Partida Rol por web

La Casa de las Rarezas

Prólogo - Senderos del destino.

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23/06/2019, 21:30
Director

Ahh, Duriel. Es un hermoso día de primavera en Duriel. 

La Bella, la llaman. ¿Y quien podría dudarlo? Apoyado en la borda del barco, contemplas la ciudad mientras remontáis el río Durín, por enésima vez. 

Contemplas sus puertos, a ambas veras del río, rebosando atestados de gentío. Contemplas sus casas apelotonadas y espigadas, de construcciones que mezclan estilos arquitectónicos como el que mezcla habas y arroz en un potaje turiano. Entre muchos estilos, crees ver los retorcidos edificios de la etería, que al no poder crecer a lo largo se ve forzada a trepar como una enredadera, hacia arriba. Contemplas espigados sus palacios y templos, tan altos y orgullosos, cada cual más empeñado en destacar sobre el resto. En medio del río, por encima de ningún otro, destaca la isla del archiduque y el palacio de los Erea, cuyas espigadísimas torres trepan hasta el firmamento como si quisieran rasgarlo. 

No puedes contemplar la podredumbre, aunque el olor a salitre y pescado podrido del puerto la caracterizan de forma adecuada. No puedes contemplar el racismo y el odio y la hipocresía, pero sí, casi la olfateas.

En fin. Hogar dulce hogar.

Has pasado los últimos tres meses fuera de casa, en la hermosa y decadente Ginebrain, una de las grandes ciudades-estado de las Repúblicas Durinesas. Un lugar tan distinto y tan similar, que era a casi imposible no sentirte en tu salsa. Ya conocías las ciudades república, y son la versión extrema de Duriel: recargadas, carentes de principios, carentes de sutileza, y al tiempo insidiosas, peligrosas, venenosas. Obvias e impredecibles al mismo tiempo. 

Un lugar precioso para que Koulev probase sus habilidades.

El pretexto de viajar para acordar un tratado con la casa Aldiani por sus espejos se cerró al mes. Sabías que tu padre te mandaba a una tarea sencilla, y que no esperaba que volvieses pronto, lo cual sigue probando lo que sospechas: te sigue infravalorando. Así, el resto del tiempo pudiste dedicarlo en toda su plenitud a ponerte a prueba, y por fin sabes que ha llegado la hora: estás listo.

El barco se dirige al puerto norte de la ciudad. El capitán se disculpa repetidas veces, sabedor de que eso va a hacer que des un largo rodeo hasta tu mansión, pero insiste en que la autoridad portuaria les ha rogado que atraquen en el puerto viejo. No te molestas en explicarle que no vas a ir al Palacio de los Venture.

Tu destino es la Casa de las Rarezas, en el barrio de la Coherencia.

El momento ha llegado. 

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23/06/2019, 22:07
Director

El barco por fin atraca. Recoges tus cosas y te diriges a la pasarela, cuando un marinero desciende corriendo detrás tuya. 

- ¡¡Su eselensia!! - grita para que te detengas. Se detiene junto a ti, respirando jadeando. Parece confuso. Crees recordar que lo llamaban Bolo, y que no era muy listo. El navío, un barco mercante llamado "El son del norte", no se caracterizaba por la inteligencia de su tripulación.- Discúlpeme usté, taba yo fregaindo la cubierta, ¿sabe usté? Por eso de que ta la cosa ahora bien pa fregai, que bajan todos ustés y queda esto ya mas tranquilo, ¿sabe usté? Y vínoseme a la cabeza que tenía algo que daile a uste, su eselensia. Aquí lo tiene usté - asiente, llevando la mano a la chaqueta y extendiendo un pequeño sobre. 

Acto seguido el hombre hace varias reverencias y vuelve al barco.

Observas el sobre un momento. No tiene lacra alguna, ni está cerrado. Parece que no se molestaron en pensar que el pobre diablo fuera a mirar dentro, o que tiene poca importancia el contenido. Cualquiera que sea la razón, lo abres y ves una pequeña nota. 

"Buen trabajo en Ginebrain, Koulev.

Lo que hiciste con la niñita del conde, uhmmm... Pro-di-gio-so. Fa-bu-lo-so. De un artista a otro, oh, amigo, ¡que obra! Disfruté como un niño de todas tus hazañas. ¿Y sabes? Creo que muy, muy pronto tendremos que conocernos, mi amiga serpent. 

Le Renar".

Un escalofrío recorre tu cuerpo de arriba a abajo. No sabes quien. No sabes como. ¿Pero alguien sabe quien eres? ¿Es toda la organización? Te giras alrededor, sintiéndote observado, pese a que, quizás solo sea paranoia tuya. 

Notas de juego

:P

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27/06/2019, 20:31
Director

Ahh, Duriel. Es un hermoso día de primavera en Duriel. 

La Bella, la llaman. ¿Y quien podría dudarlo? Apoyadas en las ventanillas de vuestro carruaje, contempláis la ciudad mientras os aproximáis a sus murallas por la puerta norte del Preservador.

Habéis recorrido el camino de la vía imperial por las últimas jornadas, en un traqueteo incómodo y constante. En el pequeño vehículo solo viajáis vosotras dos, la totalidad de vuestras posesiones y la cochera, una anciana extraña que nadie pensaría que iba a dedicarse a un trabajo como este. Pero el destino lleva a cada uno a un lugar distinto...

 - ¡Muchachas! - llama desde atrás en ventur, con un marcado acento. El pago ha sido sustancioso, pero el carruaje os ha traído desde vuestro hogar en el reino norteño, un viaje de casi dos semanas.- Ya tamos equi. ¿Queis cos lleve a algún lugá concreto?

 Tenéis varias opciones: por un lado, está el sobre que os dejo Verdoc en su testamento. Algo tan simple y tan extraño que ninguna os esperabais. Ambas sabíais que Verdoc, un afamado maestro de esgrima era un hijo octavo de una familia más bien poco importante: nunca había sido rico, ni poderoso, y no le quedaba nada que legaros excepto sus dos floretes, uno a cada una, y la pequeña propiedad donde os había criado desde que erais unas niñas sin apenas recuerdos de vuestro hogar. Verdoc se había ocupado de vosotras tras haber servido a vuestra madre durante años, y se había convertido en lo más parecido a un padre que habíais tenido nunca. Sin embargo, cuando el abogado terminó de entregaros el resto de posesiones, sacó un pequeño sobre lacrado, que abristeis en el sitio; solo tenía una carta y dos pergaminos idénticos.  Y allí, en la carta, apenas explicaba nada más que esto:

La vida es dura, mis chicas. Pero os he visto crecer. Os he visto haceros fuertes. No soy un hombre de palabras, ya lo sabéis. Sabed que os quiero y os quise como si fuerais mis propias hijas, y que sois la familia que siempre quise tener.

Si leéis esto sin que venga de mi mano, es que algo me ha pasado. Siempre he temido el día que los enemigos de los Iridar vinieran a por nosotros, pero sé que ese día irán primero a por mi. Querrán utilizaros, de una forma u otra, no les bastará con simplemente destruiros. Pero he tenido preparado una contingencia para el día que esto ocurra.  

Ahí lo tenéis. Dos contratos, para unirse a la Casa de las Rarezas. Partid hacia Duriel, chicas, firmad el contrato y entregádselo al comandante Caedus. El me conoce, nos conoce. Y os ayudará.

Ha llegado la hora de la venganza, mis niñas.

Os quiere,

Verdoc Irideu.

Entre lágrimas contenidas, contemplasteis los contratos con la Casa de las Rarezas. Habíais oído tantas historias de ellos desde que erais niñas... Como tomaron Andrimera, la fortaleza que no cae. Como rescataron a Lenai d'Asdria, reina de Darguia. Como ayudaron a coronar a Damnar di Gidial, príncipe de Turia. Y muchas más. Y ahora, vuestro tutor os había conseguido un futuro entre ellos... ¿Serviría para saciar vuestra venganza?

Pero no es lo único que Verdoc os había dejado en el testamento. Una llave, una simple llave de hierro de uno de los bancos más afamados de Duriel, "la Caja de las Siete", en el paseo del Preservador. No sabéis que puede abrir dicha llave, pero dudáis que Verdoc os dejase la llave si no fuera valioso. Quizás podáis ir primero por el banco, o esperar a haberos unido a las Rarezas...

Y queda una última opción, que nada tiene que ver con Verdoc. Sabéis que el antiguo palacio de los Iridar se encuentra fuera de las murallas de la ciudad, al oeste. Quizás... Quizás podáis acercaros a contemplar el hogar de vuestros ancestros. Lo que os robaron.

Lo que ansiáis recuperar.

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28/06/2019, 08:39
Arden d'Iridar

La pregunta me toma por sorpresa, sería de esperar que hubiéramos comentado durante el viaje cuál sería nuestro primer paso pero no fue así, tal vez porque hasta vislumbrar las murallas de Duriel todo esto aún no parecía real, como si estuviéramos de excursión y fuéramos a volver a nuestro hogar en Plateaux. Miro a Esla y veo en su mirada que siente lo mismo que yo, nuestras personalidades son muy distintas a pesar de que todo el mundo asuma lo contrario por ser gemelas, pero siempre nos hemos entendido la una a la otra a la perfección.

La última vez que vimos nuestro hogar ancestral éramos fugitivas, desterradas, llorando nuestra pérdida. Cuando volvamos a posar nuestros ojos en ella será distinto, muy distinto. Pero no creo que podamos hacerlo solas, vamos a necesitar aliados o por lo menos apoyos que nos permitan defender lo que nuestros padres no pudieron.

- A la Casa de las Rarezas, por favor

Allí empezará todo...

Notas de juego

Es la primera vez que juego así, por lo que si he hecho algo mal avisadme. Al ser más lento esto me he explayado un poco con el relleno para una puta frase de mierda, decidme si está bien este estilo o si mejor voy más al grano.

 

Masca, total libertad para contradecirme si quieres y hacer que la mierda esa de que nos entendemos perfectamente sea una flipada mía XD.

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28/06/2019, 16:15
Esla d'Iridar

Me había quedado embelesada observando la ciudad. Era bella, mucho más de lo que recordaba. No guardaba demasiados recuerdos de aquella ciudad. Recordaba jugar en unos jardines que olían siempre a primavera. Recordaba bañarme en estanques de agua cristalina. Recordaba a mamá. Pero por alguna razón hoy tenía la sensación de que la ciudad era más bella que nunca antes. Quizá fuese porque hoy era el día en que volvíamos a recuperar lo que nos habían arrebatado. 

Tardé varios segundos en reparar en la pregunta, no lo hice hasta que Arden había respondido ya. Asentí entonces, mostrando de forma explicita que estaba de acuerdo con mi hermana. Era lo más prudente, pasar a formar parte de la casa antes de aventurarnos hacia algo que pudiera entramar mayores riesgos. Con suerte antes de que se corriera la voz de que estábamos aquí.

Que fuera la decisión que yo habría tomado no fue la única razón para apoyar la de Arden, debíamos apoyarnos. Se acercaban tiempos difíciles, era inevitable. Teníamos que estar juntas, teníamos que apoyarnos, y tenía que verlo todo el mundo, ya fuesen amigos o enemigos. Teníamos que hacerlo, aun cuando no siempre entendiésemos por qué la otra hacía lo que hacía.

-Hoy estamos un paso más cerca... - musité sin apartar la vista de la ventana - hoy empieza todo...

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29/06/2019, 16:36
Director

Ahh, Duriel. Es un hermoso día de primavera en Duriel. 

La Bella, la llaman. ¿Y quien podría dudarlo? Sentado sobre el ligero caballo de posta, observas la ciudad desde la entrada norte. Un carruaje que se haya detenido allí mismo continúa avanzando entre el gentío, y tu caballo le sigue en la misma dirección. Recorres el Paseo del Preservador, una hermosa avenida llena de jardines, del gentío pasear de la nobleza, la plebe y los carruajes, sin saber muy bien en que pensar sobre tu decisión. 

En una calle un chico agita un periódico al pasar, poniendo tu piel de gallina al recibir la confirmación de lo que ya sospechabas que iba a pasar.

 - ¡¡Extra, extra!! - grita el niño, agitando un diario local, que no atinas a ver cual es - ¡Lior cae en manos de Galdia! ¡El príncipe de Turia entrega la ciudad! ¡Cientos de muertos en batalla! ¡Compren el Noticiario para saber más! ¡Extra, extra!

Continúas avanzando por el paseo, con una nube recubriendo tus pensamientos. Dejas atrás dos magníficos palacios hasta llegar al río. Observas que el carruaje que venías siguiendo por la calzada ha tomado el mismo camino. Según las indicaciones que recibiste, en esa plaza hay una bocacalle que conduce a un callejón largo donde se encuentra la mansión de las Rarezas.

Allí mismo otro muchacho agita otro listado de periódicos similares. Observas como el carruaje avanza hacia el mismo callejón que tu esperabas tomar... Parece que no eres el único en avanzar hacia las Rarezas. En ese momento, te da la sensación de que el carruaje se detiene a cierta distancia de donde tu estas. Hay gritos, no parece que porque allá peligro, sino más bien porque han bloqueado la calzada y no puede avanzar.

Notas de juego

Puedes continuar, o comprar el periódico si quieres saber más detalles de la caída de Lior (que es el acontecimiento que te dije que hizo que tu personaje se largase, con la excepción de que la ciudad aún no había caído cuando te fuiste). Si vas para el carruaje, te hago post rapidito en breves :P.

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29/06/2019, 17:13
Director

Ahh, Duriel. Es un hermoso día de primavera en Duriel. 

La Bella, la llaman. ¿Y quien podría dudarlo? Quizás tú podrías, porque ahora mismo, no entiendes nada.

Recuerdas haber llegado a Duriel, haber caminado hacia la mansión de las Rarezas. Recuerdas haber recorrido un bello paseo, en dirección a tu nuevo... ¿Hogar? No sabrías decirlo aún. Cuando algo... Algo te vino a la cabeza. Como un intenso dolor, inenarrable. Te tambaleaste hacia el interior de una calle, hasta desplomarte en el suelo. 

Y ahora lo ves todo desde cierta distancia. Flotando, aterrorizada, ves tu cuerpo allí, quieto, incapaz de moverte, de volver a él, de entender.

¿Es este el siguiente paso de tu enfermedad? ¿Qué esta ocurriendo?

Mientras lo meditas, ves algo acercarse a ti... Desde la oscuridad del callejón. Desde la pared. Desde ninguna parte. Flota, como flotas tu. Una capucha cubre su rostro, no dejando ver que se oculta tras la oscuridad velada que tienes delante. 

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29/06/2019, 17:24
Encapuchado

- Hola, Pee - saluda colocándose a tu lado. Es una voz masculina -. Que escena, ¿eh? Vaya, vaya. Lo siento. No entiendes nada, ¿eh? A mí me pasó igual - suspira. Su tono no suena desagradable, sino que parece expresar cierta comprensión -. A todos nos pasó igual... Pero hace mucho, mucho, mucho tiempo que ninguno de nosotros sufre la maldición del Preservador. Eres la primera en... ¿Un milenio? Es una pena. Ese cabrón ya no está aquí para que siquiera puedas culparle de lo que te ha hecho... 

La figura flota a tu alrededor, mirándote desde la oscuridad de su capucha. Te contempla, y al cuerpo.

- Debo avisar al resto - asiente, decidido - Llevan demasiado tiempo tocándose los cojones a dos manos en sus tronos de cristal y sus féretros de sangre - se ríe, divertido -. ¡La convergencia ha llegado, y ni siquiera se han enterado! Ah, querida... Tus congéneres son una panda de vagos redomados... En fin. Volveremos a vernos, tranquila. Deberías volver a tu cuerpo, cuanto más tiempo pases separada de él, mas riesgo de que te quedes en medio, y no quieres quedarte en medio. La güestia mora en busca de los nuestros, y si no te puedes mover... Pee, lo tendrás complicado. Así que venga. ¡Vamos! - dice de pronto, y te da un empujón.

Sales despedida hacia el cuerpo que se encuentra en el suelo, sin comprender nada, hasta que caes de nuevo contra él y despiertas.

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29/06/2019, 17:31
Director

Abres los ojos, sobre el suelo del callejón, confusa. Las últimas horas son un borrón difuso, no atinas a comprender muy bien que ha ocurrido desde que llegaste a Duriel. Pero lo que sin duda recuerdas es lo que acabas de vivir. El encapuchado, sus extrañas palabras, y tu cuerpo quieto en el suelo, mientras flotabas observándolo desde cierta distancia.

Te palpas la frente. Hay sangre, una pequeña brecha. Quizás por la caída... En ese momento, ves que un carruaje está detenido en medio del callejón, parece que estás bloqueando el paso. No sabes muy bien donde estás, pero el carruaje ves que está tirado por una mujer anciana que agita sus manos en un gesto enfadado.

Cuando habla, lo hace en un idioma que no atinas a entender. Crees, eso sí, que es ventur. Lo que está más que claro es que te está diciendo que te apartes para dejar paso. Ahora mismo bloqueas el estrecho callejón.

De las ventanillas del carruaje, ves que hay dos mujeres... Durante un momento crees que te has golpeado más fuerte de lo que pensabas, porque ves a la misma chica rubia y hermosa a ambos lados del vehículo, mirándote desde las dos ventanas del carruaje. Pero entonces lo entiendes. Son gemelas.

Esla d'IridarArden d'Iridar

Notas de juego

Marca a Arden y Esla en tu post :P.

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29/06/2019, 17:38
Director

Tras dar la orden a la cochera, esta asiente. Parece saber a donde os dirigís, pese a venir desde la lejana Venturia y la ciudad de Plateaux. Recorréis el Paseo del Preservador, una hermosa avenida llena de jardines, del gentío pasear de la nobleza, la plebe y los carruajes. Es un lugar tan vivo como llamativo.

En una esquina de la calle ,un chico agita un periódico y ambas podéis escuchar lo que dice desde las ventanas del carruaje.

 ¡¡Extra, extra!! - grita el niño, agitando un diario local, que no atinas a ver cual es - ¡Lior cae en manos de Galdia! ¡El príncipe de Turia entrega la ciudad! ¡Cientos de muertos en batalla! ¡Compren el Noticiario para saber más! ¡Extra, extra!

El vehículo de caballos continúa su camino, dejando al muchacho atrás. Desde la ventana izquierda, Arden hace un gesto a Esla para que se acerque y contemple entonces lo que veis al pasar. 

Primero, dejáis atrás el magnífico palacio de la Asamblea, un edificio de base cuadrada que se eleva como una torre sobre el resto de la ciudad. Inmenso y enorme, construido hace mas de trescientos años, el lugar está rodeado de magistrados vestidos con túnicas que entran, salen, y discuten en la calle delante del majestuoso edificio. 

Y nada más dejarlo atrás, contempláis las murallas de otro gran edificio. El palacio de los Dravvad se vislumbra tras estas y sus bastos jardines. Las torres acabadas en cúpulas del edificio destacan con sus esplendorosos colores tras las murallas, pero apenas podéis ver mucho más. 

Finalmente, el carruaje gira al llegar junto al inmenso puerto imperial. Podéis ver la vista del río, los puertos y el lado sur de la ciudad desde donde os encontráis, antes de que el vehículo llegue a un largo callejón. Parece que os aproximáis a vuestro destino cuando un tirón repentino detiene el vehículo. Volvéis a mirar ambas desde una ventana distinta, cuando escucháis los gritos de la anciana conductora en ventur.

 - ¡¡Mueve, maldita sea!! ¡Levantai! ¡Pai Preservadoir, arriba! - gruñe, antes de volverse hacia el interior del vehículo - Muchachas, hay una dame ahi tirá, parecei morta... ¡Un momento, sei levanta!

Desde donde estáis asomadas, veis a una mujer con aspecto de estudiosa, que se ha derrumbado en el suelo. Parece que a duras penas se pone en pie, con visible aturdimiento en su rostro. De su frente mana sangre con profusión, parece que causada por la caída.

Podéis acercaros y ayudarla, aunque... La mujer sigue en medio de la calzada, sin saber muy bien que está pasando, bloqueando el carruaje. Verdoc os abrió de los peligros de Duriel. ¿Será la primera trampa que os vais a encontrar?

En ese instante, la mujer se voltea hacia vosotras, confundida al ver doble por un rato. Podéis ver como os mira aturdida mientras la cochera comienza a gritarle que se aparte del camino.

Peara de Valdebrian

 

Notas de juego

Marcad a Peara en vuestro próximo post, aunque sea para decir que pasáis de largo :P.

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29/06/2019, 18:21
Director

Han sido dos días horribles.

Dos días de caminar insoportable, bajo un sol pegajoso y un dolor en el cuerpo terrible. Todo te duele. Arrastras tus trajes de guerra y tus armas en un hatillo hecho por tu capa, porque sabes que no deberías llevarlas puestas con el cansancio que sientes ahora mismo. Además de que llaman demasiado la atención y te pondrían en peligro inmediato. Lo único que dejas visible es aquello de poco valor, tu estoque y daga. No has visto a nadie desde que te despertaste en una playa hace dos días, y encontraste un pequeño poblado donde los aldeanos (pescadores en su mayoría) te rehuyeron asustados. Lo más que conseguiste es sacarle a un chico pequeño la dirección de la casa de las Rarezas.

Sigues un sendero que avanza paralelo al río Durin, subiéndolo desde su desembocadura. Al fin, distingues en la distancia las murallas de una enorme ciudad, lo que te da fuerzas para seguir adelante.

Antes de entrar en la ciudad, alcanzas una aldea en las afueras. Ves una posta atestada de gente, viajeros que salen de Duriel, soldados de alguna casa de la guerra. Hay multitud de gente allí mismo. Un cartel a la entrada del pueblo ponía el nombre en darguiano: "Valdesobo" y la posta lo corrobora: "El parador de Valdesobo". 

No tienes dinero ni nada de valor que no sea tus posesiones, que siguen, por suerte, contigo. Cuando pasas delante de la posta, ves a dos soldados detenidos junto a un par de caballos. Uno está fumando algo que apesta, y el otro, un tipejo de dientes amarillos se ríe a carcajadas de un chiste malo. 

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29/06/2019, 18:29
Director

El camino ha sido largo. 

El día que tomaste la decisión de viajar a la ciudad de Duriel ya queda bastante atrás. Has vivido mucho en los caminos, ganándote la vida de muchas formas en los últimos años, pero aquí estás. La ciudad está a apenas media hora caminando, y desde el pequeño poblado de Valdesobo se observa sin dificultad las murallas alzándose en la distancia. Sin embargo, te has decidido a parar unas horas a descansar antes de continuar en busca de tu destino.

La Casa de las Rarezas.

El pequeño poblado parece un punto de salida de la ciudad, y si tiene algo relevante, es su posta, "El parador de Valdesobo". El lugar, un edificio de tres plantas enorme, está atestado de viajeros, soldados, mercaderes y todo aquel que le apetezca echar una partida de cartas o visitar a alguna de las damas o de los efebos que se amontonan en el fondo del salón. Uno de tantos sitios que has conocido en tus viajes, aunque este es más vivo que muchos otros.

Has cogido un sitio tranquilo junto a la entrada, y te han servido algo de comida (el plato del día es un filete de cerdo asado con puré de patata) y cerveza fría. En la distancia de la sala, notas las miradas de un par de muchachas que parecen viajar acompañadas de sus padres, todos ellos una familia de mercaderes: jovenes, y hermosas, a su manera. También te sonríe un chico desde la barra, uno de los efebos del local, que te hace un gesto con una cerveza.

Mientras meditas si ponerte en marcha, desde tu cómoda posición observas que algo ocurre fuera. Un par de soldados, que llevan una casaca simplona y sucia con un rostro de un dragón cobrizo dibujado en la espalda, parecen reirse a carcajadas de algo...

Notas de juego

Te he dejado ambiguo el inicio para que lo decidas con tu trasfondo :P.

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29/06/2019, 18:36
Director

 - Hostia, tú, viste a ese - señala el soldado de dientes amarillos - ¡¿Qué te pasa, paisano?! ¿Te han pintado el careto? Vaya pintón. Míralo que pinta de zoquete tiene, Garo, jajajaja, parece que le hayan follado la cara.

El tono en que se dirige hacia ti es burlón y provocador. Te fijas en ese momento que lleva una espada y una pistola en el cinto, aunque no las ha preparado aún. Aunque la tiene medio quitada, una casaca a su espalda muestra un dragón cobrizo como símbolo.

Las ropas de su compañero son algo más cuidadas, y el individuo aparta el cigarro de su boca, exhalando una nube de la asquerosa sustancia que está fumando. La misma casaca de su compañero decora sus ropas con el mismo dragón. Sonríe al verte.

- ¡Tú! ¡Anormal! - grita al verte, dándole un codazo al otro y señalando tus armas-. ¡Quien hostias eres! Vari, ese cabrón está armado y lleva ahí algo. Es un ladrón lo más seguro, o algo parecido. ¿Que has robado ahí, mequetrefe? Suelta el cargamento e igual duermes hoy entero. En nombre de los Dragones de Cobre, ¡alto, mamón! 

Los dos hombres cuchichean entre ellos un segundo. Te parece oír al primero de ellos decir: "... Igual podemos pagar a los Caridad las deudas, nos ha tocado el...". Toda la situación se está complicando muy rápido.

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29/06/2019, 18:49
Director

De un vistazo rápido por la ventana, distingues a los dos soldados desde donde te encuentras, que increpan a un extraño tipo de tatuajes. El tipo carga un fardo grande a la espalda, pero no parecía con más intención que la de seguir su camino.

 Eikon

El primero en hablar es uno de los soldados.

 - Hostia, tú, viste a ese - señala el soldado, de dientes amarillos - ¡¿Qué te pasa, paisano?! ¿Te han pintado el careto? Vaya pintón. Míralo que pinta de zoquete tiene, Garo, jajajaja, parece que le hayan follado la cara.

El tono en que se dirige hacia el hombre tatuado es burlón y provocador. Te fijas en ese momento que lleva una espada y una pistola en el cinto, aunque no las ha preparado aún. Las ropas de su compañero son algo más cuidadas. El individuo aparta un cigarro de su boca, exhalando una nube de una asquerosa sustancia  maloliente. Sonríe.

¡Tú! ¡Anormal! - grita al tatuado, dándole un codazo al otro y señalando tus armas-. ¡Quien hostias eres! Vari, ese cabrón está armado y lleva ahí algo. Es un ladrón lo más seguro, o algo parecido. ¿Que has robado ahí, mequetrefe? Suelta el cargamento e igual duermes hoy entero. En nombre de los Dragones de Cobre, ¡alto, mamón! 

Los dos hombres en ese momento cuchichean entre ellos. Oyes con claridad lo que dice el primero de ellos.

- Con las pintas de ese joputa, nadie nos dirá nada si le metemos un tiro. Y ahí me parece que lleva algo valioso. Igual podemos pagar a los Caridad las deudas, nos ha tocado el chorreo del trago, colega, la perigocha. Es nuestra oportunidad. 

Notas de juego

Si decides intervenir de alguna manera, marca a Eikon. Si solo observas... Pues no, porque nadie te ha visto :).

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29/06/2019, 18:57
Director

Años de correspondencia. Años de investigaciones a cada cual más compleja y carente de resultados concluyentes. Años de frustración, y de pronto... De pronto todo parece conducir a algo. 

Una simple carta, enviada por un viejo amigo postal, Nordak Skagg, un capitán en la Casa de las Rarezas, el líder de sus Lectores del Éter y un estudioso reconocido en toda la comunidad científica. La misiva te llegó en tu pequeño cuartucho en la pequeña ciudad de Fara: llevas allí unos meses, visitando la Universidad local, una de las más afamadas del Viejo Continente. Cuando abriste el sobre, no esperabas encontrar algo similar.

Hipa.

Perdona que no te haya respondido estos últimos meses. Han sido... complicados. Nos hemos mezclado con asuntos que no deberíamos, sospecho, pero el comandante insiste en que todo irá bien.

En cualquier caso, tengo noticias. Noticias que te interesan. Nos hemos hecho con algo... Algo complicado. Necesitamos que vengas, rápido, y te interesa. Te adjunto un contrato firmado por el comandante para que te unas a nosotros, porque te vamos a necesitar. 

Creo que podemos explicar todo. El Preservador. La Incoherencia. Todo.

Ven cuanto antes.

Skagg.

PD: Tengo ganas de conocerte. Tanto tiempo hablando por carta, que ya me he forjado una idea de ti como un dragón de siete cabezas.

¿Para que dudar? Conocías a Skagg de muchos años de correspondencia, lo suficiente para saber que no bromeaba ni era alguien de desconfianza. Cogiste tus libros, tus bártulos, y montaste en el primer barco que partía a Duriel.

El viaje, como tantos otros, lo pasaste en tu cabina, leyendo, estudiando. Solo una de las noches, los gritos de los marineros te sacaron de tus ensoñaciones. Habían encontrado alguien flotando en un bote en medio del mar, una mujer. Viva. Al rescatarla, pudiste ver a una muchacha atractiva, que había podido sobrevivir a un naufragio y que estaba al borde de la desnutrición.

Inara

El resto del viaje transcurrió con normalidad. De vez en cuando veías a la tripulación, incluida la mujer, una espadachina que se había ganado el respeto y las atenciones del resto de los marineros. Inara, decían que se llamaba. Finalmente, estabas estudiando en tu camarote cuando llaman a tu puerta. Uno de los marineros. 

Habíais llegado.

Te asomas a la cubierta y observas la ciudad. El barco se encuentra atracando en Duriel. Has estado allí antes, una ciudad enorme y atractiva que todos conocen como la Bella. Os habéis detenido en el puerto antiguo, al norte del Durín. Observas como a tu lado, Inara está lista para partir también.

La Casa de las Rarezas te espera.

Notas de juego

Te adelanto la intro aunque no esté la ficha para ir empezando :).

Te uno con Inara por eso del viaje en barco y que ella puso que la rescataban así :P.

Márcala en tu primer post plis :P.

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29/06/2019, 19:23
Peara de Valdebrian

 Lo que se podía apreciar de aquella muchacha no era muy llamativo o encantador. Peara lucía visiblemente confundida y poco receptiva, apenas entendiendo lo que aquella anciana que dirigía el carruaje le estaba intentado decir. Aunque la expresión enojada de la mujer fue suficiente indicio para que Peara se diera cuenta que buscaba que se saliese del camino.

- D-discúlpenme...

 Se hizo a un lado, a pesar de que el callejón era considerablemente estrecho. Y cuando se percató de que dentro de aquel carruaje se encontraban dos chicas que parecían ser de la nobleza, su rostro se tornó rojo del pudor. Agachando la cabeza en señal de disculpas, deja que el carruaje pase. Sin embargo, mientras se agachaba se podía notar algo en su frente: un pequeño hilo de sangre que brotaba del inicio. Como si aquella muchacha se hubiese dado un fuerte golpe en la cabeza. Además, de cerca se podía ver que no era ninguna pordiosera.

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29/06/2019, 19:42
Director

Un naufragio... No es nada que le recomiendes a nadie.

El barco se zarandeaba, agitado por la tormenta. Viste como el agua arrastraba a un viejo marinero, Mikos, un buen amigo. Pero no tenías tiempo que perder... Cargaste tus cosas como pudiste en un bote, esperaste lo más que pudiste por el resto (unos segundos) y cortaste las cuerdas del bote, dejando que este cayera al mar contigo como única tripulante. Mientras el bote se agitaba por la tormenta, viste como las aguas devoraban al navío y lo arrastraban a las profundidades.

Una semana te mantuviste sin remos y sin rumbo. Comiendo lo poco que tenías. Deshidratada. Quemada por el sol. Sabías que tu única esperanza era un rescate... Y temías que no fuera a suceder. Finalmente perdiste la consciencia, allí, en el bote, pensando que ese era tu final.

No fue así.

Abriste los ojos en el camarote de un viejo barco mercante. Por suerte, te habían encontrado durante una tormenta y te habían subido a bordo. El barco se dirigía a Duriel. Nunca habías visitado la Bella, pero la conocías por muchas referencias... Estaba lejos del mar Asfigio, y los tuyos no solían navegar mucho por el mar Serdeno, mucho más vigilado y peligroso. Pero bueno... Era un destino como cualquier otro.

Los días de viaje te hiciste amiga de la tripulación, ganando sus simpatías. Poco a poco empezaron a contarte mil historias, incluídas las historias de la pasajera que llevaban a la ciudad.

Hiparchia de Menas

"Hiparchia de Menas se llama" te explicó un tal Morid. "Dicen que es estudiosa, que sabe sobre el más allá" te dijo una linda chica, Anarea. "Es muy rara. No sale casi de su camarote. Solo... Lee cosas" te respondió el contramaestre. "¿A donde va? No lo sé seguro... Pero limpiando su habitación vi algo. Tiene un contrato... Un contrato de adhesión a la Casa de las Rarezas" te contó Golond di Calende, un marinero viejo y sagaz.

La Casa de las Rarezas. No lo habías pensado, pero... ¿Y si ese era tu destino? Todo el mundo conocía a las Rarezas: héroes, villanos, causantes de la caída de Reinos y el nacimiento de otros. Defensores y guerreros. Valientes y traidores. ¡Ah, las Rarezas! Nadie que buscase la fama como tú podía rechazar unirse a un grupo como aquel.

Si esa mujer se dirigía a las Rarezas, quizás podrías acompañarla. Era una oportunidad. Esperarías a llegar a la ciudad para decírselo... O seguirla directamente. Tampoco parece una mujer que le guste demasiado mezclarse con los demás.

Una gran oportunidad.

Finalmente, el barco llegó a Duriel. Sales a cubierta cuando estáis atracando en el puerto antiguo, al norte del río Durin. Desde allí la ciudad no es tan bella como la gente suele decir, pero pocas lo son. Quizás una vez la explores lo veas con más claridad. En ese momento, Hiparchia sale de su camarote, cargando sus bártulos, preparada para desembarcar. La observas con una sonrisa.

Estáis en Duriel. Ante vuestro destino.

Notas de juego

Marca a Hiparchia en tu primer post :).

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30/06/2019, 10:25
Cael di Venture
Sólo para el director

Siempre le habían gustado los viajes en altamar y, dado que en sus múltiples salidas de corte y corte era el método de transporte más recurrente aprovechaba esos descansos sobre el oleaje para pensar y meditar. Se perdía entre las ondas que creaba el mar con el apacible paso del barco, con el agradable olor a salina y el cántico de las aves volviendo a su hogar aunque, también, le agradaba esa sensación de peligro que suponía un mal temporal. Sabía que era poco probable encontrarse con una tormenta en mitad de camino, cientos de avisos y fuertes conocedores de la meteorología le acompañaban en el camino, pero esa sensación de saber que podía ser la última vez que surcara los mares, que la fiereza del mar engullera a su paso los tablones de madera… También tenía que contar con ese aislamiento en mitad de la nada, donde sólo la tripulación podría saber qué pasó durante el viaje.

Sí, definitivamente esa apacible amenaza era algo que le definía a la perfección.

Al llegar a Duriel se encontraba apoyado en la borda observando al horizonte la silueta de las casas y el gentío que paseaba por el muelle. Hace tiempo que dejó de impresionarle las grandes construcciones y el lujo, sobre todo teniendo en cuenta de dónde procedía, girando el anillo que descansaba en su dedo mientras terminaban de atracar.

Nadie hubiera pensado que tras las caras ropas y sábanas de lino hubo una vez un chico humilde que vivía en una pequeña casa apartada de la civilización, donde apenas cabían dos personas y, sobre todo, donde disfrutaba mancharse en el barro para jugar. Esos recuerdos de infancia se ahogaron en el océano, pero eran los más felices de toda su vida.

Se apartó de la borda cuando echaron anclas, colocando sus manos unidas en la espalda mientras estiraba la espalda, una postura que había tenido que aprender en las largas noches de protocolo que su padre le inculcó cuando se “mudó” con ellos. Pero a pesar de sus esfuerzos sabía que no confiaba en él, al menos no lo suficiente como para encomendarle tareas de importancia y, en realidad, eso era algo que le beneficiaba. Llevar tanto tiempo tramando un plan, avanzando centímetro a centímetro, requería no llamar en absoluto la atención y si no le veía como una amenaza es que iba por el buen camino.

Tenía el camino hacia la Casa de las Rarezas, su siguiente paso en el metódico plan, bajando por la pasarela cuando fue abordado por un hombre. Giró el inmaculado rostro para encontrarse con un marinero paleto que apenas entendía, teniendo que hacer uso de todo su intelecto para construir las frases que el hombre se encargaba de escupir.

- Gracias por el mensaje.- Educación. Poco le importaba que le hubieran encargado algo, tampoco que esperara una propina por el trabajo que le correspondía, pero sabía que una brillante mirada y una sonrisa educada luego podía ayudarte a abrir las puertas al paraíso.

Cogió el sobre creyendo que se trataría de alguna de sus conquistas de corte, esperando noticias suyas como si de amantes se tratasen. ¿Sería de la hija del archiduque? ¿La joven misteriosa de la fiesta de máscaras? ¿O tal vez la que le miraba con ojos golosos en Aldiani? Giró el contenido para buscar algún sello donde poder localizar el remitente, pero parecía que quería mantener la intriga hasta saber el contenido.

Y fue la primera frase lo que le hizo cambiar la expresión de educada parsimonia a tensión absoluta durante una milésima de segundo.

Mantenía los labios apretados, los ojos achicados y los músculos tensos mientras releía varias veces el contenido sin saber qué había pasado. Estaba completamente seguro de que había hecho un trabajo impecable con la pequeña del conde, incluso se aseguró de estar a solas cuando “trabajaba” con ella engañándola con palabras cargadas de futuras promesas y, cuando concluyó, de borrar su huella en el trabajo.

Miró a Bolo con dureza antes de doblar el papel y romperlo lentamente, como aquél que está rompiendo una propaganda entretenido por el sonido del rajar papel.

- ¿Recuerdas quién te lo dio? – Cael mantuvo perfectamente la calma, una cualidad que sobresalía en él. Actuaba como si nada hubiera pasado, volviendo a la figura relajada y coqueta que le caracterizaba.- Cualquier detalle.- Una vez la carta ahora era cientos de pequeños papelitos, se acercó a la borda para estirar la mano y tirar los pedazos al mar, asegurándose que el papel se arrugaba y hundía, imposibilitando su lectura mientras esperaba la respuesta del marinero con especial interés.

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30/06/2019, 14:13
Inara

Quizás no se haya percatado de que estoy en el mismo barco que ella, y ahora la veo con multitud de bártulos tratando de desembarcar con todos, me acerco para ayudarla- "Oh, permitidme que os ayude, mi nombre es Inara, cuatro manos siempre ayudan más que dos" - cojo con delicadeza los trastos que lleva y procuro ayudarla mientras sigo hablando- "viajábamos en el mismo barco... bueno... me rescataron... mi barco se hundió tras una galerna y tuve suerte de que me encontraran en alta mar. ¿Vos, vais a pasar tiempo en Duriel, verdad? Quizás necesitéis... alguien que pueda ayudaros, provisionaros, acompañaros o simplemente proteger vuestras espaldas o... llevar vuestras cosas" - del modo coloquial ha pasado a notarse cierto ruego en sus palabras- "soy diestra en muchas cosas y no como mucho, incluso se cocinar. Podría serviros de muchas formas... "- tampoco que parezca muy a la desesperada, aunque analizando la situación después del naufragio tampoco estoy como para desperdiciar muchas oportunidades- "por favor, dadme una oportunidad, sé que no me conocéis pero... estoy desesperada... poneros en mi situación: todos mis bienes se fueron al fondo del mar tras el maremoto y... "- no hay doblez, ni engaño en las intenciones- "vos sois una mujer de estudios, de conocimientos, quizás no os venga mal también tener acceso a otros entornos más... sin tener que sufrir menoscabo alguno para vuestra persona" -me quedo esperando una contestación, un asentimiento, una aceptación; en caso contrario volvería a buscar argumentos que justificasen mi solicitud de ayuda frente al desamparo.

Cargando editor
30/06/2019, 15:54
Director

Al volver a hablar con él, ves que el marinero se da la vuelta con cierta sorpresa. Escucha tu pregunta, tarda un par de segundos en responder y luego asiente varias veces.

 - ¡Si, si, si! - afirma -. Una chiquilla mu refiná, ¿sabe usté? Rubia, mofletuda, con unos pechotes así muy bien colocaos, ya sabe usté - te da un suave codazo y guiña el ojo-. Parecía un poco atorá, con su vestidito así rosa, nu se ven muchas dames así en los puertos, suel ser peligroso, ya lo sabe usté... Díjome que dierai la carta al llegar a Duriel, no antes, y bueno... La verdad es que... ¿Lo hice? - ves duda al recordarlo, como si no supiera muy bien porque hizo caso a esa propuesta. 

No tienes ninguna duda, pese a lo vulgar de la descripción: está describiendo a Giuli di Nandini, la hija del conde, la misma persona con la que pusiste a prueba tus poderes. 

Mientras reflexionas sobre lo que te acaba de contar, ves que en un barco que está detenido al lado de "El son del norte", varios pasajeros están preparándose para desembarcar. Te llama la atención porque una de ellas es una despampanante mujer con aires de marinera, que parece discutir con una extraña dama, que por las pintas es alguna clase de estudiosa bastante estrambótica.

Esa última mujer... Te resulta familiar, aunque no sabes muy bien ubicarla.

InaraHiparchia de Menas

Notas de juego

Estáis en dos barcos distintos que van a desembarcar al mismo dique al estar atracados en lados opuestos. Si quieres puedes marcarlas o no, en función de lo que vayas a hacer :). De momento siguen en el barco, parece que hablando entre ellas.