Partida Rol por web

Comienzo a caminar lentamente alzando mis manos para demostrar a los lagartos que no pretendemos ser hostiles con ellos, el enano gruñe a mi lado pero no presto ni la más mínima atención a sus palabras, en este momento estoy concentrado en interpretar mi papel.

- Agradezco su amabilidad - le digo al que parece ser líder de los lagartos mientras continúo acercándome a la fortaleza - nosotros ya dijimos para quién trabajamos, ahora es turno de que ustedes nos digan bajo qué órdenes trabajan, además que ustedes estén en contra del Rey de la Carroña no nos asegura que podamos confiar en ustedes, como muestra de buena voluntad sugiero que dejen de apuntarnos con esas jabalinas... pondrán nervioso a mi pequeño amigo.

Diegen observa la escena con atención. Ve al nuevo y a Dorwas acercarse al templo y recibir una advertencia.

OK, veamos a ver si el nuevo es como Bethel y consigue decirles lo que hemos acordado de forma convincente.

Cuando Itzala dice justo lo contrario de lo que habían acordado, Diegen no da crédito a sus oídos.

- Per... ¡pero ha hecho lo contrario de lo que le pedimos! ¡Queríamos buscar aliados y ha encontrado más enemigos!.

Las lanzas empiezan a volar, esta vez con intención de matar. Una de ellas hace un corte a Dorwas. Diegen desenvaina sus cimitarras y empieza a rezar a Sarenrae mientras una segunda jabalina hace otro corte al enano. Mientras tanto, el bardo sigue hablando en una lengua extraña... y parece que los ataques cesan justo cuando Diegen iba a empezar a descender en su ayuda. Qué ha pasado?

Mientras el grupo observa desde las rocas, la conversación sigue adelante en un lenguaje ininteligible, lleno de siseos y gorjeos. Al cabo de un rato, la puerta se abre. Itzala alza las manos y le dice algo a Dorwas que, gruñendo algo ininteligible desde esta distancia, le sigue con las manos abiertas también.

- Bueno, parece que el bardo es menos inutil en Draconico que en Taldane. (...) Os presento a nuestro nuevo Bethel. No vale para nada salvo para hablar con monstruos.

- Parece que ha funcionado. Por lo menos han conseguido entrar. Veremos que logran.

"Desde luego. Esperemos que la suerte les siga acompañando", piensa Diegen mientras observa con mucha atención la evolución de sus compañeros.

A medida que Dorwas e Itzala se acercan a la puerta el hedor se hace más insoportable, hasta que finalmente tienen que hacer unos tremendos esfuerzos para no vomitar.

Uno de los extraños seres sale al descubierto, una especie de lagarto humanoide con un fuerte olor.

En cuanto traspasan la puerta, ya merados por el olor (¿lo he mencionado antes?) un grupo de una decena de trogloditas los rodean, apuntándolos con jabalinas, mientras otro cierra la puerta.

En un común tosco y gutural, uno de los trogloditas dice:

- Acompáñenos a ver al gran Grundmoch, sumo sacerdote de Rovaghuh, y señor de este templo. - mientras habla el grupo que rodea a los emisarios abre un hueco para dejarles un pasillo por el que caminan.

La primera estancia del templete (C1) recuerda mejores tiempos, las paredes estan llenas de azulejos, lujosos en su día, pero hoy rotos y sucios. En las paredes se pueden ver varias inscripciones en draconido: "Muerte a las hienas infieles", "Rovagug exige oler carne de hienas muertas",...

Dos trogloditas abren una puerta doble y los hacen entrar a un patio (C3) lleno de columnas que no sostienen nada. Junto a la pared sur se apila lo que parecen los restos de algún tipo de techado parcial.

Nuevamente se abre una puerta doble, y tras ella se puede ver otra estancia (C4) que se adivina que fue suntuosa en un pasado. En el suelo se pueden ver los restos de un mosaico y entre lo poco que queda de los intrincados arabescos de las paredes parecen brillar cosas. Cuatro trogloditas os impiden el acceso a la sala.

Tras ellos se encuentra el que es claramente el jefe. Más alto, mejor vestido, flanqueado por otros cuatro seres, dos a cada lado, cada uno de ellos llevando por una correo a un lagarto del tamaño de un humano.

La puerta se cierra y Jaali se vuelve a esconder junto a sus compañeros que le miran extrañados

Nada, que tenia que estirar la pierna, que se me habia dormido.

Desde el escondite que le ofrecian las dunas, el mercenario escrutó con cuidado la entrada al templo por la que acababan de entrar el enano y el bocazas del elfo. Habia visto como los lagartos salian fuera, rodeaban a esos dos y apuntandoles con las jabalinas se metían dentro. Pensó que quizás aquella maniobra arriesgada podria ofrecerles una inesperada oportunidad. Quizás los lagartos se habian ocupado en demasía de sus invitados descuidando la entrada...

Cojamos unas cuantas ramas. señaló a unos cuantos arbustos que crecian por allí cerca. Tengo una idea. Si esos dos no salen en un rato nos colaremos por los agujeros de la fachada de esta parte del palacio. Podemos prender fuego a las ramas, echarles un poco de aceite de las lámparas... provocar mucho humo. Eso distraerá a los lagartos y tendremos una mejor oportunidad para entrar. Harve no se movió hasta ver la reacción de los demas. Especialmente del mago fanfarrón. Estaba seguro que su plan le parecía una mierda.

- ¿Pero a tí que te han hecho los arbustos? Como toques un arbusto te arranco yo los brazos como si fueran ramas. - La druida estaba bastante furiosa. - Si quieres prender un fuego, toma este frasco de fuego de alquimista. Está hecho con lo que llaman "aceite de roca", sale de la tierra y prende mucho mejor que cualquier rama.

Emmm... si claro, claro... Puede valer tambien. unas gotitas de sudor resbalaron por su incomoda frente. Habia olvidado a Jonova y sus chorradas de druida. Era un puñetero arbusto. Solo un arbusto. ¿Que podria importar? Absolutamente nada salvo que tuvieras cierta inclinacion paranoica para con lo verde y el mundo animal. Bueno el fuego alquimico podria ir mejor aun asi que tampoco merecia la pena discutir.

- Supongo que Harve se refería a ramas secas, Jonova, verdad Harve? ---tercia Diegen---. No parece mala idea, y mucho mejor con el aceite de roca que propone Jonova, pero si entramos antes de tiempo igual provacamos que les maten. No sería mejor semplemente echar un vistazo? O la idea es echar el humo para obligarles a salir a todos?

A medida q voy entrando lentamente al templo comienzo a sentir un tremendo hedor que se mete en la nariz de uno y se queda a vivir allí para atormentarte a cada respiro.

- Mira Dorwas, encontramos algo que apesta más que tu - le susurro al enano - apuesto que ni tu creias esto posible.

El sitio parece estar viniéndose abajo y estos trogloditas tratan a su "templo" como si fueran invasores, el vandalismo parece ser normal entre ellos y su aseo tampoco es el más impecable, espero que podamos salir de aquí en cuanto antes, seguramente el enano me debe estar odiando por eso... que bueno. Una sonrisa se dibuja en mi rostro.

- Usteded debe ser el gran Grundmoch, mis respetos - digo hablando en dracónido - mi nombre es Itzala y éste de aquí es mi siervo, un enano un poco lento, pero efectivo cuando se le ordena traer algo. Ni siquiera recuerda su propio nombre - luego de una breve pausa prosigo - creo que ustedes tienen el mismo problema con las hineas y con el Rey de la Carroña que nosotros. Había pensado que tal vez podriamos unir fuerzas contra él. ¿Cuál es su opinión al respecto Gran Grundmoch?

Está hecho con lo que llaman "aceite de roca",

Lamento tener que tener que destruir tu argumentacion abrazarbustos, druida, pero el fuego de alquimista lleva resina de varios tipos de arbol. Arboles, estoy seguro, que  dieron su resina de forma totalemente voluntaria.

 Supongo que Harve se refería a ramas secas, Jonova, verdad Harve?

Supongo que Harve se referia a matar al bardo y ya de paso al enano.  - responde el mago - cualquier accion claramente hostil acabara con ellos. Estoy de acuerdo en ir a explorar por los agujeros si es que se han metido en problemas - piensa un segundo y rectifica - ya que seguro que se han metido en problemas. Avisar con fuego y humo de un ataque es una sentencia de muerte. El bardo no la necesita. Morira solo. Y al enano se le necesita contra los gnolls para parar los golpes con su fofo cuerpo 

- Pues menudo fuego de alquimista más malo, mago. El aceite de roca es lo que mejor prende de todo el mundo. No le hacen falta aditivos. De todas maneras hay muchos árboles de los que se cosecha resina.

Luego se encogió de hombros, no tenía sentido pelearse con el mago. Torcería el lenguaje hasta salirse con la suya. - Si queréis puedo ir a explorar...

- Pues menudo fuego de alquimista más malo, mago. El aceite de roca es lo que mejor prende de todo el mundo. No le hacen falta aditivos

jonova, has dicho 3 tonterias en 3 frases. Mira Harve - señala a Jonova - otro motivo para necesitar al bardo. Si no está, Jonova coge su plaza en el ecosistema del grupo.

queréis puedo ir a explorar...

No, vayamos todos. No van a estar vigilando de todas formas. 

Y luego se queja de encontrarse escorpiones metidos en su saco de dormir. Es que se lo tiene merecido. El próximo se lo meto en el cojín que usa de almohada.

- Pues venga, a explorar, ¡No hagáis ruido!

El fuego es por si acaso las cosas se ponen feas mago. Esa es la idea. Tu arrogancia se acumula en tus oidos y no te deja escuchar bien. Harve seguia encabezonado. Provocar un pequeño fuego serviriá de distraccion a los lagartos. Una excelente forma de dividir las furezas enemigas. Se levantó y siguió a Jonova y al mago hacia los agujeros preguntandose que estaria sucediendo dentro con el negociador y su ayudante. Solo pensar en tan peculiar pareja le hizo preguntarse que hacia allí. Luego miró a Turnling y se acordó.

Jonova no hizo demasiado ruido al acercarse a explorar por una de las aperturas del enorme edificio.