Partida Rol por web

 - Quizás nunca hubo ningún ronin. Quizás solo falsas cartas de amor... y una trampa. 

Junichiro siguió avanzando. Le hubiera gustado pararse a hablar, pero cada vez estaba más oscuro y la antorcha se apagaría en cualquier momento. Tenían que encontrar al niño cuanto antes.

El Kuni arrugó la nariz ante la pregunta de Anzai.- Hasta donde alcanza mi conocimiento, no se ha dado el caso, Mantis. Son criaturas vanidosas, que se aferran a un lapso de belleza pasajera y se van renovando. ¿Es posible? Todo es posible en esta vida. ¿Es probable? Lo dudo. Jamás ha habido testimonio de una de esas criaturas llevando piel de hombre encima.

Higetora se encogió de hombros. - No, lo más probable es que una niñata estúpida se dejase engañar por un buscavidas, le hubiese dado todo lo de valor que tenía, y el saco de inmundicia le diera unos merecidos azotes por estúpida y la dejase llorando en el bosque, donde la arpía se habría aprovechado para un inesperado festín y un cambio de piel. - se ajustó la jingasa y la bolsa de pergaminos.- O bien, el Ronin llegó para ver a la víctima de su timo despellejada y medio roída y salió huyendo. - esbozó una sonrisa sin humor. - En ambos casos el universo sale ganando con una idiota menos.

-No quisiera entrar ahora en una discusión teológica, pero la pérdida de un siervo del Emperador nunca es beneficiosa ni tolerable, aunque no posea una inteligencia brillante, Kuni-sama.

El bushi Fénix parece algo incomodado por las palabras del Cangrejo y aunque le permite cierto margen para palabras poco educadas, esta vez no ha podido evitar decir algo.

-Creo que lo único que se puede afirmar con vehemencia es, que de tratarse, como decís, de una bruja de pantano, el librarse de ella sí que sería conveniente para el universo. La decisión de si éste requiere de los incautos no nos corresponde.

Se vuelve a centrar en vigilar la espesura antes de concluir.

-De todas maneras, las conjeturas no nos van a llevar a ninguna parte, mejor que nos centremos en las piedras que pisamos y no en las que hacen ruido más adelante.

El cuarteto continua su busqueda adentrandose en el bosque más y mas... Ya seria muy dificil para cualquiera, salvo el daidoji y tal vez el kuni, regresarse, pues el Señor Luna apenas es visible entre el espeso follaje y vegetacion que atraviesan...

Al cabo de poco tiempo sin embargo, dan con otro hilo de agua, aunque este discurre sobre tierra, en lugar de entre las piedras, y sus orillas estan despejadas...  Antes de decidir nada, ven una figura que se mueve en las sombras al otro lado del riachuelo.... Una voz suave, un tanto asexuada, los interroga entonces desde bastante mas lejos que lo que permite ver la antorcha y la luna reunidas.

-Tarde es para ir de caza, samurais, y el camino esta lejos si son viajeros perdidos... Que los trae por aqui?

 Junichiro clavó la antorcha en el suelo y preparó su yari. Habría preferido el arco, pero no se puede disparar a lo que no se ve

- Nuestros asuntos son solo nuestros. Salid a la luz para que podamos veros, y entonces quizás podamos hablar

El joven bushi creyó que con las palabras del Daidoji bastarían y no había que añadir nada más. Avanzó unos pasos colocándose frente al shugenja, aunque a uno de sus lados, para que el Kuni pudiese ver y actuar por encima del hombro de Bankunaruchi y éste a su vez pudiese cubrirle y defenderle si hacia falta.

Sin duda poca gente se atrevería a hablar de ese modo arrogante a un grupo armado de samurai dentro del Imperio, y más sin presentarse y mostrarse, así que el bushi Shiba estaba lleno de desconfianza y recelo hacia el interlocutor.

Una risa serena, cristalina y extraña, se oye en las sombras. No proviene del mismo lugar que antes, pero es la misma voz.

-Jajajaja...seguramente... no. +Seguidamente, se torna más bajo su tono, más serio+Este es mi bosque, bushi, y los que entran en el son mis invitados, asi que como tales deben responderme. De lo contrario, no puedo garantizarles nada... ni tan siquiera un regreso a salvo. Contesta, que estan haciendo aqui a estas horas?...

 - Un espíritu... - pensó Junichiro. Había oído hablar de espíritus en los bosques que tomaban formas de animales; criaturas misteriosas y tramposas, pero en ocasiones también benevolentes. ¿Debía responderle? Tal vez fuese una trampa, pero el tiempo apremiaba, y la criatura podría impacientarse si no contestaba. Junichiro relajó la pose y respondió a la voz

- Buscamos a un niño perdido, espíritu. No deseamos ningún mal ni a ti ni a tu bosque.

Higetora entrecerró los ojos, atento a cualquier posible señal de engaño por parte de la criatura, mientras sus dedos entrenados reposaban sobre el pergamino de plegarias purificadoras dentro de su bolsa. Se lo sabía de memoria, cada pequeña desviación en las pinceladas y cada pequeña irregularidad de los pliegues, pero se había acostumbrado a su contacto.

-Ahh, un niño perdido... El hijo de un importante noble, tal vez?... La niña de un embajador? jaja.. quien tan importante ha perdido un niño, para que... mmm.. si, cuatro bushi se internen en la espesura, de noche y solo con unas antorchas, a buscar? Pregunto...

La voz parece algo desvariante, y continua moviendose. Esta vez parece venir casi por detras del grupo, pero sigue manteniendo su distancia, muy lejos de la luz.

- No creo que importe demasiado de quien sea hijo, pero si te interesa, es el hijo del maestro carpintero del pueblo de al lado. Si dices que este es tu bosque, tal vez sepas donde se encuentra.

Estaba jugando con ellos. Parece que las historias que le contaron de pequeño no exageraban acerca del carácter caprichoso de los espíritus.

Bankunaruchi va pivotando alrededor del shugenja no dejándole nunca descubierto pero sin estorbarle para actuar a libertad, tal y como le han enseñado en su escuela. Sigue sin desenvainar su arma, ya que podría considerarse una ofensa, pero la mano no se aleja de su daisho, de todas maneras.

Le incomoda la situación y aunque intenta disimularlo, la situación le puede. Aquella no es forma de tratar a unos samurais, sea quien sea su interlocutor.

-¿Y quién sois vos y por qué no os mostráis? ¿Por qué debéis ocultaros de unos samurais, siervos, como todos somos, del Emperador? ¿Qué oscura razón os mantiene en la oscura espesura? Mi nombre es Shiba Bankunaruchi, ¿con quién estamos hablando?

-Ah, tal vez, talvez...+murmura otra vez la voz, que ya ha completado mas de la mitad de un circulo en torno al grupo, a lo que contesta el grulla... Luego se escucha a Shiba, y este es prontamente respondido, pero en un tono ya no jugueton, sino molesto+

-Mi nombre es mi asunto, samurai, y hablo como a mi me place... No sirvo a nadie, solo a mis deseos... y ustedes no los estan complaciendo. Tal vez halla visto a lo que buscan. O tal vez solo decida matarlos. Eso dependera de ustedes... aunque la ultima palabra la tendre yo.

Anzai que hasta ese momento habia esperando pacientemente, se habia cansado de tanta palabrería y bravuconada, por parte de un ser que parecía creerse mejor que varios sirvientes del Emperador. Su tono fue directo y sin dudar ni un segundo:

- No se por quien nos has tomado, pero no somos sucios Ronin ni basura a la que podáis chantajear o amenazar. Asi que mide tus palabras, o ten el valor de desafiar el Orden Celestial con tus agravios sin miramientos... - Miró rápidamente al resto, espada lista para lo que pudiera venir.- O sin tanto jodido aspaviento, habladnos bien o provocaréis algo innecesario...

Vaya forma de hablar para ser un samurai de un clan menor... Pensó para si mismo. Y no era la primera vez que el Mantis sacaba a relucir su afilada lengua en el momento más inoportuno. Volvió a esgrimir su yari y se colocó en posición defensiva hacia donde venía la voz; después de tales exabruptos, era bastante improbable que la criatura se mostrase diplomática. Pero antes tenía una cosa que decir a sus compañeros.

- Hablando de cosas innecesarias, samas, creo que toda esta sarta de bravuconadas por su parte está totalmente de más.

Junichiro era un bushi, no un shugenja, pero hasta él sabía que hay que tener el adecuado respeto a los kami y a las Fortunas. Sea como sea, habían logrado enfadarlo. Pero le preocupaba más el como de enfadado estaría el espíritu.

Ajeno a las palabras de los Bushi, Higetora murmuraba silenciosamente una plegaria de comunión con los Kami. Era un rezo sencillo, que estimulaba la percepión sobrenatural propia de los Shugenja hacia los espíritus. Con recogimiento y humildad, Higetora planteó una pregunta sencilla a los Kami.

Bankunaruchi estaba algo intrigado con la situación, ya que sabía lo necesario de teología para entender que hasta los espíritus honraban al Emperador ya que ésa era su posición en el Orden Celestial, a no ser que fuese un espíritu de una más alta categoría en éste  o que quedase fuera del Orden. De todas maneras las palabras del samurai Mantis habían estado fuera de lugar, al igual que su arranque de ira, así que intentó suavizar la tensión.

-Disculpa nuestras palabras rudas, pero nuestra misión es importante y, por encima de todo, urgente. Entended que algunos estemos nerviosos y no nos lo tengáis en cuenta.

Si el shugenja confiaba en el interlocutor invisible, no había razón para que el bushi Fénix no lo hiciese, así que retiró la mano de su daisho.

-¿Podríais ayudarnos en nuestro cometido?

Anzai suspiró, desde que ocurrió lo del almacén, habia estado irritable, melancólico, sujeto a cambios de ánimo que no le acababan de gustar. Debia tener eso en cuenta la próxima vez, casi habia comprometido la misión de sus compañeros con sus palabras... Su rudeza hablaba por él. Decidió disculparse él en vez de dejar que los otros lo hicieran:

- Disculpad mi ofensa, pensé que érais un ser que pretendía perturbar la paz, siento si molestamos su habitat, marcharemos a buscar al pequeño en peligro lo antes posible. Si fuera tan gentil de ayudarnos a salvarle la vida, le estaríamos eternamente agradecidos... - Dijo intentando ser cortés, aunque ya no entendía que podía ser ese ser.- Kuni San, ¿Alguna sugerencia?

Higetora ladeó ligeramente la cabeza hacia Anzai, mirándole sobre su bastón firmemente sujeto. Habló con un gruñido bajo entre dientes, el tono con el volumen justo para que llegase a Anzai y no al espíritu.- Mi primera sugerencia es que cierres esa bocaza, Mantis. Que la Tierra no sienta su Mancha no lo convierte automáticamente en aliado, y esta clase de espíritus son de naturaleza caprichosa a ojos mortales. Sus comportamientos no se rigen por la moral humana ni el bushido. - Higetora observó de nuevo al espíritu, esperando a ver si sus recuerdos de las lecciones de los Toritaka acudían en su ayuda. No sabría como actuar hasta que hubiese identificado mejor al espíritu.

-Primero el shugenja busca entenderme con su magia... y ahora lloriquean como niñas y piden disculpas... +se burla, desdeñosa, la voz... Ya ha trazado un circulo completo en torno a ustedes+... Es una lastima, grulla, que tus compañeros no sepan guardar las formas...

Unos segundos de silencio siguen, antes de las siguientes palabras

-Te dare una oportunidad, sin embargo... No tengo nada contra ti, que incluso pareces entender el bosque un poco... y el cangrejo me es indiferente... Pero los otros... ya que sus lenguas demasiado imprudentes son lo que me ha molestado... cortaselas. Si, cortales la lengua al mantis y al fenix... y los dejare vivir a los cuatro. Jajajaja...

Es dificil determinar que es o que no es la risa...