Partida Rol por web

El mundo en que se centra esta partida os resultará conocido, puesto que es parecido al nuestro. Un vistazo al mapa nos permite vislumbrar las similitudes.

La historia conocida de este mundo se inicia justo tras el la caída del mundo que lo precedió: Mil ochocientos años atrás, aproximadamente, tuvo lugar un evento conocido como la Incoherencia, que cambió la faz de la tierra para siempre. ¿Qué ocurrió? Con exactitud, pocos lo saben: guerras, caos, destrucción... Fue en esos tiempos cuando apareció el Éter, la fuente de poder de todo lo sobrenatural... Y fue entonces cuando tuvo lugar la llegada del Preservador. Este Rey-Dios, este hombre dotado con el don infinito de la Divina Coherencia, este salvador, detuvo la Incoherencia, desterró a los Perdidos y salvo el mundo...

Y lo gobernó durante casi medio milenio.

Pero algo ocurrió. De nuevo, nadie sabe que hizo que el Preservador desapareciese, pero lo hizo. Y poco a poco, el mundo decayó sin él. Los Grandes Coherentes, los seguidores más cercanos del Preservador, dotados con los poderes que este le había concedido, trataron de mantener el mundo como él lo había dejado pero... La Paz del Preservador se hizo añicos en menos de lo que dura una vida. Primero, se fundaron imperios en su nombre, pero esos imperios terminaron por caer también. Y así, surgieron de sus fragmentos nuevos reinos e imperios. Algunos aún perduran. Otros, también acabaron por autodestruirse. Poco queda de los tiempos de la Larga Paz, pero a su manera, todo a seguido adelante.

Nuestra historia se sitúa en uno de esos muchos reinos. En él, como en todas las naciones vecinas, la civilización ha avanzado mucho desde el principio de los tiempos. El estudio del Éter ha progresado hasta el punto de convertirse en la base de una tecnología pionera: ahora, no solo los Lectores del Éter pueden canalizar su poder, sino que un simple espejo puede propulsar las balas de pistolas y cañones, puede permitir a dos personas comunicarse a naciones de distancia, o incluso propulsar vehículos sobre raíles y ruedas, aunque esto último apenas nadie lo ha visto aún.

Algunos de esos avances comienzan a llegar a Iredia, la península donde toda esta historia da comienza. Iredia, el antiguo reino, resquebrajado tras sucesivas guerras, ha dejado ahora una sucesión de pequeñas pero ambiciosas naciones independientes, que luchan por imponer su poder sobre el resto. Y entre esos muchos poderes, se encuentra la ciudad-estado de Duriel, llamada la Bella. Gobernada por la Asamblea de los Nueve, es una de las urbes más poderosas del mundo conocido, y su devenir arrastra ecos inesperados...

Pero ahora... 

Hablemos de las Rarezas.

Como toda palabra, rareza puede tener muchos significados. Más allá de los previsibles que ya conocéis, aquí se llama rareza a quien dispone de algún don de la Coherencia. Algún poder heredado de alguna forma de los Grandes Coherentes. Si fuera noble, probablemente se le diría coherente. Pero todo el mundo entendería igualmente que esa persona, es una rareza.

¿Y que es la Casa de las Rarezas? De nuevo, un nombre, nada más. En este caso el nombre de una Casa de la Guerra, una organización de mercenarios bendecida con un estatus similar al de una casa nobiliaria. Esto confiere a sus miembros, y en especial a sus líderes, unos privilegios a los que normalmente solo aquellos nacidos entre la élite de la Coherencia pueden acceder. 

Los orígenes de la Casa de las Rarezas son antiguos y difusos, pero su prestigio reciente es innegable: tomaron fortalezas que jamás habían caído, ayudaron a la independencia de reinos, y preservaron dinastías de su exterminio: todos los bandos sintieron su apoyo y su azote en la última de las Guerras... Y no fue hasta su conclusión que decidieron instalarse en la bella ciudad de Duriel, tras ser exiliados del nuevo principado de Turia.

No solo por sus hazañas es famosa la Casa de las Rarezas. Mientras que algunas casas de la guerra, como los Acerados o los Dragones de Cobre, cuentan en sus filas con miles de soldados, básicamente un ejército, las Rarezas apenas son poco más de un centenar, quizás un par en tiempos de guerra. La razón es sencilla: en las Rarezas se prima la calidad por encima de la cantidad, y en especial, la variedad. Aquellos con dones extraños, con conocimientos útiles o habilidades prodigiosas... Solo los mejores y más particulares de los candidatos son reclutados para unirse a sus filas.

Y hacia allí os dirigís. De una forma u otra, habéis llamado la atención de algún reclutador de la casa, que os ha ofrecido un contrato de adhesión. Quizás os cruzaseis a dicho reclutador en los lejanos Dominios de Baffreim en una batalla entre dominios, o en las ciudades república Durinesas tras tener que huir de la corte de un Duche ... O quizás en las Asfigies, tras sobrevivir a un ataque de los piratas de Merkos, o puede que en Criel, la ciudad más moderna del Mundo conocido, donde puede que trabajaseis en la escuela de Ingeniería. O, quizás, estudiaseis en la Universidad de Valdebrian, o sobrevivierais en los bosques indómitos de Turia, o...

Hay muchas posibles razones; sea como sea, ahora tenéis un contrato entre vuestras manos y un destino:

La Casa de las Rarezas.