Partida Rol por web

Mientras Zorith hablaba no os dais cuenta pero poco a poco fue creciendo un circulo de llamar alrededor vuestro, que englobó la zona despejada dónde os habíais detenido. Aquel muro de fuego, de llamar que alcanzan un par de metros, os ha cortado la retirada.

- Ahora si, voy a acabar una vez por todas con vosotros - exclamó Zorith, ahora mucho mas confiado al haber recuperado casi todo su poder.

El calor era asfixiante, y a medida que aquel demonio se acercaba, se hacía mas y mas inaguantable.

El kóbold parecía asustado al principio, pero al ver que no tenía escapatoria al no haberse dado cuenta como aquel demonio los estaba encerrando en su trampa mortal, reunió todo el valor que pudo.

- Maldito! Te vamos a encerrar y vengaré a Shupo y a Lumbie y protegeré la aldea, igual que hicieron los anteriores chamanes! - el kóbold escupió esas palabras con rabia, dispuesto a combatir esta vez.

De una de sus garras empezó a emanar una energía mágica, como si fuera fuego pero en un tono azulado.

El elfo, tratando de aparentar cierta calma, coloca una de sus flechas en el arco.

La flecha apenas tiembla mientras apunta, con cuidado, hacia aquel terrible demonio.

Por La Madre Luna y sus Doce Hermanas, disfruta de tus últimos instantes sobre la tierra, criatura infernal... porque te vamos a mandar más allá de donde has venido.

Orden:
Zorith
Quarion
Raspit
Ologeron
Shupo

El demonio despliega sus alas en todo su esplendor. Está envueltos en llamas y su presencia es aterrorizadora.

- ¡Contemplad un vestigio de mi poder! - exclama con una voz chillona - Pues el Gran Zorith va a ser mucho mas poderoso en unas pocas horas, pero de momento tengo suficiente poder para destruir esta infesta ciudad y todo lo que se ponga por delante - luego se puso a reír.

De repente, se calló de golpe, y giró rápidamente su cabeza en dirección al kóbold. El dedo acusador, envuelto en llamas señalaba a Raspit.

- Tu, maldito kóbold y todo tu linaje, seréis los primeros en morir, por lo que me habéis hecho. - dicho esto, hace unos movimientos con sus garras, y de repente Raspit se envuelve en llamas.

- ¡¡Aaaaaaagh!! - estalló de dolor el pequeño kóbold. Se empezó a revolcar en el suelo frenéticamente intentando quitarse de encima esas llamas que estaban quemando su carne. Las risas de aquel demonio en el fondo de esa visión, hacían que la escena fuera aterradora.

Me acerco hacia Raspit e intento quitarle las llamas.

¡Ráspit!,le llamo.¡Dime!,¿hay alguna manera de introducir al demonio en la caja?.

Raspit en esos momentos esta revolcándose en el suelo inútilmente para quitarse las llamas que lo están quemando vivo. La caja cuelga de su espalda, atada con un par de cuerdas que están ya algo chamuscadas. El kóbold en esos momentos no puede darte una respuesta, pues de debatía en su abrasadora muerte.

¡Oh no!,sea como sea intento salvar la Caja.

Intentando no quemarte con ese kóbold que agonizaba entre las llamas, arrancas la pequeña caja de su espalda. Huele a carne chamuscada y puede que tenga algún que otro pellejo del pequeño reptil pegado en uno de los laterales.

Por otro lado, Zorith que acabó al fin sus carcajadas, dirigió su mirada hacía el elfo y el enano. Con un ágil movimiento se abalanzó hacia ellos preparado para destrozaros con sus garras.

En el momento que tenga cerca al demonio,abro la caja.

Dejo que Quarion salve a Raspit y se ocupe de la caja. Avanzo para ponerme entre el demonio y mis compañeros.

Ven a luchar.

Tomo la alabarda por el extremo, para aprovechar al máximo de su longitud y de la inercia del ataque. Llevo el arma detrás de mi, con las manos sobre mi cabeza y trazo un arco amplio para llevar el filo del arma a hundirse en la cabeza del demonio. Aprieto con fuerza para evitar que la alabarda se me escape en el ataque.

Esta técnica es muy peligrosa, si el arma se me resbala estaré a la merced del monstruo.

Erdan, temeroso, se preguntaba qué daño podrían causarle a un demonio salido del infierno sus simples flechas.

Por todos los dioses... si incluso están hechas de madera.

Pero viendo que el enano cargaba sin temor contra aquel mar de llamas, el elfo no tuvo más remedio que mostrar coraje.

¡Que nunca se diga que un elfo se dejó atropellar por un enano en el campo de batalla!

Colocando dos flechas en su arco, el elfo disparó...

 El demonio empezó a luchar contra el elfo y el enano, que peleaban con él utilizando todo lo que sabían, no se guardaban ni un ápice de energía pues sabían que ese combate no tenía posible retorno ni rendición, su vida estaba en juego y seguramente la de muchas personas. Sendos golpes y certeros flechazos penetraron las defensas de aquel ardiente ser, heridas que habrían derrumbado a un ogro, sin embargo aquel demonio era mucho mas poderoso que eso.

Tras una embestida poderosa de Ologeron, el demonio hizo un movimiento rápido que esquivó el ataque de su arma. Rápidamente cogió el arma del enano y con una fuerza inhumana, lo alzó y lo lanzó contra el elfo que estaba unos pasos atrás, disparando con su arco. Los dos compañeros cayeron al suelo, heridos de gravedad.

Aquel demonio les superaba en fuerza y poder.

A todo esto Quarion consiguió rescatar la caja mágica, antes de que se quemara junto al cuerpo del pobre Raspit. Ahora la tenía en sus manos, notaba como una vibración de poder, seguramente ante la cercanía de Zorith, pues la caja se creó con el único propósito de capturar a ese demonio. Por desgracia, el último miembro del linaje de aquella antigua Shamán kóbold, había muerto hacia unas horas.