Partida Rol por web

Amanecía un nuevo día en Honra de Rosquilla.

A altas horas de la noche habíais podido encontrar una posada, por suerte tenían habitaciones, suponíais que sería la peor posada del aldea, pues cada uno de los 4 pequeños cubículos que os dieron, dejaban mucho que desear, apenas había una cama en bastante mal estado y una silla para dejar vuestras pertenencias. Aún así, habíais dormido en sitios peores por lo que pudisteis descansar bien.

Mientras unos os habíais vendado y repuesto de las heridas, otros habíais estado preparando unos conjuros. Poco a poco os fuisteis despertando y estabais listos para bajar a comer cualquier cosa y seguir en vuestra búsqueda. Tormento parecía que no salía de su habitación.

Después de llamarlo insistentemente abristeis la puerta y os disteis cuenta que no había nadie. Presentíais que algo iba mal, después de hacer unas breves comprobaciones en el equipaje llegasteis a una conclusión, el siniestro tiflin os había abandonado y se había llevado el poco botín que habíais conseguido. Después de preguntar al posadero, os informó que efectivamente habían visto marchar a Tormento unas pocas horas después de su llegada, y que parecía que iba con prisas.

Maldecisteis al tiflin, aunque en vuestro fondo sabíais que ese día iba a llegar. Aunque se había unido a vuestro grupo aventuresco hacia unos meses, nunca habíais confiado plenamente en él, aunque sus habilidades os habían sido útiles, sabíais que algo así podía ocurrir.

Ahora, la recompensa que los dos extraños kóbolds os habían ofrecido parecía mas alentadora. Hoy teníais que localizar el "Museo de los Horrores" del que os habían hablado y localizar al kóbold Lumbie, que sería el único capaz de activar la "Caja de los Diablos".

Una vez sale el sol,bajo a la taberna.Mi aspecto es el mismo,pero cerca de mi tengo un disco flotante.Todos lo miran extrañados,yo contesto:

No os preocupéis por esto,me seguirá a todas partes.Nos servirá de "portaobjetos".Puede transportar hasta 1000lb.

En cuanto el taberner@,nos ofrece el desayuno,le hago una pregunta:

Disculpe.¿Sabrías decirnos donde se encuentra el "Museo de los Horrores"?

El hombre que parecía dirigir la taberna se mostró un tanto hosco ante tantas preguntas, tras el interrogatorio de Tormento. Aunque después de acordar el pago de las habitaciones y un pequeño extra su actitud cambió considerablemente.

- ¿El museo de los horrores dices? - el joven tabernero se atusó la perilla en un ademán mientras pensaba.

Erdan no está de buen humor; el maldito tiflin ni tan siquiera les ha dejado las botellas de vino.

Si alguna vez le vuelvo a ver, juro por mis antepasados que le retorceré el pescuezo hasta que exude todo el vino que se haya tragado.

El elfo decide que una buena forma de lograr que se le pase la mala sombra es ir a dar un paseo por el pueblo y, con un poco de suerte, quizás descubra algo...

Pero su extraño sentido del humor, su escaso don de gentes y su nulo conocimiento de las mínimas normas de higiene corporal hacen que sus posibilidades de conseguir que alguien le preste la menor atención sean de lo más escasas.

- Uhm si, creo recordar que de vez en cuando montan unas carpas con criaturas extrañas en las afueras del pueblo. - dice el posadero acordándose. - Un cliente me comentó que no dejaban entrar a ese comerciante, porque decían que tenía criaturas extrañas en su circo y que temían por la seguridad de los ciudadanos.

Después de charlar con vosotros, el posadero siguió con su trabajo.

Me levanto de mal humor y al descubrir lo de Tormento se me queda el ceño fruncido.

Maldito cornudo, maldigo a toda su raza. Por Moradìn que si lo vuelvo a ver...

En la mesa con el resto de mis compañeros no digo nada, escucho con atenciòn y desayuno lo que diablos sirvan esos humanos.

Erdan vuelve a la taberna donde han montado su provisional campamento base. El explorador está hecho un asco; su capa está cubierto de polvo, y la capucha con la que se cubre el rostro tiene aún restos de barro pegado.

Antes de traspasar la puerta, y viendo la fea mirada que le lanza el tabernero, Erdan trata de asearse un poco, sacudiendo su molida ropa.

Malditos niños... no entiendo por qué han tenido que lanzarme esas bolas de barro... si yo solo quería saber dónde estaba el circo...

Y me han dicho que era yo quien debería estar en un circo, y se han reído de mí... te juro por todos los dioses que si les pongo la mano encima van a recibir una lección de buenos modos que no van a olvidar en mucho tiempo.

Algo más limpio, se sienta junto a sus compañeros.

¿Y bien? ¿Habéis descubierto algo? ¿Sabemos, al menos, por dónde empezar?

Debemos ir a las afueras,pues es ahí donde se realizan todo tipo de atracciones.Así que cuando deseáis podemos ponernos en marcha y partir.MEnciono.Exactamente no se donde se ubica el circo,pero no creo que sea demasiado complicado en dar con él...

Cerca de los exteriores de la ciudad podéis ver un pabellón colorido con varias banderas ondeando por encima de la tienda que lo identifican como "el Museo de los horrores de Horacio Quigley". Al lado de la tienda hay dos carromatos grandes amarillos, azules y verdes, uno de los cuales parece ser una residencia mientras que el menor es obviamente una jaula. Una cerca de madera de 3' de altura un poco precaria rodea todo el complejo.

De dentro de la carpa sale este hombre. Sostiene una amplia sonrisa y hace un ademán para que os acerquéis.
- Bueno bueno, que tenemos por aquí. Un nuevo grupo que viene a sorprenderse y maravillarse por el fabuloso Museo de los Horrores que mantiene un humilde servidor. - tras esas palabras hace una reverencia muy exagerada.
- Por una moneda de oro, podréis maravillaros por criaturas y rarezas que no se verían ni con una vida de viaje por las tierras salvajes e indómitas. - con su mano señala la entrada de la carpa.

Una moneda de oro por entrar... no parece una mala forma de conseguir información. Además, es nuestra única pista por ahora.

Erdan sonríe al Maestro de pista de aquel circo.

De acuerdo, buen hombre, vayamos a ver qué se esconde debajo de su carpa... pero le advierto que somos curtidos aventureros y durante nuestras travesías y viajes hemos visto cosas que usted jamás imaginaría; sorprendernos no le va a ser nada fácil.

Eran saca una moneda, se la da a Horacio y se dirige hacia el circo.

Sigo de mala gana a mis compañeros, dejando mi moneda al pasar delante del hombre.

Maldita mi suerte. Digo entre dientes. Intento calmarme, en vano, pensando en la recompensa.

Pagar por ver monstruos, cuando solo hace falta dar una vuelta por un poblado humano para verlos. Digo tajante y en voz alta una vez dentro. Es una desfachatez. Si esos kobo...bichos no nos pagan bien les retorceré el pescuezo.

Seguramente ese tal kobold lumbie esté opr aquí,lástima que no pueda hablar su idioma,al menos si que podré entenderlo...Doy una moneda a Horacio y sigo al grupo.

El interior de la tienda está dividido con biombos colgantes en muchos salones. En cada uno de ellos parece haber una parte de su exhibición, hay unas 10 zonas.

Horacio os va enseñando durante varios minutos en cada uno de los pequeños pabellones, las muestras que tiene expuestas.

Krénshar disecado: es exhibido con su calavera.

Los jarrones de los monstruos: se trata de una estantería con varios monstruos en tarros, que incluyen a un feto de mantícora, una estirge disecada, una raña monstruosa pequeña seca y las garras de un tigre momificadas (etiquetadas como las garras de un rakshasa).

Pluma gigante: una única y enorme pluma del tamaño de un remo reposa sobre una mesa. Quigley afirma que se trata de la pluma de un bebé roc.

La arpía salmón: una especie de monstruo disecado y bastante imponente con cabeza de salmón y cola de arpía.

Cabezas de aventureros: en esta estancia se exhiben siete bustos de diversos aventureros. Un examen minucioso revela que las cabezas parecen haber sido arrancadas de sendas estatuas. Quigley afirma que se trata de las cabezas de poderosos aventureros que él ha ido recolectando en las guaridas de basiliscos, cocactrices y medusas.

---

Estás a la mitad del recorrido aproximadamente. Horacio Quigley os explica sendas historias fantásticas y algo exageradas de como consiguió cada uno de estos extrañas muestras, en aventuras pasadas.

- Bien.. ¿Qué os parece de momento? - dijo esbozando una gran sonrisa y dándoos paso a las siguientes exhibiciones - Impresionante ¿eh?

Pues sí, la verdad, muy impresionante, comenta Erdan tratando de parecer sorprendido.

Y pese a que algunas de aquellas criaturas sí le parecen de lo más extraordinarias, hay otras que no despiertan tanto su interés, como por ejemplo las "cabezas de aventurero petrificadas".

Espero que en la siguiente sección nos muestre algún ejemplar vivo, y no solamente animales disecados...

Yo no me creo mucho lo que veo. Cualquiera puede coser miembros diferentes y crear una criatura extravagante, este hombre es un farsante. Pienso para mi.

Perdona, ¿no tiene nada que respire? Por una moneda de oro...Dejo caer la frase mostrándome decepcionado. No se lo tome a mal, pero es que yo soy un enano de mundo y he visto mucho.

Horacio parecía una estatua, estaba quieto dejando a sus visitantes observar su precioso museo. Como por arte de magia empezó a moverse hacía otro pabellón al ver caer una nueva moneda de oro en su bolsillo.

- Bien señores, solo para vuestros curiosos ojos, tenéis delante al único e inconfundible hombre sin huesos. - para darle mas impresión abrió la tela de golpe que contenía una jaula con un engendro humanoide de brazos alargados. No sabríais decir que era, pero sin duda era asombroso.

La criatura al ver nuevos visitantes entro en rabia y enfureció, empezó a zarandear los brazos intentando agarrar lo que fuera. Por suerte, la jaula ya estaba preparada para eso y había un perímetro de seguridad dónde el monstruo no podía llegar a nada.

Erdan observa a aquella criatura con cierta precaución y desde una distancia prudente, ya que la jaula no parece muy resistente.

Pero... ¿de verdad se trata de un hombre? No parece que un ser así haya podido nacer de un vientre humano. Realmente, vuestras criaturas son de lo más extrañas, Maese Horacio.

Tratando de componer la mejor de sus sonrisas, el Elfo hizo un intento para empujar al Jefe de Pista a que les mostrara algo más.

¿Qué más tenéis para nosotros? ¿Qué otras increíbles y maravillosas sorpresas nos aguardan tras la siguiente cortina, decidnos?