Partida Rol por web

Con Steffan herido en brazos del sargento Colt y llevando de la mano al profesor Olive que no ha soltado en ningún momento el cilindro que contiene el cerebro de su amigo George Zarramenov, recorréis los poco más de dos kilómetros que os separan del Guadalquivir.

Al otro lado del río está la ciudad de la que salisteis ayer mismo en dirección al pequeño pueblo de Bonanza, donde descubrísteis la antigua ciudad de Tartessos, que destruisteis completamente en unas horas con la inestimable ayuda del señor Urdish.

La noche está cayendo. Wood necesita de atención médica, pues aunque tras recibir cuidados de campaña del capellán, su vida no corre peligro inminente si no la recibe en los próximos días es posible que su estado vuelva a empeorar. Y Olive necesita reposo absoluto para que su torturada psique pueda mejorar.

Una vez decidáis donde ir el problema será el entenderos con los nativos que solo parecen saber chillar ese idioma que llaman español.

Hay una torre al fondo que sobresale de las casas circundantes, estás casi convencido de que desde allí sabrías llegar al hotel donde os hospedáis sin tener que perder el tiempo tratando de comunicaros con ningún sevillano.

Ab no aguantaba ni el carácter pausado ni los gritos con los que se comunicaban los españoles. Y menos en aquellos momentos en los que la vida de su amigo Steffan y el de sus hijos estaban en juego.

Ell cabo miró en su derredor y vió una torre alta. Entonces recordó que esa misma torre se lograba ver desde el lugar en el que estaban hospedados. Si conseguía llegar hasta allí, luego podría llegar hasta su residencia.

- Conozco esa torre- aseveró Ab sin dejar lugar a dudas-. Desde allí sé llegar a nuestro hotel. Allí nos podrán decir dónde está el hospital más cercano, incluso llamar a un taxi...o un carro y que lleven a Steffan al hospital.

Tras decir esto el cabo comenzó a andar decidido hasta la torre que le servía de guía.

Roderick apuró lo que le quedaba de bebida en la petaca... no sabía ni cuantos cigarrillos se había fumado ni cuanto alcohol había ingerido... lo que si tenía claro es que estaba cansado, asustado y con un dolor de cabeza del quince. Por eso cuando Abraham dijo que se sabía el camino de regreso al hotel casi lloró de la emoción, tenía que volver a ser el mismo, las manos le temblaban, estaba sudoroso, con el traje sucio y despeinado... necesitaba asearse, tranquilizarse, darse un homenaje con una buena comida... y quizás así, recuperar la compostura perdida y algo de cordura... o eso era lo que él pretendía.

- ¿Sabe el camino?... - le dijo Colt sujetándolo por los brazos mirándolo como si fuera una aparición celestial- eso es estupendo... vayamos al hotel por favor... creo que todos necesitamos descansar y como ha dicho usted, el señor Wood necesita cuidados médicos...

El señor y la señorita Cabo seguirán en el pueblo. Ellos llevarán a Claypole a Sevilla. Abe, tu y yo nos turnaremos para llevar a Wood. Craven y Nick que vigilen a Olive y...bueno, a Zarramenov. Por un instante estuvo tentado de golpear el cristal del tubo como si fuese una pecera. Pero algo le dijo que no era una buena idea. ¿Como se encuentran? aprovechó para preguntar a Olive y el cerebro.

- Muchas gracias compañeros.- Fue lo que logró musitar Wood en todo el camino. No sabía si la pérdida de sangre o las horribles cosas que había visto, incluso que tenía al alcance de la mano en un bote con líquido verdoso, le habían afectado al raciocinio. La idea de quedarse en un hospital español no le agradaba demasiado, no porque no se fiara de los médicos de allí, sino porque no quería quedarse allí mucho tiempo. No quería ser un estorbo y sabía que sus compañeros, la mayor parte de ellos con niños secuestrados, no querrían perder ni un momento.

Bastante bien.- Responde el profesor mientras acaricia el cilindro metálico, aunque sus actos no reflejan sus palabras.

Roderick al mirar al profesor Olive se le pusieron los pelos como escarpias, ese hombre había perdido toda la cordura que en su tiempo pudiera tener... y encima iba cargado con cilindro donde albergaba un cerebro humano... mejor apartarse de él todo lo que pudiera no fuera que le diera por coleccionarlos... estaba claro que o bien le salía una úlcera en el estómago o se terminaba tirando por un puente por estres...

- ¿Eh?- dijo indignado cuando Greywood le dijo que debía ser él y el señor Jefferson quienes vigilaron al loco de las colinas- ¿Yo?... - al volver a mirar a Olive y su forma de mirar le dió aún más miedo, lo único que quería era poner kilómetros de por medio entre ambos- bueno tampoco tiene que ser muy complicado... parece entretenido con su cilindro...- dijo para sí mismo mientras registraba entre su ropa buscando un cigarrillo mirando de reojo al profesor chiflado

Siguiendo las indicaciones de Colt llegáis sin muchos problemas a vuestro hotel en Sevilla, a un paso de la torre del oro, que le ha servido al cabo para orientarse.

Antes de entrar, conseguís que Olive acepte, aunque a regañadientes, cubrir el cilindro con una de vuestras chaquetas. No queréis pensar la que se formaría si alguien llegara a ver el cerebro flotando en su interior.

Cerca del mostrador de recepción, sentada en uno de los cómodos sillones del hall, veis fumando a Monsterrat Cabo. Os preguntáis como ha podido llegar tan pronto desde Bonanza, pero no tenéis tiempo de mucho más, porque en cuanto la joven os ve se levanta de su asiento y corre hasta vosotros.

¡Están vivos!- Afirma alegre.- ¡Todos! Es un milagro.

Otros huéspedes os miran asombrados, pero al no entender ni una sola palabra de inglés pronto vuelven a sus quehaceres.

- Algunos más vivos que otros...- Dijo con una media sonrisa Steffan ante el comentario de la bella mujer española.- ...¡Ay!- Gimió para llamar su atención. Así de paso el cilindro pasaría desapercibido.- Necesito un médico.

-¿Todos? ¿Acaso ha vuelto Claypole?-Matthew la miró sorprendido– En todo caso necesitamos urgentemente una conferencia con Estados Unidos y un médico para Wood

- Exacto- dijo Colt dejando a Steffan en uno de los divanes del hall del hotel-. Necesitamos un médico para él- comentó mirando a su amigo-. Si es tan amable, señora Cabo, ¿le importaría hacer las gestiones usted?, esto de no saber el idioma es una traba bastante gravosa.

Sí, claro, por supuesto. Ahora mismo pido en recepción que llamen a algún médico de urgencia. - Responde Montserrat algo azorada.- Suban a Steffan a la habitación.

El capellán que no dejaba de mirar al profesor Olive agradeció poder haber llegado a lo más civilizado que aquel país les podía ofrecer. Como le diera por desvelar lo que llevaba bajo la chaqueta se iba a liar y bien gorda... no quería ni pensar en lo que podría pasar si las personas allí presentes veían a ese hombre, con un cerebro flotando en un líquido dentro de un cilindro... Así que decidió que lo más sano era llevárselo fuera de la vista del resto de los mortales.

- Profesor, debemos subir nosotros también a la habitación... todos necesitamos descansar un poco- le sugirió acercándose un poco para tenerlo controlado.

No emití ningún sonido en todo el camino de retorno a Sevilla. Por un lado seguía intentando asimilar todo lo vivido en aquella extraña ciudad y además, estaba realmente enfadado por no haber dado con mi hijo.

Salí de aquel estado que en nada iba a ayudar a conseguir nuestros objetivos cuando escuché a Matt repartir tareas. Vigilar era mi trabajo y no se me daba mal. Así que no le quité el ojo de encima al profesor Olive en ningún momento y dejé que el capellán le fuese hablando… Eso seguro que se le daba mejor a él que a mí.  

Asentí con la cabeza la idea de descansar y, de paso, alejar de la vista de cualquiera al señor Zarramenov.

¿Ehhh? Sí, claro, claro. Vamos a descansar.- Responde Olive con el tono completamente falto de emoción que ha mantenido desde su regreso.

Al llegar a vuestra habitación la puerta comprobáis que la puerta no está cerrada con llave. Al entrar veis a Claypole y al joven profesor Cabo, en pie, vestidos seguramente para bajar a cenar al restaurante con Montserrat.

Por dios santo.- La habitualmente seria expresión de cara de Claypole cambia en ese instante y durante un segundo la alegría se aprecia en ella. Con un par de ágiles saltos sobre su única pierna se acerca a vosotros y se funde en un fuerte abrazo.- Vi desaparecer la ciudad entera ante mis ojos. No quedó absolutamente nada.- Os dice.- Volví a por los Cabo y juntos recorrimos el yermo en el que se había convertido sin encontrar ninguna pista sobre vuestro paradero.

Sinceramente, pensé que habíais muerto. ¿Donde habéis estado todo este tiempo?
 

-¿Que donde nos hemos metido nosotros señor Claypole?- se sorprendió Roderick al ver al hombre que dese hacía tiempo lo creía muerto y enterrado- ¿Donde se ha estado metiendo usted? sería la pregunta adecuada. Se lo ha perdido todo... pero casi mejor para usted... si no hemos salido todos locos, poco nos ha faltado- ironizó mirando de reojo al profesor. 

Aunque Steffan comenzaba cada vez a estar más y más cansado y dolorido, la visión de Claypole sano y salvo le sacó una sonrisa.

- Está claro que mala hierba nunca muere.- Le dijo en tono de sorna y estrechando el brazo de su viejo compañero.