Partida Rol por web

En el caos de gentes entrando y saliendo del círculo de visión de los aventureros y acciones que ocurrían fuera de campo, de las que solo escuchaban los gritos que parecían ser sus últimas consecuencias, Sam, Taddeus y Alek se las apañaron para llegar hasta l edificio a medio construir que decían sería el nuevo colegio.

Aun a pesar del tupido telón de plata negra que los rodeaba, pudieron ver que no, que en su campanario no lucía todavía la campana, esta seguía en el suelo, sobre unas vigas de madera, con su badajo, desmontado, a un lado.

Vieron llegar a Zorn, el cantinero del que algo había habado aquella mañana. El hombretón aferraba el brazo del niño que el día anterior había robado el mortero de Sam para gastarle una pequeña broma, el crío llamado Moris, que lloriqueaba mirando a las alturas mientras su protector lo empujaba por la puerta del edifico.

En su interior se escuchaban gritos y llantos de niños, mujeres y algún adulto, Gafo y su compañera trocolenga se asomaron a la puerta tras la entrada del cantinero, con sus arcos cargados en ristre, apuntados hacia el frente, peor dudando de si también debían de tener un ojo puesto en las alturas.

Taddeus respiraba agitado, sin saber bien a dónde ir. La presencia de la niebla hacía más difícil una elección que ya lo era de antemano. ¿Debían ir al templo? ¿A la escuela? ¿A la casa de la profesora? ¿O debían quedarse allí juntando a los niños y viendo que nadie atacara? Miraba hacia arriba, donde había escuchado los pedidos de ayuda, para ver si divisaba algo.

El paladín se frenó unos momentos para concentrarse y rezar a Ashur. ¿Qué hay de maldad aquí? * 

Debían encontrar el origen de la niebla, y por sobre todas las cosas impedir que más infantes desaparecieran. Esperaba lograr alguna señal divina. 

Alek escuchó el ladrido de Colmillo y pronto lo vio saliendo de entre la niebla, erizado y ansioso ante el peligro. 

- Tranquilo amigo - le dijo, pero se lo decía más a sí mismo.

Vio a los trocalengos acercarse a la puerta y pensó en acompañarlos, quería asegurarse que los que estuvieran ya en el edificio estuviera a salvo. Así que se adelantó hasta la puerta y miró adentro.

Sam junto a sus compañeros avanzaron hacia el colegio asombrado el mediano ante la niebla que ahora parecía querer tragarse a la aldea, y que podía causar ahogamiento hacia aquellos que fueran lo suficientemente valientes o cobardes para huir al querer cruzarla. Veían movimientos más allá de lo que podían ver y algún soldado que corría, el mediano siguió avanzando con sus compañeros hacia lo que creía que era la base de aquel problema.

Cuando llegaron al colegio escucharon voces o gritos en su interior, también vieron a Zorn con su niño en brazos, y a los trocalengos que se aventuraban a la entrada con sus armas. Sam intentó encender la vela y entrar en su interior para ver mejor lo que sucedía o había sucedido en su interior.

El paladín se había rezagado para tratar de encontrar una respuesta en sus plegarias a Ashur, le realizaba una pregunta tan directa como abstracta dadas las circunstancias, pues la maldad parecía estar en derredor, peor tal vez la sabiduría del divino le permitiese deducir qué maldad era más poderosa y cuál debía de ser enfrentada cuanto antes. Desde las alturas, cubiertas por niebla, Taddeus vio comenzar a descender una ligera llovizna luminiscente de tonos verde y púrpuras, esta parecía disolver la gaseosa cúpula que cubría el pueblo, más concretamente sobre el edificio del nuevo colegio. Algo invisible parecía moverse bajo la llovizna, algo que al cubrirse de aquel líquido brillante pareció tomar la forma de una mano gigantesca que señalaba con su dedo índice directamente al campanario. Aquella señal parecía clara, pero la mano parecía fluctuar, como si aquel mal al que trataba de señalar no estuviese por completo en el lugar.

Alek y colmillo se aproximaron hasta la puerta siendo recibidos por los trocalengos, quienes no soltaron sus arcos ni saetas, peor si los hicieron a un lado para dejarle asomarse. Por el hueco de la puerta, el montaraz logró ver que en el centro de la estancia estaban reunidos los niños supervivientes del lugar, rodeados por adultos armados que discutían entre si si convendría encadenar o asegurarse de que los niños no pudiesen ser arrastrados desde aquel lugar. Peor lo que más pasmó al joven fue reconocer entre aquellos adultos a la nueva profesora del lugar, aquella que fuera su amiga de infancia, Moira también trataba de razonar con ellos, la de los cabellos cobrizos que conservaba sus dos ojos, no aquella sombra que había visto bajo la capucha de su atacante unos minutos antes. Ella, al verle asomar pareció sonreírle, más con los ojos que con la cara, pues la tensión de la escena la tenía atenazada, haciéndole blandir no sin cierta duda, una espada corta.

Sam se aventuró aun más que su alto compañero, adentrándose en la sala y procediendo a encender la vela que tan aciaga suerte les había deparado en el sótano de Geoff, empleando uno de los cirios que iluminaban la estancia, se habían visto obligados a encenderlos por la oscuridad generada por la niebla en el exterior. Y tras lograr su cometido, el mediano pudo ver cómo un velo muy fino se quemaba ante sus ojos, descubriendo una escena que se superponía sobre lo que estaba teniendo lugar en aquella aula: algo chisporroteaba en el suelo, como un óvalo, recorriendo la estancia en dirección hacia Zorn y su pequeño. La superficie de aquello que se movía pareció tornarse líquida y una representación del posadero, como si de su alma se tratase, se hundió hasta a cintura en el suelo. Aquella proyección parecía gritar, pero el sonido no llegaba a oídos de Sam, quien trataba de analizar la escena para comprenderla mejor, peor entonces se fijó en que lo que acababa de ver se volvía a repetir, con mayor nitidez, y con el sonido que sí que le rodeaba, algo iba directo hacia el posadero una vez más, y esta vez la amenaza parecía real...

- ¡Zorn cuidado la sombra va a por ti!, Gritó mientras se acercaba a Zorn enarbolando su báculo para atacar a la sombra antes de que llegara hasta donde estaba Zorn. Lo que podía haber sido fácil se tornó difícil pues ahora la profesora parecía estar a favor de los chicos, aunque tenía una espada corta pero era para defender a aquellos chicos de lo que parecía que querían hacer los demás aldeanos.

Alek tenía demasiado en su cabeza y muy poco tiempo para analizarlo. Sólo agradeció ver a Molla como la había visto esa mañana, y no como la responsable de ese horror.

Sam gritó una advertencia y se lanzó hacia adentro. Confiando en los instintos de su amigo Alek lo siguió. Su objetivo era el hijo de Zorn. Si algo tomaba al chico se lo llevaría a él también.

Taddeus señaló hacia el campanario, imitando a la mano que veía, para que sus compañeros pudieran verlo también. Desenfundó su espada, esperando que el acero pudiera hacer frente a algo que parecía no ser del todo físico. El caos y la niebla alrededor daban un marco de confusión y urgencia. Debían hacer frente a lo que asolaba Niom antes de que la amenaza se esfumara y perdieran más niños.

Sam gritó algo sobre una sombra, y al tener algo concreto a lo que atacar, al paladín le pareció oportuno defender a Zorn, luego se ocuparía de ir al campanario. Vería si podía atacar a aquella sombra y defendar al aldeano.

Sam se abalanzó sobre la sombra que amenazaba a Zorn y Moris, golpeándola con su báculo, pero al atizarla esta soltó algún tipo de descarga que se comunicó por la madera del útil, haciendo que el druida tuviese que soltarlo, sin lograr que esta terminase su movimiento, enroscándose en torno a las piernas del desesperado padre. Este fue alcanzado por un frenético Alek, quien trató de socorrer al cantinero en su agarre sobre el pequeño, pero ambos se escurrieron medio metro hacia la sombra bajo ellos. El explorador podía ver una vía para tratar de liberar al pequeño, peor aquello supondría el abandonar a su padre a aquel peligro, si no, ambos se hundirían en aquella cosa. 

Molla, al igual quel mediano, trató de golpear aquella cosa, tuvo más suerte que él pero el efecto de soltar una descarga a través de su arma fue más fuerte que el sufrido por la madera del báculo, haciendo que un grito de la joven llenase la sala.

- ¿Qué diablos son esas cosas?- Preguntó Gafo a la espalda de la escena en la que estaban inversos los aventureros, su arco soltó despedida una saeta hacia alguna amenaza que parecía avanzar hacia el colegio. Su hermana cargó y también disparó.

Colmillo saltaba sobre sus patas traseras sin saber si atacar a aquella sombra, como Alek, o no, pues debía de notar su naturaleza sobrenatural.

Taddeus también se enfrentó a la sombra y tuvo tanta suerte como sus compañeros. Veía a Alek, forzajeando con Zorn, Moris y su extraña enemiga gaseosa, pero como el resto, la golpeó recibiendo una increíble descarga de energía que dejó el pecho de su armadura humeante. 

Fue un instante que se cruzaron las miradas de Zorn y Alek mientras sostenían al pequeño. El explorador, con su mirada, le juró al hombre que jamás soltaría al niño, pero que no podía salvarlo a él.

El padre comprendió. Cuando se es padre el mundo se vuelve más aterrador, pero también más sencillo. Dar la vida por un hijo es la única respuesta.

Alek soltó a Zorn y usó sus dos manos para sacar a Moris del abismo. Lo logró a duras penas, y lo abrazó con fuerza para evitar que pudiera ver a su padre desaparecer.

La descarga dejó a Taddeus atontado, su ataque había sido inútil y si no hacían algo, pronto el pequeño sería tomado por la sombra. Alek, con muy buen tino, se concentró en rescatar al niño, que parecía ser el objetivo principal del mal que asolaba la aldea. Taddeus entonces se lanzaría a por el padre. Sabía que se ponía en serio peligro, pero primero estaba el ayudar a la gente del pueblo, luego todo lo demás.

Sam sigue golpeando al enemigo... veía que algún tipo de descarga eléctrica soltaba, haciendo que Sam se chamuscara aun así siguió golpeando a aquella cosa de sombra antes de que se tragara o envolviera a Zorn. - ¡Cuidado suelta descargas eléctricas! Advirtió a los demás mientras el mediano herido debido al anterior combate y juntado a este sin descansar, iba agotando sus fuerzas... Aunque su voluntad era más férrea y golpeó con determinación a esa cosa, a pesar de que sabía que un campo eléctrico lo cubría.

Sam dio un impresionante salto mientras descargaba su madera sobre la sombra que amenazaba a aquel desesperado padre y su aterrado hijo, consiguió atizarlo con una fuerza que ni él mismo sabía de dónde había sacado, pero de la misma forma que aquella sombra desaparecía de la vista, arrastraba con su inercia a aquel que aferraba a su blanco... Los brazos y el bastón del mediano se hundieron en el suelo, y el firme aferró sus muñecas, haciendo que la piel de estas y sus brazos dolieran al volver a extraerlas.

En los ojos de Zorn había tanto miedo como agradecimiento, como si pidiese, con la misma intensidad, que se salvase a su pequeño Moris como que se le prometiese que todo terminaría rápidamente, que no sufriría, algo que no se le podía prometer, ya que nadie sabía qué había al otro lado.

Alek dejó de sentir la resistencia producida por el fuerte agarre del cantinero, al que perdió de vista cuando el suelo se abrió bajo sus pies, pero no fue menos pasmoso el ver cómo Taddeus, el paladín acorazado, se asomaba al abismo, aferrando en el último momento el fornido brazo de Zorn, claro que el montaraz no era capaz de ver eso, solo veía las piernas blindadas del caballero asomando de un agujero imposible, a escasos centímetros de donde el pequeño Moris pataleaba en el aire, mientras lo sostenía en alto.

Un grito sonó a la espalda de los aventureros... La hermana de Gafo, la trocalenga, había sido alcanzada por algo punzante que le había obligado a soltar su arma y tratar de cubrir su herido hombro. La sombra humanoide que se recortaba en la puerta del colegio que había ocasionado aquel daño se enfrentaba ahora a Molla, mientras Gafo disparaba a otra sombra que se aproximaba tras la primera. Aquellas siluetas eran diferentes a las que habían visto los aventureros hasta ahora, parecían más humanas y débiles que el brazo de la falsa Molla o aquello que había abducido a Zorn.

Colmillo se había mantenido al margen, nervioso al verse rodeado de peligro. Todos los instintos del animal le ordenaban que escapara. Todos menos uno, que le decía: "Alek es tu manada. Vives por la manada. Mueres por la manada. Espera.".

Cruzó su mirada con el explorador. Tenía un cachorro humano en brazos. Eso hacían los alfas, protegían a los cachorros. Vio que lo soltaba detrás de él y tomaba su arco. Iba a atacar. Colmillo se erizó.

- ¡Molla! - gritó su alfa tensando el arco. Colmillo entendió la orden sin siquiera esperar a que su alfa hablara. Corrió y saltó contra la sombra que atacaba a la mujer llamada Molla.

"No lo mereces" pensó el lobo mientras defendía a la mujer. 

Los ojos de Taddeus se fijaron en Zorn, aunque éste no lo supiese ya que estaban detrás de su inseparable yelmo. En pocos segundos sabía que había que tomar una decisión, y había que hacerlo pronto. Podía dejarlo ir y vengarlo, sabiendo dónde se encontraba el mal en aquel lugar, y luego podía intentar trazar estrategias con alguien que tuviera conocimientos místicos para traer de vuelta a Zorn y a quienes se los hubiese tragado el abismo.

Pero sabía como terminaría aquello. No estaba dispuesto a dejar a nadie atrás. Elevó una breve plegaria a Ashur y se impulsó hacia adelante, tratando de juntarse aún más con el hombre y protegerlo de una posible caída. Ya verían lo que el destino tenía preparado para ellos del otro lado.