Partida Rol por web

LA CIUDAD DEL DOLOR:

- La ciudad de Cho'n Delor, también conocida como Ciudad del Dolor, fue fundada doscientos años atrás por el Viejo Rey, el padre del Señor del Dolor.

- Se edificó sobre las ruinas de una antigua ciudad ancestral, utilizando las piedras originales, que se dice están impregnadas de magia negra.

- En tiempos fue la capital del Reino del Norte, que incluía lo que hoy son las ciudades-estado independientes de Idon y Dadiz, además del Triplete. A la muerte del viejo Rey, cien años atrás, el Triplete declaró su independencia y cambió su denominación a Reino Pastel.

- La ciudad de Cho'n Delor es grande, oscura y antigua.

- Las murallas son de un espesor tremendo, y tienen una altura media de diez metros. Están protegidas por imponentes torres reforzadas, en lo alto de las cuales hay lanzadores de fuego brujo.

- Las calles parecen adoquinadas, al menos en su mayoría, y relativamente limpias.

- El cielo parece oscurecido por oscuros nubarrones, o tal vez sea por el humo de las muchas chimeneas.

- La temperatura es relativamente baja, pese a ser ya Primavera.

- La zona cercana a las murallas y a las puertas es una amplia zona despejada, seguramente por motivos defensivos.

- Más allá se aprecian tres zonas claramente diferenciadas:

1) La ciudad baja, o suburbios, que es la más cercana y la que rodea la circunferencia exterior de la ciudad (donde viven las clases pobres, campesinos, mercenarios y criminales).

2) Hacia el centro hay una pendiente creciente, que pasa por lo que parece ser un segundo anillo urbano de aspecto residencial (las casas de las clases medias, artesanos y mercaderes).

3) El círculo interior más elevado, la ciudad alta donde están las mansiones, palacios, edificios gubernamentales, templos principales.

4) Hacia el flanco Sur de la muralla hay una imponente fortificación.

- Creo que tenemos entonces el mismo patrón... con lo que lógico es que tengamos amistad entre nosotros - dice Loor tras asentir a Matagatos y sonreir a Campaña, caminando cerca de la mujer- Por cierto, ¿me permites una pregunta? Es extraño que hables el arcaico, guerrera. Y... has despertado la admiración de Campaña. El grande con casco. Es un hombre fuerte, pero un poco infantil, esa es la verdad. Pero la diosa le ha concedido fuerza y capacidad para el combate

- "Sois vosotros, los sureños, los que habláis mal. Habéis degenerado en tribus salvajes e incivilizadas. Esta es la lengua de Dadiz, y también de Idon." -

GENTES DE CHO'N DELOR:

Siguiendo a Sierra, los yombres y mujeres de la Compañía Negra se adentran en una de las avenidas principales de la ciudad.

Mucha gente común que pasa por las calles se queda mirando a los mercenarios recién llegados con curiosidad.

Algunos niños señalan con el dedo y gritan con incredulidad, especialmente a los Oscuros Campaña, Lengua Negra, Khadesa, Matagatos y Serpiente.

La mayoría de las gentes corrientes de la ciudad parecen de etnia K'Hlata, aunque visten atuendos civilizados y su lengua nativa no se parece apenas al K'Hlata, o siquiera al Ancestral.

La ciudad de Chon Delor es una extraña mancha en el paisaje. Me cuesta de sobremanera entender la dinámica de aquel pueblo que vive encerrado en gigantescas murallas y vigilados por enormes torres que bloquean la luz. La cantidad de personas hacinadas en esos edificios me hace pensar que es un lugar horrible para vivir, pues no se puede disfrutar de un momento de silencio y soledad que tan necesario es para un buen guerrero.

Avanzo junto con el grupo, siguiendo a aquella mercenaria de aspectos grotesco. Entiendo que se haya ganado su vida luchando y que deba entrenarse para ser mejor en lo que hace, pero no me gustan las mujeres con tanto músculo, sobre todo con más músculos que yo. No es que yo tenga tanto, pero no quisiera parecer el débil de la pareja. Además no es de mi raza, lo que hace que me parezca poco atractiva y demasiado basta.

Mientras camino veo a las personas que nos miran, noto el orden de la ciudad y observo todo lo que hay a nuestro paso, pues a pesar de mi repulsión hacía todo aquello, la curiosidad siempre ha sido uno de mis defectos. Escuché el idioma con los guardias, por lo que puedo comprobar que no entiendo casi nada de lo que ellos dicen. Claramente Chon Delor es un lugar que está demasiado alejado de mi tierra. Eso me devuelve a uno de mis pensamientos anteriores:

"Hace unas semanas estaba seguro de haber sido el único Nyueng Bao en estas tierras tan al norte, pero ahora estoy seguro de no serlo. Akatsuki es de mi misma raza, por lo que no estoy solo. Solo falta saber si entre otros miembros de la Compañía hay alguno otro que comparta la sangre con nosotros. Sería bueno saber que no estamos solos, pero la verdad es que no espero demasiado al respecto."

Avanzo junto con los Hostigadores, seguidos por los pocos Arqueros que quedan y terminando la marcha los de Infantería. Mis pasos son largos y calmados, pero siguiendo el ritmo de marcha mientras pienso y observo a mi alrededor, intentando no perderme detalle alguno de lo que se muestra ante mí y que no sé cuando volveré a verlo.

A diferencia de las otras ciudades por las que había pasado estaba claro que Cho'n Delor era una ciudad bien fortificada, con murallas anchas, altas y bien protegidas. Además su propia estructura interna y la colocación de sus barrios y sus separaciones con las puertas estaban pensadas seguramente bajo una estructura militar, le recordaba más a un campamento de la Compañía que a una ciudad. A pesar del aspecto oscuro y lúgubre que tenía sus calles estaban limpias, cosa que le sorprendió en un principio, aunque lo que más llamó su atención fue la gran fortificación que se situaba en el flanco sur de la urbe.
Siguieron a la mercenaria y se adentraron en una de las avenidas principales de la ciudad. La gente dejaba sus quehaceres para verlos pasar, como si de un espectáculo se tratara. Lo que más parecía llamarles la atención eran los oscuros, con su piel blanca tan diferente a la suya. Unos minutos después Matagatos comenzó a sentirte incómodo frente a tanta atención.

Espero que lleguemos pronto.

Tras sonreír a Sicofante y relajar a continuación la mano que sostenía su lanza, R'Gaa se dejó llevar por los sucesos que les rodearon. No se sentía segura, ni mucho menos, pero estaba entre compañeros, entre Hermanos, y eso quería decir mucho.

Al pensar en eso frunció el ceño, había algo que debía prever. Por eso, cuando echaron a andar al interior de la Ciudad de Cho'n Delor, ella se quedó entre los Hostigadores más rezagados, para intercambiar unas palabras con la arquera Atatsuki, antes de sumarse de nuevo a la columna de su pelotón, acelerando el paso.

Chiquillos y mujeres les miraban pasar, incluso algunos señalaban a los Oscuros, Matagatos, o el gran Campaña. No debían haber visto demasiados hombres de piel clara, y en un lugar que era una encrucijada y paso de muchos extranjeros, no dejaba de ser curioso. Quizá no era un lugar tan visitado, después de todo.

- Atatsuki, sólo dos palabras, no quiero importunarte ahora, justamente cuando llegamos a nuestro destino. Es acerca de la costumbre de tener un Hermano de Capa cuando uno llega a Juramentado. Sería un honor para mí, ahora que por fin me he ganado la calavera de plata, que aceptaras apadrinarme. No me respondas ahora, por favor, sé que es algo que hay que pensarse con calma, es importante. - La miró con una mezcla de timidez, respeto y admiración. - Me impresionó cómo luchaste en el camino, y cómo despediste a tus compañeros fallecidos en batalla. No sé si seré algún día una gran guerrera, o exploradora. No sé si dominaré alguna vez el disparo a distancia, como tú. Pero sí que te digo que haré lo posible por conseguirlo, y por vivir según los principios de la Compañía, como una Hermana leal y valiente.

Sonrió, algo más tranquila. Por fin lo había dicho, llevaba días pensándolo. Estaba segura de que si Atatsuki la aceptaba, haría todo lo posible por no defraudarla, era una mujer de honor, ambas lo eran.

Loor se rie pero sin acritud alguna ante las palabras de la mujer llamada Sierra

- ¿Me estás llamando salvaje e incivilizada? - pregunta con curiosidad- Yo solo soy una sierva de la diosa... y una guerrera razonablemente hábil. Aunque reconozco que nunca me he considerado a mi mismo salvaje, ni incivilizada

Rastrojo se movía inseguro por Cho'n Delor. Era la primera vez que entraba en una ciudad, ya que durante todo su viaje había rechazado visitar las anteriores.

No sé cómo serán las otras ciudades, pero aquí hay... demasiada gente. ¿Cómo pueden vivir así de hacinados? ¿Cómo pueden soportarse los unos a los otros? Yo a los Hostigadores no los aguanto, pero me puedo alejar para dorm... meditar. Pero si a alguien de aquí le cae mal un vecino, tiene que aturarle igual... o migrar.

De un callejón salieron dos niños jugando a ser espadachines mientras golpeaban dos varas. El sobresalto fue tal, que el mestizo dió una serie de cortos pasitos para situarse en el lado opuesto de la avenida.

Ostras, claro. Por eso nos atacan siempre en las ciudades. Cuando la gente no puede convivir con los demás, lo más sencillo es matarlos, no migrar.

Attar caminaba junto al resto de sus compañeros, con su mandoble de acero negro al hombro... Aún recordaba que en las otras ciudades sus compañeros Hostigadores habían tenido problemas, y no esperaba nada diferente de ésta. Pero poco podía hacer, aparte de avanzar y procurar estar medianamente atento. 

Campaña estaba muy contento porque Loor seguía hablando con la mercenaria de grandes curvas, lo que le acercaba un poco más a ella, o eso creía Campaña. Además, por lo poco que había conseguido entender, Loor había mencionado su nombre, lo que reafirmaba su teoría de que había que permanecer cerca de ella en todo momento.

- ¿Le has hablado de Campaña? - preguntó nervioso a Loor.- ¿Qué dice? ¿Le gusta Campaña? A Campaña le gusta... errr - se dio cuenta de que no sabía cómo se llamaba.- ¿Cómo se llama?

El tagliano iba algo mas pendiente de su alrededor, tras traspasar las puertas de la ciudad. No era para menos: la misma no transmitía mucha confianza y tenía aún mal recuerdo de la anterior como para bajar la guardia. Aún así, Sicofante sabía que ahora estaba los Hostigadores al completo, por lo que podía estar algo más relajado. Dudaba de que pudiera ocurrirles algo con tantos hombres allí. O al menos, eso esperaba.

A lomos de Orgullo, el caballo de Pelagatos, Lengua Negra observaba la ciudad con la misma curiosidad que su blanca piel parecía despertar entre los habitantes de la misma. Admiró los altos muros, los puestos armados, la lejana fortificación con los ojos de quien sabe apreciar las labores de ingeniería.

La misma población parecía un variado circo de gentes, ataviados ricamente, bajo aquel cielo plomizo que amenazaba lluvia. Sonrió a un pequeño grupo de niños que lo señalaba entre gritos en aquella extraña lengua incomprensible a sus oídos e inclinó la cabeza al paso de unas mujeres que lo miraban como si fuera ciertamente extraño encontrarse a alguien tan pálido como él.

Pero pese a todo, en su cabeza había una idea fija. Llegar al campamento de la Compañía. El mes estaba a punto de agotarse y tenía una deuda pendiente que satisfacer.

El Hiena miraba al frente fijamente, desviando sus ojos tan solo ante algún detalle, ojos que rápidamente regresaban a lo que se abría ante él. Su mano derecha estaba agarrotada en un gesto contra el mal de ojo y el negro cielo que cubría la ciudad le provocaba una profunda desazón. Aquel era un lugar enfermo, alejado de las bondades de la naturaleza, encerrado en la piedra, convirtiendo en prisión lo que debía ser hogar.

Una ráfaga de viento circuló por la calle y el sudor que aún cubría la piel de Ponzoña se enfrío rápidamente, provocando en el Hiena un escalofrío. No, Cho´n Delor no le gustaba. Al contrario, le parecía un cementerio habitado por muertos vivientes, animados por algún tipo de magia oscura, tan nauseabunda y deleznable como la que podía practicar Serpiente.

Mentiroso estaba sorprendido por lo parecida que era la gente de esa ciudad a la K'Hlata de la Sabana. Pero eso era lo único que tenían en común. Si el idioma estaba relacionado de alguna forma con el suyo no podía imaginarse cómo. De momento, solo podía seguir a la mercenaria hasta su Campamento o una trampa mortal. Probablemente no, en esta ciudad tocaba diversión. Y vender el jarrón. Tenía ganas de conocer la zona rica de la ciudad, a ver cómo era de rica. Y salir pronto a Ciudad Pantera, o a donde tocara guerra ahora.