Partida Rol por web

Uno a uno, los miembros de los demás escuadrones fueron llegando a los dormitorios… o al menos, los pocos miembros de estos que aún permanecían con vida. Vi entrar a Stukov y no pude evitar alegrarme por su regreso, saludándole con un gesto de cabeza algo desganado. Me había caído bien cuando echaron unas manos antes del descenso… pero eso parecía haber ocurrido en otra vida, a otra persona incluso. Y entonces, unas palabras atrajeron mi atención, palabras del Sargento de la compañía ECO.

¿Fueron otros... o fuimos nosotros?- me pregunté al escucharle, deseando que fuese así, deseando que lo que habían hecho allí abajo, así como la perdida de las vidas de los compañeros que habían caido en esos infernales túneles al menos hubiesen servido para salvar las vidas de otros marines.

Pasados los primeros momentos de entusiasmo o, más bien, nerviosismo, en parte provocados por los potingues que corrían por sus venas (las luces amarillas de los monitores ahora estaban verdes), James dejó de dar vueltas por ahí con su silla y se acercó a Focker. Había saludado a los camaradas que volvían con cierto garbo todavía, antes de eso. ¡Brindad por los caídos, compañeros! Y cosas parecidas.

Por cierto, mi sargento, desearía hablar con usted de un asuntillo a solas, si tiene un momento. Será rápido.

Había experimentado su primer combate real sin casi tener la oportunidad de conocer a la gente, y toda esa inexperiencia se notaba ahora en altibajos raros y en ciertos momentos en los que vacilaba, como sin saber muy bien qué hacer.

Después de una cruenta y agotadora batalla, McNillon no sabía muy bien cómo sentirse ahora que ya estaban de regreso. No había podido evitar participar en la euforia del momento de saberse victoriosos, aunque hubiese sido más por un milagro que por superioridad táctica. El hecho de saberse vivo y casi de una pieza era suficiente motivo para celebrar. Pero ahora toda esa adrenalina ya había desaparecido de su torrente sanguíneo dejando a un soldado con el cuerpo extenuado y dolorido, casi al borde de la inconsciencia y dejándole un sabor agridulce de una victoria que debía haber sido una masacre...

Con un aspecto demacrado, Jenkins regresó a los barracones junto con los supervivientes de la Gatling y la Eco para reunirse con los escuadrones Fox y Heat. -Yo también me alegro de haber podido regresar, Sargento.- Respondió el fusilero con una sonrisa cansada en un intento de hacer un comentario desenfadado. Su sonrisa se acentuó al ver alguna que otra cara conocida entre los soldados allí presentes. No había llegado a conocer a ninguno especialmente sin contar a los compañeros de su propio escuadrón, pero existía un sentimiento de hermandad que tan solo se podía experimentar después de haber vivido una batalla de esas características. Después de todo, la única manera de soportar todas las muertes que un soldado puede llegar a presenciar es alegrarse por aquellos que logran regresar para dar un sentido a los caídos. 

El artillero Burnette tenía medio rostro completamente vendado, y el olor de productos médicos antisépticos acompañaba al joven. Probablemente recibió un golpe en medio del combate que salvó por los pelos. Sin embargo, eso no le quitaba la expresión de satisfacción de su rostro. Era un recién llegado a la FOX, pero había combatido con bravura y lo podía contar.

Por cierto, no se que hicieron para que los bichos se volviesen idiotas, pero gracias a eso pudimos salvar el culo de un mar de bichos.

- Ya sabe cómo son estas cosas, Sargento - dijo, acercándose. Se distinguía un leve acento en sus palabras, aunque no muy claro de dónde procedía. Alzó dos dedos para representar unas comillas y bajó el tono - "Alto  secreto". Pero piense en los bichos como juguetes de control remoto. ¿Qué pasa si le plantas una buena carga termonuclear en el panel de mandos?

No lo entiendo... ¿tan precaria está la situación o tantos son los heridos que sólo se atiende a los moribundos? ¿Que al resto nos mandan a los barracones como si nada? Además...¿cómo es posible que no nos devuelvan a órbita? ¿Acaso pretenden dejarnos aquí para volver al combate en caso de que los arácnidos logren reactivarse? En esto iba pensando Mia, además de en los muertos y las madres de los mandos de la Federación, cuando entró al edificio de los dormitorios. Aquellos otros dos escuadrones, Fox y Heat, estaban igual que ellos: heridos, cansados y afectados por la pérdida de sus compañeros. A los de arriba no les importamos una mierda...

Mia saludó con un gesto general a todos los presentes y se dirigió a uno de los camastros libres para descargar sus cosas. Pensó en entablar conversación con los escuadrones Fox y Heat pero estaba demasiado fatigada y, a pesar de que le sonaba los nombres, no logró recordar qué misiones habían tenido asignadas. Primero necesito una ducha y limpiarme las heridas. El alcohol y las palabras para después. No obstante, antes de alejarse dejó caer un discreto murmullo en el oído de Frost. - Voy a darme una ducha, sargento.

Ya en los cuartos, descargó aliviada la Morita, el Databox y el cinturón de combate sobre la colcha. Allí vio que no era la única que había optado por evadirse. - White, ¿verdad? Siento lo de tus compañeros... si no te importa, luego me uniré a ese brindis que propusiste.

-Bueeno, ya se ve que os ha crecido a todos la huevada después de la excursión-comentó a nadie según se quitaba el casco-deberían dar una medalla por sobrevivir al olor a humanidad-se pasó una mano por el pelo, apelmazado contra el cráneo y lo alborotó de forma descuidada-Que me abran una consulta médica en un sitio con calefacción y sin chinches.

Soltó el aire de golpe, bajando los hombros y se deshizo de la camilla con un gruñido, arrastrándola por su camino hasta encontrar un amago de cama que le sirviese para descansar y caer en ese doblecoma que se había autodiagnosticado.

Cuando la dejó caer le lanzó una mirada de soslayo, mirando las manchas de sangre reseca tensando la mandíbula. Inspira. Podría haber sido peor. Deshacerse de la armadura, que lucía todo tipo de suciedad y de maecas dejadas por su tormentosa relación con las chinches, le pareció una tarea titánica.

Sin Baron para echar carreras convaleciente y sin la sargento para jugar a las cartas esto va a ser... raro.

-Mataría por unas costillas muy hechas-

McAllen entró en ese lugar con unas ganas tremendas de descansar. Habían puesto a prueba sus nervios, sus fuerzas y su voluntad, flaqueando en algunos momentos pero consiguiendo sobreponerse a todos ellos y volver con vida.

Contempló el panorama y se percató de que la ECO era la que más miembros había perdido, lo que implicaría mucha celebración en honor a los muertos en el bar, pero eso sería más tarde- El placer es nuestro, Sargento Mayor -dijo sonriente- aunque ahora nos debe unos puros, ¿recuerda la partida de poker que perdió? -esbozó una ligera sonrisa, muy cansada, pero se obligó a ello. Tenía que seguir adelante.

-Yo te llevo a comer -dijo Brocheta a Sam, pero antes de ir a ningún sitio, se dio la vuelta para dirigirse a todos los presentes- ¡ME GUSTARÍA QUE CONTARAN QUÉ PASÓ! -gritó a todos- ¡PORQUE NOSOTROS TUVIMOS QUE ACABAR CON UN SER NUNCA VISTO Y ESO MERECE UNA HISTORIA Y, POR LO MENOS, UNA CANCIÓN!

Hightower no había recibido órdenes de mantenerse con la armadura y veía como el resto de la unidad comenzaba a relajarse. Poco a poco el resto de escuadrones fueron llegando así que decidió que no iban a ser llamados al frente de forma temprana. Se desplomó en una silla y suspiró. Había sido una experiencia dura en los putos túneles de la que al menos habían vuelto muchos si se comparaban con el resto de unidades. Se quitó el casco y las botas para comenzar a airear su cuerpo. Se sentía cual bloque de piedra, incapaz de moverse ahora que la adrenalina se había acabado y su cuerpo comenzaba a darse cuenta de su verdadera situación.

Cuando comienzan a comentar lo de los sargentos - Coño Sonia, cualquiera acepta ahora ser ascendido, la verdad los tienes bien puestos Sargento - Dijo sonriendo, había sido duro perder al sargento Evans, había sido un buen sargento, pero confiaba ciegamente en Sonia por lo que el futuro de la unidad estaba asegurada por ahora. - Debe ser por la tendencia de ser más cabezotas que el resto y no aceptan echarse para atrás cuando se lo piden, justo igual que nuestro querido sargento mayor.

Alertado escuchó lo que decía el artillero de su escuadrón, decidió no decirle nada pues no había desclasificado mucho pero algo era algo y los altos mandos eran muy quisquillosos cuando alguien hablaba sobre sus secretos. - Joder al menos nos podían haber dado unas birras para agradecernos que hemos vuelto con vida, los altos mandos no saben como agradecer de verdad el final de una buena misión. Vamos García! seguro que tu hueles a rosas después de bailar con los putos bichos sobre la nieve jajaja se te ve radiante cual princesa de cuentos antiguos - La dijo mientras decidía quitarse la armadura completamente quedándose con la ropa ya reseca de sudor que tenía debajo.

Yo había pensado que estaba usted vivo, Bockman, dijo mirando las botas en el suelo con cara de preocupación poco después de que se las quitara, pero por el olor parece que estaba equivocado, ufff.
 

La conversación entre los infantes del pelotón que volvían a reunirse se prolongo por casi una hora, entre vivencias y saludos. Lo único claro hasta ahora es que los de la Fox no parecían cooperativos a hablar respecto a su misión y que por su parte los infantes del escuadrón Eco y Gattling aseguraban haberse encontrado con al menos un bicho grande nunca antes visto.

Pasado aquel tiempo, en el cual algunos aprovecharon para ir al comedor para recuperar fuerzas, darse un baño o bien descansar, el grupo recibió una nueva visita, un tanto sorpresiva aunque si ansiada. El capitán Dorgotiev estaba de nuevo con ellos, pero lo importante era que junto a él, varios enfermeros Traian a los maltrechos Rivas, Rumsfeld, O’Flaggerty, Becerra y O’Connor, quienes según las informó el capitán, habían sido atendidos durante las ultimas horas en cubas regenerativas y que ahora solo necesitaban mucho descanso. Todos estaban aun con suero conectado y alguno que otro medicamento, probablemente morfina, pero al menos, a pesar de su aspecto, estaban vivos.

Tengo algunas noticias para ustedes, la primera es que el mayor Tsumina, si, le han ascendido, y parece que quieren hacer lo mismo conmigo. Como les decía, el mayor no estará de vuelta pronto, pero seguramente lo liberaran del frente cuando la zona C este consolidada. Eso supongo los tendrá sin mucho cuidado, pero hay algo por lo que si van a sonreír- exclamó el capitán para luego dar un par de palmadas sorprendiendo a los enfermeros que montaban las camillas donde se encontraban los infantes en recuperación.

A su señal, varios miembros de intendencia entraron en el dormitorio cargando sendos barriles con contenido desconocido pero con el claro emblema que indicaba que eran propiedad de la federación. –No he podido conseguirles lo que se merecen, pero al menos he logrado traerles tres barriles con la mejor cerveza que teníamos a nuestra disposición. La ventaja de ser de inteligencia y estar bien conectado. Traje también una caja con botonas, alguien parece haberse llevados las demás. Disfruten de su descanso soldados. Y sargento mayor, no olvide que esto es propiedad de la federación y ustedes no deberían tenerlo, asegúrese de que todo esto desaparezca-.

Tras esto, dirigiéndose a Burnette, clamó con desagrado al tocar su vendaje –esto apesta-, aunque no era claro si se refería a que literalmente aquello apestase, lo cual no sería nada bueno, o que no le agradase lo que veía. –Temo que has perdido el ojo hijo. Asegúrate de llenar un informe con lo sucedido y que lo firme el sargento mayor. Si quieres quedarte tuerto es tu decisión, pero si quieres seguir operativo, vas a tener que dejar que te pongan un ojo biónico-.

El siguiente fue Mkoll, el “loco Mkoll” como era conocido por ser el infante que por algún extraño motivo siempre acababa con los loqueros tras cada misión. –Soldado, ha estado usted muy cerca, solo por que es un héroe de la federación a salvado su cerebro- señalo mientras se llevaba la mano a la cabeza sugiriéndole que habían estado pensando en rebanarle el cráneo, probablemente con fines científicos. Mañana a primera hora preséntate con el capitán Menguelev en el departamento de psicología del hospital que han montado aquí en la zona A. Van a hacerte una larga serie de preguntas, asegúrate de no darles motivos para que crean que necesitan analizarte mejor- concluyó el capitán despojado un tanto de su seriedad característica, aquellos momentos eran de felicidad para cualquiera que hubiera vivido toda aquella locura en aquel planeta.

-Finalmente, sargento Miller, sargento Frost. Disculpen no haberlos atendido antes como era debido. Ahora que tengo mas tiempo quisiera que tuvieran la confianza de hablar conmigo o preguntarme lo que necesiten. No obstante, antes que nada me gustaría que me indicasen como murió el teniente Hammer-.

Miller, con la armadura a medio quitar, se acercó hasta Drogotiev y saludó informalmente. Aún recordaba haber colocado aquella bomba subterránea con él en el fuerte helado y tenía aprecio a aquel hombre.

Señor, fue el bicho ese enorme, una especie de tanque descomunal. Salío del suelo directamente bajo el Command Carrier del teniente y lo envolvió en fuego, el sargento Frost le podrá dar más detalles, pues él acudió a socorrer al teniente.

Luego se encoge de hombros y espera a que el reporte transcurra para poder preguntar algunas inquietudes.

Frost ya se había duchado meticulosamente y se había colocado ropas limpias, desodorante y todas esas cosas que escasean durante las misiones, cuando el capitán llegó con el cargamento de buena cerveza tirada.

Luego de que Miller respondiese con brevedad lo que sabía, el sargento saludó al capitán y se dispuso a hablar.

- Señor, el command carrier se encontraba en muy mal estado por la batalla con aquella criatura -

- El cabo Llorens, Stukov, Rivas, McAllen y varios efectivos del escuadrón Beta ayudaron a forzar la puerta del vehículo. Dentro había un denso humo, los sistemas eléctricos estaban comenzando a incendiarse. Stukov, Rivas y McAllen encontraron al teniente malherido dentro, con sus piernas destrozadas y su abdomen perforado. El mismo vuelco del vehículo le había provocado aquello. Tarcus fue designado inmediatamente para tratar al teniente Hammer, sin embargo la precaria situación no permitía hacer mucho y la única opción fue administrarle morfina para que pasase sus últimos momentos sin dolor - temrinó de hablar y respiró profundamente.

- Capitán Dorgotiev, si lo desea el infante médico del escuadrón puede hacerle un informe más detallado del estado del teniente en aquellos momentos -

Cuando Sonia dejó las duchas, habiéndose demorado en estas un buen rato adrede para tratar de relajarse lo máximo posible, regresó con los demás y se puso el uniforme de entrenamiento para poder seguir así un rato más. No tuvo que pasar mucho rato antes de que el resto de los escuadrones originales de los Guardianes de Sirius regresaran. No tardó demasiado en poder percatarse de que también habían tenido sus bajas y, sin embargo... la Heat seguía siendo la que había salido peor parada.

Lo que sí le costó algo más de tiempo para percatarse fue ver que todos los sargentos de los escuadrones, excepto Focker, habían perecido durante la operación. Sí que era una puñeta...  Pero la cadena de mando debía seguir, así que seguro que habrían encontrado sustitutos. Por ejemplo, ella misma. Eso le volvió a llevar a hacerse la misma pregunta. "¿Realmente estoy preparada para esto...?" Oyó entonces a Bockman hablarla y se encogió de hombros, mirándole y diciéndole para no preocupar a los suyos.

- Es lo que hay que hacer, no se trata de tenerlos bien puestos o no. Y yo pienso cumplir con mi labor por este escuadrón, cueste lo que cueste.

Se acercó a los miembros de otros escuadrones, felicitándoles por su regreso y lamentando sus pérdidas, pero teniendo otra cosa en mente.

- Luego me reuniré también para tomar algo con vosotros. Es lo menos que podemos hacer por ellos.- anunció al grupo que ya se preparaba para relajarse a su manera. De hecho, la oportuna aparición del Capitán Dorgotiev con varios barriles de cerveza ayudó mucho a los planes de esos hombres, que así no tendrían que marcharse a ningún otro sitio para beber un poco.

Ella, por su parte, necesitaba hacer algo primero mucho más importante.

- Sargento Mayor, señor - saludó a Focker -. Me gustaría hablar con usted en privado, señor. ¿Sería posible?

Termino de ducharme y salgo con una toalla mientras me seco. Escucho al Sargento Frost y le contesto:

 - "Así he notado, Sargento. Es una verdadera lástima pues todos eran personas valientes y líderes honorables. Los escuadrones han perdido mucho con sus decesos. Me alegra de todas formas ver que sus puestos han sido cubiertos por soldados merecedores de aquella responsabilidad. Estoy seguro de que lo harán excelente, ambos."

Digo mis palabras mirando también al Sargento Miller. Uno de los soldados de la ECO me recuerda la partida perdida, por lo que me río sonoramente antes de contestarle:

 - "Así es McAllen, cumpliré con mi palabra."

Los chicos se han ganado unos puros y me quedan aun unos en la caja, por lo que será una alegría compartirlos con ellos. De pronto llega el Capitán y traen también a los más heridos de los escuadrones, que ya están estables. Me alegro de verles y les saludo al llegar. Nuestro nuevo Cabo me dice que desea hablar conmigo, a lo que le respondo:

 - "Por supuesto, O'Flaggerty."

La misma respuesta le doy a la Sargento Ramirez cuando me indica que desea que tengamos una conversación. Nunca me negaré a hablar con un soldado que lo desee pues todos merecen lo mejor. Así es como recibo también la cerveza que el Capitán nos trae y sonrío mientras le respondo:

 - "Muchas gracias, Capitán. Todos le agredecemos mucho su consideración. Mejorará mucho la moral de la tropa."

Tomo las pelotas y me acerco a la cerveza para constatarla mientras los Sargentos de la ECO y la Gatling hablan del deceso del Teniente Hammer. Es una pena enterarme de su caída pues era un gran oficial, uno de los más valientes con los que había tenido el honor de luchar al lado.

Termino de vestirme para poder conversar con mis soldados y unirme a la celebración.

No parecía que el Sargento Miller tuviera ganas de hablar, así que Burnette se encogió de hombros y siguió charlando con alguno de sus compañeros de escuadrón de lo sucedido durante la misión. Al menos la información que sí pudieran compartir en público. Sin embargo, cuando el capitán Dorgotiev se acercó y le informó acerca del estado de su ojo, se hundió. ¿Perdido? Quizás si hubiera tenido más cuidado. Si el frío de la superficie no hubiera sido tan intenso. O si Popov hubiera podido echarle un vistazo...

No, una parte de él sabía que cuando el visor estalló y notó los fragmentos entrando y desgarrando su interior, que lo perdería para siempre. Pero no quería creerlo. Ahora tenía dos posibles caminos ante él: despedirse de la vida militar definitivamente - un artillero con un solo ojo era demasiado peligroso - o solicitar un ojo biónico, lo que le obligaría a trabajar durante años para poder devolver el dinero al estado.

Mkoll había huido de los gritos y la algarabía tan rápido como pudo, soltando un gruñido de disgusto. Le dolía demasiado la cabeza para tolerar tanta celebración. O, al menos, en un tono tan alto. Quitarse la armadura, y terminar de limpiar la sangre seca que cubría su rostro y cabello, ayudaron un poco a rebajar el dolor, al menos. Después volvió, claro, aunque se mantuvo silencioso y apartado de los mayores focos de ruido, con el ceño fruncido por el dolor que seguía haciendo su aparición de vez en cuando. 

La aparición del capitán Dorgotiev con cerveza y buenas palabras fue bien recibida por casi todos, aunque al explorador lo que más le alivió fue el hecho de que no fueran a diseccionarle ni nada de eso... Aunque tampoco llegaba con la ayuda permitida. Escupió a un lado, con toda la discreción que pudo, cuando recibió aquellas noticias. Aquel sabor a sangre no se iba... Y aún iba a tener que lidiar con aquella migraña, al menos un día más. 

El artillero se levantó de la silla como un resorte cuando apareció el Capitán, aquel hombre le ponía nervioso, era uno de los que siempre estarían por encima de él pues ya no se ponía en posición de peligro. Su cara se encendió cuando aparecieron varios barriles de cerveza, aunque aquel mamón hubiera traído la peor cerveza de la federación en aquel momento se la bebería sin miramientos. Su situación no le gustó así que se acercó al baño con la intención de arreglarse la cara un poco pues cerveza con sangre de bicho no era una buena mezcla. Ya sin armadura se sentía realmente ligero, ahora con una birra en la mano sería diferente.

Cogió varios vasos y los llenó. Se acercó a Mkoll y a Burnette dándoles una a cada uno. - Bueno son las noticias decentes, tu cabeza aún puede seguir funcionando y no te la quieren abrir. Y Burnette sólo tiene que ponerse un ojo de esos. Vas a ser nuestro nuevo ojoloco de nuestra unidad, ya no tendremos envidia de la ECO y tendremos nuestro propio ojeador. Salud chicos, me alegro de que estéis vivos con nosotros.

O'Flaggerty se inclinó hacia su sargento mayor, indicándole que se acercara. Luego hizo lo mismo con Ramirez tras pensarlo un segundo. Ramirez es mi sargento, en realidad debería haberlo hablado primero con ella, pensó.

Cómo decirlo. Con todo el respeto y subordinación... y toda esa mierda. Creo que mi ascenso es prematuro. Puede que levante ampollas entre los compañeros más veteranos. En mi primera misión... que sea ascendido cabo... No los conozco casi y será una posición muy difícil para mi. Les pido que no confirmen el nombramiento. En realidad, durante la misión yo fui largando lo que se me ocurría, sin pensar demasiado. Tengo el pálpito de que si alguna cosa fue acertada, lo fue por pura suerte. Dios, cómo me gustaría un wisky doble. El puesto debería ser para alguno de los veteranos, alguien que conozca bien a los compañeros. Me permitiría sugerir a Kanowicakte o a Gawain. Nada más.