Partida Rol por web

Miller se encoge de hombrosn ante la pregunta de Odonell.

Creo que estamos todo lo listos que se puede estar, Sargento. Tenemos buenos soldados en la escuadra y por una vez, bastante munición. Así que si hay que bailar, marca el ritmo y la Eco te segurirá a donde sea.

Miller se golpeó la cabeza con la palma de la mano.

Esta vez no se me olvidarán las bengalas. Por si se hace de noche, digo.

Ya había guardado las cosas y me dirigía a la armería donde me junte a Alex y a Miller a los que con una palmada suave en las espalda les sorprendo y digo con una sonrisa y un guiño : - Bueno, perece que la tormenta se avecina, se que nos guiareis tan bien como en la ultima.

Una vez terminada la comida, dejo mi mesa no sin antes saludar al cabo y la sargento. Enfilo el pasillo que me llevará hasta la armería, antes de poder ver la puerta de esta veo como un gran número de infantes a llegado antes que yo...bueno pues a esperar.... Una vez consigo llegar hasta el mostrador entrego la hoja de solicitud y aprovecho para solicitar todo lo que creo que voy a necesitar. - Pues si quiero 3 cargadores de esos, unas granadas y no se seguro que algo me olvido.

Ya con el aditamento recibido regreso al barracón para terminar de ponerme la armadura. Saludo a los compañeros mientras paso entre ellos y una vez en mi litera, dejo con cuidado sobre ella los trastos de matar.

- Parece que esta vez no tendré escasez de balas. 

El arsenal era un caos, decenas de infantes de distintas unidades se arremolinaban para recoger su equipo. Fuerzas de artillería, infantería e incluso alguno que otro piloto tenían que hacer cola y empujarse para poder pasar y hablar con los oficiales de intendencia. Y para colmo no faltaba el infante que apenas traía su formulario e intentaba convencer a los demás de que su oficial al mando le había ordenado que lo hiciera en ese justo momento y no antes.

Como pocas veces, se podía ver una gran cantidad y diversidad de armamento, desde munición por demás extraña, pasando por una infinidad de Derringers que eran de las armas montadas mas comunes, hasta llegar ha armas sumamente extraña como el rifle automático láser Trench Sweeper. Incluso varios asegurarían haber visto a un novato recoger una cámara para llevarla al campo de batalla.

En la zona de armaduras era también de las primeras veces que se veía algo distinto a las M-1A4 y las M-1F2. Había armaduras de ingenieros, armaduras para pathfinders e incluso había un sargento de artillería que iba montado en un extraño traje cibernético que nadie había visto antes.

Tras el largo caos que se prolongo por más de 2 horas, todos los infantes de las fuerzas de Sirius fueron reunidos en la zona de hangares. Los oficiales deseaban estar seguros de que todos estarían allí, listos para el combate. Y sobre todo si las cosas se precipitaban.

Reunidos por escuadrón frente a la lanzadera que se les había asignado, los infantes esperaban pacientes y bromistas a que el inevitable momento llegara. Mientras, frente a ellos se servia la cena especial que las fuerzas de intendencia habían preparado para ellos. Se decía que el motivo era que se quería que los infantes estuvieran bien despiertos por lo que se había considerado que algo picante les vendría bien. El platillo elegido entonces había sido frijoles charros a la par de un buffet de tacos con una amplia diversidad de salsas. Quizá intendencia no pensó en lo que eso podría causar en el estomago de un infante nervioso mientras descendía turbulentamente hacia la batalla.

Por si fuera poco, la flota ya había iniciado los preparativos finales y ahora avanzaba para quedar en orbita próxima a Galdonia VI. Una vez estuvieran a una distancia optima para el correcto funcionamiento de las lanzaderas, la operación relámpago de fuego realmente daría inicio.

El traje de combate, con los añadidos que había conseguido tras la solicitud de equipamiento adicional, le daba un aspecto mucho menos elegante del que tenía en la cena de gala. Sentado sobre uno de los bancos comunales, Thomas había comprobado tres veces que su arma estaba debidamente engrasada y equipada, y que los servomotores del traje funcionaban a la perfección. Sonrió cuando realizó una última estimación de estado y el display emitió un símbolo en tono verdoso de OK.

Estaba rodeado de sus compañeros, pero buscaba a alguien especialmente con la mirada. Al Sargento Evans.

Ya era la hora. El hangar era un puto hervidero y todo estaban ansiosos o nerviosos o ambas cosas a la vez. Era la hora de bajar y querían bajar ya a hacer su trabajo: matar incontables bichos aunque cayeran ellos por el camino.

La cabop Ramírez apareció pronto en el lugar, pertrechada y bien armada, además de disponiendo de una buena cantidad de munición. Tenía por delante un ía bastante duro, no sólo por la misión en sí, sino por que tenía que proteger a toda costa a Sonny mientras hiciera su papel, por un lado y, por el otro, porque era su primera misión como oficial. Sentía algo de nerviosismo por aquello, pero sabía que en la batalla estaría tranquila. Sino perdió los nervios en el Fuerte Helado, no los iba a perder ahora.

Fue a dónde iban a estar los suyos, esperándolos, viendo cuando Focker se acercaba con el Estandarte. Eso sí que les iba a levantar los ánimos a todos ahí abajo... Los arácnidos no sabía la que se les venía encima.

Demonios, y yo que esperaba tener tiempo a cambiarme, habiendo sido bastante rápido, cuando me encuentro al Sargento Mayor de camino por los pasillos. Y el muy liante porta a su espalda el estandarte que, aunque ya sabía que lo tenía, no lo disminuye de ninguna manera. ¿Cómo, qué clase de circunstancia iba a hacer entonces que no me cuadrase ante ambos, sin tener claro cuál de los dos considerar mejor, y luego no hacer otra cosa sino seguirlo hasta el hangar, para equiparme allí y probar todo mi equipo? Ninguna, es la respuesta, así que hago el saludo en mi mejor posición de firme y troto a su paso tras él, contemplando cómo buena parte de quienes se cruzan con nosotros se congelan un instante, y solo unos pocos reaccionan automáticamente. Y así, me equipo mi armadura y reviso mis pistolas, guardándolas y asegurándolas en mis costados. También aseguro mis dos cuchillos, en ambas botas, y por último mi nueva adquisición que adhiero con prontitud a mi rifle... un pequeño lanzagranadas. Ruidoso, lento y poco cargado, pero perfecto para una única ocasión en la que haga falta. Y demonios, seguro que va a haber más de una. Luego sigo con mis cargadores y granadas, y por último el petate y todos los pequeños y medianos objetos. Todos perfectos para la acción.

Y el tiempo pasa. Poco a poco, el resto de la Fox y otras personas van llegando. Algún pathfinder cruza la zona, y no puedo evitar lanzarles más de una mirada de envidia considerando todo el entrenamiento que tienen a sus espaldas, su capacidad y que todavía no he conseguido una solicitud lo suficientemente firme como para que me envíen a ser uno de ellos. Pero lo que más me atrae la atención es la comida, un poco potente para el gusto de más de uno, pero un buen alimento para mí. Casi parece que quieran cebarnos antes de bajar, pero estoy seguro de que una vez estemos en el planeta, voy a quemarlo todo sin problema alguno. Así que me dedico a catar salsas, considerando cuál de ellas podría ser una buena adición a mi pequeño repertorio de recetas de cocina.

James llega como un novato (lo que es, al fin y al cabo) No es que llegue tarde, pero no está plantado ahí, de los primeros. Llega ajustándose la armadura apresuradamente y con cara de apuro, repasando en voz baja los últimos detalles.

Mkoll se presentó allí con calma, preguntándose que se encontrarían ahí abajo. Sin duda iba a ser entretenido. Lo que si le extrañaba era no ver por allí todavía a todos los que debían bajar, especialmente a su añadido. No era lo que habría esperado de alguien así, pero bueno, no dejaba de ser algo esperable en un recién graduado. 

Tras presentar sus respetos a los mandos presentes de su escuadrón, buscó un sitio cómodo en el que esperar, revisando que todo estuviera en su sitio, y los cargadores convenientemente colocados en su bandolera. 

Vincent se encontraba delante de las puertas de las naves de desembarco, y por primera vez pudo determinar la envergadura de la operacion, el torrente titanico de hombres moviendose de un lado a otro, como si se tratase del fin del mundo o algo parecido, sus sargentos gritaban como si fuesen a expulsar las entrañas, el estres, el sudor y el miedo de algunos se apiñaba en el lugar, se acomodo la armadura, y limpio su arma de motas imaginarias  que pudiesen ensuciarla, sin importarle la opinio de los presentes comienza a acariciar el arma y le dice como el hombre que arma a una mujer, chiquita hoy vamos a divertirnos mucho, vamos a derramar rios de sangre de esas malditas sabandijas y al amanecer vailaremos en sus entrañas. sonrie y mira la puerta y espera la orden de entrada, siempre es un viaje muy movido pero vale la pena la espera.

Sargento Llywelyn, tiene suerte que necesita la mandibula para transmitir sus ordenes a su escuadron, pero como me vuelve a decir preciosa necesitara una pizarra para transmitirla. Es necesario algo mas que una copa y un par de huevos para eso, y aqui no veo ninguno. Vuelve mañana y me lo pensare.

Finalmente se macha al lado de su cabo hacia la armeria.

El soldado llego al hangar donde se aglutinaban las tropas a la espera de la orden de partida. Llegó pesado por sus armas y enseres, por sus municiones y raciones, embotado en su recio traje de combate a medio colocar.

Miró a la multitud en busca de sus compañeros de escuadrón, permaneció unos instantes allí hasta localizarlos entre la infinidad de cabezas que se amontonaban en aquel lugar. Allá en la distancia reconoció a su sargento, recogió sus cosas y encaminó sus pasos hasta él.

Sam llegó al hangar cargando con sus bártulos, embistiendo a aquellos que no tenían el mínimo de respeto para dejarla pasar con todo.

-Bueno como está el panorama...-dijo arqueando la ceja y poniendo morritos como si fuera a silbar, captando de pasada la respuesta de la Sargento  a vete tú a saber qué tipo de grave afrenta. Se sentó apoyando contra las piernas los objetos y miró al techo centrándose intentando calmar el pánico  típico e inevitable al descenso. En esa ocasión nadie había estudiado sus ondas para comprobar su estabilidad, dio por hecho que lo habían hecho mientras se recuperaba de la mutilación de su cara. Tampoco había visto a ningún cura, de esos que escuchaban los lamentos de aquellos que bajaban con la certeza de que no volverían a subir.

Nunca había visitado a uno y no iba a empezar ese día.

Con un demonio, comida de la mejor. Más felices no nos pueden poner. Algunos murmuran que mientras más buenos son, peor la paliza. Pero no le doy importancia. Todos sabemos las reglas del juego, somos la fuerza de choque y nada más. Si morimos, seremos solo números y si ganamos una victoria más y Psycho tendrá otra vez la razón.

Cuando McAllen llegó a intendencia no pudo evitar quejarse- Joder, ni que regalaran munición, ¿eh? -dijo mientras miraba el traje cibernético pesado que llevaba uno de los ingenieros- Ostias, uno de esos nos habría venido genial -asentía para sí mismo pues no podía evitar pensar en la destrucción que podría causar ese trasto.

Tras muchos empujones, codazos e insultos, llegó a poder pedir la parte de su equipo asignada, y tras muchas otras quejas y empujones salió con todo su material sin saber como lo podía llevar todo. Estuvo tentado, muy tentado de gritar "solo queda munición para los próximos diez infantes" pero eso podría ejercer un caos, un saqueo y una ejecución hacia su persona si le descubrían, así pues se mordió la lengua

***

Unos minutos más tarde iba cargando con todos los trastos. Se le hacía extraño moverse con esa armadura, y más con todo el equipo que llevaba ahora: munición, granadas, un arma acoplada, un aparato de comunicaciones a la espalda. En ese momento, buscando a sus compañeros de la ECO escuchó a su sargento amenazar a alguien y no pudo evitar sonreír- ¿Deseando buena suerte a alguien sargento? -preguntó mientras se ponía ante ella.

Tenía que acostumbrarse a estar con la sargento Odonell pues ahora su deber era matar bichos y retransmitir sus órdenes, pero en ese momento vio la jugosa comida- Vaya, es una buena idea una posible última cena -dijo mientras miraba la comida- ¿Cenamos? -preguntó divertido y riéndose, pero un latigazo de dolor le recordó lo que le había costado el peaje por llevar a Sam a caballito- era solo una broma -añadió. Solo faltaba que en vez de pegar a ese otro al que no llegó a ver le pegara a él.

- "Compañeros de la Fox, como Consejero Táctico de la escuadra llevo a cuestas la mochila de comunicaciones. Durante toda la misión monitorizaré el tráfico de mensajes y mantendré actualizados a los mandos de todo cuanto suceda.

Ahora, por favor, les pido un momento de colaboración. Hagan pruebas de mensajes por el sistema de comunicaciones de los trajes, mi equipo recogerá las señales si todo funciona como es debido. Inicen pruebas.

Probando canal de Mando 1. Operativo.

Probando canal de Mando 2: Sargento Mayor Focker. En línea.

Probando Mando 3: Sargento Mayor Focker, Sargento Evans, Cabo Ramírez. ¿Me reciben alto y claro?

Probando Canal de Escuadra: Canal general de toda la Fox. ¿Todos en línea?

Probando Canal del Soldado Wimger: 1, 2, 3...

Probando Canal del Soldado Popov: Compruebe las vendas, Doctor.

Probando Canal Cabo Ramírez: Consejero Táctico listo para el combate, Cabo.

Probando Canal Soldado MacKeyn: Manténgase a mi vera, equipo de fuego imbatible.

Probando Canal Soldado Hightower: Armamento pesado emplazado.

Probando Canal Soldado Mkoll: Usted los verá venir el primero.

Probando Canal Soldado O'Flaggerty: Si yo caigo, recupere mi equipo de comunicaciones.

Probando Canal Sargento Mayor Focker: De nuevo vacaciones en el infierno, Señor.

Probando Canal Sargento Evans: Enhorabuena por el ascenso, Señor.

Probando Canal Soldado Canowicakte: Buenas explosiones.

Probando Canal Soldado Burnette: Bienvenido a la Fox, Soldado.

Probando Canal Soldado Wallace: Veo que al final llegó a tiempo, Soldado Wallace.

Todos: Todos los canales operativos y en línea. Iniciando silencio de comunicaciones hasta nueva orden." -

Casi creyendo llegar el último y aún acostumbrándose a la movilidad con la armadura, avanzaba sus pasos algo torpes hacia su lanzadera, preocupándose de mantener sus objetos en orden. Todavía debía de ajustar correctamente las armas, explosivos, escasos cargadores y demás extraños artilugios que suponían el grueso de los guardianes de Sirius. Aquel novato parecía hacer bien su trabajo, un alumno aventajado que tendría que desmostrar por primera vez de qué estaba hecho.

Al juntarse con los suyos comentó con entusiasmo, al final me han... prestado algunas cosas de la armería, je je. Ante la mirada de sus compañeros, no todas agradables, intentó regresar a la realidad que les esperaba y pisar firme. Total, si fracasamos nosotros, quizás nadie lo consiga. El último "click" indicaba concluir la tediosa tarea de prepararse para la batalla. Estoy listo.

El hangar estaba repleto de infantes y equipo.

Me encaminé lentamente hasta donde estaban mi cabo y sargento para quedarme junto a ellos.

Odiaría quedarme perdido de mi pelotón y luego preguntar donde estaba la nave lanzardera del ecuadrón ECO.

-Cabo-muevo la cabeza a manera de saludo, luego hago lo mismo con la sargento-Sargento.

-Éso espero, Gawain-dijo Mkoll, respondiendo por el comunicador para dejar claro que aquella cosa funcionaba. 

"Aunque el hecho de estar bajo tierra, en túneles que probablemente den mil vueltas, y que parte de los bichos pueden ser tuneladores o aparecer de paredes falsas, me puede dar algo de trabajo" pensó el explorador amargamente. 

Ethan entró en la zona de hangares, tratando de orientarse para ver dónde estaba su escuadra. Una vez distinguió a su Sargento, llegó hasta donde estaba y la saludó de nuevo. "Sar...sargento, Ex...ex..explorador White lis...listo para el com..combate." Ethan iba totalmente pertrechado para la batalla, la armadura estaba limpia, brillante inclusive, y en la pechera de su armadura colgaban bien pulidas las dos insignias que le habían sido concedidas. Ante la mirada de la Sargento añadió...."Son para hon..honrar a los com...com..compañeros caídos de la Eco, Señora. Sin ellos, yo no te...te...tendría estas me...me...medallas. Estoy or...orgulloso de te...tenerlas, por ellos. Por la Eco." 

Se sentó al lado de la Sargento y se agenció una de las raciones que estaban repartiendo, degustando un buen bocado de esos picantes frijoles, que de tan ricos que estaban se le hacía la boca agua, ya sólo con el olor. "¿Sa...Sabe? He con..conseguido un rifle morita y tres car..cargadores extra.....no es gran co...co...cosa....pero a más mu...munición...más bi.....bichos muertos. He in..intentado conseguir otro car...cargador para mi Hawk...pe..pero el de in..intendencia me ha mirado co..como si le hubiera pe...pedido el teléfono de su ma..madre...espero que si con...consigo entrar en el cu..cuerpo de fran...francos no sea tan duro con..conseguir munición." dijo entre bocado y bocado....

Luego se limitó a seguir comiendo, beber agua cuando la especia era demasiado picante y observar las evoluciones de algunos de los novatos que pululaban por el hangar, mirando a todos lados con cara de un nerviosismo evidente en la cara. Él no tardaría en tener la misma cara, o en tener las mandíbulas fuertemente apretadas para controlar sus nervios, pero ahora tocaba disfrutar del poco tiempo libre que aún tenían....