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Preludio: El viaje

El viaje desde Jukami Mura hasta Kyuden Suzume les ha permitido practicar sus habilidades, en los altos del camino y escuchar la informacion que los sensei Grulla y Escorpion tienen a bien de compartir sobre sus futuros anfitriones... Para la mayoria, son cosas nuevas, ya que no es comun que se instruya demasiado a los samurai jovenes, sobre los pequeños clanes y sus cuitas. De paso, dan un vistazo a ciertos lugares panoramicos de esta parte de Rokugan.

El primer hito del camino, se da cuando atraviesan Yama ue no ho ni Umi Mura, (Aldea de la Muralla sobre el Oceano) un poblado pequeño y agradable, llena de templos y bien atendidas posadas. En muchos aspectos es similar a Jukami Mura, pero sus habitantes son en su mayoria Grullas, lo cual le confiere un poco mas de prestigio. El ambiente es relajante, y los fertiles campos que estan siendo plantados, junto al mar, contribuyen a crear un ambiente de calma contemplativa.

Tanto que se vuelve chocante el cambio con la siguiente parada, Oni Mura, la Aldea del Demonio. Aqui son pocos los samurai, y los heimin viven todos en los bosques, con un evidente temor. Impera un aire de tristeza. Nadie habita las ruinas de la aldea, por miedo a la maldicion que pesa sobre ella, luego de que hace muchos años un demonio la destruyera. Aunque fue detenido, se dice que su espiritu corrupto aun se aferra a la tierra en ese lugar. Los sensei se muestran severos y niegan a todos el acceso a la aldea derruida, ya que esta es una cuestion que atañe a los Grulla solamente, y si su daimyo no ha tomado cartas en el asunto, no son ellos quien para hacerlo. "Sin contar que bien puede faltarles la fuerza... todavia" añade Togo, en voz baja.

Luego de esta parada, Chomei insiste en desviarse de las tierras Grulla e ir hacia el Oeste, hacia el territorio Cangrejo. Esto puede deberse a muchos factores, pero tal vez tenga que ver con que sino habrian ido a los Campos de Entrenamiento Daidoji... La sonrrisa afectada y triunfante que muestra, cuando aleja a su guardaespaldas de las tierras que son su hogar, da que pensar. 

Dado que siguen al Oeste, llegan a tierras Cangrejo, concretamente a la Higashiyama Mura, la Aldea de la Montaña Oriental. Los guardias Hida no ponen trabas, ya que los sensei tienen papeles de viaje en regla para todos, y ademas, se quedaran poco tiempo, solo para reponer provisiones y seguir. Esta aldea es famosa por acortar el viaje entre las montañas del Oceano gracias a una ruta natural de cavernas, pero las mismas estan encantadas y pobladas con criaturas de las Tierras Sombrias que han logrado atravesar la Muralla y refugiarse aqui, les informan los aldeanos. Aunque los Hida vienen una vez al año y limpian el sendero de monstruos, este siempre se repuebla en poco tiempo. Sin embargo, ustedes no tienen necesidad de atravesarlo para ir a donde van...

Preludio: Las tierras del Gorrion

En efecto, es hora de apartarse de la senda y crear una propia, caminando junto al rio primero, y luego ascendiendo las colinas, atravesando el territorio Gorrion. Lo que ven es, basicamente, piedras, lodo y aguas pantanosas... o sea, una miseria inhumana. Es impresionante pensar que han logrado sobrevivir por siglos en este lugar. Solo Kuni ha visto algo semejante, en los yermos de su propia familia, pero es distinto. Alli la magia fue la causante de un terreno totalmente desierto. Aqui, es la naturaleza quien no coopera con los Gorrion. Donde no hay rocas, hay pantanos que la humedad constante, mantiene como lodazales apestosos. Llueve 2 dias de cada 3, y cuando Amaterasu muestra su cara, la pesadez de la humedad que se eleva del suelo abate un poco a todos.

De vez en cuando, algun sector de tierra fertil aparece, y siempre ven junto a el a algunos heimin y bushi Suzume. Normalmente, los primeros deberian trabajar y los otros vigilar, aunque en los clanes ricos ni siquiera se molestarian en esto ultimo, apareciendo solo para recolectar los impuestos. Aqui, los dos grupos trabajan y vigilan a la par. La unica diferencia es que los bushi tienen su wakizashi en el cinto, pero todos tienen un arma campesina al menos, y todos se ensucian las manos trabajando el suelo... Esta "mezcla" de castas es uno de los rasgos distintivos de los Gorrion, señalan los sensei, los cuales incluso llegan a casarse con sus heimin, aumentando el lazo que tienen con su tierra... Es notable que todos tienen la misma expresion de serena resolucion, incluso los niños. No hay gritos, amenazas ni esfuerzos inutiles, solo trabajo en cooperacion.

Una vez dentro de esas regiones mas pobladas, a no tardar se les unen dos escoltas Suzume. Son bushi vestidos con practicos y elegantes kimonos marrones, similares a los de los ronin pero mejor confeccionados. No llevan armadura, pero desde luego van armados. En sus cinturas, ademas del daisho, portan una extraña arma, similar a un obi de tela con un centro grande. Le llaman Honda... Iuchi la reconoce, es algo que los Unicornio trajeron de las Arenas Ardientes, pero es la primera vez que lo ve fuera de su hogar. Se usa poniendo piedras o proyectiles metalicos en el centro, haciendolo girar y lanzandolo. Aunque no luce poderosa, es facil de llevar, y es evidente la ventaja que supone en cuanto a municiones ilimitadas si se compara con los arcos, más en un terreno rocoso como este...

Los Suzume resultan ser parlanchines y amables, contandoles numerosas e insignificantes historias de los distintos parajes que atraviesan. Sin embargo, tambien se muestran vigilantes con su entorno, explicandose.

-Fuera del camino principal, hay muchos animales peligrosos en estas colinas. No es raro encontrar manadas de lobos hambrientos, los cuales no son tanto problema, pero si por accidente nos metemos en el territorio de un oso, o incluso de algun tigre, lo mejor es alejarse cuanto antes, honorables invitados...

El pomposo Grulla estaba de mal humor. Su senda alternativa, aunque eficiente, habia sido terriblemente sucia... Tenia el hermoso kimono manchado de barro y una expresion de total indignacion. Apenas contenia su rabia para responder con monosilabos a la amable platica de los Suzume, por lo que la mayor parte de la charla recaia en Togo y ustedes. Sin embargo, al oir eso ultimo interviene.

-Correr a donde?? Y como? En estas charcas hasta una tortuga podria alcanzarnos!

Señala una colina cercana.

-Alli estara bien, Doji-sama... Tenga por seguro que los Suzume nos ocuparemos de su seguridad... y de que no sufra mas incomodidades de las estrictamente inevitables... +responde con suavidad y seguridad, ignorando educadamente el tono de Chomei. 

Vaya estreno de característica. A ver si mañana me puedo currar un post, que hoy estoy un pelín liado.

Eres el unico que nota, apenas, a otro bushi Suzume caminando por la parte superior de las colinas, camuflado con facilidad gracias a sus ropas marrones, en el paisaje agreste. Tambien percibes un rastro de matas resecas removidas, de que podria haber incluso mas, pero escapan a tus sentidos. 

Los suzume cuidan bien de sus viajeros... o los vigilan. Es dificil decidirse.

Junichiro miró con suspicacia hacia las colinas, pero no dijo nada; aunque, como a cualquier otro Grulla, le habían educado para ser condescendiente con el Clan del Gorrión y su austero modo de vida, no tenía ninguna razón para desconfiar de los Suzume.

El viaje había sido una tortura para él. Durante el camino, Chomei se había empeñado en "corregirle", enseñándole etiqueta y reprendiéndole continuamente por su falta de cortesía durante su estancia en Jukami Mura; según él, sus formas no eran las que se esperaban de un Grulla, pues incluso un Daidoji debía conocer a fondo las normas de etiqueta del Imperio Esmeralda. A modo de "premio" también le dio unas nociones básicas de iaijutsu; esto último le agradó más, ya que su padre era un Kakita y siempre le había interesado el arte de los duelos, aunque nunca lo hubiese estudiado.

Lo que más le dolió es la decisión que tomó Chomei de evitar las tierras Daidoji a toda costa; aunque la excusa fue que era para atajar, el sabía que lo hacía solo para fastidiarle. Le hubiese gustado visitar a su tía y a su maestro y contarles lo que había vivido, pero eso tendría que esperar a que terminase su misión en las tierras del Gorrión.

 Higetora se sentía extrañamente animado. Le dolían los pies y la espalda, tenía la parte inferior de su hakama embarrado, y la punta de su bastón empezaba a afilarse de usarlo de palanca al caminar. Las agrestes y rocosas tierras Gorrión estaban lastrando hasta el último hueso de su cuerpo. Estaba como en casa.

No podía decirse lo mismo del pomposo azulón que les acompañaba. La debilidad de la vida en la corte se hacía notar en cuanto los sacabas a algo más inestable que un pavimentado camino imperial. Le estaba costando esfuerzo no reírse abiertamente de las afectadas maneras del sensei Grulla, que al parecer había intentado infectar a su Yojimbo. Valiente manera de intentar arruinar a un Grulla de Hierro. No pudo evitar lanzar una mirada de impotente disculpa al bushi Suzume ante los modales del Grulla. - Vuestra devoción a la correcta hospitalidad os honra, Suzume-san. Estaremos bien. - Respondió con un exceso de educación, en parte para evidenciar al arrogante cortesano.

Iuchi mira los alrededores para ver si hay sombras de algún animal, pero no parece ver nada. Solo mira hacia el lado la pequeña Suzue, a quien le ofrece un kasutera de frijoles dulces, un manjar al que ningún niño se resistiría.

Cordial saludo, buen hombre gorrión. Agradecemos sus advertencias y mantendremos nuestros ojos al horizonte y nuestra oreja al suelo para evitar ser sorprendidos por criaturas salvajes. Que arma tan práctica lleva usted al cinto, en realidad se ve de buena calidad y nos vendría bien en un aprieto. Sabe usted de alguien que desee vender o intercambiarla?

El guardia asiente a las educadas palabras de Kuni con una reverencia amistosa. Los Gorrion y los Cangrejo nunca se han llevado mal, probablemente por el origen del clan menor... y tambien por que estos no tienen nada que los guardianes de la Muralla quieran. 

Luego, responde a la interpelacion del Unicornio con calma, al parecer, haciendo caso omiso de la implicacion en las palabras de este con la misma tranquilidad que a la agresividad de Chomei.

-A pesar de no ser un arma comun fuera de nuestro clan, considerando vuestro origen y el largo viaje que hay desde vuestras tierras hasta aqui, estoy seguro que alguno de los mercaderes que actualmente acampan en torno a Kyuden Suzume se sentira honrrado de daros una, Iuchi-san...

Es una lastima que su educada respuesta, no evita las miradas de reprobacion que dirigen los sensei y los demas que se hallan percatado... a Iuchi.

La niña no mira el dulce que le ofrecen amablemente, solo sigue caminando tras Iuchi, con la mirada totalmente ausente. En estos dias de viaje ha sido siempre igual, sin ni una palabra, ningun gesto, ni de queja, ni de alegria. Duerme cuando los demas duermen en donde la dejen, come solo cuando alguien le pone una bola de arroz o un pedazo de pescado ahumado en la mano (nada de platos que requieran palillos, nomas cosas de llevarse a la boca, y solo si se las dan)... Por suerte las mujeres heimin de los pueblos atravesados no han tenido inconveniente en lavarla, sino estaria cubierta de mugre, y aun asi, en estos ultimos dias, su kimono se ha embarrado y gastado mientras atravesaban el territorio gorrion. Actua practicamente como si careciera de todo interes y voluntad en lo que la rodea,... y mas grave, en si misma.

El desliz de Iuchi baja el tono de la conversacion. Acaso pensaran que todos son igual de descorteses? Es dificil saberlo, las expresiones de los Suzume son casi tan buenas como una mascara. 

Poco despues, el camino los lleva a una elevacion menor, y desde su cuspide pueden ver Kyuden Suzume, la capital del Clan del Gorrion. Es totalmente... desconcertante.

Por un lado, si es un palacio, no lo parece. Es una estructura totalmente hecha en piedra, cuadrada y rodeada por una solida muralla del mismo material. No tiene ninguna torre, y sus muros simplemente estan pintados a la cal, con el unico adorno de algunos estandartes marrones del Gorrion repartidos aqui y alla. Domina una colina cercana, una de las mas altas de la region pero aun asi, pequeña. El lugar recueda mas a un almacen militar o un puesto de frontera, que a un palacio.

Por otro lado, a sus pies se extiende una aldea como cualquier otra, ni de lejos lo que se esperaria en un castillo principal de clan. Son simplemente grupos de casas con el mismo formato que cualquier otra aldea pequeña de cualquier lado. No se ven grandes edificios, como mansiones o casas nobles o embajadas. La otra gran diferencia es que aqui parece abundar mas la piedra que la madera como material de construccion, pero es logico considerando el entorno. 

Y sin embargo, los bushi que les acompañan, sonrrien como si volvieran al Tengoku.

Iuchi sabe la vergüenza que acaba de pasar y decide callar y pasar por tonto, que hablar y despejar oda duda. Ahora el y la heimin son los miembros más silenciosos del variopinto grupo.

Acostumbrado a la opulencia y lujo de las tierras Grulla, la visión de la "fortaleza" del Clan Gorrión dejó a Junichiro bastante... sorprendido. Por supuesto, no esperaba encontrar un elegante y fastuoso palacio, pero si al menos una sólida construcción fortificada como las que acostumbraban a construir los Cangrejo. Aquello no podía llamarse "fortaleza" siquiera; parecía más bien una atalaya de gran tamaño. No tenía nada en contra de la austeridad de los Suzume, pero aquello le pareció excesivo. Eran samurai, como ellos; los siervos favorecidos del Emperador. ¿Por que rebajarse tanto, casi al nivel de los heimin? ¿No iría eso en contra del Orden Celestial?

Higetora contempló el hogar de los Suzume con una ceja enarcada y una especie de ¿sonrisa? aprobadora. Los Suzume, en lugar de dejarse detorrar por una tierra que no colabora con ellos, redoblaron sus esfuerzos para aprovechar lo poco que esta les dejaba tomar. Desde luego que no llegaba a las sandalias de una fortaleza Kaiu - nada en el Imperio se igualaba a una fortaleza Kaiu - , pero la perseverencia que se mostraba en haber arrancado un hogar de la fría e inclemente roca hizo sentir a Higetora una especie de hermandad hacia los desfavorecidos Gorriones. Luchar a brazo partido contra lo inevitable y dejar tu marca, esa era una fuerza que Higetora respetaba.

El silencio parecia reconfortarle al igual que los sonidos de las palabras emuladas por quienes viajaban junto a el; Hiroto permanecia junto a su Sensei mirando siempre hacia el frente, el viaje fue agradable y el cambio de trayecto el indicado. Nuevamente todo permanecio en una completa armonia hasta que las palabras de Iuchi le sacaron de aquel trance en el cual se encontraba inmerso.

Miro entre sus cabellos que ocultaban su mirada cabisbaja, y sus manos colocadas sobre sus rodillas le alzaron para incorporarse una vez arrivados a el hogar de los Suzume.

- Sensei - Dijo a modo de solicitar el permiso para observar con mas detenimiento aquel lugar.

Togo respondio con un ligero gesto negativo. Luego miro a uno de los guardias Suzume.

-La aldea no parece demasiado animada por nuestra visita... Una lastima. Sin embargo, sin duda resulta pintoresca. No habra ningun inconveniente en visitarla esta noche, luego de la recepcion, imagino...

El tono en que habla no es una pregunta, a pesar de ser cortes.

-En efecto, Bayushi-sama. +contesta con aplomo el guardia, otra vez omitiendo el pequeño ataque a la aldea. Los Suzume son buenos esquivando.+ Nuestras instrucciones son escoltar a los jueces y participantes al castillo, para las formalidades apropiadas. Una vez sean recibidos por el daimyo, quedaran en libertad de disfrutar de nuestra hospitalidad. Aunque me temo no estemos a la altura de las comodidades que acostumbran en los Grandes Clanes, en algunos aspectos, daremos lo mejor para que su estadia sea placentera.