Partida Rol por web

Tras unos días de relativa tranquilidad, que ha pasado intentando mejorar sus aptitudes para la mecánica y haciendo un poco de ejercicio por su cuenta, ahora se encuentra formando junto a sus demás compañeros de escuadrón y el resto de la IM. Todos ordenaditos y dejando evidente los huecos que faltan por llenar y no precisamente con nuevos. Los nuevos miembros no podrán sustituir nunca a los que han dejado atrás, aunque lo intenten. Bueno, siempre puede darles una oportunidad. De todas formas, todos esos vacíos siempre le recordarán su pequeña derrota dentro de la gran victoria.

También hay un nuevo teniente de inteligencia. ¿Qué se supone que hace ahí? Bueno, ellos sabrán. No es nadie para poner en duda las decisiones de sus superiores. Se mantiene a la espera de la decisión de a quién asignan los nuevos miembros. Quizá no haya ningún nuevo miembro para la Fox pues son los que menos hombres han perdido en comparación a otros escuadrones.

Falken permanecía en posición sin mover pestaña alguna. Nerviosa se mantenía entretenida en sus pensamientos y dudas ¿En que Pelotón caeré?¿Cómo serán los compañeros ... ?... Todo era bastante nuevo y sabía que uno de los compañeros de instrucción, Tesla, había caido en combate en los túneles congelados. Escuchó a los compañeros y sus detalles del combate. Ella quería ser valiente, demostrar su valía y no dejar a los compañeros en la estacada. Ella había practicado mucho con su fusil. Era una buena tiradora, pero no solo es cosa de tener buena puntería. También hay que mantener la disciplina, el valor ante el enemigo y sobre todo ... que la situación no le superase.

Si, tenía miedo, pero su rostro no lo denotaba. Si Tesla era uno de los mejores de su grupo de adiestramiento y había caido, ella tenía que ser mejor. Tenía que seguir a los veteranos y además quiería regresa.

El dolor de cabeza al día siguiente de la borrachera fue épico. A pesar de ello, el Cabo White se las arregló para redactar el informe, bastante escueto, que el Sargento le había pedido. Horas después el Sargento Miller le pidió su opinión para redactar una especie de informe final y allí estuvieron los dos, comparando notas y tratano de hacer memoria, con algunos silencios demasiado largos entre algunos pasajes, debido a que eran momentos claves de la batalla, donde algún compañero había caído y ambos lo rememoraban con un trago. Tragos que se alargaron al terminar el informe y que hicieron que ambos hombres cogieran más confianza.

"Miller es un buen tío, de eso no hay duda...y los tiene cuadrados." pensaba Ethan, de camino a los entrenamientos matutinos con algunos compañeros. Las carreras a primera hora de la mañana para mantener la forma y coger fondo eran agradables, como la ducha posterior. Durante esos días el Cabo, explorador del pelotón, se dedicó a perfeccionar su disciplina de disparo, cada vez a mayor rango. Las horas pasaban y el dedo del gatillo le dolía, pero el entrenamiento valía la pena, pues un disparo a distancia larga, colocado en el sitio adecuado, podía cambiar el curso de una batalla. 

Al alba les indicaron que a partir de hoy el entrenamiento sería más intenso, que tenían que dejar de "hacer el mico" y entrenarse en serio. Así que les ponían de nuevo a "realizar instrucción". El Cabo se alegró, pues la disciplina mantenía a la gente controlada y ordenada. Sin disciplina, hay Caos, y el Caos, en medio del combate, lleva a la derrota. Él era un jugador de equipo, pese a que su especialización era más bien "solitaria". ¿Qué culpa tenía él si se le daba bien aquello?

La presentación de los cuatro nuevos integrantes no le sorprendió mucho, sí que le sorprendió el escaso número de refuerzos, pues la ECO había perdido también varios infantes y no habían allí suficientes para volver a completar la escuadra al 100%. Y menos las 4 escuadras.

"¿Un psíquico? Interesante." pensó Ethan, mirando a aquel hombre con su gabardina. "Hay que reconocer que tiene estilo, la gabardina me gusta mucho.". No había mucho que hacer en ése momento, así que esperó para saber cómo eran asignados aquellos hombres. El teniente psíquico parecía que estaría por encima de ellos, sin asignar a ningún pelotón...el resto, ya veríamos.

Cuando Miller se giró y les dijo que él no sabía nada, él hizo lo propio hacia el resto de compañeros.."Yo tt...ta....taa....tampoco...." haciendo una mueca con la cara...."ppee...peero si poo...podemos elegir....mmm...me....me p..pido al psí....por lo menos con él no t..tt..tendré que hablar..."

Sí, White había hecho una broma. De su tartamudez. Así, en frío. Se giró al frente con una sonrisa.

Y, tras la la tormenta, llegó la calma. Mia vivió tres días inimaginables en aquel frío planeta gracias a Frost. No había mucho que hacer, pero ellos supieron entretenerse buscando tiempo y lugares para verse a escondidas del resto, fingiendo normalidad y soñando despiertos.

En ese tiempo, Mia pudo ver a los médicos de la Federación con más tranquilidad y, gracias a la mediación de Tarcus, pudieron comenzar un tratamiento para las quemaduras que le serviría para que sanasen más rápido y para facilitar la cirujía que tendrían que hacerle en la Tierra.

El tercer día de calma, mientras se terminaba de asear Jhonny la interceptó saliendo de la ducha con sólo la toalla cubriéndola. Y se le dispararon todas las alarmas, pese al cálido y sugerente abrazo de Frost. ¡No quiero que me vea así, no!

- Frost, yo... - Mia introdujo sus manos entre su cuerpo y el de él y le empujó suavemente, separándole - Yo... - ¿Qué le digo? ¿La verdad? ¿Me rechazará? ¿Le miento? ¿Salgo corriendo? - Yo... - Piensa Mia, piensa. ¡Di algo! - ... no es el mejor momento... - ¿así? ¿valdrá? ¿ni mentira ni verdad? - Voy a cambiarme y... y... aprovechamos que éstos no están alrededor por un rato para estar a solas, ¿te parece? - preguntó, sonando menos tensa y rematando todo con una sonrisa. - ¡Ahora vengo! - Añadió tras darle un beso rápido y escabullirse de las duchas.

Le mire con las cejas fruncidas a White y diciéndole:- Pero que dices!, espero que no, cuanto mas lejos mejor, sino seguro se nos fastidiado el suministro de bienes.

Tras los cinco días de descanso estaba claro que no me iban a dejar descansar más y como no nos tocaba rascar frío en el planeta mientras nos presentaban a los soldados bisoños que habían ascendido a infantería pesada. La verdad era que los necesitábamos, pero ya había perdido la noción de cuantos reemplazos nos habían llegado y luego en dos días habían muerto.  Pero ya empezaba a pensar en las carreras que nos iban a hacer dar cuando todas estas presentaciones terminaran y eso no me hacia poner buena cara. Joder con correr de un lado a otro, haber si la próxima vez nos dan mas munición que correr nos tocó en la última misión por no tener balas para terminar el trabajo.

Jhonny tambien estaba nervioso, la sangre le bombeaba rápidamente, le embotaba la cabeza y le provocaba mariposas en el estómago. Tanto que ni se percató de que su muchacha estaba intentando buscar una excusa o que volvía a llamarlo por su apellido como cuando estaban en el campo de batalla.

La soltó suavemente, con dulzura, la miró a los ojos - Te espero - respondió, dejándola ir.

Fueron solamente unos minutos, pero parecieron días. Era imposible aguantar la ansiedad sin tener ya otro cigarrillo en la boca, cuando Mía regresó, Jhonny estaba encendiendo el segundo y parecía costarle, su encendedor no le estaba jugando una buena.

Dejó su tarea de lado, colocándose el cigarrillo sobre la oreja y el zippo en el bolsillo de la chaqueta.

- Tengo algo especial hoy - habló rápidamente mientras la invitaba a los dormitorios - ¿Vamos? -
Si, volvían hacia dónde ella había estado recién, pero las cosas no tenían porque tener demasiado sentido.

Los cinco días pasados habían sido algo más que interesantes. Estar fuera de batalla y disfrutar de los placers simples de la vida era un buen cambio de ritmo; había muchas cosas nuevas a las que acostumbrarse, sus deberes como Sargento Mayor, la forma en que lo miraban sus camaradas de armas cuando estaba cerca de Mía García, el nuevo y acertado apodo de Antonio Rivas. Aunque, según Frost, la mano de motosierra era impráctica, él había sugerido que Rivas aquiriese una mano cibernética de mayor calidad con una chapa que dijese "RAÚL" junto al escudo de los Guardianes de Sirius. Según sus palabras, los bichos huirían al ver su rifle disparar con esa mano.

Las órdenes de Dorgotiev le llegaron como los rayos de sol de la mañana, sacándolo del dulce ensueño, llevándolo de vuelta al deber y el esfuerzo al que tanto se había acostumbrado. Era tiempo de volver a ejercitar su cuerpo, nunca se había dejado estar desde que tenía memoria, y no sería algo que fuese a suceder en un futuro predecible.

La aparición de los nuevos infantes no lo sorprendió demasiado, tarde o temprano vendrían nuevos compañeros de armas a relevar a los caídos. Nuevos compañeros, nuevos rostros. Sin embargo la asignación del Teniente Cayce de inteligencia era algo realmente nuevo.

El Sargento Mayor Frost escuchó la presentación del Mayor Tsumina con atención y prácticamente sin moverse, la mayoría de los hombres estaban tambien atentos, mostrando el respeto necesario; eso lo puso orgulloso. La batalla afilaba la puntería de los infantes, pero el respeto y la disciplina era lo que los hacía soldados en lugar de una turba asesina.

Sin demora, respondió al saludo del teniente como correspondía a alguien de su rango, incluso si se encontraba temporalmente bajo su mando.

- ¡Es un honor tenerlo en el segundo pelotón de Los Guardianes de Sirius, teniente Cayce! -

No pasó mucho más, el teniente Focker le delegó su primer tarea importante como sargento mayor. Tendría que encargarse de asignar a los infantes recién llegados, cada uno bajo el mando de uno de los sargentos.

- Soldado Winchester... - se dirigió al nuevo fusilero, mientras se llevaba la mano al mentón. Parecía como si titubease, pero en realidad estaba haciendo números en su cabeza. Era muy rápido para las matemáticas y tenía muy buena memoria, lo cual le permitió decidir rápidamente que soldado sería asignado a que escuadrón para suplir las carencias más obvias - ...estará ahora bajo el mando del Sargento Miller del escuadrón Eco -

- Soldado Jäeger, formará parte del escuadrón Fox bajo el mando de la Sargento Ramírez - le informó a aquella mujer de rasgos exóticos.

- Finalmente, infante Larrak - terminó su deber encarando al último de los recién llegados - pasará a ser parte del escuadrón Gatling, reportándose ante el Sargento Llorens -

El mayor Dorgotiev miró a Miller de reojo mientras a en el suelo, aun costado de su escritorio, un muy sudado “loco” Mkoll, hacia lagartijas sin parar, ya nisiquiera las contaba. El mayor rebusco en su escritorio y poco satisfecho, tuvo que llamar a su ordenanza para que fuera a buscar unos oficios mientras le indicaba a Miller que tomase asiento.

El ordenanza probablemente fue a fabricarlos, porque para cuando regreso, ya habían pasado mas de 30 minutos. El mayor no parecio molestarse por ello, probablemente era consiente de que aquello que solicitó, no era facil de encontrar. Con Mkoll aun en su labor, el mayor respondió a la solicitud de Miller.

-Considerelo un hecho sargento. Tiene que llenar este par de formatos. Hagalo y traigalos para que los firme, yo me encargaré de enviarlos. Tenemos planes para ustedes al ser una fuerza elite entre la infanteria movil. Por tanto, va a tener que usar sus vacaciones para el entrenamiento. En cuanto salgamos de esta roca, me aseguraré sea enviado al centro de entrenamiento mas cercano. Que seguramente será en Sirius-. Indicó mientras le extendía los papeles a Miller para que se hiciera cargo de ellos.

Cumpliendo con su deber, el Teniente de 3ra Gary Focker, quien no solo tenia ahora el mando del pelotón, sino que era el miembro mas condecorado del mismo, había indicado el papel que jugaría el teniente Cayce. Muchos pensaban en que capacidades tendría, y como podrían ser usadas en combate, aunque aquello era algo que solo le incumbía al teniente Focker y a los planes tácticos que tenía para el pelotón.

Por su parte, el sargento mayor Frost se hizo cargo de repartir al resto de hombres, Winchester había sido asignado al escuadrón Eco, Jaeger al Fox, y Larrak al Gatling. Con ello, los primeros reemplazos del escuadrón estaban ya informados de su lugar a ocupar y los respectivos sargentos podrían empezar a darles órdenes, y el entrenamiento de aquel día sería quizá una buena manera de ejercer la disciplina y dar a conocer a aquellos recién incorporados, como era el ritmo de trabajo del 2° Pelotón.

-Es todo entonces teniente. Lo dejo continuar. Se que sabrá como sacarle provecho al teniente Cayce. Y no se haga una erronea impresion, el teniente aunque se formó en los servicios especiales, ha servido varias veces en la infantería movil y tiene algo de entrenamiento como infante pesad-. Señaló el capitan al tiempo que miraba a las fuerzas allí reunidas para su entrenamiento. -Hagalos brillar teniente- se despidio el capitan mientras saludaba a los oficiales y posteriormente a la tropa-.

Parecia que, de momento, no tendría asignada ninguna escuadra. En un principio, eso no parecía tener demasiado sentido, pero no iba a contradecir al teniente Focker, pues eran sus hombres y sabia mejor que nadie lo,que hacia falta. Otra cosa será ver el despliegue en la zona de combate.

Frost parecia saber lo que hacia, y asignó a los nuevos en las escuadras, si bien parecía que la fox no había salido tan mal parada como el resto, aunque no sabía exactamente los roles que había perdido cada escuadra y que necesidades necesitaban cubrir. Tan solo podía observar los huecos que habían dejado los héroes caidos.

¡El honor es mío señor! Digo contestando a Frost espero ser de utilidad en esta unidad tan renombrada por toda la federación e intentar ayudar a que no haya sido en vano el sacrificio de tantos héroes que han caído conquistando este planeta.

Al despedirse el mayor, abandono la posición se descanso para volverme a cuadrar, realizando el saludo militar para, acto seguido, volver a aquirir la posición de descanso mientras espero las nuevas órdenes.

Aunque el viento que soplaba era frío, sentaba bien sentirlo, pues acostumbrarse a las bajas temperaturas era parte del entrenamiento. Entrenamiento que no había hecho más que empezar y que, sin duda, no sería un paseo.

Y así fue. Una vez todos asignados y listos, sin apenas tiempo ni para cambiarnos, comenzaron los ejercicios.

Ella primer ejercicio es subir a una colina. Para ello, tenemos que atravesar zonas nevadas que nos llegan hasta las rodillas, por lo que el esfuerzo es francamente enorme para mi. A pesar de haber estado a pie de campo en otra ocasiones, mi entrenamiento principal no es físico, por lo que el sudor rapidamente comienza a caer por mi frente, a pesar del frío reinante. Mi nariz parece un grifo abierto, por donde cae el moquillo teniendo que limpiarme con el dorso de mano a cada momento, lo que hace que mi nariz rapidamente adquiera un tono rojizo.

A pesar del esfuerzo, y con grandes bocanadas de aire, como intentando quedarme todo el aire para mi, logró llegar a la cima. Una vez ahí, intento recuperarme lo antes posible, apoyándome las manos sobre las rodillas y echando el cuerpo hacia delante ufff, la ostia puta, no estoy acostumbrado a esto, no señor....puff

Tras unos minutos de descanso y mientras nos reunimos nuevamente todos, comienzan a impartir las nuevas órdenes. Al oírlas, no puedo evitar levantar las cejas sorprendido no jodas. me van a dar mas ostias que a una estera comento con un murmullo mientras miro al resto de soldados, todos ellos unos putos animales que sin duda entrenan masticando piedras.

Negando con la cabeza, me pongo a ello, haciendo los ejercicios lo mejor posible. Lo más increíble de todo, es que con tanto ejercicio físico, no logro concentrarme al 100%, y eso, a parte de contrariarme, me gusta, pues va a hacer que me curta y aprenda a sobreponerme al esfuerzo físico para poder tener acceso pleno a mis capacidades mentales.

Al finalizar todos los ejercicios, estoy completamente exhausto, pero contento de haber podido acabar el primer entrenamiento, cosa que no si podré decir del resto de ellos. Tumbado sobre la nieve, boqueando como un pez fuera del agua, sonrío mientras miro al cielo.

Las noticias corrian y la batalla en galdonia ya corria por varios puntos, la ultima batalla habia sido cruel y aun no sabia como estaba aqui y enterito.

El culo se le estaba congelando y estos trajes no eran suficiente para calentar todo lo que deberia, pronto los tendria pre-pubertad. Finalmente cuando empezaron a repartir a los recien llegados, pero aun no se podian mover. Eso lo congelo aun mas.

Señor!, entendido, señor!

Ya tenia unidad y deseaba entrar donde fuera para calentarse nuevamente y conocer la unidad...que unidad era? bueno la que el resto no vaya...asi que tendria que prestar atencion.

El explorador se mantuvo firme y en silencio durante toda aquella ceremonia. No había hablado demasiado desde su paso por el loquero, y era difícil determinar si estaba más calmado. Nunca había sido extremadamente nervioso (salvo por aquella pérdida de cordura momentánea en el Fuerte), pero desde luego se quejaba menos del dolor de cabeza. Si por que le dolía menos, o por que no se atrevía, aún no lo había aclarado. 

Allí había carne nueva, aunque el Mayor Okaka decía que eran veteranos. Pero, en lo que respetaba a los escuadrones, eran "los nuevos". Aún tenían que probarse. Cuando el refuerzo, aquella exploradora, fue asignada al escuadrón Fox, Mkoll la miró sin ningún disimulo, con ojo crítico... Casi casi como si la estuviera apuntando con su rifle y evaluándola. Aunque, tras unos segundos de "análisis", dejó estar aquello. Finalmente, y tras saludar todos de nuevo al teniente, tocaba entrenamiento.

Aguantó bien físicamente, aunque debía reconocer que en los primeros momentos del entrenamiento la velocidad no fue para nada su fuerte. Probablemente se le notaba el estar parado, o puede que fuera algún efecto de lo que sea que hicieran los loqueros con él. Los entrenamientos de movimientos y resistencia física encima de la colina también fueron bien... No así el de resistencia mental. Pero pocos de los que sabían lo que había ocurrido en los túneles podían culparle por aquello. 

Cuando Frost designó a Larrak a la Gatling le extrañó. ¿Otro explorador? Ya tenían a Vandel, que aunque era un poco callado... bueno, cumplía. Quizás Frost en sus números había visto excesiva artillería -aunque para Stukov nunca había un exceso de artillería- y quería algo mas de movilidad. Miró a Llorens de reojo, volviendo a cuadrarse para recibir al novato.

Ya tendría tiempo para preguntarle si fumaba o no, y la duda más importante... si Frost seguiría con ellos o marcharía con otra unidad al ser Sargento Mayor. Porque si se marchaba, les haría falta otro técnico. ¡Que coño! Frost le caía bien, no quería a otro maldito ingeniero.

Se llevó la mano a la frente para saludar a Larrak cuando se acercó, dejando que fuera Llorens quien le diera la bienvenida a la Gatling. Y eso sería lo último tranquilo que harían, por que por las palabras de Tsunima, les iba a tocar sudar la camiseta aquella misma mañana.

Frost nos asigna al explorador y seguro tendrá su motivo, después de todo tiene un arma que dispara desde más lejos que las nuestras y eso nunca puede venir mal. Espero que se acerque y lo saludo cordialmente sabiendo que pasará a ser parte de nuestra unidad y por ende alguien del cual todos confiaremos nuestras vidas si la situación se da. - Bienvenido soldado Larrak, el señor a mi lado es el Cabo Stukov y también nuestro zapador, el resto de la unidad se presentará cuando rompamos filas. - Le indico que se sume a la fila a un costado de García que está en la punta y ya ni me molesto en saber a quien mira, es un secreto a voces o quizás a gritos.

Enarco una ceja sorprendido al ver que el cerebrito usó un arma alguno vez. ¿Será? Pero la duda la borro rápidamente de mi cabeza al recordarme de donde vino la afirmación, si Tsumina lo dice es ley. - Cabo. - Le indico a Stukov para que los pare en formación al escuadrón y hago lo propio tomando la postura firme y saludando con respeto al guerrero que nos despide y espera muchas cosas de nosotros. Espero un momento para que Focker nos de las siguientes ordenes al grupo y ver como seguirán los días venideros en base a ello.

Al llegar el Sargento Mayor se cuadra y saluda inmediatamente. Le choca la mano y regresa al saludo. - Enterada Señor. Escuadron FOX.

Al marcharse continúa con sus pensamientos, con lo que querrá hacer en futuro. Tenía que adistrarse si no quería terminar como su antiguo compañero. Tenía que ser la mejor tiradora y tenía que mantener los nervios frios y poder no meter la pata como otros. Tenía que dar el callo. Tenía que conseguirlo y no morir en el intento.
 

Brocheta estaba tranquilo, lo que podía después de esa batalla a la que se iba reponiendo tras esos cinco días; pero el hecho de que presentaran a un miembro de la "Inteligencia" por llamarlo de alguna forma no le gustaba, y antes de que pudiera preguntar a Miller, este ya les contestó.

-A lo mejor ahora se lo curran más -susurró a sus compañeros de pelotón mientras se cruzaba de brazos. Nuevos refuerzos para sus compañeros, pero había que ver como quedaría la cosa. Escuchaba los comentarios de Rodriguez y no pudo evitar sonreír- Si nos quitan la cerveza, ya no habrá nada por lo que luchas -dijo divertido.

Buscó con la mirada al tal "Winchester" para explicarle como iban las normas de convivencia de la ECO. Venía a ser "la cerveza es sagrada", y poco más.

Manteniendo la posición de descanso, Hightower ve como les colocan a la infante Jäeguer - Joe tiene cara de estar tan loca como nuestra sargento, con que sea la mitad de buena hará buenas migas en la unidad. - Dice algo alto para que la sargento de la Fox le escuche mientras sonríe. Saludó cuando la nueva infante se colocó entre sus filas y luego saludó al Mayor cuando los despidió.

Los saludos dejaron poco tiempo, Focker comenzó a ponerlos tarea de ejercicios para mantenerlos activos. Aquel hombre iba a conseguir destrozarlos antes de llegar a enfrentarse de nuevo contra los bichos. El artillero lo agradecía, el cansancio le quitaban las horrorosas imágenes de las batallas y los compañeros desmembrados. Allí arriba comenzaron de verdad los ejercicios de combate, tenían que limpiar sus cuerpos y sin duda aquel maldito cabrón sabía bien como hacerles sudar.