Partida Rol por web

El enano saco su escudo en primer lugar, parapetándose tras el y con su rechoncho cuerpo tapando a las criaturas, una acción que no hacía falta pero denotaba su instinto protector -Si, se lo transmito- Aghelas, giro su rostro para poder traducir las palabras de Jinrozo. Si nos ayudaban frente a los marineros esto se resolvería rápido.
Los ojos de Aghelas se abrieron y mostró sus dientes al escuchar que el barco zarpaba, un sudor comenzaba a descenderlwmpor las sienes pensando en la profundidad del mar, en no poder regresar a tierra. El estomago se le revolvió con el lento movimiento que comenzaba a notar bajo sus pies. Quería que todo terminará lo antes posible, sus labios comenzaron a moverse mientras recitaba las palabras que tantas veces habían escuchado ya, su mano derecha comenzó a brillar, una luz blanca, cálida, no era la primera vez que recurría a la ayuda de Pelor, su amado Dios

Me va a dar algo... ¡Qué essstresss!

El pequeño kóbold dió un saltito para volver a ponerse adyacente al semiorco, con las nalgas apretadas para no dejar escapar nada. Por el amor de los dioses, ¡pero si el marinero lleva pantalones! Al kóbold, si se le asoma el arbolito, lo ve todo el mundo. Se supone que Moreno tiene más margen de maniobra que Rayo Blanco para esperarse fuera de la letrina, ¿por qué se lo tiene que poner tan difícil para estarse quieto y dejarse quedar inconsciente? A Durgol no le habría costado nada dejar entrar primero al kóbold paladín...

Trató por segunda vez de dejarle grogui con la espada de Roman, pero era como si algo muy dentro de él, algo que acabaría saliendo, le estuviese diciendo que no golpease al marinero.

- Lo sapia. Tá conchabado con elstornino, el mu cabrón. dijo consternado, se echó para atrás hacia la puerta, si venían los marineros o el capitán con solo enseñarles a la familia de Flumps bastaría para que supieran que les habían traicionado. Mientras se movía vio como el Rayo Blanco atacaba para herir pero no matar y mientras no saliera el Estornino quizá era su mejor baza. Incapacitarlo y luego hacerle hablar. Cargó la flecha, tensó la cuerda y el movimiento del barco al que no estaba acostumbrado hizo que perdiera el equilibrio y soltara la flecha entre sus dos pies. 

- Cagontó. replicó el batidor que no tenía su día, quizá el alta mar no fuera lo suyo. Los gritos en cubierta le alertaron de que seguramente el Estornino había levado el ancla. - ¡Ahí quechar el ancla rápido!

Jinrozo se percató de que la tripulación no estaba bajando. Seguían ocupados en sus cosas. Así que el mago lo aprovechó para seguir moviéndose, y se acercó hasta la puerta del compartimento del ancla. Quería echar un vistazo desde fuera. Y es que, por las palabras del semiorco que llegaban desde allí, las cosas también se habían torcido para él.

Después de tocar con su mano a Rayo blanco para que Pelor lo protegiese, el fornido enano saco su maza. Presto para el combate, defendiendo a las criaturas que habían salido de las cajas mientras el resto conseguía encontrar a Estornino. Quizás tuviesen algo más de tiempo hasta que los marineros llegasen hasta ellos -Vamos, terminar rápido o no volveremos a ver tierra firme en mucho tiempo- Su enfado iba en aumento con cada balanceo del barco.

Los pequeños flumphs son demasiado pequeños para pelear. Pero la madre está dispuesta a ayudaros contra los marineros -si es que aparecen- y así se lo comunica a Aghelas. 

Jinrozo se asoma por la puerta para ver qué es lo que había sorprendido tanto a Durgol. Observa que el mecanismo del ancla ha sido saboteado, presumiblemente por Estornino. La trampilla que da acceso a la cubierta del barco desde el compartimento del ancla está abierta. El kenku suma dos y dos y llega a la conclusión de que el contrabandista acaba de huir por ahí. Esté pasando lo que esté pasando en cubierta, está proporcionando al infame criminal la distracción necesaria para escapar.

Pero dicen que la curosidad mató al gato. En este caso, estuvo apunto de matar al kenku también, y estos no tienen siete vidas. Durgol ve su oportunidad y ensarta al mago con su estoque como si fuera un pincho moruno. Aunque ninguno de los presentes supiera lo que es eso.

-¡A MI LA TRIPULACIÓN! -repite, en tono aún más alto.

-¿Moreno? -se escucha la voz de uno de los marineros, desde cubierta.- ¿Estás... seguro? ¡Las velas están rajadas!

-¡A MI LA TRIPULACIÓN! -repite enfáticamente el semiorco, cada vez más furioso.

Entonces la cosa se embrolla aún más. ¡De la cubierta del Angelina os llegan gritos de combate y de sorpresa, maldiciones entrecortadas y el sonido de las armas al desenvainarse!

¡Jinrozo! ¡Noooo...!

Esto pasaba de castaño oscuro. De castaña caca-oscura. Durgol no solo había pasado de dar explicaciones sobre los flumphs... No solo quería acaparar la letrina toda para él... No solo había dicho Estornino en voz alta, que a lo mejor solo era jerga de navegación, y solo se estaba refiriendo a que "es el torno chiquitito" que recoge el ancla... No solo no se dejaba que lo dejaran inconsciente... Sino que ahora, además, hacía daño a sus amigos.

¡Ni parte plana de la esssspada ni dos pelotassss! ¡La hassss cagado! ¡La hasss cagado pero bien, Moreno!

Rayo Blanco también la había cagado y, como una paloma, se le había escapado un poco de caca líquida blancuzca, de un blanco paladín y justiciero. No iba a contener su arma. No más pupas no letales (¡como si hubiera logrado inflingir alguna hasta ahora!), ni dejar inconsciente. Solo sabrosos y afilados tajos, el primero de ellos bastante superficial, rasgando la ropa. Si le había hecho daño, tan solo habría sido un rasguño.

Jinrozo estaba tan centrado en pensar la jugada de Estornino que no vio venir el golpe de Durgol. Eso sí, sentirlo vaya si lo sintió. El kenku exclamó un graznido de dolor y se llevó las zarpas al estómago chorreante de sangre mientras se retiraba buscando un refugio a su espalda.

Al tiempo que se escondía tras una cobertura, volvió a hablar a sus compañeros.

-Estornino se ha fugado. Ha salido por una trampilla a la cubierta superior, y por las voces que llegan desde arriba, la ha montado bien gorda...

El mago pensó que quizás deberían ir rápidamente tras Estornino. Por otro lado, dar la espalda a Durgol sería un peligro. Pero y si...

Jinrozo se puso a conjurar de nuevo.

- Aghelas, voy por ´yuda, conten al Flumps dijo mientras salía disparado por la puerta.

Salió corriendo con el arco en la mano pero las flechas todas en la aljaba, no quería tener un aspecto amenazador cuando saliera y más con los gritos que había oído. Cuando comenzó a ver a la gente de un lado para otro comenzó a buscar al capitán, no tenía que estar muy lejos. Por ello lo llamó con urgencia:

- Cap´tan, Cap´tan, llamad al Cap´tan. Durgol susa traicionaó. Ascondió alstornino y osa sabotaó la nave. dijo apresurado. - Cap´tan, Cap´tan. Traficaban con sers vivientes, Flumps taban en cajas. Ayudanos Cap´tan, aprestar al rufian y el conchabao.

Nadie les hará daño mientras yo esté aquí- Respondió a Clasius, no era lo que le había dicho pero el enano ya había adoptado su actitud protectora. Con su escudo levantado y su masa presta para golpear a cualquiera que se atreviese a atacar a los Flumps
Aguantad y estar atentos, vamos a sacaros de aquí pero ecesirmaos de toda vuestra ayuda- Escupió las palabras traducidas para que los Flumps no hiciesen ninguna tontería.

Durgol sorbe la saliva cuando el espadón en miniatura de Rayo Blanco (o abrecartas gigante, según se mire) le hace un arañazo en la pierna del que pronto empieza a brotar la sangre.

-¡Que te den! -le responde Durgol, enviando una estocada al kóbold que rechina contra la armadura del paladín-. ¡Que osss den a todosss, malditosss entrometidosss!

Jinrozo termina su hechizo en ese preciso momento. Moreno parpadea, bosteza... ¡y se sacude el encantamiento de encima!

Subes a la cubierta y te pones a clamar en el desierto. Nadie te hace ni caso ¡porque la mitad de la tripulación está peleándose contra la otra mitad! Pero en medio de todo ese caos de velamen roto, navegación a la deriva y entrechocar de espadas y dagas, ves escurrirse  furtivamente hacia los botes de remos a un hombre delgado y nervudo. ¡Reconoces inmediatamente a Jonas Westman, El Estornino!

- ¡Tais tos majaras! Kasescapa ´l maleante. ¡¡¡¡A MI LO GROMETE!!!! ATACAH LA BARCA, CASESCAPA! dijo mientras salía a la carrera, cargó su arco y disparó la flecha tras moverse lo máximo que pudo hacia la barca, si haría falta saltaría a la barca para detenerlo y que no escapase. Este sería el fin del Estornino, y de Clausius posiblemente.

Cuando Jinrozo vio que su hechizo no había hecho efecto, casi le dolió más que la herida sangrante de su estómago. Tan sólo le quedaba un hechizo que pudiera ser minimamente útil, así que decidió quemar ese último recurso. Se movió un paso hacia atrás y comenzó a mover sus garras tratando de invocar una criatura.

Alto, mentón cuadrado, la magia no le afecta y las espadas no le alcanzan. Durgol es la vívida imagen del avatar de un dios. Se alza, poderoso, ante el pequeño e insignificante kóbold. Se caga, literalmente, en todos los que tratan de hacerle frente. Durgol es divino. Durgol es perfecto. Durgol es dios...

Fue un grave error de cálculo abordar el barco con un cazador, un sacerdote, un mago y un paladín. ¡¿Dónde está el bardo?! Debieron haber traído un bardo. ¿Para narrar la historia trágica de unos mortales que perecían ante un dios? ¡No! Durgol no sería secundario de ninguna historia. Un bardo para cantar las alabanzas de un dios. Un bardo para que la leyenda de Durgol se extendiese por la tierra. Una base litúrgica sobre la que se construiría su religión y sus templos.

Rayo Blanco lo comprendía. Rayo Blanco se sabía inferior. Aceptaba su subordinación ante un poder superior. Si el kóbold albino seguía luchando no era porque tuviese esperanzas de vencer. Lo hacía solo porque le daba mucha rabia que Durgol fuese más alto que él, y luciese un mejor moreno.

Todo salió mal, no lograban derrotar a su rival, Clasius estaba desaparecido. Rayo Blanco, el paladín que tantas veces ha derrotado a enemigos con un solo golpe, no era capaz de sobrepasar las defensas de Durgol. Aghelas miró a los Flumps y a Jinrozo, estaba herido -Pelor, un esfuerzo más, ayúdanos una última vez. Soy fiel soy devoto, déjanos superar a este rival para que pueda seguro extendiendo tu palabra- El enano se acercó a Jinrozo para tocar su hombre con su mano llena del vigor de Pelor. Fue solo un momento, una pequeña sacudida que lleno de energías renovadas su organismos, cerrando casi por completo su herida.