Partida Rol por web

VERDÍN:

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ALGO MÁS DE MEDIA TARDE.  - CIELO GRIS.

Analista cruzó las puertas abiertas de la empalizada, percatándose de que la aldea se organizaba en unas diez casas grandes agrupadas entorno a una plaza con un pozo. La mitad de la población debía de vivir en la aldea en sí, la otra mitad en las granjas circundantes.

Analista se percató de que la empalizada no contaba con adarve ni especial fortificación, tampoco estaba guarnicionada ni había centinelas. Tal vez el pueblo viviera en relativa paz, pese a la amenaza de los bandidos.

Dos mujeres de mediana edad se arrodillaron a su paso, una le ofrecía una rebanada de pan, otra un cuenquito con sal.

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ALGO MÁS DE MEDIA TARDE.  - CIELO GRIS.

- "Por favor, noble Señor, aceptad el pan y la sal como muestra de hospitalidad y buena voluntad." -

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ALGO MÁS DE MEDIA TARDE.  - CIELO GRIS.

-Gracias, Señora -dijo Analista que no dudó en tomar el pan y una pizca de sal que, vertida sobre el pan, comió a pequeños mordiscos, agradeciendo el sabor del pan-. Que haya paz y amistad -añadió, consciente del simbolismo de aquel gesto.

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ALGO MÁS DE MEDIA TARDE.  - CIELO GRIS.

- "Gracias, mi señor." - La mujer se pone en pie y se retira.

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ALGO MÁS DE MEDIA TARDE.  - CIELO GRIS.

- "Por favor, mi Señor, seguidme. Esta es nuestra casa." - Dice, señalando a una casa que se ve tan sólo ligeramente mejor que las otras nueve con las que compone el corazón de la aldea rodeada por la exigua empalizada.

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Desde las proximidades del pozo que hay en el centro de la plaza, una mujer de mediana edad mira a Analista con cierto pasmo y temor.

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ALGO MÁS DE MEDIA TARDE.  - CIELO GRIS.

Desde una ventana de una casa que está al otro lado de la plaza, una mujer joven mira inexpresivamente a Analista. Su rostro parece demacrado, y sus ojos hundidos y marcados por profundas ojeras.

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DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ALGO MÁS DE MEDIA TARDE.  - CIELO GRIS.

Un hombre más corpulento que el resto está de pie delante de su negocio, que a todas luces parece una sencilla herrería. Su mirada, que expresa curiosidad, se cruza con la de Analista, e inmediatamente agacha la cabeza con una reverencia en signo de sumisión, como queriendo expresar sin palabras que no supone una amenaza y que su mirada no era de desafío.

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DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ALGO MÁS DE MEDIA TARDE.  - CIELO GRIS.

Una nueva inclinación de cabeza sirvió de despedida a la mujer que se retiraba, mientras Lengua Negra recopilaba toda la información disponible. Diez casas principales amén de las granjas del exterior. Un pozo de agua fresca. Y una herrería que le llevó a pensar que las viviendas intramuros se correspondían a negocios. Imaginaba perfectamente lo que aquello podría suponer para la Compañía. Un respiro, un campamento asentado y la posibilidad de mejorar su situación. Vio las miradas, el temor, la sumisión... No le gustó. No le gustó intuir cuál era la razón de todo aquello. No era hora de mensajes ni de charlas públicas ni de gestos grandilocuentes. Era hora de empezar a hablar.

-Os sigo. mi Señora Fringilda.

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

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A la puerta de su casa, aguarda el Alcalde. Saluda a Analista con una sonrisa algo forzada y una reverencia.

- "Buenas tardes, noble Señor. Sed bienvenido al pueblo de Verdín y a nuestra humilde morada. Soy Gennus Monteleal, Alcalde de Verdín, actualmente el pueblo del final del camino." - De nuevo la sonrisa un tanto forzada y el hombre se aparta con humildad para dejar pasar a Analista al interior de la casa.

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-Gracias, mi Señor Monteleal, por vuestra bienvenida -dijo Lengua Negra-. Soy Lengua Negra, Analista de la Duodécima Compañía Libre de Kathovar -concluida su presentación, entró en la morada, con una sensación de leve incomodidad tras la forzada sonrisa del Alcalde.

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El hombre sonríe, al parecer aliviado por saber que no sois un grupo organizado de bandidos.

- "Ah, entonces sois los mercenarios enviados desde Ridwan para lidiar con el problema de los bandidos." - Sonríe mientras abre una vasija de arcilla cerrada con un sello de cera y le sirve a Analista una jarrita de vino tinto de buen olor y color.

- "Algunos en Verdín creen que ha sido una medida extrema pedir ayuda a las autoridades, pero muchos otros creen que los Capas Rojas han ido demasiado lejos. Es cierto que no eran más que unos pobres huérfanos asalvajados, a los que nuestro honorable Sacerdote decidió que era mejor no ayudar cuando ocurrió el desastre de Rocasone. Al principio sus actividades ilícitas se limitaban a robos de poca importancia, pero la cosa ha ido a más, incluyendo el asesinato de al menos un buhonero en los caminos y la violación de la pobre Laura, la hija del Curtidor Pauvet." -

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Lengua Negra escuchaba sin perder detalle. Aceptó la jarrita de vino que le ofrecían, musitando un gracias que no interrumpiera al Alcalde en su exposición del pasado reciente de Verdín. Robos, asesinato, violación... El grupo de bandidos, ante la falta de una fuerza que los frenara, parecía estar obrando cada vez con mayor impunidad. Y ahora entendía el rostro de la joven en la ventana.

No negó ni afirmó ser quienes creían. No se asentaría en la mentira y tenía claro que en breve dejaría clara, no ya su procedencia, pero sí su naturaleza mercenaria y trataría de negociar con ellos de la forma más ventajosa y justa posible. Pero hasta ese momento, trataría de obtener la mayor información posible. 

-Rocasone. ¿Qué ocurrió?

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- "Ocurrió hará ya unos diez años. Con exactitud nadie sabe lo que pasó. Rocasone era un pueblo de leñadores, ya metido en el propio Bosque Sombrío. Llegó una época en que el pueblo fue golpeado por una serie de maldiciones y plagas que finalmente acabaron con toda la población, excepto los niños.

Hay quien dice que la maldición la causó un aventurero que provocó a las hadas del bosque.

Nuestras mujeres querían acoger a esos pobres niños en nuestro pueblo, pero los críos tenían mal carácter, y al llegar un duro invierno, nuestro amado Clérigo, el honorable maese Siega, insistió en que fueran abandonados en el bosque, que volvieran a las ruinas de su pueblo, Rocasone." -

El Alcalde narra esto con la mirada un tanto perdida, sin aprobar ni desaprobar lo que pasó, aunque con la expresión de alguien que recuerda cosas desagradables.

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La esposa del Alcalde sale en ese momento de la cocina, llegando con una bandeja con pan caliente, mantequilla, y un poco de queso. Se la sirve a Analista.

- "Eran años de escasez, por lo que algunos en el pueblo aceptaron de buen grado la dura medida. Otras personas, se apiadaron de los niños, y durante años les dejaron regularmente comida cerca de la linde del bosque, y los niños la recogían.

Hace dos años, las mujeres del pueblo quisieron hacerles un regalo a los niños, que en ese momento eran más bien adolescentes casi salvajes, y les confeccionaron unas hermosas capas de lana roja.

Lamentablemente, aquello resultó ser un error." - La mujer baja la cabeza, apesadumbrada.

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-Comprendo -dijo Lengua Negra. Comprendía, pero no compartía. Que aquellos desventurados niños hubieran sido arrojados a su suerte tras padecer la muerte de sus mayores, le parecía un acto de crueldad. Y aquel abandono podía ser la razón de su actual comportamiento-. No seré yo quien juzgue los actos del pasado y menos sin conocer las razones que llevaron a tomar tales decisiones, pero sí, parece que hay una sucesión de desafortunadas decisiones. ¿Y su clérigo? ¿Maese Siega?

En la espera de una respuesta, centró su atención en la comida recién traída. El pan horneado despertó un hambre amodorrada y la mantequilla y el queso llenaron la boca de Lengua Negra de agua. Tomó un pedazo de pan, untó algo de mantequilla y colocó un poco de queso encima. Cuando dio el primer mordisco, creyó estar alcanzando el paraíso.

-Mmm -profirió sin poder ni querer disimular-. Hacía ya demasiado que no probaba algo tan bueno. Muchas gracias. De verdad -agradeció. Una punzada de culpabilidad picoteó en su cabeza. Fuera estaban sus compañeros de partida y más allá, a escasos kilómetros, el resto de la Compañía, subsistiendo de las últimas raciones, mientras que él saboreaba aquel humilde manjar que no hubiera cambiado por nada del mundo.

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- "Lamentablemente, el eminente Harastus Siega falleció hará siete años durante el transcurso de un ritual. Perdió demasiada sangre en adoración a Nuestro Señor y esa vez no fue capaz de recuperarse a tiempo. Solicitamos un nuevo Sacerdote a las autoridades de Ridwan, pero desgraciadamente al parecer no han habido candidatos apropiados.

Realizamos los ritos periódicamente, aunque nuestra iglesia fue atacada por fuerzas desconocidas hace años y no se encuentra en las mejores condiciones. Por desgracia, no disponemos de los medios para restaurarla adecuadamente..." - Dice con un gesto de compungida culpabilidad, obviamente esperando ser duramente castigado antes o después por el estado de abandono actual de su iglesia.

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No le parecía adecuado comer y escuchar, así que, tras aquel primer bocado, pospuso el placer de la ingesta. Mentalmente anotaba todo. Hadas. ¿Había oído hablar de ellas en alguna ocasión? Sangre, su Iglesia, ataque de fuerzas desconocidas. Si su instinto funcionaba, la Iglesia a la que se refería era aquella en la que estaban provisionalmente instalados. Ritos periódicos. ¿Cómo había llegado Serpiente a saber lo que hacía falta en aquel templo?

Maldita sea, le necesitaría aquí. Al menos si fuera capaz de hablar claramente y sin tapujos por una vez en su vida.

-He visto la Iglesia -dijo con sencillez-. Y he visto el pueblo. Es algo que excede a vuestras posibilidades. Nada se os puede recriminar -dijo con sinceridad.

Guardó un momento de silencio, pensativo.

-¿Cada cuánto realizáis los rituales de sangre? No, olvidad la pregunta. No es importante. Volvamos a los bandidos. Además del asesinato del buhonero y la violación, por un casual, ¿os roban? He visto la riqueza de vuestra tierra pero no me pasa por alto la humildad de vuestro pueblo. ¿U os someten a alguna especie de chantaje por el cual debéis pagar una especie de diezmo para no sufrir sus ataques?

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

ALGO MÁS DE MEDIA TARDE.  - CIELO GRIS.

- "Tenemos una población transhumante de pastores de cabras y ovejas, a los que a veces han intimidado o incluso golpeado para robarles algunos animales. También han desaparecido algunas noches gallinas en los corrales, e incluso ropa tendida.

No, no nos han exigido diezmo, e incluso bien que se cuidan de no aparecer al final de cada mes, cuando llegan los recaudadores de Ridwan." -

El hombre suspira profundamente, como si estuviera harto de esos bandidos del tres al cuarto.

- "Bien, en cuanto a vuestro alojamiento. Me dicen que son un total de trece hombres y un caballo. El caballo será bien atendido en nuestros establos, tenemos un gran amor por esos nobles animales que nos viene de muy lejos.

Usted y algunos de sus oficiales pueden alojarse en nuestra casa, y quizás el resto repartidos en otras casas, aunque esos demonios negros que les acompañan pueden ser un problema. ¿Son esclavos? ¿Muerden? ¿Transmiten enfermedades?" -