Partida Rol por web

Llevabais viajando cinco días desde que dejasteis atrás la ciudad de Restov, en la cual os dieron los salvoconductos que os permitían iniciar la exploración del Cinturón Verde...

Según os habían informado, se tardaba cerca de una semana en llegar al puesto comercial de Oleg, el cual os habían aconsejado usar como puesto de mando para dirigir todo el tema de la exploración...

Habíais parado a descansar en un pequeño claro cerca del camino, mientras hablabais entre vosotros para conoceros mejor, ya que todos sabíais que este trabajo requería una cierta confianza entre los miembros de un equipo... 

El tiempo era frío, pero se notaba como las temperaturas aumentaban poco a poco con la llegada de la primavera...

Khastal se estiraba sentada en el carro* mientras el sol empezaba a calentar sus cuerpos del rocío de la mañana. Se deshizo la coleta y miró a su alrededor. Aquellos paisajes eran muy bonitos y era raro que no hubieran sido conquistados ya por los Señores de las Espadas o por cualquier otro... lo que sin duda significaba que encontrarían problemas allí a donde iban.

-Oye Caerwyn, te llamabas así ¿verdad? ¿Que crees que nos espera en el puesto de Oleg?-le preguntó a la mujer mas cercana a ella. De echo iban cuatro mujeres y un... macho félido lo cual no podía dejar de extrañar cuando normalmente los aventureros y mercenarios que solían escoger para esta clase de trabajos eran sin duda hombres en su mayoría. Sus compañeras sin duda debían destacar-. Creo que habrá un ejercito de orcos, o quizás algo peor esperandonos más allá-dijo sin pensarlo mucho mientras trataba de alisar su pelo enmarañado observando el camino.

Parecía que la diosa fortuna había puesto su mano sobre nosotras, mandando a un grupo de cuatro mujeres y un félido, lo que hacía de este grupo un foco de atención que, en muchos de los casos no sería muy conveniente. 

Mi experiencia personal me había demostrado que la mayoría de los hombres nos consideraban más débiles, por lo que tendríamos que demostrar por partida doble nuestra valía.

Cuando comenzamos el viaje, el sol todavía se escondía y era agradable recibir el aire fresco de la mañana. Cuando decidimos parar a descansar, a pesar de los rayos de sol que bañaban el horizonte, la temperatura todavía era agradable, aunque solo era cuestión de horas que el calor comenzase a apretar. 

El viaje sería de unos cuantos días, por lo que sería agradable mantener algún tipo de conversación hasta llegar al puesto de Oleg. Las primeras horas del viaje las habíamos pasado mirábamos unas a otras, sin duda evaluando lo que seríamos capaces de hacer, y si seremos capaces de demostrar si somos dignas de la misión que nos han encomendado.

Cuando nos detenemos, aprovechamos un claro para poder sentarnos a descansar. Todavía con esos pensamientos en la cabeza, me descuelgo la mochila que cuelga del hombro y la dejo en el suelo, manipulando las trebillas hasta abrirla y sacar un pellejo de agua.

La voz de Khastal hace que salga de mis ensimismamiento y, a pesar que se dirigía a Caerwyn, decido participar en la conversación 

Seguro que nada bueno, si no, no creo que solicitasen ayuda para ir a esos lugares. Aún así, supongo que nos enfrentaremos más a bandidos, hombres borrachos y violentos, que a orcos o, como dices, algo peor que esas bestias. comento sin dejar de mirar al horizonte que se va iluminando cada vez más según va ascendiendo el sol.

Y ya que he invadido vuestra conversación, permitidme abusar y preguntar ¿qué os ha hecho a vosotras aceptar este trabajo?  digo estirando el brazo ofreciendo un poco de agua a quien quiera tomarla. ¿Queréis echar un trago?

Caerwyn había pasado los dos primeros días de viaje con la capucha echada sobre el rostro. Era una costumbre que había adquirido cuando estaba entre desconocidos, o cuando paseaba por las calles de cualquier ciudad. Su vida había estado definida por lo bella que era, y ahora no podía soportar las miradas horrorizadas de la gente cuando se fijaban en su rostro destrozado. Que sus nuevas compañeras fueran tan hermosas sólo la hacía sentir más inadecuada.

Pero al tercer día, por la noche, decidió que no tenía sentido ocultarse en las sombras de la caperuza. Iba a viajar con sus nuevas compañeras durante mucho tiempo por El Cinturón Verde. Cuanto antes pudiera mostrarse tal y como era, más a gusto estaría. De modo que echó atrás la capucha y empezó a hablar alguien a parte de Iskal. Estas pronto descubrieron que Caerwyn era una mujer charlatana y bromista.

—No creo que nos encontremos orcos, Khastal —dijo Caerwyn, asintiendo con la cabeza cuando la preguntaron por su nombre—. De lo contrario, hubiéramos encontrado un cartel que pusiera: cuidado, orcos. Y en el otro lado del cartel pondría "cuidado, aventureros" en idioma orco.

Caerwyn soltó una risita. Era una risa agradable, melodiosa, que contrastaba fuertemente con la mueca horrible que se le formaba en la comisura derretida del labio.

—Probablemente nos encontremos más animales y bestias que cualquier otra cosa. Y con mi gallardo salvador no tenemos nada que temer, él es un cazador experto —dijo, señalando a Iskal con el pulgar.

Caerwyn aceptó el odre que lo tendían y lo elevó por encima de su cabeza para beber, evitando apoyar la boca en el pitorro.

—Yo querría empezar una nueva vida aquí, en el Cinturón Verde —confesó—. Y la oferta de los Señores de la Espada de Restov era tan buena como cualquier otra. ¿Y tú, Sallana, qué planes de futuro tienes? ¿Vas a establecerte o volverás a Brevoy cuando acabemos?

- Es un trabajo, nada más-respondió la semielfa a Shallana'ha cuando esta preguntó sin muchas florituras- pagaban bien y la verdad es que sonaba mas entretenido que ir a defender a un mercader o tener que ir a matar al huargo que se ha escapado del circo y no pueden volver a enjaularlo. La verdad es que me venía bien un cambio de aires-dijo sin dar mas explicación.

Cuando Caerwym se echó la capucha hacia atrás, la mire directamente a la cara, sin ningún gesto aparente, más intentando ver más allá de lo que escondía una cara destrozada por lo que parecía un zarpazo, de una cara que había sido hermosa antes de lo que pasara, aunque eso a mí me daba igual. Me habían enseñado que no me fiara de los rostros, que tenía que aprender a reconocer a las personas por lo que eran, no por lo que parecieran ser.

La verdad es que me sorprendió la risa tan melodiosa y agradable, además de contagiosa, por lo que no pude evitar sonreír yo también ante la gracia de Caerwym, mientras la entregaba el pellejo de agua.

Bueno, en cierta forma, como dice Khastal, es un trabajo, pero en mi caso no creo que vuelva hasta dentro de mucho tiempo. Mi intención es buscar y eliminar el mal que asola esta parte de Brevoy, permitir que la gente decente pueda trabajar la tierra, criar ganado y ser libre para ir de acá para allá para comerciar o conocer otros lugares sin preocuparse de que unos cobardes los asalten para robarles, matarles o lo que les plazca hacer con ellos. De repente, me doy cuenta que he comenzado a lanzar un pequeño discurso perdonad, no queria aburriros con mis pensamientos entrecierro los ojos mientras niego con la cabeza. 

Pero cazar un huargo tampoco suena muy aburrido Comento con una sonrisa al félido y alzando las cejas durante un segundo Iskal, ¿no?, comienzo a guardar el agua, no sin antes volver a tendérselos al resto. 

Iskal observaba en silencio como sus nuevas compañeras intercambiaban preguntas. Se sentía francamente extraño, pero no porque estuviese rodeado de mujeres, sino porque era la primera vez que formaba parte de un grupo tan grande. O al menos para él era grande; hasta hace poco toda su vida se había reducido a su pequeña tribu y todas sus incursiones por la espesura habían sido en solitario.

El comentario jocoso de Caerwyn lo hizo alzar una oreja y aplanar otra en un gesto que de algún modo se antojaba interrogante.

—Lo dices como si estuvieras indefensa—comentó observando el pulgar que le dedicaban. La voz del félido era modulada y suave, no le gustaba alzarla. Lo que sí alzó fue la vista para poder responder a la pregunta de Shallana'ha:—. Sí.

En ese momento recordó lo que tantas veces le había dicho Caerwyn: la gente suele esperar algo más que un monosílabo cuando te pregunta algo. Iskal seguía sin entender el porqué de añadir tres cosas cuando sólo se preguntaba una, quizá fuesen costumbres humanas, pero no era la primera vez que alguien confundía su parquedad de palabra con hosquedad así que se autoagregó a la pregunta que había sido formulada antes:

—Para mí no es un trabajo, es una oportunidad: quiero explorar nuevas tierras, existen demasiadas cosas que desconozco—dijo. Se miró una zarpa durante un par de segundos y enseguda copió el gesto que acababa de verle a su amiga, señalándola a ésta con un pulgar—. Caerwyn me habló de esto y me pareció una gran idea acompañarla.

-Oh vamos, si no hay ciudades por todo el cinturón verde es por algo. Seguramente sea una cienaga que ocupa hasta donde te alcanza la vista o quizás un bosque lleno de diablillos y arboles necrófagos-dijo la joven al ver las ideas románticas de sus compañeros- no tiene sentido con que os hagáis ilusiones pensando en formar vuestra propia casa lejos del ruido de Restov-"ojalá" pensó pero no dijo nada al respecto- con suerte nos pagaran lo suficiente como para poder alejarnos más aun si es posible. Si a explorar tierras llenas de criaturas lo llamáis empezar una nueva vida... ¿A que os dedicabais antes de estar aquí? Quizás sea eso, quizás yo sea la única que lleva una vida que no es tan distinta a esto.

-"Para nada Khastal, tu vida no se parece en nada a esto. Mira a tu alrededor"-pensó.

Mara escuchaba al grupo en silencio con una sonrisa mientras iba trasteando las cuerdas de su laud. La joven barda los primeros días no se había mostrado muy habladora pero a medida que habían pasado los días dió rienda suelta a su labia y se dedicó a amenizar el viaje con canciones, historias y leyendas.

En aquel momento permanecía sentada, con ropajes cómodos y el pelo rojo rebelde recogido en una trenza encrespada de la que escapaban mechones que se negaban a mantenerse en su sitio en aquel ambiente frío y húmedo. Escuchaba atentamente las anecdotas mientras en su mente pensaba como enlazar esto en una bella historia. No parecía recabar en el rostro de Caerwyn y su trato no cambió ni un ápice cuando se quitó la capucha.

Sonreía ilusionada, como una niña que va en busca de su primer vestido para la fiesta de primavera. No parecía recabar en los peligros que se encontrarían y cuando Shallana dió el paso y les hizo la pregunta sobre los motivos que les habían llevado hasta allí esperó antes de abrir sus labios. - Es un buen trabajo, está bien pagado y además al una gran aventura compensa con mi otra labor. Si de verdad esto saliese bien seríamos los primeros héroes que se habrían adentrado en el cinturón verde con éxito en muchos años, será algo dino de guardar para el recuerdo y perderse algo así sería imperdonable. - Sonrió ampliamente.

- Sobre los peligros.. teniendo en cuenta que Brevoy es una nación conocida por sus señores de la espada y que no han extendido los dominios a esta zona, hay dos opciones. Que como dice Khastal sea un cenagal sin interés o que albergue cosas mucho peores que orcos. - Y la vez que lo decía seguía jugueteando con las cuerdas de su laúd.

La voz de Mara era dulce y embriagadora, casi cautivadora. Tenía ese tono que capta la atención de la gente, y estaba convencida de la capacidad de esa mujer para convencer a la gente de hacer lo que la interesara. Solo me quedaba ver con qué intenciones utilizaba sus artes.

Antes de comenzar de nuevo la caminata, estiro mi espalda hacia atrás y los brazos hacia delante, moviendo los hombros hacia atrás y alzando levemente la cabeza antes de levantarme y comenzar a hacerme una coleta, y haciendo que cuelgue por el hombro hacia el pecho. Una vez acabada la coleta, recojo la mochila 

- Una ciénaga no creo que sea. Si los señores de la espada están interesados en expandirse por esa zona, es porque algo de interés habrá, por no hablar de la cantidad de bandidos que habitan la zona. Y no hay muchas zonas civilizadas precisamente por esos bandidos, cada vez que pronuncio a los bandidos que habitan la zona, no puedo evitar apretar los dientes y poner ligeramente tenga, cerrando los puños fuertemente, a parte de esas criaturas de las que habláis, pero supongo que estarán todavía más alejadas 

- Mara, disculpa si te molesta, y con toda confianza te puedes negar - digo apoyando la mano sobre su antebrazo - pero ¿podrías contarnos alguna historia que hayas oído recientemente? la verdad es que, a parte de lo que he me han enseñado, y he aprendido de los libros y pergaminos, no se mucho de la historia de Brevoy, a parte de lo que es de dominio público, por supuesto. 

Girándome hacia Khastal quizás eso responda a tu pregunta, pero a diferencia de vosotras, yo no me he dedicado a viajar, yendo de un sitio a otro sin rumbo fijo, es más, apenas conozco Restov de un par de ocasiones que fui con mi maestro.

Te pongo el rumor que se escuchaba en tabernas y en distintos lugares de Brevoy, el como quieras adornarlo o modificarlo, lo dejo a tu gusto.

El regreso del conquistador: Choral dejó Brevoy al cuidado de sus descendientes y luego marcho a las profundidades del bosque Gronzi, prometiendo regresar algún día. La Desaparición indica que el regreso del Conquistador es inminente, y no quiere que su estirpe pueda detener a sus ejércitos, o se interponga en su regreso al trono.  

(La Desaparicón se conoce al extraño suceso acontecido hará unos 15 años, en la que todos los miembros de la casa regente, la casa Rogarvia desaparecieron sin dejar rastro alguno...)

Iskal parpadeó. Una vez.

—Mi casa siempre ha estado fuera del ruido de Restov: he pasado toda mi vida en un bosque—dijo—. Pero no siempre es necesario tener una razón para hacer algo. Explorar esas tierras para averiguar si están llenas de criaturas, son una ciénaga, un bosque, o cualquier otra cosa para mí es sólo una oportunidad de hacer algo que me gusta.

Observó curioso a la última compañera que faltaba por hablar (y que acababa de hacerlo) El instrumento que sostenía entre las manos le llamó la atención y por un instante pensó en el tonto detalle de que si él intentase tocar algo como eso, lo más probable es que cortase las cuerdas si no tenía cuidado. Y era una lástima: sonaba bien.

—Hasta un cenagal alberga cosas de interés—aseguró—. Sólo hay que saber con qué ojos mirarlo.

-Desde luego solo hay que oiros para ver por que os han escogido, lo que me extraña es que no hayais venido aquí sin ver ni una moneda-les respondió la semielfa con una sonrisa viendo que parecían estar todos allí por gusto y no para hacer un trabajo-. De todas formas si vamos a estar mucho tiempo aquí lo mejor será que disfrutemos de lo que estas tierras nos ofrezcan-cedió aunque algo la preocupaba. Solo Caerwyn había dicho que sabía combatir. ¿Que harían si debían defenderse de las criaturas que allí habitaban? Era imposible que dos mujeres venciesen a los bandidos o las bestias que no habían podido vencer los soldados de Restov.

—¿Que a qué me dedicaba antes de esto? —repitió Caerwyn, en un tono ligeramente divertido—. Pues a cepillarme el pelo, lucir vestidos bonitos, cantar a los pájaros y a buscar a mi príncipe azul. En definitiva, a vivir como una princesa de cuento de hadas. 

El bardo que narraba aquél cuento de hadas se había salido del guión tiempo atrás y no había permitido que la princesa y su príncipe vivieran felices y comieran perdices. Pero Caerwyn no lo dijo en voz alta. No hacía falta. La gente como ella, que recorría el camino con una espada a la espalda, rara vez era producto de una vida feliz.

—Yo estoy con Shallana: los Señores de la Espada se habrán informado antes de enterrar su oro en un lodazal sin recursos. Para algo estarán enviando agentes libres como nosotros ¿no? Para explorar El Cinturón Verde en busca de tierras que se puedan arar y minas que se puedan explotar, limpiándolas del tipo de indeseable que ha descrito Shallana a golpe de espada si es preciso. ¿O es que sois las primeras cesteras que han contratado para la expedición?

Volvió a soltar una risita.

Mara escucha al grupo y sonríe. - En eso tengo que darle la razón a Iskal, con respecto al cenagal y he de reconocer que probablemente Caerwyn tenga razón. Quizá haya algo de interés o quizá simplemente quieran que nos encarguemos del problema del bandidaje vistiéndolo de una misión de explocación.. Hay tantas posibilidades. - Su voz sonaba melodiosa y despreocupada.

- En cuanto a rumores.. te contaré el que acabo de escuchar si me prometes no volver a pedírmelo con tanta formalidad. Vamos a hacer un viaje de semanas juntos, no son necesaria tanta formalidad, dejemos eso para las cortes, las intrigas, y los romances de damas caprichosas. - en esta última frase toca con cuidado las cuerdas de su laud para darles música.

Tras eso se detuvo unos segundos pensativa, antes de volver a interpretar, esta vez una melodía sólida que llenaba de musica aquel camino, no era una canción, pero tampoco una narración porque hacía confluir la narración y la música. 

Dicen las ramas, canta la lluvia y soplan las rocas, una historia incrustada en las entrañas de Brevoy, de un hombre que fue el sol y la luna de su fundación. Valiente y sagaz, líder entre la horda. El hombre que le entregó a sus seguidores aquellos que les había prometido. Este hombre es Choral el conquistador.

Tal era su gloria que permanece como un símbolo en los corazones de la gente. Que lo recuerda en sus plegarias y que no ha olvidado su marcha. Que espera su regreso como el agua de mayo. Porque un día se marchó, pero dejó en el aire la promesa de regresar. Porque sabía que nadie le olvidaría.

Esto es el cuento de un reino, y sus esperanzas. Porque no hay crecida sin sequía, y no hay alegría sin lágrimas. Donde un día hubo ilusión ahora hay tristeza. Y un invierno llegó, los hermanos empezaron a pelear por la comida y la alegría volo lejos de aquellos que un día habían celebrado la prosperidad de estas tierras.

Pero ahora de nuevo han vuelto los cantares, la esperanza y las sonrisas. Porque dicen los rumores que la caida de las últimas hojas del roble en cuyo tronco está tallado el escudo de la casa Rogravia es la señal de que la primavera está por llegar y Choral volverá con nosotros.
 

No puedo evitar sonreír ante las palabras de Caerwyn, sorprendiéndome, y a la vez agradecida, del carácter jovial y jocoso de nuestra compañera.

- ¡¡Por favor!! Las cestas han sido mi vida hasta este momento digo sonriendo ante la broma de Cae. De hecho esta espada es la que usaba para cortar el mimbre comento poniendo cara de inocente, como de un niño que no ha roto un plato en su vida.

En ese momento, oigo a Mara y, girándome hacia ella asiento con una cálida sonrisa lo prometo....si me gusta lanzo una pequeña carcajada

Nada más comenzar el relato, su voz, melodía y entonación comienza a atraparme en la narración. Poco a poco voy emocionándome ante la historia de los anhelos y esperanzas del pueblo, no cediendo ante la desesperación y sobreponiéndose ante las desgracia con fe y determinación, y que no puedo evitar sentirme parte de esos sucesos que van a ocurrir.

Cuando acaba, respiro profundamente llevándome una mano al pecho Guaaauu, ha sido increíble Mara, precioso. Me dan ganas de correr para llegar cuanto antes al puesto de Oleg y comenzar la exploración, comento desenvaino la espada curva y lanzando unos tajos torpes y con poca fuerza toma, toma y toma

El viaje continuaba sin pausa... En cuanto salia el sol continuabais avanzando turnándoos para ir viajando en la carreta, hasta que finalmente al atardecer del séptimo día, el puesto comercial se hizo visible a un lado del camino.

El puesto comercial se veía rodeado por una empalizada de madera de 10 pies de altura(3m). En cada una de las esquinas de la empalizada hay torres de vigilancia cuadradas de 20 pies (6m), cada una armada con una vieja catapulta. Solo se divisa una única entrada, un portón de madera de 30 pies de anchura (9m). 

Conforme os acercabais hacia la zona, visteis como el portón se abría lentamente y como una mujer de cabellos rubios asomaba por la puerta y os saludaba alegremente mientras observaba como os acercabais.

-¡Hola! ¡Bienvenidos al puesto de Oleg!... Me llamo Stvetlana, soy la esposa de Oleg... Estábamos esperando con impaciencia su llegada...

La mujer se aparta de la puerta dándoos paso al interior de la empalizada, donde se veían varios edificios pequeños.

-Pueden aparcar su carro al lado del establo y dejar el caballo en el interior si lo desean... Stevetlana os señala un edificio alargado a la izquierda del portón.

-Mi marido llegará en seguida... Esta reparando el tejado de la casa de huéspedes...

Según nos acercamos al puesto,se puede ver que podría considerarse un quiero y no puedo. A pesar de sus torres y sus murallas, si un pequeños ejército quisiera tomarlo, no tendría demasiados problemas, aunque si sigue en pie puede que no sea tan fácil después de todo.

Al abrirse las puestas y salirnos al encuentra una señora que, según parece, nos estaba esperando, me hace suponer que las noticias sobre las intenciones de los señores de la espada han corrido como la pólvora, lo que hacía que la gente tuviera una chispa de esperanza. Al pensar en esto, no puedo evitar mirar a Mara y recordar la historia que nos contase el primer día, haciendo una una pequeña sonrisa asomara a mis labios.

- Sois muy amable Svetlana comento mientras me bajo de la carreta y, cogiendo la brida con la mano me acerco a la mujer.

- Supongo que ya sabréis que venimos en nombre de señores de la espada de Restov, quienes nos han encomendado realizar misiones de exploración, sirviendo esta fortaleza como punto de partida hablo mientras me encamino con el caballo y la carreta hacia el establo. Pero como digo, eso ya lo sabréis, así que deja que nos presentemos; Yo soy Shallana´ha, esa de ahí es Caerwyn, Khastal, esa que lleva el laúd es Mara y nuestro amigo Iskal. según voy diciendo los nombres, voy señalando con la mano, uno a uno.

Cuando llego a las puertas del establo dejo el caballo a Caerwyn para que lo libere y pueda entrar en el establo para descansar mientras sigo hablando con la mujer de Oleg - Así que usted es la mujer de Oleg, encantada de conocerla.

- Espero que nos podáis ayudar. Cualquier información que nos podáis proporcionar para empezar será bien recibida comento mientras hago tiempo a que vuelva Caerwyn.

Una vez reunidas de nuevo, echo un vistazo al resto comprobando que están igual que yo, por lo que, acercándome a Svetlana, la tomo del brazo Si no os importa nos gustaría beber algo, pues tenemos la garganta seca con el polvo del camino. Así podremos charlar mientras bebemos un buen vino especiado.