Partida Rol por web

¿Cuántos pueden ser? ¿Tal vez un centenar por cada infante que ha perdido la vida ahí abajo? ¿Y cuántos más quedan por abatir?

A nosotros, la muerte de uno solo de nuestros compañeros y amigos nos deja abatidos. Los bichos, en cambio, ellos no sienten nada.

James habla para su escuadrón, sin alzar mucho la voz.

Señores, tengan esto claro: luchamos, como mucho, contra cinco o seis individuos, tal y como comprendemos el término. Tantos como cerebros haya ahí abajo. Las otras castas no cuentan. Son parte de su cuerpo, en realidad.

Sepan, sin embargo, que esos cinco o seis individuos sienten miedo. Mucho miedo. Es algo probado por la ciencia. Tengan presente cual es nuestro objetivo: no matarles, en realidad, sino impedir que se puedan reproducir. Matar a su reina, ¿lo entienden? Podríamos decirlo de una manera más sencilla...

Vamos a cortarles las pelotas. Y dejar que sigan vivos, para sufrir.

Mira a sus mandos, como excusándose. Hice un curso de Xenobiología. Sonríe levemente.

Miller apretó los puños hasta que se le quedaron blancos los nudillos. Su cara era un rictos de rabia contenida por los infantes masacrados, pero más allá de eso, pensaba en la misión.

No habrá perímetro, tendremos que descender entre multitud de bichos y si nos atacan estaremos en fuego cruzado entre nuestras propias escuadras, además nos estarán esperando.

Se fue hacia Odonell, hacia su sargento y sin elevar la voz, la comenta:

¿Como lo ves Sargento? Creo que sería buena idea cambiar la zona de salto, no podemos saltar sobre una zona donde ya hay bichos. Que cambien el punto y montaremos un dispositivo de rescate para los IL que puedan haber sobrevivido, les encontramos, evacuamos y aseguramos el perímetro original.

Michael miraba a la pantalla ahora en negro con el rostro desencajado. Estaba horrorizado por lo que había presenciado.

Cuando se alisto jamas imagino que la guerra contra los arácnidos seria así.  Ni siquiera había llegado a efectuar un solo disparo y ya habían  muerto  miles. Los miembros de la Infantería Ligera habían sido  los últimos, pero no se le olvidaban todos aquellos cuyos cuerpos flotaban por el espacio al ser  su nave  destruida por el ataque “aleatorio” de los bichos.

El rifle morita temblaba en los brazos del muchacho, que había quedado en una especie de shock al no ser capaz de digerir todo aquello.

De nuevo aquí nos esperan los malditos ... NO QUEDARÁ UNO EN PIE

Ni el principio parecía fácil, estaba claro que no iban a poder comenzar la misión sin eliminar unos cuantos bichos.

Señor, estamos preparados para comenzar con la limpieza de bichos. A su orden estaremos dispuestos para exterminarlos.

Sam contemplaba lívida la pantalla, con la mirada perdida en un punto lejano de las imágenes. Claro que no había olvidado lo que era ser carne de cañón y tener decenas sino cientos de esas chinches malnacidas por todas partes y quizá por eso mismo era incapaz de reaccionar, A su alrededor ya no escuchaba los gritos ni los comentarios de sus compañeros, durante unos segundos que se le hicieron eternos veía una de esas chinches lanzándose a por ella y como la luz se iba.
Las rodillas le fallaron haciendo que casi cayera al suelo y cerró los ojos; pero era inútil, lo que veía no estaba solo en los monitores, sino también en su cabeza, mientras creía sentir una quemazón en los bordes de la cicatriz que rodeaba las placas de metal del implante.
Su carácter no podía salvarla de sus demonios, tampoco atenuar el terror. No podía articular palabra por la congoja y, al abrir de nuevo los ojos, sintió un escozor en su ojo natural, como si hubiera tenido humo dándole en la cara.
Las palabras de Miller a la Sargento sostuvieron a Sam en la realidad, no olvidaba el gesto de ambos durante su incursión, esa pena de muerte que habían tenido. La expresión cuando fueron conscientes de que, después de todo, los infantes que habían bajado de apoyo no podrían subir a las lanzaderas.
Ese recuerdo la llenó de gratitud, pero también de vergüenza, vergüenza por la organización y por la facilidad que tenían aquellos que no pisaron nunca terreno de bichos para mandar a la muerte a idiotas como los que habían perecido en las pantallas. Idiotas como Miller, como Brocheta, como la Sargento, como Baron, que estaba recuperado de sus heridas.
Idiotas como Sam.

las caras de horror y miedo se acumulaban como gotas de sangre en el campo de batalla, ignora los comentarios, y se pone de firme en saludo marcial, y grita como ya había escuchado a varios compañeros y como era debido en estas circunstancias: HONREN LA MEMORIA DE LOS GUERREROS!!!!!! GLORIA A LOS CAIDOS!!!!! sus ojos reflejaban un respeto sublime por lo que habían caído para advertirles del inminente peligro. 

-Gloria!!! Arriba Guardianes de Sirius!!!-afortunadamente no veo a nadie de inteligencia, sino le dispararía.

Jhonny miraba casi pétreo la reacción de todos los infantes apostados allí. Los gritos de venganza desgarraban las gargantas, los gritos por cada escuadrón, por los infantes, por los guardianes de Sirius, trataban de llenar ese espacio que había quedado vacío al desmoronarse de manera tan repentina la operación de desembarco y limpieza. Pero la verdad se filtraba en los rincones, en los rostros de aquellos que no gritaban, como Gallagher o García. Ellos mostraban lo que todos llevaban dentro pero no debían mostrar, debían transformar en algo duro como la roca y obediente como fiel sabueso. La parte oscura y temerosa que todos guardaban muy dentro desde la primera misión.

Gallagher estaba a solo unos metros, pero lo vidrioso de sus ojos, lo frágil de su respiración le hacían a Frost verse a sí mismo años atrás, como un espejo maldito con el pasado al que solemos estar encadenados. Si muchas cosas habían cambiado en él, se lo debía a las personas que lo habían guiado y le habían servido como modelos a imitar.

William Frost, mi padre.

Sargento Wolf.

De ellos había aprendido fortaleza, disciplina, honor, honestidad. El joven tembloroso había muerto hacía tiempo, y aquí estaba el cabo condecorado, encargado de llevar un grupo de novatos a las mandíbulas de lo inhóspito, lo aterrador...

Tragó juntando fuerzas, ya que la responsabilidad seguía abrumándolo de cierta forma. Ahora debía responder a esos ejemplos y ser él uno mismo. Dió un paso firme hacia Gallagher con una expresión neutra, quizá paternal.

Los muertos no tiemblan soldado. La frase fue corta, no dijo nada más. Lo demás lo irían descubriendo, ya no faltaba demasiado.

Un gran estruendo sobresalto a los infantes reunidos en el hangar de forma sorpresiva, la nave se había sacudido súbitamente y con cierta violencia. Un instante después, las luces parpadearon y parecieron fallar definitivamente, llevando a los infantes a pensar que todo había terminado justo antes de empezar. Pero no fue así, fuera lo que fuera lo que les hubiera golpeado, no había sido lo suficientemente fuerte y la nave pronto recobró su normalidad.

Mientras las luces de neon de la Sirius Beta parpadeaban en un tono rojizo señalando que la nave había entrado en batalla, la transmisión se reanudo sorpresivamente en las pantallas.

Proyectiles de plasma lo azolaban todo en los alrededores de las posiciones en orbita de la flota. Mientras que de las naves mismas que componían la fuerza de la flota surgía una inmensidad de cazas Tac Uav y Bombarderos Firefox, el bombardeo orbital se intensificaba sobre Galdonia VI.

Con cámaras montadas en los Bombarderos, se podía ver a traves de las pantallas como la superficie de Galdonia VI en las zonas donde los bichos se habían conglomerado, eran barridas de nuevo por fuego aliado.

Esta vez la federación había tomado por sorpresa  y en completa vulnerabilidad a las fuerzas del imperio arácnido sobre la superficie por lo que poco quedo de ellos tras el devastador ataque. Curiosamente todo rayaba en la perfección; de no ser por que todos esos bichos habían salido de su escondite, el daño habría sido de nuevo poco efectivo. Más aun, si los bichos hubiesen esperado a que todas las fuerzas de la infantería estuvieran en tierra, un bombardeo a esa escala no se habría podido llevar a cabo debido a que hubiera sido fácil sufrir de fuego amigo por error.
Entonces, ¿la flota e inteligencia habían preparado todo esto desde un inicio? O en otras palabras, ¿esos casi 700 infantes habían sido usados como carnada? Era mejor no pensar en ello pues les esperaba aun una dura batalla y sus mentes no podían estar en otro lado. Si sobrevivían, ya tendrían suficiente tiempo para pensar en ello.

Tras el bombardeo, las cámaras sintonizaron de nuevo a las fuerzas de la flota que se preparaban para iniciar la parte central de la operación. Ahora con una intensidad de fuego enemigo considerablemente reducida, el descenso tendría mas posibilidades de ser efectivo.

Los altavoces resonaron entonces en el hangar sacando a todos del mutismo que tenían ante lo que sucedía afuera.

-A todas las fuerzas de Sirius, sírvanse a abordar inmediatamente su lanzadera asignada, repito, sírvanse a abordar inmediatamente su lanzadera asignada. El descenso general de las fuerzas iniciara en 5 minutos-.

Lo segundo que escucharon todos fue la voz del Coronel Wellington que había salido de quien sabe donde y vociferaba gritos de apoyo a las unidades recordándoles quienes eran y que debían hacer.

La operación relámpago de fuego había iniciado, y con ella la batalla final por el supremacía sobre Galdonia VI también. Todos los infantes tendrían un papel fundamental en esta batalla y eso bien podría encaminarlos tanto a la victoria como a una sangrienta derrota.

Veo en las pantallas el comienzo de la operación y analizo el movimiento de las tropas. La llegada se ve perfecta y la superficie del planeta parece haber sido arrasada de manera efectiva y metódica, pero aun así, me parece un trabajo demasiado fácil. Veo como la Infantería Ligera acaba con los últimos reductos enemigos y comienzan a celebrar sin pensar en refuerzos enemigos, lo que es un gran error.

Pronto la transmisión comienza a mostrar el horror que los arácnidos pueden sembrar en los corazones de los hombres cuando estos se ven azotados por cientos de garras y dientes que destrozan la carne y cercenan las extremidades. Lo último que veo son los dientes concéntricos que me parecen ya conocidos:

"Esos malditos gusanos son unos hijos de puta. No hay defensa alguna que pueda detenerlos."

Asiento con mi cabeza al momento que las transmisiones se acaban y queda el signo de la Federación mostrando lo que todos sabemos que ocurrió. Ninguno de los hombres y mujeres allá abajo sobrevivió y perdimos buenos soldados de honor. Me lamento por su pérdida y me quito el casco en señal de respeto. Escucho a mis hombres hablar, veo las reacciones aireadas de los miembros de la ECO y el pesar silencioso de los hombres de la Fox. Escucho la conversación entre Gawain y Mackeyn, además de las palabras de O'Flaggerty, por lo que respondo con mi propio pensamiento en voz alta, para que todos los escuadrones me escuchen:

- "Gawain tiene razón. Los bichos no lloran a sus caídos como lo hacemos nosotros. Cada vez que un soldado de la Infantería Móvil cae, sus compañeros se lamentan de ello y sienten la pérdida como propia pues así lo es: Es un hermano quien ha muerto y su lugar podrá ser ocupado, pero la persona jamás reemplazada..." "La I.M. llora a sus hombres, pero no puedo decir lo mismo de la Flota y mucho menos de Inteligencia..." "... Pero si O'Flaggerty tiene razón y si queda alguno de esos bichos inteligentes que pueda lamentarse de la pérdida de sus camaradas, nosotros le haremos el favor de evitarle el dolor. ¿Como? Bajaremos ahí y llenaremos el maldito planeta con nuestras municiones y nuestro fuego. Será tanto lo que daremos allá que Galdonia parecerá más un horno que un congelador. Será el puto infierno donde los bichos pagarán de una vez por todas todos y cada uno de los pecados que han cometido contra la humanidad. Destruiremos todo y no dejaremos a ningún bicho para que se lamente y llore a los suyos porque ni uno solo de esos desgraciados vivirá para llorar. ¡Eso es lo que haremos y eso es lo que cada insecto en el universo recordará! Cada jodido bicho sabrá que si se mete con algún humano, seremos nosotros los que les caeremos encima. ¡Será la Infantería Móvil la que acabará con ellos, hasta el último de ellos, para dejarles claro que nadie se mete con la Humanidad y vive para contarlo!

En ese momento la nave sufre una sacudida y los parlantes hablan del momento de nuestro descenso. Sonrío y escucho al Coronel Wellington gritar, por lo que termino mis palabras:

- "Parece que los bichos están ansiosos de cenar con nosotros. Bajemos y mostrémosles quienes somos para que jamás lo olviden: ¡Somos los soldados que defienden a la humanidad! ¡Somos la línea de defensa que protege a los débiles y a los indefensos! ¡Somos el puño de hierro de la Federación! ¡Somos los mejores y más valientes soldados que existen en el universo! ¡Somos la Infantería Móvil y estamos aquí para patear traseros! ¿QUIEN ESTÁ CONMIGO?"

El discurso lo digo en voz alta, no solo para el Escuadrón Fox, sino para cada mujer y hombre que va a combatir en Galdonia y que merece las palabras que le aclaren el por qué de nuestra lucha y nuestro sacrificio. Que todos sepan que será la última batalla y que cada uno hará su parte para que no haya bicho alguno de este mundo que amenace otra vez a nuestro hogar. Que sea la última vez que un ser humano pierda la vida en batalla contra los insectos de este planeta y que todos sepan que fuimos nosotros quienes hicimos la diferencia, aquí y ahora, luchando hasta el final, con decisión sin igual, con altas convicciones y sin un ápice de miedo, solo con un Morita en las manos y un estandarte en la espalda.

Mijail estaba colocandose las placas de identificacion, y agachandose a recoger su casco cuando todo se movio, y tuvo que poner las manos en el suelo para no caer de boca al suelo, soltando el casco que rodo poco mas de un metro hacia adelante. Asi, agachado, cuando las luces se apagaron, cerro los ojos. Los gritos de algunos infantes asustados, y el silencio acto seguido le hizo suponer que lo peor habia llegado antes de tiempo y ahora si, habia descubierto que tenia los huevos de corbata.

Dios... no hagas que esto acabe aqui... Susurra para si, segundos antes de que vuelva la luz. Ahora esa mezcla de acojone y desconcierto inundaba su mente, observando a su alrededor y poniendo sen pie, para recoger con la mayor celeridad posible su casco. Alza la vista, hacia las camaras, observando el bombardeo.

A ojos de novato, este bombardeo no tenia diferencia ninguna al anterior... Tampoco habia visto nunca un bombardeo asi que no fuera en una vid. Recoge el cigarro del suelo, llevandoselo de nuvo a la boca con escasa o ninguna medida higienica, y lanza un largo suspiro, pensando en el Sargento. Desde el desayuno parecia ausente, quizas habia sucumbido a la presion. Estamos jodidos... Piensa, pensando que en ese momento, el cabo seria mejor para tener el mando. Al menos parecia tranquilo.

Escucho alzar la voz a alguien que no habia escuchado, ni visto hasta ahora, Gary Focker. Me giro hacia el, cuando se dirige a los presentes con el casco bajo el brazo izquierdo y el fusil en la mano derecha. Dio al novato lo que necesitaba, un clavo ardiendo para agarrarse, un mensaje inspirador para no socumbir a la presion y al miedo. Alzó el fusil Morita.

¡YO ESTOY CONTIGO!

Las imágenes de las pantallas dejan ver una aparente victoria de la infantería móvil, para acto seguido casi sin poder saborear la victoria, esas mieles que nos estaban dejando entrever empieza a tomar un sabor más amargo, como si supieran como lo tienen que hacer los infantes van cayendo como moscas bajo sus fauces arácnidas, como si dejaran a propósito que las cámaras no dejasen de grabar y pudiéramos sentir su odio, como si fueran capaces de odiar esos malditos insectos. 

Unos segundos de incertidumbre cuando la señal se corta, y de pronto un gran impacto y todo comienza, las luces de emergencia saltan y los altavoces marcan lo que debemos hacer, nuestros transportes ya están preparados, es hora de bajar a ese maldito infierno helado, y hacer que no solo sea un infierno para nosotros sino que esos bichos sepan lo que es el miedo. En medio del bombardeo, con los proyectiles golpeando el casco de la Sirius Beta, o al menos eso es lo que le parecía, las pantallas volvieron a tener imágenes en movimiento, ésta vez la señal era bien distinta, más rápida, más movimiento, desde uno de los cazas.

Y todo empezaba a cobrar sentido, esas muertes antes sin sentido ahora tenían un porqué, todo había sido una estratagema para sacar a los bichos de su escondrijo para a continuación los cazas, la flota les masacraran allí. Marionetas, eso es lo que somos - eso es lo que pensaba, eran piezas reemplazables de el enorme juego de guerra al que jugaba la 'inteligencia', esos malditos bastardos que no dudaban en provocar carnicerías como esta con tal de ganar, el fin justifica los medios parecía ser su lema, y como no la flota siempre luchando con ventaja sin tomar riesgos, los riesgos que la infantería siempre debía de correr, pero eso era algo que ya había aprendido, demasiadas veces y por tanto no le sorprendía.

Y entonces en medio de la locura, una voz se alza entre todo el tumulto, la voz del sargento Mayor Focker, dirgiéndose a todos los escuadrones, a todos que nos vamos a lanzar a esa roca helada, palabras que todos pensamos, que el cabo comparte, como si estuviera preparado incluso las sacudidas de la nave provocan que el discurso sea aún más emotivo, ese discurso marca lo que somos, no somos solo  Heat, Fox, Eco o Gatlin, somos la infantería, somos como una mano los cuatro escuadrones, somos los cuatro dedos  de la mano, comandados por el Sargento Mayor que hace el quinto dedo, cada escuadrón por separado puede hacer daño, pero todos unidos,  somos el puño de la infantería, el puño con el que aplastaremos a cada uno de esos malditos bichos, eso es lo que pensaba, a lo que sumó un grito ante la pregunta final del Sargento Mayor.

- ¡¡GUARDIANES DE SIRIUS!¡! - salió de su boca intentado sumar su pequeño grano de arena a la arenga del sargento mayor, y hacer de los escuadrones la unidad que necesitaba la humanidad.

Encabezó el escuadrón hasta la pasarela de acceso a la lanzadera quedándose en la entrada, dejando pasar a cada uno de los miembros su escuadrón, para terminar entrando el último. Sólo esperaba poder tener la oportunidad de luchar, de que el transporte lo dejara abajo y hacer lo que tenía que hacer, lo que se esperaba de él y de los suyos, nada más que hacer su parte.

Se produce una sacudida y la nave tiembla, las luces parpadean y se hace un repentino silencio, seguido de algunos murmullos y comentarios en voz baja, pero todo el mundo está expectante, esperando alguna noticia de lo que acaba de pasar. Finalmente las luces vuelven, los vids se iluminan y vemos la majestuosa bajada de los bombarderos y cazas, arrasando con sus bombas el planeta y posiblemente, a cientos de miles de arácnidos. 

"Malditos Bastardos" piensa Ethan mientras contempla las bolas de fuego que iluminan la superficie de Galdonia VI. "Todo ha sido una estrategia para sacarlos de debajo y aniquilar a los máximos posibles....somos putas piezas de ajedrez. Nos ponen para que nos coman y abran brecha. Su puta madre." La rabia le hacía rechinar los dientes, se sentía ultrajado, vendido, impotente. Si tuviera ahora mismo a algún oficial de Inteligencia delante, era muy posible que le hicieran un Consejo de Guerra por una burrada.....ahora mismo tenía la mente nublada y cometería una barbaridad casi sin pensarlo. 

Se giró al escuchar al Sargento Mayor Focker. El discurso templó su rabia y le dio forma como un martillo la da a una espada al salir de una fragua. Estaba furioso, necesitaba descargar su rabia y frustración en algo o alguien y el Sargento Mayor les estaba dando un objetivo, que era obvio, incluso él mismo ya lo había gritado, pero en la voz, presencia y autoridad del Sargento Mayor, sonaba de otra manera muy diferente. Ése hombre ocupaba ése puesto por algo, y ahora mismo lo estaba demostrando. Al terminar su arenga, Ethan gritó bien alto: "¡YO ESTOY CON USTED SEÑOR! MACHAQUEMOS A ESOS BICHOS!"

El alto parlante empezó a emitir el mensaje de embarque y él se encaminó sin pensar hacia su lanzadera, con la rabia chispeando en sus ojos...

El misterio se resolvió al ver lo que la masacre de infantes generó como respuesta. Por supuesto, aquel primer despliegue había sido un cuento chino, y allí tenían lo que ésos pobres diablos tenían que conseguir. Sacar a la mayor cantidad posible de bastardos de sus agujeros y fulminarlos con todo lo que la flota podía disparar. Sacrificar a unos cuantos para arrasar todo lo posible. Un modo de actuar bastante poco humano, siniestramente parecido a algunas actuaciones de los putos bichos. 

Pero entonces, la voz del sargento mayor, un hombre que había ascendido por méritos propios, bajando una y otra vez a aquel infierno, sacó de las garras del miedo a aquellos que lo necesitaban. No había duda ni vacilación ninguna en sus palabras, sólo determinación, valor y furia. 

El explorador no dijo nada, pero una leve sonrisa apareció en su rostro, mientras esperaba impaciente a que les llegara el turno de bajar a jugar. 

Finalmente los bichos picaron el anzuelo, y un segundo bombardeo los barrió de la superficie.

¿O no? Ellos también saben jugar al clásico juego de sacrificar a sus peones. De hecho, ellos son los expertos en esas lides.

Eso de la comunicación entre las razas se estaba realizando verdaderamente ahí, y no en aquellas colonias establecidas en zona de cuarentena, al principio de la guerra, de las cuales no volvió ni un alma. Se notaba que había un juego de inteligencias en marcha, fintas, y fintas en las fintas. Planes en los planes de los planes por uno y otro lado.*

Estaba rezando una oración por los caídos, para si, cuando le interrumpió el discurso de Focker. Se cuadró.

¡A la orden, mi sargento!

Luego vinieron las órdenes por megafonía y ya todo fue el momento de la espera más angustiosa, encerrado en un espacio mínimo, con un compañero a cada lado y los cierres de seguridad oprimiendole el pecho. Ahí le volvieron, como una nube de tormenta, las ganas de beber cualquier cosa que tuviera alcohol hasta morir.

La suerte está echada, Galdonia, allá vamos.

Una vez mas la fría maquinaria calculadora de inteligencia prescinde de vidas humanas a cambio de resultados, una vez mas mujeres y hombres convencidos de sus ordenes son traicionados por mejorar los hechos en una rueda de prensa exitosa y otra absurda campaña de reclutamiento, en definitiva este trabajo es solo para dementes excesos de patriotismo u orgullo que quieren matar insectos sin importarle su seguridad, pero a la mierda con todo, Vincent había decidido participar en esto, prefería morir rodeado por un enjambre de escarabajos que un puto agujero de prisión.

El discurso de Focker logro su cometido, le emocionaba bajar a ese puto congelador, las sirenas de desembarco comenzaban a sonar y algunas compañías entraban por las compuertas a lo que quizá seria su destino final. Dejándose llevar por el momento levanta la voz VAMOS A CAZAR ESAS SABANDIJAS MALPARIDAS

Las ordenes fueron contundentes, y no dio espera para ingresar con su grupo a lo que seria la batalla de su vida.

El estruendo fue algo realmente aterrador, mentiría si dijera que no me acojone un poco por la sacudida; sin embargo en la compañía estábamos preparados para estas situaciones y al poco me reincorpore para enfrentar los hechos, el momento había llegado y solo podíamos entrar en acción en la brevedad posible. Con mi equipo listo y preparado solo esperaba a que dieran la orden para dejarnos caer sobre esas sabandijas y exterminar tantas como pudiera antes de que ellas acabaran conmigo.
-Creo que la hora ha llegado camaradas, supongo que no habrá tiempo para un ultimo cigarro así que dejemoslo para la siguiente vida.-

- "Los humanos no... actuamos así. No debiéramos... Tendríamos que... ser mejores que los bichos." -

¿Acaso ahora el fin justifica los medios? ¿La Federación ha sido siempre así? Quiero creer que no.

- "Haremos que el sacrificio... involuntario, de nuestros valientes, no haya sido en vano." -

Miro a mis compañeros de la Fox:

El Sargento Mayor Focker, con el estandarte de la Compañía. Va camino de convertirse en un verdadero Héroe de la Federación, si es que no lo es ya con todos los honores. Nos llena de fuerza y de confianza con sus palabras en los peores momentos. Recuerdo los momentos pasados en el Fuerte Helado, cuando fui presa del acobardamiento y fue un discurso de nuestro superior precisamente lo que me hizo reaccionar.

El Sargento Evans, creo que no está curtido ni preparado para el cargo. Ya cuando era Cabo su rendimiento dejó mucho que desear, pero así es la cadena de mando. Cuando un superior asciente, sus subordinados lo hacen también aunque no estén preparados.

La Cabo Ramírez fue una destacada combatiente en la anterior misión, eso es cierto, pero su ascenso ha sido demasiado vertiginoso. Primero a Soldado de Primera en una decisión reñida que olía más a "discriminación positiva" que a otra cosa, y ahora Cabo en el "corrimiento" de ascensos provocado por el merecido ascenso del Sargento Mayor Focker. La guerra es así.

Aaron Wimger, Sargento veterano de la infantería ligera, a quienes cada día admiro y respeto más. Degradado por motivos injustos a Soldado raso. Tenemos que procurar que viva, pues creo que es un héroe en potencia y alguien que podría llegar algún día a convertirse en un líder de la infantería pesada.

Andrei Popov, el nuevo médico. Extraño, siniestro, un tipo silencioso. Necesitábamos un médico, eso desde luego. Es demasiado pronto para formarme una opinión sobre él, apenas es un recluta.

Dereck Mackeyn, un tipo de confianza en el campo de batalla, alguien con el que puedes contar cuando las cosas se ponen feas y los bichos te rodean. Un completo botarate en el resto de situaciones.

El Soldado Hightower, es nuestro artillero y es un valiente. Nos estuvo cubriendo desde el muro casi hasta el final en el Fuerte Helado. Tiene todo mi respeto, aunque en lo personal apenas lo he tratado. No sé si es de la clase de persona que al volver de una misión le pega palizas a su mujer y a sus hijos.

El Explorador Mkoll, después de nuestro Sargento Mayor es tal vez la persona a la que más admiro de nuestra querida escuadra Fox. Su extraordinaria puntería, sus nervios de acero. La forma como fue capaz de sobreponerse a la más absoluta y abyecta locura...

El futuro Capellán O'Flaggerty, parece un alcóholico inestable. No sé por qué la Federación ha querido enviarnos a otro Consejero Táctico. Suena a algo de mal agüero. ¿Moriré yo y él se convertirá en el nuevo Táctico de la Fox? Cruzo los dedos para que eso no pase, pero si él muere... ¿Quién pronunciará bellas palabras en su nombre extraídas de la Biblia?

El Zapador Canowicakte con su apellido impronunciable. Es un indio impermeable a todo, inexcrutable. Es nuestro experto en explosivos, lo que le hace indispensable en nuestra próxima misión. Más nos vale mantenerle con vida el tiempo suficiente para que pueda cumplir su cometido.

El Soldado Brunette, otra adición nueva a la escuadra. ¿Quién es ese hombre? ¿Cuál es su especialidad? Es un misterio para nosotros.

La Técnico Wallace, fue fundamental en la misión en el Fuerte Helado. Es posible que todos los que sobrevivimos allí le debamos en parte a ella la vida. ¿Cuál será su cometido en nuestra próxima misión? Tal vez no necesitaremos a un técnico, aunque su fusil siempre será bienvenido.