Partida Rol por web

Era media mañana en la estación del Valle. Un buen día: Cielos despejados y una temperatura agradable, sin llegar a ser demasiado cálida. De vez en cuando, alguna ráfaga de aire refrescaba a los pasajeros que esperaban en el andén la llegada del tren. 

Había gentes de todos los rincones del continente. De Omnia, quienes se caracterizaban por sus ropas de telas más elegantes y sofisticadas. De Euphoba, que no paraban de discutir sobre diversos temas. Por otro lado, los habitantes de las ciudades libres iban más a su aire. También había algún que otro qamur de las tierras del norte un poco perdido, sin saber muy bien como funcionaban las cosas. Afortunadamente habían empleados para guiarles.

Minutos después del aviso por megafonía el tren llegó: Una moderna locomotora tirando de cinco coches. Cuatro para pasajeros y uno para carga.

Al abrirse las compuertas, una marabunta de gente salió de los vagones, frenéticos por ser los primeros en recoger sus bultos. Tuvo que pasar un rato largo hasta que el andén se despejó y abrieran las puertas de embarque.

Dentro del coche número cuatro, en dos asientos de dos plazas enfrentados y separados por una mesa, coincidieron tres desconocidos:

En primer lugar, una mujer de estatura media, larga melena dorada recogida en una trenza y de tez pálida. Ataviada con elegantes ropas de tela de calidad. 

En segundo lugar, un muchacho de semblante serio, alto y robusto. De melena corta color castaño y tez bronceada, vistiendo ropajes más bien resistentes.

Y en tercer lugar, otro chico. De tez pálida y cabellos negros de punta. Algo delgaducho y con ojeras, vistiendo una túnica negra con detalles plateados.

El tren seguía inmóvil. Al parecer, otro llegaba con retraso, por lo que aun faltaba un rato hasta que partiera. 

Esa mañana se levantó de buen humor. Se puso unos pantalones cortos, negros, de tela elástica y bastante cómodos. Una camiseta de tirantes que se ajustaba a su figura, de tono lila oscuro y, por encima, un vestido largo abierto, cerrado con un lazo (como una bata), de tela fina y de tono lavanda. Unos zapatos con un tacón bajo, cómodos para el viaje, finalizaban con el conjunto.

Llevaba arrastrando tras de sí dos maletas de gran tamaño y un macuto igualmente grande. Enganchado a la parte trasera de una de las maletas había un resistente escudo y la funda de una espada. Parecía que se había preparado para un largo viaje.

En la estación, esperó a una distancia prudente a que el andén se despejara para poder embarcar. Colocó sus pertenencias sin precisar de ayuda. Siguiendo las instrucciones de su billete, tomó asiento. Cuál fue su sorpresa cuando comprobó que eran asientos "grupales". -Me pido ventanilla- informó con un tono amable que tampoco daba lugar a réplica alguna.

Con el codo apoyado en la repisa y la cabeza en su puño, evaluó a los allí presentes. Por las pintas no parecían personas capaces de costearse un viaje a Arcaia por amor al arte. -Soy Eira, ¿y vosotros?- les miró sin mucho interés, pero tampoco quería parecer descortés.

Tenía mucho en lo que reflexionar. Nueva vida llena de muchas cosas que jamás habría visto. Llevo toda la mañana hasta el momento abstraído, pensando en lo que me dijo el rector. En cuanto me despejé un poco comprobé que llevaba encima lo que me dio y fui rumbo a la estación para tomar el tren. Tomé asiento junto a una chica y otro chico en el mismo compartimento e inmediatamente incliné la cabeza a modo de saludo. Iba a sentarme junto a la ventanilla cuando la chica pidió sentarse ahí, así que le facilité que se sentara enfrente antes de tomar mi asiento.

- Me llamo Trece. Un placer - respondo amablemente, ignorando los gestos de la chica.

Espero a que el otro chico se presente también. Supongo que un poco de conversación me ayudará a distraerme.

Junto con la sorpresa de ver por primera vez una estación de tren, se unió la imponente figura de la locomotora, que no se parecía a nada que hubiera visto, pero pronto supo lo básico de su funcionamiento y así se tranquilizó y se aseguró de que no sería peligroso. En cuanto se detuvo el tren, cogió su no demasiado grande maleta de madera y se quitó la capucha de la capa que llevaba en ese momento.

Al entrar en el vagón, todo eran sorpresas, lo único que reconoció fue el asiento y los números que correspondían a cada uno. Se quitó la capa azul con detalles negros y plateados, dejando ver una desgastada camisa blanca con mangas algo anchas, un pantalón oscuro y unas botas negras manchadas de barro y oscurecidas por largas noches sirviendo alcohol. En cuanto llegué al sitio que tenía asignado, vi a estas extrañas personas y me senté directamente en el otro sitio que había en la ventana, me apetecía ver el paisaje.

Doblo mi capa y la pongo sobre la mesa y digo:

-Prefiero descansar un poco, así que me llamo Gal y espero que no me molestéis demasiado y espero no ser una molestia para vosotros-

Me recuesto sobre la capa doblada y cierro los ojos para dormir. 

"No parecen malos, algo raros, pero bueno, a dormir" 

El ruido de la estación le impedía dormir. No loe quedaría más remedio que quedarse despierto...

Al final me quedé sin asiento junto a la ventana, y me tuve que sentar al lado de Gal, quien expresó su intención de descansar.

- Claro, ningún problema.

Parece que no va a haber mucha conversación. Si ninguno de los otros dos van a hablar me pondré a observar desde la ventana en silencio... aunque la vista sería mucho mejor si estuviera más cerca.

Giro un poco la cabeza y veo que Trece está mirando por la ventana, me levanto y le pregunto:

-¿Quieres este sitio para ver por la ventana? Lo digo porque parece que tú estás más interesado en el paisaje que yo-

- No quisiera molestar, pero lo agradecería.

Ya que se ha levantado nos cambiamos los asientos.

No puedo evitarlo, me siento excitado por mi primer viaje en tren. Había viajado en carreta y a caballo, pero es la primera vez que podía estar en un tren. He podido dejar atrás el fallecimiento de mi maestro y esa misión de prueba. Quizás por la excitación del momento acabo dejándome llevar y doy conversación.

- ¿A dónde vais, si no es mucha indiscreción? - pregunto con una sonrisa casi infantil, cargada de ilusión.

Quito la capa de encima de la mesa y la pongo con mucho cuidado sobre la maleta que he puesto bajo la mesa, entre mis dos pies.

-Yo voy a una academia, pero no creo que os interese demasiado mi vida. ¿Vosotros a dónde? Si no me inmiscuyo mucho, cosas de tabernero-

Me río un poco pero mantengo la compostura para no llamar demasiado la atención y porque no se han reído de mí intento de chiste. Pero me siento bien en el asiento, para poder mirar a ambos individuos. 

-¿Trece?- preguntó con cierta incredulidad. ¿Le estaría tomando el pelo? ¡Eso no era un nombre! Pero lo dejó estar cuando vio que el otro chico parecía dispuesto a echarse una siesta. -¿En serio?- arqueó una ceja mirando al tal Gal. Pese a su semblante tranquilo, se mostraba cierta irritación en su tono. Eira había hecho un esfuerzo presentándose para abrir paso a una posible conversación, ¿y él pensaba echarlo a perder por irse a dormir? Puso los ojos en blanco.

En vistas de que el muchacho de pelo corto parecía haberse quedado sin sitios junto a la ventana, el otro le ofreció el suyo. Eira continuaba en silencio, con gesto aburrido. Ella se había pedido el suyo la primera y no pensaba quedarse sin su asiento. ¿Debía compartir su espléndido viaje con semejantes lelos? No le entusiasmaba la idea.

Su atención se desvió por un momento hacia la pregunta de Trece y su sonrisa ilusionada. -A Arcaia- respondió. No estaba segura de querer dar más información, pero estaba demasiado orgullosa por sus logros como para ocultarlo. -A la Academia Krypteia- afirmó con cierto brillo de entusiasmo en sus ojos.

Sabía que la ciudad de Arcaia tenía otros lugares de estudio, por lo que miró con cierta curiosidad a Gal. ¿Le habrían dado algún tipo de beca o algo así? -¿A qué academia, si no es indiscreción preguntar?- una cosa era de agradecer de ambos caballeros, y era su educación. Solo por eso merecían que continuase gastando de su tiempo con ellos. Al menos hasta que se aburriese.

Con algo de incredulidad -Bueno, pues no sé si es curioso, pero a la misma que tú, supongo que seremos compañeros. Creo que nosotros al menos vamos. Y parece que todavía hay un hueco, creo que íbamos a ser cuatro- "Veamos como son los compañeros"

- Sí, Trece. Sé que es un nombre extraño, pero tiene su significado.

Gal comenta que va a una academia. ¿Por casualidad será Krypteia? Se confirma en cuanto Eira menciona que también va hacia allí.

- ¿Así que también vais a la Academia? Qué casualidad - comento animado - Si os han aceptado tendréis que estar muy capacitados - les extiendo la mano para estrecharla - Espero que nos llevemos bien como compañeros. La verdad es que ya conozco a una estudiante de allí, una barda llamada Sammy.

Empiezo a sentirme cómodo con ellos dos, y se nota porque estoy hablando más de lo habitual.

-¿A... Krypteia?- preguntó a su vez, abandonando su pose relajada para mirarle fijamente. Quería asegurarse de que había oído bien. Que era el mismo lugar... No podía ser... ¿O sí? ¿Acaso el nivel para entrar había sido realmente un chiste? ¿O Gal tenía más potencial del que parecía a simple vista? Volvió a evaluarlo y miró al otro muchacho. -¿Los dos?- miró también a Trece con curiosidad renovada.

-Puede que seáis más interesantes de lo que creía- afirmó con una media sonrisa en su rostro, mientras les estrechaba la mano tras la iniciativa de Trece. -¿Y qué tal vuestra prueba a superar con el Rector?

Sobre todo hacia Eira. Con una mirada tranquila y despreocupada y un tono de voz calmada:

-Ayudé a unos tipos a detener a otro tipo, no creo que sea demasiado, pero bueno, ¿Cómo fue el tuyo Trece? 

Cuando me preguntaron por la prueba me pongo serio.

- Mi prueba fue ir a eliminar a un orco albino. Era el líder de un nido de orcos en las montañas que estaban cerca del pueblo de donde salimos. Al ser aparentemente albino, y los suyos los consideraban el elegido por los dioses para conquistar el mundo (o algo así me explicó Sammy, la barda). Fue una misión peligrosa en la que tuvimos que colarnos subiendo por un muro natural de 70 metros, y tuvimos que eliminar a algunos centinelas antes de llegar a él y emboscarle. Pudimos darle muerte limpiamente y escapar antes de que nos cogieran. He de decir que la ayuda de la barda y de una amiga brisea fueron indispensables para que yo pudiera darle muerte.

No soy de las personas que se quedan con todo el mérito. Debía repartirlo con las compañeras que estuvieron conmigo. Y de hecho fue verdad que su ayuda fue indispensable.

- He de decir que en realidad ese orco fingía ser albino, y yo ni me había dado cuenta hasta que Sammy me lo dijo - me río avergonzado.

Amelia llegó tarde a la estación del Valle debido a que su tren se había retrasado. Por suerte, habían pospuesto la salida del otro tren que debía coger debido a dicho retraso. Lo bueno era que se había ahorrado la marabunta de gente saliendo de los vagones.

Un tren tirado por una locomotora, con cuatro vagones para pasajeros y otro para equipaje.

Entró al coche que le correspondía, el número cuatro. Al mirar el asiento que le correspondía vio que se trataba de dos asientos de dos enfrentados entre sí, con una mesa separándolos.

Ya habían tres ocupados por tres personajes muy dispares:

En primer lugar, una mujer de estatura media, larga melena dorada recogida en una trenza y de tez pálida. Ataviada con elegantes ropas de tela de calidad. 

En segundo lugar, un muchacho de semblante serio, alto y robusto. De melena corta color castaño y tez bronceada, vistiendo ropajes más bien resistentes.

Y en tercer lugar, otro chico. De tez pálida y cabellos negros de punta. Algo delgaducho y con ojeras, vistiendo una túnica azul negra con detalles negros y plateados.

-He oído hablar de orcos, pero nunca he visto uno y tampoco me gustaría encontrármelo, pero buena prueba. ¿Y tú Aira? ¿Es Aira, no?-  Esto último lo hago aposta y un poco con sorna, pero para que no se note demasiado

En ese momento, una última pasajera entro al vagón.

Una muchacha de estatura media, delgada y de complexión atlética. Con una larga melena negra y piel oscura. Vistiendo unas llamativas prendas de cuero negro que dejan bastante piel a la vista