Partida Rol por web

-Senca- tu maestro te llama al volver de casa de tu madre -Creo que tenemos que hablar, veo en tu mirada que se te han revelado ciertas situaciones. ¿Qué vas a hacer al respecto?

El anciano ve el trozo de papel que llevas con determinación en el puño y asiente. Geldona (tu maestro) siempre ha sido muy audaz, te enseñó siempre lo que más te interesaba, cuando vio en ti la necesidad y arte de luchar, te puso una espada en la mano, cuando notó que tu creatividad se exteriorizó en el combate buscó a quien pudiese enseñarte a ir más allá del acero. Lo único de lo que no has podido escapar nunca fue de ser herrero.

Tras leer la carta te la devuelve con la mirada de quien no necesita palabras*

-Creo que debes aceptarlo, se trata de una oportunidad de hacer algo diferente en la vida, de romper el círculo que te ata a un lugar, pero ten cuidado, los círculos son armoniosos, a veces es necesario retornar, y solo ellos lo hacen con suavidad. No pierdas tiempo, aquí indica- señala el papel -Que debes hacer y al parecer te urge.

Dirigido a Senca Temno.

Documento privado, cualquier otro que lo lea estará incurriendo en un crimen castigado con la pena de muerte.

La recepción de esta carta debe ir aparejada de que sepas ciertas cosas, confío en que así ha sido. Joven Temno, por amor a la justicia y honrando el duro sacrificio de tu madre cuya amistad me es valiosa, me dirijo a ti para ofrecerte un trabajo.

Necesito que recorras el Reino, necesito que sea la mano oculta que protege el orden de aquellos que protegen el orden. No vas a estar en ningún órgano oficial, pero esta carta posee ciertos valores que te darán protección si llegarás a tener que enfrertarte a un magistrado, aunque eso te lo explicaré luego.

Como sabes, no todos los servidores son honorables, los hay que se enquistan en el poder, se vuelven perezosos y por desidia dejan de hacer su trabajo, esos aunque despreciables, son los menos malos. Los hay que se acomodan solo para descubrir que necesitan más para satisfacer sus deseos y corrompen su trabajo, abusan de su fuerza, esos son casi los peores, pero se mantienen a raya entre magistrados y protectores. Sin embargo existe un mal que los supera a todos, y es el miedo, son aquellos que no se corrompen por pereza o codicia, sino por miedo. Los que caen en la telaraña de influencias de otros, y que amparados por ese secuestro cometen atrocidades que ninguno de los anteriores haría. 

Tu misión será limpiar al mundo de todos estos males, sobretodo de los últimos. Pero lejos de hallar gloria en ello solo habrá secreto. Se te financiará y recompensará, pero nunca serás rico por este motivo, deberás trabajar haya adonde vayas y estar preparado para cuando se te requiera. A cambio de todo este esfuerzo la Corona te otorgará al término una reposición de prestigio, así como medios económicos para hacer tu vida. Según tu eficacia esta condición se dará o se cancelará entre tres y cinco años.

Si miras la carta a la luz de una llama mientras el sol acaricia la cara contraria verás el emblema de la Corona. Eso es un salvoconducto que solo reconocen los magistrados de alto rango. Ten cuidado evita meterte en problemas con la ley, pero si se da el caso, tendrás una oportunidad.

Si aceptas, ve y prepara todo cuanto necesites, te espero en la plaza de la luna en Dekel Narulu. Estaré allí todas las tardes una hora antes de la puesta de sol hasta el día anterior al solsticio.

Llevaba un tiempo extraño, Desde mi asignación como ayudante de aquel hombre, había aprendido tantas cosas cosas necesarias como innecesarias, nunca me lo había planteado, pero se me permitió pasar unos pocos días con mi familia, se me permitía a menudo, ante la falta de un lugar donde vender los artículos forjados, mi trabajo se situaba en la herrería de mi maestro, cercana a casa, por lo que dedicaba esas temporadas para pasar el mayor tiempo posible con mis progenitores.

Ya no quedaba ni el recuerdo de aquel chico que fué expulsado hace ya una década, y que no ocuparía un lugar privilegiado para ayudar a la sociedad, y, aunque era cierto, quizá ese lugar privilegiado no fuera lo que necesitaba para poder tener el mismo cometido. En un tiempo donde el destino parecía estar ya asumido por todos en la familia, aquella sombra apareció de camino a casa.

Nunca se hablaba de lo que pasó, madre no decía nada y mi maestro tampoco, siempre había hilos que no acababa de hilar, pero siempre pensé que el secreto de aquello estaba en mi mentor, y sabía después de una década que no me lo contaría, por lo que hacía años que apenas me lo planteaba. Sin embargo, la sombra entregó un papel y desapareció, era un hombre, sin duda, pero lo suficientemente ágil para que me fuera imposible seguirlo, un par de calles de camino a la herrería y no quedaba nada de aque hombre. Apenas lo había podido seguir unos metros, pero se me había enseñado a rastrear, por lo que pude seguir un poco más antes de que esa sombra me demostrara que aún me queda mucho por aprender.

Miré a mi alrededor, y busqué un lugar con poca gente, una plaza donde sentarme a leer un papel, dejé la mochila que portaba mis aparejos personales y leí la carta con atención. Estaba ahí, era mi pasado.

Repasé mentalmente quién estaba metido en el ajo, los recuerdos eran escasos, por los que los únicos que podían saber algo eran mi madre y el maestro. Sin embargo, enseñar aquel papel extraño podría ser peligroso, necesitaba tener plena confianza para buscar un consejo y elegí a mi maestro para ello. Aunque enseñarselo es un delito, aquel extraño hombre, que lleno de secretos me había convertido a partes iguales en un soldado y una persona capaz de fundirse con cualquier entorno, rebosaba confianza. Y en caso de ser una trampa, era él el que podía defenderse.

Continue mi camino a la forja, como cada mañana, aunque por primera vez llegué unos minutos tarde, mi maestro ni se dió cuenta, pero yo ya había comprobado que en los primeros minutos ningún cliente entraría en la estancia.

Maestro, debo enseñarle algo, antes de que lo lea, sepa que el simple hecho de leerlo es un delito según el propio papel, esa es la razón por la que no se lo enseñaré a mi madre, y no le preguntaré a nadie si ella sabe algo. En caso de ser una trampa, no seré yo quien la incluya en esto.

Le dí la carta, que leyó sin ningún reparo, como cabía esperar, no me dijo si tenía algo que ver, no preguntó de donde había salido, y respondió con una metáfora, así era él. Siempre aconsejaba sin obligar a nadie a tomar una decisión, el destino era de cada uno.

Escuché atentamente y asentí, maestro, voy a aceptar, pero ¿volveré a verle?, Pregunté ante el asombro de todos cuantos me hubieran podido escuchar y me conocían, que no era nadie más allá del maestro, pero hacía una década que mis sentimientos se habían apagado, solo quedaban unos pequeños ápices de bondad, solo se podía ver una cara expresiva al hablar del futuro de la sociedad, nunca había estado con una mujer, ni había hecho amigos, apenas había salido a la taberna salvo en las ocasiones que la herrería era invitada a algún acto.

No pregunté si esto tenía algo que ver con mi pasado, no me iba a responder, y era algo que debía aprender por mí mismo.

Dedicaré la tarde a preparar el ajuar, diré a mi familia que debo ir a una ciudad cercana por usted, se que mi madre y yo nos mentiremos a la vez, pero es mejor que obligarla a decir algo, usted no es como ella, ella es más emotiva y podría ser peligroso si algún vecino oye lo que voy a hacer. Aunque todo estaba olvidado, mi maestro me había enseñado a ser precavido, y yo había desarrollado una falta de confianza innata hacía lo desconocido, una paradoja ya que el insensible Senca había ayudado desde hacía una década a todo el pueblo a reparar maderas, ayudaba con la compra a las ancianas desde el mercado, y defendía a los vagabundos de los borrachos de la taberna que se divertían pegando a los vagabundos y humillandolos por que la sociedad no trataba igual a cada persona.

Quisiera pedirle un favor, Dije yendo a una caja, que estaba cerrada por un candado, una caja larga, acolchada en su interior, dentro de ella, una espada, hecha de buen material, una aleación que permitía aligerar las armas, la falta de peso le hacía dificil de manejar en una batalla contra armas grandes, pero permitía movimientos ágiles.

Hace tiempo hice esto, y metí unas monedas en el arcón por el material gastado, aunque hay un dicho sobre los herreros y las espadas, quise hacer una propia para mí. Me gustaría que usted la diera un vistazo, será lo que lleve a esta misión, una espada hecha por mí y para mi destino.

Iré al mercado y cogeré viveres para una semana, frutos secos, frutas en conserva y algo de carne para los primeros días, cazaré si necesito algo más. También cogeré agua del arroyo e iré a casa a por ropa de abrigo.

Volveré a la noche y me despediré de usted, me llevaré algunas armas más, pues no mancillaré esta espada con asaltantes de caminos ni caza.

Miré a mi maestro, que ya estaría mirando la espada que yo había fabricado, y que pensaría que no es suficiente para su herrería, había aprendido tanto que se me podría considerar un buen herrero, pero todo el pueblo sabía que las armas importantes no se hacían bajo mi martillo. Incluso había gente que preguntaba por qué me tenía como maestro si nunca llegaría a su nivel, aunque no era un problema para el maestro, y ahora sabía por qué.

Con su permiso, me pido el día libre. Le veré al anochecer.

Salí al mercado, llevando como siempre la bolsa de alguna señora que iba cada día y que ya me conocía, los ancianos me gustaban, conocían el mundo de primera mano, y contaban historias llenas de moralejas para aquellos que quisieran aprenderlas. Esto se iba perdiendo en cada generación. Se me pasó por la cabeza que quizá echara de menos esta vida, pero no había nada dentro de mí. Esto me permitía forjar mi propio destino, descubrir la verdad, y por fin, crear una sociedad mejor, no quería la fama, solo la justicia. Así se me había educado.

¿Buenos días, tiene algo de carne que aguante un viaje de unos cuantos días?, también frutos secos, y verduras.

Busqué también una vara de metal que aguantara el cocinado en una hoguera, y algún productor de fuego, silex, yesca, daba igual mientras me aguantara más de los cinco días que durara el trayecto.

Me despedí de la señora allí donde nuestros caminos se separaban y partí hacia casa.

Cogí ropa de abrigo, una comprada por mi madre cuando comencé a viajar con el maestro, comí con ellos. Madre, partiré esta noche a una ciudad cercana, el maestro quiere que intente vender unas espadas de un cliente que le ha fallado, son buenas para los guardias y piensa que quizá las quieran.

Tardaré más en volver de lo que acostumbro. Miré a mi padre, él siempre era ajeno a todo cuanto rodeaba las altas esferas, un hombre humilde que solo conocía el trabajo duro, parecía que quizá no hubiera participado en mi educación, pero no era verdad, su forma de ser era mi forma de ser, el esfuerzo como vía para cumplir los objetivos, un superviviente.

Acabé la comida y me levanté, dando un abrazo a cada uno, Os traeré algo típico de allí, nos vemos pronto. No era verdad, pero si alguna vez les preguntaban donde estaba, no lo sabrían, era la primera cosa en años que me daba tristeza, pero era lo mejor.

Adios padre, madre.

Dediqué una parte a pasear por las calles, miré el sitio donde comenzó todo, donde el pequeño Senca iba camino de ser un uno de los magistrados más jovenes, Algún día podría descubrir que es lo que pasó, miré la carta que significaba el inicio de un ciclo. Observé la mochila viendo que tenía todo salvo las armas, y fuí a la taberna.

Por favor, una tinaja de cerveza para llevar, mi maestro le traerá el recipiente por la mañana. El líquido fue servido, y yo puntual como siempre, llegué a la forja.

Saqué dos vasos, y dejé la tinaja, Maestro, le cogeré un par de cosas, algún día se las pagaré. Después me gustaría que viniera.

Cogí un cuchillo para desollar, una espada que no sería la mía, para los bandidos, un arpón pequeño de pesca, por si hay algún río, me fue enseñado que hay que seguir el cauce del río en los viajes largos, lleno de alimento y agua, con el único inconveniente de los ladrones, que solo atacan a quien no puede defenderse. Cogí unas cuerdas, y pequeños aparejos para arreglar cosas, un pequeño martillo, unos clavos, etc.

Al llegar el maestro le serví la cerveza. Por usted maestro, para que vuelva con la verdad que usted quiere que descubra yo mismo. Utilizaré todas tus enseñanzas y haré un mundo mejor, quizá no el que mi madre y tú quereis, pero será mejor.

Partiré esta noche, Dije mirando por la ventana entre el rojo del fuego y el negro del humo, miré la carta mientras daba un enorme trago de cerveza y volvía a llenarlo. ¿usted estará bien?.

-No te lleves esa- te dice cuando coges una de las armas. -Toma esta, es una hoja excepcional, ha estado... ha servido en el pasado a este reino y tras muchos años de descanso es momento de que vuelva a viajar. -la espada que te ofrece descansa en una vaina ajada y vieja, llena de arañazos y descolorida por el sol, la empuñadura y el gavilán lustrosos y sin una mota de óxido muestran que se ha guardado y cuidado con mimo, pero no ocultan los daños del uso, uno de los extremos del gavilán está partido al final, no ha perdido su función pero es evidente.

-Has dado muchas explicaciones muchacho, debes de tener cuidado con eso, al parecer vas a llevar una vida dura, una vida llena de dificultades, vas a conocer a mucha gente, harás muchos enemigos, eso no lo podrás evitar, procura hacer al menos un décimo de amigos, puede que sea lo más difícil de tu camino, pero será tu única opción llegado el momento. -tras una pausa en la que parece no estar seguro de si decir algo, o no saber como decirlo añade -No te fíes de aquellos que están encima de ti en esto, no confíes en que ese sello vaya a valer para algo. Y recuerda, siempre se desea volver, procura que tu camino no sea tortuoso de más o no encontrarás el camino de vuelta.

Dicho eso y con un gesto de despedida, vuelve al taller dejándote en el porche solo, es una despedida parca pero la entiendes, ninguno de los dos fue nunca muy sentimental, vuestro cariño es real, pero se basa en el deseo del bien del otro, en una lealtad que nada tiene que ver con el apego. Esta es la forma más práctica de decir adiós, sin ceremonias, sin lágrimas, solo vete y sigue tu camino.

Hubo una sonrisa interior, pese a que por fuera ambos estabamos igual de serios, una de sus palabras lo había provocado, Así que un décimo de amigos, ¿es eso lo que esconden mi madre y mi maestro como si fuera un tesoro?. ¿Cómo haré amigos con lo que me cuesta confiar en la gente? Decidí quedarme con mis dudas, al fin y al cabo no me las iba a contestar.

Dí un sorvo a la cerveza y volví a mirar el arma que me había dado, como buen herrero tenía armas por todos lados, aunque había algunas que no estaban a la venta, siempre me pregunté por qué. Y ahora sabía la historia de una al menos, y lo más importante, me la había confiado.

La cuidaré, y la haré cuidar todo en lo que creo. Era cierto que era solo un objeto, pero tantos años en la herrería me habían hecho pensar que, al igual que los humanos, cada una tenía una forma, y algunas hasta secretos. Aunque ellas no lo contaban nunca.

Tiene razón, como siempre, debo ser más cuidadoso, aunque me conoce, salvo a usted, apenas cuento nada a nadie. Siempre había algunas viejas en el mercado que me preguntaban por la herrería, y con las que tenía algunas conversaciones sin importancia, era sumamente cauto, pero ahora debía serlo más. No dije más, la vuelta a casa ahora era algo en lo que no pensaba, dicen que cuando sales quieres volver, pero ya había viajado, apenas era un trámite más. Ahora mi único pensamiento es que me esperaba en el destino, y en el camino. Habría ladrones, bandidos, por supuesto, pero también comerciantes, y quizá trabajadores del campo, esa gente era la que tenía historias que contar.

Me despedí con la mano, y miré a ambos lados antes de salir, a esas horas había poca gente, y la mayoría de ellos estarían borrachos, pero hoy el camino sería diferente, y debía asegurarme de que nadie se daba cuenta. Seguí el camino y las calles de siempre dirección a mi casa, hasta el momento de separarme de esas calles que ya eran rutina, para emprender el viaje a la salida de la ciudad. No miré demasiado a los lados, eso era sospechoso, simplemente paraba de vez en cuando y acomodaba la mochila, aprovechando para ver que se escondía en la noche.

Paré en seco en la puerta de la ciudad, miré la luna, a partir de ahora y al menos en un tiempo indeterminado, sería mi acompañante, miré el mapa que me había tomado el tiempo de coger, seguiría el río, como mandaban las reglas del viajero.

Pese a que había salido más veces de la ciudad, no conseguía saber que tipo de camino me esperaba, ¿bosques?, ¿llanuras?, ¿otros pueblos de camino?, quien sabía, solo miré a la ciudad una vez más, y comencé a caminar hacia el destino que la carta me había encomendado. Pensando en la propia carta, un simple papel que parecía esconder más que tinta, papel y un sello con cualidades curiosas, aunque escasas según mi maestro, la única persona cuya opinión importaba.

Las ricas tierras de la Golondrina están regadas de caminos tan transitados y valiosos que es difícil saber cuando se ha dejado atrás una ciudad y cuando se ha entrado en otra. No es el caso de la tuya, se trata de la población más grande en una zona agraria. Aún así los caminos son buenos y nada temes a la noche.

Las nubes típicas del verano te privan de las estrellas pero hacen que la luna resplandezca de forma etérea iluminando con una atmósfera críptica el camino. El calor del día ha dado paso al frío típico de las últimas noches de primavera y pronto redescubres la importancia del hogar.

-Thegren -oyes gritar a lo lejos.

Han venido a buscarte, que extraño, suelen pasar días entre visita y visita, te dejan hacer tu función de vigilar los bosques del clan.

Ves avanzar hacía tu posición delatada con el propósito de facilitar la función de quien sabe tu nombre, a un hombre que no reconoces. Mala señal, si no fuera por que estás totalmente seguro de que no hay traición posible entre los tuyos te haría estar tenso.

-Honorable Thegren imagino -dice sin aliento por la ascensión, pero no puedes evitar notar el veneno que escupió al decir tu nombre. Y es que aunque el Gato es el clan menos racista, y entre ellos los forestales el cuerpo más abierto de mente, Gasiro es un Reino que desprecia lo extranjero.

Ante el silencio de la evidente confirmación el hombre continúa -Se te ha escogido para un servicio especial al clan y al reino. Sinceramente desconozco los motivos que han motivado tu candidatura y elección. 

Quizás sea el hecho de que nadie se ha colado en tu sector. Quizás sea el hecho de que has servido sin inconvenientes. O quizás sea una tarea que nadie más quiere.

Aún era pronto, pero el sueño atacaba mi primer día de travesía. El maestro siempre decía que dormir a la intemperie tenía ventajas y desventajas, mientras que una posada aislada no ofrecía esas desventajas. No era alguien famoso, y no había de qué temer en el pueblo.

Respiré hondo y continué caminando, poco a poco, mi visión se iba haciendo menos observadora, apenas podía distinguir las ocupaciones de las escasas personas que se situaban por el camino, pero el pueblo estaba cerca.

Entré al pueblo, y miré cual de las dos posadas estaba más alejada del centro de la ciudad, allí descansaría un poco antes de continuar. Antes de entrar, me acordé de las reglas que rigen la comunidad, y me aseguré que todas mis armas estaban perfectamente guardadas. Podría ser un problema si me apresaban antes de llegar a la ciudad.

Me aseguré que todo estaba en orden y continué por la puerta principal hasta la posada.

Siempre lo mismo... Aún habiendo formas y formas de referirse a alguien, los malditos habitantes de Gasiro no paran de usar ese molesto tono. En fin, supongo que este fue uno de los motivos que me incentivaron a convertirme en forestal, no debo quejarme de lo que ya se que es inevitable. Quién eres y de que servicio hablas. no me hagas perder el tiempo, estoy ocupado. No debe ser algo complicado, cuanto antes lo haga antes volveré a mi puesto.

-No tengas la desfachatez de dirigirte así a mi, soy el delegado Foldai, si por mi fuera no te llevaría a la corte estival. Pero me han dado recomendaciones excelentes de tu persona. -notas la mirada intensa examinando todo cuanto puede.

Luego tras un momento de silencio un tanto extraño se acerca más y dice en otro tono radicalmente distinto

-Órdenes del clan, sea como sea me parece que vamos a viajar juntos, así que vamos a ponernos en marcha, cuanto antes lleguemos a la ciudad del Loto antes podremos seguir cada uno su camino.

Dicho eso se da la vuelta y con un gesto te hace entender que le sigas.

Al entrar en "la espiga verde" te recibe una somnolienta mujer entrada en años. 

-Bienvenido viajero, es tarde... o pronto, según como se mire. Imagino que querrá un lecho, ¿O tal vez desayunar?

La voz de la mujer es agradable pero denota que educación, una máscara capaz de ocultar tras una sonrisa el más agrio desprecio. No significa que no sea sincera, la gente que adquiere esa habilidad vive con la maldición de no poder mostrar nunca sus opiniones de forma natural.

Tras pedir descanso y aceptar la oferta de que se te dé de comer al despertar, te acompaña a una habitación donde hay tres camastros bajos. Te indica que uses el de la derecha al fondo y mientras acomodas tus escasas pertenencias vuelve con ropas de cama y prepara el lecho.

Cinco horas después y todavía algo cansando te despiertan

-Ya es tarde, como me distéis que teníais prisa. En el salón os espera pastel de carne y cerveza suave. También os he preparado un pequeño cesto con boniatos horneados, pan de la mañana y un poco de cerdo curado.

Tu viaje continua, con un paso alegre llegarás a la ciudad antes de la caída del sol, incluso parando a comer.

Poco a poco las el paisaje se vuelve más suave, las colinas se hacen menos frecuentes y los caminos más rectos. Los campos de cultivo se vuelven más densos y ordenados y el camino principal se ramifica en dirección a poblaciones importantes.

Queda menos de una hora de luz cuando ves a lo lejos lo que sin duda son las afueras de la ciudad.  

Eh, termina de hablar conmigo antes de darme la espalda, veo que los modales no te caracterizan Soldi. Thegren se vería especialmente desquiciado pero la curiosidad por el trabajo propuesto le instigaría a seguir al delegado. A propósito, ¿sabes cuál es el motivo de mi llamada? Osea, es evidente cual es el motivo de MI- Thegren hace especial énfasis en este ¨MI¨- nombramiento, soy el mejor, me refiero a que misión se me encomendará. 

La mujer había finjido ser educada, eso solo significaba que en ese pueblo no abundaba el turismo, y cada viajero por extraño que fuera y por horas intempestivas a las que llegara debía aceptarlo. 

Por otro lado me había dado una información increíblemente útil, no había ninguna sospecha, el maestro decía que tenía que ser precavido, y esa mujer no había pensado nada extraño. Eso significaba que, en principio, nada hacia pensar a la gente que me veía que podía ser peligroso, o que tenía algún tipo de objetivo para viajar. A nadie Le importaba. 

El camino continuó, y la ciudad estaba allí mismo, apenas en una hora anochecía, pero supuse que llegaría. Además, si no descubría nada en el camino, este viaje no serviría de nada. 

Andé a la ciudad, y miré otra vez por la posada más alejada, además busqué una taberna, allí la gente se reunía y hablaba, simplemente escucharía que dicen las gentes de esa ciudad. Curiosamente, los borrachos son una de las mejores fuentes de información, son fáciles de escuchar por que no paran de gritar, y cuentan cada rumor como si lo supieran todos. Había que tener cuidado con que partes creer y cuáles no, pero siempre había algo de verdad en cada rumor exagerado que un borracho cuenta a sus amigos. 

Al llegar, entré en la taberna y me senté en la barra, buenas noches, cerveza por favor. Esperando a ver si podía descubrir algo, no quería estar mucho tiempo, el camino debía continuar y además, debía dormir algo, mañana sería otro largo día por los campos de la golondrina. 

Te sirven la cerveza, y te cobran por ello tres ciclos. Aún te queda dinero algo más de ochocientos ciclos crees recordar, no te preocupa demasiado de momento.

Sentado en la mesa grande escuchas gritos de jolgorio y de frustración, oyes quejas y bravatas, el ambiente estival se nota, en breve será el solsticio y con ello la fiesta del sol, pero sigue siendo necesario trabajar para vivir y se combinan los festejos con los problemas cotidianos.

La mayoría de las conversaciones, al menos las que eres capaz de apreciar entre el alboroto sin ser indiscreto, tratan sobre las medidas que creen o que quieren que los líderes de clan adopten para el semestre. De entre ellas casi todas son quejas por supuesto, incluso contra medidas que en realidad son beneficiosas para ellos.

-¿Me estás amenazando? -te dice con frialdad -En fin, vamos a viajar a la corte estival del Loto. No creo que lleguemos a tiempo, aún así debemos ir. Tu misión es que lleguemos allí, que seas garante de los tratos que allí se acuerden y que volvamos. Por eso no lo entiendo, no sé por que enviar a un forestal en lugar de a un protector habituado a la civilización... aunque supongo que no me corresponde a mi juzgarlo.

Dicho eso hace un gesto que invita a que te pongas en marcha y la abras, para no darte la espalda.

Ya de camino y a caballo te dice -En la alforja derecha hay una misiva sellada dirigida a ti.

Es la tarde, aún quedan unas dos horas y media de luz solar, media más cuando salgáis de la bóveda arbolada.

Como ya he dicho, no es que hayan elegido a un forestal, es que me han elegido a MI, pero en fin, continuemos, no hay tiempo que perder. Abro la carta mientras cabalgo y la leo. Tienes planeado el viaje ya o hace falta que lo haga yo, no se te ve excesivamente bueno en cuestiones navegación... Ya habría previsto una ruta previo al comentario al delegado por lo que solo pregunto para obtener información sobre mi nuevo compañero de viaje

Escuché atentamente a los hombres que estaban, al final buscaba varias informaciones, por un lado el estado de los pueblos, la gente no se quejaba en exceso, el problema era el trabajo. Como siempre. 

Por otro lado, en pueblos agrícolas, se solía hablar de bandidos y ladrones en los campos y caminos, además algo así sería la comidilla de todo el pueblo por las medidas que se habrían de tomar.

Al no oír nada por el estilo, supuse que no habría peligro en el camino a la gran ciudad, quizá podría plantearme acortar camino descansando por el campo. Las ciudades al final podrían significar rodeos, y eso podría ser un problema. 

Lo único que me extrañó fue que en dos pueblos, nadie dijera nada sobre el hombre que aparece en las noches pidiendo cobijo, aunque con la llegada de la fiesta del sol, abundaría la gente que viaja a la misma ciudad que yo, y esos pueblos serían simples pasos para llegar. 

Me despedí del camarero, pagando la consumición, y salí de la taberna hasta la posada, descansaría y continuaría el camino. Viajé mirando el paquete que tenía la espada regalada por el maestro, era una espada extraña, vieja aunque con una calidad más que aceptable, pero como todas las armas, había que adaptarse a ella, y no quería no saber usarla contra alguien diestro. Aunque no sería el mayor de los problemas. 

Buenas noches. Dije, y fui a la posada para después continuar mi camino. 

El viaje dura cuatro días hasta llegar a Dekel Narulu. Llegáis con un día de ventaja, lo cual te irrita, te habría gustado llegar antes, y habríais podido de no ser por el miedo del delegado a viajar en noche cerrada siguiendo los caminos por fuera de ellos.

La plaza de la luna es la tercera más grande de la ciudad. Te hace gracia que se trate de una ciudad pequeña de la Golondrina y que aún así sea solo un poco menos grande que la capital del Gato. Es lógico, son tierras favorecidas por el comercio y la abundancia económica, lo que trae una población grande y llena de todo tipo de escoria. Recuerdas con cariño las hermosas tierras montañosas de tu clan, con sus aldeas que rebosan armonía.

Tras terminar de comer el delegado se impacienta ante la falta de indicios de iniciar la marcha.

-Me has estado metiendo prisa por caminos donde podría habernos pasado de todo y ahora te quedas aquí contemplando una plaza, ¿No vamos a ponernos en marcha? -te dice a la vez que un sirviente te trae a la mesa del porche una taza de aguamiel con canela.

Por la mañana cuando sales a dar un paseo para reconocer la zona te distrae un perro que empieza a dar vueltas a tu alrededor y lanza de vez en cuando un sonoro ladrido para llamar tu atención. El animal parece simpático pero es muy pesado se te cruza mientras caminas y te hace cambiar de dirección para no pisarlo.

Salí de la posada despidiendo a la persona que estaba en la recepción, había comido y dormido, eso era una buena señal.

Al salir y como ejercicio de rutina obligada desde que el maestro me enseñó, inspeccioné la zona, nada hacía pensar que pudiera haber algún problema, en la taberna no se hablaba de nada especial, pero comencé a caminar con la mosca detrás de la oreja. Y el perro acabó de darme lo que necesitaba saber.

Antes de salir del pueblo, decidí tomar el camino a la zona del mercado, sin mirar hacia atras y con un paso completamente normal para alguien que solo busca reponer aparejos antes de continuar su viaje.

Busqué alguna zona donde pudiera callejear, con calles que fueran estrechas, y tras pasar una esquina, me quedé oculto tras ella esperando a que aquel que me siguiera continuara por la calle. Sabía que si yo era el objetivo de la persecución tenía que pasar por allí, al fin y al cabo era imposible saber donde aparecería tras todos esos callejeos, y por tanto si me seguían a mí, solo existía la opción de caminar por las mismas calles que yo, o perder mi rastro. Impensable para alguien que quisiera saber donde estoy, quien soy, o a donde voy.

Tras tenerle en frente, preparé el paquete de la espada, para que fuera facil desenvainarla, y miré quién era el que aparecía por esa esquina tan poco concurrida.