Partida Rol por web

-Esta es la sala de prácticas. Lugar en el que podéis entrenar. Esta equipada tanto para practicar el combate cuerpo a cuerpo como las artes arcanas. Por supuesto también podéis usar el claustro para este menester, pero si sacáis algo del aula tenéis que anotarlo en ese tablón y luego tendréis que devolverlo. Si rompéis o perdéis algo se descontará de vuestros honorarios. Por último señalar que también se puede utilizar para duelos amistosos- 

En ese momento la sala estaba vacía. Quienes fueran los que habían estado practicando antes, ya habían acabado y se habían marchado.

La sala estaba equipada, a un lado, con todo tipo de material de ejercicio: Pesas, bandas elásticas, maquinas para cada grupo muscular... Incluso un saco al que atizarle. Además de armas y protecciones para entrenamiento y algunos maniquíes. Al otro lado se podía ver una zona delimitada con runas grabadas en el suelo, claramente, para practicar conjuros de una forma segura para los demás

-¿Y si no hay otro alumno con el que practicar?- preguntó. Parecía que eran varios en el lugar, pero no descartaba que los astros se alinearan y, cuando ella quisiera entrenar, que no hubiese nadie disponible. ¿Habría entonces algún método de entrenamiento individual?

Al llegar, Himmund y Sammy fueron directos a equiparse. El muchacho se colocó un peto protector, bastante sólido y con pinta de pesar bastante, aun no siendo una armadura. Además, se armó con una espada larga y un escudo. Ambos, por supuesto, para entrenamiento. Eran de metal, pero estaban bastante romos. 

Al ver el peto que se puso Himmund fui a ver si había otro para colocármelo. Si pesa mucho será bueno para mi entrenamiento. Si encuentro uno me lo pondré, pero de no ser así me pondría otra cosa. Tras eso cogería una de las espadas de entrenamiento y pasaría a tomar asiento para ver la sesión del templario y Eira, a no ser que Sammy quiera ponerse a la vez que ellos en cuyo caso me pondría a entrenar con la barda.

Siguiendo el ejemplo de Himmund, Eira se equipó con lo mismo que él. Se colocó el peto con cierta familiaridad, pues se asemejaba a los que utilizaba en los entrenamientos con los paladines. Buscó otro escudo y una espada, más corta que la que había cogido el propio Himmund. -¿Complejo?- preguntó con tono divertido mientras alzaba una ceja.

Una vez equipada, comenzó a moverse por el lugar con un trote ligero, alternando con dar saltos en el sitio. Quería sopesar la comodidad de la armadura que llevaba, así como la soltura con la que le permitía moverse.

Los cuatro se preparan para entrenar, equipándose todas las protecciones de entrenamiento y tomando las armas que más se adecuaban a ellos. 

Sammy, por su parte se parapetó con un peto bastante ligero y una espada corta. 

Se emparejaron de forma que Himmund lucharía con Eira y Trece con Sammy.

-Comodidad- Respondió escuetamente a la puya de la paladín. -Es la que más se asemeja a la que suelo usar-

Se colocó en guardia, separando las piernas en línea recta, hacia delante. Con el escudo al frente y la espada ligeramente retrasada, para tener el golpe preparado. 

-Enséñame de qué eres capaz-

Una vez preparada, se colocó frente a Trece, al otro lado de la sala, para así no molestarse mutuamente con la otra pareja. 

Adoptó una guardia un tanto... Mejorable. La espada la tenía por delante, al menos. Pero el agarre no era muy solido y la posición de los pies podía ser más firme...

Sin embargo, estaba dispuesta a darlo todo. Actitud que reflejaba su mirada. 

-Vamos Trece. Ven con todo-

Ladeo un poco la cabeza al ver la postura de Sammy y, tras bajar la espada, me acerco a la barda y con leves toques corrijo su postura.

- Si te pones así podrás esquivar de forma más eficaz - le explico antes de volver para recoger mi espada y colocarme en posición - Cuando quieras.

Cuando Sammy confirma que está preparada lanzo un primer ataque, sin mucho ímpetu pues temo descalabrarla. No tiene sentido hacer entrenamiento si dejas a la persona a entrenar inconsciente de buenas a primeras, pero igual estoy subestimando a la barda...

Se sonrojó ligeramente cuando Trece corrigió su postura.Tras unos breves segundos para más o menos acostumbrarse, se lanzó al ataque, coincidiendo su intento con el de su compañero.

Fue Trece el que ganó ese asalto. Con facilidad, bloqueó la acometida de la pelirroja y contraatacó, dándole un buen golpe pese a la parsimonia que mostraba. 

La chica soltó un suave grito, pues el golpe le había escocido bastante. Sin duda le dejaría un buen cardenal.

Al otro lado de la sala, Eira y Himmund intercambiaban golpes, sin que ninguno llegara a alcanzar al otro. No del todo. Ambos luchadores, blandiendo espada y escudo, estaban bastante empatados... Al principio. 

Según pasaban los minutos, las acometidas de Eira se volvían más lentas y torpes, mientras que a Himmund no le costaba mantener el ritmo. E incluso al notar el cansancio de la muchacha, lo intensifico, atacando varias veces seguidas y con algún que otro golpe con el escudo.

A ese ritmo, la rubia no iba a aguantar mucho más

Entrecierro los ojos tras golpear a Sammy. Es evidente que a la chica le ha escocido eso pero no por ello retrocede.

Ataco quizás con algo más de suavidad para tratar de acostumbrarla a esquivar, mientras de reojo veo la igualada pelea entre los otros dos contendientes, aunque estoy viendo que poco a poco Eira va perdiendo intensidad.

Decido no meterme en su entrenamiento, es mejor que ella aprenda por sí misma que no debe retroceder o flaquear en la batalla. Justo después me preparo para el ataque de la barda.

- Vamos, Sammy. Si logras golpearme te acompañaré toda la tarde a hacer las compras - digo a la barda para incentivarla.

Eira se estaba esforzando todo lo que podía, tratando de mantener el mismo ritmo que su contrincante. Sin embargo, con el paso de los minutos notaba cómo la armadura comenzaba a dejarse caer, le faltaba el aliento... Aun así, se esforzó en mantener una postura defensiva a la vez que trataba de alcanzarle torpemente con la espada. Un trago de agua no le vendría nada mal.

El entrenamiento continuaba. 

En el lado de Trece y Sammy, el guerrero volvió a golpear con éxito a su compañera, arrancándole el arma de la mano y haciéndole caer al suelo sobre sus posaderas. Esta no dudó en mostrar su disgusto.

En el otro lado de la sala, la balanza acabó por decantarse hacia el lado del templario, pues logró superar la defensa de Eira y darle un golpe con el arma en el abdomen. Ni atravesó ni cortó carne, sin embargo, la paladín pudo notar como el estómago se le cerraba y le asaltaba una fuerte angustia. 

-¡Auch!- Exclamó al caer. -Mi mano- Se la sujetaba con la otra. El golpe le había dolido. Lanzó una mirada furtiva a Trece, como si fuera a cantarle las cuarenta. Pero no dijo nada. Apretó los labios y se puso en pie.

-No te preocupes, estoy bien- Dijo en primer lugar a su compañero. -Simplemente el combate no se me da especialmente bien. Soy más de tocar el laúd y lanzar hechizos- Esbozó una amplía sonrisa, sincera.

-Pero es una lástima. Con esos brazos que tienes podría haber cargado bastante más de lo habitual. Pero la próxima vez sin duda de golpearé. ¡Aunque sea una patadita en la espinilla!- Adelantó la mano para estrechársela. -¿Trato?-

Sonrió satisfecho al conectar ese golpe. Uno de esos directos al estómago que te hacen echar hasta la primera papilla. 

-¿Puedes seguir?- Preguntó, divirtiéndose. Si, sin duda era un cabrón un tanto sádico. -¿O vas a seguir persiguiéndome como de niña?- 

Tras atizarle en la mano me encojo al ver que me va a echar la bronca, cosa que al final no sucede. Voy a preocuparme por su mano pero ella se adelanta.

- La verdad es que con tus conjuros eres increíblemente útil y eres capaz de hacer muchísimas cosas. Yo solo tengo músculo - le estrecho la mano - Trato hecho, pero si lo necesitas dilo y te acompañaré para cargar con las compras. Es lo menos que puedo hacer por una amiga.

Miro un momento el entrenamiento de Eira y Himmund, comprobando que la paladín está para el arrastre. Me acerco a la barda para preguntarle algo en voz baja para que no nos escuchen.

- Oye, Sammy... Entre Himmund y Ubbe, ¿quién de los dos crees que es el más fuerte? Ya he comprobado la fuerza del qamur, pero Himmund también parece muy fuerte y disciplinado.

En cuanto le estrechó la mano, la sonrisa de la pelirroja cambió a una más pilla. 

-Irresistible Danza de Otto- Musitó. Acto seguido, unas irresistibles ganas de bailar se apoderaron de Trece, obligándole a hacerlo sin poder evitarlo. 

-Jijijijijijiji... ¿Quien había dicho que el entrenamiento había acabado?- Realmente nadie... -Recuerda, Trece. Un mago no lucha mediante la fuerza, sino con inteligencia, astucia, y con ayuda de sus conjuros. Has caído completamente en mi trampa- Acompañó sus palabras con un par de palamditas en la cabeza.

Mientras duraba el hechizo, se puso a observar el combate entre el templario y la paladín.

-Esa pregunta es un poco complicada. Con respecto al combate físico, Ubbe es sin duda superior a cualquiera de nosotros. Sin embargo, Himmund puede decantar la balanza muy a su favor con sus conjuros de templario. Por el momento se podría decir que están empatados-

En cuanto le doy la mano a Sammy ésta lanza un conjuro sobre mí haciéndome bailar sin control. ¡He caído por completo!

- Lo había olvidado... - comento, pensando ahora en que así se habría sentido aquel líder orco, bailando sin control sobre sí mismo mientras yo descargaba letales espadazos sobre él.

Escucho la opinión de Sammy mientras mi cuerpo sigue bailando, y reflexiono sobre ello mientras mis pies hace una serie de movimientos de claqué bastante sonoros.

- También está su disciplina. Fíjate qué buena postura mantiene, su juego de pies y qué bien colocado tiene siempre su escudo, listo para bloquear cualquier ataque. Me encantaría manejar el escudo igual de bien que él. Y también me encantaría poder usar magia, pero eso para mí es imposible.

Sonrío afablemente, dando una estampa extraña mientras bailo con los brazos en alto y dando vueltas en puntillas.

El potente golpe en el estómago había hecho que se doblara sobre sí misma, apoyando una rodilla en el suelo para evitar perder el equilibrio y caer de forma aparatosa. Se contuvo de vomitar, pero necesitó unos largos segundos para volver a enfocar la vista y tratar de coger aire de forma más o menos normal.

No pudo evitar captar por el rabillo del ojo el peculiar movimiento que se adueñaba de Trece. Miró en su dirección un momento, con un mohín de disgusto. ¡Estaba bailando! Ese tipo resultaba cada vez más rarito...

-Puedo seguir- confirmó mientras apretaba los dientes. Estaba claro que para la paladín resultaba un gran esfuerzo el simple hecho de volver a ponerse erguida. Pero también parecía evidente que no pensaba darse por vencida tan fácilmente. Además de terca era orgullosa. No pensaba tirar la toalla en el primer asalto. -Y yo no te persigo, maldito presuntuoso- le lanzó una mirada furiosa, tratando de sacar las fuerzas que necesitaba de la ira. -Sigamos- confirmó, volviendo a alzar la espada mientras con el otro brazo se cubría con el escudo. Parecía que no se daría por vencida hasta que no cayese inconsciente o su propio cuerpo le impidiese continuar.