Partida Rol por web

Mia se mantuvo firme y en silencio durante los discursos de sus superiores. Estuvo atenta a las palabras de todos ellos, en especial las de Tsumina, al que cada día valoraba más por su habilidad para el mando. Es un ejemplo a seguir. Además, adoptando de nuevo una actitud marcial evitaba que los chismorreos sobre Frost y ella, cada vez más extendidos, tuviesen más argumentos: desde aquel mismo día, se dijo a sí misma que volvería a comportarse de acuerdo a la imagen de mujer fría que se había elaborado (lo que no era difícil, pues en el fondo lo era).

El nuevo infante asignado a la Gatling formó a su lado por orden de Llorens. Va a ser un buen sargento, sin duda. Y Stukov como cabo... veamos. Al romper filas, se presentó: Larrak, ¿verdad? Mia García, Consejero Táctico del escuadrón. Bienvenido a la Gatling.

¡Marchando!

Gatling, ya escucharon al Cabo pero ahora me escucharán a mi, el peor de la unidad limpiará los baños por una semana y si quedamos últimos todos limpiarán Galdonia hasta que no le quede nieve encima.

- ¡Sí, mi cabo! ¡Sí, mi sargento! - Replicó Mia, disciplinada, a las órdenes de Llorens y Stukov. Esos hombres lo habían dado todo por ella y la Gatling y, aunque eran camaradas, se merecían que se visibilizase un trato de respecto hacia ellos delante del resto de escuadrones para que nadie se equivocase y pensase equivocadamente que eran unas novatos venidos a más, especialmente entre los nuevos reclutas. 

La Soldado de Primera lo hizo lo mejor que pudo, aunque a la hora de correr la pierna aún se le resentía de la toma de la colina de fuego . En cambio, se sintió mucho más cómoda en la cima. Pronto volveré a estar en plena forma.

Quedaba tranquila tras la bien venida del cabo y cuando va a preguntarle por el Sargento de la FOX salta él mismo dando órdenes. No tarda en cuadrarse y en salir disparada con la voz del Sargento Miller su su versión de la motivación.

En la segunda parte de la carrera tropieza y termina con los morros por los suelos. Por la verguenza, se pone en pie enseguida, y redobla sus esfuerzos por la desgraciada ingnominia que acababa de sufrir. Con la cara sangrando por los arañazos corre como una desesperada recobrando el tiempo y espacio perdidos.

Jhonny se acercó a su taquilla y comenzó a marcar su código.

- Estoy probando los beneficios de haber sido ascendido... - comentó, haciendo una breve pausa cuando la cerradura hizo un click y la puerta se abrió. Dentro había una cuba llena de nieve que parecía derretida casi en su totalidad. Frost había tenido que hacer lugar entre sus escasos objetos personales para poder guardarla.
Sacó rápidamente el recipiente y dos copas que estaban detrás. Entre el aguanieve se asomaba una botella de vino blanco.
- ...y parece que con un poco de esfuerzo se pueden conseguir estos vinos que toman los oficiales - finalizó con una sonrisa de complicidad; esa expresión le hacía ver los ojos más pequeños aunque brillantes, que buscaban los de ella.

Levantó la botella, que chorreaba el agua de Galdonia e intentó leer la arrugada etiqueta:

- Don Rodolfo <2012> Viña Cornejo Costas High Altitude Vineyards Moscato - leyó levantando las cejas como expresando "Espero sea tan sabroso como largo su nombre", para luego terminar - Mendoza, Argentina -

- Un recuerdo de la Tierra - agregó con otro tono de voz, felicidad, sorpresa, melancolía. No podía negarse que para el ingeniero cuya familia era oriunda de Canadá, aquella bebida no era otra más.

Lo descorchó rápidamente con un alegre pop!

El entrenamiento comenzaba ya. Los mandos habían dispuesto a los nuevos y se suponía que teníamos que demostrar que eramos los mejores a la vieja usanza. En la batalla habíamos demostrado nuestra fuerza, pero ahora, volvíamos a los entrenamientos donde los nervios no jugaban una maña pasada y ser capaz de no dudar ante un bicho no servía de nada.

Todos parecían muy animados por volver a realizar algún tipo de actividad y no era para menos. No había quejas, pero si miradas de satisfacción.

Por su parte, Rivas sentía rara la mano en cada movimiento que hacía, y la presión que ejercía el metal sobre la carne al moverse hacía que pensara que se le iba a caer en cualquier momento, eso unido a el resto de heridas hizo que al iniciar el ascenso, se sintiera bajo de forma. Una vez en la cima, el cabo le llamó con su nuevo nombre.

-A la orden mi cabo- tenía que demostrar que seguía a la altura de la unidad, pues Rivas sabía que si su nuevo estado suponía un problema, acabaría conduciendo un gecko en el mejor de los casos.

- ¡De la Tierra! Y además tiene una pinta riquísima... voy a buscar un par de tazas o vasos para poder beberlo, que no creo que haya copas en el barracón - Dijo sonriente Mia, visiblemente ilusionada por el detalle de Jhonny. Están siendo tres días increíblemente felices gracias a él. - Aunque antes... - Añadió, dejando la frase a medias, justo antes de darle un largo y apasionado beso que le dejó sin aliento.

Tras encontrar un par de recipientes sin problemas, volvió con su chico. - Cuéntame, ¿cómo lo has conseguido? ¿tan rápido hacen los favores a los nuevos Sargentos Mayores? ¿O le debemos una a Stukov y sus contactos en la taberna?

La respuesta del Teniente es lo que habría esperado, hubiese deseado que pudiese hacer explosionar la cabeza de los bichos pero eso es ciencia ficción. Sonrío y le respondo:

 - "Con eso me basta para hacerme una idea de lo que podemos esperar de usted. Es un gusto tenerle entre nosotros y espero que demuestre que tanto sus habilidades como su actitud sean las correctas para formar parte de la Infantería Móvil."

Continúo con nuestros ejercicios como es debido. Tenemos un día largo de ejercicios por delante y debemos continuar con ellos.

Las órdenes del Sargento Llorens son claras y precisas, por lo que comienzo a trotar junto con todo el grupo. El canto de los mandos no me motiva especialmente pues el aliento me abandona velozmente. No soy un gran soldado y no soy tampoco el mejor atleta, cosa que se nota rápidamente cuando comienzo a quedarme atrás para poder mantener bien el aliento y no desfallecer.

Me siento mal y creo que voy a vomitar mientras avanzo a duras penas:

"Maldito ácido láctico. Sus altas concentraciones sanguíneas son tóxicas, lo que genera reflejo de vomito. Debería haber cargado algún antihemético aunque sería una gran vergüenza tomar medicamentos ahora. No, debo demostrar que no soy un estorbo."

Comienzo a trotar más fuerte y más fuerte a medida que dejo que sea mi mente la que domine mis movimientos y no mi cuerpo. Dejo de pensar y comienzo a vencer la barrera del cansancio mientras mis pasos se aceleran cada vez más y mi respiración toma mejor ritmo.

Finalmente llegamos a la colina y comienzan nuevamente a ejercitarse. Ya estoy exhausto pero intento mantener el ritmo junto con mi escuadrón para responder como es debido para un miembro de la IM.

Escucho como Hightower me habla y asiento a sus palabras antes de responderle:

 - "Por supuesto, Bockman. Yo enviaré un documento con la recomendación para que te permitan manejar una de esas cosas. Espero que estés seguro de que es lo que quieres. A mí no me gustan mucho esas máquinas, sus pilotos nunca sobreviven, como ya lo hemos visto muchas veces. Pero es tu decisión y yo la apoyaré si es lo que deseas."

Le pongo la mano sobre el hombro y asiento con la cabeza. Es un buen soldado y merece la oportunidad de ejercer su deber de la forma que más le motive.

¿Estaba Mía en el campo de batalla? era la impresión que daba, excepto por la cantidad de alegría que desbordaba, estaba completamente acelerada, como el ritmo al que latían ambos corazones. Hablaba rápido y actuaba más rápido aún intentando resolverlo todo... y con el tiempo de ese apasionado y dulce beso podría haberse comunicado con el capitán para reportar la situación y perdir órdenes. Estaba claro que ella era la adecuada para mantener al escuadrón comunicado, y también era la compañera que Jhonny había necesitado sin saberlo hasta poco tiempo atrás.

Cuando ella retornó con dos vasos, él ya tenía las dos copas llenas y esperando, además de una alegre carcajada...

- Conseguí las copas, preciosa - comentó mientras le extendía una.

- Estuve hablando con el encargado de llevar los registros de alimentos, un tal Foggy -
- Un tipo simpático, le conté que estuve peleando cara a cara con los arácnidos desde los primeros desembarcos de tropas. Le mostré mis condecoraciones y no le dejé lugar a dudas... después, le dije que estuve en La Colina de Fuego... - le lanzó una mirada de complicidad a su compañera de armas, poco a poco se había escuchado ese nombre, haciendo referencia a la dura batalla en la que tantos habían perecido.
Hizo una pausa, respiró y tomó un sorbo del vino helado.

- ...Y le dije, que en aquella colina maldita había encontrado a alguien a quien amar - las palabras se trabaron en la garganta de Jhonny, nunca había sido alguien que se guardase la verdad mucho tiempo, y aquello le daba miedo. Quizá asustarla con todo eso. Pero no podía evitar ser fiel a sí mismo, y se quedó mirándola, con esos ojos soñadores que solamente alguien profundamente enamorado puede tener.

Acercó su mano lentamente para agarrar la de ella.
 

El entrenamiento había sido hasta ahora solo un paseo algo extenuante para los curtidos veteranos del segundo pelotón de la compañía Sirius. Aunque, si bien todo era algo relajado que buscaba mas que nada mantenerlos en forma, el orgullo de los escuadrones era lo que afloraba en aquellos momentos para no quedar atrás. Y es que, para sorpresa de muchos, el primer escuadrón en completar el recorrido hasta la cima había sido el escuadrón Eco, seguido muy de cerca por el escuadrón Gatling (cuyos infantes estaban sumamente mas cansados que los del Eco), atrás quedaba el escuadrón Heat y al final el Fox. Eso en lo que respectaba a la carrera hasta la falda de la colina donde el mando del pelotón se había mantenido acompañando el centro de la formación en un intento por alentar a los infantes.

Para ascender a la cima, habría una carrera libre en la que todos competerían entre si para ver quien era el primero en llegar. Esta vez, para sorpresa de muchos, fue el cabo y explorador Cooper del escuadrón Heat quien tuvo el honor de conquistar la cima antes que cualquier otro infante, e incluso tuvo tiempo de regocijarse antes de que el sargento Llorens seguido de cerca por Rumsfeld, alcanzarán la cima. Atrás llegaron otros infantes como Stukov, Tarcus y Rodríguez. Mientras que al final, ya lejos de la mayoría del grupo, llegaron el sargento mayor Frost quien al parecer había estado gastando sus energías en otras cosas y el loco Mkoll de quien se decía le habían hecho cosas en el cerebro recientemente y ahora estaba mas loco que nunca. Y a penas algo adelante de ellos había llegado la infante Falken a quien había que poner en condición física lo mas pronto posible.

El entrenamiento en la cima continuó durante el trascurso de la mañana con diferentes ejercicios en los cuales hubo infantes que se desenvolvieron muy bien, como fue el caso de los veteranos Rodríguez y el sargento Miller del escuadrón Eco, o Stukov, Garcia y Rivas del escuadrón Gatlin, eso sin contar a Cooper que seguía sobresaliendo. Incluso el teniente Cayce se había reivindicado de su poco brillante carrera a la cima haciendo un buen papel en la cima. En cuanto a un mal desempeño, hubo que señalar a infantes como McAllen que con un mal equilibrio estuvo cayendo como borracho innumerables veces, hubo otros infantes como Wilson, White y Rumsfeld quienes por diversos motivos no lograban concentrarse en lo que estaban haciendo y acababan estropeando la labor de todos en los entrenamientos coordinados. Hubo incluso el caso del infante Burster Wincherster quien simplemente se desmayó en medio de un entrenamiento físico por lo que hubo que reanimarlo a base de sonoras cachetadas.

Al final, el entrenamiento había sido un éxito aunque aun estaba lejos de terminar. Las horas pasaban y ahora antes de pasar a comer, tocaba a finar la puntería de los veteranos soldados de Sirius. Para ello inicialmente harían un descenso en Rapel hasta la parte posterior de la colina, lugar donde se había montado un improvisado campo de tiro.

El entrenamiento de tiro sería sencillo, nada del otro mundo de momento. Iniciarían con un tiro a rango de sus Moritas sobre un objetivo fijo, y posteriormente probarían suerte con un blanco alejado, aunque también fijo.

Mia no pudo evitar reírse de sí misma al ver a Frost con dos copas. Vaya espectáculo he dado... yo poniendo todo patas arriba y él lo tenía todo pensado. Dejó las tazas a un lado y, sin poder dejar de sonreir, escuchó sus peripecias sobre cómo había conseguido el vino.

- La Colina de Fuego... ¡Menudo nombre! ¡Jaja! ¡Si estaba todo helado! - Mia negó con la cabeza, riéndose. No entendía el nombre tan poco apropiado para la batalla. Aunque quizás sea por el bombardeo... yo qué sé. Siguió sonriendo, hasta que él terminó su frase.

¿Había oído bien? ¿Alguien a quien amar? Las alarmas de Mia se dispararon y su sonrisa se congeló en su rostro. No se esperaba para nada aquello. Yo siento algo por él... pero ¿tanto?... han sido unos días muy buenos pero... pero... ¿qué digo? ¿qué hago? Para disimular, aunque tarde, Mia dió un largo trago de vino. 

- Yo... yo... - Mia no sabía qué decir. Su cerebro iba a mil por hora. Y su corazón también. Sentía la mirada de Jhonny clavada en ella. Sentía sus manos juntarse. - Yo...

Y, salido de la nada, el mismo arrebato que unos días atrás la invadió. Cuando se quiso dar cuenta, le estaba dando un beso de película. ¿Qué es lo que pasa conmigo?

Ejercicio por aquí, ejercicio por allá. Estaba bien que la fría brisa de aquella puta roca te congelara los huevos un rato sin tener que pensar que debajo podía haber un bicho con ganas de mordertelos. Además, aunque no quisiera reconocerlo aquello de correr colina arriba cantando a pleno pulmón... pues le estaba haciendo hasta gracia. Deberían repetirlo más veces, sin duda. Y al final, palmeó la espalda de Raul. - Nada mal, nada mal... - Comentó con una sonrisa mientras se sacaba un pitillo y se lo llevaba a la boca. Total, fumaba en el cuartel, fumaba durante las misiones, fumaba en el gecko y fumaba debajo del cartel de prohibido fumar. Fumar en lo alto de aquella colina solo era una forma de recordarse a si mismo que con un poco de suerte, viviría lo suficiente como para escuchar esa tontería de los médicos de que debería dejar de fumar.

Cuando acabó el tiempo de descanso, exactamente a medio cigarro fue momento de llevar a los chicos a otra parte. Y había que elevar la moral, que algunos se les veía un poco lentos.

¡¡LOS PILOTOS DE LA FLOTA

SE CREEN LOS MEJORES!!

¡¡PERO ES LA INFANTERIA MOVIL

LA QUE PONE LOS COJONES!!

¡¡PILOTO DE LA FLOTA

NO ME DIGAS QUE NO TRABAJO!!

¡¡SI NO PREGUNTALE A TU NOVIA!!

CUANDO LA TENGO DEBAJO!!

Aquellas eran canciones que todos debían conocer, y de no hacerlo, es por que su instrucción habría sido terriblemente aburrida. No había que ser un poeta para escribir esos versos, pero había que ser de la infanteria movil para poder cantarlos. Putos pilotos de la flota.

Pero al llegar al lugar donde hacer rapel, miré al Sargento Llorens, asintiendo con la cabeza en una silenciosa petición de encargarme de aquello primero. No fue hasta que me dio permiso que no me moví del sitio*. - Bueno caballeros, todos habeis hecho esto durante la instrucción. Arnés, cuerda e ir aflojando lentamente y la gravedad hará el resto. Lo haré primero para que veais como se hace. ¿Alguna duda? - Preguntó, y sin más preambulos, se ajustó las correas de seguridad y bajó por la cuerda como si nada.

Esperó al resto de la unidad, para después marchar al campo de tiro, dejando a LLorens esta vez que se encargara de los chicos y diera las ordenes, colocandome en posición de disparo e intentando apuntar lo mejor posible y hacer los máximos blancos en aquella sesión de tiro.

Sonia no se sintió satisfecha al ver como el Escuadrón había llegado hasta la colina y luego subido la misma. Frunció el ceño, tan molesta consigo misma como con sus hombres, mirándoles de reojo.

- ¡Vamos, gente! ¡Que no estamos dando un paseo! ¡Echadle más ganas, carajo! ¡Que somos la Fox! - les increpó, intentando levantarles así la moral - ¡Podemos con esto y con lo que nos echen!

El entrenamiento proseguía y la Sargento quería que sus hombres no se furmieran en los laureles. Tenían que esforzarse y demostrar de lo que eran capaces, así que enseguida estaba dando las órdenes pertinentes, liderando con el ejemplo y bajando la colina haciendo rapel... aunque no fue muy buen ejemplo, puesto que tuvo algunos problemas. "Maldita sea..." pensó, mascullando algunas cosas entre dientes.

Sin embargo, las prácticas de tiro fueron algo muy distinto: Ese si era el campo de Ramírez, demostrando un gran acierto, excepto quizás al final. Eso, aún era, así era un buen comienzo para el escuadrón, o al menos eso esperaba ella.

Había sido un desastre. No llegó la última de milagro, y no sabe muy bien por que pero llegó a pensar que los dos de detras es que le miraban el pandero. Igual es que les gusto. Pensaba para si toda sonrojada. Enseguida se puso a la cuerda con la habilidad que le caracterizaba y no tardó en meter la pata. No se sabe si por tener la mente en otro lado, por si no estaba en la condición física que hacía falta o por qué leches, pero nada más empezar casi se mata.

El resultado había sido lamentable. De hecho, había sido prácticamente el último en el ascenso. Y no había destacado precisamente en el entrenamiento. Por todo ello, el veterano explorador estaba dando una imagen más bien mala de su desempeño, a pesar de todo lo que había logrado en la misión. 

El descenso en rapel tampoco fue mucho mejor. De hecho, no aterrizó precisamente como una grácil mariposa. Las prácticas de tiro fueron otro asunto, y ahí Mkoll se desquitó un poco del resto de ejercicios, aunque desde luego aquellos tampoco eran de sus mejores disparos. 

Estaba de buen humor por haber alcanzado la cima siendo uno de los diez primeros, por encima incluso de auténticas leyendas de su escuadrón, pero prefirió no presumir. Lo último que quería era ganarse algún apodo ofensivo por su lesión, o que le dieran una reprimenda durante la noche. No es que tampoco tuviera miedo, porque al fin y al cabo, eran hermanos de batalla, pero los ánimos estaban demasiado tensos después de la misión, las bajas y la sangre aún fresca de sus manos. Decidió concentrarse en hacer el descenso, y lo hizo rápida y efectivamente. No tenía la presión de miles de bichos con extremidades afiladas pisándole los talones, así que pudo concentrarse, descender con saltos precisos, y llegó al suelo sin muchas complicaciones.

- ¿Habéis tenido a este tipo cantando toda la misión? - bromeó, respecto a la cantinela del Cabo Stukov - ¿Y nadie le ha pegado un tiro por la espalda?

Luego tocaba usar la Morita, y si bien pudo ajustar adecuadamente su visor para compensar su falta de visión a corta distancia, los disparos a los objetivos más lejanos fueron bastante peores.

Queda claro que lo suyo no es ni correr, ni darse de hostias con sus compañeros ni nada que implique un ejercicio físico más allá de un ligero trote. Ella es más de darle a los engranajes y darle al coco que de esas cosas cosas más propias de otro tipo de soldados. Y por si fuera poco, el descenso que tienen que hacer luego, no es que sea una de sus mejores actuaciones en la historia del rapple.

Y tras un descenso accidentado en el que ha visto más de una vez su vida pasar por delante de los ojos y cagarse en la madre que parió al que pensó en el entrenamiento, llega al suelo. Después, el tiro con su morita no es demasiado malo... al menos, eso parece que se le da mejor que bajar por una cuerda mientras se come las rocas del acantilado. Va a parecer un mapa del tesoro con tantos moratones.

Mierda, la sargento nos va a poner el culo en una tostadora. ¡Joder! Vamos a estar dando vueltas al campamento hasta que cavemos un foso con la punta de las botas. Tranquilos, calma. Intentemos no quedar a la altura del betún*.

Bajó por la cuerda mucho mejor de lo que esperaba. Tranquilo, procurando parar medio segundo cada vez que tocaba la pared para calcular el salto. En el campo de tiro le salieron los disparos bastante bien agrupados y más o menos en la diana, pero una vez más, procuró concentrarse de verdad en lo que hacía.

Una vez pudo recoger los cartones, el tiro a rango medio le dejó moderadamente satisfecho. Formaban un buen grupito, aunque pensó que debía haber esperado un poco más hasta que su respiración se sosegara, porque al apretar el gatillo se había desviado del blanco.

La siguiente cartulina prefirió no mirarla demasiado. Estar estaban ahí, pero una vez más se desviaba a la izquierda, y no había conseguido que los disparos formaran un grupo tan compacto, sobre todo el último, donde ya se acusaba la tensión de la postura y el retroceso del arma.

Los ejercicios transcurrieron de manera normal y después de varias horas de ejercitarnos de manera rutinaria, es hora de continuar con algo más acorde a la labor de los soldados, como es medir su puntería. De nada sirve un soldado con un gran estado físico si no es capaz de acabar con sus enemigos.

Hablo a los escuadrones:

 - "Soldados, allá abajo tenemos unas cuantas dianas de tiro esperándonos. Probaremos a ver qué tal está vuestra puntería. Primero debemos bajar por este desfiladero y comenzarán a disparar. Sargento Mayor, que comience el descenso de las tropas."

Engancho mi arnés y comienzo el descenso pero parece que hace un buen tiempo que no lo hacía. Mi descenso va un poco accidentado pero nada que mate a alguien. Solo me falta un poco de práctica.

Al llegar abajo, tomo el buen rifle Morita, que es y siempre ha sido mi arma preferida. Comienzo a disparar contra la diana tranquilamente, mientras pienso que le estoy atinando a unos malditos bichos. Ya he visto muchas variedades y puedo repasar muchas imágenes para alentar más y más mis tiros.