Partida Rol por web

Aunque la aldea de Niom se encuentra bastante alejada de la capital de la provincia, la vida en la aldea es bastante agradecida. Sus gentes tienen un carácter alegre y las buenas acciones entre los vecinos son habituales.

Gran parte de este buen ambiente es gracias al alcalde de la misma, Geoff Tearsson al que apodan "El cojo" desde que sufrió un accidente jugando en las zonas pantanosas cercanas a la aldea cuando era apenas un adolescente. Un hombre dotado de una mente aguda, y de unas habilidades para la organización que no se quedaban atrás, el cual había conseguido que la población alcanzase una prosperidad como nunca antes había gozado. Incluso había llamado la atención del gobernador de la región que le había ofrecido un puesto en la capital, pero "El cojo" lo había rechazado alegando su devoción a su aldea natal.

Parecía que las cosas sólo podían mejorar para Niom pero de pronto, todo cambió...

En una noche de primavera, la niebla cubrió la aldea. Las gentes de Niom no le dieron importancia y se fueron a dormir. Después de todo, como la aldea se encontraba cerca de la ciénaga del oeste, la aparición de la bruma era bastante habitual. Sin embargo, y hablando desde la perspectiva que el tiempo otorga, los lugareños describen la niebla de aquella noche como la más densa que nunca hubiera cubierto la aldea.

Cuando a la mañana siguiente la niebla desapareció, retrocediendo nuevamente hacia el oeste, una niña de cinco años había desaparecido. El dolor sumió a la familia en la desesperación y, desafortunadamente, no fueron los únicos. Desde aquella fatídica noche, esa misma niebla densa volvió a cubrir la aldea de Niom en otras ocasiones, con unas pocas semanas de separación, y siempre acompañada de la desaparición de uno de los niños de aldea, incluyendo al propio hijo de Geoff.

Las gentes se volvieron hurañas... nadie reía... sólo miraban con temor hacia el oeste esperando con miedo la próxima vez que la maldita niebla apareciera. Geoff se había puesto en contacto en varias ocasiones con la capital, solicitando ayuda al mismo gobernador que antaño alababa su gestión, pero no obtuvo más respuesta que el silencio. Fuera como fuera, tendrían que ser los propios habitantes de Niom quienes buscaran la solución a las desapariciones.

Hubo hombres valientes que se ofrecieron a internarse en la ciénaga, pero Geoff calmó sus ánimos... nadie dudaba de su valor y determinación, pero sólo eran agricultores, artesanos, comerciantes... no quería añadir mas muertes a su conciencia y por eso tomó la determinación de reunir las riquezas que la aldea había podido reunir en los tiempos de bonanza y hacer un llamamiento para reclutar un grupo de aventureros que pudieran devolverles a sus hijos.

Cuatro fueron los héroes que atendieron la llamada.

Y esta es su historia...

Lleváis un par de días en la aldea...

Cuando llegasteis a Niom el propio alcade, Geoff "El cojo" Tearsson os recibió lleno de esperanza.

- Muchas gracias por responder a nuestro llamado. Después de que el gobernador ignorase nuestra petición de auxilio nos hundimos aún más en la desesperanza, pero vuestra llegada es como una hoguera en la noche más oscura, la luz que nos devuelve la esperanza... - fueron sus palabras ilusionadas.

Después os acompañó hasta la taberna de la aldea donde, tras hablar con la dueña, dispusieron una habitaciones para vosotros.

- Por supuesto todos los gastos están cubiertos - dijo la posadera cuya hija, como os enteraríais más tarde, fue la primera niña en desaparecer.

En este tiempo que lleváis en Niom habéis podido notar como los habitantes de la localidad se muestran apáticos, temerosos y que cuando el sol comienza a ocultarse vuelven las miradas hacia el oeste, temerosos de que la niebla haga su aparición... de la misma manera, cuando os miran a vosotros podéis apreciar un atisbo de esperanza en sus rostros, convencidos de que, si alguien puede devolverles a sus hijos, esos sois vosotros...

No puedo creerlo, con todo lo que está sufriendo esta gente, encima nos regalan el alojamiento y la comida, deben tener mucha fe en nosotros y eso me pone más nerviosa, espero no defraudarlos. Estuve todos estos días tratando de conocer a la gente, pero no me animé a preguntar por miedo a tocar alguna llaga, pero ya no se puede perder más tiempo, no me queda más remedio.

Nada más amanece, luego de asearme y vestirme bajo decidida a darle una visita a este "cojo" y recopilar información acerca de lo que combatiremos. No puedo pegarle a una niebla, pero sí a quien la produce, es evidente que esto es trabajo de algún hechicero o algo peor.
—Buenos días —saludo metiéndome en el ayuntamiento para ver a Geoff—. Le he estado dando vueltas al tema y por mi cuenta no llego a nada, así que me gustaría hacerle algunas preguntas, señor alcalde.

Veamos, la niebla a veces se relaciona con muertos vivientes, pero me da escalofríos pensar en eso, ¿qué otra cosa podrá ser? Mágica es, de eso no tengo duda, pero ¿por qué? No creo recordar si algo como esto ha sucedido antes en alguna otra parte, pero de ser así, debería ir con prontitud a la biblioteca en lugar de hablar con este tipo, que seguramente no sepa nada o ya nos lo hubiera dicho, si tanto quiere que resolvamos el problema.

—Pero más que ir pregunta a pregunta, que en realidad no tengo ninguna pensada ahora mismo, ¿podría decirnos lo que sabe sobre la niebla esa? Cualquier información, por pequeña que parezca, podría tener su utilidad.

Alek tenía problemas para dormir en camas, era tal vez el exceso de silencio, o el hecho de no sentir la tierra en su piel, lo que le complicaba conciliar el sueño. Sin embargo no iba a rechazar la amabilidad de los aldeanos y pasó unas horas acostado, recuperando fuerzas y pensando.

Poco antes de la salida del sol Alek ya estaba levantado e inquieto, se calzó su morral, sus armas, y salió de la taberna. El frío húmedo del amanecer lo hizo tiritar, pero también lo revitalizó. Caminó entre las casas de la aldea, llegó a las afueras y se puso en cuclillas. Silbó muy bajo.

Un lobo gris, algo flacucho y no muy grande, apareció a sus espaldas y caminó rodeándolo hasta ponerse de frente. Alek revisó su morral y sacó un poco de la carne seca. Se la ofreció al lobo, pero éste gruñó.

- Come - dijo en un tono de voz imperativo - sé que te gusta cazar, pero no sabemos cuánto tiempo estaremos aquí. Mejor que estemos fuertes -

El animal gruñó un poco más, pero cedió. Alek comió de la misma carne seca.

- Bien. Tengo que irme. No te vayas lejos, siento que estamos en un lugar peligroso -

Había algo en la comunión de la comida que unía a las manadas. Compartir la caza, descansar en grupo, buscar el calor de los compañeros. El lobo estuvo a punto de acercarse a Alek y buscar una caricia, pero no lo hizo. Después de comer se fue.

Alek se levantó y suspiró. Volvió lentamente pensando en reunirse con sus nuevos compañeros y hablar con el alcalde. 

La determinación de Sir Taddeus por descubrir la verdad acerca de la niebla era férrea como su fe. En el viaje lo había acompañado una sensación de premura, de ansiedad por llegar, por ser útil a Ashur y a aquellas gentes, y ahora que por fin había llegado se sentía extrañamente en paz. Sabía que estaba en un lugar peligroso, y no quería que estando él presente hubiese una sola desaparición más. Debía ponerse en acción de inmediato.

Sus compañeros le resultaban comprometidos con la causa, y aquello le traía tranquilidad también, pero debían coincidir en un plan, y ejecutarlo. Esperaba que pudieran ponerse de acuerdo, siempre era mejor contar con alguien que te cubra las espaldas. No había preguntado los motivos por los cuales habían acudido a la llamada, pero se alegraba de que lo hubieran hecho.

Cuando hablaron con Geoff había tenido dos preguntas para él. ¿Cada cuanto son las apariciones de la niebla? ¿Tienen una frecuencia? ¿Cada luna nueva, cada tres días, cada vez que cantan los gallos? Si podían determinar aquello tendrían una ventaja significativa, y una pista importante. La otra pregunta era si había cambiado algo en la aldea antes de que apareciera la primera niebla, esa era la más importante. ¿Habían expulsado a una bruja? ¿Ofendieron a algún dios? ¿Negaron algo a alguien? Eso también era vital.

Contestaran lo que contestaran, había propuesto a sus compañeros esperar un tiempo prudencial, y dirigirse hacia el oeste. Si de allí venía la niebla y hacia allí se retiraba, allí estaban los niños.

Sam nunca se había alejado tanto del Bajovalle, curioseaba de lado a lado como una pequeña ardilla, bueno, literalmente se había transformado en una ardilla y así se la pasaba, encontró que el mejor lugar para estar era junto a Stella o más bien sobre ella, durante el poco tiempo que había compartido con sus nuevos compañeros, había comprendido que tenía que estar cerca de el miembro mas débil de la manada. Al principio fue difícil, pues al parecer a la mujer no le gustaba la idea de un roedor encaramándose por sus ropas y colándose muchas veces en ese pronunciado escote que gustaba exhibir, aún es quisquillosa, pero Sam lo hace por su propia seguridad.

Pocas veces volvía a su forma original y en las noches prefería dormir en el establo junto a los caballos, burros y mulas. Quería cerciorarse si las bestias habían visto algo en esas noches cuando la niebla se colaba al poblado, les indagaba una vez los animales se acostumbraron a su presencia y cuando notaron que sus intenciones eran buenas. Definitivamente tenían que encontrar una respuesta a lo que estaba sucediendo y no sólo por los niños desaparecidos, también tenía el presentimiento de que lo que sea que fuere que estaba provocando este extraño fenómeno, podía alterar gravemente las fuerzas de la naturaleza. Recordaba los relatos de los ancianos de su clan, cuando contaban historias en las ceremonias de comunión espiritual, hablaban de aberraciones salidas de otros planos de existencia que buscaban nutrirse con la energía vital de la tierra. El sólo pensar en algo así le erizaba todo el pelaje.

Después de que el alcalde os diera la bienvenida decidisteis hacer caso a la invitación del mismo y pasasteis la noche en la posada descansando del largo viaje hasta la aldea.

A la mañana siguiente Alek, Stella y Sir Taddeus se encaminaron a la casa del alcalde para intentar conseguir toda la información posible sobre la niebla y las desapariciones mientras que Alimaña, después de transformarse en una ardilla, se quedó en el establo de la posada...

Siguiendo las indicaciones de los aldeanos, conseguisteis localizar la casa de Geoff sin problemas. A pesar de ser el alcalde de Niom, su vivienda distaba mucho de ser la más lujosa de la localidad.

Cuando llegasteis al lugar, Geoff se encontraba partiendo leña con gran esfuerzo y al veros os saludo alegremente.

- Espero que hayáis descansado después de vuestro viaje... ¿os apetece un trago? - añadió señalando una bota de vino que tenía cerca. - Yo necesito descansar un rato... ¿puedo ayudaros en algo?

Geoff escuchó con atención vuestras preguntas, y cuando os respondió pudisteis apreciar el tono apesumbrado de sus palabras.

- Lamentablemente no tengo respuesta para esa pregunta. Yo mismo he pasado muchas noches pensando si hemos podido ofender a alguien que nos haya podido maldecir de esta manera... pero no he encontrado una explicación. Nuestro sacerdote no ha interrumpido los rezos oficiales, y algunos de los más ancianos han rezado también a los antiguos dioses... pero no nos han dado su gracia.

Respecto a la niebla... dada a proximidad de nuestra aldea a la ciénaga la niebla es algo frecuente en las noches. Pero esta niebla es diferente... es densa... espesa... casi se siente pesada... es imposible ver más allá de dos pies delante de uno y... y... es como se metiera dentro de uno y te bloqueara el aliento desde el interior... y lleva consigo un olor nauseabundo... diferente al olor natural de la ciénaga... Nunca sabemos cuando va a aparecer... la vez que menos tiempo transcurrió fueron veintiocho días y la vez que más treinta y cinco...

Yo mismo, a pesar de mi pierna... lo intenté... bien saben los dioses que lo intenté... buscar a los niños... a mi pequeño... vagué durante días por la ciénaga...

El aspecto demacrado de Geoff aún se acentúo más mientras hablaba hasta que sus palabras se entrecortaron...

Mientras el resto del grupo se dirige a hablar con Geoff tu decides intentar hablar con los animales de la aldea utilizando tu sintonía con la naturaleza.

Los animales de granja se muestran bastante estúpidos, sin darte ninguna información relevante aparte del sabor a humedad del heno.

Las aves se muestran algo más interesantes, aunque te ha costado convencerlas de que no querías robar los huevos de su nido. Finalmente te cuentan que la niebla no les parece natural...

- estremece las plumas... es difícil volar entre esa niebla... las alas pesan... hay sonidos horribles... vienen desde más allá...

- Acepto el trago - mencionó Alek mientras se acercaba a tomar la bota. El vino era uno de los pocos placeres civilizados que disfrutaba. 

Mientras escuchaba a Stella y Taddeus hablar con Geoff un pensamiento se formó en su mente. No estaba seguro, pero tenía que ver con algo que mencionó el alcalde, sobre los días entre un ataque y otro.

"28 días es el ciclo de la luna" pensó. Pero la luna no se retrasaba en sus movimientos, así que no era eso exclusivamente. Tal vez no tenía ninguna relación.

- Todo indica que deberíamos explorar la zona, al menos para habituarnos al terreno - dijo al fin. Y agregó: - ¿cuántos días pasaron desde que su hijo... desde que la niebla llegó por última vez? -

Y nada de lo que dijo sirve. El olor feo puede atribuírsele a un montón de cosas y el período de una luna, más o menos, entre una niebla y otra la verdad que no dice mucho.
—No, gracias. —Rechazo con amabilidad la invitación. Me gusta el vino, pero es demasiado temprano para estar bebiendo y debo mantener además la cabeza fresca para esto.
Alek está en lo cierto, pero la pregunta que hace no tiene razón de ser, no creo que haya más que sacarle a este tipo, no debe saber más que lo que ya nos ha dicho y no creo que sea del tipo que oculta sus fracasos por orgullo. Su hijo desapareció, fue a buscarlo y no pudo, no hay más que decir.

—Un poco más de tacto, Alek —respondo tomando la palabra antes de que hable el alcalde—. Dejemos en paz a este pobre hombre y vayamos a dar una vuelta, si tuviera algo más de información, ya nos la hubiera dado.

Me levanto del asiento y me acerco a Geoff, pero mirando por encima del hombro a mis compañeros.
—Vayan a buscar a Sam para salir en un rato a explorar los alrededores —les explico y me giro hacia el alcalde—. Ahora quiero ver si puedo hacer algo con la pierna del vejete este, nos encontramos en unos minutos frente a la posada, ¿les parece?

- Veintinueve días... hace veintinueve días de la última aparición de la niebla... vivo con temor cada atardecer deseando que no vuelva... deseando que nadie más tenga que pasar por lo que yo he pasado... - respondió Geoff sin poder contener las lágrimas.

Alek no era insensible al dolor ajeno, simplemente no sabía cómo manejarlo. Así que sólo se levantó y le palmeó el hombro a Geoff.

- Voy a buscar a Sam. Nos vemos en la taberna - dijo.

Un frío recorrió la espalda de Sam al escuchar al fin las explicaciones del ave. ¿Sonidos horribles que vienen desde mas allá? ¿Niebla densa que dificulta el vuelo? No sonaba nada bien, al parecer lo que sospechaba según los cuentos de los ancianos druidas, podría volverse realidad, una realidad bastante tangible y horrenda. A pesar de sus temores, el pequeño Alimaña no podía permitir que esta niebla continuara esparciéndose, tenía que descubrir que la provocaba y esperaba que esta información sirviera de ayuda para indicarle a los demás de lo que podría tratarse.

Después de seguir intentando sonsacarle algo mas de información al ave, se dió por vencido, pues era complicado que un simple animalito intentara razonar y atar cabos sueltos. Quizás él podría conseguir algo de eso. Así que, mientras esperaba que los demás regresaran de su charla con el alcalde Geoff, se trepó al tejado de la posada y buscó algún tipo de pista o algo que no estuviera en su lugar... -¿Que hay aquí que no es lo que parece?- Divagaba para si mientras oteaba los alrededores del tejado, olisqueando y hasta saboreando lo que encontrara en su busqueda.

Taddeus escuchó al viejo Geoff. Permaneció inmutable frente a su pena, pero su sentido del deber lo empujaba a seguir adelante y llegar al fondo de aquel asunto cuanto antes. Si los cálculos del alcalde eran correctos, no faltaría mucho para la siguiente niebla. Había que, o bien tomar recaudos, o bien ir al encuentro de lo que fuera. Antes de que Alek se retirara les habló a ambos.

- Estaba pensando, ¿que pasaría si viene la niebla y no se lleva a ningún niño? 

Sus ojos por detrás del yelmo se adivinaban intensos, esperando que la pregunta calara en sus compañeros.

- Mi idea es que de aquí a una semana, juntemos a todos los niños, que duerman todos en el mismo sitio, atados con cuerdas en sus pies y a los nuestros, y todos montemos guardia a su alrededor. Los aldeanos y nosotros. Dormiremos por turnos. No se llevarán a un solo niño más, y si lo intentan, estaremos esperando. En el peor de los casos, perseguiremos a la niebla y llegaremos a quien la domina. ¿Que dicen?

—Eso sólo funcionaría si lo que se lleva a los niños es algo tangible, Taddy —le respondo, funciendo un poco el ceño—. No es una mala idea y no se me ocurre otra mejor, pero, ¿qué excusa pondremos si otro niño desaparece y no conseguimos impedirlo? ¿Y si al estar todos reunidos desaparecen todos juntos?

Bajo la mirada y niego con la cabeza, poniendo los brazos en jarra.
—No, ahora me parece una idea totalmente descabellada, si los niños desaparecen mágicamente, hacer eso sería dejárselos en bandeja a lo que sea que se los esté llevando. Si es un mago poderoso, no le costaría nada teleportarlos a todos a la vez mientras parpadeamos.
—¿Qué opinas tú? —le pregunto a Geoff—. Tú mandas aquí. Si pasa algo feo, al menos quiero tener la consciencia tranquila de que nos diste permiso para hacer algo tan loco.

- No podemos saber cuándo atacará - comentó Alek - y no podemos atar a los niños sólo por si acaso. La primera noche que no suceda nada nos tratarán de locos - 

- Pero sí podemos hacer guardia, y también podemos usar el día para explorar la ciénaga. Escuchemos qué opina Geoff, pero deberíamos aprovechar que todavía es temprano y buscar pistas en el oeste -

Taddeus volteó levemente la cabeza hacia Stella cuando lo llamó por el inapropiado apodo, pero no hizo comentario alguno. Ya la había aceptado como era, y era una buena compañía. 

No contraargumentó tampoco. Había dejado clara su posición, y no había sido aceptada. Los argumentos eran muy razonables, por otra parte. Que él no estuviese de acuerdo era otro tema, debía aceptar que la decisión no pasaba sólo por él. Asintió.

- Bien, estoy de acuerdo con hacer guardia a la espera de la próxima niebla y de explorar la ciénaga.

Era un plan. No era ideal, porque no tenían muchas más pistas, y si las tenían, no sabían verlas. Pero podían ponerse en acción, que era lo que necesitaban para llegar a resolver el problema.

Oteando las bajas techumbres de las humildes viviendas de Niom Sam se preguntaba qué era lo que no casaba con lo que cabía esperar del lugar. No era una pregunta sencilla para plantearse en un pueblo cuando uno es un  recién llegado, pues la información en estos lugares seguía obedecer dos leyes muy restrictivas: la de las apariencias y la de los rumores. De una nunca se puede fiar uno porque se basa en engaños, espejos y sombras y en la otra es difícil entrar si alguien no te da pie a ello o no cedes parte de tus secretos como moneda en un mercado en el que nadie reconocerá haberte dado un producto.

Pero ciertamente había cosas que destacaban un poco fuera de lugar...

¿Que ha pasado recientemente aquí?

Ha pasado una gran desgracia cubierta de lágrimas y sudor, peor de la que no hay muestras de sangre por ahora. Nada parecía muy reciente en Niom, excepto la techumbre de un edificio que se estaba levantando cerca del centro del pueblo. Más allá de la vida común del pueblo en su día a día aquello era lo único que parecía poder contener la etiqueta 'reciente'.

¿Que debería estar buscando?

Difícil, de precisar en el entorno del pueblo cuando lo que se busca parece estar más relacionado con las tierras pantanosas de la ciénaga. ¿Habría más pistas aquí? ¿A simple vista? Ante esta pregunta solo el murmullo de los niños jugando, por encima de los ruidos comunes de los comerciantes y jornaleros, destacaba en el lugar. Algunos de los niños habían desaparecido, ¿No? Las gentes de Niom parecían no temer por las vidas de sus hijos a plena luz del día y en un pueblo tan pequeño, así que trataban de mantener una mínima normalidad en el lugar, antes de esconderse a llorar y maldecir por las noches, cuando creían que sus hijos ya estaban dormidos.

¿Que hay aquí que no es lo que parece?

Pues esa apariencia de normalidad era claramente una fachada, peor tenía que haber algo más, ¿Verdad?
Su cabeza volvía a bascular una y otra vez entre los coros de niños jugando y la techumbre de aquel nuevo edificio, parecía tener una torre, como algunas iglesias, pero no era un edificio religioso, ¿Verdad? ¿Sería eso?