Esa extraña y supuestamente bien preparada comitiva que se dirigía hacia Oakwood Heights, pudo ver como durante la hora que había durado la reunión, el cielo de Detroit había decido empezar a llorar gotas, que con la baja temperatura, se convertía en aguanieve. Afortunadamente, el abrigo de fiscal Katz no sufriría, por ahora, daño algo, pues la berlina conducida por el teniente estaba aparcada en el garaje subterráneo de la comisaría. No serían más de 15 minutos de viaje, si el tráfico lo permitía. El objetivo, recibir la conducción de F.Mills desde el centro penitenciario local, con la intención de resconstruir la escena de los primeros crímenes, con él, para poder recabar más detalles, por parte del acusado, y de los agentes directamente implicados en la acción, si es que algunos habían caído en el olvido.
En el primer vehículo, policial logotipado, un amplio SUV, manejado por Jenner y acompañado por Kostroff. En el segundo, de paisano, al volante Pierce, con Dehamre y Katz.
Oakwood Heigts era un suburbio de casas unifamiliares, que debido a su cercanía con las fábricas, se había convertida en una de las zonas más deprimidas de la ciudad, además de contaminadas. La renta media per cápita del distrito es de 26.000$ anuales , y con un 25% de la población bajo el umbral de la pobreza. Además, la cercanía con la refinería Marathon Petroleum Company había provocado que las tasas de enfermedades respiratorios en el barrio estén muy por encima de la media nacional. La especulación e inversión inmobiliarias, también habían hecho mella en el distrito.
—Donde prefieras, pero me parece que a él no le caemos bien ninguno de los dos. ¿Por qué no le dejamos de taxista? —Guiñó un ojo a Katz con la más traviesa de sus sonrisas de regalo.
Este será mi post más corto. Más que nada para terminar la escena. Joshua, tú decides dónde sentarnos. Yo no tenía intención de ponerme junto al teniente, pero sí de observarte, así que estés donde estés, te tendré bien vigilado ;P
A tu gusto el asiento. Por mi parte no escenificaría el trayecto en coche. Podemos narrarlo sin más, porque creo que nos hemos dicho todo. Es un viaje de quince minutos. Con buena música y siencio, Cait se conformaría. Puede que Kostroff y Jenner quieran aprovechar para decirse algo, es más lógico que nuestro caso. ¿Cómo lo ves, Joshua?
Edito: He cambiado el mensaje de escena porque encajaba mejor aquí y así dejamos el final como ha propuesto el director.
5 minutos después de cruzar el puente levadizo sobre el Río Rouge, ambos coches llegan a South Waring street, primero el de Jenner-Kostroff y luego el conducido por Pierce con Katz y Dehamre en la parte de atrás.
Podéis estacionar, a pesar de la aguanieve, en la acera de enfrente de la casa donde sucedieron los terribles crímenes perpetrados por Franklin Mills. En esa casa, además de ser la casa nata de Mills, Ryan Bedford y Linne Jaskolski fueron asesinados, y donde William Bedford fue secuestrado. Son poco más de las 15:15, aún quedan 15 minutos para la hora prevista de llegada de Mills.
Jenner y Kostroff, bajan primero del coche. Luego el teniente Pierce, baja del coche, parece dirigirse al maletero, parece que saca algo de él, un paraguas, y lo entrega por la ventanilla trasera a sus dos ocupantes.
Áun sin tener tiempo de mirar detalladamente la casa en cuestión, veis aparecer una furgoneta, logotipada, con el conocido sello de los informativos estatales, del "Michigan Guardian". De ella bajan dos personas, un cámara y la famosa periodista, atractiva y buena comunicadora, Dakota Johson.
Katz y Dehamre, veis como la periodista se acerca sin dar respiro alguno a Kostroff y Jenner, y bajo la lluvia les pone el micrófono en la cara, seguido por su cámara, y les empieza a hablar. No podéis escuchar que dice.
Podéis ver como el Teniente ha cogido del brazo a Dakota, y la ha "conducido" de vuelta a su furgoneta, tras decirle algo a ella y a Katz, y con semblante airado y firmeza se asegura que suban a él y se marchen de esa calle.
No permite interrupción alguna y los periodistas, algo empapados, se marchan de la calle South Waring.
Quedan escasos minutos para las 15:30, hora prevista de la llegada de Mills.
Si os fijáis en la casa, podéis ver que es similar a la del resto de la calle. Ya entrada en años, varios charcos de agua -nieve en el jardín, una cinta policial, medio rota en el porche de la puerta principal, custodiada por dos policías uniformados. Algunos juguetes infantiles tirados en el jardín, muy descuidado, donde crecen las malas hierbas y queda poco césped sano. La casa,. sombría, de dos plantas, aguarda, pidiendo a gritos una mano de pintura y algo de mantenimiento.
Una melodía estándar de teléfono móvil interrumpe vuestra conversación, es el teléfono de Pierce. Tras 30 segundos de conversación, dice algo breve, y cuelga. Se dirige a todos vosotros, en voz alta.
-Señores, acabo de recibir una llamada del Comisario Wilkinson. Un incendio de envergadura está afectando a un rascacielos de la zona financiera de Detroit. Debo irme para organizar la actuación policial in situ. Lamento no poder estar con ustedes, pero no hay nadie que pueda sustituirme. No creo que tengan ningún problema en seguir el planning sin mí. Jenner, es usted la única agentre en activo, la seguridad dependerá de usted. Kostroff, usted lleve la batuta en la visita a esa casa. Mills no debería tardar, pero, debo irme para coordinar la actuación de los servicios de emergencia, seguro que habrá que evacuar ese rascacielos de oficinas. Les deseo suerte, y quedo a su disposición si me quieren llamar por teléfono pero poca ayuda les podré brindar, estaré comprometido por horas.
Se dirige a los agentes que custodian la casa, -Usted dos vengan conmigo, necesitaremos cortar la avenida, probablemente, vengan en mi coche. Ustedes 4, caben en el SUV policial sin problemas, para poder ir a la isla de Zug luego.
QUe tengan buena tarde y se dirige con ambos agentes a su coche de paisano y se marcha con la sirena de "secreta" hacia el centro de la ciudad.
Tras que el teniente logre deshacerse de los periodistas y tener aquel pequeño cruce de palabras al estar a solas, mientras regresamos con los demás, me despido de la periodista levantando la mano. Hay que ser educado y correcto con la prensa en mi oficio. Nunca se sabe como van a ir las cosas y lo último que puedes tener en un caso es a la prensa en contra y más si les tienes enfadados.
Con el paraguas en mi mano, me reúno con el grupo. En la otra mi maletín con mis pertenencias. Miro a Caitlyn y le acerco el paraguas, dejándola sitio si quiere protegerse de la nevada, bajo el mismo.
- ¿Algo nuevo por aquí? - Pregunto a todos en general, por si ha pasado algo o si han dicho algo de interés los agentes que han venido o la misma prensa al verles. En ese momento suena el móvil del teniente y yo recuerdo el mío, que está en modo avión y me pregunto mentalmente si debería quitárselo ya o si debería dejarlo así hasta la noche, para no estar pensando en que si Candy me había llamado o mandado algún mensaje al darse cuenta de su error garrafal conmigo.
Y es que si ella no se daba cuenta de lo que había hecho... quizás aquello sería el principio del fin.
El teniente volvió con las noticias sobre el incendio y que debía irse. No me extrañaba que Detroit estuviese con la tasa tan alta de criminalidad, cuando no tenían efectivos suficientes para nada.
- ¿Qué tal si vamos hasta el porche de la entrada de la casa y esperamos allí a Mills? Así nos refugiaremos algo mejor de la nevada. - Les dije a los presentes, cansado del paraguas. Los odiaba, pero no me quedaba más remedio que usarlos para estar perfecto, como siempre. No como Jenner, que parecía que la habían sacado de un cubo de basura y nos la habían puesto al lado. Al menos el olor a lavanda de mi colonia y el de rosas del perfume de Caitlyn, aún se podían notar por encima de cualquier otro olor que hubiese allí.
Mis ojos se desviaron hacia los juguetes que habían tirados por el suelo, entre lo que ahora eran hierbajos secos y mal cuidados. Se me hacía raro que en un lugar como ese, ningún crío los hubiese cogido para él. Allí no sobraba el dinero y seguro que sus ropas pasaban de un hijo a otro y los juguetes, más de lo mismo.
Pero aquello no era lo importante. Lo importante de verdad estaba dentro de la casa y de la cabeza de Franklin y eso debía de salir de ahí.
Vio cómo Aidan se acercaba al grupo y unos pasos más tarde, ella hizo lo mismo. Colocándose bajo el paraguas de Joshua para acurrucarse en él, rodeando su brazo con los de ella, tan fuerte como pudo. Suspiró y apoyó la cabeza en su hombro. No pensó en nada. Solo en el frío, que se había apoderado de todo lo que ahora era.
Quería sonreír, porque no tener al teniente vigilándola era toda una suerte, pero la conversación con kostroff la había dejado algo inquieta.
No le importó que los demás vieran que se acercaba a Katz. Si lo necesitaba para sentirse bien, podían pensar lo que quisieran. Lo necesitaba de verdad en aquel momento.
—Espantoso, ¿verdad? —susurró Caitlyn mirando el escenario que había atrapado la atención del fiscal.—Es imposible pensar que aquí murieron unas niñas, que algún día jugaron en este jardín, seguramente. A veces la mente no está preparada para historias como esta. Espero que todos salgamos enteros de aquí.
Y volvió a apretarse contra el brazo de Katz, suspirando de nuevo, mientras miraba aquellos juguetes.
Lo que va citado viene de un mensaje anterior con Kostroff, para que situéis dónde me encontraba y cómo aparezco. No sé si nos habéis visto charlar, nos hemos apartado unos pasos. Jenner estaba con los agentes y Katz saliendo del coche. Cuando el teniente nos ha llamado, estabais reunidos y hemos llegado cuando Pierce ya estaba hablando. Dejo a vuestra elección, según la cercanía, que nos hayáis visto hablando o estabais atentos a otras cosas.
Los minutos pasan mientras esperáis en el desangelado porche del 514 de South Waring st. Al menos, gozáis de una cobertura parcial ante la lluvia, para los que no lleváis paraguas. Os habéis quedado los cuatro solos, apenas hay gente por la calle, el tiempo no acompaña. El vehículo policial aparcado en la acera de enfrente, algún vecino que parece curiosear desde las ventanas de sus domicilios y poco más reseñable.
A las 15:36, aparece un furgón, blanco, sin logotipar, anónimo, conducido por un sólo hombre. El hombre baja de él, va vestido con un uniforme, lo habéis visto en otras ocasiones, es un funcionario de servicios penitenciarios, del departamento correccional de Detroit. Es un hombre robusto, con bigote corto. Cierra la puerta delantera al bajar, y se dirige hacia vosotros, algo incómodo por la agua nieve que cae, sin ser una tormenta, pero que va calando poco a poco.
Si queréis mantener alguna conversación previa a la llegada del furgón, a vuestra elección, así lo consideraremos. Pero tenía un rato disponible y aprovecho para ir avanzando la trama.
El funcionario se acerca hacia el porche, una placa en el pecho de su camisa, y una chaqueta abierta ,dejar ver el nombre de "Miles".
-Buenas tardes, por decir algo, soy el guardia de la penitenciaría de Detroit, Preston Miles. Me imagino que son ustedes, tampoco hay nadie más por lo que parece. Cuando me digan, hago salir al reo. Espero que sea una formalidad, pues en 3 horas debería estar de vuelta en su celda, y en 6 horas termina mi turno.
—Buenas Tardes, Preston —Felicia terminó de hacer el camino hasta la entrada de la casa dejando el lugar que habían usado como protección de la poca lluvia que caía hasta ese momento. No le molestaba un poco de agua en la ropa y el abrigo que llevaba la protegía lo suficiente, pero con el tiempo la humedad y el frío se volvían incómodos, por lo que cuando el fiscal sugirió partir a refugiarse a la entrada del sitio había aceptado con gusto.
Hasta el momento se había mantenido en silencio, rumiando la partida del teniente y recreándose en los pequeños detalles de la misma. No parecía diferenciarse del típico hogar que ha sido testigo de un crímen. Si aspecto abandona denotaba la superstición que aún imperaba en la población, mitos y creencias que normalmente se relegaban a pequeñas tradiciones, pero que parecían cobrar fuerza cuándo, por decirlo de un modo, Dios sacaba sus manos del juego. Pero al menos la prensa ya no estaba ahí, así solo tendría que preocuparse de Mills. Pero ahora que él estaba ahí había que comenzar a moverse de nuevo. Tomó aire mientras miraba a Kast, quien ha debería haber escuchado al guardia, preguntándole tácitamente si estaba de acuerdo, afirmando levemente con la cabeza que, por su parte, no habría ningún problema. Ido el teniente, Joshua era el sujeto de más rango en el lugar.
—Esperamos que todo sea una mera formalidad y puedas llegar a tu hora de salida sin contratiempos, Preston.
Que Caitlyn se aferrase a mi brazo de aquella manera y se refugiase bajo el paraguas me pilló de imprevisto. Aún así mantuve mi pose habitual, sin demostrar nada en mi rostro, como si estuviese acostumbrado a que aquello ocurriese siempre con cualquier mujer. De hecho la periodista no tardó tampoco demasiado en meterse bajo el paraguas cuando les invité a abandonar ese lado de la calle por otro con menos viento y apartarles así del escenario.
Estaba claro que la periodista no sabía nada sobre sus derechos, de lo contrario el teniente no hubiese tenido nada que hacer y la prensa se hubiese quedado allí. - Está claro que nunca sabes lo que te deparará el destino ni que nadie te asegura que vivirás hasta la vejez, aunque así lo creamos todos. - Le respondí a la doctora a sus palabras en un susurro, frente a las suyas sobre las niñas fallecidas y, como gesto de que estaba a su lado, cuando sentí que se volvía a apretarse contra mi brazo, atraje este hacia mi cuerpo.
El movimiento fue mínimo y solo lo notó ella por la presión de su brazo pillado entre el mío y mi cuerpo. Pero sin duda no iba a dejarla sola ahora que me había dado cuenta de lo que pasaba. O de lo que creía que pasaba.
El furgón no tardó mucho más en llegar, cortando así cualquier conversación con nadie. El guardia se presentó y Jenner tomó la iniciativa. No me parecía mal, al contrario, consideraba que aquello era lo correcto puesto que ambos eran agentes de la ley. Y mientras ellos cruzaban unas pocas palabras yo me encargaba de cerrar el paraguas y sacudirlo un poco, procurando que mi invitada inesperada aferrada a mi cuerpo no se sintiese incómoda y no se soltase si no quería o no lo veía oportuno. A fin de cuentas no me molestaba tenerla así o con su cabeza apoyada en mi hombro.
Era algo que hacía mucho que no vivía y era bonito tenerlo de nuevo. Aunque solamente fuese de manera pasajera.
Y miré a la sargento y vi como asentía con la cabeza, para luego no darle orden alguna al guardia. Eso sí que fue una sorpresa para mí, el tener que hacerme cargo del preso. - Señor Miles, soy el fiscal Katz. - Le dije tendiéndole la mano. - Puede traer al señor Mills ya. Cuanto antes empecemos, mejor para todos. - Le dije al hombre, haciéndole un gesto con la cabeza para que fuese a buscarlo.
Imaginaba que vendrían más guardias con él. Alguien como Mills no podría andar por ahí con el conductor del vehículo solamente. Que el teniente nos hubiese quitado a los dos agentes ya había sido suficiente "broma" puesto que no me gustaba depender de Jenner para aquello. Si al menos Kostroff hubiese recuperado su placa y su arma, estaría mucho más tranquilo.
-De acuerdo, sr.Fiscal, en seguida procedo a descargar al recluso. Se fija en Caitlyn y dice; -Ah a usted sí la he visto en alguna ocasión en el centro penitenciario, ¿es usted la psicóloga que ha estado visitándole, cierto? A parte de usted, sólo ha recibido una visita más, aquel pobre y joven abogado de oficio que tiene... no me gustaría estar en su pellejo, ya me entienden je je je dudo que tenga muchas probabilidades de éxito.
Ya les digo que Mills no es muy comunicador, casi siempre permanece en silencio, taciturno. La verdad, que por órdenes del Alcaide, desde que ingresó permanece en régimen cerrado. Sale 2 horas por la mañana y 2 horas por la tarde de la celda, en solitario, a veces al patio o a la sala de dia. Se le cachea la celda una vez al día, no siempre en la misma franja horaria, por el momento no ha tenido ningún expediente disciplinario, pero no me acabo de fiar de él.
Se dirige a la parte trasera del furgón, abre las puertas y baja a un hombre, vestido con mono naranja, y un plumón acolchado encima. No parece que haya nadie más en el furgón, lo sujeta por el codo y lo conduce hacia el pequeño jardín de la casa. El hombre, de unos 45 años, alto, tiene la piel grisácea, el rostro demacrado y parece temblar. Además, lleva esposas de bisagra en las manos, con una cadena conectada a sus pies, lo que restringe su velocidad y le obliga a andar con pasos cortos.
-Venga Franklin, hora del paseo...
Franklin Mills parece confuso, con rostro serio, mirada ausente. Se divisa en su mono de preso su número de identificación sistemática "06015488". Permanece en silencio, y os mira, pero no dice nada, no obstante podéis percibir su incomodidad y su agitación, cuando se da cuenta de donde está . Preston le va sujetando por un brazo, va dando pequeños saltitos cuando avanza, debido a las esposas y cadenas que lleva, parece incluso que tiembla ligeramente.
¿Ha venido el guardia Preston sólo? Sabéis o podéis intuir que usualmente, por normativa, la ratio mínima de funcionarip-recluso es de 2 a 1, y más aún tratándose de un preso con esas circunstancias. ¿Recortes en el departamento de correcionales? ¿Bajas médicas de un personal desmotivado y poco valorado por la sociedad? ¿Habrá decidido el Alcaide infradotar ese operativo para poder garantizar el servicio interior en la prisión con sus recursos humanos disponibles?
Y comenzaba el show. Jenner dió unos pasos atrás para dar espacio a Preston para que trabajase, quedando así fuera del ángulo de visión del prisionero que paso por delante de ella hacía la casa. Si le iba a corresponder encargarse de la seguridad debía guardar distancia del asunto y de Mills, observó su espalda con rencor y cualquiera que la mirase podría haber reconocido la ira que ardía en el fondo de sus ojos. Labios tensos, el seño fruncido y las manos bien guardadas en los bolsillos de la chaqueta, todo su cuerpo decía lo que con palabras no iba a manifestar. Si, por el momento estaba bien ahí, lo más alejado posible de ese malnacido para evitar cualquier desliz. Pero lo suficiente para estar lista para actuar ante cualquier actitud sospechosa de Mills.
—Oh, por favor. Intenta hacer algo —murmuró entre dientes.
A medida que Mills avanzaba, avanzaba ella también, por un momento miró al vehículo de la prisión como para esperar que alguien más bajaste de ahí, pero rápidamente notó que también en eso habían ahorrado personal. Maldito presupuesto.
Había visto a Mills en fotos, no en persona y debía reconocer que su mirada intimidaba. Pero ahora no era más que un reo encadenado. No era nada más que la solución al enigma de las muertes y de lo que hizo con el chico. Que no matase a Aidan no era nada que no supiera. Seguramente le guardaba para el final, para dejar algo único, como hizo con el padre de William, sin esperarse que le encontrasen tan pronto en aquel barco. La sorpresa de verse casi capturado fue lo que le hizo disparar a los agentes, matando a uno de ellos y al final siendo detenido con facilidad debido al estado catatónico al que entró.
Cuando el reo estuvo a mi altura le miré a los ojos, casi desafiante. - Señor Mills, soy el fiscal Katz. No vamos a andarnos con rodeos. Por su mirada, por su gesto, sé que ha reconocido donde está. Así que se va a dejar de juegos, vamos a entrar en la casa y nos va a contar a todos lo que ocurrió en ella la noche de autos. Entraremos por la puerta, como personas civilizadas, pero me gustaría que el señor Kostroff nos mostrase como entró en la casa esa noche. - Dije girando mi mirada hacia el agente retirado por obligación.
- Eso le ayudará a recuperar la memoria que dice que tiene perdida. - No había amabilidad en mi voz. Sonaba realmente serio y convencido de mis palabras. Hablaba igual que en un juzgado, con esa seguridad que tenía en mi turno para interrogar a testigos y acusados. Él era uno más y ahora no había juez que me dijese que parase no abogado defensor que protestase por mis preguntas o alegaciones.
Solo podían protestar Caitlyn o Jenner, pero sería ridículo que lo hiciesen si conseguía que aquel maníaco hablase.
Ya en el jardín del porche delantero de la casa, sujetado por el brazo por el funcionario Preston, Franklin Mills mira con desdén al grupo y dice en tono rudo:
-¡Están perdiendo el tiempo aquí! Seguro que ya han venido sus colegas decenas de veces... Me queréis cargar con ésto, ¿qué motivo tendría yo para querer matar a alguien? ¡Es todo mentira! ¡El Estado me quiere incriminar por la cara, estáis todos en mi contra!
Mira a Caitlyn y le dice: Usted me dijo que me ayudaría, pero está con ellos.. Con ese policía, Mierda, él ha hecho todo esto,¡ y todos lo queréis encubrir con vuestras mentiras y manipulaciones! refiriéndose a Aidan.
Mirando a Katz dice: Me habéis drogado entre todos, me habéis robado la memoria...
Mirando a su alrededor, dando una vuelta de 180 grados, se fija en una de las ventanas de una casa de unos vecinos, ve a un hombre negro, en una ventana, observando desde hace un rato la situación, y parece incomodarse y agitarse algo más. No obstante, su contención mecánica le impide movimientos bruscos, pero le notáis tenso.
La mano de Felicia estaba ya dentro de su chaqueta afirmando la culata de su arma reglamentaria antes siquiera que está se fuese cuenta de que estaba haciendo, aún no la sacaba pero estaba lista para usarla en caso de emergencia. La verdad es que no había sido buena jugada la de la loquera de mostrarse frente a Mills abrazada del mismo fiscal que era la cara presente de la justicia que pendía sobre él. Sobretodo si la primera frase de Mills era demostrar de que lado de la ley estaba. Por algo existía lo del policía bueno y policía malo, era un tropo absurdo, un cliché anticuado, pero de que funcionaba, funcionaba. Aún así no podía estar más que satisfecha, Mills era un perro y no debía haber misericordia por él.
—Recluso Franklin Mills —dijo con voz autoritaria desde detrás de el acusado dejando en claro con el término de recluso cuál era su posición en ese lugar. Se preguntó si el hombre reconocería la voz. Al menos el tono era el mismo que había ocupado días atrás en aquellas ruinas de embarcación, solo esperaba haber podido mantenerse firme, profesional y no haber reflejado la ira contenida tras ellas—, El fiscal no le está pidiendo su opinión por lo que agradeceríamos que se limite a remitirse a los hechos de lo que pasó esa noche cuando el fiscal se lo pregunte.
- Espero que después de su pataleta de niño pequeño se encuentre lo suficientemente mejor como para responder adecuadamente. Creo firmemente que sabe donde está, a parte del lugar donde se crió con su madre y su hermana hasta que huyó. Si realmente no recordase nada, no sabría que el agente Kostroff es el ciudadano que hoy viene de civil a esto. Y no me venga con el cuento de las fotos, que ese ya lo conozco y en un tribunal es fácil de deshacerme de esa excusa. - Le dije seriamente después de la reprimenda de Jenner. La verdad es que la mujer me sorprendió por su competitividad. A pesar de su aspecto de vagabunda, parecía que iba a ser útil después de todo. - Y más aún ahora que hemos hablado de ello.
Seguía altivo, serio, con mi ego disparado al sentirme en mi zona de confort a pesar de que aquel escenario no lo fuese. Casi sonreí cuando nos acusó de haberle robado la memoria. - Bien, una nueva puerta más que se abre para poder entrar.
- Nadie le ha robado la memoria, al menos no ninguno de los presentes. Todos estamos aquí para ayudarle a recuperarla. Por eso está usted aquí. ¿Por donde entró? ¿Lo recuerda? - Yo sí, pero no quería darle pistas. Usó una palanca para forzar la entrada del porche, justamente donde estábamos nosotros. Si uno se fijaba, veía las muescas de la palanca en el cerco de la puerta. - Vamos, sé que puede hacerlo, señor Mills. Solo tiene que concentrarse un poco...
Franklin Mills se muestra nervioso ante vuestra animosidad y educada presión, hasta el momento. Agitado, manifiesta:
-Nunca he estado aquí, nunca he matado a nadie... ¿Por qué me están haciendo ésto? Además, dice mirando a Caitlyn. He pasado las pruebas de aquella Doctora, el polígrafo, no les estoy mintiendo, no recuerdo haber hecho nada malo ni haber estado nunca en esta casa ni en esta calle.
Si os fijáis en la puerta de entrada principal, está indemne, a parte de la cinta policial medio rota que ondea al frío viento de Michigan. Tampoco recordáis que el Teniente haya dado ninguna llave del inmueble a nadie de vosotros.
-Venga Frankie, sé amable con estos señores... Colabora con ellos, y antes podremos volver a "casa" dice con ironía el funcionario. -Haz lo que te pidan y con suerte esta noche te puedo buscar doble ración de nuggets, de los que te gustan, no me hagas llegar tarde, que termino mí turno en unas horitas.