Partida Rol por web

El único recuerdo que te queda es el de una cuerda, así que, en medio del bosque infinito, has tomado la forma de una cuerda. El material del que estás hecha es metálico: fuerte como tu necesidad, frío como la soledad.

Siempre es de noche. Todo lo que está vivo en el bosque, si no está atrapado al suelo por sus raíces, huye de ti.

Al principio del bosque hay una puerta sobre un abismo con nieblas remolineantes al fondo. Al final hay otra puerta cerrada. Para llegar de una a otra hay que hacer un penoso camino por entre la hojarasca y las raíces nudosas.

El abismo te rechaza. No puedes pasar por ahí, aunque hay una puerta hacia otros lugares. De todas maneras, tu Necesidad no pasa por ahí. Lo sabes. Tienes que cruzar el bosque y llegar al otro lado. Es un penoso trabajo arrastrarse por entre las raíces desnudas y hostiles. La luna es un ojo que te mira reprobador.

Del otro lado hay una puerta diferente. Es de madera, y tiene un cartel con una alfombra donde pone: "bienvenidos". La madera está pintada de blanco, y la manilla es de latón. Tú no utilizas palabras. Nada sabes de "latón" o de "bienvenidos", pero percibes el significado de las cosas a través de la piel de plata.

Sabes, también, que al otro lado está el Dueño de la Puerta. El Dueño de la Puerta no te ha visto, a pesar de que ya has llamado dos veces. ¿Podrás llamar otra vez?

Quiero ir allí, pero allí no puedo entrar, me lo niegan, me está vedado, no me dejan que me acerque... ¿Por qué? Por allí llegué, pues por allí debería de salir... ¿No?

Es igual, si no es posible, intentaré ir por otro lado, pero lo voy a conseguir. Lo voy a conseguir... Voy a llamar a la otra puerta y, esta vez, me va a ver, quiera o no. 

Primero tengo que llegar hasta ahí... Está lejos. Bueno, eso no es problema. No puedo pedir que me ayuden, no sé por qué, pero todos huyen de mí en este bosque. Todos los que se pueden mover, claro. Los troncos no pueden, así que me enrollo con cuidado alrededor de una gruesa rama tirada en el suelo y me deslizo hacia adelante. Me cuesta más de lo que cuesta moverse, pero me da igual, hoy voy a conseguirlo. No sé lo que es una rama, pero tengo la intuición de que flota. Tampoco sé lo que es flotar, ni lo que es un río, pero voy hacia el río. Aferrándome bien a la rama, me tiro al agua, que e provoca una curiosa sensación al zambullirme. Por suerte, estoy enrollada en la gruesa rama, un concepto abstracto que sé que se puede mover por ese elemento curioso sin hundirse. La corriente la arrastra y así, me dejo llevar, en dirección a la cabaña a la que voy a llamar. 

La sombra del guardián se recortó en la puerta abierta. No podías pasar, mientras no te aceptaba. A pesar del terrible dolor que aquello suponía, dejaste que la luz de la luna brillara sobre tu superficie pulida como un espejo.

Parecía que la puerta se iba a cerrar de nuevo, notaste la mirada del guardián sobre ti. Te tomó con una mano enorme. En ese momento, como un torrente, invadieron tu cuerpo segmentado e inhumano increíbles sensaciones.

Por un momento recordaste cómo era cuando estabas viva... ¿Viva? La sensación se acababa de ir otra vez. Solo el abismo. Pero esta vez el abismo estaba detrás de ti. Te sujetaba una mano cálida, llena de vida.

Esta vez sí, esta vez he conseguido que me vea. Al bajar de la rama que me ha llevado riachuelo abajo, me he arrastrado hasta la puerta, llevando aquella conmigo. Una vez en la puerta, he lanzado la ramita haciendo fuerza con uno de mis extremos en lo que considero un lanzamiento magnífico, aunque sólo se haya elevado unos centímetros. La ramita ha golpeado la puerta y ha sonado más fuerte que cuando llamaba yo, pero aún así, escucho una voz desde dentro que me grita que use la bocina. Miro hacia arriba, no sé qué es eso, pero sé que aquello de allí lejos es "la bocina". Intento saltar, pero no llego hasta allí, está demasiado alto. 

No obstante, no hace falta, a pesar del malhumor, el guardabosques abre la puerta. Me concentro. "Mírame, vamos mírame... Mírame..." pienso mientras lo miro yo a él fijamente. Parece que se va a ir, otra noche en vano... Pero no. ¡Esta vez no! Esta vez sí que mira, justo en el momento en que lo hace, hago todo mi esfuerzo para brillar con los tenues rayos de la creciente luna, me molesta, sí, pero lo aguanto... Tiene que verme, tiene que verme. 

Y sí, al fin me ve... ¡Y me coge! ¡Por fin! Estoy tan alegre que casi me enrosco alrededor de su mano de la emoción, pero prefiero quedarme quieta, en el último momento. No sé por qué, pero me da la impresión de que se asustaría. Me ha llevado adentro, me ha llevado con él. Bien, eso está mejor. 

Ahora todo va a comenzar, por fin puedo hacer algo más que retorcerme entre las ramas y contemplar impotente cómo pasa el tiempo a mi alrededor y los animales huyen de mí...

Oigo un ruido, alguien viene. Alguien está en la puerta... Ese sonido... ¿Un silbido? ¿Puede ser? No estoy segura, no sé qué es un silbido. Pero ese silbido en concreto... Me resulta... ¿Familiar? ¿Es posible?

Las formas, sonidos y aromas que llegaban hasta ti a través del Guardian eran extrañas. Se movía con una especie de mezcla de soltura y torpeza por entre los vagos conceptos de lo que él etiquetaba como "manilla", "suelo", "cocina" y muchos más.

La entidad que se etiquetaba a si misma como "Everett", lo comprendiste, tenía un vehículo. De ahí tanta torpeza. Era una especie de animal. Antes lo habías presentido desde fuera. Era bípedo. Ahora sentías el balanceo que hacía al caminar sobre el suelo de tablas de madera. Sentías cómo movía sus brazos. Oías los sonidos que producía "desde dentro". Pero lo sentías como lejano. Podías... podías mover esos brazos. A este lado, la única manera de progresar hasta llegar a tu meta era utilizar al animal que la entidad autodenominada "Everett". Pero para eso, debías... Comenzaste a estudiar los métodos necesarios. Era complicado, pero no imposible.

No sé dónde me ha dejado exactamente el Guardián, pero desde donde estoy, cada vez que pasa por delante de mí, trato de hacer que tenga sueño, mucho, mucho sueño...
Pero nada, es imposible, no soy capaz de conseguirlo y cada vez me siento más cansada...

La serpiente de plata no eres tú. Escuchas esos pensamientos, ya que tienes una conexión con la serpiente de plata. La entidad que se hace llamar Don ocupa ahora ese cuerpo. Puedes hacer lo que desees.

No sé si tienes mucha prisa, en cuanto acabe el curro te pongo post, pero si quieres adelantarme, no hay problema, lo entiendo :)