Partida Rol por web

CARNONEGRO: RANCHO DE BERTRAND DU MATTE:

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: PRIMERAS HORAS DE LA MAÑANA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

¿Qué les depararía el día? Teóricamente, caballos y un vagón de guerra, aunque aquel condenado país tenía la costumbre de reservar sorpresas de las malas, así que Capitán tampoco iba tan tranquilo como cabría esperar. No le extrañaría que intentaran matarles con una horca hecha de sombras o alguna porquería similar. Más allá de eso, avanzó hacia el rancho a buen paso, dispuesto a preguntar por el ranchero al primero que apareciera. 

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: PRIMERAS HORAS DE LA MAÑANA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

Aquel seguramente sería un día más. Un paseo al lado de Capitán, vigilancia por aquí, seguridad por allá, el jefe atendiendo asuntos de índole comercial y todo eso. No estaba mal el plan para escapar de la rutina del campamento, con el valor añadido de un poco, por mínima que fuese, de visibilidad a ojos de Capitán. Lombriz se había metido entre ceja y ceja hacer todo bien, por fácil que fuese el cometido.

Así daría a entender que era fiable.

Cubría el flanco izquierdo de Capitán con una separación de varios metros, como marcaba la táctica, siempre atento a su sector por si algo ocurría. Uno nunca podía fiarse, menos aún en aquel país de locos y malvados.

El tiempo era frio, así que se felicitó a sí mismo por haberse echado la capa por encima, abrochada con el cráneo de plata. Tan solo faltaba que fianlmente Analista le consiguiese aquella ropa solicitada. No entendía como él había sido el primero en pedirla si la mayoría estaban en su situación, salidos de la sabana y en taparrabos.

Volvió rápidamente a su tarea de vigilancia, antes de perderse en sus pensamientos estrafalarios y caóticos.

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

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DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

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Desde que acompañó a Campaña y Analista a Verdín por aquel saco de harina y demás vituallas, Lagrimita no había tenido oportunidad de salir del "acuartelamiento", si excluimos claro está, la expedición de escolta fallida a la caravana varisia y posterior excusión al bosque de los druidas. De vez en cuando, recordaba aquello con amargura, pues Matador se hubo quedado atrás y su ausencia en la infantería estaba aún muy presente para el oscuro. La oportunidad de escoltar a Capitán significaba romper la rutina diaria, nuevas experiencias y la posibilidad de encontrar al fin una herrería en la que recordar conocimientos perdidos, así como aprender otros nuevos.

— Capitán, quisiera transmitirle una petición de Grito realizada al salir, si me lo permite. — Dijo de pronto en tono suave, casi confidencial, rompiendo el silencio. — Grito me pidió que nos enterásemos de como obtenía leña estas gentes, ya que nos hace falta bastante. Se interesó por listones, leña o la posibilidad al menos de talar algunos árboles. — Tras comentar aquello, con los deberes cumplidos, volvió a su labor de vigilancia.

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: PRIMERAS HORAS DE LA MAÑANA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

Esta ocasión, en la cual formo parte de un grupo de escolta para el Capitán es la primera vez que se me utiliza para algo así. Hasta el momento, solo se me había utilizado para partidas de caza, ya sea de presas de las que alimentarnos o directamente de enemigos, pero es cierto que mis habilidades son mucho más apropiadas para infiltrarme y sobrevivir que para cubrir a otros. Es por eso que voy un poco descolocado. Me mantengo cerca del Capitán, un paso adelante y a la derecha, para no bloquear su vista pero preparado para cubrirle con mi cuerpo de ser necesario.

Comúnmente yo no intentaría proteger a alguien con tanto ahínco pero Capitán es el hombre más importante que conozco y, para mí, como miembro de la Compañía Negra, prácticamente el hombre más importante del mundo entero. Fallarle a él significaría fallar completamente en el único propósito que tiene mi vida en estos momento, a las únicas personas que se harían cargo de mí en caso de necesidad.

"Debo realizar esta tarea con todo lo que puedo poner. Si el Capitán es herido, más me vale haber muerto antes."

Así que mantengo mi paso en esa posición, como abriendo parcialmente el camino del oficial, mientras llevo la lanza corta en mi mano derecha y totalmente preparado para combatir en caso de que este extraño lugar decida responder lo que para nosotros solo sería un trámite con un ataque letal.

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

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MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

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El grupo liderado por el Capitán pregunta a unos trabajadores del rancho y éstos les indican que se dirijan a un gran taller techado que hay detrás de los establos principales, unas cuadras enormes que podrían albergar fácilmente a cuarenta animales.

En el taller hay diversos carros, principalmente utilitarios carromatos, en diversos estadios de compleción. Hacia el fondo llega el sonido del martilleo y el grupo ve a un hombre martilleando clavos en un carro reforzado.

Cuando se acercan, el hombre se limpia el sudor de su frente con la manga y saluda:

- "Buenos días. Ustedes deben de ser de la Compañía Negra. Soy Bertrand du Matte, el dueño de este rancho." -

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Capitán asintió quedamente ante la petición de Lagrimita, sin necesidad de añadir nada más. Era cierto que necesitaban madera, así que más valía que dieran con una fuente fiable y, a ser posible, gratuita. Cuando por fin dieron con el tipo en cuestión, le encontraron trabajando, lo que era bueno. La gente trabajadora siempre era más del agrado del oscuro. 

-Así es, señor du Matte. Mi nombre es Capitán, líder de la Compañía Negra. El señor de Malar y el Inquisidor Serpejo me dijeron que podría encontrar aquí algunos caballos y un vagón de guerra a nuestro nombre. 

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DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

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- "Eso es muy cierto, aunque no se trata simplemente de algunos caballos cualesquiera. Yo sólo ofrezco lo mejor de lo mejor." -

- "Este será su vagón de hierro. Armazón interno de hierro forjado reforzado, puede aguantar perfectamente volcar y no romperse. Hecho de madera de roble y nogal. Y estas planchas de hierro exteriores, detendrán cualquier flecha o lanza.

Necesito saber para qué piensa utilizarlo antes de acabar el interior. ¿Será para su uso personal como Capitán? ¿Será un añadido a su tienda de mando? ¿Será una enfermería móvil para los casos más graves? ¿O tal vez una tesorería?" -

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Ante él se planteaba un abanico de opciones con las que simplemente no había contado, algunas de las cuales ciertamente interesantes... Sin embargo, a pesar de los posibles usos, tanto por su propia naturaleza y forma de ser, como por las problemáticas que habían afrontado hasta ahora, el oscuro no tardó mucho en decidirse.

-Una enfermería. Transportar heridos siempre es complicado, y esto nos lo pondrá más fácil. 

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- "Bien, entonces necesitaréis alacenas para guardar material médico, una mesa de cirugía, y creo que podría caber una litera con tres camas. También podríamos incluir un espacio para guardar dos camillas." -

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Lagrimita no pudo estar más de acuerdo con la elección de Capitán, de todas las opciones esa era la mejor de todas, justo seguida de la tesorería móvil. Se suponía que iban a estar asentados en Carnonegro, ¿Cuánto? ¿Un año aproximadamente? No lo tenía del todo claro, juraría haberlo escuchado o tal vez su subconsciente le torturaba con una prolongada estancia. El caso es que así, podría tener un buen lugar donde guardar más suministros médicos, protegiéndolos de los elementos, estuvieran o no en movimiento, por no hablar de la comodidad de los heridos. Sería un puesto de guardia más claro y fijo, aunque implicaría la necesidad de contar con algún hermano juramentado con conocimientos para su mantenimiento y reparación. El oscuro comenzó a pensar en varios nombres, pero dejó esa labor para otro momento.

Echó un ojo a Lombriz, Dolor y Reyezuelo, evaluando sus reacciones ante la visión del carro reforzado.

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Lombriz asistió a la conversación sin abrir la boca para nada. Se limitaba a vigilar sus flancos, a excepción del momento en el que Bertrand enseñó el vagón y los caballos a Capitán, donde irremediablemente tuvo que apartar su mirada para contemplar las nuevas dotes entregadas a la compañía.

-Tiene buena pinta- Pensó el K'hlata mientras observaba con detenimiento cada detalle de aquel vagón acorazado. Finalmente Capitán decidió que sería una especie de enfermería móvil. Eso estaba bien, aunque no iba negar que otro uso más bélico tampoco hubiera sido una mala elección.

Al final iba a ser una mañana algo más entretenida de lo que había pensado.

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Al llegar al rancho, el aprendiz de analista reprimió su deseo natural de estar a la derecha de Capitán, y formó a la par de sus compañeros, cuidando las posiciones para dar una apariencia simétrica y vistosa.

El ranchero Bertrand le dió una buena impresión a Reyezuelo, por su porte y seguridad para hablar.

El vagón era mejor a como se lo había imaginado el castor, y que sea especializado para el traslado de heridos fue aún mejor. Notó a Lagrimita que lo miraba por un breve momento, y al hacerlo le respondió con un leve asentimiento ocultando una media sonrisa. Mayor protección para los activos más valiosos de la Compañía Negra, sus hombres. Bien, bien... Pensó satisfecho con la elección de Capitán.

Luego, el ranchero presentó los caballos de guerra que se sumaban a los cuatro caballos de tiro del carro, y hablaba de ellos con una pasión entrañable. Me recuerda a cómo Palomita me hablaba siempre con pasión y amor puro por estos animales durante mis lecciones de monta. Tal era la pasión, que el tono de Bertrand pareció amenazante en un momento cuando encargaba los cuidados de los animales, eso hizo que el castor saliera del asombro y recordara el por qué estaba allí, aunque esas palabras no parecían tener malicia realmente.

Caos... Una imagen vino a la mente del orgulloso noble la cuál se le antojó hermosa, su maestra de monta de tez clara y pelo rubio jineteando aquél corcel de un negro profundo.

De todos, su favorito fue Bastión, pues, no pudo evitar sentir empatía con él. Fortaleza y aguante extraordinarios... Como yo. Si Capitán nos hace volver al galope, intentaré tomar las riendas de Bastión, si, eso sería un lujo.

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Bertrand demostró con sus palabras, rociadas  del veneno de la amenaza, que no era un simple hombre de Carnonegro. Alguien capaz decir tal cosa, debía estar en disposición de apoyar sus palabras con el acero o gozar del favor de una autoridad de la zona, obvio. Lagrimita contuvo la respiración un momento, no lo esperaba, francamente; Nadie lo esperaba, seguro.

Miró de reojo a los animales, excelentes monturas debían ser, aunque no tuviera idea al respecto. Para el oscuro, todos estos animales, que apreciaba como herramienta para la compañía, les parecían casi todos iguales. No se permitió observarlos con más detenimiento hasta que Capitán no respondiese.

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El rancho al que llegamos es un lugar que se me hace un poco impresionante, en comparación con lo que hemos visto hasta el momento en este país. Hasta ahora, todo ha sido barro y miseria, en aldeas pagadas de sí mismas y con solo un montón de paletos como habitantes, tan ignorantes que hace que los habitantes de la Gran Sabana parezcan eruditos en comparación. Aquí en cambio, el hombre que se presenta como Bertrand du Matte, nos muestra un taller de buena calidad, cosa que no disminuye al mostrar el producto de su trabajo.

El carro, es de una excelente manufactura, mucho mejor de lo que habría esperado. Parece una obra fuerte, resistente, capaz no solo de cumplir su función de transporte sino que además se vuelve el lugar más seguro dentro de nuestras caravanas. Un excelente aporte a nuestras capacidades.

"Al parecer alguien en este lugar sabe como hacer las cosas."

Luego vienen los caballos y, aunque no sé mucho de bestias, se ven bien impresionantes. Parecen ser animales de excelente calidad y eso también es muy bueno, aunque espero que no sean atacados como en nuestra última emboscada pues uno de nuestros caballos estuvo a punto de fallecer si no fuese por la magia y la habilidad de sanar del Capitán.

Mantengo los ojos abiertos por si hubiese alguna intención hostil en los alrededores aunque no puedo dejar de pensar en que si este hombre trabaja tan bien, debemos temer que quizás nuestros enemigos también cuenten con esta clase de manufacturas y eso siempre es algo a considerar para nuestros contratos.

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Capitán asintió complacido ante las sugerencias del hombre, para después acudir a contemplar los caballos... Y recibir aquella amenaza. Por un par de segundos se quedó en silencio, sorprendido por aquello, aunque finalmente soltó una franca carcajada.

-No tengo costumbre de sacrificar a mis hombres, ni a sus monturas. Si está en mi mano, estos animales morirán de viejos-replicó al ranchero, una promesa fácil de cumplir. Sería muy difícil que nada de eso estuviera en algún momento en su mano, de todos modos. 

-Parecen grandes caballos. Si Centella es tan lista como dice, creo que se llevará bien con Hechizado-comentó, sin poder evitar pensar en lo inquietante que había sido aquel regalo y lo endemoniadamente listo que era aquel corcel a veces. 

-Nos llevaremos los caballos de guerra, y volveremos a por el vagón con los caballos de tiro después. 

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Lombriz miró de reojo a Capitán cuando indicó lo de los caballos.

Se los iban a llevar, pero ¿Irían montados en ellos? ¿O acaso tirando de las riendas? La verdad era que Lombriz no tenía mucha idea sobre aquellos bonitos animales, así que mejor era llevarlos andando y dejar la monta para los que sabían, eso o haría el ridículo delante de aquel tipo, el tal Bertrand, que de repente por sus palabras con tono de amenaza habían puesto en alerta al K'hlata.

Dio un par de pasos para aproximarse a Capitán por si acaso. Dejó la mano reposando en el mango del hacha, de manera distraida, tan solo para indicar con postura que antes tendrían que pasar por encima de su cadáver si querían llegar hasta su jefe.

La gente de aquel lugar faltaba mucho al respeto y dejar pasar esas tonterías una y otra vez no era bueno.

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La reacción de Capitán ante aquellas palabras tan contundentes fue un bálsamo que relajó a Lagrimita casi de inmediato. Sonrió, sí, aunque de poca gana, ya que no le había gustado nada lo que había oído. Prestó entonces, más atención a las monturas, sin explicarse el motivo que le llevó a ocupar más tiempo en mirar a sus ojos, ¿Acaso esperaba encontrar algo maligno en ellos? Quien sabe.

De pronto, se le ocurrió una idea, al hilo de adivinar cuál de aquellos ejemplares elegiría Palomita; Una apuesta, una oportunidad de ganar algunas monedas de plata... Lanzó una mirada astuta a cada uno de sus compañeros.

— No entiendo de caballos, pero sé apreciar lo bueno cuando lo tengo delante. — Respondió a modo de cumplido, de cara a suavizar más aún la situación, volviendo a mirar a las bestias. De inmediato, aprovechando aquel sencillo comentario, dejó caer un asunto que le interesaba mucho, aunque sabía que Analista y Barril se estarían ocupando de ello, entre otras cosas.

— Ojalá el herrero local tenga la misma calidad en sus espadas... — Finalizó ahí su intervención, esta vez, mirando a Bernard de reojo.