Partida Rol por web

El descenso en Rapel fue un rotundo fracaso, y no por que los infantes se tardasen mucho o no lo hiciesen a la perfección, como era de esperarse para infantes veteranos que se consideraban élite entre las fuerzas de la federación allí reunidas. No, había sido un fracaso por que lo habían hecho completamente mal, la mayoría lo había hecho apenas mejor que un novato recluta, y eso sin contar el incidente de White quien no solo lo había hecho mal, sino que resbalando de la superficie, no supo concentrarse en detenerse con el freno de las cuerdas y cayó estrepitosamente al suelo. Solo por suerte, el infante había conseguido tirar del seguro un par de segundos antes, lo cual le salvó de una dura lesión, aunque el dolor de espalda lo estaría agobiando por quizá mas de una semana. Aunque el ahora teniente Focker quien tampoco lo había hecho realmente bien, y el resto de suboficiales al mando del pelotón, bien sabían que a la hora de la verdad, sus tropas solían brillar mucho mas que en un simple entrenamiento, no obstante la reprimenda habría de ser severa.

Ya en el campo de tiro, la situación fue distinta pues en general los infantes hicieron lo que se esperaba de ellos. Hubo pocas quejas y pocos infantes sobresalientes, pero lo cierto era que todo aquello era un entrenamiento y que lo que importaba era que tan eficaces eran en el momento de la verdad. No obstante, siempre se sentía bien hacerlo mejor que todos los demás. Por ello, no fue raro que Llorens siendo artillero, se sintiera orgulloso de quedar por encima de todos los demás, incluyendo al muy condecorado teniente Focker quien fue el segundo mejor tirador. Tras ellos y dignos también de mención, estuvieron, la sargento Ramírez, los soldados Rumsfeld y Mkoll y el famoso soldado “Raúl”, quien había regresado de entre los muertos hacia pocos días.

Para las distancias largas, en general el desempeño fue algo pobre, aunque sin sus armaduras y con el frío que se sentía, era de esperarse. De nuevo el mejor tirador fue Llorens aunque esta vez empatado con su subalterno Stukov y de nuevo seguidos de cerca por el teniente Focker. Lo curioso aunque quizá esperado fue que los peores tiradores fueron los mismos en ambas distancias, Burnette (quien en el fondo no lo hizo tan mal con parado con los otros dos), el sargento mayor Frost (a quien si lo ponían a trabajar en maquinas brillaba mas que todos) y el teniente Cayce, quien lo había hecho tan mal que preocupaba que no supiera usar su arma, aunque siendo sinceros con el, lo había hecho tan mal como lo habría hecho cualquier nuevo infante pesado recluta, y eso aunque fuera malo, era de esperarse de un agente de los servicios especiales para el cual su papel realmente no sería ponerse en primera fila junto al resto de tiradores.

Tras la ronda de tiros, el entrenamiento se dio prácticamente por terminado, aunque solo por aquel día. Los infantes irían ahora de regreso al cuartel en la zona A, en una marcha en formación a través de la nieve. El camino se hizo ligero, aunque para algunos, ya algo cansados, no lo fue tanto.

Al llegar al cuartel, se dio la orden de darse un baño y cambiarse los uniformes para pasar al comedor del batallón, tras lo cual tendrían la tarde libre. En el comedor, se encontraba ya el mayor Tsumina quien terminaba de comer en aquellos momentos y quien aprovecho para presentarles a un quinto nuevo infante que se incorporaba al pelotón, y quien no había podido estar presente antes del entrenamiento debido a algo de papeleo retrasado para su cambio al pelotón. Su nombre era Raven Sprigan, y para molestia del mando y de incluso otros, era un explorador mas. Sin duda el alto mando estaba haciendo algo mal al mandarles tantos exploradores cuando había otras posiciones que necesitaban suplir con urgencia. Aunque quizá lo que sucedía era que no había mas que eso para suplir a las diezmadas fuerzas.

¿Y yo quiero ser francotirador? Yo que tengo que poder infiltrarme y poder moverme con sigilo. ¿Y espero sobrevivir así? Que la suerte me acompañe, pues la habilidad ... no va a ser mi forma de sobrevivir. Ahora entiedo lo de Tesla.

En el rosotro de la soldado se podía leer la decepción e incluso se podría decir que se sentía humillada. Ella quiería demostrar que podía ayudar a los compañeros. Que podría cumplir con misiones de especialista, y ahora no se lo creía ni ella. Alzaba el rosotro de forma orgullosa para disimular sus sentimientos, pero quienes pudieran leer en los ojos, ya que sus labios no se movían, vería una mezcolanza que se podría definir como triste.

Esto no quiere decir que se rinda, que tire la toalla, que fuera a caer en una drepresión, ... sino que por ella misma haría estos ejercicios un par de veces a la semana para demostrarse a si misma que podía, y entrenar para poder servir.

Miller agradeció la ducha y el ejercicio hecho. Era como volver a ponerse en marcha, aunque los resultados no hubieran sido todo lo buenos que deberían, tampoco nadie se atrevería a echarles demasiado en cara. Lo que habían demostrado en sus respectivas misiones hablaba por sí solo de esfuerzo y valía, de coraje.

Estaba contento, al menos de momento no tendrían que entrar en combate y eso significaba dormir calientes y engordar con el insípido ranchod e la Federación. Aunque no para él, le esperaba el entrenamiento más duro que existía en el ejército y debería afrontarlo en breve.

Cuando llegó al comedor se sentó con su escuadra y una bandeja repleta de rancho pegajoso y les dijo a la Eco:

Bueno señores, en breve tendré que irme unos días, voy a recibir entrenamiento como Pathfinder. Eso será una locura, pruebas de resistencia, supervivencia y todo tipo de locuras que harán que quiera estar de vuelta con los bichos. Pero ya veis, haría cualquier cosa por perderos de vista un par de meses, ¡jajaja!.

Con una rebanada de pan les apuntó amenazadoramente uno a uno:

Sed buenos y le doy permiso a White para ejecutar al que no le haga caso.

Evidentemente era una broma, pero esperaba que la escuadra siguiera más unida que nunca y bajo las órdenes del Cabo.

Bueno soldado Winchester, ¿Cuál es tu historia?

Preguntó al nuevo fusilero de la Eco.

El sargento se dirigio a el y salto como un resorte de donde estaba para ponerse firmes y saludar, quizas era demasiado protocolario y formal para una simple pregunta del sargento , pero despues de todo era un novato en la unidad he hizo lo que le habian enseñado en la academia ,preferia pecar de educado en exceso  que de informal de momento . Ya habria tiempo de confraternizar no queria recibir una colleja del sargento el primer dia

La pregunta personal le hizo destensar sus musculos y relajarse y empezo a contar su historia

Señor fui el primero de mi clase en disparo a distancia y soy fusilero como lo fue mi suegro El Sargento Corbec de la Heat, y soy recien casado con su hija y algun mandamas le parecio buena idea que sirviera donde sirvio el como regalo de bodas jajaja.Cuando se lo propuse  . En ese momento se dio cuenta de que quizas le trataran como un enchufado pero su ilusion de que quizas alguno conociera a su suegro le pudo.

Al entrar, lo primero que hizo Stukov fue cuadrarse ante el Capitán, llevando la mano a la frente y esperando a que este le diera permiso para descansar y hablar. Cuando llegó el momento, Stukov se acercó hasta la mesa, bajando la mano y llevando las mismas hasta la espalda. - Capitán. - Le saludó, haciendo una pausa pensando en como encaminar aquella conversación. Lo cierto es que le habría gustado... prepararse aquella covnersación antes. ¡Había tenido tres días y se había arriesgado a improvisar sobre la marcha!

- Soy el Cabo Mijail Stukov, de la Gatling. Tras la batalla de la colina, he hablado con el Sargento Llorens para discutir sobre el rendimiento d la unidad ahora que Frost ha sido ascendido a Sargento Mayor y se ha incluido otro explorador a la unidad. Hemos llegado a la conclusión que la Gatling contara con un Pathfinder, y uno de sus soldados fuera entrenado e instruido como tal. Necesitamos más fuerza letal a la par que movilidad y polifacética. Alguien que pueda operar en solitario de ser necesario o con pequeñas unidades . Dado mi rendimiento en la batalla de Galdonia y mi formación como zapador, me ofrezco volutnario para ser entrenado, Señor. -

Tras el ejercicio físico y mental al que nos habían sometido, me sentía bien quizás el volver a sujetar un arma entre las manos impidiera que los recuerdos me asaltaran a cada momento. Un ligero paseo trotando hasta la base fue el punto y final a nuestra mañana de instrucción, ahora ya podíamos ducharnos y buscar algo de rancho en la cantina. Una vez limpio y con un uniforme sin manchas de barro, pude ocupar mi asiento en la mesa de la Eco. El sargento Miller nos explicaba que se ausentaría de nuestra compañía para convertirse en un pathfinder y que nos portáramos bien con el cabo. Pongo cara de compungido ante las palabras de como comportarnos que ha dicho el sargento.

-  Me indigna su falta de confianza sargento la Eco somos un dechado de virtudes, no intentaríamos meter en líos al cabo. Pero no puedo evitar sonreír poniendo cara de bueno cuando termino de hablar. Además algo de cuartelillo le deberemos de dar, casi se desgracia en la bajada en rapel. 

Sin duda alguna eran unos días extraños. Habían tenido una sesión de entrenamiento bastante suave para lo que estaban acostumbrados y Rivas sabía que ese era el motivo por el que alguno se había despistado. Después de lo que todos habían pasado, no se podía pretender que bajaran las revoluciones sin más y luego pedir que hicieran sus ejercicios.

En la ducha, en el comedor, Rivas observaba a todos aquellos hombres y mujeres y sabía que en cuanto se enfundaran otra vez sus armaduras y el enemigo fuera real, todos sus sentidos se agudizarían y serían esa maquina de matar que habían demostrado ser. Es muy fácil ser un tirador de primera apuntando a una diana, tranquilamente. Correr hacia la cima de una colina y realizar los ejercicios estipulados también es algo sencillo para los soldados de una base, pero para los guerreros eso es algo más complicado. Cuando cogen su fusil, su instinto ya les dice que ahí hay algo que matar y cuando no lo hay, el cuerpo se relaja y no toma en serio los ejercicios.

En la mesa, con la bandea de comida delante de él, Rivas comenzaba a golpear su nueva mano derecha con el tenedor. El sonido era extrañamente repulsivo y atractivo a la vez.

-Eh cabo-dijo cuando tenía a Stukov cerca -¿Crees que el sargento dejará que pida uno de esos implantes de potencia?- le comentó pensativo mientras seguía golpeando con el tenedor.

Mia se alegró por finalizar aquellos ejercicios. Bien cierto era que no debían de perder la forma y que el entrenamiento debía ser una rutina diaria, pero realizar aquel tipo de maniobras sólo podía significar una cosa: que les querían en plena forma por si debían de volver a entrar en combate. Si no, nos habrían mandando ya de vuelta. Pero nos aguantan en Galdonia por si requieren de nosotros de nuevo.

La Consejero Táctico se rezagó a la hora de volver a los barracones, siendo de las últimas en ducharse. Por eso, llegó a la mesa en el momento en que Rivas se preguntaba si podría obtener una mejora en su implante. No creo que tengas inconvenientes, Raúl: Llorens y Frost seguro que te facilitan la solicitud. - Le dijo, sentándose en frente de él junto al resto de la Gatling. - Por cierto Stukov, gracias por reparar aquel arma. Intendencia nos persigue allá donde vayamos, ¿eh?

Al terminar los ejercicios, Mia buscó con la mirada a Frost. ¿Estará bien? Su descenso en rappel ha sido muy malo y... espero que no se haya lastimado. Cuando el grupo volvió a los barracones, la Consejero Táctico supo quedarse atrás e interceptar a Jhonny para verle.

- Cariño,¿estás bien? - Le preguntó Mia de sopetón, tras darle un corto pero intenso beso. Pese a que el ejercicio había sido intenso, no había podido olvidarse ni un segundo de lo vivido aquella mañana. Es increíble. - Estoy preocupada por tu caída. Espero que no haya sido nada. 

Se había retrasado un momento durante la marcha de vuelta, ya llegando a los dormitorios caminaba mirándose la palma de su mano derecha cuando Mía lo interceptó. Ese beso era como salir de una fría noche y despertar al sol tibio que tánto hacía falta allí en Galdonia.

- Estoy preocupada por tu caída. Espero que no haya sido nada. 

- Más que la vergüenza pasada en frente del teniente Cayce, nada grave - respondió con un rostro que mostraba unas mejillas coloradas, quizá por el entrenamiento, aunque lo más probable era que se debiesen a una mezcla de ese beso con la vergüenza que mencionaba.
Acercó suavemente su mano y le tocó la mejilla, sin más motivo que el deseo de sentirla.

- Últimamente he estado muy concentrado estudiando los chasis de los vehículos de la federación y leyendo una guía completa de explosivos, tanto históricos como modernos... -

- ...creo que descuidé mi entrenamiento y en ese acantilado hemos tenido el resultado - le tocó la punta de la nariz a la mujer más hermosa que había conocido y terminó - creo que arruiné estos guantes - 

James se dirigió despacio hacia las zonas comunes para ducharse, por el camino observó que la soldado nueva parecía alicaída. Le dio una palmada en el hombro mientras alcanzaba su posición.

Falken Jäeger, ¿no? Espero no haberlo pronunciado mal. Miró a ver qué cara ponía. Levanta el ánimo, compañera, ya vendrán días mejores. Entretanto vienen, tenemos un gimnasio de puta madre por ahí, y si lo deseas, le pediré a la sargento Ramirez entrenamiento extra para ti hasta que llores pidiendo que paremos. Mientras procura relajarte, ven a comer con todos nosotros y cuéntanos quién eres y de dónde vienes. Como en casa, vamos.

Había sido una buena mañana a pesar de su desastroso desempeño, si las cosas iban mal en el cuartel, siempre podía mejorar, era en el campo de batalla dónde los daños eran algo bastante complicado de remontar.
Sabía que tenía que volver a ponerse en forma, pese a que su rol de ingeniero le consumiese mucho tiempo de estudio y de práctica.

Luego de las duchas y del cambio necesario (sobre todo de los guantes, que estaban prácticamente inservibles luego de la peripecia del descenso), un nuevo explorador se sumaba al pelotón. Tras recibir la noticia del Mayor Tsumina, Frost no perdió momento y se acercó al soldado para darle la bienvenida correspondiente.

- Infante Sprigan, bienvenido al Segundo Pelotón - lo saludó con seriedad - sientese, almuerce con nosotros, pronto le asignaremos un escuadrón - tras lo cual se dirigió a sentarse junto al teniente Focker y el teniente Cayce. Tendrían que decidir dónde correspondía el nuevo francotirador.

Tras las últimas pruebas del día, no podía evitar sentirme un tanto defraudado y decepcionado. Cierto era que no podía esperar de mí que disparase igual que aquellos hombres, como no se podía esperar de ellos que supieran diferenciar una planta medicinal de una venenosa en un planeta hostil, pero ahora no habíamos tenido un examen de ciencia, sino una prueba de tiro.

El rapel no había estado mal del todo, al menos no me había roto nada y tampoco había destacado por hacerlo especialmente mal, no así el tiro. Ni a media ni a larga distancia, no estaba entrenado para eso, no había entrenado para eso, y no era una función que hubiese hecho antes, ni creo que hiciera. En caso de necesidad, tenía mis dos pistolas para evitar ser destrozado por algún aracnido que lograse hacer brecha, pero eso no servía para evitar sentirme como me sentía.

Si a eso le añadíamos el hecho de no tener asignada una escuadra, me encontraba solo, viendo cómo los lazos estrechados y generados por el derramamiento de sangre hacía de estos hombres una familia, una familia que, de momento, no era la mía, y no sabía si eso llegaría a pasar. Primero tendría que ganarme su confianza y el derecho a estar junto a ellos, pero ese día todavía quedaba lejos.

Tras darme una ducha, curarme los rasponazos, limpié las botas y las prendas que se habían llenado de polvo hasta que, de nuevo, el uniforme estuviera impecable. Así, con las botas, el pantalón y chaqueta negra y el guardapolvos negro, salí de mi cuarto en dirección a la cantina. Cogería algo de beber y me iría a la biblioteca, para analizar en mayor detalle la ecología de los planetas conocidos, leer un poco sobre los últimos acontecimientos que había transcurrido y, en definitiva, descansando de la paliza que me habían dado. Sin duda sería un trabajo de concentración el poder leer sin caerme dormido, pero para eso iba a comprar algo de beber.

Al entrar en la cantina oí cómo algunos de los soldados se preparaban para partir a un entrenamiento específico, cada uno en su especialidad. Me recordaba a mí mismo, pero claro, lo mío no era para nada tan espectacular.

Así, me dirigí hacia la barra para pedir un par de cervezas. En la barra, me apoyé con un codo, mientras me giraba para observar la camaradería que se respiraba y que, sin duda era uno de los motivos por lo que habíamos vencido en aquella roca helada.

Tras las pruebas, al ir a ducharse y dejar al descubierto su cabeza, que había tapado hasta el momento con un gorro de lana por el frío, se pudo observar como el explorador estaba totalmente afeitado. Su pelo había desaparecido desde que se fue a que le echaran un ojo los médicos, y se había mantenido bastante callado, incluso se mal humor. Al salir y encontrarse con la charla de James a la nueva, aún ceñudo, se paró y asintió levemente.

-En mi primera misión con la Fox, un tanque me escupió llamas encima, y acabe totalmente ido en el centro del Fuerte, haciendo no recuerdo muy bien qué... Y en esta... Es mejor que no hable. A lo que voy, no importan esas tonterías, sólo que luego hagas tu trabajo. 

Bockman  salió del entrenamiento entre contento y algo decepcionado. No había hecho nada mal pero tampoco podía decir que había destacado en nada. Ni siquiera en las pruebas de fuerza que solían ser lo suyo. Aún así estaba contento de haber recuperado la cara de la Fox después de haber llegado los últimos al entrenamiento. Se fue a duchar junto con sus compañeros y escuchó las palabras de sus compañeros hacia la nueva. - ja! yo me acuerdo eh loco cómo corría el condenado... y lo se por que yo estaba también ahí asustado de aquellos malditos bichos. Todo hasta que el sargento mayor me gritó de todo y me hizo volver a la lucha. Lo harás bien Jaeger, ahora eres de la FOX la condenada escuadra más dura y con los sargentos más duros de todos. Ya lo verás cuando Sonnia te pegue en el culo como no dispares cuando debes. - Con una sonrisa se fue a cambiar antes de ir a la cantina.

Con una birra en la mano se sentó con los infantes que hubieran acudido a tomar una ronda. - Por un buen ejercicio conjunto entre escuadras! - Dijo antes de dar un buen trago a la jarra.

La exploradora no estaba triste exáctamente. Tal vez decepcionada consigo misma por sus resultados. Se pone firme nada más hablarle el Cabo y contesta con orgullo. - Gracias Cabo.

No se sentía con drecho a hablarle. Consideraba que les había decepcionado. Pero esa era su pena y su incentivo. Tenía que ser mejor, tenía que demostrar que podía ayudar y que sabía disparar con letal eficacia. Además el comentario de Hightower le hizo sacar brillo en los ojos, intentando amargar una muestra de alegría. Una pizca de sonrisa casi aflora en su rostro. - Parece que no les he decepcionado. Es como si se lo esperasen y confiaran aún en mi.

Habíamos terminado el entrenamiento, la vuelta al barracón no fue tan dura, pero algunos ya les pesaban las piernas, al llegar se dio un baño y se aseo para ir al comedor donde nos presentaron a otro miembro de la unidad, a que escuadra iría?, eso era algo que los mandos decidirían. Luego Miller, su amigo desde el inicio y actual jefe les dijo que les dejaría unos meses para empezar un entrenamiento como Pathfinder, dejando la unidad al cargo de White, a lo que respondo:- Vete tranquilo, White sabe hacerlo bien, y sino solo tiene que llamar a logística para tranquilizarlos con unas cervezas termino diciendo mientras guiñado el ojo.
Mientras siguen las conversaciones y las chanzas entre los compañeros, hasta que me decido a decir:- Bueno, no se si me aceptaran, pero de hacerlo me instruiré como Capellán, lo que me restara bastante eficacia en la logística mientras me instruyen.

el soldado se encontraba sentado en el comedor cuando la muchedumbre de soldados en su mayoría la élite de la pesada.

estos tipos cargaban con cicatrices e implantes de todo tipo habían visto la guerra a la cara y les había escupido lo peor, pero al mirar con atención era evidente que todos en ese lugar ya habían pagado una cuota por pelear otro día contra los malditos arácnidos, de manera inconsciente el soldado se rascaba la nuca, era un tic adquirido después de las quemaduras de un tanque en su rostro.

el hombre localiza a su objetivo y se levanta de inmediato, se acerca al sargento mayor rostro, esas habían sido sus ordenes pero antes de poder decir nada este ya le estaba dando la bienvenida, a lo que este responde de inmediato: un honor señor el soldado tomo asiento y miro a los presentes en la mesa, es bueno saber que no tendré tiempo que perder.

por un momento se vio como un recluta de nuevo mirando a su unidad antes de partir a la carnicería, con la diferencia que esta vez no tenia unidad, en este negocio se muere rápido o se enloquece en el proceso, una vez mas se dejo llevar por su tic y se rascaba la parte trasera de la cabeza.

La vuelta a los barracones fue más rápida de lo esperado. Una marcha que se hizo rápida y amena ante la idea y promesa de una ducha caliente y un plato de comida. Estaba satisfecho en su mayoría con la respuesta que habían tenido los chicos de la Gatling a los entrenamientos. Quizás durante la comida se lo haría saber, nunca estaba mal decirles cuando hacían las cosas bien, así también compensaba cuando les echara la bronca.

Por ello, tras la ducha y acabar sentado delante de una bandeja con comida precocinada y con una pinta cuestionable (pero caliente, que es lo que importaba) escuchó la pregunta de Raul sobre el implante de potencia. Aquí cabe decir que Stukov tardó unos segundos en responder, alzando la mirada y buscando al cabo hasta que dos neuronas se pusierond e acuerdo, y le recordaron que ahora él era el cabo. - ¿Eh? - No, en aquel momento Stukov estaba más pendiente de la comida y de llenar el estomago que de su entorno inmediato. Fue Mia quien contestó a su pregunta, y junto a los retazos que había escuchado previamente, consiguió reformular la pregunta de Raul en su cabeza.

- Mia tiene razón, además de estar de acuerdo seguro que te ayudan a con la solicitud. Llorens estaba de acuerdo conmigo con pedirte una de esas protesis con una motosierra incorporada. - Una verdadera pena que lo denegaran, la verdad. - Luego hablaré con Llorens si no se pasa por aquí para decirselo. No te preocupes. Por cierto... ¿Como te va? - Le preguntó, señalando la mano metálica con el tenedor, preocupandose por su estado y sus opiniones.

Entonces Mia le agradeció lo del arma, y sacó a relucir al cabrón de intendencia. - Nada, Frost me ha estado enseñando algunos trucos para hacer reparaciones sobre la marcha. Ese cabrón de intendencia nos perseguirá hasta el fin de los días. Esta en mi lista de los más odiados junto a los bichos escupefuego. - Explicó, haciendo referencia a algún tipo de escala.

- Y ahora que estamos hablando de otras cosas... encontré un librito debajo de mi almohada titulado "Como ser un buen Cabo y no acabar en fuego amigo" ¿Sabeis quien ha sido*? - Preguntó, y más que enfadado o molesto parecía interesado en saber quien era el responsable... quizás para agradecerselo y todo.