Partida Rol por web

Bockman volvió a terminarse su vaso ante las palabras de su sargento mayor. Después de tantas misiones y discursos aún le dejaban la piel de gallina tras escucharlo. - Bueno, esto no va a desaparecer si no le damos caña... Quien quiere coger esas cartas y comenzar a jugar a cualquier tontería para beber? - Se acercó a una mesa junto a uno de los barriles y se sentó en la silla. Depositó varios vasos y esperó por si alguno más se acercaba. Mientras esperaba se llenó el vaso y lo volvió a vaciar de un trago. - Hay que disfrutar este momento, por ellos, que vean que no nos estancamos y seguimos adelante hasta que nos encontremos en el más allá...  - Usted también Sargento Mayor, hoy no se puede escapar nos tiene que ayudar a eliminar las pruebas o el Capitán se meterá en problemas - Sonrió, el sargento se merecía tener unas horas libres donde pudieran ver el resto que era humano y que tenía más que grandiosas palabras.

Las preguntas de Mía no son fáciles de responder pues depende tanto de la extensión como de la profundidad del daño, además de las características del tejido dañado. Pienso en los tratamientos posibles pero no puedo designar un tratamiento sin diagnosticar bien el problema.

 - "Quizás si me dejas ver las heridas, podré decirte bien pues a priori, hay muchas maneras de tratar algo así."

Si las heridas no dejarían cicatriz de por si, probablemente podría tratarse con una cirugía plástica, injertos de piel o alguna clase de ungüento regenerativo.

Despierta como de un sueño. Se da cuenta que ha estado despierta, que ha estado ahí... incluso ha oído a White hablarle, pero no le ha escuchado. Debe de estar demasiado cansada como para esa fiesta improvisada. Además, algo no cuadra ahí. ¿Los de inteligencia pasándoles de contrabando cerveza y vino? Algo quieren. Nada es gratis en ese mundo en el que se mueven y seguro que tiene algo que ver con mantenerlos contentos y animados para distraerlos de otras cosas. Se levanta de su sitio. Parece que el Sargento Mayor ha dado otra charla motivadora a las tropas y ha encendido los ánimos.

Camina sorteando gente y se planta delante de los barriles de cerveza para hacerse con su parte, aunque no se siente con el ánimo de ahogar sus penas en alcohol o en recordar a los caídos de la misma forma. Sí, lo hacen siempre, pero... no siempre se vive la experiencia que ha vivido. No siempre se tiene en los hombros la carga de pensar que si hubiese sido más buena, si hubiese sido más rápida, quizá muchos más habrían vuelto.

Tras eso, se dirige a donde se encuentran Mkoll, Brunette y White.

-Perdona que no hablase antes, White. Estaba en mi mundo. ¿Cómo está ese ojo, Brunette? ¿Y la cabeza, Mkoll?

El artillero recibió a su compañera con una amplia sonrisa, motivada por la ingesta de alcohol.

- Bueno, ya has oído al capitán, ya no podré hacer uso de mis dos ojos azules para encandilar a las damas - lo dijo con un tono humorístico, pero se notaba la pesadumbre tras la fachada - Así que ahora tengo que decidir si me implantan uno biónico o me retiro del servicio activo...

Mia guardó silencio un momento, pensativa. Tenía miedo y le daba vergüenza, pero sentía que necesitaba una respuesta. Al fin, volvió a hablar:

- Cuando tomamos la colina fui alcanzada por un Firefy de frente y a quemarropa. Sus llamas me envolvieron pero confié en el traje y, entre la intensidad de la batalla y el frío, no le di más importancia. Pero ahora que todo ha terminado... - Tragó saliva - ahora he... he visto que me abrasó la piel... que me abrasó el... el pecho... y... y no sé si... si... si podré volver a estar igual que antes... a ser la misma... Así que sí, examíname y séeme sincero. - Guardó silencio de nuevo, sintiendo un gran vértigo.

-Duele. Y me sabe la boca a sangre. Aparte de eso, nada fuera de lo habitual-respondió el explorador a la técnico, después de saludarla con un asentimiento de cabeza. 

White trataba de escuchar a los que estaban con él, pero era complicado. Tras el discurso del Sargento Mayor Focker, aquello degeneraba rápidamente. La gente tenía ganas de olvidarse del infierno que habíamos tenido que pasar. 

Miller alzó ligeramente la voz y le contestó a su pregunta de antes....

Nada nuevo Cabo, pero por culpa de ese King Tanker el papeleo nos llegará hasta el cuello. Casi temo más a la burocracia que a las chinches, jajaja. No olvides hacer el informe por triplicado y una copia para el Sargento Mayor.

 White alzó la copa con una sonrisa torcida hacia su Sargento...."Pues vaya que gracia...ahora resulta que me toca pringar a mí...". Intentó no atragantarse bebiendo vino mientras digería la "buena" nueva.

Rodriguez resumió, en pocas palabras, lo que había sido el encuentro. "Cierto. Enorme. Como varios Tanks juntos. Yo diría que 9 o 10" completó el Cabo. 

 Al poco se acercó "Billy", al parecer, recuperada de su ensimismamiento. Pero él no le echaba la culpa...todos podían haber acabado así si entre Rodriguez, el Sargento Mayor y en definitiva, cada uno de ellos no hubiera puesto un poco de su parte para salir de ése estado. La respuesta de Burnette le hizo gracia, pero se dió cuenta que en el fondo, era fachada. Perder un ojo era una putada, lo pintaras como lo pintaras. 

"No pasa nada....¿fumamos pues? Tenemos un asunto pendiente." le dijo, enseñándole el puro que el Sgt. les había dado antes de salir de misión. Acercó una cerilla al suyo y lo encendió, acercando luego la cerilla al de ella, de forma que ella se tuviera que inclinar un poco hacia él.

James, algo menos entusiasmado tras hacer un aparte con su sargento y con el sargento mayor, se dedicó a la cerveza quizá no con tanto ahinco como prometían sus maneras. Parecía algo disgustado por no poder beber a conciencia, aunque ya desde la primera se sintió que le hacían efecto: se puso muy colorado. Quizá eran los antibióticos. No se sumó a las partidas de cartas y se contentó con permanecer cerca de los demás enfermos.

Después de los brindis me pongo de pie y voy a buscar mi caja de habanos, que cada vez me quedan menos y mi sueldo se me va cada vez que la repongo. De todas formas es una deuda que tengo y yo siempre cumplo mi palabra. Llego con ellas nuevamente donde está Brocheta y White y le ofrezco uno a cada uno mientras les digo:

 - "Lo prometido es deuda. Acá tienen, es lo mejor que mi sueldo me permite pero me han dado un calor siempre bien recibido en esta roca."

Saco luego mi mechero, del estilo clásico a mecha, y enciendo el mío así como el de cualquiera que lo desee. Luego me sirvo otro trago de cerveza para hacer que se acabe pues, bebido o no, hay que hacerlos desaparecer de forma discreta al anochecer.

Asiento a sus palabras y le llevo a los baños, donde cierro la puerta para que tengamos más intimidad. Una vez dentro, le ayudo a desvestirse para poder ver la herida. Una vez lo ha hecho comienzo a mirar la extensión de ella y el estado de los tejidos.

Me lavo las manos con un lavado quirúrgico y toco un poco de la lesión mientras le pregunto si le duele eso. El dolor al tacto o alodinia local implica quemaduras de grado uno y dos mientras que una anestesia total nos hablaría de quemaduras de mayor gravedad que eliminaron las terminales nerviosas de la piel.

La bebida iba bajando y a buen ritmo, la gente se juntaba hablaba y charlaba de cosas intrascendentes a veces, y otras no, el humo recorría la habitación, pero yo seguía al pie del cañón, sirviendo copas y copas, y rellenando la miá que iba bajando a buen ritmo también.
Era hora de empezar a pensar en deshacerse de las cajas, eran 3 cajas de 40cm de lado y 3 barriles de un metro, era un buen trozo que ocultar, si lo enterrábamos debería ser profundo de al menos 1,3 metros, o 1,4 metros y de 4 metros de lado, por 1 de ancho, o de 2 por dos.
Se me ocurrieron varias opciones y golpee con las botas el suelo, quizás levantar las planchas y enterrarlo debajo?, conseguir un vehículo y enterrarlo fuera?, Incinerarlo y derretirlo?
Eran ideas que surgían sin mas, así que seguí sirviendo vasos, jarras, cantimploras y cualquier cosa donde se pudiera verter el liquido que tenia delante de mi.

Miller observó con diversión como Rodriguez se estrujaba los sesos y se acercó al fusilero, palmeando su espalda.

Si quieres hacer desaparecer todo esto no hay más que sacarlo afuera, cubrirlo con una lona y palear algo de nieve encima. Luego con una manguera desde las duchas lo regamos bien y dejamos que el clima de este asqueroso planeta haga el resto. Mañana por la mañana no será más que otro montículo de hielo.

Dijo como sugerencia el sargento mientras se servía otra birra espumosa. Al zapador le parecía una buena idea, pero claro, ya estaba algo borracho.

Sonrió a Miller mientras le digo:- No tan sofisticada como las que estaba pensando ni tan sutiles, pero igual de efectiva y menos trabajosa. Pueden ir sacando las que vamos acabando. terminando con una sonrisa aun mas grande.

White, que inhalaba el humo de aquel puro con deleite, se guardó el puro que le dió el Sargento. 

"No se pre...preocupe, Sargento. Este ta...también me lo fumaré." Éste hombre le imponía, y se ponía algo nervioso delante de él....pero ya llevaba varias copas en el cuerpo, el puro y la tranquilidad de saberse en un sitio aproximadamente seguro....."buff.....me está subiendo ésto...creo que voy a ver si me da un poco el aire".

Se percató de que Rodriguez estaba en un apuro y escuchó mientras se acercaba a por otra copa lo que Miller le sugirió. "De acuerdo Ro....te ayudo." le dijo con una sonrisa a su compañero. Cogió uno de los bidones y le alcanzó el otro a "Billy".

"Te veo hoy un poco callada....no estás tan habladora como antes de salir. ¿Me ayudas a llevar un par de bidones", dijo, señalando a la puerta.

Al caer la tarde, el grupo de infantes se movilizó para deshacerse de todo en base a las sugerencias del sargento Miller. Por ello, llevando las cajas y barriles tapados por lonas y con sumo sigilo, el grupo fue a depositarlas en la lejanía del campamento militar de la zona A. El lugar ubicado contaba con mucha nieve y un desnivel, perfecto para evitar a los curiosos incluso en los próximos días.

Usando sus conocimientos, al grupo de infantes encargado de la tarea no le costó mucho tapar los barriles y llevar a cabo las indicaciones del sargento Miller para después regresar con una completa sonrisa en el rostro.

Con la caída de la noche, muchos infantes pasaron a descansar tras el largo día y el cansancio acumulado. El sueño ya aquejaba sobre ellos de sobremanera y descansar unas cuantas horas les haría muy bien. En el comedor asignado para las fuerzas de Sirius habían servido esa noche sopa de fideos con frijoles, arroz y una carne asada que seguramente llevaba congelada siglos por que su sabor y dureza dejaban mucho que desear.

De improviso, en el dormitorio se escucho el fuerte sonido de –Atención!- seguido de la indicación de que había un oficial superior presente. El ahora mayor Tsumina se encontraba con ellos y bajo su indicación, les pedía a todos que se relajasen. Aun portaba su armadura Striker, tal como le habían visto los infantes de los escuadrones Eco y Gatling aquella mañana por lo que apenas venia regresando de las zonas de combate.

-Buenas noches señores. Me da gusto que se encuentren tan relajados- exclamó el mayor probablemente percibiendo el sabor del alcohol en el aire. –No les quitaré mucho tiempo. Solo quiero informarles que su misión ha sido un éxito, ustedes han sido piezas fundamentales para la victoria de la federación sobre el imperio arácnido en esta roca helada olvidada por el mundo. Han puesto el nombre de Sirius muy en alto y los infantes siempre tendrán presente esta hazaña con el paso de los años. La gloria es suya señores, disfrútenla y tengan siempre presente todos los momentos que vivieron y a todos los soldados que quedaron atrás y les permitieron alcanzarla-. Exclamó haciendo una pequeña pausa mientras evaluaba el rostro de todos.

-Finalmente no me queda mas que felicitarles por su labor y avisarles que las zonas C y D ya están prácticamente consolidadas por lo que la victoria en Galdonia ya puede considerarse un hecho. Tendrán al menos unos tres días de descanso; quizá sean necesarios para pequeñas misiones de exterminio, pero nada que ponga sus vidas en peligro.

Antes de marcharme. Focker, dado que el teniente Hammer ha muerto, le haciendo a usted a Teniente de 3ra y por tanto comandante del pelotón. Ocupará este puesto hasta su muerte o hasta que encuentre a alguien mejor. Necesitará un nuevo sargento mayor por lo que le recomiendo ir pensando en uno. Que tengan buena noche señores- Tras despedirse, el mayor se marchó dejando atrás la noción clara de que ya todo había terminado, su regreso a casa ya solo era cuestión de esperar.

Al final había sido una noche de lo más entretenida. Un merecido descanso después de dejar que se congelaran nuestros culos en aquella roca helada. Una noche donde le alcohol ayudaría a que muchas imagenes vividas durante la noche fueran algo más borrosas y difusas. Las cartas, los dados y los compañeros le ayudaron a crear algo que dudaba, despues de aquella carnicería, volver a crear: Algún recuerdo sin sangre, sin muerte, sin dolor.

Aun así algo hubo que le ayudó a recordar que había pasado aquella noche. Aquella herida que más tarde que pronto sería una horrible cicatriz y le ayudaría a recordar a los caidos y los muertos cada vez que se viera en el espejo desnudo de torso hacia arriba.

Quizás llevado por el alcohol o las promesas de unos cigarrillos, Stukov se vio cargando los barriles fuera de la base, escondiendolos con todo el sigilo que varias cervezas podían otorgarle. Y el número de varias era además de inexacto, el más acertado para hablar cuanto había bebido teniendo en cuenta que... bueno, teniendo en cuenta que era totalmente incapaz de saber cuanto se había metido entre pecho y espalda.

Para cuando llegó de nuevo a la base con sus acompañantes, entre bromas, chorradas y demás estupideces propias de la embriaguez, buscó su catre -cosa que le costó mucho más de lo que le habría gustado reconocer- y comenzó a dormir la mona.

Su sueño solo se vio interrumpido por los ronquidos de algun desalmado en las primeras fases de su sueño, y después por el Mayor, quien entró con su armadura hablando sobre el éxito de la campaña. Stukov no se movió del sitio, con un terrible dolor de cabeza y el estomago revuelto, maldiciendo la luz que ahora caía desde las luces del techo y las voces que pegaba el Mayor.

Se limitó a darse la vuelta, tapandose la cabeza con el brazo.

Rivas no había disfrutado con el alcohol, los medicamentos que llevaba en el cuerpo podían causarle algún problema si los mezclaba aunque fuera con una cerveza. Además, no tenía animo para ello.

De la cena, apenas saboreó la sopa y un poco de arroz a falta de ánimo para masticar aquello a lo que llamaban filete.

Una vez en el dormitorio, pensó que podría dormir profundamente y descansar de una vez por todas. No parecía conciliar el sueño y las palabras del Mayor Tsumina no hicieron nada para ayudarle en su tarea de dormir. Con un gesto automático se llevó las manos a la cara, pero yo no había un par. ¿Qué sería de él ahora?¿le pondrían una prótesis para que pudiera desempeñar un trabajo de oficina?, estaría seguro, siempre en retaguardia. Caliente en invierno y fresco en verano y sobre todo sobreviviría a todas las malditas batallas que la federación.

Tal vez todos ya estuvieran dormidos, pero él seguía dando vueltas en el catre.

Comida siempre caliente y coger un arma solo en los casos indispensables para cumplir con los ejercicios anuales de puntería. Ver a los civiles, horas libres en las que ir al cine y disfrutar de la civilización. Esa mano protésica podría darle todo eso, estar fuera del combate, no ponerse nunca más la maldita armadura que le destacaba como un miembro de la infantería pesada, no sufrir codo con codo con compañeros a los que le podía confiar su vida. Podría ser un oficinista, tranquilo en una silla y no montar en un gecko ni ser desembarcado en una lanzadera. Podría decir "una vez luché por la federación" y ahora soy una mierda de oficinista, en una silla de mierda, con un aire acondicionado de mierda y un dedo que echa de menos el gatillo de un fusil morita, sólo en una multitud sin nadie al lado por el que luchar.

Ya era muy tarde y probablemente todos estuvieran dormidos, pero Rivas se levantó de la cama y se encamino a una de las cercanas.

-Sargento Frost, lamento molestarle- la cara de preocupación diría a cualquiera que estaba apunto de morir- no deje que me saquen de la infantería, ni de la Gatling señor.- dijo esto levantando el muñón de la mano.