Partida Rol por web

-¡Lo que sea! -gruñe el capitán y, girando sobre sus talones se larga a la otra punta del barco.

-Ssseñoresss, por aquí... -dice el semiorco, indicando la escalera que baja a la bodega del barco-. Lesss enssseñaré el cargamento.

Al ver como le miraba el capitán se dió cuenta de que no había entendido nada de lo que había dicho, quizá fuera un capitán poco letrado y además de poca paciencia con la autoridad. Otro marinero entró en juego y su voz siseante hizo que las alarmas saltaran recordando lo dicho por Ulmoapop.

- Sustia, avisal Capitan que nus deja con el topo delstornino. Sus cordais lo decido por Ulmuapop. Seque parla talquel Rayo. Seste tipo nosvanseñar un cagao, sel complice. le susurró a Jironzo para que detuviera al capitan. Si este era el complice del estornino les ocultaría el lugar donde se escondia el estornino si estaba allí y las cajas con el material ilegal. Y lo peor, el capitan confiaba en un traidor.

Ajeno a los cuchicheos entre Clausius y Jinrozo, Rayo Blanco avanzó en dirección al lugar indicado por el marinero semiorco, empezando a descender las escaleras al interior del barco.

Labio leporino, ¿eh? Yo también arrassstraría las essssesss al hablar ssssi tuviera el labio cortado, pero nací ssssin labiosss, como todosssss lossss humanoidessss reptilianosss.

Aquel marinero era la mar de majo. Pero es lo que tienen los marineros, que siempre son la mar de cosas. El paladín Roman siempre le estaba previniendo de fiarse de las apariencias: los dragones se transforman en elfas, los cofres en ocasiones son mimetos y un inocente niño puede ser en realidad un kender ladrón. Pero nunca le previno sobre los semiorcos, así que los semiorcos seguramente sí eran siempre lo que aparentaban.

Graciassss por interceder por nossssotrossss con el capitán. Sssssse te ve con cara de buena gente. Yo me llamo Rayo Blanco, ¿cómo te llamasssss tú?

Jinrozo escuchó las palabras de Clausius y asintió.

-Está bien, vaya delante, que le seguimos...-respondió el kenku al semiorco.

Vio como Rayo Blanco avanzaba con seguridad, pero el mago esperó un poco y entonces se giró disimuladamente a Clausius y Aghelas y les susurró:

-Sigámosle el juego. Estad preparados para atacar.

Ver venir una trampa era el primer paso para poder darle la vuelta a la tortilla. No se podía hacer una tortilla con los huevos en escabeche, pero eso no tenía nada que ver.

-Me llamo Durgol -responde el segundo de a bordo-. Pero aquí todosss me llaman Moreno.

El semiorco encabeza la comitiva, descendiendo los peldaños de la escalera de madera hasta una habitación que ocupa la parte central y posterior del Angelina. Hay bancos corridos a lo largo de toda la estancia, pegados al casco del barco, y frente a ellos mesas rectangulares clavadas al suelo. Bajo los bancos hay compartimentos de almacenamiento, y varias hamacas que cuelgan de los ganchos del techo. 

-Esssta esss la sssala común de la tripulación del Angelina -explica Durgol y se agacha bajo los bancos para mostraros que en los compartimentos sólo hay ropa-. Sssolemosss llevar nuessstras cosssasss encima, asssí que aquí hay poca cosssa. Podéisss bussscar sssi queréisss pero...

Se encoge de hombros y niega con la cabeza, como si pensara que era una pérdida de tiempo.

Quizássss luego, Moreno...

Se sentía extraño llamándole así, como si estuviese coqueteando o estuviese a punto de piropearle con un "quién fuera grumete para subirse a tu cofa, morenazo". Y si unos aguerridos marineros le llamaban así en el día a día, la vida de Durgol en aquel barco no debía de ser demasiado sencilla, siempre acosado y manoseado por sus compañeros, pasando de un hombre a otro.

Me... me he fijado en que no hay biombossss, ni cortinasss... ¿No hay mujeresss entre la tripulación?

Rayo Blanco lo preguntaba por lo indecente que sería que compartiesen camarote, chicos y chicas, sin ninguna intimidad, o si era Durgol el que tenía que asumir ese papel en las frías y solitarias noches en alta mar. Lo segundo era igual de indecente, pero Rayo Blanco ya tenía a un compañero kenku que le gustaba vestirse de mujer, así que lo comprendía mejor. La respuesta también podría descartar que la doncella (o la puta del Estornino, según la opinión de cada uno) estuviese enrolada en el Angelina, si todos aquí eran hombres.

Por cierto... Dijisssste que nosssss llevabassss a ver el cargamento, no la ssssala común. Llévanossss a la sssssalita de guardar lasssss cajassss.

Jinrozo primero miró por encima la disposición de la sala. Se fijó especialmente en los rincones en los que pudiese haber alguien escondido, y evitó darle la espalda a Durgol.

-Sí, le echaremos un vistazo a las cajas. Pero supongo que este será solo el primer compartimento que vas a enseñarnos, ya que nuestra intención es revisar todo el barco si es necesario...-advirtió el kenku.

Seguidamente, se puso manos a la obra revisando todas las cajas que pudieran contener un individuo de la especie de Ulmoapop. Y además, aprovecharía para buscar en el suelo alguna trampilla que llevara a una bodega o compartimento oculto.

Con el estomago revuelto, el enano acompaño a todos en el paseo por el barco para poder examinar su carga. Entrar en el interior no hizo mejorar el estado de mareo ni la preocupación de Aghelas. La ausencia de aire fresco no era bueno. Sus manos estaban anaiosas por estar agarrando su masa y su escudo, sobre todo después de las indicaciones de sus compañeros. No lo hizo, ya que se podía tomar como una hostilidad, así que fue caminando con pasos lentos hacia la trampa que todos se imaginaban -No nos muestran el cargamento, esto no pinta bien

Se encogió de hombros al querer el grupo intentar seguirle el juego al hombre siseante. Que iba a hacer, era imposible que les llevara a las cajas que buscaban. No se iba a delatar a sí mismo. Aún así imagino que el ave humanoide tendría algún as en la manga para poner en aprietos al semiorco.

El lugar al que les llevo el llamado Durgol no tenía pinta de ser ningún almacén, por lo menos a primera vista y menos aquel lugar donde había ocultado del capitán la carga y quizás al Estornino. Se quedó callado esperando a que Jironzo dijera algo, ya que si tenía que ser por el Rayo Blanco acabarían de cervezas con el orco. Miró al enano y se dio cuenta de que el también estaba al tanto de que estaban perdiendo el tiempo. Estaba nervioso y atento, aquel lugar era perfecto para una emboscada y tendrían que actuar rápido para no quedar atrapados.

Durgol se cruza de brazos.

-Sssalvo que tengáisss magia para teleportarosss, tenemosss que passsar por essste compartimento para llegar al almacén. Sssi hubiera passsado de largo, sssin decirosss que podíaisss regissstrarlo, también habríaisss sssossspechado de mi diciendo que no osss lo quiero enssseñar. Asssí que dejarosss de gilipollecesss y no me hagáisss lamentar haber intercedido por vosssotrosss -gruñe.

Recorre la habitación de unas cuantas zancadas airadas musitando por lo bajo algo que se parecía mucho a "molidos enanos de los melones".

-No hay mujeresss en la tripulación, biombosss, ni cortinasss. Y sssi quieresss cagar, lo hacesss por la borda -responde secamente a Rayo Blanco-. Sssi quieresss intimidad vete a un barco de recreo para noblesss. 

El semiorco abre la puerta que daba al compartimento de carga, que apesta a bacalao. Allí hay un laberinto de cajones, cajas y barriles, pobremente iluminados. En la parte central hay pescado en salazón colgando del techo. El suelo bajo el pescado está lleno de manchas nuevas y antiguas.

-Ahí tenéisss lasss malditass cajasss, ssserviros vosssotrosss misssmosss. Essspero que no dijéraisss en ssserio lo de regissstrarlo todo porque osss va a llevar un rato. Y másss osss vale dejar las cosssasss como essstaban o el capitán se va a cabrear mucho.

Después de registrar el camarote al que habían entrado inicialmente, Jinrozo pasó a la bodega de carga. De nuevo, lo hizo con cuidado, analizando los rincones en los que se podría ocultar alguien para tenderles una emboscada. Luego, se dirigió a Durgol.

-Bueno, como tardaremos un poco aquí, puede dejarnos y continuar con sus quehaceres habituales. Ya le avisaremos cuando hayamos terminado...

El mago no sabía si esto funcionaría y el segundo de a bordo les dejaría solos. Pero sea como fuere, igualmente probaría algo para intentar acelerar las cosas. Jinrozo lanzó su hechizo de Detectar Magia. Desconocía la naturaleza de la especie de Ulmoapop, y puede que irradiaran magia. O igual, con un poco de suerte, detectara algo que les diera una pista de lo que buscaban.

Cagar por la borda... lo tienen todo muy bien pensado.

No ssssosssspechamossss. Ssssolo nossss quejábamossss amargamente. Pero essssto no nosss llevará tanto tiempo como creesssss...

Rayo Blanco dió dos zancadas, y golpeó con el pomo de la espada la caja más cercana buscando que algo vivo en el interior se revolviera e hiciese ruido.

TOC, TOC...

Casi tres zancadas para llegar a la siguiente caja, y volvió a repetir la operación.

TOC, TOC...

A estas alturas, Moreno ya debía de figurarse que los agentes de aduanas sabían lo que estaban buscando. Rayo Blanco golpeó la tercera caja del registro.

TOC, TOC...

Esto se mueve ¿no? El enano miraba el suelo -¿Hemos zarpado?- El miedo de Aghelas al mar se iba acrecentando con cada paso que daba sobre las maderas crujientes de la embarcación.
La idea de rayo blanco le pareció la más acertada y siguió su ejemplo, salvo que el enano golpeaba las cajas con los nudillos -Vamos a terminar pronto para irnos de este maldito barco. Rayo Blanco, entre los dos no nos va a llevar mucho tiempo
Iban a caer en alguna trampa, todos lo sabían pero el enano solo pensaba en pisar tierra firme.

Sucio orco engreído, se hacía la victima cuando él no sabia que parte de nosotros estábamos enterados de que era el cómplice del Estornino. Cuando llegó al almacén sin sorpresas y les mostró las cajas. Claussius se quedó pensativo, habrían ocultado las cajas entre el resto del cargamento. Sería tan tonto el orco como para haberlo echo y si hubiera sido el caso, las habría marcado para diferenciarlas del resto. O habría un lugar oculto en aquella sala.

Mientras Jironzo hacía esas cosas mágicas que tan bien sabía y Rayo Blanco y Aghelas golpeaban las cajas. Claussius se dejó guiar por su vista, no muy privilegiada pero allí estaba, primero buscó en la sala por compartimentos ocultos, lugares que pudieran estar tapados por cajas y ocultaran trampillas.

Cuando hubo acabado, busco marcas en las cajas del tamaño de las de Ulmoapop. Mientras lo hacia se dio cuenta de que si aquel bicho con tentaculos y ojos saltones hablaba quizá el resto de su raza también lo hacia por lo que si estaban allí quizá pudieran emitir algún sonido.

- ¡SAMESCUCHA! SOMO AMIGO DE LA ULMOAPOP. SI TAIS CERRAOS AHÍ GULPEA LA CAJA Y TA SACAMOS.

La pregunta de Clausius flota en el aire durante unos instantes, en el que sólo se escucha el toc-toc de Rayo Blanco y Aghelas llamando con los nudillos en las cajas. Nadie responde, y Durgol se recuesta en la pared, cruzado de brazos. No piensa marcharse de allí, aparentemente.

-¿Lo vesss? Nadie...

Entonces una voz gorgoteante, amortiguada, repite el nombre de Ulmoapop para, a continuación, soltar una jeringoza ininteligible en un idioma que desconocéis. 

A continuación se escucha un siseo, no el arrastrar de las eses de Rayo Blanco, cuyas fauces no estaban hechas para vocalizar. Ni el escupir incontrolado del labio cortado de Durgol. Si no un sonido como de... ¿freír huevos?

Aghelas reconoce el idioma en el que está hablando la voz: es celestial.

-¿Ulmoapop? ¿Estás aquí, cariño? 

Durgol se descruza de brazos y se incorpora al escuchar la voz.

-¿Pero qué demoniosss...? -dice en un tono sorprendido.

El estoque de Durgol, y la poción que lleva en el fajín, son mágicas. Las auras son poco poderosas, pero no reconoces la escuela a la que pertenecen.