que era el primero y que habían llegado hasta allí, mejor hacer las cosas bien. 

Mientras duraba el beso, ese beso que parecía eterno, pasaban cosas nimias a vuestro al rededor que ambos sentiais pero no os dabais cuenta.

El hecho más simple, es que Noctis dejó de sentir el suelo, pues estabais ahora volando. LITERALMENTE volando, Zayna tampoco sabía que ocurría, pero notó sentir como cada molecula de aire a su alrededor se movía y les hacía volar de hacia arriba tan alto como su sentimiento le proporcionaba.

Ese sentimiento que tenía ahora al estar junto a Noctis, la había hecho más fuerte de alguna manera. ¿O quizás era parte de la magia de este mundo

A pesar de que conocía de antemano que Zayna y yo poseíamos sentimientos similares, mi cerebro no podía evitar esperar alguna reprimenda debido a mi atrevimiento. Más aún con todas las veces en que nuestras maneras y respuestas terminaban en malentendidos. No tuve el tiempo suficiente para decir palabra alguna en respuesta a mi acción, pues los brazos de Zayna me rodearon, impidiéndome alejarme ante un nuevo beso más seguro y sentimental. Me entregué al momento, sintiendo que mis ideas y preocupaciones se desvanecían en el aire. Disfruté tranquilamente el sabor de sus labios y de aquella nueva experiencia. Que un villano jamás lograra desbloquear una escena similar a ésta, ni pudiera alcanzar un destino en donde encontrar la calidez de un afecto tan tierno me parecía ahora una injusticia. Ninguna medalla o título podía hacer competencia a aquella energía que vibraba en mi pecho.  

De cierta manera, atrapado en aquel bello instante, podía sentir el aire acariciándome suavemente y el suelo bajo mis pies volverse inmaterial. Me sujeté con más fuerza a Zayna, mientras mis sentidos volvían a mí, como si estuviera despertando suavemente de un maravilloso ensueño. Abrí un ojo, al sentir la molestia de una abeja zumbando sobre mi hombro. Me costó notar que nos encontrábamos a la altura de los primeros panales del Árbol de la Miel. Fruncí el ceño confundido por lo que estaba viendo. 

- Zayna...-separé un poco nuestros rostros para mirar de reojo hacia mis alrededores, percatándome de que estábamos a un par de metros del suelo. Algo en mi cabeza comenzó a dar vueltas, mientras mi rostro comenzaba a adoptar un gesto de preocupación. Instintivamente me aferré con fuerza a mi compañera, pensando que en cualquier momento caeríamos y debería amortiguar la caída con mi cuerpo- E-esto...e-estamos-en-el-aire- dije con un hilo de voz, mientras miraba hacia un lado y otro. Si seguíamos flotando hacia arriba con suerte podría aferrarme a una rama y controlar la situación.

Zayna se sobresaltó cuando Noctis la agarró tan fuerte y miró a su alrededor, confusa. Hasta que entendió que, una vez más, estaba volando. Con un ligero pensamiento, dejaron de ascender... ¡Realmente era ella, era su poder! Ilusionada, miró el paisaje. 

Sonrió de felicidad al verse a esa altura y rió como hacía mucho que no conseguía. Entonces, reparó en el terror de la cara de Noctis. 

—¿No te gusta volar? —preguntó un tanto confundida, mientras agarraba su mano con fuerza y se levantaba de sus brazos. 

Escudriñó entonces su mirada y sonrió. 

—No te preocupes, no voy a soltarte —dijo entonces.