Partida Rol por web

Mientras Daidoji va por Togo-sama y los guardias, el resto caminan despacio por el otro corredor, acompañando a Setsuko a su habitación, la cual comparte con el juez Escorpión dicho sea de paso. En el camino pasan junto a las silenciosas cocinas y almacenes, para luego abrir la primera de las piezas destinadas a los invitados importantes.

No es demasiado diferente a las de los mismos competidores, quiza ligeramente mas grande y ornada, pero por lo demas sigue el mismo patron funcional y adusto que caracteriza a los Suzume. Yugoki-sama ayuda a la joven Setsuko a sentarse en su futon, mientras los demas se acomodan y esperan el regreso del Grulla con el Magistrado.

Setsuko se acomoda pero no por eso se ve mejor de lo que estuviera antes y no se trata de un asunto de dolor por sus heridas, de hecho se había puesto un poco colorada y molesta, se notaba en su rostro, contrario a lo que se dice de muchos escorpión a ella se le notan las emociones a flor de piel y eso le había granjeado muchos malentendidos, algunos la odiaban de corazón y otros... 

Suzume-sama, dijo con un tono un poco áspero comparado al que siempre se había permitido con él, con todo el respeto del mundo, suspiró profundo para continuar, permita que atiendan sus heridas, no repare más en mi, yo me encuentro bien, en cambio usted... se mordió el labio casi haciéndolo sangrar y los ojos se le aguaron un poco. Desde que lo encontré en el Dojo supe que estaba herido, el tono había subido un tanto de volumen, por los Kamis permita que Kuni-san y que la muchacha Suzue le asistan.

miró a sus compañeros pidiendo ayuda.

No sea terco, por favor, eso lo dijo con la cabeza gacha y solamente para él.

Cuando llegue Togo-sama podemos aclarar todo... no había dejado de pasar colores la mujer, se sentía impotente al no saber como curar al gorrión y cada segundo en las que él tenía las heridas abiertas eran una agonía para ella. 

Guardó silencio, con la mirada puesta en el hombre herido, y se acerca muy lentamente, con una parsimonia digna de quien conoce los códigos del protocolo  y se quedó al lado de Suzume-sama.

- disculpe... pero.. déjeme sanarlo Suzume-sama... apenas termine podrá seguir... atendiendo a Setsuko-sama, - miró sus heridas. pero rehuyó de sus ojos, el hombre necesitaba tratamiento cuanto antes.

El joven samurai mira a Setsuko y luego a la joven heimin, frunciendo algo el ceño. Verdaderamente no son tan graves como parecen sus heridas, o al menos asi las siente, comparadas con las de ella... Desde luego, podria ignorar facilmente las palabras de Suzue, a pesar de que estas son formuladas en un tono directo y sencillo bastante enternecedor. Pero bueno... ya habia terminado ese asunto. Y si ya no podian hacer mas por la joven Shosuro, e incluso esta insistia tambien con lo mismo...

-De acuerdo...+asiente, y coloca la mano sobre la cabeza de Suzue, dandole un par de palmaditas suaves y tranquilizadoras, como un padre a una pequeña, aunque realmente no debe haber mucha diferencia de edad.+ Pero puedes vendarme aqui mismo. No hace falta apartarme de Setsuko... -san. 

Al decir esto vuelve la vista a la mencionada, y le regala una sonrisa beatifica, aceptando la ayuda que ambas le ofrecen. Lo mismo que dejando patente el deseo de no abandonarla. 

A la espalda del Suzume, de pie con los brazos cruzados, Higetora hizo rodar sus ojos en sus cuencas. Para ser el hijo de un daimyo no parecía muy sagaz. Sin embargo, no hacía mucho que Higetora había tenido la edad del joven. Sólo cabía esperar que la edad instalase una saludable dosis de cinismo al entusiasmo juvenil de Yugoki. - Siento curiosidad. ¿Cómo empezó la reyerta? - preguntó, dejando la pregunta abierta para ambos.

Sonríe cuando le ponen la mano sobre su cabeza, y acarician su cabello, hacia tiempo que no recibía una muestra de afecto tan genuina, aunque fuera impersonal aún, para ella era un gran regalo que hizo que sus mejillas se sonrojaran, y con mayor felicidad y entrega se dispusiera a tratar las heridas del joven, apartando las ropas  en donde la espada lo había tocado, y comenzó a limpiar con esmero, trabajando en silencio y solemnemente, como lo hizo antes, era rápida, no dudaba de lo que hacía, debía curar y ese era su fin.

Pasó las vendas por las heridas con cuidado, y sin apretar y al terminar, se apartó un poco, aún de rodillas y con sus manos en su regazo, se las había limpiado con una tela que había sacado, y se quedó con ella para no manchar sus ropas. Ya ambos samurais estaban tratados por ella y esperó la orden de quedarse o irse, aunque también tenía curiosidad por lo que aquel joven contaría...

Mientras Suzue atiende a Yugoki, Daidoji regresa solo, a tiempo para oir la respuesta a la pregunta de Kuni.

-Fue muy simple realmente. +contesta en tono pausado, mientras se mueve lo justo para facilitar la labor de la pequeña heimin+ Al ver la herida de Ide-san, solo pude pensar que un guerrero competente tenía que ser el responsable, lo mismo que antes había imaginado con Iuchi-san. No muchos fueron convocados a este torneo. Desde luego puedo descartar a mis guardias, son todos de confianza y otro tanto con mi propia persona. Usagi-san no ha aparecido para cuestionarle, pero en lo que había exhibido sus habilidades eran bajas en ese aspecto. Luego, por lo que aprecie, Daidoji-san es mejor arquero que espadachín. Esto solo dejaba a Saemon. 

Cuando Suzue termina, vuelve a acomodarse el kimono, mientras le regala otra sonrisa por su atención. Enseguida continúa su pausada explicación.

-Lo encontré en el templo, rezando frente a la imagen del kami Akodo. Eso me hizo sospechar fuertemente, y de inmediato le pregunte si tenía afiliación con el clan León. Luego me pidió que habláramos en el dojo. Allí me confeso que sí, que había servido en esas fuerzas, aunque nunca perteneció al clan. Pero admiraba mucho a alguien que sí lo había sido… Me disculparan si omito esa parte. Fue un asunto del pasado, muy triste y personal. Basta con decir que lo motivaba la venganza, y el hecho de sabotear esta importante competencia, para humillar a mi familia. Al verse expuesto, ya no tuvo motivos de seguir fingiendo. Lo demas, lo presenciaron ustedes. Setsuko y Hiroto-san intentaron intervenir, hacerle entrar en razon, pero en cambio los ataco. Luego llegaron Daidoji y Kuni-san...

Suspira profundamente, mientras su rostro retorna a la seriedad, incluso tristeza, mirando el vacio.

Las palabras surcaron el aire mientras la escena anterior aún quedaba en la retina, se mantuvo en silencio por al menos dos minutos cavilando el sin fin de motivos y tratando de hilar los comportamientos de todos los presentes, finalmente las palabras de Yoguki parecieron aclaran o dar brillo a tanta oscuridad pero aun así dentro de Hiroto las mismas no eran más que una excusa o quizás verdad absoluta. Camino unos pasos acercándose al grupo dejando detrás el cuerpo de Saemon, no pudo evitar echar una última mirada hasta colocarse junto a los demás.

-Puede que fuera así pero… - quedo mudo mirando a Setsuko donde rápidamente volvió su vista hacia el patrón de la residencia –Hizo bien, pero aun no termino de comprender- intentaba por todos los medios analizar tantas cosas en tan poco tiempo que terminaban por enredarse aún más, al igual que una cigarra en la tela de una araña.

Junichiro asintió. Él también habia sospechado de Saemon en cuanto vio la herida que le habían provocado al Ide. El ronin se había delatado él solo con aquel acto, porque había poca gente en aquel sitio que tuviese fuerza y maestría suficiente para dar un tajo así. Y en cuanto a las intenciónes de Saemon, los Suzume habían sido antes del clan Grulla, y Leon y Grulla no tenían una historia de relaciones positivas, precisamente. Así que probablemente se tratase de algún tipo de venganza ancestral.

- No he podido encontrar a Togo-sama -comentó el Daidoji cuando Yugoki terminó de hablar- Los guardias dicen que lo vieron entrar en el edificio principal

- Ire a buscarle yo Daidoji - Expuso Hiroto mientras se disponía a salir - Volveré con Togo-Sama cuanto antes – dicho esto el Escorpion salió del lugar tras una última mirada, tendría el camino y el tiempo para ver si lograba identificar algo en los dichos o las palabras hasta ahora que pisaran esa piedra floja del castillo.

No obstante, antes de que Hiroto se aleje demasiado, Togo-sama aparece en la puerta del kyuden. Mira de inmediato en vuestra dirección, y se encamina. Al parecer los guardias le habrán informado de que lo buscaban. Sus pasos son firmes y solemnes, sin prisa.

Pasa junto a los dos jóvenes y entra en su cuarto, ahora temporalmente enfermería. Observa a los presentes sin decir palabra durante breves momentos, para después comentar en tono suave.

-La noche se ha vuelto muy roja. Yugoki-san, haz el favor de venir conmigo. Creo que debemos hablar con tu padre sobre lo sucedido.

Luego mira a los demás. Ignora a Suzue, centrándose en los jóvenes bushi que forman parte de la comitiva.

-Bien. Tal parece que han… cumplido las expectativas. Hiroto, quédate con Setsuko hasta que regrese. El resto pueden ir a descansar. Mañana hablaremos.

Yugoki-san abre la boca, intentando protestar, pero simplemente comprende que no procede. Debe obedecer. Es lo que todas las normas dictan.

Sin embargo mira entristecido a Setuko. Aprieta su mano con fuerza.

-. Duerme bien y recupérate. Mañana a primera hora vendré sin falta a verte.

No dice nada más, pero el tono es más que elocuente. Separa los dedos poco a poco de la piel de la joven Escorpión y se incorpora. La atención de Suzue ha sido buena, y lo hace sin la menor señal de dolor o molestia por sus heridas, mirando a Togo-sama para irse.

- Os acompaño. A fin de cuentas, he sido yo el que ha dado muerte al ronin, y quiero dar mi versión de lo ocurrido -respondió el Daidoji. No se le olvidaba el hecho de que el Escorpíon había intentado inculparlo, y no iba a relajarse porque Saemon estuviera muerto. Tenía que ser precavido.

- Suzue, quédate junto a Setsuko-san y cuida de que se recupere.

Setsuko no había pronunciado mayor palabra, desde hace un buen rato, su mirada estaba fija en el gorrión escuchando cada una de sus palabras, recorriendo sus heridas y atenta a los cuidados de Suzue como si vigilara la cosa mas preciosa...

No notó la entrada de Togo-sama, en cuanto este se pronunció ella hizo una inclinación para saludarlo, no objeto nada, no dijo nada pues realmente nada valdría poner reparos a que Yugoki se presentara ante su padre, solo rogaba que todo saliera bien, que se esclarecieran las cosas que no hubieran mas heridos o muertos.

El apretón en su mano lo sintió tan cálido que casi no se pudo soltar, pero rápidamente recordó cual es su lugar...

Dormiré, pero no descansaré hasta que todo no este solucionado. levanto el rostro y con una sonrisa se despidió del gorrión. Espero con ansias la llegada del sol, estoy segura que mañana será un mejor día para todos.

Daidoji-san agradezco mucho su ayuda y la de Suzue-chan- había tratado duramente a la muchacha en estos días pero no era nada personal (la fuerza de la costumbre y de las jerarquías sociales), sin embargo el hecho de que curara y cuidara del Suzume le iba granjeando su simpatía- No se preocupen por mi, por favor permita que la joven descanse también, hoy fue un día largo para todos. Rogare a los kamis para que todo vuelva al orden y se aclare la situación. 

Acato las palabras de Togo-Sensei mientras tomaba lugar en aquella habitación, sentado a un lado de Setsuko quien había expuesto aquellas palabras. Cada instante la situación se volvía a desbaratar pero ahora con los pocos argumentos y suposiciones podía encarar algo más o menos escueto, miro a su compañero por unos segundos pero rápidamente sus pensamientos se adentraron en sus recuerdos de todo lo ocurrido hasta el momento.

Si servia de algo quizás el detalle pasado por alto podría traer la respuesta y aclarar lo que allí había ocurrido – Deja de hablar y descansa Setsuko-san- comento sin faltar el respeto - 

El grupo se divide nuevamente, aunque por fin puede decirse que la dura jornada va terminando, y algunos incluso pueden entregarse al descanso. 

Setsuko y Hiroto, como así también Suzue, se quedan en la habitación. Los otros dos acompañan a Yugoki-san y Togo-sama, dado que fueron los más activos en la lucha contra Saemon.

Afuera las nubes espesas, casi eternas, de las tierras Suzume se alivian. La luna asoma de cuando en cuando, regando la noche con su blanca luz, tan apropiada a estas circunstancias. En el patio, etas y guardias trajinan. 2 cuerpos en una sola noche y 3 en el día. Una fiesta convertida en una tragedia digna de un teatro.

Y ninguna luz real, tangible, para entender lo sucedido. Solo reflejos e imágenes de lo que pudo ser. Nada más.

En la habitación, Suzue regresa los implementos a la caja, mientras los dos Escorpiones se miran. Su papel suele desarrollarse en las cortes. Pero hoy las armas que les tocaron enfrentar, fueron mucho mas tangibles.

Los 4 vuelven al centro del kyuden. En la sala principal y sentado en su modesto trono, les espera Kashira-sama. A su lado esta Suzume Nana-sama, la cual se muestra seria y preocupada. Mira a Togo-sama con indisimulado desprecio.

Otros dos presentes son Mukashino-sama y Chomei-sama, los cuales parecen algo fatigados. Del anciano daimio retirado se entiende, pero del Grulla es curioso, ya que no hace mucho, cuando miraban el cuerpo de Ide-san, estaba normal. Aunque quizás la experiencia fue algo mucho para su delicado estómago.

Una vez todos saludan, Kashira-sama habla despacio, con una sorprendente escuetez en un hombre habitualmente fluido. Pero la seriedad del asunto parece haberlo moderado.

-Deseo saber… cual fue la causa, de todas estas tragedias, lo mismo que el papel que cada uno de vosotros jugara en su reciente conclusión. Sin rodeos ni palabras suaves, por favor. Hablad.

-Permíteme empezar, padre. +responde el primero+ Fui yo quien sospecho de Saemon, al ver las heridas del fallecido Ide-dono. Fui yo quien decidió cuestionarlo directamente, convencido de la inocencia de los demás posibles sospechosos.

Habla con fuerza, sin trabas en su lengua, ni alzar el tono. Simplemente relatando los hechos.

-Lo encontré en el templo, rezando frente a la imagen del kami Akodo. Eso me hizo sospechar fuertemente, dado que como bien sabes, desde hace tiempo no tenemos buenas relaciones con el clan del León, y de inmediato le pregunte si tenía afiliación con ellos. Me pidió que habláramos en el dojo. Allí me confeso que sí, que había servido en esas fuerzas, aunque nunca perteneció al clan. Pero admiraba mucho a alguien que sí lo había sido… Matsu Isako.

Hace una breve pausa, alzando la vista a Kashira-sama, quien asiente apenas.

-Entonces, no hay mucho que añadir. Claramente lo motivaba la venganza, y el hecho de sabotear el evento, para humillarnos y causarnos problemas. Una vez expuesto, ya no tuvo motivos de seguir fingiendo y empezamos a luchar. Allí  fue que Setsuko y Hiroto-san aparecieron, e intentaron detenerlo razonando, pero en cambio también los ataco. Ambos estaban desarmados… una cobardía total. Por suerte, cuando ya temia por la vida de ellos, fue cuando Daidoji y Kuni-san llegaron y acabaron con Saemon. Esta es toda la verdad de mi parte, con los kami por testigos.

Junichiro hizo una respetuosa reverencia al daimyo Suzume antes de explicar su versión de los hechos

- Kashira-sama, Higetora-san y yo estábamos buscando al ronin Saemon para interrogarle acerca de lo sucedido, cuando mi sirviente vino corriendo a decirnos que Saemon estaba atacando a vuestro hijo, a Setsuko-san y a Hiroto-san. Corrí lo más rápido que pude para recoger mi arco de mi habitación y me encaminé hacia el dojo, donde vi a Hiroto-san forcejear con el ronin. Disparé dos flechas; la primera falló, pero la segunda le acertó en el corazón, matándolo en el acto. Vuestro hijo nos explicó más tarde que Saemon le atacó en cuanto le manifestó sus sospechas acerca de su implicación en los desgraciados asesinatos que han tenido lugar.